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ECONOMIA

Caputo confirmó que el Tesoro compró u$s200 millones para reforzar las reservas del BCRA

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En una semana marcada por movimientos inusuales en la plaza cambiaria y renovadas dudas sobre la consistencia del modelo, el Gobierno confirmó que el Tesoro Nacional compró u$s200 millones en el mercado de cambios, utilizando recursos del superávit primario. La maniobra, orientada a reforzar las reservas del Banco Central (BCRA), se concretó en medio del creciente escrutinio del mercado sobre la solidez del frente externo.

La noticia fue convalidada por el propio ministro de Economía, Luis Caputo, quien respondió con un escueto «verdadero» a un posteo en la red social X que daba cuenta de la intervención. Aunque no se trató de una operación directa del BCRA, sí implicó participación del Estado y generó impacto inmediato: operadores detectaron compras «por bloques», típicas de grandes jugadores como provincias, bancos o empresas, lo que elevó el tipo de cambio oficial por encima de los $1.200.

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El mensaje de Luis Caputo en el que confirmó que el Tesoro compró u$s200 millones para reservas

La estrategia de Luis Caputo para sumar reservas al Banco Central

El secretario de Finanzas, Pablo Quirno, también intervino públicamente en el debate y aportó más detalles sobre la estrategia del equipo económico. A través de X, recordó que «comprar en el mercado de cambios no es la única manera que tiene el BCRA/Tesoro de comprar reservas», y detalló que también se utilizan mecanismos como repos, bonos BONTE, «block trades» y ventas de activos.

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«Algunas de estas alternativas ya han sido utilizadas, comprando aproximadamente u$s4.000 millones en el último mes sin afectar el mercado de cambios», remarcó. Según datos oficiales, vía BONTE el Tesoro ya captó u$s1.500 millones, mientras que recientemente se formalizó un préstamo repo por u$s2.000 millones con un consorcio de siete bancos internacionales.

En ese mismo mensaje, Quirno salió al cruce de quienes señalan la existencia de un atraso cambiario. «El dólar flota. Si alguien considera que está atrasado (o adelantado), puede tomar decisiones en consecuencia», planteó.

También se refirió al creciente déficit de cuenta corriente, al que calificó como «consistente con una economía que está creciendo arriba del 5%» y vinculado con «el aumento de importaciones de bienes de capital».

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Además, apuntó contra lo que consideró un «adelantamiento de importaciones» motivado por expectativas de devaluación que no se concretaron y por el cambio en las tarifas de importación anunciado por Estados Unidos.

«Otro tema totalmente diferente (e inédito en nuestra historia) es que, al tener equilibrio fiscal financiero, el déficit de cuenta corriente lo financia enteramente el sector privado», concluyó. En un segundo posteo, también desmintió que el Gobierno esté interviniendo en el tipo de cambio mediante ventas de bonos: «No es cierto que intervenimos en el mercado de cambios como se dijo ayer».

Las reservas bajo la lupa y la tensión con el campo

A pesar de los esfuerzos oficiales por despejar las dudas, el frente externo sigue generando inquietud. Esta semana, el viceministro José Luis Daza reconoció en un foro financiero que durante mayo el BCRA vendió u$s1.900 millones en el mercado de futuros, aunque lo calificó como una intervención «puntual» y con aval del FMI.

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La falta de divisas frescas del agro también pesa. Andrés Costamagna, director de la Sociedad Rural, criticó la decisión del Gobierno de no prorrogar la baja transitoria de retenciones a la soja, que volverán a ubicarse en el 33% a partir del 1° de julio. «Si la medida se implementa, la liquidación de divisas podría detenerse abruptamente. Se van a quedar secos hasta noviembre», advirtió.

Según estimaciones del sector, los productores aprovecharon el esquema de menores tributos para mejorar márgenes y ahora podrían optar por retener parte de la cosecha, a la espera de un mejor contexto cambiario. Además, varios se habrían volcado al carry trade, vendiendo soja para posicionarse en instrumentos en pesos a tasa fija hasta noviembre.

Además, como suele suceder a fin de mes, los últimos días de junio estuvieron marcados por una mayor presión compradora. Pero además, hubo movimientos relevantes en las licitaciones del Tesoro: en la última subasta no se incluyó ningún bono ajustado por tipo de cambio oficial. Esta decisión motivó un desplazamiento de inversores desde títulos dólar linked hacia posiciones en el mercado de futuros, lo que fue leído por analistas como una señal de alerta sobre la estrategia del Gobierno.

