A días del estreno de la serie «Cromañón» en Amazon Prime Video, que busca retratar la tragedia del 30 de diciembre de 2004, las opiniones por parte de los sobrevivientes y familiares de víctimas están lejos de ser unánimes.
Mientras algunos reconocen el valor de poner nuevamente el tema en discusión, otros denuncian errores históricos, falta de rigor y un tratamiento que consideran inapropiado. Están quienes, además, desaconsejan directamente verla alertando sobre las consecuencias emocionales que podría provocar.
El 30 de diciembre de 2004, 194 jóvenes murieron en el incendio del boliche Cromañón, atrapados entre el fuego, la oscuridad y la corrupción. Dos décadas después, esta ficción ha vuelto a abrir heridas y a encender el debate.
El dolor de los padres: «Nuestros hijos no son ficción»
La serie, ambientada en 2004, se centra en Malena, una joven que sobrevive al incendio y busca reconstruir su vida en medio del duelo y el trauma.
Sin embargo para familiares de víctimas, como Nilda Gómez, fundadora de la ONG Familias por la Vida, esta perspectiva no logra abarcar lo que Cromañón significa. Nilda es la madre de Mariano Benítez, un joven de 19 años que perdió la vida en el incendio.
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Aunque no se atrevió a verla, afirmó haber recibido mensajes de padres preocupados. “La realidad es que esta serie no refleja lo que nosotros necesitamos reflejar. Ningún productor habló con nosotros”, lamentó y cuestionó que el enfoque parece centrarse en la perspectiva de una única sobreviviente. “Si es así, no tendrían que haberle puesto Cromañón. La hubiesen titulado La vida de Celeste (por la joven que prestó su testimonio) y sus amigos”, dijo en referencia a la colaboradora de la producción.
Nilda dejó en claro que, para quienes perdieron a sus seres queridos, la ficción toca fibras profundas y revive heridas aún abiertas. “Nuestros hijos no son una ficción. Los mataron de verdad, en una caja de zapatos que la convirtieron en una cámara de gas. Hace 20 años que están en una tumba. ¿De qué serie me hablan?”, le dice a Clarín con la voz quebrada, aunque reconoce que la serie sí consigue algo valioso: volver a colocar el tema en el centro del debate público antes del aniversario de la tragedia.
De hecho eso es algo que destaca la gran mayoría de las organizaciones: que Cromañón vuelva a estar en los diarios, la televisión y las radios.
Los sobrevivientes: entre la memoria y el debate
Para algunos sobrevivientes, la serie representa una oportunidad, aunque no está exenta de críticas. Luciano Frangi, fundador de la Coordinadora Cromañón, destacó los esfuerzos de los productores por incluir las vivencias de algunos sobrevivientes en el proceso creativo. Según relató, hubo reuniones con el elenco y la producción para transmitir la experiencia de aquella noche fatídica. “La serie es una ficción basada en hechos reales, no un documental. Lo importante es que pone el tema sobre la mesa”, dijo, al valorar un nuevo interés por las generaciones que nacieron posterior a la tragedia.
Frangi vinculó este interés renovado con la lucha por la actualización de la ley de reparación integral para sobrevivientes, un reclamo que sigue vigente. “Exigimos que la reparación sea vitalicia y que se empadrone a quienes aún faltan. Cromañón no debe suceder más”, subrayó, y reconoció que nadie es dueño de la verdad absoluta. “Respetamos todas las voces porque Cromañón nos pasó a todos”.
Por su parte, Nicolás Papolla, fundador de la agrupación El Camino es Cultural, destacó el potencial de la serie para construir memoria colectiva. “Creemos que es un puente para hablar de contradicciones y cosas aún sin saldar. Es una oportunidad para que nuevas generaciones conozcan no solo nuestra historia, sino la de nuestro país”, afirmó.
Aunque reconoce inexactitudes en algunos detalles, considera que la ficción logra reflejar la crudeza y la necesidad de asumir el pasado. “Con el acompañamiento de la sociedad será más fácil salir de Cromañón”, expresó con esperanza.
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Sin embargo, no todos comparten esta visión. Diego Cocuzza, de la agrupación No Nos Cuenten Cromañón, fue tajante en su postura: no vio la serie y desaconseja que otros sobrevivientes lo hagan. “Recibimos consultas de salud mental por situaciones de retroceso emocional. Para muchos de nosotros no es sano verla”, advirtió y dejó un dato que preocupa: «Desde el estreno de la serie se multiplicaron los llamados que recibimos de parte de pibes que nos piden ayuda en la asistencia de salud mental«.
La tensión entre ficción y realidad
La naturaleza ficticia de la serie es otro punto de controversia. Cocuzza cuestionó varios errores narrativos que, en su opinión, diluyen la gravedad de los hechos. “En un momento muestran a los chicos, dentro de Cromañón, con linternas. Y eso no fue así. No había linternas. Justamente, lo que nos mató fue la falta de luz«, dijo.
