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SOCIEDAD

Alan Faena: “Mi éxito es haberme animado a vivir mi propia vida”

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En ese salón imperial gris y dorado solo faltaba Napoleón. Las paredes grises fileteadas de dorado, los cristales de Murano de las arañas y los candelabros mostraban un estilo del que poco queda en Paris. Un espíritu de simetría, un monumento histórico detrás de una puerta roja y con un jardín único, a pocos pasos de la casa del primer ministro de Francia. Una mesa de mármol verde en el comedor, que perteneció al modisto Paco Rabanne, y una insolente decoración moderna, para contrastar con el peso de tanta historia. Un buen negocio concretado con una gran familia libanesa poscovid. El emperador no llegó. Pero apareció Alan Faena, todo vestido de blanco, su ADN tan clásico, y su sombrero con pluma.

Un argentino, que no acepta ser llamado esteta, ni empresario del “real estate”, “entrepeneur” o exitoso, que es toda una categoría en el siglo XXI. Un creativo y una vez más, autor. Desde Buenos Aires y su famoso hotel Faena a su desarrollo en Miami, donde puso su nombre a un distrito, y que ahora se expande a Nueva York y al mundo. Hoy está en Paris junto a Grace, su esposa embarazada de 7 meses, para gozar la ciudad y discutir su libro Arquitectura Horizontal, una continuidad de Arquitectura de Ser, una creación durante y posterior a la pandemia, en ese tiempo que cambió al mundo y a sus hábitos. Una exploración de sus ocho pilares: Realidad, Prioridades, Espera, Caídas, Transformación, Entrega, Humildad y Expansión. La unión de dos libros sobre el misterio de vivir, sobre no caminar el camino del otro sino hacer el propio, según Alan, que se presenta este viernes en Buenos Aires.

–¿Por qué decidiste escribir este libro?

–Ni te diría que es un libro. Son reflexiones de experiencias de mi propia vida, que me interesa compartir. Yo, siendo una persona independiente, una persona que no tuvo estudios más que el colegio secundario. Me crié en los barrios de Buenos Aires, lo que me llevó a vivir mis sueños desde chico, desde los 18, 19 años. Creando Via Vai y generando ese movimiento generacional, en un momento especial para la Argentina, después de la dictadura. Nosotros, dentro de Via Vai, generamos un movimiento. Y desde esos comienzos hasta toda mi evolución, creando todo ese barrio que después fue Puerto Madero.

–Era el pasado. Tener la fuerza para transformarlo, luchando contra ese establishment del “real estate”; la única manera de hacerlo era teniendo mucho dinero. Porque en la Argentina nunca hubo crédito bancario. Más para alguien independiente, que venía solamente con el capital de las ideas. Hasta ir andando por el mundo. Pienso que mi motor es lo que quise compartir en estas palabras.

–¿Cómo llega alguien que apenas terminó el secundario acá, a la casa más chic, la más cara de París, y con una filosofía de vida, que pudiste reflejar en tu libro?

–De alguna manera, lo que reflejo en el libro, que cuenta la historia de alguien que luchó, sabiendo de ese poder que yo quería transmitir del instante y cómo me fui montando a través de querer vivir mi vida, de no querer repetir la vida de nadie, de querer ser independiente. Por eso yo digo que este es un libro sobre la libertad. Un libro sobre el valor de crear tu realidad. Que vos eres el dueño de tu vida, que está el poder en tus manos, que el presente, la vida es un presente inmenso moviéndose en silencio. Y, en ese marco, está en nosotros para crear a través de nuestro talento y es el único verdadero arte.

Una experiencia de vida

–¿Y cómo llegaste a esta realidad? ¿Qué leíste?, ¿qué viviste en tu juventud para alcanzar esta síntesis?

–Pienso que la propia vida. Animarme a vivir, animarme a enfrentar los miedos que me podían detener de no ser quien quería ser. Y yo siempre fui una persona independiente, nunca me detuvo el afuera. Al contrario, el afuera de alguna manera, si había crítica o si había duda o si había preguntas, siempre la tomé como una combustión para mi propia fuerza.