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Mientras tanto, el Ejecutivo insiste en su narrativa de disciplina fiscal, recuperación de reservas y flotación cambiaria. Sin embargo, los movimientos en la plaza y la falta de señales concretas de financiamiento externo siguen alimentando la cautela del mercado. La tensión entre las palabras del equipo económico y las expectativas devaluatorias no está saldada.

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ECONOMIA

Caputo sube tasas ante mega vencimiento de deuda, en un test clave para el futuro del dólar

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El mercado está en vilo por la próxima licitación de bonos del Tesoro, donde se juega mucho más que la capacidad de renovación de deuda: será un verdadero test sobre la credibilidad del plan económico.

Vencen unos $22 billones -el doble que en la desastrosa licitación de fines de julio, cuando a pesar de haber convalidado una alta tasa nominal anual de 65%, igualmente los bancos dejaron un 24% sin «rollear». En otras palabras, quedaron circulando en el mercado unos $2,8 billones, lo que forzó al Banco Central a endurecer su política de encajes, de manera de absorber una peligrosa liquidez que podía presionar a los precios y al dólar.

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Pero, acaso más grave que la volatilidad del mercado y las críticas por la manera en que se desarmó la «bola de LEFIs» que estaban en poder de los bancos, lo que más perjudicó al gobierno fue el hecho de que varias de sus frases de cabecera quedaron en tela de juicio.

Para empezar, la condición de «endógena» de la tasa de interés. Lo que quedó en evidencia es que el gobierno ha intervenido de varias formas indirectas, tanto para influir sobre el dólar como sobre la tasa. En el momento en que le preocupó la devaluación, llevó arriba la tasa de interés como forma de volver a hacer atractivo el «carry trade» y contener al dólar.

También quedó devaluada la argumentación del «punto Anker», que en otros tiempos llevaba a Toto Caputo a festejar cuando un «rolleo» era inferior al 100%, porque se interpretaba que los bancos preferían canalizar la liquidez hacia el crédito, en el marco de una economía pujante.

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Por lo pronto, la expectativa del mercado para la próxima licitacióin es que el gobierno se resignará a pagar una tasa muy alta, como forma de mantener la estabilidad. Hablando en plata, se estima que no podrá haber un interés menor al 55% anualizado, porque se arriesgaría a que los bancos vean el «rolleo» más bajo que su costo de fondeo financiero.

La tasa, variable de ajuste

Lo cierto es que ya no hay celebraciones cuando una licitación termina inyectando pesos al mercado. De hecho, los economistas hablan sobre una ralentización del crédito -coincidente con una suba en la morosidad bancaria-. Y el episodio de las LEFIs dejó en claro que los pesos excedentes trajeron efectos secundarios negativos, como la disparada en el costo de la liquidez inmediata para las empresas por descubiertos en cuenta corriente.  

Es una práctica común en empresas que deben afrontar un volumen alto de pesos concentrado en pocos días -salarios del personal, pagos a proveedores, entre otros- y que se financian con su banco por quedar unos días con la cuenta en negativo. Esa tasa se ubicaba en 32% a inicios de julio, subió abruptamente a 54% nominal anual cuando se produjo la crisis de las LEFIs y siguieron su camino ascendente hasta superar el 80% en algunos bancos. Actualmente está en torno de 63%.

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En definitiva, ahora parece estar ocurriendo lo opuesto a la situación de hace unos meses, cuando fuera cual fuera el resultado de la licitación, el gobierno encontraba la forma de presentarlo como un dato positivo. Ahora, si no se llega al «rolleo» total en un vencimiento tan alto y luego de la reciente suba de tasas, se lo interpretará como una falta de credibilidad sobre el sostenimiento del plan económico, y particularmente del esquema cambiario post elecciones.

Pero si se produce la renovación total de los vencimientos, igual habrá críticas, porque ese dato abonará los temores de quienes denuncian un enfriamiento en la actividad industrial y comercial, y una creciente dificultad de acceso al crédito para los clientes que no sean de primera línea.

Lo cierto es que llamó la atención de los analistas la presión alcista de las tasas de vencimiento corto, con rendimientos mayores a 3,5% efectivo mensual -en términos anualizados supera el 50%-. Es decir, más del doble de la inflación proyectada.

