ECONOMIA
Combates se recrudecen en Gaza en medio de reanudación de las conversaciones para una tregua Por Reuters
Por Nidal al-Mughrabi
EL CAIRO, 31 mar (Reuters) -Los ataques israelíes mataron a 77 palestinos en Gaza en las últimas 24 horas, según informaron el domingo las autoridades sanitarias, mientras Egipto recibía a una delegación israelí para una nueva ronda de conversaciones en un intento de garantizar una tregua con los dirigentes de Hamás en Gaza.
El ejército israelí dijo que había matado a un militante de alto rango de la Yihad Islámica en un ataque contra un centro de mando en el patio del Hospital Al-Aqsa, en el centro de Gaza. No mencionó su nombre ni su rango.
«El centro de mando y los terroristas fueron golpeados con precisión», dijo el ejército, añadiendo que se pretendía minimizar «el daño a civiles no implicados en la zona del hospital».
«El edificio del Hospital Al-Aqsa no sufrió daños y su funcionamiento no se vio afectado».
No hubo comentarios inmediatos de la Yihad Islámica, aliada de Hamás.
Funcionarios sanitarios palestinos y medios de comunicación de Hamás dijeron que el ataque alcanzó varias tiendas de campaña dentro del Hospital Al-Aqsa, matando a cuatro personas e hiriendo a varias, entre ellas cinco periodistas.
Más de 32.000 palestinos han muerto en la ofensiva militar israelí en Gaza desde el 7 de octubre, según las autoridades sanitarias. Las autoridades sanitarias afirman que la mayoría de las víctimas mortales son civiles, mientras que Israel afirma que al menos un tercio son combatientes.
La guerra estalló después de que militantes de Hamás atravesaran la frontera y arrasaran comunidades del sur de Israel, matando a 1.200 personas y secuestrando a 253 rehenes, según los recuentos israelíes.
Ambas partes han intensificado las negociaciones, con la mediación de Qatar y Egipto, sobre una suspensión de seis semanas de la ofensiva israelí a cambio de la liberación propuesta de 40 de los 130 rehenes que siguen en manos de militantes de Hamás en Gaza tras su ataque del 7 de octubre.
El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, prometió el domingo mantener la presión militar sobre Hamás, al tiempo que se mostraba flexible en las conversaciones, afirmando que sólo esa combinación permitiría la liberación de los rehenes.
Hamás quiere que cualquier acuerdo suponga el fin de la guerra y la retirada de las fuerzas israelíes. Israel descarta esta posibilidad y afirma que, en última instancia, reanudará sus esfuerzos por desmantelar las capacidades de gobierno y militares de Hamás, que ha jurado su destrucción.
Hamás no estará presente en las conversaciones de El Cairo, según declaró un funcionario a Reuters el domingo, a la espera de recibir noticias de los mediadores sobre si hay una nueva oferta israelí sobre la mesa.
La guerra de Gaza ha avivado la violencia en Cisjordania ocupada, ha desencadenado combates transfronterizos con Hezbolá en Líbano y ha provocado el lanzamiento de misiles contra Israel por parte de otras milicias respaldadas por Irán en Yemen e Irak.
Los servicios de emergencia informaron de que un miembro de la minoría árabe apuñaló el domingo a tres soldados en una parada de autobús de la ciudad de Beersheba, en el sur del país, antes de que uno de ellos lo matara a tiros.
Horas después, un palestino armado con un cuchillo fue abatido a tiros tras herir a tres personas en un centro comercial de la cercana localidad de Gan Yavne, informaron los medios israelíes.
En la ciudad de Jan Yunis, en el sur de la Franja de Gaza, las fuerzas israelíes siguieron bloqueando los dos principales hospitales y los tanques bombardearon zonas del centro y el este del territorio.
Las autoridades sanitarias palestinas afirmaron que un ataque aéreo israelí mató a nueve personas en Bani Suhaila, cerca de Jan Yunis, mientras que otro ataque aéreo mató a cuatro personas en el campo de Al Maghazi, en el centro de la Franja de Gaza.
