La hipótesis de los investigadores que siguieron los últimos pasos de Agostina Rubini Medina (24), una argentina que desapareció luego de haber ido a tomar algo con un grupo de amigos a un bar del paseo marítimo de Palma de Mallorca, donde vivía con su familia, es escalofriante.

Según reconstruyeron, la joven se habría metido de manera voluntaria en un contenedor de residuos, del que no pudo salir, y apenas minutos después allí la llevó el camión recolector hasta el predio de tratamiento. La última señal del GPS de su celular transmitió desde la planta incineradora.

Agostina nació en Mar del Plata, pero toda su vida la pasó en España. Con sus padres estaba radicada en Palmanova, en el municipio de Calviá, en Mallorca.

La noche del miércoles 2 de octubre les avisó por teléfono que iría a tomar algo a un bar, lo que efectivamente hizo. Al salir fue a la parada del colectivo, donde la ubica la investigación, junto a unos contenedores.

Habló con su mamá, Ileana, y luego subió una foto desde el baño del bar. Su papá, Mariano Rubini, contó a medios baleares que Agostina había salido de su casa cerca de las 15 de ese día para ir al instituto Josep Maria Llompart, en Palma, donde estudiaba la carrera de Integración Social.

Salió del instituto a las 20. «Es adulta y no necesita permiso para salir, pero siempre avisa a su madre o hermana», había contado el padre al denunciar la desaparición que mantiene en vilo a la población de las islas, tanto como la estremecedora conclusión a la que arribaron los investigadores.

El jefe del Grupo de Homicidios de la Policía Nacional de Baleares, Ángel Ruiz, «con la autorización de la familia», reveló detalles de la investigación en una conferencia de prensa.

«Desde el primer momento lo enfocamos como una desaparición inquietante. La tarde del miércoles hacemos un seguimiento con cámaras hasta las 23.57 en la Plaça des Pont, en confluencia con la calle Andrea Doria. En esta última calle, ella tenía el hábito de coger el bus 104 hacia Palmanova, al lado de una batería de contenedores«, explicó.

Era un camino conocido para la joven, quien solía hacerlo para tomar el colectivo que esa noche iba a pasar a la 00.20, con dos minutos de retraso. Pero ella nunca lo abordó. Unos minutos antes había comprado un paquete de papas fritas; la empleada del lugar dijo a medios locales que estaba «visiblemente embriagada«.

El jefe policial contó que, pasada la medianoche, a la 00.12, una testigo vio un bolso a 30 centímetros de uno de los contenedores de residuos y que dentro de ese bolso había una blusa de Agostina, la misma que llevaba puesta en la foto que subió unos minutos antes.

La señal de su celular permaneció fija en la zona de contenedores hasta la 00.27, momento en que pasó el camión recolector.

Desde allí comenzó a moverse. El geolocalizador trazó el mismo recorrido del camión hasta la planta de residuos de Son Reus, en las afueras de Palma, donde diariamente se incineran toneladas de basura.

«La hipótesis principal es que accedió al contenedor a coger algún objeto y tuvo la mala fortuna de que se sintió indispuesta dentro del contenedor«, dijo Ruiz.

El policía advirtió que, una vez que la carga es depositada en el camión, «las opciones de sobrevivir son nulas», ya que la basura se compacta y no hay oxígeno.

Además de buscar el cuerpo de la joven en el predio desde el momento en que se tuvo la sospecha de lo que pudo haberle ocurrido, la Policía inspeccionó el camión, pero no se hallaron restos humanos en su interior.

Para entonces, el vehículo ya había hecho otros recorridos y, según los protocolos de la empresa, había sido lavado.

La búsqueda se realiza en una fosa de 50 metros de profundidad y 30 de ancho y tiene una capacidad para 12 mil toneladas de desperdicios, por lo que se hace con máquinas y no arrojó resultados positivos. No se hallaron restos ni vestigios de la ropa que llevaba Agostina esa noche.

De todos modos, resta analizar restos óseos encontrados en los tanques de incineración de basura, aunque algunos ya fueron descartados puesto que se determinó que serían de animales.

Para los investigadores, está descartada la teoría de una desaparición voluntaria o manos de una tercera persona. «Nadie vio a Agostina introduciéndose en el contenedor. Lo normal es, siguiendo el sentido común, esconderse de la gente para hacer algo así», dijo el jefe policial.

Contó además que en la calle donde Agostina cayó al contenedor, en ese momento, según las cámaras, fue normal el movimiento de personas y de vehículos -ninguno se detuvo en ese sector-, por lo que deducen que la joven no fue forzada a subirse a ninguno.

«Esa es la única y sola hipótesis«, sostuvo el jefe regional de Operaciones de la Policía, Fernando Reboyras, en la conferencia de prensa, apuntalando la desgraciada conclusión de una caída accidental a un contenedor, que -para Agostina- se convirtió en una trampa mortal.