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ECONOMIA

Dólar: la estrategia silenciosa del Tesoro que puede dar vuelta al mercado cambiario en diciembre

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El mercado cambiario atraviesa una calma que no refleja la tensión real que se acumula por debajo. El dólar mayorista se mantiene cerca de los $1.400, pero la estabilidad no está garantizada. El Gobierno llegó a fin de mes con menos pesos para intervenir, un calendario de vencimientos cada vez más exigente, un uso intensivo de depósitos del Tesoro y un nivel de reservas netas condicionado por el swap de monedas.

Al mismo tiempo, la operatoria diaria del Tesoro comenzó a marcar el pulso del mercado. La compra de dólares en montos pequeños pero constantes, la caída de depósitos en pesos y la necesidad de cubrir pagos de deuda crean un escenario donde cada movimiento tiene impacto. La liquidez se volvió un recurso escaso y la estacionalidad de diciembre anticipa aún más presión sobre las cuentas públicas.

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El equilibrio es cada vez más frágil. El margen del Tesoro para seguir comprando dólares se acota, mientras los compromisos en pesos aumentan y las necesidades fiscales no dan respiro. El Banco Central opera con reservas ajustadas y un esquema donde no existe una tasa de referencia que permita gestionar la liquidez con mecanismos tradicionales.

La gran incógnita es hasta cuándo podrá mantenerse la estabilidad del tipo de cambio sin que uno de estos factores empiece a inclinar la balanza. Lo que ocurra en las próximas semanas definirá si el dólar continúa anclado o si diciembre vuelve a encender las alarmas en el mercado cambiario.

Compras silenciosas del Tesoro y un dólar que se mueve poco

Desde Portfolio Personal Inversiones (PPI) señalaron que, al 14 de noviembre, no se registraron compras directas de dólares del Tesoro al Banco Central. Sin embargo, el aumento de US$97 millones en depósitos en moneda extranjera y la caída equivalente en depósitos en pesos revelan otra historia: el Tesoro habría operado por vía indirecta, moviendo posiciones para adquirir divisas sin aparecer en la operatoria formal.

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Los analistas remarcaron que esto no fue un hecho aislado. Se suma a una secuencia de compras estimadas en US$13 millones el 31 de octubre, US$24 millones el 12 de noviembre y cerca de US$50 millones el 18 de noviembre. En total, tras las elecciones, el Tesoro habría acumulado alrededor de US$184 millones.

Lo llamativo es que toda esta actividad se dio con un tipo de cambio estable en torno a los $1.400, sin saltos bruscos. Para PPI, el Tesoro habría logrado absorber dólares sin afectar el precio, aunque operando en un mercado donde la liquidez ya muestra señales de agotamiento.

El 17 de noviembre fue otro día clave: los depósitos en pesos cayeron el equivalente a US$200 millones, mientras los depósitos en dólares se redujeron en US$105 millones. Para PPI, esto confirma que el Tesoro volvió a comprar divisas al Banco Central para cubrir pagos por aproximadamente US$305 millones.

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Pesos escasos, vencimientos fuertes y menos margen para intervenir

Los expertos de Max Capital destacaron que el problema no es solo cambiario, sino de caja. La próxima semana, el Gobierno enfrentará $14.000 millones en vencimientos de bonos a tasa variable usados para encajes y obligaciones en bonos dollar-linked entregados a exportadores. El resultado de esa licitación definirá si habrá expansión monetaria.

Según cálculos del bróker, al 17 de noviembre el Tesoro tenía apenas $4.400 millones en el Banco Central y US$155 millones, junto con algo más de $10.000 millones en depósitos en bancos oficiales destinados al funcionamiento corriente. Aun así, creen que la licitación podría obligar a usar parte de esos fondos justo antes de la más exigente licitación de diciembre.

Para Max Capital, diciembre será un mes crítico por dos razones: mayores necesidades estacionales de liquidez por $2.800 millones y un déficit fiscal probable. Esa combinación presiona como nunca sobre los depósitos del Tesoro y limita la capacidad de seguir comprando dólares.

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El Tesoro habría comprado cerca de US$175 millones entre mercado y Banco Central en los últimos días, incluyendo US$50 millones adquiridos un martes, según trascendidos. Pero la advertencia de Max Capital es directa: sin pesos, no hay margen para seguir interviniendo, a menos que se convaliden tasas más altas para atraer fondos al rollover de deuda en pesos.

