ECONOMIA
Se viene una lluvia de dólares por la soja y el mercado teme que el BCRA no acumule reservas

Mayo es uno de los meses preferidos para todos los ministros de economía. Es, históricamente, el mes en el que se produce la mayor entrada de dólares por la exportación de la cosecha gruesa, y por consiguiente cuando se consigue un respiro en los momentos de volatilidad financiera.
Todo indica que este año no será la excepción, salvo por un detalle que tiene preocupado al mercado: ¿se aprovechará el ingreso de divisas para aumentar las reservas del Banco Central, o se seguirá cumpliendo a rajatabla con la promesa de no comprar dólares hasta que la cotización toque el piso de la banda -algo que podría no ocurrir nunca-?
Hablando en números, este mes hay un potencial ingreso de unos u$s3.500 millones por exportación agrícola. Si se mantuviera el comportamiento de los productores visto en abril -cuando las ventas superaron en un 32% el ingreso del año pasado, se llegaría a esa cifra. Y el mismo cálculo, proyectando el mes de junio, daría un adicional de u$s2.600 millones.
Son montos que están por debajo del promedio histórico para esta época del año, pero que tienen el mérito de ocurrir en un momento de baja de los precios agrícolas en el mercado global, lo que implica que, si en vez de medirse en dólares se mide en volúmenes, la suba es mucho mayor.
Si se toma el caso de la soja, el producto más representativo de la exportación argentina, la cotización en Chicago viene mostrando variaciones en torno de u$s380, con algunas caídas marcadas a inicios de año como consecuencia del «efecto Trump». En cambio, hace un año, la tonelada de soja cotizaba a u$s450, y en 2023 superaba los u$s530.
Todo indica que, a pesar de las protestas iniciales, finalmente la estrategia de Toto Caputo de rebajar las retenciones -con advertencia de que la medida sólo durará hasta mitad de año- surtió su efecto. Es cierto que la liquidación había sido lenta en marzo -ventas promedio de u$s61 millones por día- en coincidencia con el peor momento de incertidumbre cambiaria -y, además, dificultades logísticas en el campo-. Pero las ventas de abril dieron un salto al nivel de u$s77 millones diarios.
Un otoño con u$s6.000 millones
En definitiva, si no ocurren imprevistos económicos ni climáticos, todo indicar que están dadas las condiciones como para que, entre mayo y junio, haya un nivel de exportación agrícola por u$s6.000 millones.
Es un ingreso que debería traer tranquilidad al equipo de Toto Caputo, por varios motivos. Antes que nada, porque consolidaría la certidumbre en el sensible tema cambiario. Con ese nivel de ingreso de divisas, resulta difícil pensar en un salto del dólar dentro de la banda, sobre todo si, además, el gobierno acentúa su política de restricción monetaria y de incentivo para que los ahorristas utilicen los «dólares del colchón» para realizar transacciones cotidianas.
Pero, además, el ingreso masivo de los «sojadólares» debería ser una ayuda para que se pueda cumplir con uno de los principales objetivos de política económica asumidos con el Fondo Monetario Internacional: la acumulación de u$s4.400 millones en las reservas del BCRA.
No por casualidad, el Central suele tener en los meses de otoño su «zafra» en la que compra divisas, mientras que se torna vendedor neto a partir del segundo semestre. Esa reversión suele ser más marcada en los momentos en que hay apreciación del peso y se produce un voluminoso «rojo» en la cuenta de servicios del balance cambiario -con protagonismo estelar para los gastos por turismo emisivo-.
Sin embargo, este año hay un condimento especial. Para reforzar su discurso de disciplina monetaria y para ayudar a reducir la volatilidad cambiaria, el gobierno ha dicho que no hará uso de su potestad para comprar dólares dentro de la banda de flotación. Aun cuando esa posibilidad estaba aceptada en el texto del acuerdo con el FMI, Javier Milei fue enfático en el sentido de que únicamente se comprará cuando la cotización caiga al piso de la banda -que en el promedio de mayo será de $990-.
¿Los pesos irán al crédito o al dólar?
La fundamentación técnica del plan fue explicada por Federico Furiase, el ideólogo del plan de «las tres anclas» -fiscal, monetaria y cambiaria-. Su argumento es que la única forma de que la inflación baje es con una estricta política monetaria que «cierre la canilla» de pesos. Si el BCRA se pusiera a comprar dólares ahora, estaría inyectando pesos que no necesariamente son demandados por la economía.
