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El Papa, en un inédito diálogo con Jesús en el Vía Crucis del Viernes Santo

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El Papa, por primera vez en su pontificado, desarrolló un diálogo con Jesús en las meditaciones del Vía Crucis del Viernes Santo en el Coliseo. Una conversación cara a cara con Cristo, compuesta de refexiones, interrogantes, confesiones e invocaciones. Una larga oración íntima que en este Año de la Oración, preludio del Jubileo, deja hablar al corazón humano.

En las catorce estaciones del Calvario, los sufrimientos de Jesús camino del Gólgota provocan un examen de conciencia que luego se convierte en oración, con una invocación final que repite catorce veces el nombre de Jesús.

El Papa introduce el Via Crucis subrayando que la oración caracteriza cada uno de los días de Jesús con matices diferentes.

El silencio de Jesús

En la primera estación, para hacernos reflexionar está el silencio de Jesús ante el “falso proceso” que le condena, un silencio fecundo que “es oración, es mansedumbre, es perdón en la vía para redimir el mal, para convertir tus sufrimiento en un don que nos ofreces”, explica Francisco.

Un silencio que el hombre de hoy no conoce, porque no encuentra tiempo para detenerse y permanecer con Dios y “dejar actuar su Palabra”, pero que “estremece” porque enseña que la oración nace “de un corazón que sabe escuchar”.

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La cruz con la que carga Cristo (segunda estación), en cambio recuerda experiencias que todos vivimos: penas, dolor, decepciones, heridas, fracasos, que también nosotros llevamos.

La ceremonia del Vía Crucis, este viernes en la Basílica de San Pedro, en el Vaticano. Foto: AP La ceremonia del Vía Crucis, este viernes en la Basílica de San Pedro, en el Vaticano. Foto: AP

”Jesús, como rezar ahí?”, pregunta el Papa dando voz a una petición común. «¿Cómo hacerlo cuando uno se siente aplastado por la vida? Cristo nos invita a acercarnos a él, si estamos cansados y oprimidos, para que nos dé descanso, pero nosotros rumiamos, rumiamos, nos hundimos en el victimismo y entonces él sale a nuestro encuentro llevando nuestras cruces a cuestas, para quitarnos la carga”.

in embargo Jesús cae (tercera estación) pero tiene fuerzas para levantarse de nuevo; el resorte que lo empuja hacia adelante es el amor, subraya Francisco “porque el que ama no se queda derrumbado sino que vuelve a empezar, el que ama no se cansa, sino que corre; el que ama vuela”.

María madre de Jesús, don para la humanidad

Después de la Eucaristía, Cristo nos regala a “María, el último don antes de morir”, escribe el Papa meditando sobre la cuarta estación. Jesús camino del Calvario y su madre, un encuentro que evoca cuidado y ternura y que nos impulsa a dirigirnos a ella, a María-Madre que Dios da a todos lo hombres par poder “custodiar la gracia”, “recordar el perdón y las maravilla de Dios”,”saborear de nuevo la maravilla de la providencia, a llorar de gratitud”.

En cambio, el Cirineo que ayuda a Jesús a llevar la cruz (quinta estación) nos hace reflexionar sobre la presunción e hacerlo solo “ante los deafíos de la vida”.

“¡Que difícil nos resulta pedir ayuda, ya sea por miedo a dar la impresión de que no estamos a la altura de las circunstancias, o porque siempre nos preocupamos por quedar bien y lucirnos!”, dijo el Papa.

No es fácil confiar, y menos aún abandonarse”. Quien reza, enseña el pontífice, «es porque está necesitado y tú Jesús, estás acostumbrado a abandonarte en la oración. Por eso no desdeñas la ayuda del Cirineo”

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Francisco, este Viernes Santo en el Vaticano. Foto: AFP Francisco, este Viernes Santo en el Vaticano. Foto: AFP

El valor de la compasión

Entre la multitud que asiste al “bárbaro espetáculo de la ejecución del Nazareno hay también quien emite “juicios y condenas”, arrojando sobre él “infamias y desprecios” sin conocerle y sin conocer la verdad”.

