ECONOMIA
Del crack del ’29 a las subprime, todas las crisis globales impactaron sobre Argentina: ¿esta vez es diferente?

La historia nunca se repite, pero a veces rima, decía Mark Twain en una de sus frases más célebres. Y la crisis global desatada a raíz de la suba de aranceles dispuesta por Donald Trump está confirmando la vigencia de esa máxima.
La preocupación se justifica, sobre todo, porque cada gran crisis global tuvo su correlato sobre la economía argentina. Y, en casi todos los casos, la forma de contagio fue con una caída de ingresos de divisas y la inevitable devaluación.
Es una situación que los políticos argentinos de todas las épocas han vivido con cierta ambigüedad: por un lado, las crisis globales complicaron el panorama doméstico e hicieron tambalear gobiernos; pero también es cierto que los shocks externos más de una vez han sido elegidos como los villanos perfectos a quien culpar por el fracaso de planes económicos inconsistentes.
Así, los más veteranos recuerdan que José Alfredo Martínez de Hoz, ministro de economía durante la primera etapa de la dictadura militar (1976-1981), culpaba a Paul Volker, entonces presidente de la Reserva Federal de Estados Unidos, por la debacle de su esquema cambiario, inmortalizado con el nombre de «la tablita» -a la cual muchos economistas atribuyen similitudes con el plan de Toto Caputo-.
Volker fue nombrado para comandar la Fed en el momento de máxima inflación de Estados Unidos, y en plena crisis petrolera por el conflicto con Irán y otros productores de la OTAN. Su receta fue simple, brutal y efectiva: en menos de un año subió la tasa de interés del 10% al 20%. Provocó una tormenta financiera, pero la inflación, que había sobrepasado el 14% anual, cayó rápidamente.
En Argentina, mientras tanto, la tablita de Martínez de Hoz lograba que la inflación, que en los años previos había sido de tres dígitos, cayera al entorno de 80% a fines de 1980, pero al costo de un notable retraso cambiario que sólo podía sostenerse con un continuo ingreso de capitales externos, porque la balanza de pagos estaba en rojo. Películas como «Plata Dulce» inmortalizaron aquellos años en que los argentinos de clase media viajaban a Miami y, después de gastar sus dólares baratos, volvían atestados de ropa, televisores color y demás novedades.
La cosa funcionó hasta que cambió el flujo de capitales, que desarmó el «carry trade» y corrió a refugiarse en el dólar. En un semestre, las reservas del BCRA perdieron un 60% de su volumen. El final es conocido: tras un intento de flotación controlada dentro de bandas cambiarias, sobrevino una sucesión de devaluaciones, un rebrote inflacionario y una aguda recesión.
¿Quién había tenido la culpa, el plan que apostó al atraso cambiario o el mundo que generó un brusco cambio de flujos de capitales y crisis de deuda justo cuando Argentina estaba reduciendo la inflación?
Petróleo, euforia y Rodrigazo
La polémica es inagotable y se repitió en todas y cada una de las grandes crisis. Lo cierto es que, si bien antes de cada estallido había desajustes de las variables fundamentales, lo que terminaba por tumbar los planes económicos era un shock externo.
La cuestión petrolera que afectó a la tablita ya había tenido su célebre antecedente con la crisis de 1973, que generó un sacudón en la economía argentina: primero con el beneficio de la suba en las materias primas y luego con una brusca caída. El resultado: el gran ajuste cambiario y tarifario de 1975 que pasó a la historia con el nombre de «Rodrigazo».
El discurso del ministro Celestino Rodrigo, emitido por TV el 4 de junio de 1975 -que se puede ver en YouTube- es una pieza antológica por la dureza con la que describe la «herencia» que recibió del propio gobierno peronista que él integraba.
Y Rodrigo culpó a su antecesor, José Ber Gelbard -aún hoy reivindicado por varios dirigentes peronistas, incluyendo a Cristina Kirchner– por haber subestimado el impacto de la situación global, en la que los países desarrollados estaban tratando de cortar un período de «permanente derroche».
