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El Papa no irá a la reinauguración de Notre Dame y los franceses están perplejos: historia de desencuentros entre Francia y el Vaticano

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El Papa Francisco ha indicado que no viajará a París para la reapertura de la catedral Notre Dame, reconstruida tras el incendio, el próximo 8 de diciembre. Lo anunció en su viaje de regreso, en pleno vuelo, entre Singapur y Roma.

La noticia cayó como una bomba en Francia, cuando se lo esperaba para las celebraciones de la apertura de la mítica catedral y monumento histórico francés. Lo había invitado el presidente Emmanuel Macron y el arzobispo de París y lo esperaban sus fieles.

“No voy a Paris”, anunció el Papa, sin dar los motivos. Lo repitió dos veces.

Otro desaire a Francia

No es la primera vez que el Papa Francisco desaira a Francia. Ya cuando llegó a Marsella, insistió en que viajaba a Marsella y no a Francia. Lo mismo ocurrió en 2014, durante su visita al Parlamento Europeo en Estrasburgo. Las visitas son breves y en nombre de la laicidad a la francesa y el trato a los migrantes, hay tensiones.

Por tanto, parece cada vez más evidente que el Papa Francisco rechaza a Francia, a pesar de la esperanza que tienen los católicos franceses de ver algún día al Papa visitar a la «hija mayor de la Iglesia», según la célebre expresión del Papa Juan Pablo II en Le Bourget.

El último viaje de un Papa a Francia, sin las rápidas incursiones del Papa Francisco, se remonta a la visita de Benedicto XVI a París en 2008.

Todos los jefes de Estado han mantenido relaciones con el soberano papal, desde la proximidad hasta tensiones, a veces muy fuertes.

Quince años después de la última visita papal encabezada por Benedicto XVI a París, le tocó al Papa Francisco visitar Francia, bajo la mirada de Emmanuel Macron durante la misa papal en Marsella.

Cinco años después del incendio que arrasó la cubierta de la catedral de Notre Dame de París, el icónico templo francés reabrió sus puertas la semana pasada. Foto EFE

Si todos los presidentes de la República han tenido vínculos con el Vaticano, las relaciones rara vez han sido sencillas. Una mirada retrospectiva a la historia de los inquilinos del Elíseo con los soberanos pontífices lo muestra. Siempre el problema es la laicidad a la francesa, que la iglesia ve como una persecución a sus creencias y a la libertad de practicarlas.

De Gaulle, muy católico

En su primera visita al extranjero, en junio de 1959, tras llegar al poder, Charles de Gaulle acudió a la Santa Sede. Todo un símbolo para el presidente, que hasta ahora entonces se había abstenido de hablar públicamente sobre el tema. Pero el general no duda en arrodillarse a los pies del Papa, antes de besar su anillo. Un gesto que no volverá a repetirse con sus sucesores.

En los cinco años que pasó en el Elíseo, de 1969 a 1974, Georges Pompidou jugó la carta de la cautela con la religión católica. Apenas permitió una visita al Papa en enero de 1969, cuando él se encontraba en Matignon.

No se trata de que estuviera abierto a acusaciones de conservadorismo en una sociedad marcada por Mayo del 68. La desconfianza era mutua: si los obispos son recibidos en la oficina del presidente, no se trata de que los dignatarios religiosos lo hagan saber.

Los problemas de Giscard

A pesar de sus convicciones más bien laicas, como las de su predecesor, Valéry Giscard d’Estaing se reunió varias veces con el Papa. La visita más significativa tuvo lugar en 1975 con Pablo VI, que no se anduvo con rodeos. El dignatario religioso califica la ley que legaliza el aborto como “demasiado permisiva”. El embajador de Francia en Italia, sin embargo, aseguró al Elíseo que no se discutiría el tema. Al final de la entrevista, el diplomático interrogó al jefe de Estado sobre el contenido de la discusión.

Una vista de la Catedral de Notre Dame, en julio pasado. Foto ReutersUna vista de la Catedral de Notre Dame, en julio pasado. Foto Reuters

Respuesta de Valéry Giscard d’Estaing, que no apreció las palabras de Pablo VI: «No estoy acostumbrado a depender de un subordinado».

La historia termina mal: el embajador es llamado a París por instrucciones del presidente. Dos años después, mató a su mujer y a sus hijos con un revólver. Luego explicó a la policía que nunca se había recuperado de su salida de Roma y de la humillación presidencial antes de suicidarse en prisión, según informó France Culture.

La audiencia más larga

Creyente, François Mitterrand siempre tuvo cuidado de ser discreto acerca de su fe. Para el presidente que unió a la izquierda, no fue fácil mostrar su práctica cristiana ante socialistas y comunistas.

Sin embargo, fue el quien tuvo la audiencia más larga jamás concedida a un presidente: nada menos que una hora y quince minutos, cara a cara, con Juan Pablo II en 1982. Todo un símbolo , unos meses antes de un largo enfrentamiento con escuelas privadas, que sacaron a las calles a cientos de miles de católicos.