Es también por eso que le resta gravedad al hecho de que, en las últimas licitaciones, el Tesoro no haya logrado el «rolleo» de la deuda que vence. El argumento es que si un banco prefiere recuperar liquidez antes que cambiar un bono viejo por un bono nuevo, es porque necesita los pesos para darles crédito a sus clientes. Es decir, un aumento en la monetización de la economía por motivos genuinos y no forzado por el BCRA.
El argumento de Furiase está lejos de concitar unanimidad. Lo que varios economistas creen es que es factible que el tipo de cambio nunca llegue al piso de la banda, porque si cayera desde su actual nivel de $1.170, los ahorristas e importadores podrían ver una oportunidad de compra y mantenerlo siempre algo por encima del piso.
Uno de quienes cuestionó el argumento fue Gabriel Rubinstein, ex viceministro de Sergio Massa, quien en una declaración «con espíritu constructivo» le recordó a Furiase que el hecho de que haya un congelamiento monetario no es garantía contra una corrida cambiaria. Lo que objeta Rubinstein es que un «rolleo» inferior al 100% en las licitaciones del Tesoro puede implicar una mayor demanda de pesos por crecimiento del crédito, pero también podría porque resurge el apetito por los dólares.
«Hay que ser cuidadosos: podría ser contra remonetización, pero también contra dólar (como pasó entre abril y julio de 2024) o simplemente convalidar una inflación aún muy alejada del 0% (como ha venido pasando desde julio 2024 hasta ahora)», advirtió el ex viceministro.
¿Cómo comprar dólares sin emitir?
En todo caso, el interrogante que hoy se plantea el mercado es qué pasará si, tal como muchos creen, el tipo de cambio nunca toca el piso de la banda. Pese al levantamiento del cepo, los exportadores siguen obligados a liquidar las divisas en el mercado oficial. Si el BCRA no compra, ¿quién lo hará? ¿Los propios productores para financiar el costo de la próxima cosecha? ¿Los importadores que se vean tentados a volver a adelantar compras para acumular stock? ¿Los pequeños ahorristas que vean la oportunidad del bajo costo?
Todo esto es altamente factible, y hasta es posible que, por vía indirecta esto ayude a las reservas -por ejemplo, si se produce un aumento en los depósitos bancarios en dólares, que desde el fin del cepo detuvieron su caída y están creciendo otra vez-.
Pero lo cierto es que la forma de aumentar de manera sustancial las reservas es mediante la compra directa del Central, que hoy en su resumen diario de variables financieras exhibe la frase «El BCRA no intervino en el mercado de cambios».
Los analistas más inquietos por esa situación siguen de cerca el índice de riesgo país, al que consideran todavía demasiado elevado después del refuerzo financiero de u$s12.000 millones que supuso el acuerdo con el FMI. El índice está hoy en torno de 740 puntos, lo cual es un logro después del registro de 978 ocurrido en la primera semana de abril.
Pero eso está lejos de ser un consuelo: ese nivel de abril correspondía a un momento defensivo del mercado, con ventas masivas de bonos de deuda soberana, y una expectativa de inminente eliminación del «crawling peg». Y, sobre todo, se condecía con una situación de sangría de reservas del BCRA -que el viernes del levantamiento del cepo había vendido u$s398 millones-.
El nivel de riesgo país es considerado en este momento un dato fundamental, porque marca qué tan lejana es la posibilidad de que Caputo salga a buscar financiamiento al mercado internacional y obtener ofertas a tasas pagables. Es algo que requiere que el índice caiga por debajo de los 500 puntos.
Según los analistas, si el índice de riesgo país muestra reticencia en caer de manera más marcada es, justamente, por la duda sobre cómo hará el BCRA para acumular reservas.
Y es ahí donde aparecen las clásicas especulaciones entre los operadores de la city. Hay quienes creen que las compras de divisas se harán de todas formas, pero no será el Central quien figure como comprador sino otras dependencias estatales. También puede haber intervención en el mercado de bonos que haga subir el precio de la deuda soberana -y, por ende, contribuir a una caída del riesgo país-.
Eventualmente, el Tesoro podría contar con dólares, vendérselos al Central y luego depositar esos pesos en su cuenta, por si necesitara cancelar deuda en una licitación en la que no se llegue al «rolleo» mínimo.
