ECONOMIA
Después del festejo por el IPC de junio, el regreso de un fantasma: el contagio del dólar a los precios

Uno de los principales motivos de festejo en el gobierno es que el 1,6% que marcó el IPC de junio ocurrió en simultáneo con un alza del dólar, lo cual podría interpretarse como un síntoma de que la economía argentina está fuera de riesgo del «contagio a precios» –pass through, en la jerga financiera-.
Sin embargo, en el mercado hay advertencias en el sentido de que todavía es pronto como para celebrar, y que en el corto plazo podría verse un empeoramiento de los indicadores.
Tanto en mayo como en junio, el ministro Toto Caputo tuvo éxito en contener a los supermercados y las grandes empresas alimenticias, que como acto reflejo habían remarcado sus listas de precios luego de que se anunciara el levantamiento del cepo cambiario.
Pero el argumento del ministro era que se mantendría la estabilidad del tipo de cambio y que, por lo tanto, nadie podría alegar un aumento del costo de insumos importados. Esa promesa fue cierta sólo hasta el 20 de junio. A partir de allí, el dólar «flotante» empezó un camino ascendente que no ha tenido freno.
De hecho, en la primera mitad de julio, ya se registra un alza de 6,2%. Y los analistas destacan que esto ocurre incluso cuando el Banco Central intensificó su presencia en el mercado de futuros del dólar para tratar de aplanar la curva.
Pero no hay expectativa respecto de que el tipo de cambio pueda volver a un período de calma. Juegan en contra la estacionalidad de la exportación agrícola -que tuvo su máximo en junio y ya empieza a reflejar un freno- y, además, factores internacionales, como las bajas en las cotizaciones del petróleo y las materias primas agrícolas.
Y, además, está el contexto político. Es tradición que aumente la demanda por dólares en la previa de cada elección. Y los analistas afirman que la votación legislativa de octubre no será la excepción. De hecho, se estima que los ahorristas se están llevando de los bancos un promedio de u$s100 millones diarios.
Parte de ese monto queda en el sistema bancario, como lo muestra el hecho de que cuando los depósitos en moneda extranjera se expandieron en u$s427 millones, luego de dos meses prácticamente estancados. A fin del mes pasado, el stock era de u$s30.842, un nivel que no se veía desde febrero.
El nivel mínimo se alcanzó a fines de abril, con u$s29.047 millones, tras una caída continua desde el pico alcanzado en octubre, cuando por efecto del blanqueo de capitales se llegó a un nivel de u$s34.225 millones.
¿Se aplana la curva de devaluación?
En todo caso, lo que se están preguntando los economistas es si, en caso de que la evolución del tipo de cambio mantenga la tendencia de las últimas semanas, se disparará el temido contagio del dólar a los precios.
Si el ritmo devaluatorio actual se mantuviera, eso implicaría que a fines de junio el dólar llegaría a $1.340, apenas un 7% debajo del techo de la banda de flotación -actualmente esa distancia es de un 10%-. Pero los analistas no creen que eso pueda ocurrir: los contratos del Rofex marcan $1.289 para fin de mes, $1.316 para fines de agosto y $1.351 para septiembre.
En otras palabras, si efectivamente el tipo de cambio cumpliera esas cifras, entonces la suba del dólar de julio será de 5,5% y luego caerá a una tasa algo superior al 2% mensual. En cualquier caso, será un ritmo de depreciación del peso mayor a la inflación de los últimos meses.
Dólar y el fantasma del contagio a precios
Ante cada incremento del tipo de cambio, suele verse un reflejo inmediato en los precios de artículos importados, o de manufactura nacional pero con un fuerte porcentaje de componentes traídos del exterior.
Esos rubros se han mantenido relativamente contenidos, dado que, como contrapeso a la suba del dólar, la apertura comercial -con bajas arancelarias y desregulaciones para la compra minorista- le pone un tope a las subas de precios en el mercado doméstico.
Es así que, en junio, rubros como el textil fueron los que marcaron la menor variación, en torno de 0,5% frente al IPC general de 1,6% y frente a los servicios, que estuvieron por encima del 3%.
En términos de Javier Milei, se está registrando el «principio de imputación de Menger», según el cual será la propia negativa de los consumidores a convalidar mayores precios lo que mantenga contenido al IPC.
Es probable que esa situación se siga verificando para los productos expuestos a la competencia importada. En cambio, sigue abierto el interrogante respecto de cómo reaccionará la industria alimenticia ante la suba del dólar.
Ahí juegan dos fuerzas contrapuestas: por un lado, el consumo masivo no ha terminado de recomponerse y los empresarios se quejan de números flojos en las ventas. Eso juega a favor de un mantenimiento de los precios, en detrimento de los márgenes de ganancias empresarias.