«Los argentinos no tomamos conciencia de esta circunstancia y seguimos un camino dislocado y distorsionado de irrealismo, continuando en una ilusión enfermiza de prosperidad creciente. A mediados de 1974 se empiezan a sentir las primeras consecuencias de esta desacertada actitud compartida en ese momento por todos aquellos que integran la vida democrática del país», afirmaba Rodrigo en su sombrío diagnóstico.
El déficit fiscal llegaba a un impactante 12%, mientras la inflación se mantenía contenida a fuerza de contener el tipo de cambio y las tarifas. Pero el plan se hacía cada vez menos efectivo: un síntoma de ello era que cada acuerdo salarial era más corto que el anterior. El primer aumento duró nueve meses sin necesidad de actualizar los ingresos para compensar la inflación; el segundo se acortó a seis; el tercero duró cuatro meses y el cuarto no llegó a durar dos meses. Pero la inflación era cada vez más alta.
Fue uno de los ajustes más traumáticos, con una inflación que pasó del 40% al 335%.
El crack del 29 y el primer cepo
Por cierto que las crisis argentinas que aparecen ligadas a shocks externos pueden rastrarse hasta el fondo de la historia nacional: los períodos de prosperidad suelen coincidir con los de altos precios de las materias primas de exportación, mientras que las recesiones están ligadas a caídas en los volúmenes del comercio mundial.
El ejemplo de crisis financiera mundial más famoso, el del «crack» bursátil de 1929 en Estados Unidos, que marcó toda la década de los años ’30 a nivel global, sirve también para ilustrar esa fragilidad argentina ante los shocks externos.
Esa crisis también es el punto de partida en el «clásico» entre los keynesianos y los ortodoxos. Desde los años ’30 y hasta el día de hoy se debate si la depresión estadounidense fue causada por falta de estímulo al consumo o por un apretón monetario que restringió el crédito. En Estados Unidos, quedó el trauma del alto desempleo y el derrumbe del consumo en un contexto de deflación. Ese recuerdo es lo que ha llevado en las décadas siguientes a que, en crisis como la de la explosión hipotecaria de 2008 o la pandemia de 2020 se recurriera a una apertura del grifo de dólares -los famosos quantitative easing– para evitar una deflación a toda costa.
¿Cómo le pegó a Argentina la depresión de los ’30? Como recuerdan Pablo Gerchunoff y Lucas Llach en su libro «El ciclo de la ilusión y el desencanto», hubo una disminución del comercio global que le pegó de lleno al país, dado que los precios de los productos de exportación cayeron un impactante 42% entre 1928 y 1932. La caída en el ingreso de divisas hizo que en cuatro años la importación de los insumos necesarios para la industria y la infraestructura del país cayera un tercio.
Ya antes del crack, el país había sentido un fuerte impacto cambiario: como los capitales corrían hacia Wall Street, atraídos por las altas tasas, en un año se «fugaron» reservas por 173 millones de dólares -que ajustadas por la inflación de EE.UU. hoy serían u$s3.228 millones-. Esto llevó al presidente Hipólito Yrigoyen a terminar con el sistema de convertibilidad.
Todo se agravaba por la dificultad para obtener préstamos a un país ya endeudado. «En períodos de deflación, los acreedores se benefician a costa de los deudores, ya que un monto nominal fijo tiene mayor poder de compra cuando los precios bajan. Para la Argentina, que era un deudor neto, la deflación mundial hacía más pesada la carga», explican Gerchunoff y Llach.
Dispuesto a defender el valor del peso y no caer en default, el gobierno empezó a echar mano de sus reservas de oro. En el medio de esa situación, ocurrió el golpe militar que derrocó a Yrigoyen. Hacia 1931, el país vivía una corrida bancaria que generó una crisis de liquidez. Esto derivó en una emisión sin respaldo, que devaluaba al peso.
Fue allí cuando surgió el control de cambios, que buscaba en simultáneo frenar la desvalorización del peso sin seguir sacrificando reservas de oro. Así, una especie de «cepo» se quedaba con las divisas de los exportadores y establecía una lista de receptores prioritarios, que empezaban por el propio gobierno.
La convertibilidad perdió en el segundo round
Más cerca en el tiempo, hay ejemplos de qué ocurre con los shocks externos cuando el país tiene un esquema rígido de tipo de cambio fijo. La convertibilidad «uno a uno» de Domingo Cavallo sufrió dos crisis externas: superó la primera y sucumbió a la segunda. En ambos casos, el costo se midió en altos índices de desempleo.
