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ECONOMIA

La contracara del «triunfalismo fiscal» de Milei: ¿el ahorro se refleja en un aumento de la deuda?

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Hay una controversia que se esconde detrás de los datos fiscales positivos que celebra el gobierno: varios analistas del mercado creen que el resultado financiero sería mucho peor que el que indican las cuentas, debido a un «efecto contable» que traslada el verdadero costo fiscal hacia la deuda del Tesoro.

Y es una crítica que apunta directamente al corazón del «relato» libertario: el que afirma que el superávit fiscal es la demostración de la salud financiera y la sostenibilidad de la recuperación económica.

Básicamente, el planteo es que como la estrategia de refinanciación de deuda del gobierno implica una mayor emisión de bonos «cupón cero» -que no van pagando intereses durante la vida del bono y dejan todo el premio para el vencimiento final-, entonces hay una apariencia de mejora financiera que no es tal.

El dato que mencionan estos analistas para fundamentar su argumento es el incremento de la deuda total del Tesoro. Los últimos datos indican que ese monto, expresado en dólares, asciende a u$s452.000 millones. Esto implica un incremento de casi u$s10.000 millones en julio respecto de junio, y la evolución marca siete meses consecutivos de aumento.

En otras palabras, la crítica que se está escuchando en el mercado es que la mejora que se muestra en los números fiscales está, en realidad, oculta en el stock total de la deuda que capitaliza intereses y, entonces, no pesa tanto a la hora de calcular el resultado fiscal financiero.

No es el único factor que llevó al rápido crecimiento de la deuda, claro está. El retraso cambiario es también uno de los aceleradores, porque buena parte del endeudamiento está nominado en bonos que ajustan por CER, que ajusta como la inflación. Dada la política de ancla cambiaria con un crawling peg del 2%, entonces esa deuda siempre tiende a crecer si se la mide en dólares, dado que el IPC está corriendo al doble de velocidad del dólar, y eso encarece la deuda nominada en CER.

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Claro que, al mismo tiempo que la deuda del Tesoro crece, la del Banco Central disminuye por la finalización de los pasivos remunerados. Es así que, en lo que va del año, la primera aumentó en unos u$s60.000 millones mientras que la segunda disminuyó en u$s21.000 millones.

En definitiva, la deuda, expresada en dólares tuvo un crecimiento neto de u$s40.000 millones. Esto no significa que toda esa deuda esté nominada en moneda extranjera. De hecho, el porcentaje de la deuda en pesos se viene incrementando sistemáticamente: en diciembre, cuando se produjo el recambio gubernamental, la porción dolarizada de la deuda era 71%, mientras que actualmente es del 56%. Eso explica, además, la velocidad de crecimiento de la deuda, ya que el retraso del tipo de cambio oficial hace que la porción dolarizada se valorice a mayor velocidad.

Un discurso contra las dudas del mercado

El gobierno sabe que la credibilidad en el camino descendiente de la inflación depende, sobre todo, de la firmeza que muestre en mantener la disciplina fiscal. Especialmente, después de algunas dudas que se instalaron en el mercado por el hecho de que la «inflación núcleo» de julio haya subido una décima, y de que todavía reste por verse el impacto de las subas tarifarias en los servicios públicos.

No es de extrañar, entonces, que la lupa de los analistas esté puesta en la relación entre el frente fiscal y el de los precios.

«Nuestra visión es que la desinflación tiene algo más para dar siempre que se mantenga la credibilidad del ancla fiscal y que no surjan disrupciones por el lado cambiario», apunta el último reporte de la gestora de fondos Consultatio, que reconoce la «determinación estoica en el equilibrio de las cuentas públicas».

Y no por casualidad los funcionarios están poniendo como prioridad la disciplina fiscal y el mantenimiento de la política cambiaria. Primero, el presidente Javier Milei, al hablar en un congreso de empresarios del sector inmobiliario, hizo referencia al cambio en la confección del presupuesto de forma tal de garantizar que siempre esté financiado, y además ratificó que una devaluación no entra en sus planes.

