POLITICA
El papa Francisco recibió al jefe de ATE, uno de los gremialistas más críticos del Gobierno de Javier Milei
El papa Francisco recibió hoy al secretario general de la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE), Rodolfo Aguiar, uno de los sindicalistas más críticos del Gobierno de Javier Milei. Aguiar le solicitó al Sumo Pontífice que considere adelantar su visita a la Argentina y le transmitió su preocupación por las políticas de la gestión libertaria, que tiene como uno de sus ejes el ajuste y la reforma del Estado, algo que afecta principalmente a los trabajadores de su gremio.
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El encuentro entre el papa y el gremialista de los estatales duró veinte minutos y tuvo lugar este sábado por la mañana. Se concretó luego de varios pedidos de audiencia y gracias a gestiones de un referente histórico de ATE, Carlos Custer, quien llegó a ser embajador argentino en la Santa Sede. Bergolio recibió al líder sindical en medio de cuadro de bronquitis que lo afecta desde hace días.
En la charla, el gremialista cuestionó la gestión del Gobierno y afirmó que está generando un “costo social muy alto”: “El Gobierno niega la justicia social y crecen las desigualdades. Los trabajadores estamos siendo fuertemente atacados y el Estado ya no cumple su rol de articular el bien común y promover el desarrollo humano” dijo que le expresó al papa.
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Tanto para Bergoglio como para Aguiar, el encuentro es un gesto político a partir del cual de amplifican dichos mensajes críticos con la conducción del Estado Nacional. En ese marco, el secretario general de ATE hizo un uso conciente del momento y deslizó que “antes de fin de mes, tiene que haber un paro nacional de los estatales”.
Asimismo, el sindicalista fungió como interlocutor del pontífice al afirmar que este respalda la lucha de los trabajadores estatales y enfatiza el papel del Estado en la protección de los sectores más vulnerables: “Nos dijo que el trabajo es familia, que la familia no se concibe sin trabajo y que, por lo tanto, atentar contra los puestos de empleo es menoscabar a las familias” comunicó.
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Durante el encuentro, el secretario general de ATE le pidió al papa Francisco que “rece por el presidente para que lo haga mejor persona. Milei construye con odio, sus discursos son violentos y siembra resentimiento. Sin nada de su empatía, su estrategia es la confrontación permanente”, expresó el dirigente gremial.
POLITICA
Milei en sus tres versiones. El reformista, el agitador y el pragmático
Promediaba la tarde del martes y el plenario de comisiones para emitir dictamen en el proyecto de suspensión de las PASO empezó a estirarse con largos discursos de los diputados oficialistas. Parecían intentar ganar tiempo. El rumor de que había negociaciones tras bambalinas se hizo evidente y Germán Martínez, el jefe del bloque de Unión por la Patria, lo expuso a viva voz en la reunión. A los pocos minutos aparecieron mágicamente las firmas de los legisladores de Catamarca y de Santiago del Estero y el peronismo quedó en llamas. “Es una traición”, se escandalizaron sus compañeros de bancada. Quizás se trató de algo más: una evidencia de la descomposición interna.
Desde ese momento hasta la media sanción del jueves, todos quedaron envueltos en sospechas y desconfianzas porque desconocían los movimientos. En la reunión de bloque previa a la sesión, se vivieron escenas intensas. Los santiagueños intentaron justificar su aval al proyecto del Gobierno con el argumento de que siempre sostuvieron esa postura en la provincia.
Todos pensaron en la ingratitud de Gerardo Zamora con Cristina Kirchner. “Es muy extraño. Su primer viaje como jefa del PJ fue a Santiago del Estero, una provincia gobernada por un radical, y allí dijo que Zamora era quien mejor había interpretado los 12 años de kirchnerismo, una frase que enfureció al resto de los gobernadores”, admitió un peronista ecuménico.
En la reunión de bloque La Cámpora no habló. Máximo Kirchner expresaría después su furia: “No puedo creer que le vayan a votar este proyecto a Milei”. La postura kirchnerista la defendió Leopoldo Moreau (otro radical), pero al momento de votar su posición se llenó de sospechas, porque su hija Cecilia, como todo el massismo, avaló el proyecto. “Entonces cuando Leopoldo se pintó la cara sabía que su hija acompañaría”, concluyeron en el bloque. Al momento de votar, todo empeoró, porque Germán Martínez finalmente se abstuvo, cuando se suponía que acompañaría la línea dura.