El ejército israelí afirmó haber matado a 15 hombres armados en el centro de la Franja de Gaza y a varios más en Jan Yunis, incluso cerca del hospital Al-Amal.
En la ciudad de Gaza, las fuerzas israelíes continuaron operando en el interior del hospital Al Shifa, el mayor del territorio, según informó el Ministerio de Sanidad. Los residentes que viven cerca dijeron que las fuerzas israelíes habían destruido barrios residenciales cerca de Al Shifa.
(Reportaje y redacción de Nidal al-Mughrabi.Información adicional de Ari Rabinovtich en Jerusalén. Edición de Nick Macfie, Editado en español por Juana Casas)
ECONOMIA
El Gobierno pone en pausa la iniciativa de eliminar la segmentación de subsidios
El equipo de la secretaria de Energía, María Tettamanti, pausó momentáneamente la idea de eliminar este año la segmentación de subsidios por ingresos en las tarifas de electricidad y de gas natural. No osbtante, avanzará en un recorte de las «bonificaciones» que reciben unos 9,5 millones de hogares de ingresos medios y bajos en la Argentina, casi 6 de cada 10 usuarios residenciales, la cual se repartirá «gradualmente» hasta que finalice el año.
La marcha atrás en los fuertes incrementos en las boletas de luz que iba a aplicarse en febrero fue tan solo una de las pruebas de que el Gobierno de Javier Milei presta atención al impacto de los aumentos en la inflación, el bolsillo de los usuarios y la opinión pública. La utilización de la «motosierra» en un contexto de elecciones buscará armonizar esas variables con el objetivo de consolidar el equilibrio fiscal.
El Gobierno opta por un «cambio de esquema de subsidios» en lugar de eliminarlos
En Energía creen que el cambio de esquema de subsidios hacia uno más «focalizado» puede tomar más tiempo y no estar listo para mediados de este año, como se preveía. En esta línea, creen que un paso en falso puede implicar un cimbronazo en materia de incrementos para millones de personas del segmento más vulnerable de la población.
A eso se añaden los cortes de suministro eléctrico que sufrieron los usuarios durante el verano, que son producto de años de desinversión por el congelamiento tarifario, según la visión de los funcionarios y las compañías.
De hecho, una encuesta realizada en enero por Casa Tres, sobre 2.056 casos efectivos, arrojó que casi la mitad de los argentinos (44%) prefiere mantener sin aumentos las tarifas aceptando la posibilidad de cortes de luz. Ante la pregunta sobre de quién es la responsabilidad de las interrupciones el 38% señaló a las empresas, el 34% al Gobierno actual y un 23% al kirchnerismo.
«A medida que pase el tiempo es probable que crezca la idea de que la responsabilidad es del Gobierno porque se diluye la idea de la herencia», señaló Mora Jozami, directora de Casa Tres. La analista de opinión pública además resaltó que la «situación económica», principalmente la dificultad para llegar a fin de mes, encabeza la lista de preocupaciones de los argentinos, cuando en enero de 2024 ese lugar era ocupado por la inflación.
Las facturas de energía están compuestas por cuatro ítems: el precio de la luz o el gas, el transporte, la distribución y los impuestos (nacionales, provinciales y municipales). Las subvenciones del Estado se canalizan a través de una bonificación sobre el costo de la energía que pagan los consumidores en sus boletas.
La asignación de ese beneficio desde 2022 está determinada por un esquema de segmentación con base en los ingresos que reciben los hogares respecto a la Canasta Básica Total (CBT) del INDEC, cesta que marca el umbral para no ser considerado pobre. Hay tres categorías de hogares: ingresos altos (Nivel 1) -que no tienen descuento-, ingresos bajos (N2) e ingresos medios (N3).