Reservas netas, swap y un sistema que ya muestra limitaciones

Para PPI, el estado real de las reservas netas será determinante. Explicaron que la planilla oficial del Banco Central al 31 de octubre permitirá entender cuánto del swap de monedas fue utilizado. Al 18 de agosto, estimaban US$818 millones de reservas netas, pero podrían caer a –US$1.930 millones si se confirma un uso del swap por US$2.750 millones.

El Tesoro tenía, al 17 de noviembre, US$111 millones depositados en el Banco Central, cifra que podría subir a US$161 millones si no hubo pagos adicionales el 18. Sin embargo, esto es solo una foto parcial: el resultado del swap determinará si el Banco Central tiene margen para sostener la estabilidad cambiaria.

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Desde Max Capital insistieron en otro punto: el sistema monetario actual no cuenta con una tasa de referencia que permita administrar la liquidez como lo hacen la mayoría de los bancos centrales. La presión sobre los depósitos del Tesoro refleja que es el propio Tesoro quien debe proveer pesos, algo que en un esquema tradicional ocurriría de forma automática mediante operaciones de mercado.

Para el bróker, la dificultad de proyectar la demanda de dinero estacional y la necesidad de evitar volatilidad exigen una corrección: crear un corredor de tasas que permita atender la liquidez cuando sea necesario y contener saltos abruptos en las tasas domésticas.

Compras de dólares, demanda de pesos y un equilibrio cada vez más frágil

Según Max Capital, una parte del financiamiento de las compras futuras de dólares tendrá que venir del impuesto inflacionario, pero solo si el Gobierno detecta una mayor demanda de dinero. Para eso, la moneda debería mantenerse firme, con el dólar por debajo de $1.400 en el corto plazo.

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Para PPI, diciembre es un mes que suele modificar la dinámica cambiaria. La demanda estacional de pesos podría fortalecer al peso y presionar a la baja al tipo de cambio si la liquidez lo permite, pero también puede amplificar tensiones si los pesos que el Tesoro necesita no aparecen a tiempo.

Ambas visiones coinciden en que el factor decisivo será la coordinación entre Tesoro y Banco Central. Si ambos logran comprar dólares y, a la vez, sostener el flujo de pesos, la calma podría extenderse. Si alguna de esas piezas falla, el equilibrio puede romperse rápido.

Max Capital detalló que el Tesoro compró US$97 millones un viernes, acumulando US$117 millones en la semana, y habría adquirido otros US$50 millones a comienzos de la semana siguiente. Tras pagos de deuda, sus depósitos en dólares rondan los US$111 millones.

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Qué puede pasar con el dólar: las señales que todos miran

Para PPI, el destino inmediato del dólar dependerá de tres factores:las compras del Tesoro, las reservas netas, y la demanda estacional de pesos. Si esas variables se alinean, el dólar podría seguir moviéndose en un rango acotado.

Desde Max Capital, la mirada está en los pesos. Si no aparece más liquidez o no se ajusta el esquema con un corredor de tasas, la capacidad del Tesoro para seguir comprando dólares quedará limitada, lo que agrega incertidumbre al tipo de cambio.

Ambas fuentes coinciden en algo clave: el margen para que el Tesoro siga siendo el principal comprador de dólares se está achicando. Depósitos en baja, vencimientos pesados, posible déficit en diciembre y reservas netas condicionadas por el swap conforman un esquema que deja poco espacio para errores.

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El mercado lo ve claro: si alguna de estas piezas no encaja, el dólar puede dejar de estar quieto. Y diciembre, como cada año, no suele perdonar desequilibrios.

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ECONOMIA

Uruguay se sumó al Tratado Integral y Progresista de Asociación Transpacífico

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Yamandú Orsi, presidente de Uruguay (AIZAR RALDES/AFP)

Uruguay fue aceptado para sumarse al Tratado Integral y Progresista de Asociación Transpacífico (CPTPP), un acuerdo que agrupa alrededor del 15% del Producto Bruto Interno mundial y reúne a 12 países con una población estimada de 595 millones de personas.

El ministro de Relaciones Exteriores de Uruguay, Mario Lubetkin, confirmó la noticia a través de una publicación en su cuenta de X. Allí, resaltó que se trata de un trabajo que trascendió distintos gobiernos y que se hizo “a favor de los intereses de Uruguay”.

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Por su parte, la vicecanciller, Valeria Csukasi, escribió: “Meses y meses de trabajo discreto, en absoluta reserva, para eliminar todas las dudas y explicar por qué el CPTPP es el lugar natural para Uruguay. Inserción económica internacional en clave política de Estado”.

