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ECONOMIA

Alerta para Caputo: la liquidación de los productores sojeros podría ser inferior a la esperada por el Gobierno

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Mientras en el gobierno cuentan los días para que llegue la esperada venta de la cosecha gruesa de soja y, por fin, se entre en la época del año en la que los agrodólares resuelven las tensiones de la macroeconomía, desde el campo se multiplican las voces de alerta: el oasis podría no ser tan bueno como se lo esperaba y los dólares menos cuantiosos de lo que indican las cuentas oficiales.

Es cierto que con la lluvia de las últimas semanas mejoraron las perspectivas, y que además hubo una pequeña suba en los precios internacionales, pero lo cierto es que el campo argentino está lejos de vivir un momento de euforia. Más bien al contrario, pocas veces se había llegado al momento de la cosecha con un nivel tan bajo de ventas con precio fijado.

Hablando en números, sobre una cosecha estimada en 50 millones de toneladas, apenas hay anotadas ventas por 800.000 toneladas. Es decir, apenas un 1,6%, lo que da la pauta de que los productores tienen la intención de retener la mayor cantidad de grano posible, y solamente ir «soltando» su producto en la medida en que lo necesiten para cubrir obligaciones financieras.

Eso implica que la cantidad exportada en el trimestre abril-mayo-junio podría ser inferior a la que espera el gobierno -que cuenta con un voluminoso ingreso, entre otras cosas, para levantar el cepo cambiario.

¿Por qué ocurre esto? Según los analistas del negocio agrícola, porque a los productores no les gusta ni el tipo de cambio actual ni el precio del mercado internacional. O, mejor dicho, porque en ambos casos tienen la expectativa de que, más temprano que tarde, debería haber subas.

Lo que responden los expertos es que, en el caso del precio internacional, su visión es errónea, porque se suman datos como para esperar incluso una baja más pronunciada en los próximos meses.

Tras las lluvias registradas en las últimas semanas, se corrigieron al alza las proyecciones de la campaña agrícola

Tras las lluvias registradas en las últimas semanas, se corrigieron al alza las proyecciones de la campaña agrícola

En cambio, en lo que respecta al dólar oficial, se trata de un tema mucho más opinable. Tanto que han corrido versiones en el sentido de que Toto Caputo y Santiago Bausili analizan la alternativa de un incentivo cambiario, por la vía de un dólar exportador. Es un rumor que los funcionarios desmienten, pero el solo hecho de que esté circulando marca una realidad indisimulable: entre los productores se instaló la percepción de que el nivel del dólar que reciben por su exportación se ha deteriorado, y creen que debería haber una mejora.

Buena lluvia, malos precios

La lluvia trajo una mejora en el humor, pero lo cierto es que no cambió el panorama radicalmente. Lo mejor fue que la Bolsa de Comercio de Rosario recalculó al alza la cosecha sojera en medio millón de toneladas.

Pero los expertos del sector advierten que las precipitaciones no fueron parejas en toda la zona productiva -cayeron, sobre todo, en la provincia de Buenos Aires-, lo que hace que todavía haya regiones con rindes inferiores a los previstos.

Para colmo, se reportó que una plaga de langosta provocó fuertes pérdidas en la cosecha de maíz tardío en la región norte.

Al día de hoy, la expectativa es de 50 millones de toneladas de soja y 57 millones de maíz, lo cual implica buenos números en relación con la desastrosa campaña del año pasado, afectada por la histórica sequía. Pero que está debajo del promedio de los últimos años.

Cuando, además, se considera el precio internacional, entonces el valor estimado de la cosecha 2024 se torna relativamente modesto. Así, para la soja se espera que ingresen u$s21.500 millones, que luce como una cifra importante en comparación con los u$s11.750 millones del año pasado, pero que está muy por debajo de los u$s30.000 millones del 2022 -cuando simultáneamente hubo grandes volúmenes y precios altos-.

Pero lo peor de todo es que la venta agrícola de este año estará debajo de las previsiones que se habían hecho al inicio de año: se había especulado con un ingreso en torno de los u$s28.000 millones. Es decir, unos u$s6.500 millones más de lo que efectivamente se contará para vender.