Luego se enfocó en otra escena, cuando se muestra a un grupo de jóvenes en una esquina que simula ser Villa Celina mientras saltan y cantan con una bengala: «No pasaba eso, no pasaba que teníamos bengalas en los bolsillos, ¿entendés? No íbamos con una bengala en el bolsillo por la vida«.
La estigmatización de los chicos que iban a ver recitales de rock es otro de los puntos cuestionados. Acusan a la serie de mostrarlos mientras se drogan o toman alcohol: «Eso es algo que se quiso instalar desde siempre. Que los chicos eran unos negritos del conurbano, faloperos, inadaptados, que fueron a hacer quilombo y arruinarle la vida a un intendente (por Aníbal Ibarra) que podía llegar a ser presidente de la nación y a una banda que podía ser más grande que el Indio Solari», dice Nilda.
Y suma Cocuzza: «Tampoco se habla de un responsable clave, como Rafael Levy, dueño del inmueble, quien autorizó a que se cerrara con candado la puerta de emergencia por la que después murieron tantos chicos aplastados», dice, aunque entiende: “Es una ficción, y uno no puede exigirle que cumpla el rol de un documental».
El debate que la serie reavivó muestras de que las heridas siguen abiertas, pero también que el deseo de justicia y memoria permanece intacto. Como dijo Papolla, “Cromañón no es solo la historia de las víctimas, es la historia de un país. Hablar de Cromañón no es solo importante, es imprescindible”.
En plena temporada de viajes de compras por las fiestas de Fin de Año a Chile, se anunciaron cortes programados en el Paso Cristo Redentor, el principal cruce fronterizo en la cordillera mendocina.
Unas 9.000 personas pasaron por el túnel el último sábado. Una mayoría viaja atraída por el valor de la ropa, la tecnología y los artículos de bazar en Chile, que se consiguen hasta un 70% más baratos que en Argentina.
A mediados de la semana que pasó, se alcanzó el récord de 52 colectivos diarios que cruzaron el paso Cristo Redentor – Los Libertadores, con un promedio de 35 pasajeros cada uno.
El mayor flujo de viajeros de compras provocó la queja de la Federación Económica de Mendoza (FEM). La entidad que agrupa a comercios pequeños y medianos de la provincia cuyana emitió un comunicado.
“Es alarmante ver cómo la competencia ilegal afecta a nuestros negocios, especialmente cuando los productos traídos de Chile terminan en ferias americanas o en ventas improvisadas en barrios”, dijo Santiago Laugero, presidente de la FEM.
“El comercio formal está siendo golpeado, y esto impacta en toda la cadena productiva. Si el comerciante no vende, tampoco lo hacen las empresas”, dijo el presidente de la FEM y resaltó que la situación ha sido particularmente compleja para sectores como el de la indumentaria y el calzado, donde las ventas cayeron más del 30% en comparación con el año pasado.
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“Estamos en un contexto de recesión, y si bien hubo una leve mejora en octubre, estos tours de compras nos quitan la oportunidad de recuperación”, afirmó.
Cortes por arreglos
La Coordinación de Frontera del paso Cristo Redentor (Argentina) y Los Libertadores (Chile) informó que en los próximos días habrá interrupciones momentáneas del tránsito para todo tipo de vehículos por la reparación de los portones de ingreso al túnel del lado argentino.
La empresa Opeka tendrá a cargo la reparación de las entradas al túnel internacional. Las tareas consisten en la puesta a punto de los portones, incluido el recorrido de guías y mantenimientos de hojas extendidas, entre otros detalles arquitectónicos.
Serán doce jornadas intercaladas para evitar complicaciones a los usuarios del corredor internacional: del 20 de noviembre al 10 de diciembre 2024.
En un comunicado, las autoridades fronterizas explicaron por qué se realizan en esta época los arreglos. «Las tareas deben realizarse al aire libre. Y, por las condiciones climáticas adversas que persisten durante el invierno, deben hacerse en el verano».
Para llevar adelante el plan de recuperación integral del túnel internacional, el tránsito estará interrumpido durante 6 horas cada jornada.
Los arreglos comenzarán el miércoles 20 de noviembre y culminarán el martes 10 de diciembre. Las horas en las que no se podrá circular será desde las 2 AM hasta las 8 AM.
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Los días donde estará suspendido el tránsito por la noche son: 20, 21, 25, 26, 27 y 28 de noviembre. Y en diciembre, los días 2, 3, 4, 5, 9 y 10.
En cambio, el tránsito internacional no se verá afectado los fines de semana, funcionará abierto las 24 horas, los días: 22, 23 y 24 de noviembre; 29, 30 y 1 de diciembre; y 6, 7, 8 de diciembre.
Para evitar que los vehículos avancen en los horarios de corte programado, la Coordinación de frontera precisó que se dispuso un cierre preventivo, a las 0, en Uspallata (Mendoza) y en Guardia Vieja (Los Andes) en las noches en las que se realicen trabajos de refacción del túnel.