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ECONOMIA

Dólar y déficit: lo que al FMI le preocupa de la economía de Milei pero ventila en público

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En pleno debate sobre si es grave o si no hay que prestarle importancia al déficit de la cuenta corriente -es decir, que la salida de dólares sea crónicamente mayor a la entrada de divisas-, todos han dejado saber su opinión, menos uno de los jugadores de más peso: el Fondo Monetario Internacional.

Sin embargo, hay señales suficientes como para saber que el organismo encendió luces amarillas ante un desbalance que se agrava a toda velocidad. De hecho, los pronósticos en el mercado se están revisando todo el tiempo al alza, y del 0,5% del PBI que se pronosticaba a comienzos de año, ya se está hablando sobre un rojo de cuenta corriente de casi 3% hacia fin de año.

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Al mismo tiempo que una misión técnica del FMI revisaba en Buenos Aires los números de la economía argentina, otras misiones hacían lo mismo en otros países latinoamericanos. ¿Qué elogio el FMI, por ejemplo, en Brasil? Su flexibilidad cambiaria, que le permitió al país ser resiliente ante la incertidumbre global. En otras palabras, el haber devaluado el real cuando el contexto externo agravó el desbalance de las cuentas externas.

Esa ha sido, históricamente, la postura del FMI: dejar que el tipo de cambio sea la variable de ajuste, para que refleje la verdadera competitividad de la economía. Desde ese punto de vista, una de las peores cosas que pueden ocurrir es un déficit grande y prolongado de la cuenta corriente.

Y, en el caso concreto de Argentina, esa recomendación ha estado presente en todos los acuerdos con el organismo. Un estudio realizado por la consultora PxQ que dirige Emmanuel Álvarez Agis demostró que, un año después de la firma de los programas, la mayoría de las metas habían fracasado: la inflación era más alta, no se había logrado recortar subsidios y hasta el déficit fiscal se mantenía sin cambios. Pero lo que sí se lograba era la corrección de la balanza de pagos.

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Tomando en cuenta esos antecedentes, ¿puede suponerse que en abril del año próximo el déficit de la cuenta corriente se haya corregido? Esto implicaría un salto devaluatorio posterior a las elecciones legislativas de octubre, y la factibilidad de que eso ocurra es precisamente el tema que más se analiza en las empresas, bancos y consultoras.

¿Un dólar a $1.345?: la remota posibilidad de una devaluación

Desde ya, se descuenta que, en plena campaña electoral, el organismo que dirige Kristalina Georgieva extremará la cautela a la hora de hacer recomendaciones sobre la política cambiaria.

Y esto ocurre por varios motivos: primero, porque sugerir que hay que devaluar supondría enfrentarse a Javier Milei, que acusa de «econochantas» a quienes hablan de un atraso cambiario. Pero, además, porque una insinuación sobre problemas cambiarios también implicaría una admisión de que el nuevo sistema de bandas no es en rigor una «flotación limpia», y eso también sería contradictorio con el discurso oficial.

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Ni siquiera la confesada intervención del Banco Central en el mercado de futuros del dólar -que, indirectamente, topea al tipo de cambio- puede ser objeto de crítica sin que eso suponga un conflicto, dado que el viceministro de economía, José Luis Daza, dijo que esa operatoria del BCRA fue para corregir una anomalía del mercado y que había sido previamente consensuada con el FMI.

Sin embargo, por más que el FMI cuide la diplomacia al hablar de Argentina, hay señales incuestionables: antes de que se levantara el cepo, había calculado en un documento oficial que Argentina necesitaba un ajuste cambiario en torno del 20%. Suponía el certificado de defunción para el esquema del «crawling peg» al 1% mensual.

Pero a dos meses de la adopción del sistema de flotación entre bandas, aquella corrección cambiaria se produjo en mucho menor medida. De hecho, si se hubiese devaluado en la medida en que el FMI recomendaba en ese entonces, hoy el dólar oficial mayorista tendría que cotizar en torno de $1.345. Es decir, un 13% por encima del nivel actual.

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Déficit, pero no por «motivos buenos»

El gobierno defiende la tesis -que el FMI comparte- de que una suba acentuada de las importaciones es el componente inevitable de una economía que se recupera a una alta velocidad y necesita insumos del exterior. De hecho, hay consenso sobre la regla del «tres a uno», que implica que por cada punto que suba el PBI argentino, las importaciones deben crecer un 3%.

