ECONOMIA
Clave para Caputo: el 2025 cierra con la compra de dólares en los bancos cerca de su piso histórico

Luis Caputo cierra el año 2025 con una marca positiva, y que se encadena con el objetivo de preservación de dólares para lo que viene: la dolarización de los ahorristas particulares totalizó alrededor de u$s1.500 millones durante diciembre.
Se trata de una marca históricamente baja, comparable con la de noviembre último, cuando el nivel de compras netas de dólares fue de u$s1.100 millones.
El de diciembre fue el segundo nivel más bajo desde que, a mediados de año, el Gobierno decidió liberar las compras de dólares para los minoristas.
Cayó la compra de dólares por parte de los ahorristas: por qué es clave para Luis Caputo
La caída en la cantidad de dólares comprados por los particulares, de acuerdo a un rastrillaje realizado por iProfesional entre bancos referentes del sistema financiero, es clave para las aspiraciones de Luis Caputo.
El ministro tiene en la cabeza un tipo de cambio que no enfrente variaciones reales a lo largo del tiempo. Es decir, descarta la idea de que el precio del dólar se mueva más allá de la inflación. Ese es el límite.
Este año que termina permitió una mejora del tipo de cambio real: mientras la suba del dólar alcanzó al 41,2%, la inflación estimada no fue más allá del 31%.
«Me siento cómodo con un dólar de $1.500», había dicho Caputo a finales de octubre. La cotización se mantuvo en este mismo nivel en los últimos dos meses.
Exigencia con el dólar
Para tener una idea de la exigencia que tendrá esta dinámica económica, no hay que perder de vista que este año se convertirá en el de mayores ventas de dólares de la historia.
Hasta noviembre, las ventas a particulares ya superaron los u$s30.000 millones. Un nivel de dolarización que, a falta de un mes para contabilizar, ya rompió el récord de u$s27.215 millones del traumático 2019.
¿Qué significa esto? Que la administración Milei tiene la obligación de bajar el nivel de dolarización de los argentinos. Algo que luce complicado: con la única excepción del año 2016, cada vez que en la Argentina no hubo restricciones cambiarias, el nivel de compras superó cómodamente los u$s10.000 millones anuales.
Por eso mismo, el nivel de compras de dólares tiene que bajar. A un ritmo de u$s1.100 millones a u$s1.500 millones (noviembre y diciembre), el ritmo de dolarización se ubica entre los u$s13.000 millones a u$s18.000 millones al año.
Caputo está forzado a que este volumen de dolarización baje sí o sí. De otra forma, el esquema podría cerrar con otro tipo de cambio.
El debut de las nuevas bandas cambiarias
Con el cambio del calendario, el Gobierno pondrá en marcha el nuevo régimen cambiario. A partir del viernes comenzará una actualización de las bandas cambiarias según marque la inflación de dos meses atrás.
Es decir, el techo y el piso de la banda se ajustarán un 2,5% durante el primer mes del nuevo año.
¿Significará esa modificación una suba del dólar? No necesariamente. Pero la nueva actualización le dará más aire al Banco Central para comprar dólares en el mercado y, en los hechos, «soportar» un precio más alto del billete verde.
Obviamente, la idea es que esa cotización nunca toque el techo de la banda.
Un fenómeno pocas veces visto
Algo que hace algunas semanas reveló iProfesional, se consolidó durante las últimas jornadas del año: hubo entidades financieras donde las ventas de dólares de sus clientes superan a las compras de divisas, también por el homebanking.
La novedad se vincula con dos variables: el desplome del nivel de dolarización tras las elecciones de octubre. Y el achicamiento de la brecha entre la cotización del oficial y de los dólares financieros: el año terminó con una diferencia inferior a los $50 entre el dólar oficial ($1.485 y los financieros $1.520).
La novedad del último mes del año -al menos en algunos bancos consultados- radica en que las ventas de billetes por parte de los ahorristas vienen superando a la de demanda de los clientes. Algo pocas veces visto en los últimos años de cepo e incertidumbre cambiaria.