Todo era euforia durante la primera fase, por la superación del trauma que había dejado la hiperinflación de 1989 -en el marco de una nueva crisis de deuda regional-. Pero la calma terminó a fines de 1994 con la devaluación mexicana que derivó en un efecto dominó en toda la región: el célebre «efecto Tequila». Implicó una súbita interrupción en el flujo de capitales, que hasta ese momento era generoso, por la estabilidad cambiaria y el plan de privatizaciones.
Cavallo anunció medidas de ajuste fiscal, dijo que no había motivos para temer una devaluación ni para retirar depósitos y criticó a los bancos por las elevadas tasas de interés. En un 1995 muy recesivo, el sistema financiero sufrió algunos temblores pero la convertibilidad sobrevivió gracias a las reservas del BCRA. En ese contexto, Carlos Menem ganó con comodidad y en primera vuelta su reelección.
Muy diferente fue el siguiente shock externo, que se dio como una sucesión de devaluaciones que empezó en 1997 en el sudeste asiático y llegó en 1999 hasta Brasil. Una vez más, los precios de exportaciones argentinas sufrieron caídas.
Argentina, endeudada, con problemas fiscales y ya inocultables problemas de retraso cambiario, vio cómo todos los blindajes financieros se quedaban cortos ante la sangría de reservas. El nuevo presidente, Fernando de la Rúa, había prometido no devaluar, pero perdió el apoyo del FMI, lo cual derivó en el recordado «corralito» y el traumático final del gobierno. En 2002, con un pico de desempleo de 22%, el dólar cuadruplicó su valor y el país vivió su peor conmoción social.
La subprime y la devalución de Cristina
La siguiente crisis global se dio con el kirchnerismo en el poder: tras años de dólar débil y precios altos para la soja, la política de fomento al crédito de George W. Bush encontró un brusco «stop» por el estallido de la burbuja inmobiliaria. La crisis «subprime» de 2008 hizo temblar al sistema bancario estadounidense y generó un masivo traspaso de recursos desde el sector privado hacia el gobierno.
Para el resto del mundo, esto implicó una recesión por contagio, en medio de una nueva reversión en el flujo de capitales. Cristina Kirchner avaló una suba de 20% en el tipo de cambio, lo cual le costó una derrota en las legislativas de 2009 pero le permitió equilibrar las cuentas externas y retomar el crecimiento cuando nuevamente la soja hizo de motor. Había, además, un recurso a mano: las reservas del BCRA, que permitieron al gobierno sostenerse sin acceso al crédito externo, a un costo que todavía hoy se ve en el balance del Central.
Cuando se produjo un nuevo reflujo de capitales, ya con Mauricio Macri en el poder -y con Donald Trump amenazando a China- había vuelto el crédito, incluyendo el del FMI. Pero aun así la devaluación fue inevitable, tras un nuevo atraso cambiario que había llevado el déficit de cuenta corriente por encima de 5% del PBI.
¿Qué pasará ahora con la crisis arancelaria? Los primeros efectos tienen gusto a situación repetida -devaluaciones en cadena y caída de commodities-. Pero Milei y Toto Caputo se empeñan en afirmar que «esta vez es diferente». Tienen a su favor el superávit fiscal, pero los antecedentes históricos no son muy alentadores.
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ECONOMIA
Juan Carlos De Pablo explicó por qué el Gobierno no debe intervenir en la cotización del dólar

El economista Juan Carlos de Pablo analizó la reciente eliminación del cepo cambiario y su impacto en la economía local, durante una entrevista con Joaquín Morales Solá en LN+. También se refirió a la situación económica de Estados Unidos y al impacto de las políticas del presidente Donald Trump, la caída de los principales índices bursátiles, a sus implicancias tanto internas como globales.
«La clave es la incertidumbre controlada», sostiene Juan Carlos De Pablo sobre la nueva dinámica cambiaria
Juan Carlos de Pablo analizó los primeros días tras la eliminación del cepo cambiario dispuesta por el Banco Central el pasado viernes. Según indicó, la combinación entre esa decisión y los anuncios del Ministerio de Economía generó estabilidad y permitió que el tipo de cambio flotara sin sobresaltos.
