La Acadé tiene chance esta noche de volver a una semifinal internacional después de 27 años. Juega en el Cilindro, está solo un gol abajo y si algo ha mostrado el equipo es que tiene poder de gol. Con uno solo ya se gana, al menos, ir a los penales. En su último partido de local por la Sudamericana, metió seis.

La Acadé también puede, esta noche, quedarse casi sin nada. Su gran meta pasó a ser esta copa de la Conmebol. Va contra un rival brasileño que arranca en ventaja; no será el Santos de Pelé, pero tampoco es para subestimar. La gran pregunta con Racing siempre es: ¿a cuál veremos?

¿Al que se le caen los goles de los estantes, con una de las mejores mixturas de cantidad y calidad de jugadores de mitad de cancha para arriba, que pueden definir un partido por sí solos en cualquier momento? ¿O al que cae en pozos inexplicables, se desequilibra, defiende mal y con ingenuidad y hasta se vuelve apático?

Como sea, ganar sería seguir yendo por el único gran objetivo que, ojo, es dificilísimo; si pasa a Paranaense lo espera Corinthians, y luego la final (Cruzeiro, Libertad o Lanús). Con su imagen muy debilitada, Gustavo Costas seguramente estará al frente hasta el último intento. Más complejo es pensar qué hará si este cruce se pierde: quedarán dos zanahorias menores, aunque no despreciables.

Allí también le facturarán al DT haber puesto un equipo “demasiado” suplente el domingo, perdiéndole el paso a Vélez en la liga y dándole a Talleres la chance de alcanzarlo en esa tabla y en la anual para entrar en la Libertadores 2025.

En cualquier caso, Costas sigue porque en un club con elecciones dentro de poco más de dos meses ningún técnico vendrá ahora, pero en Racing ya nadie cree que haya que continuar con él. Y él, que sabe que tiene el boleto picado, en caso de perder la ilusión de la copa continental, ¿querrá quedarse hasta fin de año?