Luego, Toto Caputo, al hablar en la Bolsa de Comercio de Córdoba, hizo hincapié en presentar al superávit fiscal como una marca permanente de esta gestión de gobierno y no como un resultado coyuntural. Logró aplausos de la concurrencia cuando dijo que, con los pesos que sobran no se aprovechará para financiar gasto público, sino que se priorizará la baja de impuestos.

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Una promesa que, por cierto, hoy parece muy lejana salvo por las excepciones ya previstas del impuesto PAIS. De hecho, en los recientes eventos del sector agropecuario se asumió con resignación que no habrá disminución de las retenciones de exportación para la soja y los principales cultivos.

Menos impuestos y efecto «licuadora»

El resultado fiscal para los próximos meses tiene varios factores que jugarán en contra y uno que jugará a favor. En contra, la disminución del impuesto PAIS, que a partir del mes próximo disminuye su alícuota desde el actual nivel de 17,5% a un 7,5%,

En julio, este tributo significó un 7% del total de la recaudación fiscal, con una cifra de $630.000 millones. Esto implica que, de haber estado ya vigente la reducción de la alícuota, entonces la recaudación habría caído en $360.000 millones, un 4% del total.

Es así que quienes tienen dudas sobre la sostenibilidad del superávit se replantean la preocupación por la dependencia que Caputo está demostrando respecto de un impuesto que, de cumplirse con lo prometido, dejará de hacer su aporte justo en un momento recesivo, en el que otros tributos más directamente ligados a la actividad comercial -como el IVA, por ejemplo, ven disminuida su capacidad contributiva-.

Y es ahí donde todas las fichas del gobierno están en el impuesto a la Ganancias. O, mejor dicho, en el nuevo impuesto a los ingresos, como se rebautizó a Ganancias de la cuarta categoría, y que alcanzará a unos 800.000 asalariados de la franja superior.

Pero hay, además, otro factor que juega en contra: a diferencia de lo ocurrido en el arranque del año, ya se agotó el efecto de «licuación» del gasto jubilatorio, por el efecto del cambio de fórmula indexatoria.

Además, la probable aprobación del proyecto de ley que compensa a los jubilados por la pérdida de ingresos en el verano pasado al cambiar de régimen de actualización, hará que el peso del gasto jubilatorio vuelva a tener incidencia fiscal. El proyecto ya tiene media sanción de Diputados y está avanzando en el Senado.

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Con un 35% del presupuesto total, el rubro jubilatorio es por lejos el de mayor peso en el gasto público. Es lo que hace que entre los economistas se mantengan las dudas sobre si el superávit fiscal tendrá, en el futuro cercano, un punto de inflexión.

Un calendario de vencimientos desafiante

Es ante estas dudas que el gobierno está insistiendo con el argumento de que el superávit fiscal no ha sido producto de una situación coyuntural sino que forma parte de un cambio estructural de la economía.

Para Milei y Caputo, es vital que el mercado confíe en ese argumento, porque será el superávit fiscal el que garantice el pago de la deuda y, por lo tanto, el que determine si el índice de riesgo crediticio podrá seguir cayendo.

Para el corto plazo se viene un calendario desafiante en pago de vencimientos. Son $5 billones en agosto, y para el mes próximo se sumarán $14 billones, en su mayor parte como resultado de las Lecap que se emitieron para sustituir los pasivos remunerados del BCRA.

Desde el gobierno transmiten confianza en que el sistema bancario ayudará a que esos vencimientos se puedan «rollear» sin accidentes. Aunque, claro está, el factor determinante para que eso ocurra es que siga vigente el cepo cambiario, que impide que los pesos tengan alternativas de inversión.



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ECONOMIA

El vino culmina un 2024 complejo por la sequía y espera nuevas oportunidades con Mercosur Por EFE

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Madrid, 22 dic (.).- El vino ha vivido este 2024 un año de incertidumbre en zonas vitivinícolas a consecuencia de la sequía y la bajada de la producción de algunas variedades, pero el sector es optimista y espera un futuro mejor, especialmente tras los acuerdos como Mercosur.

