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Quién es Jorge Glas, el exvicepresidente de Ecuador en el centro de la ruptura diplomática de México con su país

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QUITO.- La trayectoria política del exvicepresidente de Ecuador Jorge Glas -el hombre en el centro de la ruptura de relaciones de México con Quito-, está estrechamente asociada a un nombre: el del expresidente Rafael Correa.

Desde su primer cargo oficial en 2007 como jefe del Fondo de Solidaridad de la primera administración de Correa, Glas -de 54 años e ingeniero de profesión- inició una carrera meteórica dentro del gobierno y los círculos del exmandatario, que lo llevaron a acompañarlo en la fórmula presidencial en la campaña de 2013.

Pero también fue con su incursión como vicepresidente de Correa que comenzaron sus problemas con la Justicia.

El exvicepresidente de Ecuador Jorge Glas habla durante una entrevista en su oficina en Quito, Ecuador, en 2017. (Foto AP/Dolores Ochoa, Archivo)

Tras cuatro años en el cargo, en diciembre de 2017 Glas fue condenado a ocho años de prisión por recibir sobornos de la constructora brasileña Odebretch, en un caso que golpeó a varios gobiernos en América Latina.

En ese momento Glas actuaba como vicepresidente de Lenín Moreno, que había sido elegido en mayo de ese año para suceder a Correa.

Fue el propio Moreno quien confirmó, tras una votación en el Parlamento ecuatoriano en enero de 2018, que Glas ya no ocuparía el cargo de vicepresidente en su gestión. En ese momento se entregó a las autoridades.

Pero tras varios fallos judiciales y gracias a un recurso de habeas corpus, Glas consiguió la libertad condicional el 28 de noviembre de 2022, cuando había cumplido la mitad de su condena.

Sin embargo, los procesos judiciales continuaron su marcha y el político fue citado por la Justicia a finales de 2023 para responder por otro caso de corrupción asociado al manejo de fondos tras el terremoto que había ocurrido en la provincia de Manabí siete años antes.

El papel de México

Glas buscó entonces el refugio diplomático en la embajada de México. “Hay una persecución política desde 2017 escalada últimamente por la Fiscal General del Estado que arbitrariamente pretende procesar y detener a Jorge Glas, siendo él una persona inocente”, le dijo su entonces su abogado a la agencia Reuters.

Desde ese momento, las autoridades ecuatorianas habían intentado distintos mecanismos jurídicos para que el gobierno de México entregara al exvicepresidente y éste respondiera ante la Justicia.

Hasta la madrugada de este sábado, cuando un grupo de uniformados ingresó de forma irregular a la sede diplomática y sacó al exvicepresidente, en una maniobra sin antecedentes en las relaciones diplomáticas entre ambos países.

Tras el asalto, el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, ordenó la suspensión de las relaciones diplomáticas con Ecuador.

El presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, en su conferencia diaria matutina en el Palacio Nacional en Ciudad de México, el viernes 1 de marzo de 2024. (AP Foto/Marco Ugarte, Archivo)Marco Ugarte – AP

“Se trata de una violación flagrante al derecho internacional y a la soberanía de México”, aseguró el mandatario mexicano.

De Boy Scout a vicepresidente

Glas nació en 1969 en la ciudad de Guayaquil, la segunda más importante del país.

Fue en esa ciudad, cuando ingresó al colegio Cristóbal Colón, donde conocería a la persona que sería fundamental en su carrera, Rafael Correa, guayaquileño como él.

Resulta que en el establecimiento se promovía un grupo de Boys Scouts, al que también asistía Correa de niño. Tras conocerse iniciaron una amistad que se prolongó más allá de la época escolar.

Glas se graduó de ingeniero electrónico, se casó y tuvo dos hijos. Y aunque a lo largo de los años estuvo vinculado a Correa en distintas campañas políticas, no ejercía cargos públicos.

Pero eso cambió en enero de 2007, cuando Correa se convirtió en presidente de Ecuador, y de inmediato llamó a Glas para que lo ayudara a administrar el Fondo de la Solidaridad del país, una institución que buscaba invertir las ganancias generadas por varias empresas públicas de telefonía y electricidad en proyectos sociales. Ese fondo fue liquidado por el propio Glas en 2010.

