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POLITICA

Julio Moura: del accidente de juventud que lo llevó a la música al confuso episodio que terminó con la muerte de su pareja

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En la familia Moura existen rastros de ADN que se han manifestado de manera explícita en el color de las voces. Estaban en la voz de Federico (personaje único e irrepetible), convertido en el referente del clan familiar de músicos, que falleció en 1987. Ese color sonoro, además, se percibe en las voces de sus hermanos Marcelo y Julio, y representa una de las claves de la sobrevida que ha tenido un grupo que (también) fue único en su especie: Virus.

Julio Moura (que hoy es noticia al ser investigado por la muerte de su pareja, Andrea Gloria Rojas Murillo, en un episodio que todavía no ha sido esclarecido), lleva en su voz y en la guitarra esa marca de agua que representa el sello inconfundible de Virus. El otro sello del grupo estuvo constituido por las canciones. Durante una entrevista en Radio Vorterix, a finales de la década pasada, hablaba de las letras: “Las interpretaciones que escucho sobre las letras de las canciones son increíbles. Pero fantásticas. Porque la música tiene eso: en cada persona vive de una manera diferente. Cada tipo es el dueño de sus sueños. Si no fuera así, sería como la política. La gente hace que el arte se transforme en algo. A su vez, el arte es lo que provoca. Lo lindo es regenerar una linda historia. El Do es el mismo siempre, lo lindo es la imaginación”, contaba a Dany Jiménez, durante el programa Delicias de un Charlatán.

Para ese tiempo Moura estaba promocionando su álbum en solitario, Enigma 4, luego de varias décadas de colgarse la guitarra en Virus. Cinco años menor que su hermano Federico, Julio generó con sus hermanos el proyecto Virus a principios de los ochenta, pero algunas situaciones accidentadas previas fueron las que delinearon ese camino. Durante una charla con Sebastián Ramos, para LA NACIÓN, contó: “En segundo año me fui del colegio. Mi viejo se había ido a Mar del Plata con mi madre, dejó el auto, se lo robé, lo choqué y me fui de casa en el acto, porque sabía lo que venía. Cuando se enteró, me dijo: ‘Perfecto, yo no existo más’ y así fue. Me fui a vivir a la casa donde ensayaba Dulce Membriyo, la banda que tenía Federico por ese entonces. Fue muy rico todo lo que se vivió y eso está puesto en el disco más allá de cualquier decisión”.

Las vueltas de la vida hicieron que, tiempo después, cuando Virus trepaba a las cimas de su éxito, otra vez, una situación en la que supo mediar su hermano mayor, lo rescató. Julio la trajo a estos tiempos cuando presentó aquel disco en solitario, en 2018, porque el tema que abre el álbum, “La guitarra de un amigo”, tiene una historia detrás que refiere a esto: “Un día estaba caminando por el SoHo de Nueva York y en una vidriera de un local de guitarras vi una Fender Stratocaster, que unos años antes se habían dejado de fabricar y con Federico siempre hablábamos de grabar con una de esas. Lo llamé y me dice: ‘Comprame una’. Y bueno, se la compré. Tiempo después, cuando presentamos Superficies de placer en Obras, yo estaba muy mal, no quería tocar, no quería reírme, no quería que Federico se muriese. Nada. Entonces viene y se me acerca y me dice que le estaba cagando la vida. ‘Okey’, le dije, ‘Si me prestás la guitarra, toco’. Como si fuera un nene. Esa noche me la prestó y puede sonar como una boludez, pero la guitarra me acompañó hasta el día de hoy en los camarines, la lustro… Es un recuerdo muy lindo de Federico”.

Julio Moura, junto a su hermano Marcelo, en un set acústico, interpretando las canciones de Virus

Julio nació en La Plata, el 12 de julio de 1956. Decido a convertirse en músico durante sus años de adolescencia y juventud, probó suerte con grupos como Marabunta (que alistó a su hermano menor Marcelo y a Enrique Mugetti) y Duro (donde fue el cantante y el autor de las canciones). Pero el rumbo que realmente lo encaminó hacia la fama fue cuando con Marcelo viajaron a visitar al hermano mayor que vivía en Río de Janeiro. Atraído por la idea de formar una banda, Federico regresó a la Argentina, dispuesto a ponerse al frente del micrófono de este proyecto llamado Virus. La banda debutó el 11 de enero de 1981, con una formación que alistaba a los hermanos Federico (voz), Julio (guitarra) y Marcelo (teclados), Enrique Muguetti (bajo), Ricardo Serra (guitarra) y Mario Serra (batería). Durante los siete primeros álbumes, Julio fue socio creativo de Federico, para muchas canciones que terminaron publicadas en los discos Wadu-Wadu (1981), Recrudece (1982), Agujero interior (1983), Relax (1984), Locura (1985) y Superficies de placer (1987).

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El hermano mayor murió en 1988, antes de la publicación del siguiente álbum, Tierra del Fuego. La presentación en vivo se convirtió, al año siguiente, en un homenaje póstumo. Si bien él quería que el grupo siguiera sonando, los músicos no consiguieron mantener la continuidad. Recién en 1994, donde se reunieron solo por un evento puntual (la celebración del 112° aniversario de la ciudad de La Plata), la respuesta del público los entusiasmó para volver a la composición, los ensayos y las grabaciones. En esa segunda etapa alistó a Marcelo (que ocupaba el lugar de Federico) Julio, Daniel Sbarra, Enrique Mugetti, Aitor Graña en batería y Patricio Fontana en teclados. Con esa formación publicaron el álbum 9.