De acuerdo con la información facilitada tras la firma de este acuerdo el pasado 6 de diciembre, en el sector del vino actualmente se aplican aranceles de hasta el 35 % a los caldos de la UE que entran en Mercosur, pero con el acuerdo se eliminarán progresivamente los aranceles para el embotellado (en ocho años).

El cambio climático y la sequía han sido dos de los hándicap que el vino se ha encontrado en este año 2024, pero no han sido los únicos; el etiquetado, un consumo alicaído y el aplazamiento de la plantación de viñedo en algunas zonas para no saturar el mercado han sido otros de los desafíos.

En cuanto a la vendimia, se proyectó una producción final de 37 millones de hectolitros, un 7 % menos que la cantidad prevista al inicio de la campaña, pero un valor que ayudará a no sobrecargar la oferta de vino.

Balance del año

La Federación Española del Vino (FEV) ha hecho un balance del año positivo, aun reconociendo que el sector de los bodegueros es «muy diverso» y es difícil hacer una valoración común.

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Pese a las incertidumbres mundiales «siempre ven la botella medio llena», en parte, gracias a «una cierta recuperación del consumo en el mercado nacional», según su director general, José Luis Benítez.

En declaraciones a EFE, ha reconocido que siguen sin alcanzar los niveles pre pandemia, si bien se está llegando este año.

Según los datos del Observatorio Español del Mercado del Vino (OEMV), la estimación de consumo nacional de vino cierra el interanual a octubre de 2024 con un crecimiento del 2,8 % respecto al mismo mes de 2023.

Mientras que en terreno nacional hay «cierta recuperación», en el mercado exterior pervive un «un paradigma de inestabilidad internacional», que «quizá ya no sea coyuntural, sino estructural», ha vaticinado.

En cuanto a la producción, por zonas, ha destacado que «hay regiones con problemas particulares con los tintos y, en otras, por contra, tienen volumen» y la exportación va bien.

Según el último informe del sector de los tres primeros meses de campaña, la producción total de vino ha sido de 29,9 millones de hectolitros, lo que suponen 3,1 millones hectolitros más que en el mismo periodo de la campaña anterior.

El golpe de la sequía

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El presidente de la Conferencia Española de Consejos Reguladores Vitivinícolas (CECRV), David Palacios, ha analizado el año en términos de producción y lo ha calificado de «muy difícil» para algunas zonas debido a la sequía, que ha derivado en una merma de producción de uva.

Sin embargo, ha detallado que «la calidad de la uva ha sido buena en general en todos los sitios».

En cuanto a la comercialización de vinos, ha destacado una bajada de ventas y stock en vinos tintos, que no ocurre con blancos y rosados.

Sobre este punto, los datos del Infovi -del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación- apuntan a que, teniendo en cuenta la producción de los operadores de más de 1.000 hectólitros, 17,7 millones corresponden a vinos blancos (+ 20,6 %) y los 12,2 millones restantes, a vinos tintos y rosados (+0,6 %).

El futuro del vino

En cuanto a 2025, desde el sector han añadido que esperan que el cambio climático les siga «dejando producir y que no haya más problemas».

También son optimistas en cuanto al acuerdo de Mercosur y miran con preocupación a Estados Unidos por los antecedentes en otros mandatos de corte proteccionista.

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En general, mantienen la confianza de que el mercado de exportación se recupere.

En la primera mitad de 2024, Estados Unidos se ha mantenido como el primer mercado mundial para el vino, con 3.051,6 millones de euros y ocupa la segunda posición en volumen con 633,8 millones de litros.

El consumo del vino en Navidad

El director general de la FEV, ha detallado que la Navidad y la época de celebraciones previas son uno de los platos fuertes en exportación, por lo que hay un cierto optimismo, con «una ventas que en noviembre y diciembre están yendo mejor de manera general».

Por su parte, desde las denominaciones de origen destacan que la Navidad es una época de festejar y el vino está presente en esos ambientes de brindis, por lo que esperan que el final del año «un repunte en la comercialización», ya que en los dos últimos meses del año «son muy importantes para el sector».

(Recursos de archivo en www.lafototeca.com Cód. 21654677 y otros)

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