–¿Y qué es ser libre para vos?

–Es usar tu libre elección, tu albedrío para animarte a Ser. Ser vos, vivir tu propia vida, no repetir el modelo de nadie. Ni el familiar, ni el del club, ni el de nadie y ser libre para poder elegir. La única posibilidad de vivir intensamente es eligiendo vos donde quieres ser, la posibilidad de elegir.

–¿Alguien te puso límites para que vos decidieras que esto era tu filosofía de vida?

–La vida siempre me puso límites. A diario están los límites, los miedos de traspasar esos límites y es el trabajo de ese presente inmenso, moviéndose en silencio.

–Sí, porque el silencio también es otra parte muy importante de tu libro, ¿cuál es el rol del silencio?

–El rol del silencio es un rol de poder, no tener que decir siempre. Al contrario, decir lo menos posible y escuchar, ver, entender y moverme después y hablar después.

–En tu libro dices “saber perder es como saber ganar”, ¿Eso de alguna manera es lo que te abre la puerta a la libertad?

–Para ser libre, en mi caso, hay que estar preparado para perder y no tener miedo a perder. No tener miedo a perderlo todo es lo que te hace libre.

–Siempre; pero no es que llego al límite. El límite siempre se presenta, cada día tienes tu límite. Y de alguna manera, la vida se trata de traspasarlos. Y cada día que vos que traspasas al límite, rompes el miedo, te expandís. Tomás la experiencia para ir por el otro momento, que también te va a poner un límite, porque la vida son límites. Y cuántos más límites te animes a romper, te permite ser libre.

–¿Vos lo llamarías un libro de autoayuda?

–No es un libro de autoayuda. Estoy compartiendo mi propio camino, que no es de autoayuda. Si tengo que elegir qué me gustaría transmitir, me gustaría que cada uno viva su vida verdaderamente libre. La libertad más difícil de conseguir es qué hacer con vos mismo, cómo elegís tu camino.

Dos libros en uno

–¿Por qué sentiste la necesidad de hacerlo y lo hiciste vos mismo? ¿Te ayudó un ghostwriter o cómo fue?

–Empecé a pensar, nunca quise escribirlo. Empecé a tomar notas de mis pensamientos y empecé a charlar y a grabar pensamientos, que tenían que ver con situaciones que iba viviendo y grababa. Tomaba notas. El primero, fue durante el covid, que tuve más tiempo para escribir y reflexionar, y el segundo libro lo acabo de terminar ahora. Me parecía interesante poder poner la manera de ser, mi manera de sentir la vida y compartirla. Me parece que es un momento donde estamos todos buscando, queriendo encontrar.

–¿Fue difícil hacer tu camino en un país tan inestable y con reglas complicadas, como la Argentina?

–Sí, estoy de acuerdo. Vos me preguntaste recién de los límites. Cada día los límites te aparecen. De alguna manera eran límites que había que romper. Uno de ellos es en Argentina. Es parte del camino de luchar por ser. Sí, es mucho más difícil. Pero en todas ciudades es también difícil. Yo vivo en Estados Unidos, donde también es muy difícil, a pesar de que parece fácil. Acá en Francia es muy difícil.

–Vos empezaste con tu papá, en un rubro textil que Martínez de Hoz destruyó en plena dictadura. ¿Qué heredaste de tu familia, de esa vida?

–De la familia heredé todo: heredé el amor, la fuerza, la confianza de poder ser, la tranquilidad de sentirme amado.

–¿Y cómo llegaste hasta acá, a construir esta fortuna, a ser una persona exitosa?

–La fortuna más grande que construí es haberme animado a vivir. Esa es mi mayor fortuna, porque las otras fortunas van y vienen y yo no necesito ninguna fortuna. Pero a mí eso no me hace fuerte ni más grande. Esa es mi mayor libertad, que cada día pueda crear, me pueda animar, pueda ofrecer cosas a la gente. Como este libro, como espacios, como lugares, como shows, como arte, como libros, como cosas que me permiten la creación. El verdadero poder, para mí, es poder crear.