Pero también hay un ojo puesto en el dólar, dado que varios insumos de la industria alimenticia son importados. Es un tema que se sigue muy de cerca. Trascendió que, mientras el dólar estuviera por debajo de los $1.300, no ocurriría el efecto «pass through». Pero no falta mucho para eso: con suerte, las litas de precios se mantendrán en julio, pero inevitablemente tendrán una revisión el mes próximo.
Inflación: ¿una suba en julio?
En lo que va de julio, las consultoras que miden los precios de alimentos observan variaciones moderadas, aunque algo por encima de las registradas en junio.
Por caso, LCG midió 0,7% y 0,3% respectivamente en la primera y segunda semana, que es cuando suelen concentrarse los retoques de precios. Su promedio de cuatro semanas está en 1,8%.
Analytica, por su parte, tuvo mediciones similares y pronostica una suba de 1,9% para el nivel general de precios, con la carne otra vez empujando el promedio al alza.
De momento, la mayoría de las consultoras prevén para julio un IPC en torno de 1,8%, aunque la reciente publicación del dato del Indec -y los movimientos del dólar- podrían hacer variar esas previsiones.
Lo que viene para los próximos meses, en todo caso, es un escenario en el que el dólar se mueva más rápido que el IPC. Es una reversión del efecto de atraso cambiario observado a inicios de año, antes de que se levantara el cepo.
La gran duda del mercado es si el gobierno se siente cómodo con esa situación. Su discurso siempre ha hecho hincapié en que el tipo de cambio estable es una de «las tres anclas» -junto con el superávit fiscal y la contracción monetaria- sobre las que se basa el programa económico.
Sin embargo, en sus últimas exposiciones, el ministro Toto Caputo destacó la recuperación de competitividad de la economía, por el hecho de que el peso argentino se devaluó al mismo tiempo que las monedas de los países vecinos se revaluaron.
De hecho, cuando anunció que el Tesoro comenzaría a comprar dólares para acumular reservas, desmintió las acusaciones de que quisiera «planchar» al tipo de cambio. Y expresamente dijo que si el dólar cayera, sería nocivo para sectores cuya competitividad está comprometida, como las economías regionales.
En su comentado discurso del IAE -donde abordó las críticas por el déficit de cuenta corriente– directamente mostró como una virtud del programa argentino el hecho de que el peso haya ido a contracorriente de la región: se devaluó un 12% contra el dólar mientras que el real brasileño se había fortalecido un 8%, el peso mexicano un 7% y el peso colombiano un 6%.
Argentina, ya no tan cara en dólares
Fue en ese contexto que el gobierno celebró que, después de muchos meses en que los precios argentinos subieran medidos en dólares, ahora se esta produciendo un abaratamiento relativo.
Un informe del economista Alberto Cavallo, director de PriceStats, sorprendió al comparar una canasta de bienes idénticos, que incluye electrónica, alimentos y combustibles: reporta un fuerte abaratamiento de los precios en Argentina.
Cavallo argumenta que la combinación de devaluación del peso, la apertura comercial, el freno en la inflación y la revaluación de las monedas regionales ante el dólar han cambiado esa ecuación. El economista aplica un criterio de «paridad de compra», que tiene en cuenta no sólo el precio nominal sino el nivel de ingreso en cada país.
Su conclusión más sorprendente: la canasta de bienes en Argentina es hoy un 3% más barata que en Brasil y un 1% más barata que en Estados Unidos. Aclara que en productos de electrónica, los precios argentinos siguen más altos, pero que la caída en otros rubros llevó a que, en el promedio, el país esté más competitivo.
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ECONOMIA
Menos bancos ofrecen descuentos en supermercados: dónde conseguís las promociones más convenientes

Históricamente, el fin de mes argentino se marcaba con el calendario de descuentos bancarios. El lunes de «x» banco, el martes de «y» tarjeta y los miércoles de «z» entidad eran rituales sagrados que permitían a las familias reducir el impacto de la inflación en la canasta básica.
Sin embargo, en un escenario de altas tasas de interés, menor liquidez y crecientes regulaciones, los bancos están retirando la pesada artillería de los descuentos del 20% o 30% en las grandes cadenas de supermercados.
El negocio de «poner plata» para subsidiar el consumo se volvió demasiado caro para el sector financiero. La plaza que dejan vacía las entidades tradicionales no tarda en ser ocupada por nuevos y agresivos competidores: las propias cadenas de retail y, sobre todo, las billeteras virtuales y fintech.