Rafael Correa, ex presidente de Ecuador. Fabian Marelli – LA NACION

Pronto, tanto su cercanía con el presidente y su gestión lo fueron llevando a otros cargos públicos relevantes como el ministerio de Telecomunicaciones.

Sin embargo, hay un nombramiento fundamental en esta historia: en abril de 2010 es puesto al frente de la cartera de Coordinador de los Sectores Estratégicos, una especie de superministerio que cubría las funciones de varias oficinas: el ministerio de Electricidad y Energía Renovable, el de Recursos Naturales No Renovables, el de Telecomunicaciones, la Sociedad de la Información y la secretaría Nacional del Agua.

Entonces, en 2012, Correa le ofreció ser su fórmula vicepresidencial en las elecciones de ese año, en las que lograron la victoria.

Batallas judiciales

En 2016, ante la imposibilidad de presentarse para a un tercer periodo, Correa consiguió que sus dos vicepresidentes, Lenín Moreno y Jorge Glas, fueran juntos a las urnas.

La fórmula funcionó: Moreno es elegido presidente y Glas continúa como vice.

Sin embargo, enseguida comenzarían los problemas para Glas: en los primeros meses se dieron a conocer distintas acusaciones en el entorno de Correa por presuntamente haber recibido sobornos de la constructora brasileña Odebrecht cercanos a los 35 millones de dólares para favorecer la asignación de varios proyectos fundamentales de infraestructura.

Entre esas obras se destacaban la construcción de un poliducto, la refinería del Pacífico, y el proyecto hidroeléctrico de Manduriacu, en el norte del país.

En diciembre de 2017, tras varios meses de tensiones políticas, Glas fue sentenciado -en un juicio que también involucró a Correa y a otros miembros de su gobierno- a cumplir dos condenas: una de seis años por el delito de asociación ilícita y otra de ocho por el delito de cohecho. Ambas penas fueron unificadas y Glas debía cumplir ocho años tras las rejas.

Eso llevó al exilio a Correa, quien desde Bélgica, donde reside actualmente, ha denunciado una persecución política en su contra y contra su partido Revolución Ciudadana.

Glas, tras ser destituido de la vicepresidencia, se entregó a las autoridades en enero de 2018.

Cuatro años más tarde, Glas logró la libertad condicional gracias a un habeas corpus que presentó y que, a pesar de varios reveses, finalmente fue aceptado en noviembre de 2022.

Pero cuando fue citado a comparecer por otro caso, tomó la decisión de solicitar asilo en la embajada mexicana. Y las tensiones entre Ecuador y México comenzaron a surgir.

La policía hace guardia ante los vehículos que irrumpieron en la embajada de México en Quito, Ecuador, anoche. (AP Foto/Dolores Ochoa)Dolores Ochoa – AP

A principios de 2024, el gobierno de Ecuador había advertido que no le otorgaría un salvoconducto a Glas para salir del país.

Ecuador redobló su apuesta para lograr llevar a Glas ante la Justicia: en el mes de marzo hizo una solicitud al gobierno mexicano para que le entregara a Glas, de modo que éste respondiese por sus asuntos pendientes con la justicia.

México se rehusó. Alicia Bárcena, canciller mexicana, respondió que permitir la entrada de los policías “violaría la inmunidad diplomática de su embajada”.

Y esta semana, el gobierno de Ecuador dio dos pasos que llevaron las tensiones a una crisis inédita: primero declaró persona non grata a la embajadora mexicana en Quito, Raquel Serur Smeke, y luego llevó adelante la incursión policial que terminó con la captura de Glas y la ruptura de las relaciones.

De acuerdo a un comunicando del gobierno de Quito, Glas fue puesto a disposición de las autoridades competentes para que se adelanten los procesos judiciales que hay en su contra.

Además, el texto oficial acusó a la embajada mexicana de haber “abusado de las inmunidades y privilegios” y denunció que el asilo diplomático concedido a Glas era “contrario al marco jurídico convencional”.

“Ecuador es un país soberano y no vamos a permitir que ningún delincuente quede en la impunidad”, concluye el comunicado.