Lo dicho más arriba: después de las elecciones de octubre, con la confirmación política de Javier Milei, los mercados financieros se estabilizaron, la cotización del dólar quedó por debajo de los $1.500, y la demanda de divisas colapsó luego de un boom dolarizador durante los meses previos a los comicios legislativos.
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ECONOMIA
El dato que el Gobierno está usando para «planchar» al dólar y que se puede dar vuelta en enero

El dólar oficial opera este martes 30 de diciembre a $1480, en la pizarra del Banco Nación. En el segmento mayorista, la divisa se negocia a $1457. En cuanto a los dólares financieros, el contado con liquidación se vende $1527 (+0,1%), y el MEP se ubica a $1484 (+0,2%). Por último, en el segmento informal, el blue se negocia, a $1540.
Para los especialistas de la city porteña, la estabilidad del dólar no se explica solo por una jornada calma o por menor volatilidad, sino por decisiones concretas que reordenan el tablero de corto y mediano plazo. En ese marco, la discusión se corrió de la anécdota de la cotización diaria hacia el «cómo» y el «con qué» se sostiene el equilibrio, especialmente cuando el calendario financiero se vuelve más exigente.
El punto de fondo es que la agenda ya no se limita a desinflar: ahora se mezcla con la necesidad de fortalecer reservas y sostener una transición hacia un esquema que el Gobierno presenta como compatible con una remonetización prevista para 2026. Esa combinación abre una tensión inevitable: sumar dólares sin recalentar el tipo de cambio ni generar presión inflacionaria, mientras se mantiene la credibilidad del programa.
En paralelo, aparecen señales de una reconfiguración de la estrategia oficial: por un lado, un accionar del Tesoro que el mercado lee como clave para explicar la estabilidad reciente; por el otro, un paquete de lineamientos del Banco Central que busca ordenar reglas, dejar menos espacio a la discrecionalidad y responder a reclamos de previsibilidad, reservas y consistencia macro.
Con ese telón de fondo, la pregunta que ordena la nota es simple, pero filosa: qué tan sostenible es la calma del dólar cuando el esquema exige reservas, cuando el margen de maniobra depende de la disponibilidad de divisas y cuando, al mismo tiempo, la dinámica monetaria exige que la demanda de pesos acompañe para que el proceso no se traslade a precios. A partir de ahí, el mercado vuelve a mirar el mismo triángulo: dólar, reservas y expectativas sobre 2026.
La calma del dólar con sostén fiscal
Desde Ecolatina señalaron que, en una semana corta, el panorama cambiario-monetario cerró sin grandes novedades, con el tipo de cambio oficial finalizando en $1.452,5, apenas 0,2% por encima del viernes anterior y en el valor más alto desde comienzos de mes. En términos de dinámica, sus analistas apuntaron que el dólar oficial se mantuvo varias ruedas en torno a niveles similares, un comportamiento que el mercado vincula a un anclaje más activo.
Para Ecolatina, detrás de esa estabilidad no descartaron que el Tesoro haya persistido con ventas en el mercado oficial. Los expertos de la consultora explicaron que, siguiendo los últimos datos, Hacienda habría vendido USD 200 millones entre el 17 y 18, y al menos otros USD 12 millones el viernes posterior, lectura que se deduce de los movimientos del stock de depósitos y de los flujos relevados con la información disponible.
En esa línea, desde Ecolatina detallaron que el stock de depósitos en dólares del Tesoro en el BCRA habría pasado de USD 2.077 millones (16/12) a USD 1.869 millones (19/12). Ese descenso es clave porque exhibe el «combustible» utilizado para sostener el tipo de cambio, en un momento en el que el Tesoro enfrenta un calendario de pagos exigente.
El dato se vuelve más sensible porque, según Ecolatina, en la segunda semana de enero vence deuda soberana por USD 4.200 millones, por lo que los depósitos actuales cubren 44% de esos vencimientos. Sus analistas agregaron que esa cobertura podría subir a 60% si ingresaran USD 700 millones por la privatización de las hidroeléctricas, pero el punto central permanece: la estabilidad cambiaria reciente convive con un uso de dólares que achica el colchón para enfrentar compromisos.