Así lo dio a entender este viernes el propio Luis Caputo, quien dijo que es «razonable y hasta sano para la economía»

«El déficit de cuenta corriente es entendible desde un aumento de importaciones de bienes de capital y consistente con la inversión necesaria para una economía que está creciendo arriba del 5%», coincidió Pablo Quirno, secretario de Finanzas.

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Pero esa justificación tiene un punto débil: la suba de las importaciones -que ya están en un nivel mensual de u$s6.500 millones- no está liderada por los insumos para la industria sino por la compra de bienes de consumo finales y de automóviles.

Los datos del INDEC marcan que el rubro «bienes de capital» crece un 69%, mientras que los productos de consumo lo hacen al 75% anual, y los autos a un 160%. Si se suman estos últimos dos rubros, explican un 21% del total importado -hace un año apenas llegaban al 14%-.

Y luego está el explosivo rubro de turismo, que no solamente se vio impulsado por el retraso cambiario sino además por la eliminación del impuesto PAIS, que abarató el costo financiero para quienes usan la tarjeta de crédito en el exterior.

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De continuar con la tendencia mostrada hasta ahora, ese rubro podría implicar en el año una salida de u$s10.000 millones, superando incluso el récord histórico de 2017.

¿El FMI cree el argumento de Milei?

Pero el punto fundamental en la relación entre el gobierno y el FMI es si habrá acuerdo en uno de los argumentos que el presidente Milei defiende con más pasión: que cuando hay superávit fiscal, el déficit de cuenta corriente deja de ser una señal preocupante, y que ya no es el preludio de una crisis devaluatoria.

Afirmó el presidente: «Debería quedar claro que pensar una estrategia liderado por las exportaciones tampoco tiene sentido, ya que implica exportar ahorro y por ende menos inversión (a pesar de los llorones del déficit de cuenta corriente, el cual sólo es malo si es fruto del desequilibrio fiscal y no de la decisión privada».

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El tono de ese artículo hizo recordar al de inicio de año, cuando publicó otro mensaje en el que se quejó sobre «el disco rayado del atraso cambiario».

En ambos casos, Milei dedicó sus críticas a los «econochantas» del mercado argentino. Pero, aunque no lo haya dicho, muchos de sus argumentos estaban también pensados para refutar posturas históricas del FMI.

¿Qué ocurrirá ahora? Hay señales que permiten ver que aunque los funcionarios pasen y los gobiernos en Washington cambien, al FMI le cuesta alterar sus posturas clásicas. Y, sobre todo, se el país que incurre en el déficit de cuenta corriente acaba de recibir u$s12.000 millones del propio Fondo, y tiene otros u$s8.000 programados.

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Lo cierto es que en el FMI no creen que un superávit fiscal sea, de por sí, una condición suficiente como para evitar una crisis cambiaria. Hay documentos al respecto, que estudiaron casos en la región.

Por ejemplo, el ex director del FMI para el hemisferio occidental, Alejandro Werner, hizo referencia a lo ocurrido en Chile durante los años ’80, que a pesar de que la economía gozaba de equilibrio fiscal, aun así no pudo evitar la turbulencia cambiaria, por la persistencia de un déficit de cuenta corriente.

Lo más curioso del caso argentino es que esa opinión ha sido compartida por el mismísimo Toto Caputo: en un recordado informe de la consultora Anker publicado antes de las elecciones de 2023, el entonces consultor y ahora ministro se mostraba escéptico sobre la conveniencia de un sistema de flotación pura. Y ponía como ejemplo la segunda mitad de la gestión macrista, en la que, pese a acumular reservas en el BCRA y realizar un fuerte ajuste fiscal, igualmente hubo un repudio de la población hacia el peso.

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«El programa con el FMI entre 2018 y 2019, a pesar de apuntalar el problema central del déficit fiscal, de terminar con el financiamiento monetario al Tesoro, de no haber emitido pesos desde junio 2018 y de haber mantenido constante el circulante en poder del público hasta casi el final del mandato, debió soportar los dos años de mayor inflación de la gestión«, recordaba Caputo, desde la perspectiva de quien fue víctima directa de esa situación, al no lograr controlar al dólar en su breve gestión como presidente del BCRA.

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ECONOMIA

Caputo estimó que la Argentina podría volver a los mercados internacionales a una tasa menor al 9%

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Caputo proyecta que Argentina podrá volver a financiarse con una tasa del 8,75% si bajan las tasas globales y el riesgo país sigue en descenso

25/07/2025 – 10:53hs

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El ministro de Economía, Luis Caputo, aseguró que Argentina tiene chances de recuperar acceso al financiamiento internacional con una tasa inferior al 9%, siempre que se confirme la baja de tasas en Estados Unidos y la reducción del riesgo país continúe en la misma senda.