«La realidad de estas 72 horas es que flotó. Quiere decir que si tenías pesos y querías un dólar, tenías que encontrar otro tipo que quisiera hacer exactamente lo contrario«, sostuvo.
El economista explicó que, en un esquema de flotación cambiaria, el valor del dólar puede modificarse diariamente, aunque eso no implica necesariamente una repercusión directa sobre los precios de los productos. «Es la clave de la flotación», afirmó.
Y agregó que esa dinámica puede generar incertidumbre en algunos sectores. De todos modos, advirtió que «la certeza es peor que la incertidumbre, pero la pretensión de certeza es peor que la incertidumbre».
De Pablo consideró que el Gobierno deberá evitar intervenir aun si la cotización del dólar alcanza valores elevados dentro del nuevo esquema. «Se la tiene que bancar«, expresó, y afirmó que la suba de precios debería estabilizarse. «La enorme mayoría de las empresas siguió con la vida. Los nerviosos son unos pocos».
Respecto de la política económica general, subrayó que el orden fiscal, junto con el rol de Federico Sturzenegger, es el eje central, y que el régimen cambiario actual se deriva de ese marco. «Dadas esas condiciones, yo hubiera flotado.
La flotación es a lo que venga dentro de la banda. La política económica es esta. No sé qué va a pasar la semana que viene porque no hay cómo saberlo«, planteó. «Afortunadamente el Gobierno no cae en la tentación o la desesperación, cuando ven venir una tasa de inflación de tres y pico y no se ponen a hacer congelamiento«.
Juan Carlos de Pablo: «Trump es un peligro total, está fundiendo a Wall Street»
Según de Pablo, «Trump es un peligro total, generó lo que se llama ruido asimétrico: está fundiendo a Wall Street y las bolsas de todo el mundo, los norteamericanos ven como se esfuma su futura jubilación ya que depositan su dinero en fondos de pensión».
Uno de los factores clave es el modo en que los ciudadanos estadounidenses participan del mercado financiero. «En Estados Unidos se compra todo a crédito, desde la casa hasta el auto y los muebles. Pero, tengo entendido que más de la mitad de las familias americanas compró parte de las compañías con agentes de bolsa», sostuvo, y agregó: «Por ello, la caída del Dow Jones o el Nasdaq es un tema que tiene un componente político muy significativo, algo que en Argentina no pasa».
También se refirió a medidas tomadas por Trump ante la volatilidad de los mercados. En solo tres días, registraron una caída del 15%, lo que obligó al presidente a establecer una pausa en las operaciones.
Según de Pablo, «ya nadie le cree nada. Ha caído muchísimo en las encuestas y los presidentes de otros países le han perdido el miedo, empezando por China. Tal vez, pronto decrete 90 días más para evitar otro desastre económico financiero»
De «es parte del problema» al impacto global de sus decisiones
El economista señaló que Estados Unidos no enfrenta actualmente un problema de desocupación y cuestionó las decisiones del presidente desde una perspectiva económica.
«Si no fuera el titular de la Casa Blanca nos estaríamos riendo todos y yo lo incorporaría a mis clases de economía. No entiendo la cabeza de este hombre. Tiene nostalgia por un Detroit que ya no existe. Yo no sé qué va a pasar con Washington en materia comercial a partir de ahora. Todos se le van a animar».
Además, sostuvo que la palabra de Estados Unidos ha perdido peso en el plano internacional. En relación con el escenario próximo, mencionó que el 22 de abril el Fondo Monetario Internacional deberá presentar un pronóstico sobre las economías de los países miembros, y planteó interrogantes sobre una posible caída del 2% en el PBI estadounidense.
Impacto en Argentina y advertencias sobre el enfoque económico de Trump
Consultado sobre las posibles consecuencias de la coyuntura internacional, Juan Carlos de Pablo señaló que, si se produce una crisis económica global, Argentina se verá afectada. «En Argentina, si la economía internacional vuela por el aire, vamos a sufrir. Trump hoy es parte del problema. Yo no le pediría ayuda«, afirmó.