El gráfico de la consultora Outlier muestra cómo la campaña de este año sigue por debajo del promedio

El gráfico de la consultora Outlier muestra cómo la campaña de este año sigue por debajo del promedio histórico

Una expectativa contra los «fundamentals»

Uno de los factores que frena la voluntad de los productores por vender es el precio en el mercado internacional. La soja en Chicago está en u$s436, lo que implica una recuperación respecto del valor mínimo de u$415 de hace un mes, pero sigue siendo un número muy bajo en comparación con los u$s467 de inicios de año, y ni hablar si se compara con los u$s540 de hace un año.

Ese contexto bajista llevó a los productores a una típica actitud defensiva, consistente en resguardar mercadería, convencido de que debería haber una mejora del precio. Es una estrategia que los expertos suelen desaconsejar, pero que admiten que es difícil de cambiar, porque responde a un estilo de trabajo de muchos años.

«El productor argentino es muy poco amigo de vender forward. Le gusta más cosechar, embolsar, y negociar desde ahí», grafica Diego Palomeque, director de la firma Agroeducación. Sin embargo, agrega que, para quien sigue los fundamentals del mercado internacional, está claro que no hay motivos para esperar una suba de precios, por lo menos hasta el segundo semestre, cuando la cosecha de Estados Unidos traiga un «reseteo» de las expectativas.

Al respecto, un informe de Marianela de Emilio, técnica del INTA, apunta que, a pesar de un recorte de la producción en Brasil, de todas formas la cosecha sudamericana fue muy buena, por lo que las perspectivas de precios son, en el mejor de los casos, de estabilidad.

Su planteo hacia los productores es que en lugar de retener el grano, sería preferible vender ahora para invertir y mejorar la rentabilidad. Pero reconoce que no es un consejo que la mayoría tome en cuenta.

«Lo que está generalizado es postergar ventas y esperar subas de precios. El ritmo de ventas será alto porque hay obligaciones que cumplir, pero estará acotado a ese objetivo. Una vez cumplido el compromiso, el productor dice ‘listo, no vendo ni un gramo más’», dice De Emilio en diálogo con iProfesional.

Desde su perspectiva, hay un riesgo asociado a esa actitud conservadora, y es la toma de deudas con la expectativa de una suba de precio que, probablemente, no llegue: «Postergar ventas, asumiendo costos financieros, sin cubrir precio a futuro, deja el volumen comprometido expuesto a mayores bajas de precio».

En los últimos días volvieron las versiones sobre un nuevo dólar soja: el gobierno niega, pero los productores se resisten a vender

En los últimos días volvieron las versiones sobre un nuevo dólar soja: el gobierno niega, pero los productores sólo venden lo mínimo

Especulando con el tipo de cambio

¿Por qué los productores se empecinan en apegarse a su producto cuando corren el riesgo de una mayor baja de precio? Según el consultor Salvador Di Stefano, «el productor no desea vender a estos precios porque no cubre los gastos en que incurrió en la campaña».

En realidad, la situación es simple: tal como ocurrió en los últimos cuatro años, hay una especulación respecto de una eventual medida en la política cambiaria.

Versiones al respecto hay muchas: desde una aceleración del crawling peg hasta un nuevo salto devaluatorio, pasando por un nuevo «dólar soja» o una baja transitoria de retenciones a la exportación.

De momento, no sólo no hay nada concreto sino que los empresarios dan las señales opuestas: consideran que el apego a la política cambiaria anunciada es lo que ha permitido la tranquilidad en el mercado financiero. Y, por otra parte, la situación fiscal no permite sacrificar el ingreso por retenciones, una de las pocas fuentes de recaudación que no decrecen, en un contexto recesivo.

Pero eso no es obstáculo para que los productores igualmente actúen según su reflejo histórico: retener stock hasta ver una mejora en su ingreso.

Lo cierto es que hoy el productor sojero, una vez que se hacen los descuentos por retenciones y después de haberle vendido el 80% de su ingreso al Banco Central -al tipo de cambio oficial de $850- se queda con u$s242 en el bolsillo. Eso equivale al 55% del precio internacional.

Es un monto pequeño en comparación con el que se quedan los productores de los países vecinos -que prácticamente embolsan el precio pleno- pero sigue siendo más de lo que han recibido en los últimos años: con el atraso cambiario generado durante la última gestión peronista, el precio real para el productor sojero estaba en apenas un 30%, salvo en los momentos en que rigió el «dólar soja» de Sergio Massa, que permitía por breves lapsos capturar un 50% del precio internacional.