Acuerdo con el FMI y el impacto de las condiciones externas

En el streaming libertario Carajo, Caputo se refirió al entendimiento alcanzado con el Fondo Monetario Internacional (FMI): «Firmamos el Staff-Level Agreement. Ahora tiene que ir a la aprobación del board. Va a ser para fin de julio». Según explicó, este es un acuerdo más beneficioso que el previo, que contribuirá a robustecer la estabilidad financiera y facilitar un mejor acceso a los mercados

Y siguió: «Firmamos un excelente acuerdo para el país. Es mejor que lo que teníamos antes, en el sentido de que va a ayudar significativamente a que el país pueda recuperar el acceso a los mercados para poder refinanciar la deuda».

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En cuanto a las tasas internacionales, el ministro proyectó que un recorte de la Reserva Federal de Estados Unidos favorecería a Argentina: «Otra cosa que está bueno puntualizar es que, si realmente se da el escenario de tasas internacionales, que es de tres bajas de tasas de acá a fin de año y probablemente dos bajas más en el primer trimestre del año próximo —sería un total de 125 puntos básicos—, sobre una tasa que hoy está en 4,5%, la pondría en 3,25%».

Caputo explicó que, con una reducción del riesgo país a niveles previos, el país podría acceder a tasas más accesibles: «Si volviéramos al nivel de riesgo país que teníamos en diciembre de 2024, que era de 550 puntos, accederíamos a una tasa de 8,75%«. Y añadió: «Es un paso muy importante, porque lo que Argentina necesita es poder acceder a los mercados para poder hacer un roll-over de lo principal».

La acumulación de reservas y la reducción de la deuda pública

Caputo resaltó, por otra parte, que la acumulación de reservas es un pilar del programa económico vigente. «Se habla mucho de la acumulación de reservas. Este es un programa que no ha hecho otra cosa que comprar reservas. De hecho, en los primeros 18 meses de este programa este gobierno compró u$s25.000 millones. Eso es casi el doble de lo que compró el segundo gobierno en sus primeros 18 meses, que fue unos u$13.000 millones», comparó.

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No obstante, alertó que la falta de acceso a los mercados para refinanciar deuda obliga a usar esas reservas para los pagos de capital: «El problema es que, si uno no tiene acceso al mercado para refinanciar el capital, entonces esas reservas se van en pagos de deuda, que es lo que ha pasado en estos 18 meses». Además, destacó la significativa reducción del stock de deuda pública: «Hemos bajado la deuda en u$s54.000 millones».

Sobre la relación deuda-PBI, explicó: «En términos de ratio de deuda sobre producto, vamos a ver que la baja es fenomenal. Estamos en un 42,2%. Es la deuda consolidada. Estamos diciendo Tesoro y Banco Central, para que la gente entienda. La hacemos consolidada porque el Tesoro se hizo cargo de la deuda del BCRA».

Para finalizar, Caputo expresó su optimismo acerca del efecto del nuevo acuerdo con el FMI en la confianza de los inversores: «Estamos muy contentos con el acuerdo, porque es mejor que el que teníamos. Al mercado le va a gustar y lo va a tomar muy bien. Además, nos va a permitir más pronto que tarde tener acceso al mercado».

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ECONOMIA

Bloqueo y hostigamiento a una láctea: 8 gremialistas imputados y se reabre el conflicto

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La batalla judicial que ocurre en Lácteos Vidal tras los bloqueos promovidos por el gremio ATILRA entre julio y septiembre de 2022 parece no tener fin. A pocos días de que la empresa debiera afrontar una pena de $47 millones en concepto de multas y sufrir un embargo, ahora la Justicia hizo lugar a un pedido de los abogados de la láctea y decidió imputar a 8 dirigentes sindicales a los que se acusa de promover el hostigamiento y los bloqueos contra Lácteos Vidal. La medida fue establecida por la Fiscalía en lo Penal y Contravencional N° 26 del Ministerio Público de la Ciudad de Buenos Aires, a cargo de Luis Arnaudo.

Los dirigentes están acusados de los presuntos delitos de desbaratamiento de empresa, amenazas y compulsión a la huelga contra la pyme. La acción judicial parte de una denuncia presentada por los abogados de Alejandra Bada Vázquez, titular de Lácteos Vidal.

