Haciendo una humilde analogía, La Plata es para Maximiliano Abad, lo que fue Calais para Francia en la guerra de los cien años contra Inglaterra. Esa famosa ciudad fue tomada por los ingleses por un lapso de  doscientos años y durante ese período fue prácticamente impensada su recuperación para los franceses. Mientras duró la ocupación de esa ciudad, muy cercana al Canal de la Mancha, el rey de Francia no se sentía como tal con el enemigo en su propio territorio.

Abad no puede mostrarle a sus nuevos socios, los gobernadores radicales, que puede reconquistar “Calais” y que es un dirigente fuerte en la totalidad de la provincia porque sería un dato muy alejado de la realidad y lo sufre a diario en conversaciones con sus compañeros de ruta y por los comentarios que le llegan desde sectores opositores internos.

Además, el triunfo en la interna de la provincia, incluyendo a La Plata, es clave para sus futuras aspiraciones partidarias porque, como candidato a delegado al comité nacional pretenderá convencer a los mandatarios provinciales que es garantía total para conducir los destinos de la UCR sucediendo a Martín Lousteau.

“Traeme buenas noticias de La Plata y conversamos”, le habrían comentado en más de una ocasión desde el poderoso consorcio de los mandatarios provinciales. Allí espera malas noticias para Abad el gobernador de Corrientes, Gustavo Valdés, con pretensiones de liderar o entronizar a alguien de su confianza en el comité nacional.

Este contexto transmitió nerviosismo y desesperación a Abad, quien, de manera tardía, pretende mostrar una coraza de radicalismo de buenos modales con una postura “de sentido común” frente al gobierno nacional libertario.

En redes sociales, pegó un volantazo importante respecto de sus anteriores posturas de empleado de escribanía libertaria, con el apoyo a la casi totalidad de los proyectos de la Casa Rosada para rectificar su rumbo y empezar a señalar que se debe poner freno o, al menos debatir, ciertas posiciones de Milei, como es la falta de apoyo al presupuesto universitario o el veto del aumento a los jubilados. Con sus mensajes y posteos de último momento, Abad pretende tapar el daño provocado con sus votaciones de “menú a la carta” que le escribieron desde el gobierno Javier Milei y su más cercana aliada, la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich.

Abad votó a favor la mayoría de las iniciativas anarcocapitalistas del oficialismo y que viene provocando caída en picada de la clase media, que es donde la UCR rescata su escueto sustento electoral. Es una clase media que se viene empobreciendo y está quemando los ahorros de toda su vida en función de proyectos libertarios que el propio Maximiliano Abad acompañó incondicionalmente.

Toda esta actitud cambiante de Abad, al estilo del más vistoso camaleón, es difundido y comentado desde el oficialismo platense partidario encabezado por Pablo Nicoletti y Luciana Bártoli, tanto en las visitas a afiliados como en redes sociales.

De esta manera, la interna local platense se plantea como una profunda divisoria de aguas entre una propuesta oficialista local que quiere un partido con inclinación a un programa socialdemócrata, sin ajuste y con crecimiento económico frente a una receta que propone Abad, que es fusionar al partido centenario con La Libertad Avanza para continuar un ajuste importante a la población de las clases sociales más bajas.

La interna ideológica, en la ciudad de La Plata, está planteada en esos términos y, en principio, así se va a mantener hasta el próximo 6 de octubre, cuando los afiliados concurran a las urnas. (www.REALPOLITIK.com.ar)

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