ECONOMIA
Claves del acuerdo comercial UE-Mercosur tras 25 años de negociaciones Por EFE
Jon Martín Cullell
Montevideo, 6 dic (.).- Las negociaciones del acuerdo comercial entre la Unión Europea y el Mercosur, que arrancaron hace casi 25 años, se clausuraron este viernes tras un apretón de manos entre la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, y los líderes del bloque suramericano durante la cumbre de Jefes de Estado celebrada en Montevideo.
El acuerdo, que reducirá los aranceles para un mercado de más de 700 millones de personas a ambos lados del océano Atlántico, todavía tiene que ser aprobado por el Parlamento y el Consejo de la UE, y por los congresos de los países del grupo sudamericano, del que forman parte Brasil, Argentina, Paraguay, Uruguay y, de forma inminente, Bolivia.
1. Largas negociaciones
Las discusiones iniciaron en el 2000, pero encallaron al poco tiempo y no fue sino hasta 2019 que las partes lograron llegar a un preacuerdo amplio, que abarcaba desde aranceles y normas sanitarias hasta reglas de propiedad intelectual.
Tras la firma del acuerdo preliminar, las negociaciones volvieron a estancarse ante la preocupación de los socios europeos por los estándares medioambientales del bloque y por la incidencia de la actividad agropecuaria en la deforestación, sobre todo en Brasil, país entonces gobernado por el ultraderechista Jair Bolsonaro (2019-2022).
2. Un anexo medioambiental para satisfacer a la UE
El nuevo acuerdo presentado este viernes incluye un anexo al capítulo sobre Comercio y Desarrollo Sustentable, tras el empuje de los negociadores europeos por incluir mayores garantías de protección al medio ambiente.
El añadido plantea que los países firmantes cooperen para la implementación de tratados internacionales de combate al cambio climático, como el Acuerdo de París, e implementen acciones para promover los productos sustentables.
3. Cesiones al Mercosur
Los países del Mercosur, a su vez, consiguieron suavizar algunas partes del antiguo acuerdo que consideraban dañinas relativas a compras gubernamentales y de apertura del sector automotriz.
Los ajustes excluyen de la liberalización las compras realizadas por el sector público de salud y preservan la posibilidad de los Gobiernos de comprar productos tecnológicos de la región como forma de incentivar este sector.
Además, la eliminación de aranceles para los vehículos eléctricos se dará a lo largo de un periodo de dieciocho años, frente a los quince previstos en el acuerdo preliminar, y se incluye un mecanismo que permite suspender por tres años y de forma extraordinaria la reducción de aranceles.
4. División europea
Las discusiones han enfrentado la firme oposición de las autoridades francesas, presionadas por las protestas de agricultores que denuncian la supuesta «competencia desleal» que supondría la entrada de productos del Mercosur.
El presidente francés, Emmanuel Macron, ha mantenido el pulso hasta el final y, mientras Von der Leyen viajaba hacia Montevideo, el Elíseo señaló que el mandatario se había comunicado con la líder europea para expresarle su rechazo al acuerdo, al considerarlo «inaceptable en su estado (actual)».
Del otro lado, España y Alemania tradicionalmente han apoyado la firma del documento, poniendo énfasis en el crecimiento económico que puede conllevar.
«España trabajará para que este acuerdo sea aprobado por mayoría en el Consejo (de la UE)», escribió este viernes el presidente del Gobierno Pedro Sánchez.
5. Impulso de Brasil
Dentro del bloque suramericano, el presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, ha sido el principal impulsor del acuerdo, al que otorga una importancia de primer orden para fomentar las exportaciones agropecuarias del país.
Frente al rechazo francés, Lula ha defendido la calidad de la carne brasileña y la semana pasada dijo que Macron «no pinta nada», porque es Von der Leyen la encargada de negociar el acuerdo.
Al mismo tiempo, el mandatario ha apuntado a la reducción de las tasas de deforestación en la Amazonía durante su mandato para tratar de calmar las inquietudes europeas.
6. Impacto del acuerdo
De entrar en vigor, este acuerdo será el mayor tratado comercial jamás ratificado tanto por la UE como por el Mercosur.
La UE fue en 2023 el segundo mayor socio comercial del Mercosur, por detrás de China y por delante de EE.UU., al suponer el 17 % de las importaciones del bloque suramericano con un valor de 55.700 millones de euros, en su mayoría de maquinaria y productos químicos y farmacéuticos.
En tanto, el año pasado Mercosur fue el décimo mayor socio comercial de la UE, con exportaciones valoradas en 53.700 millones de euros, principalmente minerales y productos agroalimentarios, según datos de la Comisión.
ECONOMIA
Esta es la cantidad de años que hay que trabajar para comprar un departamento en Buenos Aires
Para comprender a ciencia cierta cuántos años de trabajo o sueldos requiere una persona para comprar un departamento en Buenos Aires es necesario, primero, mensurar distintos factores que influyen en el logro de ese gran desafío. Sin un análisis exhaustivo, resulta enrevesado poder medir con certeza lo que verdaderamente implica cumplir esa «proeza» en un contexto tan cambiante.