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ECONOMIA

El mercado ve difícil que se mantenga el superávitl si baja el impuesto PAIS y aunque vuelva Ganancias

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A la hora de buscar explicaciones para la desconfianza que está expresando el mercado respecto del plan de Luis Caputo, hay datos en la recaudación tributaria de junio que aportan claridad. Una vez más se evidenció que el superávit fiscal, lejos de estar asegurado, depende de medidas transitorias cuyo efecto ya no se verá dentro de pocos meses.

El más notorio es el impuesto PAIS, el gran anabólico de las cuentas fiscales, que el mes pasado aportó nada menos que un 7% de la recaudación total. Es, precisamente, el impuesto que el gobierno se comprometió a reducir en el corto plazo, al aceptar que su aplicación resulta distorsiva para la economía.

Por lo que ha insinuado el gobierno, ya en agosto se debería reducir su alícuota, que del actual 17,5% volvería al 7%. Y en teoría, el año próximo no debería seguir vigente, dado que tendría que salir de escena junto con el cepo cambiario. Al menos, ese fue el argumento que el propio Javier Milei había planteado el verano pasado, cuando en medio del debate por la ley Bases se negó al pedido de los gobernadores provinciales para coparticipar el impuesto PAIS.

La recaudación de impuestos en junio es clara respecto del impacto que tendrá el paulatino recorte de este tributo. Si ya se estuviera aplicando la reducción de 10 puntos en la alícuota, entonces la recaudación total habría disminuido en $445.000 millones, un 4% del total.

Esa cifra supera, por ejemplo, el monto del superávit fiscal primario obtenido en abril pasado. Y también habría sido superior al superávit de mayo, si no fuera porque ese mes se produjo, excepcionalmente, un alto ingreso por un efecto contable post devaluación.

Un superávit que sigue dejando dudas

Es así que quienes tienen dudas sobre la sostenibilidad del superávit se replantean la preocupación por la dependencia que Caputo está demostrando respecto de un impuesto que, de cumplirse con lo prometido, dejará de hacer su aporte justo en un momento recesivo, en el que otros tributos más directamente ligados a la actividad comercial -como el IVA, por ejemplo, ven disminuida su capacidad contributiva-.

Pese a la insistencia de Toto Caputo y Santiago Bausili por transmitir solidez en el plano fiscal, el mercado sigue expresando dudas sobre la sostenibilidad del superávit

En otras palabras, regresan las sospechas de que durante el segundo semestre, que es cuando típicamente aumenta las erogaciones del gasto público, ya no resulte posible sostener el superávit de las cuentas, si al mismo tiempo no se cuenta con la ayuda del impuesto PAIS.

Serán meses en los que, al contrario de lo que ocurrió hasta ahora, el gasto jubilatorio -por lejos, el de mayor incidencia en el presupuesto- empezará a crecer en términos reales por efecto de la nueva fórmula indexatoria. Y hasta los rubros que en otros años salvaron la recaudación, como las retenciones a la exportación del agro, ahora muestran menos pujanza: en junio representaron apenas un 3,8% del total, cuando en otras épocas aportaban cerca del 10%.

Ahora, para complicar más la situación, los analistas creen que, a partir de las nuevas medidas monetarias -que transfieren al Tesoro la responsabilidad de pagar a los bancos por su excedente de liquidez- se hará todavía más difícil el panorama, porque eso requerirá un mayor nivel de superávit primario.

Así lo plantea Jorge Vasconcelos, economista jefe de la Fundación Mediterránea, después de analizar el desafiante calendario de pagos para las arcas fiscales.

«Debería explicitarse cómo la mayor carga de intereses que habrá de enfrentar el sector público no habrá de complicar el cumplimiento de las metas fiscales. No es un tema menor, dadas las dificultades para bajar el riesgo país y la conexión que existe entre la continuidad del cepo y la necesidad del Tesoro de asegurarse licitaciones exitosas ante cada vencimiento de deuda», apunta el economista.

¿Se puede prescindir del impuesto PAIS?

En el último mes, el ingreso tributario se vio potenciado por el hecho de que el impuesto PAIS se aplicó también a las empresas que compraron el bono Bopreal con el objetivo de girar al exterior dividendos o utilidades.