La fortuna más grande que construí es haberme animado a vivir.

El proceso de creación

–¿Y cómo es tu proceso de creación? ¿cómo es un día tuyo construyendo?

–Voy pasando por distintos momentos de mi vida. Te puedo hablar de ahora. Ahora la creación me llevó el propio camino, la propia intención, desde una remera en algunos momentos de mi vida, hasta hoy, que con Faena tenemos proyectos por todo el mundo. Yo digo que Faena, cuando llegó a Buenos Aires, no sólo cambió Puerto Madero sino que le aportó también mucho a la ciudad. Y lo mismo pasó cuando llegamos en Miami: transformamos un barrio. Pero no lo transformamos porque hacemos “real estate”, sino porque llevamos cultura, una manera nueva de ver lo que no se veía. Estamos haciendo lo mismo hoy en San Pablo, en New York, en distintos lugares de Europa. Entonces, crear es imaginarme lugares, espacios, momentos. Imaginarme esa sensación que uno encuentra frente al otro en un espacio chico. A pesar que los espacios son muy grandes, la acción termina pasando en lugares muy reducidos.

–¿Pero trabajas solo o con un equipo?

–Tengo un equipo chico alrededor mío, pero trabajo en distintas escalas, con distinta gente del mundo.

Millones de dólares

–Te interesa construir, descubrir un barrio y darle la energía que no tenía. Pero también supongo que eso va acompañado por millones de dólares, ¿no?

–Hay otra parte que, sin duda, como me pasó en Buenos Aires. Tuve que conseguirme socios. Cada proyecto del mundo tengo distintos socios, cada ciudad. Entonces, los millones de dólares necesitan creación y talento. El que ofrece talento no necesita los millones de dólares: ofrece su talento. Los millones de dólares vienen al talento.

–Los ponen otros, porque lo que falta es talento. Lo que falta es creación; los millones vienen al talento.

–¿Te ayudó el psicoanálisis, alguna filosofía?

–Me ayudó todo. Me ayudó el vivir, en el vivir incluyo todo. Sí, me ayudó todas las experiencias del vivir, más que todo las experiencias simples, el amor de la familia. La simpleza de la confianza, yo la gané en esa tierra fértil del amor familiar.

–De tu papá, de tu mamá.

–De mi padre, de mi familia más grande, de mis abuelos. Tengo mi hijo hermoso, Noah, de 14 años. Ahora me volví a casar. Estamos esperando una hijita en dos meses.

–¿Con quién te casaste?

–Con Grace. Grace Faena se llama. El amor es la eternidad misma. Pero hay momentos en que la eternidad y el amor te llega . Hay momentos que tuve, viví también, me animé, también sin miedo a vivir la soledad, algo importante para poder elegir lo que uno quiere.

Trabajar con Lord Foster y Philippe Starck

–¿Y cómo lograste conocer a Norman Foster, a Philippe Starck, y que te acompañaran a la Argentina? Si uno dice Argentina, dice inflación, lejanía y corrupción.

–Buenos Aires también tiene mucho romanticismo y todo depende de cómo uno se presenta y como uno siente. Yo siempre sentí Buenos Aires como una tierra maravillosa, romántica, donde estaba todo para hacer. Y en su momento, cuando iba a ver a toda esta gente, Philippe Starck, que cuenta una historia linda, cuando yo lo fui a ver. Fui con la ilusión de decirle: ‘La Argentina te necesita, vení, que vas a dejar una huella’. Y así fue. Hoy, este año, son 20 años que abrimos el Faena de Buenos Aires. Y Faena hoy es como una cosa ya de historia.

–Vos empezaste con Cahen D’anvers en un proyecto, casi generacional.

–Sí, Via Vai. Fue un proyecto generacional, bien chicos, a los 20, 21 años, una experiencia maravillosa. Juntos, empezando con una remera, porque empezamos realmente de la nada, con 10 remeras, 30, 100, 200, 1000, 2000. Y después llegamos a vender muchísimo más. Pero también, yo pienso que mi camino nunca fue por el dinero, ni ninguno de los dos. El camino siempre fue por crear.

