SOCIEDAD
Una prepaga grande ya anunció el aumento de agosto con un fuerte cambio respecto de julio
El ex director ejecutivo del PAMI y doctor en medicina Carlos Regazzoni tuiteó hace unas -con perdón del anacronismo- que “las prepagas están perdiendo del 8 al 10% de sus afiliados hasta el momento. Y va a empeorar”, algo que atribuyó a “medidas desde un principio inadecuadas”, en alusión a la política libertaria para el rubro.
Como sea esa sangría, de tal calibre o algo menor según lo que admiten las propias empresas, probablemente haya empezado a ser un ordenador de precios de las cuotas, en busca de recomponer un maridaje muchas veces roto en función del bolsillo raído de los clientes.
Como ocurrió el mes pasado -en la víspera del relanzamiento de los precios liberados tras el primer intento fallido de enero-, Medicus volvió a hacer punta en el anuncio de la suba, esta vez para las facturas que vencerán en agosto. El índice comunicado se ubica muy por debajo del ajuste anterior, aunque algo por encima del último valor de inflación conocido hasta ahora.
El aumento de agosto será del 4,96 por ciento, mientras que el Indice de Precios al Consumidor (IPC) de mayo -en una semana se conocerá el de junio- fue del 4,4 por ciento. La cifra es bastante inferior al 8,075 por ciento de aumento que Medicus había aplicado en julio, cuando el dato de inflación vigente entonces era el de abril, del 8,8 por ciento.
En julio reinó una burocracia ambigua, por la que para algunas empresas la inflación de referencia fue la de abril -enviaron las cartas a los afiliados antes de conocerse el IPC posterior- y para otras, la de mayo. Ahora es posible que esa lógica se repita, ya que cada prepaga puede informar su aumento cuando lo considere, con la condición de que lo haga 30 días antes de la fecha de facturación.
En su comunicación a los afiliados, fechada el último viernes, Medicus insiste en un concepto reiterado con frecuencia desde el sector: “Queremos comunicarle que continuamos haciendo los mayores esfuerzos para atenuar los efectos de la inflación sobre el poder adquisitivo de nuestros asociados, aun considerando que la inflación de la salud es, en todos los países del mundo, superior a la estándar”.
Y agrega: “Con base en lo mencionado, y con la intención de mantener la más alta calidad médica e innovación tecnológica, así como también continuar la mejora en los valores prestacionales para profesionales e instituciones, el costo de su plan médico de agosto se ajustará un 4,96%”.
Polémica de cara al futuro del sector
De esta manera, los precios de la medicina privada parecen empezar a acomodarse tras la puja con la Superintendencia de Servicios de Salud (SSS) que terminó con una tregua en sede judicial. El titular de la SSS, Manuel Oriolo, posteó la última semana en la red X, a propósito del conflicto en apariencia superado: “Terminamos con los controles de precios que eran la principal distorsión del mercado de empresas de medicina prepaga. Ahora, las entidades compiten libremente lo que genera más y mejor oferta para todos los beneficiarios”.
Oriolo agregó: “Defendimos a la clase media ante los aumentos abusivos y la cartelización de las prepagas. Exigimos que se devuelva lo cobrado de más y la Justicia falló a favor del organismo. Hoy la mayoría de los aumentos están por debajo del índice de IPC”.
Hay un detalle extra que se desprende del nuevo anuncio de aumento de Medicus: se consolida -por segundo mes consecutivo- la pérdida de los afiliados en el esquema de devolución en 12 cuotas del dinero cobrado por encima de la inflación entre enero y mayo, debido a la tasa de ajuste anclada en el índice de plazo fijos del Banco Nación, que como se sabe es del 2,5 por ciento mensual.
En resumen, ¿el escenario se ha reparado como describe Oriolo o el daño crece como asegura Regazzoni? Difícil ensayar una respuesta taxativa, aunque es probable que la clave se aleje del blanco o negro y se acerque a un color hoy imaginario, que es el que suele postular el sanitarista Rubén Torres cuando señala que si la salud pública brindara un servicio más seductor que expulsivo, toda la polémica de estos últimos meses en torno a la suba de las prepagas no habría tenido la menor importancia.
SOCIEDAD
El horario en el que no deben consumirse alimentos para facilitar la pérdida de peso, según los nutricionistas
Hoy en día, las personas se preocupan por tener un buen físico, y es por eso que, en lo posible, tratan de cuidar su alimentación. Cuando tienen kilos de más, recurren a las tradicionales dietas. Muchos se preguntan cuál es el mejor horario para comer, el cual ayude en la pérdida de peso, ya que algunos piensan que, después de cierto tiempo, no pueden consumir alimentos.
La dietista Lena Bakovic comentó que no se trata solo de lo que se come en el almuerzo o durante el día, sino de la forma en que la que se lo hace, ya que esto es primordial a la hora de perder esos kilos de más. “Si alguien se despierta a las 7 a. m. y come un desayuno rico en nutrientes a las 8 a. m., entonces es probable que se familiarice con sus señales de hambre aproximadamente cuatro a cinco horas después, entre las 12 y la 1 p. m.”, agregó Bakovic.
Cuando se almuerza más tarde de la hora recomendada, esto puede dificultar que el cuerpo metabolice los alimentos de manera adecuada. Por lo tanto, cuando llega la hora de la cena, las personas pueden saltársela o comer algún dulce antes de irse a dormir. Algunos científicos sugieren que aquellos que comen tarde suelen quemar menos calorías que aquellos que se alimentan antes de la 1 p.m.
Expertos revelan cuál es el mejor horario para comer
Un reciente estudio publicado por la revista Nutrients reveló que las personas que almuerzan a las 4:30 p. m. suelen tener los niveles de azúcar en sangre inestables durante todo el día, lo que retrasa la transformación de los carbohidratos en energía.
Además, hay varias investigaciones que demuestran que cuando no se come durante un período prolongado es posible contraer enfermedades graves, incluyendo la diabetes tipo 2.
“Es posible que comer un almuerzo más temprano, poco después del desayuno, contribuya a tener más hambre más tarde en el día y antes de la hora de la cena. Esto puede llevarnos a comer bocadillos que no son tan saludables”, agregó Bakovic.
Cuando las personas no almuerzan a la hora correspondiente y lo hacen cerca de la hora de la cena, no solo provoca que se salten esta comida, sino que también puede hacer que sientan hambre antes de irse a dormir. “Esto podría promover el consumo de bocadillos con alimentos salados y/o azucarados con bajo valor nutricional”, afirmó la dietista.
Comer a deshoras puede ser perjudicial para la salud, además de no ayudar con la pérdida de peso, y también podría afectar los ritmos circadianos.“Así como los ciclos de sueño y vigilia son constantes e importantes para que nuestros cuerpos se sientan sincronizados día a día, lo mismo puede decirse de nuestras comidas”, cerró Bakovic.
Autor: Wendys Pitre Ariza
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