No sería una situación que el FMI objetara -dado que el punto que más le importa al organismo es el incremento de reservas, sea por el método que sea- pero el gobierno se preocupa en cuidar las formas, para que no se lo acuse de estar infringiendo su autoimpuesta promesa de no emitir pesos en el marco de la batalla anti inflacionaria.
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ECONOMIA
Efecto Whirlpool: ya hay despidos y cierres entre sus pymes proveedoras del Parque Industrial de Pilar

REUTERS/Anindito Mukherjee/File Photo
El cierre de la fábrica de lavarropas Whirlpool desencadenó un efecto dominó en Parque Industrial de Pilar, donde empresas proveedoras vinculadas a su cadena de valor comenzaron a cesar sus actividades y a despedir personal.
La firma logística Translog anunció el cierre de sus operaciones y desvinculó a casi todo su personal. La noticia se suma a los despidos en Novax, proveedor de piezas plásticas para los lavarropas que fabricaba Whirlpool. En este caso, la empresa reconoció que por lo menos 38 puestos de trabajo están en riesgo, según informó Pilar a diario.
La logística Translog despidió a 17 de sus 20 empleados y reubicó a los 3 restantes en otra filial de la empresa. Había iniciado sus actividades en Pilar en octubre de 2022, coincidiendo con la apertura de la planta de Whirlpool en la localidad de Fátima. Su centro de distribución, de 15.000 metros cuadrados, se instaló específicamente para gestionar los productos de la multinacional, incluyendo lavarropas y otros electrodomésticos de línea blanca.
Según fuentes consultadas por Pilar a Diario, en los momentos de mayor actividad se movilizaban hasta 80.000 piezas diarias y se trabajaba durante toda la semana. El flujo de productos seguía un circuito definido: desde la fábrica de Fátima, los lavarropas se trasladaban al depósito de Translog en la calle Frondizi y, desde allí, a cadenas de electrodomésticos e hipermercados.
La situación comenzó a deteriorarse a mediados de este año, cuando se comunicó a los trabajadores de Translog que las operaciones con Whirlpool tenían fecha de finalización. A fines de agosto, se despacharon los últimos lavarropas, mientras la multinacional avanzaba con la construcción de un centro de distribución propio de 45.000 metros cuadrados en Fátima, frente a la planta que cerraría. Translog intentó sostener su actividad mediante contratos transitorios con otras empresas, pero estos acuerdos concluyeron recientemente. El viernes pasado, 17 empleados recibieron la notificación formal de su despido y se prevé que las indemnizaciones se depositen en los próximos días.

En el último tramo de la crisis de Whirlpool, el presidente de Novax, Máximo Donzino, expresó al medio local su intención de limitar los despidos, aunque reconoció: “Es claro que nos sobra mucha gente”. Novax, dedicada a la fabricación de piezas plásticas para los lavarropas de Whirlpool, enfrenta la posible pérdida de 38 empleos tras el cierre de una de sus líneas de producción. A estos casos se suman los 220 despidos ya concretados en Whirlpool y la expectativa de que otras compañías de transporte y comercios locales sufran consecuencias indirectas por la caída del consumo de los trabajadores afectados.
Los casos de Translog y Novax se suman a una cadena de proveedores y prestadores logísticos que, al perder a su principal cliente, ven amenazada su continuidad. El fenómeno podría ampliarse a empresas de transporte y, de manera más difusa, a comercios y servicios locales, afectados por el contexto.
La decisión de la multinacional Whirlpool de cerrar su planta de lavarropas ubicada en el Parque Industrial Pilar fue sorpresiva pero no tanto. Hacía tiempo ya que la compañía no andaba bien, que los números no le cerraban y que no había podido alcanzar el objetivo del proyecto original, que era producir 300.000 unidades por año y exportar el 70 por ciento.
¿Cómo fue que la compañía pasó de inaugurar una planta último modelo para producir lavarropas de carga frontal de última generación y exportar a decidir cerrarla en apenas tres años (se inauguró en octubre de 2022)? En el sector recuerdan que no es la primera vez que la compañía de origen norteamericano toma esta decisión en la Argentina. Ya lo había hecho en 2003, cuando decidió cerrar su planta de heladeras que tenía en San Luis y dedicarse a importar. Ahora pasó lo mismo: el negocio no anduvo y la decisión, liderada desde la filial de Brasil de la cual depende, fue abandonar la producción local, despedir a sus 220 trabajadores, y dedicarse a la importación.