El mensaje del ministro de
El mensaje del ministro de Relaciones Exteriores de Uruguay, Mario Lubetkin

Los países miembros del CPTPP son Australia, Brunei, Canadá, Chile, Japón, Malasia, México, Nueva Zelanda, Perú, Singapur, Reino Unido y Vietnam.

Las economías de estas naciones representan cerca del 15% del PIB mundial y la suma total de sus habitantes ronda los 595 millones.

Uruguay formalizó su solicitud de ingreso al tratado en noviembre de 2022, durante el gobierno de Luis Lacalle Pou, quien en julio de ese año ya había anunciado su intención de avanzar hacia ese objetivo.

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El posteo de la vicecanciller,
El posteo de la vicecanciller, Valeria Csukasi

En febrero de este año, el entonces vicecanciller Nicolás Albertoni señaló en una entrevista con la agencia de noticias EFE que el CPTPP era “una oportunidad comercial enorme”. Días antes, viajó a Japón para reunirse con el jefe negociador japonés para este acuerdo, Kenichi Kobayashi.

Este viernes, Albertoni celebró en su cuenta de X la integración uruguaya al CPTPP y agradeció a Csukasi por confirmarle la noticia. “Un gesto de Estado que valoro mucho”, expresó el ex vicecanciller, quien además felicitó a Lubetkin y a Csukasi por su continuidad y persistencia en el proceso.



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ECONOMIA

El billete de $20.000 cumple un año en circulación: qué se podía comprar cuando salió y para qué alcanza hoy

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El billete de $20.000 cumplió un año en circulación con una fuerte pérdida de poder adquisitivo.

El 13 de noviembre el billete de $20.000 cumplió su primer año en circulación. Se trata del papel de mayor denominación que circula por el país, pero su poder de compra no es tan alto como el que tenía cuando salió. Esto es algo lógico, teniendo en cuenta el avance de la inflación, que no es otra cosa que la pérdida de poder adquisitivo del peso.

Ahora bien, ¿cuánto poder de compra perdió? Eso depende del producto o servicio que se tome como referencia, pero un repaso de algunos precios sirve para tener una idea cercana del deterioro del billete de mayor valor.

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El kilo de asado, por ejemplo, costaba $7.524 en noviembre de 2023, justo cuando “nació” el billete de mayor denominación. Eso quiere decir que con $20.000 se podían comprar 2,7 kilos con un solo billete. Un año más tarde, el valor del kilo de asado asciende a $11.776, según datos difundidos por el Indec, por lo que el mismo billete permite comprar sólo 1,7 kilos. En términos porcentuales, la depreciación es del 36%.

Es similar el resultado para otros cortes de carne. El kilo de cuadril pasó de $9.131 a $14.687 en el período analizado, lo que significa que se podían comprar 2,2 kilos a finales de 2023 y apenas 1,4 kilos en la actualidad.

En un año, el kilo
En un año, el kilo de asado subió de $7.524 a $11.776, reduciendo un tercio lo que se puede comprar con un solo billete (Reuters)

Otras categorías de producto siguieron el mismo camino. Sirve de ejemplo el aceite de girasol de 1,5 litros, que en noviembre del año pasado tenía un valor de $3.296. En ese momento, $20.000 eran suficientes para comprar 6,1 botellas de ese producto. Hoy, en cambio, el valor promedio es de $5.012, de donde se desprende que se pueden adquirir 4 botellas con el mismo billete. La diferencia en ese caso fue de -38%.

En otros casos la diferencia es menor, pero también significativa. El kilo de pan francés tipo flauta tenía un valor de $3.041 en noviembre del año pasado, por lo que se podían comprar 6,6 kilos con $20.000. Hoy el precio de ese mismo producto es de $3.909 y el poder de compra del billete llega a 5,1 kilos (23% menos).

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Fuera de los supermercados se pueden encontrar otros ejemplos. En combustibles, los números son claros. En noviembre de 2024 un litro de nafta súper costaba $1.077 en la Ciudad de Buenos Aires. Por lo tanto, $20.000 permitían cargar 18,57 litros. En la actualidad es más difícil determinar un precio, por que los valores varían según la estación, la hora del día y la demanda, pero en la mayoría de las bocas de expendio de CABA el litro de súper tiene un valor de $1.497. Así, con $20.000 en mano, se pueden cargar 13,36 litros. La diferencia es entonces de 5,21 litros, un número más que considerable. En términos porcentuales, la caída del poder de compra fue de 28%.