“Sucede también hoy Señor, y ni siquiera es necesario un cortejo macabro; basta un teclado para insultar y publicar condenas”, reconoce Francisco.

Pero en Jerusalén, mientras “”tantos gritan y juzgan” a Jesús se presenta una mujer que “va contra la corriente, sola, con la valentía de la compasión; se arriesga por amor y encuentra la manera de pasar entre los soldados para brindarle el consuelo de una caricia en el rostro”.

Un gesto de consuelo el de la Verónica (sexta estación) que pasa a la historia y nos sitúa ante Cristo, “Amor no amado”, que aún hoy busca “entre la multitud corazones sensibles a su sufrimiento y su dolor, verdaderos adoradores, en espíritu y en verdad”.

Pero la “cruz pesa mucho, lleva en sí el peso de la derrota, del fracaso, de la humillación. Entonces Jesús cae por segunda vez (séptima estación) y volvemos a vernos en él cuando, aplastados por la cosas, asediados por la vida, incomprendidos por lo demás, comprimidos “en las garras de la ansiedad y asaltados por la melancolía, pensamos que no podemos volver a levantarnos o cuando volvemos a caer en nuestros errores y pecados, cuando nos escandalizamos de los demás y luego nos damos cuenta de que no somos diferentes».

Reconocer la grandeza de las mujeres 

Jesús encuentra a las mujeres de Jerusalén (octava estación) y para Francisco es la ocasión de exhortar “a reconocer la grandeza de las mujeres, las que en Pascua te fueron fieles y no te abandonaron, las que aún hoy siguen siendo descartadas sufriendo ultrajes y violencia”.

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Su llanto, señala el pontífice, «nos hace preguntarnos si sabemos conmovernos ante Jesús crucificado por nosotros, si lloramos nuestras propias falsedades o ante las tragedias”, “ante la locura de la guerra, ante lo rostros de los niños que no saben sonreír, ante sus madres que los ven desnutridos y hambrientos, sin tener siguiera más lágrimas que derramar”.

«Y contemplando a Cristo despojado de sus vestiduras (novena estación), la invitación del Papa es a ver a Dios hecho hombre “en el sufrimiento, que está despojado de dignidad, en los cristos humillados por la prepotencia y la injusticia, por las ganancias injustas obtenidas a costa de los demás y ante la indiferencia general”.

En la cruz, pues, “mientras el dolor físico es más atroz”, perdonando a los que “le están poniendo clavos en las muñecas (décimas estación)», Jesús nos enseña que podemos encontrar “el valor de elegir el perdón que libra el corazón y relanza la vida”.

El amor no queda sin respuesta

En el momento más oscuro y extremo Jesús grita su abandono (undécima estación). ¿Cuál es la lección que hay que atesorar? “En las tormentas de la vida; en vez de callar y aguantar, clamar, sugiere Francisco, que en la duodécima estación se detiene en el ladrón que se confía a Cristo, quien a su vez le promete el Paraíso, haciendo así de “la cruz, emblema del tormento, ícono del amor”, transformando “la oscuridad en luz, la separación en comunión, el dolor en danza e incluso el sepulcro, -última estación de la vida-, en punto de partida de la esperanza”.

María, que en sus brazos acoge a Jesús muerto (13° estación) al final del Vía Crucis, nos ayuda a decir sí a Dios, ella que “fuerte en la fe”, cree “que el dolor no tiene la última palabra”.

Y finalmente, José de Arimatea, custodiando el cuerpo de Jesús para darle digna sepultura (14° estación) nos muestra que “todo don hecho de Dios recibe una recompensa mayor” y “que el amor no queda sin respuesta, que da nuevos comienzos, que dar es recibir”, “porque la vida se encuentra cuando se pierde y se posee cuando se da”.