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Desde la firma en cuestión se indicó que la figura que se aplica a los sindicalistas no se había usado hasta ahora en los tribunales porteños. Y las fuentes anticiparon que también se activaría una denuncia por presunta asociación ilícita cometida, también, por los acusados.

Representantes de ATILRA, entre los imputados

Con relación a los imputados, la mayoría ligados a la seccional Trenque Lauquen del gremio ATILRA, se trata de Heber Ríos, Sergio Longo, Gastón Moreno, Franco Yedro, Cristian Martín, Diego Alarcón, Rafael Ale y Ariel Sánchez.

Lácteos Vidal también iniciaría una demanda contra el sindicato por daños y perjuicios con la intención de hacerse con un resarcimiento económico por las afectaciones derivadas de las acciones de ATILRA. Se estima que el monto que solicitaría la pyme rondará los 500 millones de pesos.

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Relacionado con esto, la empresa afirmó que los bloqueos llevados adelante por el gremio «alteraron el normal funcionamiento de la empresa, ocasionando un perjuicio económico concreto al impedir el ingreso y egreso de mercadería en la planta de Moctezuma, así como la venta y distribución de productos en la sede de CABA».

Asimismo, Lácteos Vidal sostiene que el hostigamiento y los bloqueos respondieron a «una estrategia coordinada por parte de los imputados«, lo cual configuraría una conducta única tipificada en el artículo 174 del Código Penal: obstrucción al funcionamiento de establecimientos industriales o comerciales.

Siempre según la empresa, «se obstaculizó y/o impidió el ingreso y egreso de mercadería, tanto por parte de la propia firma Lácteos Vidal como de sus proveedores y clientes. Todo ello ocurrió en virtud de actuación coordinada de las autoridades de Atilra antes mencionadas».

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Lácteos Vidal y el ida y vuelta judicial

El escenario judicial en Lácteos Vidal es tan profuso como cambiante. Así, y previo a esta nueva decisión, a principios de mes la Justicia impuso a la compañía una pena de $47 millones en concepto de multas.

«Nueve de Julio trabajando para pagar embargos. Parece que la libertad es cara en este país, pero bueno, no tiene precio», declaró, respecto de ese nuevo revés económico y judicial sufrido, Alejandra Bada Vázquez, una de las propietarias de la empresa láctea.

«Se amanece con nuevo embargo de 47 millones de pesos. Porque bueno, a pesar de que las empresas tenemos supuestos derechos de despedir y contratar, parece que algunos jueces no se enteraron y entonces ponen multas por no reincorporar gente que no podemos reincorporar porque hacemos alimentos», agregó.

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Lo establecido por la Justicia recrudeció el malestar de la compañía con Ignacio Ramonet, el juez a cargo de la causa, quien el mes pasado fue señalado por establecer dictámenes que coinciden con los pedidos que viene realizando ATILRA.

Es a partir de esa presunción que la cúpula de la compañía a través de su apoderado, Eduardo Darriba, presentó en junio una denuncia ante el Consejo de la Magistratura de la Nación para que «se investigue la misma y se determine si los hechos configuran o no causal de mal desempeño y/o delito«, siempre en alusión a las resoluciones de Ramonet.

De acuerdo a fuentes al tanto de la contienda judicial, en la denuncia se menciona la presión ejercida por el sindicato para lograr la reincorporación de los despedidos, y además se hace hincapié en cómo el juez en entredicho viene haciendo lugar a las presentaciones legales de ATILRA.

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ECONOMIA

El laberinto de Milei: el campo espera baja de retenciones pero la situación fiscal no le da margen

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Uno de los mayores riesgos de todo gobernante es generar expectativas que luego no pueda cumplir. Y esa máxima se aplica a lo que está ocurriendo por estas horas: se dejó crecer tanto la versión sobre una eliminación de retenciones al campo, que si finalmente Javier Milei anuncia apenas un alivio parcial, corre el riesgo de que se le transforme en un boomerang político.

«Será de los discursos que al otro día estará en la tapa de los diarios», graficó el vocero presidencial, Manuel Adorni, al referirse a la ponencia de Milei en la Exposición Rural de Palermo. Antes, el ministro de economía, Luis Toto Caputo, había estado reunido con el presidente de la Sociedad Rural, Nicolás Pino, a quien le aseguró que habrá mejoras para el sector.