En combustibles, los $20.000 pasaron
En combustibles, los $20.000 pasaron de equivaler a casi 19 litros de súper a poco más de 13.

El gasoil no se queda atrás. Cuando los $20.000 salieron a circular por el país, el litro de ese combustible se vendía a $1.092 por litro en su versión más económica, de lo que se desprende que un billete alcanzaba para adquirir 18,31 litros. Pasados doce meses, el precio promedio que se encuentra en las estaciones de CABA es de $1.509 por litro. Con $20.000, entonces, se pueden comprar 13,25 litros, unos cinco litros menos.

La depreciación de los $20.000 se hace notar también en el transporte público. En noviembre del año pasado el boleto de colectivo más accesible del AMBA costaba $371,13. Desde hace unos días, el mismo boleto se vende a un precio de $494,83. De esta forma, el poder de compra del billete de máxima denominación bajó de 53,8 a 40,4 pasajes, un 24,9% menos.

En líneas generales, tomando como referencia los ejemplos mencionados, se puede concluir que los $20.000 perdieron un 30% de poder de compra en el último año. Por supuesto, lo mismo ocurrió con el resto de los billetes en circulación, solo que las demás denominaciones llevan más años perdiendo valor.

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ECONOMIA

Bajan tasas de interés pero no crece el crédito: Caputo se prepara para acaparar liquidez de pesos

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El gobierno está enviando señales en el sentido de que quiere cumplir el reclamo del mercado por una baja en las tasas de interés. Como si, pasadas las elecciones, se quisiera reflotar el viejo mantra de «que los bancos vuelvan a trabajar de bancos». Sin embargo, hay muchos analistas del mercado que sospechan que todavía falta para que el crédito privado cobre impulso y que, por el contrario, Toto Caputo aprovechará para acaparar liquidez.

Este jueves el Banco Central hizo otro recorte en las llamadas «tasas simultáneas» -el interés que le paga a los bancos por la liquidez sobrante-, y de esa forma generó un efecto contagio que llevó a una caída en la «caución» -la que se usa para obtener liquidez de cortísimo plazo-. Esa tasa, que ahora está en 18%, había alcanzado el insólito nivel de 190% en la previa a la elección legislativa. También se está viendo una caída en el costo de las coberturas para empresas por adelantos en cuenta corriente, ya en torno de 30% -hace dos meses había superado el 100%.

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De esta manera, el BCRA está enviando mensajes al mercado. El primero es que quiere incentivar que el dinero vaya al crédito, dado que será menos redituable dejarlo colocado en el sector público.

El segundo es que no teme a que una mayor liquidez pueda correrse hacia el dólar. En otras palabras, que la baja de tasas corresponde a un aumento genuino en la demanda de pesos por parte del público.

Y, además, hubo un sorpresivo comunicado en el que dio marcha atrás con una medida que causaba irritación en los bancos: el incremento de los encajes mínimos, con la obligación de que el conteo se realizara a diario y no como promedio mensual. Ahora, se flexibilizó esa normativa, lo cual libera 3,5 puntos de liquidez, y además sólo exige un 75% de los encajes en forma diaria. El resultado de todo esto es un mayor margen de maniobra para que los bancos pueda usar su liquidez, lo cual, en principio, podría favorecer la expansión del crédito.

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Es una medida lógica si se considera que los préstamos del sistema bancario en pesos vienen en una marcada desaceleración desde mediados de año, y la situación no cambió tras las elecciones. Las últimas mediciones indican una baja real de 1,2% respecto del mes anterior.

Crédito versus «rolleo»

Con esos datos sobre la mesa, hubo quienes se entusiasmaron respecto de que se inicie una fase de expansión monetaria en la que los pesos lubriquen el crédito, tanto para el consumo como para el sector productivo. Sin embargo, los analistas advierten que no hay que adelantarse.

Ocurre que la semana próxima hay un vencimiento de deuda del Tesoro, por unos $14 billones -parte de ello, unos $4billones, corresponden a una letra que el BCRA había obligado a los bancos a integrar a los encajes en agosto pasado, luego de que en un «acto de rebeldía» dejaron un 40% del vencimiento sin «rollear»-.