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¿Por qué ganó Donald Trump? Algunas claves del contundente giro a la derecha en Estados Unidos

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Donald Trump protagonizó un regreso rutilante a la Casa Blanca, con una victoria arrasadora en todos los estados clave y con una mayoría en el Senado de Estados Unidos -probablemente en la cámara baja también- que le permitirá avanzar con su agenda conservadora en el Congreso.

Las encuestas a boca de urna indican que a la inmensa mayoría de los votantes le importó la economía, sobre todo el aumento de precios, y en el electorado no pesaron los antecedentes penales de Trump ni sus desafíos a la democracia ni a derechos como el aborto, sino el castigo al gobierno de Joe Biden y la esperanza de que Trump pueda restaurar la economía y hacer a Estados Unidos grande otra vez.

Kamala Harris perdió ante Trump de manera abrumadora, al igual que Hillary Clinton, la primera mujer en ser la candidata presidencial de su partido, en 2016. El ex presidente construyó una coalición de votantes más diversa que cualquier candidato republicano en 20 años, a pesar de llevar a cabo una campaña cargada de agresiones y de demonización de los inmigrantes.

Por su mensaje y quizás también por las debilidades de Harris, no solo ganó entre los hombres blancos, su gran bastión electoral, sino que también sumó muchas mujeres, jóvenes, afroamericanos y latinos.

Banderas a favor de Donald Trump, frente a la Torre Trump en Nueva York, este miércoles. Foto: REUTERS

Los hispanos, que alguna vez fueron baluarte de la base demócrata, acentuaron su giro a la derecha. Trump obtuvo el apoyo del 45% de los votantes latinos a nivel nacional, en comparación con el 53% que logró Harris, según encuestas boca de urna de NBC News. Ese apoyo a Trump es mucho mayor que en 2020, cuando obtuvo el 32% frente al 65% de Joe Biden.

Trump también avanzó entre los votantes negros. Según sondeos de CNN, el magnate cosechó el apoyo de alrededor del 13% de ese electorado mientras que en 2020 había conseguido un 8%.

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La estrategia del miedo

Robert Harding, profesor de Ciencias Políticas de Valdosta State University, en Georgia, uno de los estados clave de estas elecciones, dijo a Clarín que cree que una de las razones importantes de la victoria fue “la propagación del miedo”.

“Trump impulsó el miedo a la economía, a la inmigración e incluso el miedo a los demócratas, para motivar a su base. Hemos visto un cambio claro en el electorado en algunos de los estados más disputados”, explicó.

Karen Hult, profesora de Ciencias Políticas de Virginia Tech University, dijo a Clarín que “tres cosas parecen claves para la victoria de Donald Trump: 1) percepciones de la economía (preocupaciones sobre la inflación, los precios de bienes y servicios como alimentos, gasolina, atención médica y vivienda. 2) Una «mentalidad contra el oficialismo” también parece ser parte de la historia, tal vez análoga a lo que ha sucedido en el Reino Unido, Francia, Alemania, Japón, los Países Bajos, Polonia, Sudáfrica y Corea del Sur. 3) En los EE. UU., muchos evidentemente estaban preocupados por la frontera sur, percibían un «cambio cultural» y tal vez se sentían ignorados o no escuchados por el partido demócrata”.

Para Mark Jones, profesor de Ciencias Políticas de Rice University, en Texas, “estuvimos frente a una batalla de movilización. Al final, Trump tuvo más éxito para movilizar a los votantes, incluso en aquellos que no suelen votar o participar mucho de las elecciones”, según dijo a Clarín.

“El mensaje de Trump tuvo mucha llegada con aquellos que no suelen ir a votar. Y plantó esa idea de que él iba a ser mejor con la economía y fue efectivo transmitiendo que Kamala Harris iba a ser una amenaza al estilo de vida y al estilo de vida de la población anglosajona, pero también a la población trabajadora, cristiana y americana”, añadió.