Yo pienso que mi camino nunca fue por el dinero. El camino siempre fue por crear.

Los sabores sefaradíes de Siria

–Vos sos de una familia judía de Siria, ¿cómo fue la contribución de todas esas raíces en tu camino?

–Toda. Nosotros somos sefaradíes. Mis cuatro abuelos son de Damasco.

–Los sirios son muy refinados. Tienen una cultura milenaria, una comida exquisita. ¿Visitaste Siria y qué heredaste de ellos?

–Heredé sobre todo los sabores, que son parte de mi vida. Las mallín, los keppes, los embuse, todo. Nosotros nos criamos con esos sabores y esos olores, sobre todo. Y con la mamá en la cocina. Porque los árabes lo que hacen muy bien es tener a las mujeres en las cocinas.

–¿Qué significa para vos ser judío en la Argentina, para relacionarte, para crecer, para hacer negocios?

–Quizá cuando iba al colegio, uno se acostumbra a ser una minoría. Eso también es muy interesante, ser minoría. Porque hay alguna cosa de supervivencia en el fondo. El aterrizaje en Miami

–¿Y en Miami, cómo fue el aterrizaje?

–Nunca pensé yo que iba a estar en Miami. Fue muy interesante también para mí salir de Buenos Aires. A lugares en Estados Unidos, donde la competencia es mucho más grande y las fuerzas del exterior son mucho más poderosas. Y sin embargo, siendo una persona también independiente, poder llevar mis sueños a Estados Unidos. Y empezó en Miami. Hoy Faena en Miami ya va a cumplir 10 años. Hoy por hoy es, a nivel de nuestros shows, el arte, la cultura que Faena genera para la comunidad, igual de importante que todos los récords del «real estate». La tarifa, a pesar de que la competencia en Miami incluye a todas las compañías hoteleras, desde Four Seasons a Mandarin Oriental, Faena es la número uno. Todo eso habla también de la libertad, de ser independiente.

–Antes pasaste por Uruguay, que siempre deja una marca.

–Sí, Uruguay es único. A mí me encanta. Mi Tierra Santa, como se llama mi lugar, mi espacio, mi tierra. El tiempo que tuve ahí, esa entrega que tuve en esos lugares, fue lo que realmente también me marcó mucho. La paciencia, la construcción de algo nuevo, saber pensar que todo estaba perdido de alguna manera para volver a empezar. Vivir en el tiempo sin tiempo, el contacto con el cielo y las estrellas, con el renunciamiento, me regeneró para después volver a reinventarme.

Alan FaenaAlan Faena

Un nómade creando

–Finalmente, ¿dónde sentís que vivís?

–Es algo difícil. Cuando ya dejas tu tierra y Buenos Aires, como me tocó dejarlo, siento que de alguna manera no tengo un lugar. Y eso está bien, está bueno. Pero extraño esa sensación de sentirme de un lugar.

–Sí. Voy siempre a votar. Pertenezco, voy, miro todo lo que pasa. Pero siento que soy…

–Tenés tu traje blanco, tu sombrero, a veces tu galera, ¿qué significa? ¿Es tu ADN o de alguna manera es tu forma de llamar la atención para tus proyectos?

–Es de alguna manera mi propia bandera de libertad, ser yo, y yo soy así. Y es como me siento bien. Aparte es más simple. El blanco es el todo. Me siento cómodo, ya por décadas, y no necesito nada más. Todo blanco, no me complico, más simple todo.

–¿Y qué haces con tu tiempo libre? ¿Te gusta viajar, leer, o sos un adicto al trabajo?

–Yo no trabajo. El creador no trabaja. El creador expande lo que siente que tiene que dar. Yo no siento que trabajo, nunca.

Trato de pensar desde adentro hacia fuera mis acciones, mis experiencias, mi camino. No creo que sea un exitoso.

–¿Te interesa ser exitoso?

–Ese es un término para el afuera. Cuando vos decís Alan Faena te dicen es un exitoso. Yo no vivo hacia afuera sino en mi propio espacio. Trato de pensar desde adentro hacia fuera mis acciones, mi camino. No creo que sea un exitoso. De alguna manera, si lo soy es porque me animé a hacer lo que siempre quise hacer: vivir, ser yo. Ese es mi éxito.