Respecto a la situación económica de Estados Unidos, indicó que el país tiene una tasa de desempleo cercana al 4% y que no observa desequilibrios estructurales. Sin embargo, cuestionó la política de sustitución de importaciones como vía para mejorar el salario real.
«No veo cómo el salario real del americano va a aumentar si empiezan a sustituir importaciones. Mi imaginación es limitada. Pero Trump piensa de esa manera y tiene tipos que lo aplauden«, expresó.
Finalmente, hizo una referencia a la experiencia argentina en políticas de industrialización orientadas a la sustitución de importaciones. «Los argentinos sabemos un montón sobre basar una industrialización en sustituir importaciones. Es la base de la protección. Le podemos dar lecciones sobre eso», concluyó.
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ECONOMIA
Milei lanza una chicana contra los opositores que reclaman intervención sobre el dólar

El secretario de Finanzas, Pablo Quirno, ironizó sobre las críticas opositoras a la política cambiaria, generando un nuevo debate político
17/04/2025 – 11:32hs
Impulsado por el levantamiento del cepo cambiario y el comportamiento favorable del dólar en la primera semana sin restricciones, el Gobierno de Javier Milei afirmó que los próximos años «serán los mejores años que a cualquier generación actual le haya tocado vivir» y lanzó una crítica a la oposición, que pide que la divisa estadounidense no siga cayendo.
Esta afirmación se produce en medio de un contexto económico en el que la cotización de la divisa estadounidense se mantiene lejos de la banda superior de los $1.400, un hecho que los funcionarios interpretan como una señal positiva.
El secretario de Finanzas desafía a la oposición por sus críticas al manejo del dólar
El secretario de Finanzas, Pablo Quirno, aprovechó la situación para lanzar una crítica a la oposición. A través de una ironía dirigida a economistas y dirigentes que habían pedido la intervención del gobierno para evitar que el dólar siga bajando, se cuestionó públicamente.
«Antes de irme a dormir me pregunto: ¿Los que se quejaban que pisábamos el precio del dólar interviniendo en la ‘corrida’ son los mismos que hoy piden que compremos dentro de la banda?», refiriéndose a los reclamos de algunos sectores políticos sobre la necesidad de comprar dólares dentro de la banda de flotación.
La postura del Gobierno se alinea con la reciente decisión de liberar el tipo de cambio, que, según las autoridades, marcaría el inicio de una etapa de estabilidad económica. Sin embargo, los sectores de la oposición continúan cuestionando la política monetaria, pidiendo medidas más estrictas para controlar la cotización del dólar y evitar fluctuaciones excesivas.
«El que apuesta al dólar, pierde»: el precio al que apunta Milei para ganarle la pulseada al mercado
En las primeras jornadas desde la puesta en marcha de la salida del cepo cambiario, en el gobierno de Javier Milei pronostican que en el corto plazo el valor del dólar rondará los $1.000, ya que consideran que la divisa estadounidense mantendrá la tendencia de ir hacia «el margen inferior de la banda» y no el tope de los $1.400.
Este miércoles, en el cierre de una semana acortada por los feriados de Pascuas, el dólar minorista en el Banco Nación bajó 70 pesos, a $1.160 para la venta.
«Se va al piso, al margen inferior de la banda. Los que compraron a $1.200 van a terminar vendiendo. Se terminó la especulación», enfatizó ante iProfesional una fuente con acceso directo al despacho presidencial, quien reconoció que los números que arroje el mercado van a permitirles retomar la agenda de la confrontación para ganarle la discusión a los economistas y dirigentes de la oposición que cuestionaron el plan económico del libertario.
En la Casa de Gobierno no solo reina el optimismo respecto del valor del dólar, sino que creen que el campo «va a liquidar» porque «tienen dólar libre y no hay brecha». De acuerdo al último informe elaborado por la Cámara de la Industria Aceitera de la República (Ciara) y el Centro Exportadores de Cereales (CEC), correspondiente al mes de marzo de 2025, la liquidación de divisas del sector agroexportador fue de u$s1.880 millones.
