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ECONOMIA

Acciones argentinas marcan récord histórico en dólares: dónde están las oportunidades de inversión

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El optimismo de los inversores respecto a los activos financieros argentinos sigue firme. Así lo reflejan, entre otros, las acciones de las empresas locales, cuyas valuaciones ya rozan los máximos históricos nominales que alcanzaron en el año 2018 y los operadores del mercado afirman que aún hay lugar para que sigan subiendo, aunque advierten cautela.

El índice S&P Merval, que agrupa a las principales empresas que operan en la bolsa local, superó ayer los 1800 dólares. Esa marca es representativa para el mercado porque se trata del máximo histórico del índice, al cual llegó en 2018, bajo la administración del ex presidente Mauricio Macri.

A pesar de ello, el índice referente de las acciones locales aún no ha alcanzado el récord en términos reales. Por la inflación acumulada en Estados Unidos durante este período, ese máximo histórico que alcanzó en 2018, a valores de hoy, representa entre 2200 y 2300 dólares, por lo que aún está aproximadamente 25% abajo.

Los especialistas afirman que, debido a las condiciones de la macroeconomía local, el estado actual de las empresas y las expectativas positivas de los inversores del mercado bursátil, en el mediano y largo plazo las acciones argentinas deberían continuar con la tendencia alcista, más allá de posibles tomas de ganancias en el corto plazo.

Perspectivas positivas para las acciones argentinas

«Los fundamentos para que el índice de acciones locales se encamine a los máximos registrados durante la administración de Mauricio Macri, que es de u$s2200 puntos medido al dólar contado con liquidación y ajustado por inflación acumulada en Estados Unidos, están dados», afirma el equipo de research de IEB.

El bróker de bolsa sostiene que las tres variables que habitualmente monitorea han tenido una evolución positiva en las últimas semanas. Especialmente, después de las elecciones en Estados Unidos. Una de ellas el avance de los títulos de deuda soberana en dólares, que han llevado al riesgo país a caer por debajo de los 800 puntos básicos, el nivel más bajo desde julio de 2019.

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Además, de acuerdo con el análisis, si se observa el contexto internacional, el triunfo electoral de Donald Trump impulsó fuertemente a las acciones de las empresas que operan en Wall Street. El efecto «se derramó» sobre los demás mercados bursátiles y la Argentina no estuvo exenta de ello.

A la vez, destaca noticias positivas que ayudan a impulsar la demanda de acciones locales, como grandes compras de reservas por parte del Banco Central, caída del riesgo país, desaceleración en los niveles de inflación, repunte de la actividad económica y recuperación en la imagen del presidente Javier Milei en las encuestas.

«Los fundamentos de la macroeconomía del país y de los tres sectores principales de las empresas que cotizan en la bolsa local (bancos, energía y servicios públicos) hoy están mejor que cuando se alcanzó el récord de 2018. Por lo tanto, aquel récord no debería ser un techo ahora», resaltan los analistas de Clave Bursátil en diálogo con iProfesional.

Por su parte, el asesor financiero José Bano advierte que hay que tener cautela. Aclara que esto no implica que no hay que entrar, sino que debe hacerse con precaución. Esto se debe a que entre más altos son los precios de los activos hay más riesgo porque queda menos margen para seguir subiendo y en cualquier momento pueden llegar las correcciones.

«Cuanto más alto se haya comprado el activo financiero, mayor es el ajuste que vamos a ver cuando lo haya. Entonces, a estos niveles ya hay que ser muy cautelosos. A estos precios, para mí, es más momento de ir de a poquito desarmando las posiciones sobre estos papeles, en lugar de estar aumentándolas», sostiene Bano.

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Inversiones: las acciones argentinas que pueden subir más

El analista financiero Gustavo Ber estima que las acciones de empresas relacionadas con los sectores bancario y energético deberían seguir siendo los de mayor potencial alcista. Pero advierte que, luego de las fuertes ganancias que acumularon durante los últimos meses, a partir de ahora los precios de estos papeles deberían desacelerar el avance.

«El sector de energía sigue siendo uno de los principales a nivel local y acá se destacan las acciones de YPF, que aún le falta bastante para volver a sus máximos anteriores, por lo que me parece una buena alternativa. Los de Pampa Energía ya no tanto porque después de todo lo que ha subido no se sabe si le queda mucho más para subir», comenta Bano.

En diálogo con iProfesional, Bano señala que dentro del sector energético otra buena alternativa es Central Puerto, debido al fuerte crecimiento que ha tenido la compañía en los últimos años, por lo que considera que debería valer más. A la vez, destaca a los papeles de MetroGas, que también cotiza en el panel líder de acciones del Merval.