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Muchos ven allí una política deliberada para favorecer la estabilización cambiaria. «Las tasas en pesos jugarán un rol clave, y de hecho el propio FMI las caracterizó como una de las herramientas para contener eventuales presiones del sector externo. En ese sentido, resaltamos que, dado el incremento en el requerimiento de encajes a los bancos, podría verse cierta presión sobre la liquidez y las tasas, incrementando estas», apunta la gestora de fondos SBS.

Endógena, pero no tanto

Una de las formas de intervención consiste en la postura de contratos en el mercado de futuros del dólar -a un costo de $400.000 millones en julio-, de manera de revertir expectativas devaluatorias. Pero, sobre todo, lo que se logra de esa forma es abaratar el costo de la cobertura para los inversores.

Es decir, se vuelve a hacer posible lo que en la jerga financiera llaman «tasa sintética», que consiste en invertir en un título en pesos y, simultáneamente comprar un contrato en el mercado de futuros, una especie de «seguro anti devaluación». Para que esa operación tenga sentido, la tasa que paga el bono tiene que ser mayor que el costo de la cobertura en futuros.

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Como esa tasa implícita de futuros venía en alza y tornaba demasiado caro el «carry trade», hubo una fuerte intervención que llegó al equivalente por u$s3.750 millones.

La otra forma de incidir sobre la «tasa endógena» es endurecer las condiciones de liquidez monetaria. Es algo que se está notando en el cambio de estrategia del BCRA, que está absorbiendo pesos después de un período de expansión.

Los últimos informes indican que el agregado monetario «M2 transaccional privado» -incluye el dinero circulante, las cuentas corrientes de bancos y las cajas de ahorro- tuvieron una baja nominal de 2,3% en lo que va del mes.

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También se redujeron otros agregados que miran los analistas, como el M3 -incluye, además, los depósitos a plazo fijo y los depósitos del sector público-. En este caso, la variación negativa es de 1,9%.

¿Con qué pesos?

Lo que algunos analistas críticos están interpretando es que el gobierno cambió su definición sobre cuál es el indicador relevante para hablar del «congelamiento monetario» y decidió no correr más riesgos.

Lo cierto es que los funcionarios del equipo económico ya no muestran la confianza de otros momentos. Y el mayor blanco de los ataques fue el secretario de Finanzas, Pablo Quirno, a quien le gusta polemizar en las redes con los críticos del plan económico. Muchos le recordaron con sorna que en otros tiempos, el secretario había propuesto que se estamparan remeras con la inscripción «¿Con qué pesos?». Las chicanas indican que esas remeras bajaron drásticamente de precio.

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También abundaron los memes vinculados a la sigla TMAP, que en la intimidad del gobierno significa «todo marcha acorde al plan», pero que en el mercado financiero acaba de ser resignificada como «Tasas Muy Altas, Pablo».

Luego de la última licitación en la que se convalidó la tasa anualizada de 65%, y en medio de la renovada carrera entre el dólar y las tasas, un analista que le preguntó al secretario Quirno de dónde saldrían los fondos para pagar los intereses de Lecap a su vencimiento, el funcionario respondió con un lacónico «se refinancia».

Es en ese contexto que se comenzó a hablar de una «bomba de Lecaps» y que lo que el gobierno presenta como una mejora en el perfil de deuda no fue más que cambiar el déficit cuasifiscal -las Leliqs y pases a un día que pagaba el Banco Central- por una nueva deuda.

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ECONOMIA

En los últimos 12 meses cerraron 16.000 kioscos y las ventas cayeron 40% en dos años

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Ernesto Acuña, vicepresidente de la Unión de Kiosqueros de la República Argentina (UKRA), detalló la complicada situación que vive el comercio de cercanía

10/08/2025 – 12:11hs

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En los últimos doce meses, unos 16.000 kioscos de barrio cerraron sus puertas en Argentina, reduciendo el total de comercios formales a menos de 100.000 de ese tipo. Así lo aseguró Ernesto Acuña, vicepresidente de la Unión de Kiosqueros de la República Argentina (UKRA), quien explicó las causas de los alarmantes números que sacuden al sector, que enfrenta una crisis debido a la drástica caída de ventas derivada del derrumbre del poder adquisitivo de los consuidores.