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Un mensaje dramático

Para Jones, “al final lo que pegó muy fuerte es el mensaje de que un gobierno de Kamala Harris podía ser el fin de un Estados Unidos como estas poblaciones lo conocen. Fue un mensaje dramático que penetró. En cambio, la voz de Harris diciendo que había una amenaza para la democracia era un mensaje para las élites y no pudo movilizar a las masas”.

Ryan Carlin, profesor de Ciencias Políticas de Georgia State University, afirmó a Clarín que “las razones principales se asocian a una inflación que no se había experimentado en 40 años en la historia de Estados Unidos y eso es lo que influía en el día a día de los ciudadanos”.

Y agregó: “Otra cuestión innegable es la crisis de inmigración que se puede palpar en las calles del país. Y, por último, creo que se pudo ver cierto desgaste de la política de identidad que el partido demócrata ha intentado hacer en las últimas tres elecciones. Creo que estas tres cuestiones hicieron una tormenta perfecta para que gane un hombre autoritario para terminar con estos tres temas”.

El voto latino y el bolsillo

Harding también arriesga un elemento: “Para una pequeña minoría, creo que influyó el hecho de que Kamala haya sido una candidata mujer. Sabemos que algunos hombres negros y algunos hispanos tenían dificultades para aceptar una candidata mujer. Y en una carrera que estaba a un par de puntos porcentuales de diferencia en la mayoría de los estados, eso pudo haber marcado una diferencia crucial”.

Carlin coincide: “En Estados Unidos hay un porcentaje de población que cree que una mujer es una candidata débil y esta población cree que un líder débil expone al país a dificultades. Sobre todo, eso se escucha entre hispanos y afroamericanos”.

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Kamala Harris y Joe Biden no lograron convencer a los estadounidenses especialmente por la economía. Foto: AP  Kamala Harris y Joe Biden no lograron convencer a los estadounidenses especialmente por la economía. Foto: AP

Jones resalta el cambio “notable del voto latino”. “El problema de la campaña de Harris es que fue una campaña dirigida por élites y se enfocó en preocupaciones que no son las mismas que tiene la comunidad latina promedio. Las élites latinas son universitarios y tienen preocupaciones que no son las de la mayoría de los latinos en los Estados Unidos. Es decir, para la campaña de Harris los temas de mayor importancia fueron temas como el futuro de la democracia, el derecho al aborto y temas identitarios como la comunidad LGTBQ+”.

“Por el contrario, la campaña de Trump hizo su enfoque en dos temas concretos: uno fue la economía y el otro fue la seguridad en la frontera. Y al final el votante latino votó con el bolsillo. Para la mayoría de los latinos sus condiciones durante el mandato de Trump eran mejores que la de los últimos cuatro años en la gestión de Joe Biden. Harris durante la campaña nunca tuvo mucha llegada a los latinos, pero especialmente a los hombres latinos quienes votaron de una manera abrumadora a Trump”.

La experta Hult también apunta a las debilidades demócratas. “La vicepresidenta Harris no se había preparado para presentarse como la primera candidata; se la asoció fácilmente con un presidente impopular y con frecuencia no demostró que fuera o pudiera ser un agente creíble del cambio. Por ejemplo, la entrevista de View donde no pudo responder de inmediato si haría algo diferente que el presidente Biden o la falta de respuesta a la primera pregunta en el debate presidencial sobre el estado de la economía”.

Jones coincide en que “Harris no fue una buena candidata porque no tuvo la habilidad de llegar a la gente que necesitaba para ganar la elección. Harris ganó a los votantes de siempre del partido demócrata, pero en los estados más competitivos perdió. Solo ganó el voto duro demócrata pero no ganó el voto volátil, ni tampoco el independiente”.

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