–¿Cómo es tu vida familiar?

–Hermosa. Tengo el amor más lindo. Vivo la eternidad del amor cada día. Pienso que el amor también uno es más consciente de la bendición del amor cuando le llega de más grande. Porque tienes más tiempo para haber vivido más intensamente la soledad también.

–Va a venir una bebita a un mundo muy complicado. ¿Te da miedo?

–No sé si es la palabra… Me parece que todos los mundos son complicados. El mundo que nosotros vivimos también es complicado y hacemos nuestro camino al andar. ¿Será más complicado? Cada generación se hizo más complicada, en realidad. Quizá viene un hombre distinto.

–¿Y en París, en esta casa magnífica ¿qué querés hacer? ¿Tenés un proyecto?

–No, París me gusta… Es un lugar tan especial. Hay tanta historia, tantos espacios. Es un lugar para nutrirse, único. Me gusta venir y caminar la ciudad, tener el tiempo. Viví parte de mi vida aquí, me hace bien.

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SOCIEDAD

Abuso y violencia física: un estudio de Cruz Roja Argentina profundiza en las principales razones que llevan a las mujeres a consumir drogas

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Durante mucho tiempo, Mariana estuvo convencida de que detrás de su consumo problemático de sustancias (marihuana desde la adolescencia y crack durante los últimos 10 años de su vida) anidaba un dolor inmenso por la pérdida de dos embarazos. Pero cuando comenzó un tratamiento a cientos de kilómetros de Gualeguaychú, su ciudad de toda la vida, descubrió que, cada vez que consumía, buscaba anestesiar algo más.

En las sesiones de terapia, Mariana se conectó por primera vez con otro dolor que cargaba desde niña. “Es duro. Tuve una infancia llena de violencia, con abusos… y por parte de las personas que menos esperás. Cada vez que me acuerdo, me sale decir: ‘¡No, hijo de puta, sos mi papá!”, revela angustiada.

Aquellas situaciones de abuso las había guardado tan profundo, que durante años logró engañar hasta a su propia conciencia. “En aquel tiempo, mi hermana sí lo contó, porque ella también sufría abusos. Pero nadie le creyó. Así que yo no le dije a nadie. Sos chica y te hacen creer que es tu culpa”, dice Mariana, mientras se frota las manos como si tuviera frío.

Mientras habla con LA NACION, está internada en el Hogar de Cristo Virgen de Lourdes, en el barrio porteño de Villa Soldati. Accede a hablar a cambio de preservar su nombre real. Dice que no quiere tener problemas familiares cuando vuelva a su ciudad. Siente que, cuando la sociedad mira a las personas en consumo, juzga más a las mujeres que a los varones. “No tienen idea de todo lo que una arrastra. Nadie se droga porque quiere”, enfatiza.

«Tuve una infancia llena de violencia y con abusos por parte de las personas que menos esperás», dice MarianaDIEGO SPIVACOW / AFV

Entre sus compañeras está Celeste, una adolescente de 18 años que llegó desde Viedma, Río Negro, por falta de dispositivos en su provincia. Estuvo 11 años en consumo. “Arranqué a los 7, después de sufrir abuso sexual en mi casa. Me escapé y empecé a vivir en la calle desde entonces”, explica a LA NACION sin que la crudeza de lo que cuenta la altere.

Al quedar en situación de calle, el consumo fue su refugio. Cuenta que consumió marihuana, pastillas y alcohol. “Las conseguía a cambio de sexo”, dice con naturalidad. Los años que siguieron alternaron entre la calle y algunas estancias esporádicas en hogares, de los que se escapaba. Después de una sobredosis a principios de este año, se acercó a una iglesia a pedir ayuda. “No tenía a dónde ir”, dice.