La nueva geografía del descuento obliga al consumidor a cambiar su estrategia. Olvídese de esperar un día fijo; la clave ahora está en la fidelización a la marca y la tecnología.
La retirada de los bancos: costo y riesgo
La retracción de los grandes bancos en el segmento de supermercados responde a una lógica económica ineludible. Subsidiar un 20% o 30% del ticket promedio en compras masivas es un costo millonario que las entidades solían compensar con la rentabilidad de las tarjetas de crédito (especialmente los intereses de financiación).
Hoy, la combinación es letal:
1. Altas tasas: las tasas de referencia elevadas encarecen el costo del dinero que los bancos utilizan para fondear esos descuentos.
2. Riesgo de incobrabilidad: en un contexto de crisis, el riesgo de que el cliente se endeude y no pueda pagar la tarjeta aumenta, haciendo más riesgoso el negocio.
3. Tope de reintegro bajo: los pocos descuentos que se mantienen tienen topes de reintegro que han quedado licuados por la inflación, perdiendo atractivo para el consumidor de altos volúmenes.
Los nuevos amos del descuento: las cadenas y las Fintech
A medida que los bancos tradicionales se repliegan, dos actores toman el protagonismo absoluto en el mostrador del supermercado:
1.Programas de Fidelización de la Cadena (el descuento directo)
Las grandes cadenas entendieron que no pueden depender de la billetera de un tercero para atraer clientes, por lo que potenciaron sus propios programas de fidelización. El objetivo es simple: capturar datos del consumidor, conocer sus hábitos y ofrecerle descuentos segmentados.
• Carrefour: su estrategia es una de las más agresivas. La Tarjeta Mi Carrefour ofrece descuentos directos en caja (20% a 30%) en una gran variedad de productos y categorías clave de la canasta básica (como lácteos, panificados, limpieza), todos los días.
• Jumbo / Disco / Vea: pertenecientes al mismo grupo, estas cadenas se apoyan fuertemente en su tarjeta de fidelización o en cupones personalizados a través de la app. Si bien mantienen algunos convenios bancarios, el descuento más inmediato y frecuente se obtiene siendo un cliente registrado de sus programas.
• Coto: la Tarjeta Comunidad Coto es su principal herramienta. Si bien históricamente fue la cadena que más negoció descuentos con entidades financieras, hoy refuerza los descuentos directos por categorías o los días temáticos exclusivos para sus socios.
• Día: la cadena de origen español utiliza su Club Día no solo para ofrecer importantes descuentos en productos seleccionados, sino como un motor de crecimiento que compite directamente con las marcas propias.
2.Billeteras Virtuales y Apps de Pago (El Descuento de Bolsillo)
Las fintech y billeteras virtuales, con su menor estructura de costos y estrategias basadas en la adquisición masiva de usuarios, se convirtieron en el socio preferido de las cadenas:
- Mercado Pago: si bien su esquema de descuentos es dinámico, logró insertarse como una opción de pago con reintegro frecuente en supermercados (a través de códigos QR), ofreciendo un cashback directo a la cuenta virtual.
- Bancos Digitales y Billeteras Propias: entidades con una menor estructura física (como los bancos digitales) o billeteras propias de entidades tradicionales con foco joven (como Modo) son las que mantienen una presencia más activa, aunque con topes bajos, para retener a sus usuarios en el ecosistema de pago.
¿Quién ofrece los mayores descuentos Hoy?
El podio de los descuentos ha cambiado de manos, por lo que hay que afinar la puntería para estar atento y aprovechar las diferentes propuestas.
Carrefour
Los mayores descuentos los ofrecen Banco Nación (BNA+ y MODO), del 30% hasta $12.000 semanales.
Por su parte, Banco Patagonia ofrece el 35% de descuento para sus clientes Sueldo Superior, con un tope de $15.000 mensuales.
Coto
Pasando a supermercado Coto, los máximos que ofrecen los bancos son del 30%, según este detalle:
- Credicoop MODO: 15.000 semanales, los lunes.
- Bancos Santa Fe, San Juan, Entre Ríos y Santa Cruz: sin tope, los lunes.
- Supervielle clientes Identité, sín tope, los martes
- Macro Selecta: $25.000 mensuales, los miércoles
- Comafi: sin tope, los miércoles
- Banco Nación (BNA+ MODO): $12.000 semanales, los miércoles
- Columbia: sin tope, los jueves.
Dia
En el caso de Día, los mayores descuentos también son del 30%.
- Así, Banco Santa Fe MODO tienen un tope de $16.000 semanales, los lunes
- Banco Nación (BNA+ MODO): $12.000 semanales, los miércoles.