Tras la noticia, fuentes de la empresa dialogaron con Infobae y explicaron que fueron dos los motivos por los cuales se optó por este camino: por un lado, los altos costos argentinos que hacían inviable exportar a un precio competitivo -de hecho, estaban mandando muchos menos lavarropas al exterior que el plan original- y, por otro, la apertura total de la economía, que hizo que se desplomaran los precios de los electrodomésticos por la mayor competencia de productos importados. En el caso de los lavarropas, en octubre se vendieron 20% más baratos que el mismo mes del año pasado, según datos de la consultora NielsenIQ.
ECONOMIA
Netflix compró Warner Bros. Discovery por USD 82.700 millones: incluye sus estudios de cine y televisión, HBO Max y HBO

Netflix anunció la compra de Warner Bros. Discovery por 82.700 millones de dólares, una operación que transformará de manera profunda el panorama de la industria del entretenimiento y los medios. Este movimiento, que se produce tras una serie de ofertas mejoradas por parte de los principales actores del sector, plantea interrogantes sobre el futuro modelo de negocio de Netflix y el impacto regulatorio que podría acarrear la operación, especialmente por el alcance global de la plataforma.
La adquisición representa una de las mayores operaciones en la historia del entretenimiento, con un valor total de empresa de aproximadamente USD 82.700 millones (valor de capital de USD 72.000 millones). El acuerdo, que se concretará tras la escisión previamente anunciada de la división Global Networks de Warner Bros. Discovery —Discovery Global— en una nueva compañía cotizada, está previsto para el tercer trimestre de 2026. Esta fusión promete redefinir el panorama audiovisual global al unir el alcance internacional de Netflix con el legado centenario de Warner Bros.
Según detalló David Zaslav, presidente y CEO de Warner Bros. Discovery, la integración de ambas compañías permitirá que las historias más influyentes lleguen a nuevas audiencias: “El anuncio de hoy une a dos de las mayores empresas de narración del mundo para llevar a más personas el entretenimiento que más disfrutan ver”, afirmó Zaslav.
Destacó que Warner Bros. ha cautivado al público y moldeado la cultura durante más de cien años, y que la alianza con Netflix garantizará que las historias más emblemáticas sigan presentes en la vida de las próximas generaciones.El acuerdo, valorado en USD 27,75 por acción de Warner Bros. Discovery (sujeto a ajustes según lo estipulado en el contrato), permitirá que franquicias y títulos emblemáticos como The Big Bang Theory, The Sopranos, Game of Thrones, El mago de Oz y el Universo DC se sumen al catálogo de Netflix, que ya incluye éxitos como Wednesday, La casa de papel, Bridgerton, Adolescence y Extraction.
Esta combinación ampliará la oferta de contenidos para los suscriptores y consolidará la posición de Netflix como líder en el sector del streaming.Ted Sarandos, codirector ejecutivo de Netflix, subrayó la magnitud de la operación: “Nuestra misión siempre ha sido entretener al mundo. Al combinar la increíble biblioteca de Warner Bros.—desde clásicos atemporales como Casablanca y El ciudadano Kane hasta favoritos modernos como Harry Potter y Friends—con nuestros títulos que definen la cultura como Stranger Things, KPop Demon Hunters y El juego del calamar, podremos hacerlo aún mejor. Juntos, podemos ofrecer al público más de lo que ama y ayudar a definir el próximo siglo de narración”, declaró Sarandos.

Por su parte, Greg Peters, también codirector ejecutivo de Netflix, remarcó el impacto a largo plazo de la adquisición: “Esta adquisición mejorará nuestra oferta y acelerará nuestro negocio durante décadas. Warner Bros. ha contribuido a definir el entretenimiento durante más de un siglo y lo sigue haciendo gracias a sus extraordinarios ejecutivos creativos y capacidades de producción. Con nuestro alcance global y modelo de negocio probado, podemos presentar a una audiencia más amplia los mundos que crean, ofreciendo a nuestros miembros más opciones, atrayendo a más fanáticos a nuestro servicio de streaming de primer nivel, fortaleciendo toda la industria del entretenimiento y generando más valor para los accionistas”.