La sensación generalizada que quedó es que hubo diálogos ocultos y que la mayoría ignoraba lo que se había acordado. Y la mirada se posó sobre un actor invisible: Sergio Massa. “Él fue el gran ganador de la votación, junto con Milei. Ató la postura de los gobernadores y logró lo que siempre quiso, que fue voltear las PASO”, evaluó un diputado peronista. ¿Massa movió a los gobernadores? ¿Moreau sabía que una veintena de diputados acompañarían al Gobierno? ¿Martínez habló con Massa de su abstención? El debate de esta semana dejó una secuela profunda de suspicacias y resquemores en la bancada UP. Habrá que ver si la discusión por ficha limpia el miércoles les permite recomponer algún sentido de pertenencia.
En esta escena legislativa, quedaron en evidencia los tres déficits que aquejan al peronismo hoy. El más evidente es el límite en la conducción que ejerce Cristina Kirchner, quien no habló públicamente del tema en reconocimiento implícito de que no podría ordenar a su tropa. Se nota que ya no maneja la caja para seducir voluntades. Además, el tema de las primarias, la encontró enfrentada con su hijo. Él quiere tener algún mecanismo para ganarle a Kicillof, una obsesión personal, y terminar de cortarle la carrera. Ella es más estratégica, y no descarta que en algún momento pueda volver a converger con el gobernador. Discutieron fuerte por este tema.
El segundo déficit derivado del primero es la fragmentación total del peronismo. Cada uno actuó como le convino según su situación provincial, una conducta que preanuncia la dispersión que habrá en los armados electorales. Y en tercer término, la divergencia de objetivos de los principales referentes del espacio.
Cristina está concentrada en mantener alguna lógica de unidad como jefa del PJ, pero no le está resultando sencillo. Al fracaso en Diputados se sumó el traspié en Santa Fe, donde no pudo evitar la división en las listas a convencionales. Kicillof buscó disimular y mandó a los pocos diputados que le responden a votar en contra. No quería que se notara que espera la suspensión de las PASO para tener las manos libres en su territorio.
Hoy analiza dos opciones: desdoblar las elecciones generales o mantener las primarias bonaerenses. “Ambas alternativas están en evaluación. Pero lo que sí o sí ocurrirá es que habrá una instancia provincial diferenciada, donde Axel pueda mostrar una agenda propia despegado de Cristina, en la que él sea protagonista y les permita a los intendentes poner en valor sus gestiones. No quiere quedar preso de la discusión entre Milei y Cristina por los cuatro años de Alberto”, ilustra un funcionario muy cercano al gobernador. Y Massa arrastra un objetivo a tres bandas: utilizar a los gobernadores para desgastar a Cristina, exhibir las supuestas limitaciones de Kicillof para asumir el liderazgo vacante, y quedar él como la figura más representativa. Siempre sueña en grande.
El Gobierno no sólo se llevó la media sanción para suspender las PASO (el round en el Senado será más complejo). También logró un triunfo simbólico importante: impuso a todo el espectro político su marco de discusión sobre las internas, que fue el económico. Planteó que se trata de una encuesta muy cara y que hay una fatiga electoral en el ciudadano promedio. Es decir, buscó reemplazar la argumentación democrática por la fiscal, aunque también hizo concesiones previas a los gobernadores. Así inoculó cualquier razonamiento opuesto bajo la amenaza de transformarlo en “casta”, “burocracia” o en el “partido del Estado”. Fue muy notable la imposibilidad de la oposición para poder desprenderse de esas categorías para dar un debate más profundo sobre la conveniencia o no de las PASO.
El Gobierno se muestra claramente reformista en el plano electoral y está camino a lograr una transformación profunda del mecanismo de representación popular, junto con la instrumentación de la boleta única. El establishment político asiste impotente a una ofensiva inédita, lograda no por la fortaleza legislativa del oficialismo sino por el default de legitimidad opositora.