Acuña describió un panorama desolador para el sector, destacando que la recesión económica impactó fuertemente en el poder adquisitivo de los consumidores. «El kiosco es como la postal de una ciudad, de un pueblo, pero están cerrando por varias razones. La principal es la recesión que se está viviendo desde hace tiempo», afirmó en declaraciones radiales.

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De acuerdo a Acuña, el número de kioscos activos cayó de 112.000 a 96.000 en un año. «Preguntamos cuántas razones sociales de kioscos activas había y nos dijeron que éramos 96.000. Por primera vez somos menos de 100.000 kioscos», señaló, confirmando que 16.000 comercios cerraron en apenas doce meses.

La caída en las ventas fue otro factor crítico. Desde la UKRA reportaron una disminución del 40% en los últimos dos años, con una baja del 30% al 35% en bebidas durante el verano. «Se vende menos, mucho menos. No hay plata. La gente se pasa a segundas marcas, compra cigarrillos más baratos», indicó Acuña.

También destacó que los costos operativos, como alquileres y sueldos, varían según la ubicación de cada kiosco, lo que complica aún más la rentabilidad. «Un alfajor triple promedio está en $1.500, pero en algunos lugares, por alquileres más caros o empleados, los costos suben», agregó.

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Consultado sobre el impacto de la suba del dólar, Acuña desestimó las afirmaciones de que no afectó los precios. «Pasa lo mismo que cada vez que hay una elección. En el segundo semestre, se viene una disparada de precios. Esté quien esté, con cualquier color político, siempre hay especulación, el dólar se dispara y los precios aumentan», cerró, reflejando la inestabilidad económica que golpea al sector.



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El «estrés económico» de la clase media y la verdad sobre por qué bajan los precios, según la UCA

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Agustín Salvia, director del Observatorio de la Deuda Social Argentina de la Universidad Católica Argentina explica el «estrés económico»

10/08/2025 – 11:41hs

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Las familias argentinas atraviesan crecientes dificultades para llegar a fin de mes. Al respecto, Agustín Salvia, director del Observatorio de la Deuda Social Argentina de la Universidad Católica Argentina (UCA) atribuyó esta problemática a una contracción del consumo derivada de las políticas de ajuste implementadas recientemente por el Gobierno, que derivan de lo que denominó «estrés económico».

Salvia describió que la elevada crisis económica entre finales de 2023 y principios de 2024, agravada por medidas consideradas «autoimpuestas», tuvo un impacto profundo en los hogares. Según el especialista, la inflación se redujo no gracias a un plan económico exitoso, sino porque la falta de masa monetaria deprimió la demanda y terminó por bajar los precios.

«Tuvimos una crisis muy fuerte, producto de políticas que algunos consideran autoimpuestas para lograr una estabilización macroeconómica», afirmó el especialista este domingo, en declaraciones radiales.

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Los aumentos en los costos de servicios y mercancías (como combustible, transporte, gas, luz, agua y comunicaciones) elevaron significativamente los gastos fijos de los hogares, afectando sus ingresos disponibles y recortando el consumo en bienes esenciales como alimentos, indumentaria y otros rubros básicos. Este fenómeno fue denominado por Salvia como «estrés económico».

Aunque la inflación bajó, el experto señaló que esto no se debió a un plan económico virtuoso, sino a una caída en el consumo. «No hay masa monetaria que refuerce la demanda, y las políticas de ajuste redujeron el consumo, lo que a su vez bajó los precios», explicó.

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El aumento de los costos de servicios básicos, como combustible, transporte, gas, luz, agua y comunicaciones, incrementó significativamente los gastos fijos de las familias. «El ingreso corriente se ve afectado porque los gastos fijos aumentaron fuertemente. Esto reduce el consumo en alimentos, vestimenta y el funcionamiento básico del hogar», precisó Salvia. Este fenómeno, que denominó «estrés económico», reflejó la creciente incapacidad de los hogares para cubrir sus necesidades básicas.

En cuanto al futuro, advirtió que si el gobierno continúa retirando pesos del mercado, la situación podría empeorar: se profundizaría el ajuste, disminuiría aún más el consumo, aumentaría la deuda familiar para cubrir alimentos y podrían incrementarse las moratorias en tarjetas de crédito, profundizando la restricción económica en los hogares.

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