Chirac, muy católico

Jacques y Bernadette Chirac, con mantilla negra, llegaron para ver a Juan Pablo II en el Vaticano el 20 de junio de 1996.

Si Mitterrand ha renovado sus vínculos con el papado, Jacques Chirac quiso fortalecer “los antiguos lazos”, que unen a París y la Santa Sede. El 19 de enero de 1996, el recién elegido Presidente de la República viajó con su esposa Bernadette al Vaticano. Aseguró a Juan Pablo II que desea “dar testimonio de la fidelidad de Francia a su herencia cristiana”. La describe como “la hija mayor de la Iglesia”, repitiendo así la fórmula pronunciada por el Papa en 1980. Jacques Chirac le ofrece un escudo de madera, virgen del siglo XVI y a su vez , recibe la sillería de canónigo de honor.

El Papa y el presidente se reunirán varias veces en Francia, en 1996, 1997 y 2004. Jacques Chirac regresa al Vaticano para los funerales de Juan Pablo II.

Benedicto XVI fue elegido Papa el 19 de abril de 2005, pero Jacques Chirac no lo visitará.

El polémico Sarkozy

Nicolas Sarkozy realizó dos visitas presidenciales a la Santa Sede. La primera vez, en 2007, acudió acompañado de Jean-Marie Bigard, lo que generó polémica.

La polémica también se ve alimentada por el hecho de que durante la ceremonia, el presidente francés consultó subrepticiamente su teléfono móvil y escribe un mensaje de texto, mientras el Papa le hablaba.

El Vaticano expresa su confusión y sus reservas, en particular respecto a la política de inmigración liderada por Brice Hortefeux, las posiciones del gobierno francés en materia de bioética (pruebas de ADN para extranjeros, investigaciones sobre embriones…), e incluso sobre el trabajo dominical y la simplificación del procedimiento de divorcio.

El 8 de octubre de 2010, Sarkozy regresó a Roma para encontrarse con Benedicto XVI. Oficialmente quiere hablar de su próxima presidencia del G20, pero en realidad su desafío extraoficial es doble: recuperar a su electorado y disipar el malestar generado por su política hacia los gitanos. Para ello, llegó incluso a participar en una oración durante su segunda visita papal, recitando el Padre Nuestro , ante la tumba de Santa Petronila, lo que constituye la primera vez para un jefe de Estado francés

Hollande y Macron

Tres visitas al Vaticano hizo el poco religioso socialista François Hollande, la última con el Papa Francisco.

La presencia de Emmanuel Macron en la misa del Papa Francisco en Marsella en septiembre del 2023 relanzó el debate sobre la laicidad en Francia.

La decisión del Presidente de la República de asistir a la ceremonia ofrecida por el soberano pontífice en Marsella fue vista por la izquierda como una violación de la neutralidad religiosa del Estado.

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INTERNACIONAL

El plan de Pedro Sánchez para combatir la desinformación a través de un registro oficial de medios de comunicación en España: ¿Transparencia o control a la prensa?

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Entre los coletazos más memorables que generó la investigación a la esposa del presidente español Pedro Sánchez por presunta corrupción y tráfico de influencias que comenzó en abril, los españoles no olvidan los cinco días de reflexión y suspenso que se tomó Sánchez para meditar si seguir o no al frente del gobierno de España y el anuncio de un plan de regeneración democrática para luchar contra la desinformación que su gabinete aprobó esta semana.

Desde entonces, la oposición critica lo que considera una estrategia de “censura” del gobierno de coalición, mientras la opinión pública pide aclarar aspectos del plan que, para algunos sectores, es una clara señal de injerencia política en el control de la prensa.

“Asumo mi compromiso de trabajar sin descanso por la regeneración democrática”, prometió Pedro Sánchez cuando anunció que no se iba, para nada, del Palacio de la Moncloa.

Según el gobierno progresista PSOE-Sumar que él lidera, el plan que tiene pensado llevar a la práctica durante los tres años de gestión que tiene por delante apunta a dos objetivos: la transparencia y la rendición de cuentas. Y pone el foco en dos de los principales actores de la sociedad: los medios de comunicación y el sistema político.

“Para que los ciudadanos tengan acceso a una información veraz”, lo presentaron los ministros de Justicia, Félix Bolaños, y de Cultura, Ernest Urtasun,

“Los españoles deben conocer las fuentes de financiación de los medios de comunicación, el nombre de sus accionistas”, reclamaba Sánchez en julio. “Que no haya medios de comunicación que tengan más financiadores públicos que lectores”, insistía.

Para evitarlo, el plan de su gobierno postula que habrá un registro para conocer quiénes son los propietarios de los medios de comunicación y cómo se financian. Y que ese registro estará a cargo de la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC), cuyos integrantes son elegidos por el Parlamento.

