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INTERNACIONAL

¿Puede Estados Unidos sobrevivir a un partido de saboteadores?

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Han pasado casi cuatro años desde que el Congreso aprobó y Donald Trump firmó una enorme ley de ayuda destinada a limitar las dificultades financieras creadas por la pandemia del COVID-19.

La Ley CARES cumplió su cometido.

Migrantes esperan de noche junto al muro fronterizo para entregarse a los agentes de la Patrulla Fronteriza de Aduanas y Protección de Fronteras (CBP) de EE.UU. para la tramitación de solicitudes de inmigración. (Foto de Patrick T. Fallon / AFP)Migrantes esperan de noche junto al muro fronterizo para entregarse a los agentes de la Patrulla Fronteriza de Aduanas y Protección de Fronteras (CBP) de EE.UU. para la tramitación de solicitudes de inmigración. (Foto de Patrick T. Fallon / AFP)

Aunque alrededor de 25 millones de estadounidenses perdieron temporalmente sus puestos de trabajo -con las pérdidas de empleo causadas principalmente por el miedo a la infección en lugar de los cierres ordenados oficialmente- hubo mucho menos dolor monetario de lo que se podría haber esperado, dada la magnitud de la crisis de salud pública.

De hecho, según una encuesta de la Reserva Federal, el porcentaje de estadounidenses a los que «al menos les iba bien económicamente» era en realidad mayor en julio de 2020 que antes de la pandemia, presumiblemente porque para muchas personas las ayudas del gobierno, incluidos los cheques por única vez y las prestaciones por desempleo muy mejoradas, compensaron con creces la pérdida de empleos y negocios.

Diagnósticos

Además, los temores de que las generosas ayudas durante la pandemia socavaran la ética laboral de Estados Unidos -que los adultos abandonaran la población activa y no volvieran nunca más- resultaron totalmente erróneos.

Un nuevo documento de la Reserva Federal de San Francisco se titula «¿Por qué es tan alta la participación en la población activa de la primera edad?».

En él se señala que los estadounidenses de entre 25 y 54 años tienen más probabilidades de formar parte de la población activa ahora que en cualquier otro momento desde principios de la década de 2000.

Así que la Ley CARES fue un gran éxito político.

Pero dados los recientes acontecimientos políticos, me he puesto a pensar:

¿Qué habría pasado si los demócratas en 2020 se hubieran comportado como los republicanos en 2024?

Imaginemos una historia alternativa en la que Joe Biden, que para entonces ya era el gran favorito para ganar la nominación presidencial demócrata, hubiera instado a los demócratas en el Congreso a no aprobar un proyecto de ley de ayuda -de la misma manera que Trump ha intimidado a los republicanos para que voten en contra de un proyecto de ley de seguridad fronteriza– porque creía que reducir la miseria de los estadounidenses podría ayudar a Trump a ser reelegido.

Imaginemos una historia en la que Nancy Pelosi, la presidenta demócrata de la Cámara en aquel momento, se hubiera comportado como Mike Johnson, el actual presidente republicano, y hubiera impedido que llegara al pleno un proyecto de ley que intentaba abordar una prioridad nacional urgente.

Efecto electoral

Parece claro que la Ley CARES, de hecho, ayudó políticamente a los republicanos.

Es cierto que perdieron la Casa Blanca en 2020, pero por un margen menos decisivo de lo que muchos esperaban, y que aunque los demócratas ganaron el control del Senado, lo hicieron por el menor margen posible.

Seguramente a los republicanos les habría ido mucho peor si Trump hubiera estado presidiendo una depresión inducida por COVID a gran escala.

Y el GOP sigue, a día de hoy, beneficiándose de ese paquete de alivio COVID 2020. Los republicanos se jactan constantemente de lo bien que estaba la economía bajo Trump, lo cual es peculiar, dado que Trump fue el primer presidente desde Herbert Hoover en dejar la Casa Blanca con menos estadounidenses empleados que cuando se mudó.

El truco aquí es que pretenden que 2020 nunca sucedió – un juego de manos que sólo funciona porque la ayuda federal permitió a tantos estadounidenses salir de la depresión pandémica en buena forma financiera.

Ahora bien, mi historia imaginaria no sucedió y no podría haber sucedido.

Para empezar, Pelosi no es esa clase de política.

Ella es partidista, por supuesto, pero nunca, que yo sepa, se ha dedicado a la extorsión política tomando como rehén el bienestar de la nación.

Por ejemplo, en 2019, pastoreó un acuerdo bipartidista para suspender el techo de deuda, evitando una potencial crisis financiera, con un acuerdo que el propio Trump admitió que no contenía «píldoras venenosas.»

Incluso si la propia Pelosi hubiera querido llevar a cabo un sabotaje económico, sus colegas se habrían negado casi con toda seguridad.

Pero los republicanos de Trump (y los últimos acontecimientos han confirmado que Trump es realmente el dueño del Partido Republicano) son todo lo que los demócratas de 2020 no eran.

Han rechazado un proyecto de ley de seguridad fronteriza y ayuda exterior que ellos mismos exigieron y luego negociaron, uno que era mucho más duro de lo que los demócratas habrían querido.

Y ni siquiera están tratando de ocultar su cinismo desnudo.

Quieren bloquear un acuerdo fronterizo, incluso uno que les dé casi todo lo que quieren, porque cualquier acuerdo podría limitar su capacidad de atacar a Biden por este tema.

Ah, y una fracción significativa de los republicanos, Trump incluido, preferiría bloquear la ayuda a Ucrania porque, según todas las apariencias, Vladimir Putin es su tipo de hombre, y están contentos de verle aplastar a su vecino democrático.