Regla cambiaria y programa de reservas
Desde GMA Capital señalaron que el anuncio del Banco Central sobre la profundización del esquema de agregados monetarios fue, además, una señal sobre la fase de remonetización prevista para 2026. Los especialistas del bróker explicaron que, bajo el nuevo régimen, el techo relevante del esquema cambiario queda condicionado por un insumo decisivo: el sendero de la inflación, motivo por el cual plantearon tres escenarios con base en el REM y estimaciones propias.
Para GMA Capital, las novedades no terminaron en la regla: el BCRA avanzará en paralelo con un programa de acumulación de reservas consistente con la evolución de la demanda de dinero y la liquidez del mercado cambiario. Sus analistas apuntaron que la autoridad monetaria aclaró que la ejecución diaria del esquema se alineará con una participación del 5% del volumen diario del mercado de cambios, buscando sostener el proceso de remonetización.
Los expertos de la sociedad de bolsa explicaron que, además, continuará la normalización gradual de la política de encajes, en línea con la estabilidad de precios y la recomposición de la intermediación financiera. Ese punto apunta a reforzar el funcionamiento del sistema y a ordenar condiciones monetarias sin forzar desequilibrios en un mercado que sigue muy atento a señales de consistencia.
En conjunto, para GMA Capital, el paquete de medidas se orientó a dos reclamos que ya venían apareciendo: un programa creíble que mantenga al dólar alejado de la banda y un esquema que permita reforzar las arcas del Central. En otras palabras, una búsqueda explícita de reglas para estabilizar expectativas, pero con la condición de que el programa logre, efectivamente, conseguir dólares y que la demanda de pesos acompañe.
El desafío de conseguir divisas
Los especialistas del bróker advirtieron que el programa de fortalecimiento de reservas implica un corrimiento en el eje de la política económica: desde una estrategia centrada en la desinflación hacia un enfoque más balanceado, orientado a fortalecer la consistencia macroeconómica, aun a costa de que la desaceleración inflacionaria sea más gradual. Para GMA Capital, el punto es que la acumulación de divisas se vuelve condición de credibilidad, no solo una meta operativa.
En ese marco, desde GMA Capital señalaron que el esquema deja interrogantes concretos. Sin un plan de compras claro, la acumulación depende de que haya dólares disponibles y de que la demanda de pesos permita absorber la emisión sin presionar sobre precios. La primera alerta está del lado de las divisas: sus analistas apuntaron que las reservas netas a valor de mercado (excluyendo oro y DEGs) alcanzan un rojo de USD 7.367 millones.
A esa fragilidad se suma, según GMA Capital, el perfil de vencimientos: en 2026 vencen USD 12.633 millones, asumiendo un rollover de organismos internacionales excepto FMI. Para sus especialistas, la clave es qué mecanismos permitirán generar esas divisas, porque la disponibilidad efectiva condiciona el ritmo y la potencia del programa de acumulación.
Además, desde GMA Capital plantearon que la posibilidad de hacerse de dólares vía superávit de cuenta corriente luce acotada: en 2025, siete de los diez meses publicados registraron déficit. Y sobre competitividad, si bien el esquema cambiario garantizaría un tipo de cambio real mayor con Estados Unidos (12% de ponderación en el TCRM), no hay certezas frente a otros socios; en particular, señalaron el riesgo de un eventual atraso frente a Brasil, que representa un tercio del TCRM, con implicancias sobre importaciones, exportaciones y disponibilidad de divisas.
La variable que puede definir al dólar: demanda de pesos, señoreaje y el límite de la estabilidad
Para GMA Capital, el otro gran condicionante del programa es la demanda de dinero. Sus analistas explicaron que, para que el Banco Central pueda seguir comprando dólares sin generar presiones inflacionarias, los pesos emitidos para adquirir divisas deben ser absorbidos por la economía. En este esquema, la acumulación de reservas se financiaría mediante emisión monetaria, lo que genera un ingreso para el Estado conocido como señoreaje.
Los expertos de la sociedad de bolsa detallaron que, a diferencia de episodios anteriores, si la demanda de pesos crece al mismo ritmo que la emisión, el proceso no tendría impacto inflacionario y el señoreaje sería positivo, asociado a una mayor monetización. En cambio, si la emisión supera la demanda de dinero, el ajuste se daría vía precios, dando lugar a un señoreaje de carácter inflacionario, con el consiguiente riesgo de tensión sobre el tipo de cambio.