- Macro para sus clientes Selecta: $25.000 semanales, los miércoles
- Banco Entre Ríos MODO: $16.000 semanales, los jueves
En definitiva, si el consumidor quiere obtener el mayor alivio en el ticket del supermercado, su fidelidad debe estar con la propia cadena.
Los descuentos directos ofrecidos por los clubes de socios (Carrefour, Coto, Día) son hoy los más profundos, frecuentes y con mayor aplicabilidad directa en la góndola, superando la potencia de fuego que alguna vez tuvieron las tarjetas de crédito tradicionales. El futuro del ahorro en el supermercado es digital y está en manos de la propia tienda.
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ECONOMIA
El Gobierno seguirá utilizando al dólar como ancla para acelerar el proceso de desinflación en 2026

En varias apariciones públicas, incluida la de ayer en la Conferencia Anual de FIEL, Luis “Toto” Caputo dejó en claro que el sistema de bandas cambiarias llegó para quedarse. Se trata de una definición de gran importancia para los mercados, porque hasta la semana pasada la opinión prácticamente unánime de los bancos de inversión en Wall Street era que Argentina debía ir hacia un esquema de flotación del dólar.
La explicación que brindó el ministro de Economía es que el esquema de bandas permite que “los argentinos se vayan a dormir tranquilos”, básicamente al evitar sobresaltos en el tipo de cambio de la noche a la mañana.
Establecer un esquema de ajuste gradual del techo de la banda (similar al crawling peg que existió hasta marzo) no es otra cosa que volver a utilizar al dólar como ancla antiinflacionaria. De hecho, el ajuste del 1% se mantiene bien por debajo de los niveles de inflación, que en octubre cerró en 2,3%, según informó ayer el INDEC.
Por lo tanto, el tipo de cambio seguirá actuando como una guía clave para impulsar la desaceleración de los precios. La posibilidad de ajustar hacia arriba al 1,5% mensual el techo de la banda cambiaria surgió como rumor tras una reunión de Caputo en Nueva York, pero no fue avalado por fuentes oficiales.
Uno de los datos más significativos de este año es que el aumento del dólar no repercutió de manera significativa en la inflación. El superávit fiscal y el control de la emisión monetaria para financiar al Tesoro fueron claves para lograr esa desconexión. Sin embargo, el efecto no fue nulo. La inflación mayorista se mantuvo en los últimos dos meses por encima del 3%, lo que implica un aumento de los insumos que utilizan las empresas, en especial los importados.
Esta brecha que se abrió entre la inflación mayorista y la minorista podría jugar en contra de una desaceleración más rápida de los precios al menos en los próximos dos o tres meses. Muchas empresas sufrieron una fuerte caída en sus márgenes y ahora se ven obligadas a recomponer sus niveles de ganancias, aunque todo dependerá de cómo reaccionen las ventas.
Caputo destacó ayer que el tipo de cambio se mantiene en niveles de competitivos y subrayó el récord de exportaciones de los últimos meses, tanto en lo que respecta a la venta de bienes como también la denominada economía del conocimiento.
El dólar minorista bajó otro escalón ayer, al pasar de $1.445 a $ 1.435. Se está produciendo el proceso de remonetización de la economía que ya el equipo económico vaticinaba para el período post elecciones.
La caída del tipo de cambio en un momento en el que la oferta de divisas no es significativa muestra que la demanda se mantiene en niveles extremadamente bajos. Muchos ahorristas que se habían dolarizado en la etapa preelectoral ahora se ven obligados además a vender sus dólares para hacer frente a los gastos cotidianos.
En la conferencia organizada por FIEL, Domingo Cavallo advirtió que para mantener el esquema de bandas cambiarias es imprescindible que el Banco Central arranque con el proceso de acumulación de reservas. “Nadie le va a creer al Gobierno que tiene espaldas para mantener las bandas si antes no puede fortalecer al BCRA”, explicó, al tiempo que también exhortó a liberar las trabas cambiarias que subsisten.
En las semanas previas a las elecciones, fue el Tesoro norteamericano el que tuvo que poner los dólares que ya no tenía su par argentino, que se había gastado todo, mientras que el Central solo estaba dispuesto a utilizar a cuentagotas los USD 14.000 millones que había utilizado del préstamo del FMI.
ECONOMIA
Caputo anticipó un cambio de estrategia para las reservas y adelantó cómo pagará la deuda en enero

El ministro de Economía Luis Caputo adelantó este miércoles cómo planea el Gobierno enfrentar los importantes vencimientos de deuda previstos para enero y minimizó la relevancia de acumular reservas exclusivamente para cumplir con esos compromisos o con las metas del FMI.