BBC Mundo

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habla una pareja que subrogó en una de las clínicas de Córdoba que investigan por trata

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Dos clínicas de fertilidad cordobesas están siendo investigadas por explotación de personas. La Justicia sospecha que tenían armado un sistema de captación de mujeres pobres de la zona para hacerlas trabajar como gestantes en tratamientos de subrogación de vientres a cambio de dinero. Hay 9 personas imputadas, entre ellas médicos, psicólogos y abogados, por 14 posibles casos que está estudiando la fiscalía.

Las parejas solicitantes son consideradas también víctimas, ya que se cree fueron engañadas por las clínicas. Algunas de ellas ya dieron testimonio en la Justicia y otras se animaron a contar públicamente la terrible experiencia que vivieron durante el largo proceso de subrogación.

Daniel Potavez y Sebastián Rojas son una pareja que decidió hace muchos años ser padres. En 2019 hicieron un tratamiento de fertilidad en Estados Unidos y lograron tener a su primera hija. Dejaron embriones congelados por si algún día se animaban a darle un hermanito. En 2021 empezaron a charlar del tema y averiguaron que podía hacerse en Argentina. Así fue como se contactaron con Nascentis, una de las clínicas imputadas por la Justicia Federal de Córdoba.

Primero tuvieron varios encuentros con el equipo de profesionales de la clínica que reciben las solicitudes: el médico especialista en fertilidad, una psicóloga y el abogado de la institución. Les pidieron 40 mil dólares para seguir con el programa y les aseguraron que tenían un par de candidatas a gestantes. Luego de varias comunicaciones, Nascentis no logró conseguir una gestante y el plan fracasó.

La idea de darle un hermanito a su hija empezaba a diluirse. Hasta que en junio del 2022 una pareja amiga les contó sobre Fecundart, la otra clínica investigada por trata. Como antes, un abogado les explicó que no existía ley que prohibiera o respaldara un tratamiento de subrogación. Que era necesario el aval de un Juzgado de Familia (que es obligatorio), del cual ellos harían el trámite.

A partir de ahí, las cosas se complicaron. Apareció otra abogada de Fecundart que les aseguró que podía hacerse antes, durante o hasta después del tratamiento. «Nos dijo que ya nacido el bebé era como hacer una adopción», cuenta Daniel.

También les aseguraron que había una gestante disponible llamada Belén. «Nos conocimos con ella en la clínica y nos pasamos los teléfonos», cuentan. Era una mujer mayor de 30 años, con varios hijos y dos trabajos. «En ese momento, entendimos que había sido evaluada por la clínica y nos aseguraron que ella quería ayudarnos», agrega Potavez.

En enero de 2023, luego de hablar varias veces con ella, acordaron seguir adelante con el plan. «A nosotros nos pareció muy sincera. Dijo que tenía deseo de ser subrogante y que era su primera vez«. Los tres, junto con la abogada de la clínica, firmaron un consentimiento ante un escribamos e iniciaron el tratamiento.

La primera oportunidad no funcionó. El embrión -que habían traído de Estados Unidos- no prendió bien y se perdió. Volvieron a intentarlo un tiempo después, y esta vez lograron el embarazo. Pero la felicidad por la buena noticia no duró mucho, enseguida empezaron los problemas: la abogada desapareció. Nunca más atendió el teléfono. Aún no habían hecho el aval judicial y llevaban 16 semanas de gestación. Preocupados, llamaron a la clínica, pero ellos tampoco sabían nada. La abogada -se enteraron en ese momento- había dejado a varias parejas en la misma situación.

Sebastián asegura que la abogada que desapareció y que le habían presentado era Julia Reartes, que según él era asesora legal de Fecundart. En enero de este año, la letrada asumió como titular de la Secretaría de Niñez, Adolescencia y Familia (SeNAF) de Córdoba.

En nombre del Papa

La clínica entonces los contactó con otra abogada. Lo primero que les informó la nueva letrada fue que era tarde para hacer el trámite judicial. Aun así, aceptó igual el trabajo y el 15 de marzo de 2024 tuvieron audiencia con la jueza Cecilia Ferrero del Juzgado de Familia N° 7 de la ciudad de Córdoba. Faltaba una semana y media para que naciera el bebé.

«En la audiencia sufrimos maltrato institucional«, denuncia Potavez. Una asesora judicial les recordó, en plena reunión, que el Papa estaba en contra de la subrogación de vientres, y que había pedido a los jueces no avalarla. La jueza los retó por hacer tarde el trámite y les pidió tramitar una cautelar.