«Por fuera de energía, me gusta Cresud. Es una empresa complicada para operar porque es un holding muy grande. A Cresud uno la relaciona con campo, pero también es dueña de Irsa. Entonces, no sólo es campo, sino que también tiene todo lo de Irsa, que tiene negocios en Israel, torres en Estados Unidos, hoteles, el Banco Hipotecario y otros negocios más. Es un mega holding que tiene de todo», agrega.

En ese sentido, resalta que es difícil tener una conclusión clara sobre esa compañía porque muchas veces sucede algo que a una parte del grupo empresarial le beneficia, pero a otra parte le perjudica. Por lo tanto, afirma que implica una situación muy complicada al momento de analizar. 

«De todos modos, cuando uno ve su evaluación contra el precio del libro (cuánto valen los campos que tiene, cuánto valen las propiedades que tiene, etc.), la empresa tendría que valer bastante más que esto porque está apenas empatando el valor del libro. Falta toda la plusvalía que genera la empresa, por lo cual se percibe que es una acción interesante», sostiene Bano.

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ECONOMIA

Javier Milei quiere que Donald Trump vea a Argentina como aliado estratégico en el sur global

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Javier Milei dejó en claro que su objetivo va mucho más allá de que el Fondo Monetario Internacional le apruebe una asistencia monetaria: quiere ser el aliado geopolítico de Estados Unidos en el Atlántico Sur y entrar en la agenda de los líderes de confianza de Donald Trump.

En su visita al selecto grupo de políticos, empresarios y financistas que se reunió en Mar a Lago, el presidente argentino citó a la alianza de las ciudades griegas para frenar el avance del imperio persa en las guerras médicas de hace 2.500 años, y también citó el consejo de Martín Fierro a sus hijos: «los hermanos sean unidos, esa es la ley primera». El mensaje de Javier Milei ante Donald Trump y la plana mayor del nuevo gobierno estadounidense fue claro: lo que se viene en el mundo es una instancia histórica, es la pelea por rescatar los valores de occidente, y Argentina quiere jugar un rol protagónico en ese confrontación.

Por eso, en el entorno del presidente minimizan las contradicciones programáticas que muchos le han marcado sobre su simpatía con Trump, un proteccionista en el plano comercial, que muestra preferencia por ciertas conductas dirigistas y desconfía del globalismo a ultranza.

Lo importante, creen, es que el alineamiento de Argentina con Estados Unidos tenga un firme sustento ideológico y estratégico. Después, los dólares llegarán naturalmente, sea mediante un tratado de libre comercio, sea por la vía de inversiones externas directas o por la colaboración directa entre gobiernos.

Y Milei dio todas las señales posibles de acercamiento. Ya había manifestado su apoyo explícito a Trump en febrero, cuando participó por primera vez en la Conferencia de Acción Política Conservadora y llegó al plano internacional su prédica contra «la casta». Venía precedido por la repercusión de su discurso en el Foro de Davos, donde declaró que Occidente estaba en peligro por el «marxismo cultural», una de cuyas expresiones era la Agenda 2030 de las Naciones Unidas.

En aquel encuentro de febrero, Milei le había dicho a Trump que, como libertario en una región de gobiernos de izquierda, se sentía «más solo que Adán en el día de la madre», a lo que el estadounidense le respondió que pronto iba a estar en compañía. Ahora, no sólo ratificó que lo considera uno de los suyos sino que lo elogió profusamente por su gestión y lo consideró «un presidente MAGA» -en un juego de palabras con su eslogan de campaña Make America Great Again-.

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En la vanguardia de la batalla cultural

Milei demostró que quiere formar parte de ese nuevo club y ha dado señales concretas. Recambió a su canciller, enojado por el voto condenatorio del embargo a Cuba. Luego fue el único país de la ONU que votó en contra de una resolución para prevenir la violencia contra las mujeres; y eso ocurrió una semana después del voto contrario a la resolución sobre pueblos indígenas. La nueva diplomacia argentina está demostrando sospecha que, detrás de cada enunciado de buenas intenciones, se oculta el avance del neo-marxismo en la «batalla cultural».

El discurso de Milei en la gala del jueves casi no habló de economía, sino que se centró en el agradecimiento a Trump por haber garantizado «los valores de la libertad» contra el avance de la izquierda y la «cultura woke». Y no se olvidó de su amigo Elon Musk, a quien le agradeció su aporte a la libertad de prensa desde la ex Twitter.

El punto máximo de ese alineamiento será en los primeros días de diciembre, cuando Buenos Aires sea la sede de la Conferencia de Acción Política Conservadora. Allí se espera la presencia de Lara Trump, nuera del presidente electo, y también del ex mandatario brasileño Jair Bolsonaro.

Algunos días antes, Milei invitará a Buenos Aires a la italiana Giorgia Meloni, la figura más destacada de la nueva derecha europea. La aspiración del presidente argentino no es menor: quiere conformar una alianza de la que también formen parte Israel, Alemania y aliados asiáticos para enfrentarse al eje China-Rusia-Irán. Pero, sobre todo, para resistir al «enemigo interno» enquistado en el establishment cultural, los medios, las universidades y la propia ONU.