En ese escenario, según GMA Capital, el Gobierno enfrentaría dos caminos: profundizar la esterilización —con mayor endeudamiento del Tesoro o del propio BCRA— o frenar el ritmo de compras, lo que dilataría la recomposición de reservas. También subrayaron que la temporalidad importa: aun con demanda de pesos dinámica, la falta de dólares disponibles puede trasladar el ajuste hacia tasas de interés más altas.
En paralelo, desde Ecolatina ubicaron el pulso de corto plazo en el comportamiento de las reservas y en señales del mercado que acompañan la dinámica del spot. Sus analistas apuntaron que las Reservas Netas (según su definición operativa) se habrían ubicado en torno a USD 1.300 millones. En síntesis, el mapa que deja esta etapa combina dos planos: el «hoy», donde el Tesoro habría actuado para sostener estabilidad; y el «2026», donde la trayectoria del dólar y de las reservas dependerá de un equilibrio delicado entre disponibilidad de divisas y absorción de pesos.
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ECONOMIA
Qué va a pasar con el dólar: 7 claves del nuevo mercado de cambios a partir de enero

El dólar volvió a ser protagonista de la economía argentina en el último año, con el condimento de una insistente compra de divisas a manos privadas, concentrada en los meses de septiembre de octubre, en medio de la contienda electoral. A continuación, las 7 claves que hay que saber de la divisa norteamericana en el arranque del 2026.
El dólar mayorista , a $1.455, acumuló un incremento de 423 pesos o 41%, unos diez puntos por encima de la inflación, que habría cerrado el año en torno a 31 por ciento. El dólar al público avanzó un 39% y quedó ofrecido a $1.480 en el Banco Nación. Esta evolución contrastó con la suba de solo 27% ocurrida en 2024, frente a una inflación del 117 por ciento.
El 11 de abril se produjo un evento “bisagra”, cuando el ministro de Economía Luis Caputo, junto con el presidente del BCRA, Santiago Bausili, liberaron las restricciones cambiarias para individuos, aunque se mantuvieron en buena medida para las empresas. Se prevé en el corto plazo, durante 2026, una salida total de los controles sobre el dólar, que se habían instaurado a partir del 1 de septiembre de 2019.
Desde el 14 de abril de este año, el Gobierno aplicó un esquema de bandas con un tope de $1.400 y un piso de $900, que se expandía a razón del 1% mensual. A pesar de que el régimen tenía implícito un retraso de la tasa de cambio en términos reales -dada una inflación que en ningún momento cedió del 1%-, en el balance anual la economía mejoró la competitividad medida estrictamente desde un plano cambiario, pues la devaluación le ganó a la inflación. Las bandas tendrán continuidad en 2026, pero con un esquema más flexible indexado por inflación.
Con la experiencia turbulenta de septiembre y octubre últimos, el nuevo régimen de bandas se actualizará según el último dato de IPC del Indec. Dado que el informe de inflación del mes presente se difunde al mes siguiente, las bandas se ampliarán según el IPC de dos meses atrás. Si el sendero de desinflación persiste, el dólar va a seguir aumentando marginalmente por encima de la inflación del mes en curso.
En este marco, el Índice de Tipo de Cambio Real que mide el Banco Central termino el año en los 95 puntos, muy cerca de un nivel de equilibrio teórico de 100 puntos que permite balancear el ingreso y salida de divisas por el intercambio de bienes y servicios con el exterior. En 2025 la mejora fue de unos 16 puntos, dada la evolución del tipo de cambio y los precios domésticos frente a la variación de estos indicadores en nuestros principales socios comerciales.
Después del 7 de septiembre, luego de la derrota de La Libertad Avanza en los comicios legislativos bonaerenses, hasta el 26 de octubre, cuando el oficialismo se alzó con la victoria en las legislativas nacionales, el mercado de cambios sufrió de una enorme presión compradora , que llevó al tipo de cambio a rozar los $1.500, para “testear” el techo de las bandas. Esto obligó a ventas del Banco Central en el segmento de contado por un total de USD 1.110 millones en tres ruedas entre el 17 y e 19 de septiembre, un récord en seis años.