Está claro que Biden planea hacer del sabotaje republicano un tema importante en la campaña de 2024 -al estilo de la campaña de Harry Truman contra el «Congreso que no hace nada» en 1948-, con la ventaja adicional de que esta vez los republicanos están intentando más o menos abiertamente dañar los intereses estadounidenses para obtener beneficios políticos.

Queda por ver si esta estrategia funcionará.

Pero incluso si funciona, y Biden gana -incluso si los demócratas recuperaran el control total del Congreso-, me preocupa el futuro.

Uno de los dos principales partidos políticos de Estados Unidos se dedica ahora a alcanzar el poder a toda costa y tratará de hacer ingobernable la nación cuando un demócrata se siente en la Casa Blanca.

¿Cuánto tiempo podrá sobrevivir nuestra democracia en estas condiciones?

c.2024 The New York Times Company



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INTERNACIONAL

Evo Morales defiende su candidatura a presidente: «Si me inhabilitan habrá una convulsión» en Bolivia

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El ex presidente de Bolivia Evo Morales advirtió que en el país habrá una «convulsión» si se inhabilita su candidatura presidencial para los comicios de 2025 y responsabilizó al gobierno de Luis Arce, con el que mantiene una pelea pese a pertenecer al mismo partido.

«Si inhabilitan a Evo va a haber una convulsión. Si quiere eso, pues, eso va a ser la responsabilidad del gobierno. Ese es mi cálculo, soy sincero», aseguró el líder del oficialista Movimiento al Socialismo (MAS), en una entrevista con la agencia EFE.

Morales consideró que «esta clase de luchas solamente se ganan con acción de masas», y dijo que escuchó que diversos sectores anticipan «dificultades» en caso de que su candidatura presidencial sea anulada.

A finales del año pasado, el Tribunal Constitucional dictó una sentencia en la que menciona que la reelección indefinida «no es un derecho humano» y que solo se aplica por una única vez de forma continua o discontinua.


Según Morales, esto se debe entender como «una insinuación de una posible inhabilitación de su candidatura».

Evo Morales, durante la entrevista con EFE, este miércoles en el Trópico de Cochabamba, en Bolivia. Foto: EFE Evo Morales, durante la entrevista con EFE, este miércoles en el Trópico de Cochabamba, en Bolivia. Foto: EFE

El tres veces presidente de Bolivia (de 2006 a 2019) insistió en que está «habilitado legalmente y constitucionalmente» para ser candidato, según las consultas que él mismo hizo a «expertos nacionales e internacionales».

La pugna con Luis Arce


El oficialista Movimiento al Socialismo cumple este jueves 29 años y es la primera vez que hay dos celebraciones por separado.

En la ciudad de La Paz, sede del gobierno y del Legislativo, festeja el bloque ‘arcista’, que respalda al mandatario Luis Arce, mientras que este sábado será el turno del ala ‘evista’, afín a Evo Morales, en la localidad de Yapacaní, en el departamento de Santa Cruz.

El año pasado Morales y Arce coincidieron en el aniversario del partido en el Trópico de Cochabamba, bastión político del ex presidente, en el que hubo roces entre los militantes del MAS.

En ese evento, Morales cuestionó la gestión del que fue su ministro de Economía durante su gobierno, mientras que Arce instó al MAS a no tener miedo al «pluralismo» de ideas.


Morales señaló que Arce «cometió un gran error» al señalar que «no hay que tener miedo al pluralismo de ideas» ya que, a su juicio, eso marca una «diferencia ideológica» con el sector ‘arcista’, ya que el MAS que es por tradición «antiimperialista».

El presidente de Bolivia, Luis Arce, en la celebración por el 29 aniversario del oficialista Movimiento al Socialismo (MAS), este jueves en La Paz (Bolivia). Foto: EFEEl presidente de Bolivia, Luis Arce, en la celebración por el 29 aniversario del oficialista Movimiento al Socialismo (MAS), este jueves en La Paz (Bolivia). Foto: EFE

El ex presidente también cuestionó que la Administración de Arce no haya cumplido con dos de los principales mandatos que recibió al llegar al gobierno en 2020, como «procesar y encarcelar a los golpistas y genocidas» por la crisis de 2019, cuando Morales debió renunciar y salir del país en medio de una revuelta popular tras su cuestionada victoria en las elecciones.

Morales renunció a la presidencia en noviembre de 2019 tras considerar que fue víctima de un «golpe de Estado» luego de los frustrados comicios de ese año, entre denuncias de la oposición de un fraude electoral a su favor para un cuarto mandato consecutivo.

Jeanine Áñez asumió el 12 de noviembre de 2019 el mando interino del país como segunda vicepresidenta del Senado, dos días después de la renuncia de Evo Morales y de todos los funcionarios en línea de sucesión presidencial.


«Pensé que si (yo) volvería (a ser presidente de Bolivia) sería para hacerme Justicia (…) porque me han dado un golpe (de Estado)», dijo.

A la división por el aniversario del MAS se suma la pugna por la legalidad del congreso del MAS, que se celebró el año pasado en la región de Cochabamba, y en el que se proclamó a Morales como «candidato único» para las presidenciales de 2025.


Los sectores oficialistas afines a Arce llamaron a otro congreso, que se realizará en mayo, luego de que la autoridad electoral determinó que debe hacerse una nueva reunión.


Morales insistió en que el congreso que lo reeligió como máximo dirigente del MAS cumplió con todos los requisitos y que el organismo electoral actuó con «ilegalidad», mientras que la convocatoria de los «arcistas» está hecha por quienes «no son militantes» en ese partido.

El ex presidente ratificó que el MAS «está unido a nivel de las bases» y que unos cuantos dirigentes decidieron desmarcarse a cambio de supuestos «sobornos» que les ofreció el gobierno.



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