Durante su exposición, también explicó los fundamentos del esquema de bandas cambiarias, defendió el nivel actual del dólar y afirmó que las reservas netas son positivas, estimándolas en torno a u$s1.500 millones, ya que -según su criterio- no deben incluirse los préstamos con el Fondo.
Luis Caputo ratificó las bandas del dólar y habló de las reservas
Las declaraciones se dieron durante la Conferencia Anual de la Fundación de Investigaciones Económicas Latinoamericanas (FIEL), donde el funcionario repasó la situación fiscal y el proceso de desinflación antes de centrarse en la cuestión cambiaria. Allí reiteró que «voy a seguir manteniendo la flotación entre bandas», aunque esta vez se detuvo en justificar su decisión.
Caputo sostuvo que, pese a las críticas por la cercanía del tipo de cambio al límite superior, «el techo está muy bien calibrado, por lo que Argentina no tiene problemas de competitividad». En ese sentido, destacó que el país registra niveles récord de exportaciones en sectores como la economía del conocimiento, los servicios y los bienes industriales. «Los flujos a venir están en el orden de los u$s25 millones de dólares», anticipó, y estimó que para 2031 el superávit energético y minero «va a ser el doble que la del agro», incluso con la eventual eliminación de las retenciones.
El ministro recordó que el sistema de bandas cambiarias fue utilizado por distintas naciones en sus programas de estabilización y señaló que «todavía no es momento de flotar libremente». Retomando un argumento del vicepresidente del Banco Central, Vladimir Werning, explicó que «la inestabilidad de demanda de dinero es brutal», agregando que «esto no es normal en prácticamente ningún país».
Al analizar la coyuntura previa a las elecciones legislativas, afirmó que «el nivel de dolarización que hubo no se vio nunca», y ejemplificó que llegó al 42% del M2 (efectivo, depósitos a la vista y plazos fijos). A su entender, «el país no tiene aún la credibilidad que necesita y hoy Argentina tiene volatilidad política», por lo que llamó a «recibirnos de país serio». En esa línea, comparó la situación actual con la salida del cepo durante el gobierno de Mauricio Macri, que —según Caputo— derivó en una crisis fiscal que reinstaló el control cambiario. «Flotamos, y vuelve el cepo», resumió.
Otro de los puntos abordados fue la falta de profundidad del mercado de cambios local. Caputo indicó que antes de las elecciones se operaban alrededor de u$s200 millones diarios, mientras que ahora el volumen ronda los u$s90 millones, lo que refleja una «actividad reducida».
Cómo planea Luis Caputo afrontar los vencimientos de deuda
Respecto a la deuda pública, el ministro explicó que actualmente representa el 43% del PBI -sin contabilizar la deuda intra sector público- y aseguró que durante su gestión «redujimos la deuda en u$s50.000 millones». Además, señaló que «hoy la deuda en dólares representa un 13% del PBI» y sostuvo que el país «no tiene un problema de solvencia», aunque reconoció «un problema de liquidez producto de lo que cuesta reganar la confianza».
Sobre las inversiones, destacó que el Régimen de Incentivo a las Grandes Inversiones (RIGI) ya cuenta con nueve proyectos aprobados y quince en evaluación, que en conjunto podrían generar desembolsos por u$s24.800 millones.
Durante un intercambio con Daniel Artana, economista jefe de FIEL, Caputo admitió que si bien «un punto central es comprar reservas», la prioridad no es cumplir con la meta de acumulación del FMI, ya que «la situación cambió en las últimas semanas». Recordó que en los 20 meses de Gobierno «compramos reservas récord, pero una buena parte se fue para cancelar deuda», y aclaró que esta vez el enfoque será diferente.
«La acumulación la vemos para fortalecer al balance, pero no compramos para pagar el cupón de enero, eso lo resolvimos financieramente», señaló. En esa línea, mencionó diversas fuentes de financiamiento disponibles, como el swap con China, el swap con Estados Unidos, acuerdos repo con bancos y eventuales colocaciones en el mercado.
De esta forma, el ministro descartó utilizar los u$s9.000 millones pendientes para cumplir la meta del FMI mediante compras en el MLC, asegurando que solo buscará los dólares necesarios para afrontar los pagos del Tesoro.
Según detalló, en enero habrá vencimientos por unos u$s4.500 millones correspondientes a bonos en dólares, otros u$s1.000 millones por BOPREALES, además de obligaciones con organismos internacionales. «Es prioridad acumular reservas pero ahora no por el hecho que tengamos para usarlas para pagar deuda», concluyó Caputo.
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