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ECONOMIA
Trump busca despedir al titular de la Reserva Federal por su manejo de las tasas de interés

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, solicitó este jueves el despido de Jerome Powell, titular de la Reserva Federal (Fed), por no haber recortado los tipos de interés. En una publicación en su red social Truth, Trump calificó los informes de Powell de «completo desastre» y criticó que el funcionario tomara medidas demasiado tarde.
Trump, sobre la política monetaria: «Powell ha sido demasiado lento en bajar los tipos de interés»
Según Trump, «se espera que el BCE (Banco Central Europeo) recorte los tipos de interés por séptima vez y, sin embargo, Jerome Powell, de la Reserva Federal, quien siempre llega DEMASIADO TARDE Y SE EQUIVOCA, emitió ayer un informe que fue otro típico y completo desastre».
Y a continuación agregó: «Jerome Powell debió haber reducido los tipos de interés hace tiempo, al igual que el BCE, pero sin duda debería hacerlo ahora. ¡El despido de Powell no puede esperar!«.
Trump señaló que los precios del petróleo y de productos como los alimentos han bajado, lo que, en su opinión, hace aún más urgente la reducción de las tasas de interés. «EE.UU. se está enriqueciendo con aranceles«, añadió, sugiriendo que la política comercial de su administración contribuye positivamente a la economía.
Powell defiende su postura ante el aumento de la inflación y la política monetaria de Trump
Por su parte, Powell ha sostenido que la inflación en Estados Unidos, que alcanzó el 2,4% en marzo, sigue por encima del objetivo de la Fed del 2%, y que se necesita ver una desaceleración más consistente de la inflación antes de reducir las tasas de interés. Hoy en día, los tipos de interés en Estados Unidos se encuentran en un rango entre el 4,25% y el 4,5%.
En su informe más reciente, el titular de la Reserva Federal indicó que el crecimiento económico de 2024 ha mostrado señales de desaceleración en el primer trimestre de 2025. Estos datos coinciden con el impacto de la guerra comercial iniciada por la administración Trump, que según algunos economistas, está afectando negativamente al crecimiento económico.
La desaceleración económica de EE.UU. y la guerra comercial de Trump
En cuanto a la política comercial de Trump, Powell ha afirmado que las tarifas arancelarias impuestas por su gobierno son más altas de lo que se había anticipado, y que probablemente «ocurra lo mismo con los efectos económicos, que incluirán una mayor inflación y un crecimiento más lento».
En el contexto de la política monetaria internacional, se espera que el Banco Central Europeo (BCE) reduzca los tipos de interés en un cuarto de punto, pasando del 2,5% al 2,25%, como respuesta al debilitamiento económico en Europa, exacerbado por la guerra comercial de Trump.
La advertencia de la FED a Trump por la guerra comercial: más inflación y menor crecimiento
Luego de aplicar aranceles a todos sus socios comerciales, Donald Trump ya había apuntado los primeros díass de abril contra la Reserva Federal, el banco central de Estados Unidos. En un mensaje en su red social, el presidente le pedió al organismo que baje las tasas de interés.
Sin embargo, en su momento la respuesta del presidente de la Fed no se hizo esperar y dijo que, por el momento, eso no ocurrirá. Se trata de un nuevo cruce en torno a las tasas entre el presidente norteamericano y el titular de su banco central.
«Este sería el momento perfecto para que el presidente de la Fed, Jerome Powell, disminuya las tasas de interés», había escrito Trump en su red Truth Social, al afirmar que la inflación bajó desde que asumió la presidencia en enero. Y no dejó pasar la oportunidad para criticar al organismo: «Siempre llega tarde».
De todas formas, el propio Powell lo descartó. «Está quedando claro que los aumentos arancelarios serán significativamente mayores de lo previsto», declaró el presidente de la Fed en un evento en Virginia, en una declaración escrita.
«Es probable que lo mismo ocurra con los efectos económicos, que incluirán una mayor inflación y una desaceleración del crecimiento«, había afirmado Powell, quien dijo que es «demasiado pronto» para considerar cambios en la política monetaria estadounidense.
En su reunión de marzo, la Reserva Federal mantuvo la tasa de interés de referencia para los fondos federales en un rango entre 4,25% y 4,50%. De esta forma, extendió la pausa en el ciclo de recortes iniciado en enero, en línea con las expectativas que ya tenía el mercado.
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