En octubre, fue el Tesoro argentino el que debió efectuar ventas por más de USD 2.000 millones para apaciguar a la plaza antes de las elecciones, mientras que en los días precios a la votación se produjo la histórica intervención directa del Tesoro de los EEUU en el mercado doméstico, también con ventas por más de USD 2.000 millones, un hecho sin precedentes, pues el gobierno de Donald Trump actuó a través de bancos privados, sin la intermediación de entes oficiales argentinos.
Una asignatura que no se cumplió el último año fue la de la acumulación de reservas. Los activos internacionales del Banco Central quedaron en USD 41.165 millones: subieron USD 851 millones en diciembre (+2,1%), mientras que en el balance anual crecieron en USD 11.558 millones (+39%).
Sin embargo, este incremento provino del programa de financiamiento acordado con el FMI en abril, por USD 20.000 millones, de los cuales, USD 12.000 millones fueron desembolsados de inmediato para levantar el cepo» a “ahorristas” y otros USD 2.000 ingresaron en junio.
Además, la extraordinaria suba del precio del oro (+66% en 2025) significó un aporte de unos USD 3.400 millones, dada la tenencia de casi dos millones de onzas en las arcas públicas. A USD 4.324 la onza, el metal dorado representa más de USD 8.600 millones en las reservas.
“El BCRA no compró dólares en diciembre y durante el año 2025 solo compró USD 198 millones”, calculó el analista financiero Christian Buteler.
En este aspecto, el ministro Caputo adelantó:“Si vamos a lo que hemos mandado al Presupuesto 2026 y asumimos que la Base Monetaria se mantiene constante en relación a ese PIB, en términos nominales la Base estaría creciendo un 25% y eso nos permitiría comprar aproximadamente USD 7.000 millones sin esterilizar. Si se recuperará la demanda de dinero 2 puntos porcentuales del PIB, cosa que debiera ser lo natural, podríamos comprar USD 7.000 millones más sin tener que esterilizar”.
Con la vigencia de la Ley de Inocencia Fiscal, para 2026 quedó explícito el objetivo de incorporar al sistema parte de los USD 217.358 millones en efectivo que los argentinos atesoran, según el informe de Balanza de pagos, posición de inversión internacional y deuda externa del INDEC correspondiente al tercer trimestre de 2025.
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ECONOMIA
Importante banco de Wall Street pronostica oro a u$s5.000 y anticipa los ganadores del 2026

El escenario económico global está cambiando de piel y los viejos manuales de inversión ya no sirven para navegar el 2026. Según el flamante reporte de Goldman Sachs titulado «2026 Outlook: Ride the Power Race and Supply Waves», los inversores deben prepararse para un mundo dividido. El motor ya no es solo el crecimiento del PBI tradicional, sino una feroz competencia geopolítica y tecnológica entre Estados Unidos y China, centrada específicamente en el desarrollo de la Inteligencia Artificial (IA) y el control de la energía necesaria para alimentarla.
Esta «carrera de poder» está generando ondas de choque en los suministros de materias primas. No se trata solo de oferta y demanda clásica; se trata de seguridad nacional. La tesis central del banco es que la necesidad de asegurar recursos críticos para la tecnología y la defensa creará ganadores muy claros en el mercado de commodities. Mientras el mundo se fragmenta, los activos tangibles vuelven a cobrar un protagonismo que no veíamos en décadas, actuando como un seguro contra la incertidumbre.
Sin embargo, no todo lo que brilla es oro en este informe, aunque el metal precioso sea la estrella. La estrategia sugiere que la volatilidad será la norma y que los inversores deben ser selectivos. Otros bancos de inversión importantes, como Morgan Stanley y JPMorgan, también han advertido recientemente sobre cómo la transición energética y la infraestructura de datos (Data Centers) están tensando la red eléctrica de Estados Unidos.