Inicialmente, las variables fundamentales son ingresos y valores de los inmuebles: por ejemplo, «se toma el precio promedio de cierre de un departamento de 60 m2 usado en la Ciudad de Buenos Aires y el último dato de ingreso registrado por RIPTE al tipo de cambio MEP y así se establece el indicador«, explica José Rozados, de Reporte Inmobiliario.
A puro guarismo, la capacidad de compra de metros cuadrados para un asalariado promedio ha mostrado una marcada evolución en los últimos 24 años, reflejando los altibajos económicos del país.
Para un departamento de 30 m2 se necesitan 7 años de trabajo
En principio, el cuadro actual de precios es «sumamente atractivo para aquellos que tengan la decisión tomada y cuenten o bien con los fondos o bien con la posibilidad de acceder, con su ingreso, a un crédito hipotecario», pormenoriza Rozados.
Además, la brecha entre ingresos y el valor del m2 se redujo notablemente y hasta «mejoró con respecto al año pasado: actualmente, demanda la mitad de años de ingresos promedio que en 2024». Y más si se considera que «pueden sumarse ingresos para la compra de vivienda en la mayoría de las entidades que hoy ofrecen créditos hipotecarios».
Según un informe elaborado por Daniel Bryn, analista del negocio inmobiliario de Zipcode, especialmente para iProfesional, tomando como referencia el sueldo de un administrativo categoría F con 5 años de antigüedad en la escala salarial de Empleados de Comercio, el panorama es el siguiente.
Recuperación reciente mediante, «un asalariado promedio puede adquirir cerca de 0,33 m2 por mes, lo que implica que para comprar un departamento de 30 m2 necesitaría el equivalente 7 años de ingresos completos«, especifica Bryn. Esta mejora relativa se debe a «precios de inmuebles más accesibles en dólares y ajustes salariales que, aunque insuficientes, han permitido una leve recuperación en el poder adquisitivo», sostiene.
Y aunque en este año se observó una mejoría respecto a los peores momentos de 2019-2020, la capacidad de compra de metros cuadrados terminados en Argentina «sigue siendo un desafío para el asalariado promedio», suma Bryn.
Otros cálculos aparte, considerando el precio promedio de concreción de un departamento usado en la Ciudad de Buenos Aires Rozados estima que «habría que destinar el total de 10 años de ingresos como para llegar al monto de venta del inmueble».
También se llegó al mismo resultado a través del siguiente procedimiento: tomando el valor de u$s1.998 del m2 correspondiente al precio por m2 promedio efectivamente pagado registrado por el índice Remax-Ucema-Reporte Inmobiliario durante octubre último, un departamento de 60 m2 alcanzaría los u$s119.880. Y al cruzar este dato con la remuneración promedio de los trabajadores registrados del sector privado para septiembre pasado, según cotización MEP, «el esfuerzo salarial se ubicaría actualmente en los 10 años de ingresos».
El mejor período en cuanto a acceso a la vivienda en la Argentina se refiere a la década comprendida entre 2001 y 2011, cuando la capacidad de compra era relativamente alta, de acuerdo con el análisis de Zipcode.
Favorecido por estabilidad económica y precios accesibles en dólares, en esos años, un asalariado podía adquirir cerca de 2 m2 por mes, con menos de 12 años necesarios para comprar un departamento de 30 m2.
No obstante, el binomio 2018-2020 fue un punto de inflexión. Pues en 2019 se alcanzó un récord negativo: se necesitaban más de 8 años de sueldos completos para adquirir un solo m2 debido a la abrupta devaluación y el aumento de precios dolarizados.
¿Más inquilinos o propietarios?
La distribución de la tenencia de inmuebles en la Ciudad de Buenos Aires muestra una transformación significativa en casi las últimas dos décadas, de acuerdo con el informe. Según expertos consultados, el aumento en la cantidad de inquilinos frente a propietarios pone de manifiesto cómo los cambios macroeconómicos y del mercado inmobiliario afectan directamente a los habitantes de CABA.
Entre 2003 y 2022 se evidencia un cambio profundo en la relación entre propietarios e inquilinos, una transformación que no solo refleja las tensiones económicas, sino también las complejas dinámicas del mercado inmobiliario. En concreto, en 2003, el 65% de las viviendas en CABA pertenecían a propietarios. Este porcentaje fue disminuyendo de manera sostenida, alcanzando el 54% en 2022.
«Esto sugiere una creciente dificultad para acceder a la vivienda propia, impulsada por factores como el aumento del valor del metro cuadrado, la inflación y la pérdida de poder adquisitivo», apunta el analista de negocios.
En ese mismo año, solo el 24% de los habitantes eran inquilinos, una cifra que parece casi remota en retrospectiva. Sin embargo, con el paso del tiempo, este porcentaje creció de forma constante, alcanzando el 36% en 2022. Los motivos de este crecimiento también responden al encarecimiento de las propiedades en dólares, combinado con un mercado de créditos hipotecarios prácticamente inexistente en los últimos años.
Un porcentaje menor, que pasó del 10% en 2003 al 12% en 2022, se encuentra en otras formas de tenencia, como viviendas compartidas o alquileres temporarios. Este incremento refleja nuevas dinámicas de mercado, impulsadas por el turismo y los cambios en las necesidades habitacionales.
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