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Y hay quienes aseguran que, aun cuando el escenario político haya cambiado tras la elección legislativa -con un riesgo país en torno de 600 puntos y con una ola de emisión de deuda privada que ya supera los u$s3.000 millones-, Toto Caputo todavía no está convencido de que sea momento de dejar muchos pesos sueltos en el mercado.

Es por eso que la expectativa está puesta en si el próximo miércoles canjeará el total del vencimiento, si dejará algo de liquidez circulante o si, por el contrario, absorberá más pesos de los que vencen.

El antecedente más cercano, la licitación de fines de octubre, marcó una expansión de la liquidez en $4,5 billones. En esa ocasión, Caputo prefirió bajar la tasa de interés y estirar los plazos de vencimiento, en una especie de mensaje de «normalización» del mercado post elecciones. Y la otra buena noticia fue que la licitación de bonos «dólar linked» -que eran los que los inversores preferían en los momentos de mayor incertidumbre- quedó desierta.

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Es cierto que los inversores tampoco le dejaron mucha opción, porque el total de títulos que aceptaron comprarle apenas alcanzaba para que la renovación de deuda llegara a un 70%. En otras palabras, había un «operativo clamor» en el sistema bancario por aliviar la situación de aguda iliquidez que en los últimos días mantuvo las tasas en niveles insosteniblemente altos.

¿Qué pasará ahora? Los expertos creen que Caputo buscará un nivel de rollover alto, de no menos del 90%. Es un objetivo que luce cumplible, dado que tras la baja de las tasas de interés y la flexibilización de los encajes, los bancos tendrán más liquidez disponible y menos opciones rentables para posicionarse.

El «menú» disponible incluye varias opciones: renta fija con vencimientos relativamente largos -desde febrero hasta octubre-, bonos ajustables por CER, un nuevo bono vinculado al promedio de tasas TAMAR y un bono corto ajustable por dólar. 

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El Tesoro, en fondo de la olla

A primera vista puede parecer contradictorio el hecho de que Caputo argumente que está subiendo la demanda de pesos por parte del público, y que además ya pasó el «riesgo kuka» y que, aun así, siga con vocación de absorber pesos, compitiendo así contra el crédito al sector privado.

Pero lo que los economistas observan es que en la cuenta que el Tesoro tiene en el BCRA quedan depositados apenas $4,4 billones, cuando hace tres meses contaba con el triple de esa cifra. Esto contrasta con su calendario de obligaciones, que implican vencimientos por $100 billones en los próximos meses.

Y, además, necesita seguir comprando dólares para saldar los vencimientos externos. De hecho, esta semana se adquirió u$s200 millones para pagarles a organismos multilaterales de crédito. Y en diciembre necesitará otros u$s250 millones.

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Caputo tiene otras opciones si quisiera dejar más liquidez liberada al mercado, porque en el sistema financiero -más específicamente, en la banca pública, hay unos $14 billones producto del superávit fiscal-. En caso de necesidad, podría echar mano a esos recursos para comprar divisas. Sin embargo, los analistas creen que no sería la solución óptima, porque limitaría el margen de acción de la banca pública, que quiere estimular la actividad en el rubro hipotecario.

La expectativa del mercado es que Caputo logre un alto porcentaje de rollover sin necesidad de pagar una tasa más alta que en la licitación anterior, dadas las medidas de mayor liquidez tomadas en las últimas horas.

¿Frazada corta de pesos?

El riesgo del que se empieza a hablar es el del «síndrome de la frazada corta», si el gobierno continúa en una política monetaria que cada 15 días lo obligue a elegir si priorizar la caja del Tesoro o el crédito bancario.

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Sobre todo, porque en el propio análisis de Caputo hay una expectativa de una suba en la demanda de pesos. Y, de hecho, es esa la vía por la cual se espera aumentar las reservas -compras de dólares del BCRA que no impacten en la inflación, dado que la expansión de dinero será absorbida por una economía más monetizada-.

¿Qué tan lejos está la economía argentina de llegar a ese punto? No mucho, según las cifras que Federico Furiase mostró en eventos con empresarios del sistema financiero. La base monetaria representa hoy un 4,6% del PBI, muy lejos del 7,4% promedio de los últimos 15 años.

Esto implicaría que hay un potencial de suba del 60% en la demanda de pesos, ya que según el gobierno este mínimo histórico obedece, sobre todo, a los temores políticos que quedaron disipados luego de las elecciones.

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En todo caso, aún no queda en claro cuál será la nueva política monetaria. Por ahora, Caputo no se animó a comprar dólares directamente en el mercado sino que se los pidió al BCRA.

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