Goldman Sachs pone números a esta tensión: el auge de la demanda de energía por parte de la IA está a punto de ajustar el mercado eléctrico estadounidense, elevando el riesgo de precios más altos y cuellos de botella que podrían, irónicamente, frenar el propio progreso tecnológico.
El Oro: la apuesta de refugio definitiva hasta los u$s4.900
La predicción más explosiva del informe de Goldman Sachs recae sobre el metal más antiguo del mundo. El banco mantiene una convicción alcista extrema («long gold call«), proyectando que el precio del oro podría escalar hasta los USD 4.900 por onza para diciembre de 2026. Esto representaría una subida del 14% desde sus niveles actuales, impulsada por un miedo racional: la diversificación de los bancos centrales de Mercados Emergentes (EM).
Pero el rally no dependerá solo de los bancos centrales; Goldman ve un riesgo al alza proveniente de los inversores privados. Hasta ahora, gran parte del dinero minorista se había mantenido al margen, seducido por las altas tasas de interés de los bonos del Tesoro o el boom de las acciones tecnológicas. Sin embargo, a medida que las tasas se estabilicen y la incertidumbre política crezca, se espera una «ampliación de la diversificación» hacia el oro físico y los ETFs. Es, en palabras sencillas, la póliza de seguro definitiva que todo portafolio debe tener ante un mundo cada vez más inestable.
Esta visión es compartida, con matices, por otros gigantes del sector. Estrategas de Bank of America y Citi han señalado en notas recientes que el oro ha dejado de correlacionarse estrictamente con las tasas reales de interés, comportándose más como una moneda de reserva alternativa. Si bien Goldman es el más agresivo con su target de casi 5.000 dólares, el consenso en la «City» es que el piso del metal es sólido.
Para el inversor minorista, el mensaje es claro: el oro no es solo para conservadores o pesimistas. En la estrategia de 2026, el oro juega un rol ofensivo y defensivo a la vez. Ofensivo, por la apreciación de capital esperada ante la escasez; y defensivo, porque actúa como contrapeso ante posibles correcciones en el mercado de acciones si la burbuja de la IA encontrara un obstáculo.
Metales industriales: la divergencia entre el Cobre y el Aluminio
No todos los metales correrán la misma suerte en esta nueva era económica. Goldman Sachs propone una estrategia de «par» (pair trade) muy específica para 2026 y 2027: comprar cobre y vender aluminio. La razón detrás de esta apuesta es la divergencia fundamental en sus cadenas de suministro. El cobre se enfrenta a restricciones severas en la oferta minera; no hay suficientes minas nuevas entrando en producción para satisfacer la voraz demanda que exige la electrificación global y la construcción de centros de datos para Inteligencia Artificial.
El cobre es el «cable» que conecta el futuro. Desde los vehículos eléctricos hasta las redes de alta tensión necesarias para los data centers, todo requiere cobre. Goldman anticipa que el precio alcanzará nuevos máximos históricos a medida que esta escasez se haga evidente. Es una cuestión física: la geología no puede responder tan rápido como la demanda tecnológica. Por el contrario, la situación del aluminio es radicalmente opuesta y representa la otra cara de la moneda en esta estrategia de inversión dual.
El aluminio, según el análisis del banco, sufrirá por un exceso de oferta. China, en su afán por asegurar su propia seguridad de suministro, está impulsando fuertemente su producción y su expansión en el extranjero. Este «empuje de ultramar» de China inundará el mercado, manteniendo los precios deprimidos.
Mientras el cobre escasea por falta de inversión previa, el aluminio sobra por una política de estado del gigante asiático. Esta dinámica crea una oportunidad perfecta para los inversores sofisticados: apostar al alza del metal rojo y a la baja (o evitar) el metal ligero.
Energía: El fin de los precios altos en petróleo y gas
En un giro que podría sorprender a muchos, Goldman Sachs pronostica un alivio significativo en los costos de energía tradicional para los próximos años. El banco recomienda una posición «corta» (apostar a la baja) en petróleo y gas, anticipando dos grandes olas de suministro. Para el petróleo, ven un superávit en 2026 que llevará los precios promedio del Brent y el WTI a rangos de USD 56 y USD 52 por barril, respectivamente. Esto se debe a una última gran ola de oferta que mantendrá al mercado saturado, contrarrestando los esfuerzos de la OPEP por sostener los precios artificialmente altos.