Sebastián describe la audiencia como «una caza de brujas». Asegura que los trataron como «si fuéramos de delincuentes». La defensora de Fausto -el bebé que en ese momento estaba por nacer- los reprendió por ser hombres, diciendo que con la subrogación estaban «violando los derechos de una mujer pobre». Y que fiscal les dijo que la Justicia de Córdoba no estaba para solucionarle la vida a la gente de Buenos Aires.

También describió una escena muy polémica durante la audiencia. «Cuando les contamos que Reartes era la abogada que nos había presentado la clínica, hubo silencio primero. Y después el fiscal pidió borrar el nombre de Reartes de las actas y la jueza lo permitió», asegura Sebastián.

Sebastián denuncia a ese juzgado como «homofóbico». «No les gustó que dos tipos vayan y les pidan el reconocimiento de un bebé».

La jueza -según la pareja- le ordenó a la nueva abogada de ellos que pasara por su oficina porque le iba a decir cómo tenía que redactar la cautelar. «Dos horas antes de que nazca Fausto, nos enteramos que habían rechazado la cautelar«, comenta Sebastián.

Un bebé custodiado

El día de la cesárea, la abogada les informó de esa denegación. Y que la jueza había pedido la intervención de la SeNAF. Daniel y Sebastián no entendían nada. Ya tenían al bebé en los brazos, pero no podían ser sus padres legales. No sólo eso, de repente una funcionaria de la secretaría, relatan, irrumpió en la habitación del hospital con una orden judicial aterradora. «Nos dijeron que el bebé quedaba al resguardo del Estado y se lo llevaron«, recuerda Daniel. También les sacaron sangre, compulsivamente, a ellos, al bebé y a la gestante para ser cotejados.

Durante un par de horas, su vida fue un completo caos. Sebastián se descompensó emocionalmente y tuvieron que sacarlo de la clínica. «Termino de darle la primera mamadera, con mucha felicidad, y viene personal de SeNAF junto a policías, entran al cuarto y me sacan a mi hijo de los brazos a la fuerza«, relata.

«Entré en crisis. Empecé a gritar cómo me podían a sacar a mi hijo», sigue. La funcionaria y los policías le advirtieron que de seguir con esa actitud «me iban a declarar insano y me iban a llevar a la comisaría, que no me iban de devolver a mi hijo».

El bebé fue traslado a un lugar de tránsito con custodia policial, donde estuvo un mes. La gestante -recién operada de la cesárea- fue interrogada por personal de la SeNAF.

«Quedamos totalmente desprotegidos. Nosotros hicimos reclamos a la SeNAF y no tuvimos respuestas. Poco tiempo después, nos enteramos que había una causa por trata de personas contra Fecundart», resume Daniel.

El ADN salió a los diez días y comprobó que Sebastián era el padre genético de Fausto. Aún así, con todas las pruebas presentadas en el juzgado, Ferrero tardó un mes en restituirlo con sus padres.

Tiempo después, ya con el bebé con ellos, la Justicia allanó la casa de la pareja. «Me retuvieron por cinco horas», agrega Sebastián, quien asegura que ellos fueron la única pareja allanada en la causa, donde hay otros 13 casos más.

El vínculo con la gestante

Durante el mes de ausencia de Fausto, la angustia de la familia fue suprema. «Mi hija estuvo llorando porque no podía ver a su hermano», comenta Sebastián. Y denuncia que «se nos negó tener el apego con nuestro hijo que es fundamental en los primeros días de vida«.

Durante el embarazo, cuando habían construido un vínculo, Belén les blanqueó que vivía al límite; que uno sus hijos tenía discapacidad y que la coordinadora de la clínica le sugirió que no habla mucho con ellos sobre su vida. «A nuestro entender era algo muy malo eso porque el vínculo con ella iba ser de por vida«, cuenta Daniel.

Potavez aseguró que la mujer nunca contó que le habían pagado. «Cuando nos enteramos de la causa fue horrible, porque te preguntás en manos de quién estábamos», dice. Finalmente, la pareja pudo recuperar al bebé y también el vínculo con la gestante, que es una de las 13 víctimas de la causa de trata.

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