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El aliado del Atlántico Sur

Con Lula da Silva en Brasil y gobiernos de izquierda en Chile, Colombia y México, Milei quiere que Trump vea a Argentina como su aliado natural en esta región del mundo. Es algo que tiene implicancias que van más allá de la retórica sino que tiene implicancias de seguridad estratégica.

Como señaló el politólogo Julio Burdman, Estados Unidos viene mostrando, ya con el gobierno demócrata, un intento por recuperar presencia en el sur global, para lo cual presionó para romper la alianza entre Australia y China.

Estados Unidos manifestó también su preocupación por el avance chino con su observatorio científico en la Patagonia. Y la presencia de la general Laura Richardson en el extremo sur, acompañada por Milei y con la banda militar entonando la marcha de las Malvinas -«Tras un manto de neblinas no las hemos de olvidar»-, dio una pauta de cuál puede ser la estrategia.

«Solo un Milei Geopolítico puede explicarle a su amigo político Donald Trump que la solución óptima para todos es un acuerdo estratégico de cuatro amigos, Estados Unidos, Reino Unido, Argentina y Australia, para afianzar una alianza de seguridad de largo plazo en todos los mares del Sur», argumenta Burdman. Y plantea que en este nuevo contexto hasta podría cambiar la visión sobre la cuestióon Malvinas: «El nodo inicial de la negociación sería destrabar lo que lo impide, que es Malvinas, con una devolución gradual garantizada vía un acuerdo tripartito (o cuatripartito) de largo plazo».

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¿Llegan los dólares?

¿Y los dólares? En el entorno de Milei afirman que llegarán, y que la amistas entre los dos presidentes compensará a Argentina por las pérdidas que implique el «súper dólar» y la caída en los precios de las materias primas.

Para empezar, claro, está el tema del FMI. Trump presionará al directorio para que haya fondos frescos que ayuden a Milei a adelantar el levantamiento del cepo sin que eso implique una turbulencia cambiaria.

La consecuencia de esa nueva fase en la economía argentina sería una profundización en la baja del índice de riesgo país y, por consiguiente, el regreso a las categorías de países considerados seguros por parte de los inversores.

El antecedente directo de esa situación fue el «ascenso» en 2018 de mercado «de frontera» a mercado «emergente». En aquel momento, un eufórico Mauricio Macri decía: «Gracias a esta reclasificación, muchas más empresas invertirán en el país, tendremos acceso a capital más barato y se generarán nuevos empleos. Hoy el mundo reconoce que estamos haciendo las cosas bien y nos acompaña poniéndonos al mismo nivel de las economías confiables, las economías que crecen».

La alegría duró poco, dado que en 2021 el país descendió a la categoría «standalone», un purgatorio financiero que, en los hechos, hace muy difícil el acceso al mercado de crédito.

Ahora, el RIGI es visto por los empresarios como un paso en el sentido correcto, porque garantiza la libertad para remesar divisas, algo que a los inversores les preocupa mucho más que los beneficios impositivos. Y la expectativa de mínima que manejan las consultoras de negocios argentinas es que se concreten inversiones directas estadounidenses por no menos de u$s5.000 millones anuales.

En realidad, no es un número descabellado si se tiene en cuenta que en el mejor momento de la gestión macrista, en 2017 y 2018, tras la realización del foro empresarial conocido como «mini Davos», hubo un flujo inversor de u$s10.000 millones cada año, que luego cayó ante la incertidumbre de la continuidad política. El máximo histórico se había dado en 1999, con un ingreso de u$s22.000 millones. En el otro extremo, durante la gestión de Alberto Fernández, y con vigencia plena del cepo, la inversión directa estadounidense cayó a mínimos históricos.

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La apuesta al «friend shoring»

Milei, que mencionó su intención de avanzar en un acuerdo bilateral, no dejó en claro si está pensando en un tratado de libre comercio, algo para lo cual necesitaría el aval de los socios del Mercosur, o si está haciendo una apuesta de tipo geopolítico.

En realidad, la expectativa del gobierno es que, más allá de si se formaliza o no un tratado, Argentina reciba un trato privilegiado por parte de Estados Unidos. En el gobierno creen que, en realidad, Trump no hará una suba generalizada de aranceles, como amenazó en la campaña electoral, sino que usará esas barreras comerciales con criterio político, para premiar o castigar a los gobiernos, según sea el caso.

Además, creen que Argentina se puede beneficiar por el corte que anunció Trump a la producción off shore de empresas que usan proveedores chinos. Los analistas internacionales hablan de un nuevo esquema, «friend-shoring», que implica que Trump tercerizará la producción de sus cadenas industriales en países amigos, que le resulten proveedores confiables. Milei apuesta a que Argentina estará en el tope de esa lista.

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