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ECONOMIA

Milei se aproxima a un punto de no retorno en su relación con los gobernadores por el Impuesto PAIS

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«No hay confianza con la Casa Rosada» coinciden en tres de las capitales provinciales más importantes del país acerca de las promesas que realiza el ministro de Interior, Guillermo Francos, el rostro amable de la administración de Javier Milei, de reunir a los gobernadores para discutir un nuevo pacto fiscal tras la sanción de la norma en Diputados o, lo que es lo mismo, como se van a repartir los recursos que la administración central recauda y que las provincias necesitan como el agua para sus desérticas cajas provinciales.

En Santa Fe, explican que «no se puede hacer política sólo con el recurso del palo y la zanahoria», afirma un asesor del gobernador, Maximiliano Pullaro refiriéndose al método utilizado para que un burro se mueva. «Necesitás colgar una zanahoria por delante del hocico y un palo golpeando su lomo por detrás».

La zanahoria que utiliza Milei «es un nuevo reparto de los ingresos y el palo es la retención de dinero que hace para pagar salarios de la administración pública nacional en organismos autárquicos con sedes en distintas provincias».

De hecho, esta queja de pisar los fondos que usualmente se giran para pagar sueldos en tiempo y forma del 1 al 5 de cada mes, estuvo en riesgo en más de 20 universidades nacionales, hasta último momento, cuando el 30 de enero, el ministro de Economía, Luis «Toto» Caputo, anunció que giró los fondos para que las altas casas de estudio y organismos como el INTA, pudieran llegar a pagar los sueldos antes del fin de semana.

Sin embargo, tuvieron que sufrir la incertidumbre en un contexto inflacionario, hasta hace 24 horas.

De hecho, en las últimas horas, voceros cercanos al Presidente aseguran, en voz baja, que su encono con algunos gobernadores que insisten en coparticipar el Impuesto PAIS, la última de las revelaciones impositivas por su importante recaudación, lo llevan a lanzar todo tipo de improperios y amenazas de ahogo financiero para sus provincias. En algunas capitales provinciales no necesitan aguardar por la confirmación de estas versiones.

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Milei podría llegar al punto de no retorno con los gobernadores.

En Córdoba, Llaryora lanzará un bono de u$s300 millones

El cordobés, Martín Llaryora, mientras puja por coparticipar el Impuesto PAIS, lanzará un bono para recaudar 300 millones de dólares que le sirva para tener poder de negociación con los funcionarios de Casa Rosada y la seguridad de resguardo de ese «colchón» de dinero para pagar gastos corrientes.

En Tucumán, el peronista Osvaldo Jaldo, parece hacer lo que puede. Mientras realiza una metamorfosis del peronismo a las filas libertarias, ordenó a los legisladores que le responden que apoyen la aprobación de la ley en Diputados, se dirige al banco Macro para pedirles un préstamo y la entidad financiera aguarda por definiciones sobre cómo trabajará el Tesoro nacional, o Luis Caputo, para cubrir los giros descubiertos que comienzan a solicitar gobernadores con escasa liquidez.

En Neuquén, la provincia de Vaca Muerta, se subieron los aportes patronales para poder pagar salarios estatales y Rogelio Frigerio, en Entre Ríos, otro de los cruzados por la coparticipación del Impuesto PAIS, va a aumentar los sueldos públicos al ritmo de la recaudación provincial y no de la inflación. De alguna manera, los gobernadores lograron, a su vez, una posición para presionar al Presidente y sus funcionarios desde su precariedad fiscal.

Mientras que en el bloque Hacemos Coalición Federal y en la UCR se endurecen por los oídos sordos del tándem Milei-Caputo a los pedidos de los gobernadores, los negociadores de los mandatarios provinciales sugieren reabrir puntos del capítulo fiscal retirado, casi en su totalidad, el viernes pasado para aprobar el resto de la ley Bases, cuanto antes. «Coparticipar el Impuesto PAIS es la clave que destraba este mamotreto» aseguran en idioma cordobés.