Los especialistas sostienen que las PASO cumplieron con sus objetivos, aunque admiten que son perfectibles. Martín D´Alessandro, de Poder Ciudadano, resalta que se logró un ordenamiento y legitimación de las internas partidarias, y observa que el mecanismo fue utilizado por un 35% de las fuerzas políticas de todas las provincias desde 2011 hasta la fecha, pero resalta que fue más útil en las legislativas que en las presidenciales. En parte lo atribuye a la “rigidez” que genera la elección de las fórmulas completas sin la posibilidad de constituir después la dupla para contener al perdedor.
Mauro Solano, de CIPPEC, coincide en que generó mayor democratización y redujo la fragmentación de los partidos, pero apunta a algunos cambios posibles como la reducción del plazo entre las primarias y las generales (tema crítico para la economía en 2019) y la eliminación de la obligatoriedad de votar, para reducir la fatiga electoral.
Estas disquisiciones técnicas quedaron muy marginadas del debate legislativo, en parte porque pesan más las razones políticas. Hay coincidencia en que la suspensión de las PASO va a generar un mayor astillamiento en las fuerzas políticas porque no habrá un mecanismo de competencia legitimado, excepto que se restituyan las viejas y amañadas internas de aparato partidario.
El peronismo ya lo está sufriendo. Por ejemplo, para las elecciones de convencionales constituyentes en Santa Fe irá en al menos tres listas, pese al intento de Cristina de unificar candidaturas. En la provincia de Buenos Aires es imposible que no haya una escisión porque se resiste un puñado de intendentes que jamás se alineará con Cristina (sin contar a los referentes de Encuentro Federal que buscan su propio armado). Algo similar ocurrirá en todo el país con lo que en algún momento fue Juntos por el Cambio. Al Gobierno le conviene un escenario en el cual el resto de las fuerzas políticas se fragmenten porque eso le permite posicionarse como la única entidad organizada nacionalmente y negociar con las partes en dispersión de otros partidos.
La revolución cultural
Si en el plano electoral el Gobierno busca ser reformista, en el aspecto cultural se tienta con la idea de actuar como un agitador que altere lo que entiende que es el consenso progresista. Tras su polémico discurso en Davos Milei realizó dos movimientos. La primera semana pareció intentar un control de daños explicativo, una gestualidad expresada en la conferencia de prensa de Manuel Adorni. Pero después volvió a la carga. Interpretó que la marcha del sábado no fue representativa y además le llegaron los números de sus propias encuestas. Allí resolvió acelerar de nuevo a fondo.
Arrancó el lunes en la entrevista con LN+, donde otra vez vinculó la homosexualidad con la pedofilia, el concepto más controvertido que desarrolló en el foro económico. Después siguió con medidas y advertencias, desde el retiro de la OMS y la posibilidad de abandonar el acuerdo de París por el cambio climático y el Consejo de Derechos Humanos de la ONU, hasta la prohibición de los tratamientos de hormonización para menores.
En una charla reservada, el Presidente admitió entre los suyos: “Fue todo un golazo. De los 10 puntos más importantes que planteé en Davos, 9 tienen un apoyo rotundo. La marcha juntó apenas 80.000 personas con todo el antimileismo junto como si fueran una misma cosa. El 80% de la gente dijo que se hizo por motivos políticos. A mí me sumó mucho”.
Milei se siente más cómodo cuando perturba y provoca, si eso lo lleva a darle nitidez a sus ideas y a aglutinar enfrente a los rivales . De fondo subyace un principio inalterable en el pensamiento libertario: no buscar nunca la representación del conjunto ni la seducción de los infieles, porque ese camino conduce al desperfilamiento y la hibridez; al macrismo inconcluso, al radicalismo tibio. Y ellos son intensidad y ruptura. Claro, siempre y cuando la realidad económica le permita jugar a la revolución cultural (con perdón de Mao).
Al Fondo
El mercado financiero intuyó que algo se había trabado en la negociación del Gobierno con el FMI después de que la semana pasada estuviera una misión del organismo en Buenos Aires y de que se postergara la conferencia de prensa. Cuando finalmente el jueves habló la vocera Julie Kozack no pareció muy entusiasta. “Si dicen que ‘continúan trabajando de manera constructiva’, no suele ser una buena señal”, decodificó un operador de bonos en tono escéptico.