Desde entonces continuaron grabando discos y revisitando su carrera. Se estrenaron películas referidas a la banda, mientras que el grupo se tomaba algunas licencias y luego resurgía con más fuerza. En lo que va de esta década llegó a países como España, donde nunca antes había tocado, y dio recitales multitudinarios, en estadios como el Luna Park y el Movistar Arena, que quedaron registrados.

“Incluso después de la muerte de Federico, sentimos la necesidad de mostrar todo eso que habíamos hecho -contó cuando lanzó su disco solista-. En la segunda etapa de Virus, que tocamos más que en la primera, se trató no solo de realzar todo eso, incluyendo la figura de Federico, sino también de incorporar a las nuevas generaciones”, decía Julio.

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Todo por un cargo: El silencio complaciente de Maximiliano Abad

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El senador nacional y aún titular del comité provincia de la Unión Cívica Radical, Maximiliano Abad no derrocha muchas energías en criticar al gobierno nacional y eso ya no es ninguna novedad. Eso ya no conmueve los ánimos de sus correligionarios, aunque llega un momento en que la agenda o el tema que dispara un debate roza en extremo la sensibilidad, el respeto a los derechos humanos, a la diversidad.

Esto pareció ocurrir desde hace unos días con el dirigente oriundo de Mar del Plata.

No hubo prácticamente, ningún documento, expresión institucional de contundencia con respecto a las polémicas declaraciones del presidente Javier Milei respecto de una preocupante vinculación del colectivo LGTB con la pedofilia.

Luego vino una marcha multitudinaria en la Plaza de los Dos Congresos, en Ciudad Autónoma de Buenos Aires, de dimensiones sólo superadas por las dos movilizaciones en reclamo de mayor presupuesto para la educación pública.

En la manifestación del fin de semana último, el radicalismo careció casi por completo de presencia y brilló por su ausencia el comité provincia que Maimiliano Abad aún conduce. Sólo la UCR porteña y algunos militantes universitarios seguidores del partido de Alem salvaron las ropas.

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El silencio de Abad y la ausencia de sus tropas despiertan un interrogante: ¿Se avalaron implícitamente los dichos de Javier Milei?. Es muy aventurado afirmarlo, pero sí le dio la impresión a más de un militante, sobre todo de sectores internos opositores, que el tema de la discriminación no ocupa lugares prioritarios de la agenda del legislador nacional.

El discurso presente de Abad difiere y mucho del de hace unos años. Por caso, el observado en oportunidad de algún encuentro provincial de la militancia realizado hace unos años en la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP).

En tal ocasión, Abad había manifestado en distintas comisiones que todo futuro análisis político, estudio y documento sobre distintas realidades iba a tener obligatoriamente una “perspectiva de género”. Si bien la temática de la igualdad de género no abarca a un estudio total sobre diversidad, al menos se indicaba un rumbo. Hoy, el silencio de Abad omite o hacen pasar a un segundo plano, sus demostraciones de “amplitud por la diversidad”.

En los últimos tiempos ha sido una constante la omisión y el silencio del senador nacional y su último gran aporte a una postura simpática con los libertarios fue la de votar a favor de la permanencia en su banca del entonces senador nacional Edgardo Kueider.

Cabe recordar que a Kueider se lo atrapó “in fraganti” con más de 200 mil dólares en Paraguay, con fuertes sospechas de contrabando y de lavado de activos. Aparentemente eso no conmovió a Abad, quien votó en minoría acompañando a los libertarios.

Tal vez consciente de tamaña adulación a la Casa Rosada, Abad quiso distraer esa actitud con algún posteo reciente en el cual hace algún comentario de llamado de atención al gobierno nacional sobre las consecuencias de abandonar la Organización Mundial de la Salud (OMS). Sin embargo, tal crítica no se equipara con alguna crítica furtiva que podría hacer un partido que se precie de opositor o, al menos, esa fue la sensación en muchos pasillos legislativos y del centenario  partido.

Con la mentalidad fría de un delantero de fútbol que quiere definir un penal, Abad ya centró todas sus miradas hacia la capital bonaerense y, precisamente, hacia la Casa de Gobierno, donde advierte la debilidad en ascenso del gobernador Axel Kicillof, a quien tratará de pedirle cargos para sus afectos y simpatizantes en poderosos organismos de control.

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Crece su optimismo, en lo personal, cuando escucha que se desdoblarán las elecciones en la provincia y eso le permitirá apuntar, en exclusiva, contra el kirchnerismo, y allí podrá hablar a sus anchas sobre inseguridad, salud y educación, atacando exclusivamente al mandatario. En tal caso, lo hará olvidándose de hacer alguna referencia incómoda hacia Milei ni mucho menos a su socia, la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, a quien le debe su actual cargo de senador.

Abad entiende que estos tiempos le sonrien, pero no sonríen muchos de sus correligionarios quienes lo denostan por actitudes de pasividad frente a acciones del gobierno nacional que deberían ser fuertemente criticadas. (www.REALPOLITIK.com.ar)

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