Según afirman los especialistas, en el relato de las mujeres en consumo aparecen con frecuencia los abusos intrafamiliares, así como la violencia física y sexual. “Es frecuente que, durante el tratamiento, la mujer descubra que con el consumo buscaba aliviar un dolor del pasado, que muchas veces tiene que ver con abusos durante la infancia, castigos en exceso o violencia física o sexual”, explica Carlos Damin, toxicólogo y director del Hospital Fernández.

“Arranqué a consumir a los 7 años, después de sufrir abuso sexual en mi casa. Me escapé y empecé a vivir en la calle desde entonces”, explica CelesteDIEGO SPIVACOW / AFV

El estudio “Percepciones y experiencias de mujeres en tratamiento por consumo problemático”, realizado por el Observatorio Humanitario de Cruz Roja Argentina, al que LA NACION accedió en forma exclusiva, parece confirmar esta hipótesis: la mayoría de las consultadas reconoce haber padecido situaciones de violencia física y sexual.

“En buena parte de las entrevistas se registran testimonios que asocian a las familias con casos de violencia de género, específicamente acoso y abuso sexual. Las entrevistadas que mencionan haber sido víctimas de violencia de género identifican situaciones de abuso intrafamiliar perpetrados por integrantes familiares de extrema cercanía, como padres, tíos, hermanos y abuelos”, puede leerse en el estudio cualitativo, que se basó en 15 entrevistas en profundidad, de entre tres y cuatro horas cada una, a mujeres de entre 20 y 45 años.

Del total de entrevistadas, nueve de ellas estaban en tratamiento al momento de responder (entre los meses de junio y julio), en tanto que las otras seis lo habían estado también, pero en el momento de responder se encontraban recuperadas y acompañando a otras mujeres en los espacios de internación.

“Nos encontramos, en todos los casos, con muy buena predisposición para hablar. Son mujeres que ya salieron del pico del consumo. En algunos casos, hasta se amigaron con su historia. Otras, sienten que el poner en palabras es sanador, están convencidas de que eso mismo que vivieron le puede estar pasando a otras”, cuenta Rodrigo Cuba, subsecretario de Desarrollo Humano de Cruz Roja Argentina, quien participó de la investigación.

Las entrevistas fueron realizadas en los Hogares de Cristo ubicados en el barrio de Saavedra (CABA) y en las ciudades de La Plata, Santiago del Estero, San Miguel de Tucumán, Córdoba y Comodoro Rivadavia. Los Hogares de Cristo son los dispositivos de acompañamiento para el tratamiento de las adicciones que gestiona la iglesia católica. Actualmente, son más de 200 espacios, tanto ambulatorios como de internación. Hay para varones, para mujeres, mixtos y hasta para niños, niñas y adolescentes.

Un grupo de mujeres con consumos problemáticos participa de un taller en la sede de Villa Soldati de Hogares de CristoDIEGO SPIVACOW / AFV

La coordinadora nacional de mujeres e infancia de la red de los Hogares de Cristo, María Elena Acosta, dice que en la historia de un altísimo porcentaje de las mujeres que se acercan para buscar un tratamiento aparece la violencia en sus diferentes formas: física, psicológica y sexual. “Consumen para tapar un gran dolor. A veces, con ese mismo fin se prostituyen”, explica Acosta, quien agrega que, en muchos casos, el calvario comienza a temprana edad. “Pero la violencia que padecen las obliga a callar. No les resulta fácil pedir ayuda”, reconoce.

El resultado de estas consultas en profundidad realizadas por el equipo del Observatorio Humanitario de Cruz Roja Argentina ayuda a entender cuáles son las emociones y percepciones de estas mujeres acerca de cómo son vistas por la sociedad y su entorno, y también qué aspectos sienten cómo barreras que obstaculizan su acceso a un tratamiento.

“Para las entrevistadas, la drogadicción es expresada como una relación, dado que proporciona una forma de escape, alivio y compañía en momentos de soledad o angustia, desarrollando un vínculo que puede parecer insustituible. Las mujeres consultadas describen que esta relación con las drogas se caracteriza por un ciclo de dependencia emocional y física, donde las sustancias se convierten en una parte central de su vida. Sin embargo, esta relación conlleva sentimientos profundos de culpa y remordimiento”, se afirma en el estudio.