Circuló entonces la versión de que sólo habría un acuerdo puente hasta fin de año, sin nuevos desembolsos, a modo de evitar mayores condicionamientos cambiarios al Gobierno en el año electoral. Los fondos de inversión que se manejan desde Nueva York y Londres interpretaron que esa podía ser una salida frente al gran dilema que enfrenta un posible entendimiento: cómo firmar un acuerdo que permita al mismo tiempo transferencias de fondos frescos (que es lo que reclama Economía) y un nuevo esquema cambiario (que es lo que pide el Fondo), sin riesgos de devaluación, de corridas o de rebote inflacionario que afecten las perspectivas electorales del oficialismo.
Milei enfureció y ordenó salir a desmentir la versión. “El acuerdo con el FMI marcha sobre ruedas, sólo falta ponerle el moño. No va a haber un entendimiento provisorio, vamos a un acuerdo estructural, en lo posible para marzo”, aseguró un hombre de extrema confianza del Presidente. Milei cree que el Fondo necesita exhibir globalmente un caso de renegociación exitosa y que el modelo libertario le provee un ejemplo positivo de austeridad fiscal.
Confía en la muñeca política de Kristalina Georgieva y asegura que en el board van a aceptar un acuerdo con impronta argentina porque se equivocaron con los pronósticos al inicio de la gestión. Una fuente que habló con la delegación que conduce Luis Cubeddu confirmó que en el FMI trabajan con la misma hipótesis. También que los técnicos siguen con dudas respecto del cronograma de salida del cepo.
Los operadores de Wall Street suponen que uno de los motivos de la demora en la firma puede estar atado a que la nueva gestión de Scott Bessent al frente del Tesoro norteamericano todavía no designó a su representante ante el FMI, cuyo aval es necesario para la aprobación. Algunos de ellos estuvieron estos días en un periplo organizado por Morgan Stanley por el Palacio de Hacienda y el Banco Central y escucharon el mismo mensaje de confianza que transmite Milei. Pero hay sectores que no están del todo convencidos con las explicaciones oficiales y no dejan de señalar la lenta recuperación de reservas.
El tema seguramente será conversado en el encuentro que Milei tiene agendado con Donald Trump para la próxima semana, cuando vaya a la cumbre de la CPAC (también verá a Elon Musk), aunque en el entorno presidencial creen que esta vez no será necesaria una gestión especial del republicano como en 2018. Prefieren reservarse la charla para ver si pueden avanzar en un tratado de libre comercio con Estados Unidos. Sería un prodigio si logran algún gesto justo en el momento en el que Trump se habituó a desayunar cada mañana una tasa de café y una amenaza arancelaria.
Si en el plano electoral es reformista, y en la batalla cultural un agitador, en el terreno económico Milei es un pragmático, una línea con la que se siente cómodo Luis Caputo. Su prioridad absoluta es continuar con la baja de la inflación, porque sabe que es la piedra fundamental del mandato popular; es su credencial electoral.
Esta semana hubo una prueba irrefutable: cuando por un error entre la Secretaría de Energía y el ENRE se publicó en el Boletín Oficial que se ejecutaría una suba mensual en las tarifas de luz del 12,3% para los sectores de ingresos bajos, rápidamente se activaron las alarmas para aclarar que esa era la previsión anual. “Fue obvio que hubo un error, era inconsistente con lo que venimos haciendo en todos los planos”, admitió un funcionario al tanto del traspié.
Detrás del objetivo inflacionario, el Gobierno ordena el resto de las metas, desde la acumulación de reservas (muy observado por los economistas y desdeñado por Milei) hasta la salida del cepo (se fijó la fecha de fin de año, y Economía tiene el mandato de avanzar con o sin acuerdo con el FMI). Pero el Presidente tiene claro que debe evitar turbulencias en su tránsito hacia las urnas. Es un libertario posibilista. Aunque no lo declame a viva voz, no le huye a la cautela y al realismo.
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