Según datos del Registro de Acceso a los Subsidios a la Energía (RASE) a los que accedió este medio, hay 16,3 millones de usuarios residenciales registrados en el servicio de electricidad, que es además el más extendido en el país. Son casi 6,1 millones de N2 y 3,4 millones de N3, por lo que el 58% de los hogares recibe asistencia. En gas natural hay 9,5 millones de usuarios –hay regiones del país donde no hay red– de los cuales los N2 son casi 3 millones y los N3 2,4 millones.
Asimismo, Energía unificó la semana pasada los porcentajes de descuentos para los servicios públicos de luz y de gas, pero lo más importante fue que en casi todos los casos hubo un recorte del beneficio. La norma contemplaba desde febrero una bonificación del 65% para los N2 y del 50% para los N3 sobre el precio de la energía que pagan en sus facturas. Ambas categorías tienen además un bloque de consumo con subvención y pagan como N1 por el excedente.
Las bonificaciones vigentes desde junio del año pasado para la electricidad eran del 71,2% en N2 y del 55,94% en N3. En gas natural eran del 64%, solo en ese caso la cobertura sería mayor en un punto porcentual, y del 55%, respectivamente.
La disminución del beneficio de un mes para el otro implicaba aumentos del 12,3% promedio mensual para los usuarios de ingresos bajos y del 8,4% para la clase media según los cuadros tarifarios que publicó este martes el Ente Nacional Regulador de la Electricidad (ENRE) para los clientes de Edesur y Edenor en el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA). Energía después salió a aclarar que hubo un «error» y que la baja en las bonificaciones se daría a lo largo de todo 2025, aunque no especificaron cuál será la secuencia.
En pocas palabras, se trata de una señal de que hay muchas posibilidades de que la segmentación que se instrumentó durante la gestión de Alberto Fernández se mantenga en el corto plazo y, posiblemente, hasta diciembre. Tettamanti llegó en octubre pasado con la idea de ir a un esquema similar al de la tarifa social que se aplicó con Mauricio Macri con solo dos universos: los que reciben subsidios y los que no. Hoy implicaría dejar fuera a 3,4 millones de hogares de clase media que recibirían fuertes incrementos en sus boletas de luz.
Se trata de un dilema similar al que se enfrentó su antecesor, Eduardo Rodríguez Chirillo, quien intentó implementar un sistema basado en el peso sobre los ingresos de una Canasta Básica Energética (CBE) que además iba a tener en cuenta el consumo de cada usuario según su zona bioclimática. Fue complejo realizar los cruces de información e implicaba una «focalización» mucho más restrictiva que la actual.
El Gobierno deberá definir los aumentos en los conceptos de distribución y transporte que habilitará a las empresas durante los próximos cinco años a cambio de planes de inversión para mejorar la calidad de los servicios. Surgirán del proceso de revisión tarifaria que inicia este mes y que será trasladado a las boletas finales a partir de abril, o al menos esa es la idea oficial. El ministro de Economía bajó una premisa: el traslado a las facturas finales no deberá superar el 10% en todo el año y, al igual que la baja de subsidios, será prorrateado a lo largo del año.
Posteriromente, la idea es aplicar un sistema de actualización mensual automático para las tarifas y, en consecuencia, los ingresos de las empresas se mantengan constantes en términos reales. Se trata de un cambio sustancial respecto a los aumentos discrecionales que se aplicaron a partir de 2024, después de años de congelamiento, y con los que se buscó apuntalar, sin éxito, la desaceleración de la inflación.
La consultora Economía y Energía hizo el cálculo que el gasto en subsidios a la energía se redujo el año pasado un 35% respecto a 2023, un recorte equivalente a más de USD 3.000 millones y similar al que se buscará en 2025.
El factor principal de esa merma fueron los aumentos trasladados a la demanda, en el caso de la electricidad, y por menores costos de suministro tanto por el desarrollo de Vaca Muerta como por una mayor capacidad de transporte por la puesta en marcha del Gasoducto Perito Moreno (ex Néstor Kirchner), en el caso del gas. «Mientras que en 2024 el Estado destinó USD 6.252 millones a subsidios; un año antes, esa cifra ascendía a 9.683 millones», detallaron desde el Gobierno.
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