Retirado de la discusión por el Gobierno nacional, los gobernadores de Córdoba, Entre Ríos y Santa Fe, sólo debieron recordarles que el impuesto PAIS, fundamental para la recaudación del presente ejercicio fiscal, debe renovar su vigencia en diciembre de 2024 y, su escaso reparto con las provincias, del orden del 30%, podría cambiar, por mandato legislativo, para ser completamente repartido entre los estados provinciales.

El Impuesto PAIS fue creado por la administración de Alberto Fernández porque contaba con la protección de la ley de emergencia económica y fijó un tributo del 30% para las personas que compren divisas para atesoramiento como para quienes usen tarjetas de débito y/o crédito para cancelar gastos o extracción de monedas o billetes extranjeros fuera de la Argentina.

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Hasta ahora, la Nación reparte el 30% de lo recaudado por este tributo a las provincias y a los municipios a través de financiamiento de programas sociales. El 70% restante va a la ANSES y el PAMI (INNSJP).





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ECONOMIA

Caputo busca disipar temores sobre el dólar, tras el «vendaval Trump» que causó preocupación en el mercado

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Horas de alivio en el gobierno de Javier Milei: después de un inicio de lunes donde el pánico era la tónica en todos los mercados, llegó la ansiada señal política. Así, Donald Trump habló por teléfono con su colega mexicana Claudia Sheinbaum y las sanciones arancelarias quedaron en suspenso.

Desde el punto de vista del gobierno, esto ratificaría lo que siempre sospecharon: que las amenazas de Trump para encarecer el comercio no serían una política generalizada sino un régimen de «premios y castigos» aplicado con criterio político. Y que, dentro de ese esquema de diplomacia pragmática, Argentina tiene chances de salir beneficiada.

La noticia de que hay negociaciones llegó como un alivio luego de que los críticos del plan de Toto Caputo se quejaran del pésimo «timing» con el que se había empezado a aplicar el freno al crawling peg -que ahora ya corre al 1% mensual-. Esto, en otras palabras, implica que Argentina agrava su problema de retraso cambiario justo cuando todas las monedas de la región se devaluaron en busca de mayor competitividad frente a un dólar fortalecido.

Pero todavía está por verse qué tan grave será la guerra comercial de Trump para los países latinoamericanos. La aplicación de un 25% de aranceles sobre las importaciones mexicanas se pospuso luego de que el gobierno mexicano accediera a reforzar la frontera para combatir el tráfico de drogas, en particular el fentanilo, que está haciendo estragos en las grandes ciudades estadounidenses.

Al mismo tiempo, se negocia con Canadá para un cambio en su política de fronteras abiertas, que según Estados Unidos ha facilitado el ingreso de terroristas. De cómo se resuelva esta negociación depende de que se aplique un 25% a todos los bienes de consumo y un 10% al petróleo canadiense.

Y, como para confirmar que la ideología y la legalidad electoral no es lo que determina las acciones de la nueva administración estadounidense, se llegó también a un acuerdo con la Venezuela de Nicolás Maduro. A cambio de la liberación de prisioneros estadounidenses y de la recepción de ilegales venezolanos, Maduro obtuvo la confirmación de que Trump renovó la licencia para que Chevron siga extrayendo petróleo venezolano en asociación con PdVSA.

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La apuesta por el petróleo

Las primeras reacciones de los mercados tomaron nota de estas negociaciones y revirtieron levemente algunos de los impactos más fuertes. El peso mexicano, que en la previa de la apertura había alcanzado una «cotización de pánico», tuvo durante la jornada una recuperación de 3,5%.

El precio del petróleo, en su versión WTI, también tuvo una caída, desde u$s74,6% en la apertura, hasta u$s72,3 promediando la jornada. Y hay una explicación lógica para esta reacción: los principales proveedores externos de petróleo para la economía estadounidense son Canadá, Petróleo y Venezuela, en ese orden.

Trump prometió un verdadero boom petrolero, en el que no sólo multiplicará la producción para el consumo interno, sino que además aumentará su presencia exportadora. Lo cierto es que, por más que sus promesas se cumplan, a Estados Unidos le falta mucho para cortar su dependencia del petróleo importado: sigue comprando una media de 2.400 millones de barriles diarios.