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El ministro dijo que no quería «spoilear» los anuncios del presidente, pero que el objetivo de eliminar las retenciones a la exportación «que tanto daño han hecho al campo» siguen siendo uno de los objetivos centrales del gobierno. Antes, en las redes sociales, el propio Caputo había repasado un listado de medidas para mejorar la situación del campo y pidió «confianza y paciencia» para ver la eliminación de retenciones.

La expectativa se contagió al mercado financiero, donde los contratos futuros de soja y maíz experimentaron una marcada suba en los últimos días. Esa evolución fue a contramano de los precios del mercado internacional que se reflejan en los paneles de la bolsa de Chicago. Y los expertos del sector afirman que la mejora en el precio está considerando implícitamente una mejor ecuación para el productor, por un alivio en las retenciones.

El problema es que los más escépticos creen que los anuncios se limitarán a la exportación de carne, mientras que la mejora para los granos sería marginal. Si esa fuera finalmente la situación, los anuncios dejarían gusto a poco, y chocarían contra el clima de malestar reinante en el campo, que se refleja, por ejemplo, en el pedido de productores para una eliminación total de las retenciones.

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Por otra parte, supondría un costo político para Milei que aprovecharían algunos de sus críticos, empezando por gobernadores provinciales como Maximiliano Pullaro, de Santa Fe, Martín Llaryora, de Córdoba y Rogelio Frigerio, de Entre Ríos, que están presionando por un cambio de sistema tributario y acusan al presidente de «sostener un modelo de país porteñocéntrico».

Paradójicamente, Milei sólo se salvaría de las críticas de Axel Kicillof, quien siempre ha sido un defensor de las retenciones al agro.

Malhumor en el campo

Milei festejó en las redes sociales la noticia de que bajaron las tasas de interés por la venta de dólares que hicieron bancos y empresas necesitadas de liquidez en pesos. Y espera un alivio en la cuenta corriente, gracias a que, después de los u$s3.700 millones recibidos en junio por las exportaciones agrícolas, julio terminará con un ingreso aun más alto, que los expertos estiman superior a los u$s4.000 millones.

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Pero, en notorio contraste con el optimismo que muestra el gobierno, en el campo hay una alerta sobre la disminución de rentabilidad de los productores.

Al respecto, fue muy comentado un informe de CREA, que estima la viabilidad de cultivar soja en función del nivel de retenciones. La conclusión es que, al actual nivel de 33%, apenas un 20% de la superficie agrícola lograría un margen positivo, mientras que con el 26% que rigió en el primer semestre, esa mejora se extiende al 61%. Pero el dato clave que llevan como bandera los productores es que, con retenciones cero, entonces prácticamente toda la superficie podría ser cultivada de manera rentable.

Mientras tanto, las muestras de inquietud no cesan. Desde julio, cuando las retenciones volvieron a su nivel máximo, también hubo una suba del dólar. A primera vista, podría parecer que un dólar más alto compensa por lo que se pierde con las retenciones, pero los expertos alegan que tienen un alto componente de costos dolarizados, como los fertilizantes, semillas, insumos, maquinarias y fletes, que se rigen por valor dólar.

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Según José Antonio Alvarez, uno de los principales «influencers» entre los productores, con los actuales niveles de rentabilidad no se están reponiendo ni la mitad de los nutrientes consumidos ni se reemplaza la maquinaria ya obsoleta. «Nadie invierte si tres cuartas partes de la inversión no queda en casa», sintetiza.

Clima de default

De hecho, el estado de ánimo pesimista ya es visible desde fines del año pasado, cuando comenzaron a hacerse públicos los primeros casos de default en el sector, incluyendo nombres reconocidos, como Los Grobo y Bioceres.

En su mayoría, eran empresas que arrastraban deudas desde el gobierno anterior, y que habían sido tomadas en un entorno macro completamente diferente, en el que el mercado mostraba apetito por títulos que dieran cobertura ante el riesgo devaluatorio. Esto implicaba deuda nominada en dólares o en pesos con cláusula dólar linked. En muchos casos, la elevada inflación terminaba licuando las tasas para las empresas emisoras.

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Los expertos en las finanzas agrícolas dijeron entonces que el 2025 podría ser un año signado por los quebrantos en el campo. Desde los bancos, hay analistas que creen que los «pufos» podrían llegar a u$s3.000 millones.

El gobierno dio a entender que no habría «salvatajes» estatales y que el problema era de los gerentes financieros que en vez de «hedgear» -es decir, cubrir los riesgos de descalces de tasas y monedas recurriendo a otros instrumentos, apostaron a una devaluación que resolviera el problema. Su argumento era que, al desaparecer la brecha cambiaria que caracterizó al gobierno peronista, toda la estrategia financiera debía ser pensada con otra lógica.

