Con la frescura que la caracteriza, Dalia Gutmann sorprendió al hablar de un momento de crisis que vivió junto a Sebastián Wainraich, su pareja y padre de sus hijos. Invitada al programa Almorzando con Juana, la humorista se sinceró sobre una etapa compleja de su relación.

Durante la conversación con Juana Viale y el resto de los invitados, el tema de las separaciones y los vínculos de larga duración se volvió central. En ese contexto, Dalia no dudó en compartir una experiencia personal.
“A mí me pasó de querer separarse, pobre Seba, es horrible y no quiero que vea este programa”, expresó entre risas.

La comediante contó que en aquel momento sintió la necesidad de tomarse un tiempo para sí misma:
“Me fui dos, tres días y volví con ganas de volver a casa. A veces es que te querés ir un ratito y no es que te querés separar”, explicó, dejando una reflexión que muchas personas pudieron sentirse identificadas.

Su relato evidenció una profunda madurez emocional y el vínculo de respeto que mantiene con Wainraich, con quien comparte una historia de amor de muchos años, además de dos hijos y una carrera marcada por la complicidad y el apoyo mutuo.

EL COSTADO MÁS HUMANO DE DALIA GUTMANN:

La artista, que suele abordar temas de pareja, maternidad y vida cotidiana con ironía, también mostró su costado más humano, recordando que el humor no está reñido con la vulnerabilidad. A lo largo de su trayectoria, Dalia ha demostrado que no teme hablar de los temas difíciles.

Lo hizo cuando relató su lucha contra el cáncer de mama, y ahora al compartir cómo atravesó una crisis amorosa. Ambas experiencias la consolidaron como una voz honesta dentro del mundo del espectáculo, capaz de transformar los momentos duros en historias inspiradoras.

“A veces uno se quiere escapar, pero también quiere volver a lo que ama”, habría dicho en la mesa, resumiendo su manera de ver el amor: sin idealizaciones, pero con mucha verdad. Sus palabras resonaron tanto en el público como en las redes, donde muchos usuarios celebraron su autenticidad.

Con esta confesión, Dalia no solo se mostró como una comediante talentosa, sino también como una mujer real, que no teme admitir sus dudas y aprendizajes. Su charla en el programa dejó una enseñanza clara: las relaciones, como la vida misma, requieren paciencia, empatía y ganas de reconstruir cada vez que algo se resquebraja.

A un año de su separación de Emilia Attias, el Turco Naim volvió a hablar de su ex y dejó frases que no pasaron desapercibidas durante su visita al programa de Juana Viale. Con la serenidad de quien atravesó el duelo amoroso, el humorista repasó sus años de relación, reflexionó sobre el amor y sorprendió con una confesión que generó revuelo entre los televidentes.

“Estuvimos diecinueve años juntos. Cuando nos separamos, me di cuenta de que había pasado casi la mitad de mi vida al lado de ella”, contó, con un tono entre la nostalgia y la aceptación. Aunque evitó dramatizar, sus palabras dejaron entrever que el vínculo con la actriz marcó profundamente su vida.

Durante la charla, el Turco analizó la dificultad de sostener relaciones largas en tiempos donde todo parece fugaz. “Creo que hoy es raro estar mucho tiempo en pareja. Antes era lo normal, pero ahora los ciclos son distintos, las personas cambian y es difícil coincidir en todos los cambios”, explicó, ganándose la atención de todos los presentes.

Más allá de las risas y el clima distendido del programa, el actor se permitió una reflexión más personal sobre la soltería. “Si sabés estar bien solo, es un gran estado. La soledad, cuando te conocés, puede ser muy sana”, aseguró, dejando claro que no siente apuro por volver a enamorarse.

LA CONFESIÓN DEL TURCO NAIM SOBRE EMILIA ATTIAS

Cuando Juana Viale lo incomodó preguntándole si estaría dispuesto a tener una nueva relación, el Turco fue tajante. “Estoy muy bien solo, me levanto a la hora que quiero. No estoy cerrado al amor, pero se tienen que dar muchas condiciones”, respondió entre risas, aunque con evidente convicción.

La entrevista dejó una frase que se viralizó rápidamente en redes y que muchos interpretaron como un mensaje indirecto a su ex. “Se tienen que dar un montón de condiciones para estar en pareja también”, lanzó, dejando flotando en el aire la idea de que, al final, no todo amor necesita durar para haber sido verdadero.

La vida de María José Favarón cambió radicalmente desde que Aníbal Lotocki fue detenido y condenado por mala praxis. Lejos de los flashes y de la vida cómoda que supo tener, hoy enfrenta una realidad compleja: sobrevive como puede, cuida a la hija que el médico tuvo en una relación ocasional y soporta el peso del “estigma social” que, según dice, la persigue desde la caída de su pareja.

En diálogo con Puro Show, la mujer evitó hablar directamente de las causas judiciales que llevaron a la cárcel al cirujano y se concentró en la historia de la menor que vive con ella desde hace un año. “Fue una situación que se dio de golpe. Yo no decidí ser madre, pero el Consejo de Menores determinó que me hiciera cargo. A la nena le cambió la vida, y a mí también”, expresó con tono firme, aunque sin ocultar la angustia.

Sobre los rumores de separación, Favarón fue categórica: “Yo jamás me separé de Aníbal, jamás”. Dijo que lo visita todos los domingos en Ezeiza y que mantiene con él un vínculo de contención. Según relató, la niña prefiere no asistir a esos encuentros, aunque ella lo hace “por respeto y por amor”. Frente al caso Silvina Luna, optó por no dar opiniones: “No quiero hablar de eso, que lo hagan los abogados”, pidió con cierto cansancio.

Aun así, María José sostiene su convicción sobre la inocencia del médico. “Yo sé que él no actuó de mala fe. Lo conozco, y lo sigo defendiendo porque confío en él”, declaró, dejando claro que su lealtad permanece intacta pese al rechazo público que enfrenta. No teme a las críticas ni a los comentarios en redes sociales, aunque reconoce que el juicio mediático la marcó para siempre.

LA COMPLEJA SITUACIÓN DE MARÍA JOSÉ FAVARÓN

El costo de esa defensa fue alto. Contó que las consecuencias de estar vinculada a un nombre tan polémico le impidieron rehacer su vida con normalidad. “Nadie me alquila un departamento. Tuve que irme a vivir a lugares que ni te imaginás. Me tuve que mudar al departamento de una amiga”, confesó, dejando entrever la dureza de su situación actual.

Para sobrevivir, Favarón tuvo que desprenderse de muchas de sus pertenencias. “Vendí casi la mitad de mis cosas: muebles, mesas, mi auto. No me da vergüenza decirlo. Es el precio del estigma social. Y me ayuda Aníbal siempre que puede, de alguna manera u otra me colabora”, cerró con crudeza, dejando al descubierto el costo personal de haber permanecido fiel a un hombre condenado y señalado por todos.