Se van a establecer, además, los criterios que definan qué es un medio de comunicación “frente a otras plataformas cuya finalidad no es informar”, subrayó el martes el ministro de Cultura.

El presidente del Gobierno y secretario general del PSOE, Pedro Sánchez. Foto EFE

“La máquina del fango consiste en financiar a pseudo-medios de comunicación para que publiquen ‘bulos’ (mentiras), difamaciones, de las que luego se hacen eco los señores Abascal y Feijóo, y por último esos bulos se convierten en acusaciones falsas”, había estallado Pedro Sánchez cuando el juez Juan Carlos Peinado, de Madrid, admitió como válida, para iniciar una investigación, la denuncia contra Begoña Gómez, esposa del presidente, basada en recortes periodísticos de un diario online.

Sánchez acusó, desde un primer momento, a los líderes del PP, Alberto Núñez Feijóo, y de Vox, Santiago Abascal, de ser los instigadores de las denuncias contra su mujer.

El plan de acción democrática contempla, para estos casos, que el derecho de rectificación se acote a plazos delimitados y a indemnizaciones para que las fake news (noticias falsas) sean desmentidas.

“No se veía una cosa así desde Franco”

Este miércoles, durante la sesión de control al gobierno, Alberto Núñez Feijóo, criticó el plan del gobierno.

“El presidente censura y persigue a quien ose criticarle”, dijo el líder del principal partido de la oposición.

“No se veía una cosa así desde Franco”, agregó Núñez Feijóo.

La pauta

El plan de Sánchez prevé, además, establecer límites a la pauta oficial. “Se utilizarán criterios de transparencia, proporcionalidad y no discriminación en su asignación”, aclararon los ministro que presentaron el programa del gobierno.

A su vez, será obligatorio publicar la inversión publicitaria por parte de todas las administraciones públicas.

También se garantizará que los sistemas de medición de audiencia y la metodología que utilicen cumplan los principios de transparencia, imparcialidad, inclusión, proporcionalidad, no discriminación, comparación y verificación.

Proteger las fuentes de información

Habrá una ley de secreto profesional de los periodistas que será la garantía jurídica para que puedan proteger a sus fuentes de información y se eliminarán los llamados delitos de opinión. Esto va a implicar reformas en el Código Penal, sobre todo en aquellos artículos que afecten al derecho de libertad de expresión y a la creación artística, incluso cuando se refiera a las instituciones del Estado.

Alberto Nuñez Feijóo, líder del Partido Popular. Foto EFEAlberto Nuñez Feijóo, líder del Partido Popular. Foto EFE

Se reformará la ley de secretos oficiales y la que pena a los considerados delitos de injurias a las instituciones del Estado. Hasta ahora, el gobierno no aclaró, sin embargo, si esta medida incluirá o no las injurias a la Corona española.

Sí confirmó que se va a reformar la ley de protección ciudadana, conocida como “ley mordaza”, y que el uso de imágenes de las fuerzas de seguridad del Estado será sancionado.

Aseguró, además, que se tomarán medidas para hacer frente a casos de lawfare, es decir, de instrumentalización política de la justicia.

Los diputados y los senadores que no declaren sus bienes o lo hagan con información falsa serán sancionados. También los partidos políticos deberán informar sobre sus cuentas.

Una vez por año será obligatorio celebrar una sesión parlamentaria sobre el estado de la Nación y los debates electorales serán obligatorios para todos los candidatos.

Las 31 medidas

El plan incluye 31 medidas, muchas de las cuales deberán ser aprobadas por el Congreso, ámbito áspero para el gobierno a la hora de cosechar adhesiones.

El llamado “bloque de la investidura” que apoyó la última reelección de Pedro Sánchez y agrupa a los partidos de izquierda y a las fuerzas independentistas catalanas y vascas, ya dejó de ser un bloque.

El Partido Nacionalista Vasco, por ejemplo, apoyó el reconocimiento del ex candidato opositor al chavismo Edmundo González Urrutia como presidente electo que la semana pasada propuso el PP, una medida que los partidos de la coalición de gobierno, el PSOE y Sumar, rechazaron.

Y esta semana, Junts per Catalunya -la plataforma separatista de derecha del ex presidente catalán Carles Puigdemont-, votó en contra de un proyecto de Sumar para establecer topes al alquiler de temporada.

Aun sin saber cómo reunirá los votos, el gobierno de Sánchez se escuda en que el plan español está inspirado en la normativa que la Comisión Europea aprobó contra la desinformación y que todos los países del espacio Schengen deberán implementar a partir del año que viene.

“¿Por qué votan a favor del plan de acción por la democracia que apoyó la Comisión Europea en 2020-23 y apoyó el Parlamento Europeo en el ’24 y sin embargo en España dicen que no?”, fue la pregunta retórica que el ministro de la presidencia Félix Bolaños le hizo al PP este miércoles en el Congreso.

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