Lo cierto es que hay empresas con dificultades para «rollear» sus vencimientos, y las alzas de tasas de interés de las últimas semanas empeoraron un panorama que ya venía complicado.

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«Esta suba de tasas, de no estabilizarse pronto, impactará en las tasas bancarias, tanto activas como pasivas, incorporando un ingrediente adicional que podría significar un lastre para el despegue de la actividad económica», advierte el último informe de la consultora LCG.

El rubro agrícola suele ser de los que consiguen mejores tasas en comparación con segmentos pymes o industrias con ventas al mercado doméstico. Se puede obtener crédito al 50%, pero sigue siendo un monto que los productores ven como caro, dada la disminución de sus márgenes de rentabilidad.

¿Empeoran los precios?

Los números de la balanza comercial son contundentes sobre la tendencia bajista de los precios. En junio, a pesar de que el volumen de producción del campo fue mejor que el del año pasado y que la cuestión impositiva apuró los embarques, la venta de productos primarios tuvo una mejora marginal de 2,6%, mientras que las manufacturas de origen agropecuario -el principal rubro de exportación- se mantuvieron estancadas. La explicación está en la reducción de precio de 1,9% interanual que sufrieron los granos.

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Para peor, los expertos ven la posibilidad de una caída del precio que le queda a los productores locales, por un ajuste que se espera en el mercado de futuros.

«De comenzar los precios locales a copiar a los internacionales, pasarían a resultar negativos los márgenes de trigo y maíz 23/24, mientras los de soja quedarían muy ajustados», advirtió un informe de Marianela de Emilio, de Agroeducación.

«Significa que 38% del trigo, 70% del maíz y 75% de la soja argentina 23/24, están expuestos a bajas de precios, que recorten dramáticamente los márgenes agrícolas, haciendo desaparecer la renta potencial que hoy podría lograrse tomando los precios actuales», sostiene la experta, que reitera su recomendación habitual de asegurar precios con instrumentos financieros. Sin embargo, los productores mantienen su clásica postura conservadora, y en los últimos días ya se notó un drástico bajón en el ritmo de liquidaciones.

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Esto lleva a pensar que, como sucede en estas situaciones -y, sobre todo, en contextos de año electoral-, será difícil que la exportación mantenga su ritmo, a no ser que haya un alivio impositivo o un cambio en la regulación cambiaria que le permita a los productores hacerse de las divisas sin pasar obligatoriamente por el Banco Central.

La cruel realidad fiscal

El problema está en que, para el gobierno, hay una disyuntiva sobre qué objetivo priorizar. Si se eliminan o reducen drásticamente las retenciones, eso le mejorará su imagen política y además favorecerá el ingreso de divisas.

Pero claro, habrá un costo de corto plazo que será imposible de disimular: las retenciones a la exportación significan en este momento un 7,5% del total del ingreso tributario. Es una suma demasiado alta como para resignar, sobre todo si se tiene en cuenta que Milei ya cumplió su promesa de eliminar el impuesto PAIS, que el año pasado había sido un puntal de la recaudación tributaria.

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El último mes, la caja de ARCA registró una mejora real de 2,4% interanual, una variación modesta si se tiene en cuenta que en el arranque del año se venía creciendo a un ritmo de 7% real contra el 2024.

Expresado en términos del PBI, las retenciones al agro podrían rondar un 1% -más de u$s6.000 millones-, una suma demasiado grande como para resignar justo en un contexto en el que Milei ve peligrar sus finanzas. El presidente vetará una reforma jubilatoria y una transferencia de fondos a las provincias por alegar que ponen en riesgo su meta de terminar el año con un superávit fiscal de 1,6%. Casualmente, ese monto equivale al costo fiscal que, según estimó la Oficina de Presupuesto del Congreso, tendría el paquete de reformas que quiere impulsar la oposición.

No hay forma de eliminar las retenciones sin que, al mismo tiempo, se busque una compensación con la suba de otros impuestos, algo para lo cual no parece haber margen político. Lo mismo ocurre con una eventual profundización de la «motosierra» en plena campaña electoral.

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En definitiva, Milei tiene que elegir en una disyuntiva poco agradable, y todo indica que no va a sacrificar la caja fiscal, a la que considera el pilar de su gestión. A no ser, claro, que juegue su futuro político al mantra liberal de que, con una baja de impuestos, se dará tal impulso a la producción que hará crecer la recaudación.



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