Según una investigación de LA NACION, si bien no hay diferencias notables en el consumo problemático de sustancias entre varones y mujeres, la red nacional de espacios de tratamiento para quienes no tienen obra social o prepaga está fuertemente orientada a atender varones.

En todo el país hay solo 13 centros de internación preparados específicamente para recibir mujeres y están en apenas ocho provincias. Mientras que hay casi cinco veces más espacios exclusivos para varones: 63 Además, los 10 institutos de internación mixtos que existen están ocupados en su mayoría por hombres. Por otra parte, hay más de 600 centros ambulatorios mixtos aunque, en su mayoría, carecen de perspectiva de género. De ellos, apenas 15 son exclusivos para mujeres.

A la par de la escasez de dispositivos, una serie de barreras simbólicas también obstaculizan el pedido de ayuda de una mujer en consumo. A partir de los testimonios de las entrevistadas, los investigadores del Observatorio detectaron algunos de ellos. “Las tareas de cuidado imposibilitan que las mujeres accedan a los servicios de salud: por el estigma, por la falta de adaptación de los servicios y porque hay una tendencia a priorizar el cuidado de otros antes que el autocuidado”, dice el estudio, haciendo referencia, en este punto, a quienes, además, son madres.

“Nos sorprendió que en el 100% de los casos apareciera la problemática del cuidado. No imaginábamos que fuera a salir con tanta fuerza. Son mujeres que en algún momento de sus vidas tuvieron que elegir entre ellas y alguien más. Entre el cuidado de sus vidas y el de otras personas”, analiza Cuba.

El año pasado, Gabriela tomó un micro desde Buenos Aires hasta Córdoba junto a su hijo de 10 años. Necesitaba poner mucha distancia de una pareja violenta que la obligaba a consumir. “Me tuvo tres meses encerrada con candado. Quería que consumiera crack como él y me obligó a hacerlo. Cuando me pude escapar, busqué a mi hijo y me vine para Córdoba, donde vive mi hermana”, le explicaba Gabriela a LA NACION en la comunidad terapéutica mixta Santa María de Punilla, ubicada en la provincia de Córdoba.

«Hasta los 14 años tuve una vida muy linda, pero en ese momento fui víctima de abuso», cuenta GabrielaMauro V. Rizzi

Hasta los 14 años tuve una vida muy linda. Pero en ese momento fui víctima de abuso. Fue alguien de mi familia. Eso desencadenó una discusión con mis padres. Salí de mi casa y me encontré con unos amigos que consumían. Esa fue mi primera vez en el consumo”, dice la mujer de 39 años, con un dejo de lamento.

La investigación de Cruz Roja también identifica relatos de mujeres que fueron víctimas de violencia física y sexual por parte de sus exparejas. “Dentro de estas entrevistas, se encuentra que en varios casos el inicio y/o sostenimiento del consumo problemático fue a partir del vínculo con esas parejas”, precisa el informe.

Quería dejar de consumir y él me golpeaba más, porque estas personas piensan que una, si no consume, no va a seguir al lado de ellos”, puede leerse en uno de los fragmentos de relatos anónimos que ofrece el estudio a modo de evidencia: “El me decía cosas adrede. Me dejaba el consumo arriba de la mesa, el consumo al lado de la heladera y yo queriendo dejar el consumo era algo imposible. Y después con los golpes, peor porque me encerraba más, no podía salir’’.

Según concluye el estudio, esta violencia también complejiza el acceso y la efectividad del tratamiento. Por eso, algunas acompañantes identifican que, para los centros barriales, acompañar a mujeres con consumo problemático y que a su vez fueron víctimas de violencia es un desafío todavía mayor.

Esto evidencia la relevancia de contar con acompañamientos y tratamientos que atiendan la realidad específica de las mujeres que fueron víctimas de violencia física y sexual por razones de género”, recomienda el equipo de Cruz Roja. No solo para poner en contexto la particular situación de las mujeres en consumo, agregan, sino, sobre todo, para brindarles apoyo psicológico, información y acompañamiento específico.

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