En el tramo final de las negociaciones, Paramount expresó su descontento con el proceso, señalando en una carta dirigida al director ejecutivo de Warner Bros. Discovery, David Zaslav, que la compañía había “iniciado un proceso miope con un resultado predeterminado que favorece a un solo postor”, en referencia a Netflix. Además, Paramount advirtió en una comunicación previa a los abogados de Warner Bros. Discovery que una venta al gigante del streaming probablemente “nunca se concretaría” debido a los posibles obstáculos regulatorios tanto en Estados Unidos como en el extranjero, dada la posición dominante de Netflix en el mercado global.
La decisión de Warner Bros. Discovery de entablar conversaciones exclusivas con Netflix se produce después de recibir propuestas de compra de varias compañías. Paramount había manifestado su interés en adquirir la totalidad de la empresa, incluyendo las cadenas de cable como CNN, TNT y TBS, mientras que Comcast buscaba hacerse únicamente con los estudios y el negocio de streaming HBO Max. Según las fuentes citadas por The Wall Street Journal, las tres empresas presentaron ofertas mejoradas esta semana, pero fue Netflix quien avanzó con una propuesta mayoritariamente en efectivo.
De acuerdo con Bloomberg, la operación se enmarca en la estrategia de Warner Bros. Discovery de dividirse en dos entidades: una que agruparía los activos de estudios y streaming, y otra que concentraría las operaciones globales de cable, antes de cerrar el acuerdo con Netflix.
La integración de los activos de Warner Bros. Discovery en Netflix ha generado inquietudes entre legisladores y autoridades de Estados Unidos, quienes temen que la adquisición de HBO Max otorgue a Netflix un poder excesivo en el mercado del streaming, según reportó The Wall Street Journal. Analistas del sector han señalado que la fusión plantea dudas sobre la evolución del modelo de negocio de Netflix, ya que Warner Bros. Discovery suele estrenar sus películas en salas de cine mucho antes de llevarlas a plataformas digitales, mientras que Netflix produce principalmente para nutrir su propio servicio de suscripción.
Actualmente, el estudio de televisión de Warner Bros. vende sus programas a diversas cadenas y servicios de streaming, incluidos competidores tanto de HBO Max como de Netflix. Por su parte, Netflix ha mantenido históricamente sus producciones dentro de su propia plataforma, lo que podría cambiar si se concreta la adquisición.La exclusividad de las negociaciones representa un revés para las aspiraciones del director ejecutivo de Paramount, David Ellison, quien asumió el control de la compañía a principios de este año y buscaba fusionar dos marcas emblemáticas del entretenimiento.
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ECONOMIA
De cara a la reforma, los expedientes por juicios laborales casi llegan a 640.000

Además de la reforma laboral que enviara el Gobierno durante las sesiones extraordinarias, la discusión sobre la legislación y sus impactos en la economía tomaron nuevo impulso en las últimas semanas con un caso particular. Cuando un juzgado dictó una indemnización de $250 millones en favor de un mozo con 26 años de antigüedad vinculado a un restaurante. El caso abrió el debate sobre la sustentabilidad del régimen de indemnizaciones y sus efectos sobre empresas y aseguradoras.
Pare el origen del conflicto reside en la forma en que la normativa laboral operó durante la emergencia sanitaria. La prohibición de despidos en el período de pandemia multiplicó el valor de las indemnizaciones en los juicios, al combinarse con el criterio judicial que consideró las propinas como parte del salario para el cálculo final. Ese enfoque arrojó, para el caso mencionado, un valor de $9,4 millones en 2020. A ese monto, el tribunal aplicó la actualización por Índice de Precios al Consumidor (IPC) más 3% anual, una fórmula definida por el entonces Gobierno de Alberto Fernández, que resultó en la cifra actual de $250 millones.
Este fallo reciente encendió alarmas en sectores empresariales y en el sistema de aseguradoras, al proyectar un posible efecto multiplicador sobre futuras sentencias. El fenómeno no resulta exclusivo de los despidos individuales. Operadores del sector destacaron que un proceso similar afecta a las Aseguradoras de Riesgos del Trabajo (ART), como lo evidencia la inhibición impuesta por la Superintendencia de Seguros de la Nación a una de las compañías de mayor peso en ese mercado. En esa oportunidad, el disparador fue la presión financiera de los juicios acumulados y sus actualizaciones, que absorbieron una porción significativa de los ingresos y complicaron la operatoria habitual de la aseguradora.