Durante la campaña electoral, uno de los «caballitos de batalla» de Trump fue la promesa de una baja en el precio de los combustibles para el mercado interno. Es lo que explica su ya célebre frase «drill, baby, drill» en su discurso inaugural.

En definitiva, lo que están previendo los analistas es que Trump, ante la posibilidad de que las subas arancelarias -especialmente, las que afecten a China– pueda incrementar los precios de productos de consumo y agravar la inflación, tratará de que el gran factor de compensación sea una disminución brusca del precio del petróleo. De esa manera, en el equipo de Trump confían en que la inflacíon se vería atenuada.

Desde el punto de vista de Argentina, esta situación implica una mala noticia para el cortísimo plazo: la caída de los precios del petróleo, justo cuando está aumentando su volumen exportador. Pero, al mismo tiempo, implica una buena noticia para el largo plazo, porque reafirma el interés inversor de las compañías internacionales en Vaca Muerta.

Caputo quiere transmitir calma

¿Cómo le pega a Argentina esta situación? Caputo trato de llevar calma al mercado con un mensaje en las redes sociales: «Siempre contemplamos la posibilidad de que haya shocks externos, como el que estamos viendo en este momento. El mejor antídoto contra esto es garantizarles a los argentinos que este gobierno nunca se va a mover un centímetro del orden fiscal y monetario que llevamos adelante desde el día 1».

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En las entrelíneas de Caputo se deja traslucir el mensaje de que, por más que haya turbulencias a nivel internacional, no se prevé alterar la política económica basada en «las tres anclas». Se trata del superávit fiscal, el congelamiento monetario y la ralentización del dólar, como receta para llevar la inflación mensual debajo del 2%.

Para Caputo, es vital que el mercado interprete que la actual calma cambiaria no está en duda, aun cuando se produjera un fuerte cambio global en los flujos de fondos -huyendo desde los mercados emergentes hacia el dólar-. Sólo con un mercado tranquilo -y la brecha cambiaria contenida dentro del margen del 15%, se mantendrá el sendero de baja de la inflación y la recuperación en la economía real.

En el plano cambiario, logró una relativa calma. Las cotizaciones del «contado con liqui» y del MEP tuvieron leves subas, pero en línea con los valores de la semana pasada. Y en los contratos de futuros del Rofex, las posiciones del dólar registraron caídas en toda la curva -algo que también está en línea con la baja de tasas-.

De todas formas, queda en claro que no es el mejor momento para Caputo, que intenta aplicar un plan económico de fortalecimiento del peso -a contramano de la región- en medio de un shock externo y con señales de dureza por parte del Fondo Monetario Internacional, cuya misión se volvió para Washington sin esbozos de que se pueda concretar la ayuda de «fondos frescos».

Esperando los dólares del campo

Mientras intenta avanzar en un tratado comercial bilateral con el gobierno de Trump, Argentina sufre, sobre todo, por el efecto que se está generando sobre las materias primas.

Aunque la soja había tenido una recuperación en las últimas semanas y cotiza a u$s388 la tonelada, el temor de los analistas es que pueda tener una caída en los próximos meses, en parte por la superproducción internacional y en parte por la devaluación de grandes jugadores globales como Brasil.

Es en ese marco que Caputo apuesta a que, tras la baja de retenciones, los productores sojeros se sientan tentados de vender ahora y asegurarse un precio internacional alto -además del alivio impositivo- antes que mantener su producto en silobolsas.

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Si le saliera bien, esa jugada implicaría un refuerzo de unos u$s5.500 millones para las castigadas arcas del Banco Central, en plena temporada veraniega, es decir antes de que empiecen a llegar los dólares de la nueva campaña a partir de abril.

Pero todavía no está claro cuál será la reacción del campo. En los últimos días, de hecho, hubo una retracción en las liquidaciones agrícolas, a la espera de que estuviera más clara «la letra chica» del nuevo marco regulatorio.



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