El impuesto PAIS volvió a salvar la recaudación de junio, con un aporte extraordinario por el gravamen a los bonos Bopreal

El impuesto PAIS volvió a salvar la recaudación de junio, con un aporte extraordinario por el gravamen a los bonos Bopreal

Al permitir esa remisión de fondos al exterior, que hacía más de cinco años que estaba vedada a las empresas, el gobierno se aseguró el éxito en la colocación de este bono, con un volumen equivalente a u$s1.743 millones. Traducido a pesos, significa que los inversores entregaron $1,54 billón. Y, como todo está gravado por este tributo, quedaron en la caja de la AFIP $269.000 millones.

Es lo que permitió que en la recaudación de junio el impuesto PAIS haya dado un salto de 38,5% respecto de lo conseguido en mayo.

¿Qué tan grave es actualmente la dependencia del impuesto PAIS? Hasta hace dos meses, lo suficiente como para afirmar que, si no existiera, habría regresado el déficit fiscal. En este momento se está verificando un «oxígeno» proveniente del impuesto a las Ganancias, pero aún así hay dudas sobre la duración de ese fenómeno.

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Aunque baje el impuesto PAIS, ¿la vuelta de Ganancias podrá mantener el superávit?

Ocurre que Ganancias está reflejando el impacto del vencimiento del primer anticipo de las sociedades con cierre diciembre, por el período fiscal 2024. Eso le permitió crecer al punto de que en junio su participación fue el 22% de la recaudación total, cerca de su promedio histórico -cuando durante todo el año había promediado un 14%-.

Pero claro, ese efecto es de corta duración y no se volverá a verificar en los próximos meses. Es por eso que ahora la apuesta es a que en la caja de la AFIP empiece a notarse el impacto de la recientemente aprobada ley Bases.

Con el regreso del aporte que realizarán unos 800.000 trabajadores por el impuesto a los Ingresos -como se rebautizó a la cuarta categoría de Ganancias-, se espera que haya un ingreso tributario lo suficientemente alto como para disimular la pérdida que se producirá por la contribución del impuesto PAIS.

La calculadora de Impuesto a las Ganancias

El gobierno apuesta a que tras la reforma legislativa, Ganancias pueda compensar la disminución del aporte del impuesto PAIS

El gobierno apuesta a que tras la reforma legislativa, Ganancias pueda compensar la disminución del aporte del impuesto PAIS

En los papeles, el regreso de Ganancias permitirá un incremento de 0,4% del PBI, lo cual, según los cálculos de Toto Caputo, disiparía las dudas respecto de la consecución del superávit fiscal. Claro que, a diferencia de lo que ocurre con el impuesto PAIS -cuya recaudación queda íntegramente para el Tesoro-, lo que ingrese por Ganancias se debe coparticipar con las provincias, que se quedan con 58% de la caja.

Pero el gobierno apuesta a que su jugada salga bien. La historia reciente demuestra que Ganancias es uno de esos impuestos que son relativamente inmunes a los momentos recesivos como el actual. A diferencia de tributos como el IVA, cuyo nivel de recaudación está directamente vinculado a la fase -expansiva o recesiva- del ciclo económico, Ganancias suele mantenerse, porque su ingreso depende del incremento nominal de los ingresos, que en una economía inflacionaria tiende a subir.

De todas formas, entre los analistas no hay consenso respecto de cuánto tiempo llevará para que la reforma legislativa sobre Ganancias deje ver plenamente su impacto en las cuentas fiscales. Y esas dudas se acrecentaron por la ralentización en la eliminación de subsidios estatales a la energía, en el marco de la preocupación oficial por acentuar la desinflación.

Tanto es así que todavía se escuchan dudas respecto de si, efectivamente, el impuesto PAIS desaparecerá el año que viene, aun cuando se avance en un desarme del cepo. Eso implicaría reducir la cuenta corriente -la del comercio de bienes- al tiempo que se abre la cuenta capital y financiera, algo que los economistas asocian a una mayor volatilidad del dólar y una economía más vulnerable a los shocks externos.

Mientras tanto, el dólar paralelo sigue batiendo récords a diario, indiferente a las declaraciones de los funcionarios sobre la solidez de la situación fiscal.



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