Un informe del Instituto para el Desarrollo Social Argentino (Idesa) con base en datos aportados por la Superintendencia de Riesgos del Trabajo, expuso que el universo de litigios laborales incluye un volumen extraordinario de expedientes. El stock de juicios por riesgos del trabajo alcanza los 308.082 casos actualmente en trámite. El segmento de despidos, la otra gran fuente de litigiosidad, suma 329.248 expedientes adicionales. Considerados de manera conjunta, el total de causas en curso por ambas vías judiciales trepa a 637.330 procesos pendientes de resolución.

La magnitud cobra otra dimensión al relacionar el stock de juicios con los asalariados registrados en el sector privado, que suman alrededor de 6,3 millones. La relación indica que los litigios pendientes representan cerca del 10% del empleo formal, proporción que inquieta a especialistas y destaca el peso del pasivo pendiente sobre las cuentas empresariales y el sistema judicial.
La legislación laboral vigente habilita mecanismos de actualización que, en el contexto inflacionario y con las reformas implementadas durante la emergencia sanitaria, transformaron el universo de pasivos judiciales en cifras de difícil cobertura. Las propias reglas utilizadas por la justicia en distintas jurisdicciones, incluyendo la capitalización de intereses y la indexación por inflación, generan montos “históricos” que comprometen la sostenibilidad de las empresas afectadas.
Desde la óptica de quienes siguen la evolución de estos expedientes, la dimensión del stock de juicios amenaza el funcionamiento normal del sector asegurador y de múltiples empresas de servicios y comercio. Al respecto, se señalan que los sistemas de actualización aprobados o sugeridos en las normas actuales convierten en una deuda impagable la suma de pasivos judiciales acumulados.
La preocupación oficial y privada coincide en que la única forma de controlar hacia adelante esta problemática consiste en eliminar o acotar los elementos que potencian la litigiosidad, aunque ese enfoque solo impactaría en los casos futuros. Resta resolver cómo enfrentar el pasivo ya generado con las reglas que tensionan financieramente a los distintos actores.
“El Código Civil y Comercial de la Nación, en su artículo 768, habilita al Banco Central a fijar una tasa de intereses moratorios de referencia para uso de los tribunales en la actualización de deudas. Extremar la prudencia en la definición de esta tasa de interés es la única manera de hacer viable el pago de los juicios acumulados”, destacaron en el informe de Idesa.
En respuesta a este escenario, el Banco Central abrió una consulta pública sobre la nueva Tasa de Intereses Moratorios (TIM). La propuesta contempla calcular la tasa como un promedio ponderado entre la tasa pasiva de depósitos y la tasa activa de préstamos, estableciendo un rango entre un piso y un techo definidos por CER más 3% anual. El planteo busca preservar el valor real de los créditos judiciales, evitando “arbitrariedades” y escaladas mayores o pérdidas severas en los montos finales. El esquema se considera razonable para el futuro, siempre y cuando se logren cambios en los factores que generan una litigiosidad incompatible con el desarrollo normal del mercado.
No obstante, ese modelo choca con el objetivo de aliviar el pasivo asociado a los millones de juicios que esperan sentencia. Analistas proponen para ese universo aplicar hasta el 31 de diciembre de 2025 la metodología de la Comunicación BCRA 14.290, que combina los rendimientos de caja de ahorro y plazos fijos, y luego, a partir de enero de 2026, empalmar ese índice con la fórmula incorporada por el Decreto 70/2023 (IPC + 3% anual).
La Comunicación BCRA 14.290 nació en 1991 para enfrentar los saldos judiciales surgidos de la hiperinflación de 1989 y 1990. Voceros apuntan que el mismo recurso resulta útil en el presente, al enfrentar las consecuencias de la inflación de los años recientes y la acumulación de litigios laborales. No disponer de un mecanismo de emergencia adecuado para estas circunstancias pondrá en riesgo la viabilidad de innumerables empresas e impactará sobre el empleo en el sector formal.
El debate permanece abierto sobre cuál será el índice de actualización definitivo que los tribunales aplicarán para los juicios actuales. Tanto las empresas como las cámaras empresariales y las aseguradoras de riesgos laborales aguardan definiciones normativas que aporten previsibilidad a los pagos y permitan dimensionar el tamaño real del pasivo. Mientras tanto, el stock de juicios laborales sigue creciendo y compite por el centro de la agenda en la definición de la próxima reforma laboral.
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