Esta visión bajista se extiende dramáticamente al gas natural. Goldman recomienda una posición corta en el gas natural europeo (TTF) para la segunda mitad de 2027. La razón es la llegada de la «ola de suministro de GNL (Gas Natural Licuado) más grande de la historia» entre 2025 y 2032. Se espera que nuevos proyectos de exportación, principalmente de Estados Unidos y Qatar, inunden el mercado global, reduciendo los precios del gas en Europa cerca de un 35% para mediados de 2027.
Esta proyección contrasta con los temores de crisis energética vividos en 2022 tras la invasión de Ucrania. Si Goldman tiene razón, estamos entrando en una era de energía abundante y barata, al menos en lo que respecta a hidrocarburos. Esto es una excelente noticia para las economías importadoras de energía y para la lucha contra la inflación global, pero es una señal de alerta roja para las acciones de empresas petroleras que no tengan costos de extracción ultra bajos. Citi, conocido por sus posturas bajistas en crudo, ha resonado con argumentos similares sobre la eficiencia y la transición energética mermando la demanda futura.
La estrategia, entonces, sugiere alejarse de los productores de energía fósil tradicionales como vehículo de crecimiento a largo plazo. La rentabilidad en el sector energético vendrá de la eficiencia y el volumen, no de los precios récord. Para el inversor, esto implica rotar carteras: salir de la apuesta pura al precio del barril y buscar valor en sectores que se beneficien de energía barata o, como se mencionó antes, en los metales críticos que son insustituibles por la tecnología actual.
Guía práctica: cómo aprovechar estas tendencias desde Argentina
Para el inversor argentino, acceder a esta estrategia global es totalmente posible gracias a los CEDEARs (Certificados de Depósito Argentinos), que permiten invertir en empresas extranjeras desde la bolsa local y en pesos, atados a la cotización del dólar CCL. Para replicar la tesis alcista en oro de Goldman, la opción más directa es buscar empresas mineras de primer nivel. Barrick Gold (GOLD) y Yamana Gold (AUY) son los vehículos clásicos disponibles en el mercado local. Si bien tienen riesgo operativo propio de una empresa, suelen amplificar los movimientos del metal físico.
Para capturar la oportunidad en el cobre, la joya del mercado es Freeport-McMoRan (FCX). Es una de las productoras de cobre cotizadas más grandes del mundo y su CEDEAR tiene buena liquidez en Buenos Aires. Invertir en FCX es una forma directa de apostar a la escasez del metal rojo y a la necesidad de infraestructura para la Inteligencia Artificial. Al comprar este activo, el inversor argentino se cubre de la devaluación del peso y, simultáneamente, se expone a un sector con vientos de cola fundamentales para 2026.
En cuanto a la visión bajista en petróleo, la estrategia desde Argentina es más defensiva. Si Goldman tiene razón y el petróleo cae a USD 50, las acciones de grandes petroleras podrían tener un desempeño inferior. El inversor local podría optar por subponderar (tener menos cantidad) de CEDEARs de energía como Exxon o Chevron en sus carteras, o bien tomar ganancias si las compró a precios más bajos. No obstante, para perfiles más agresivos, el sector tecnológico (NVIDIA, Microsoft, Google) sigue siendo la forma indirecta de jugar la «carrera de poder» de la IA que menciona el informe, ya que son estas empresas las que demandarán toda esa energía y cobre.
Finalmente, es vital recordar la diversificación. Goldman Sachs habla de «valor de seguro» en las commodities. En un portafolio argentino, típicamente expuesto a riesgos locales, tener un porcentaje (5% a 10%) en CEDEARs de mineras de oro o cobre funciona como un estabilizador. No se trata de poner todos los ahorros en una sola ficha, sino de entender que el mundo va hacia una escasez de recursos físicos estratégicos. Como siempre, se recomienda consultar con un Asesor Financiero (ALyC) regulado por la CNV para ajustar estas ideas a su perfil de riesgo y horizonte temporal.
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