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INTERNACIONAL

Historias norteamericanas: ni recesión, ni inflación, llegó la «vibecession»

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A comienzos de este siglo los italianos estaban convencidos de que la economía nacional se había desmadrado y que la inflación alcanzaba el 18% anual, una altura de síncope en la península y en Europa. El número en verdad era 2%.

¿Qué sucedía para semejante fallido en la percepción general? ¡El espresso de cada mañana! Este símbolo italiano intocable era lo que había aumentado 18%. Para el ciudadano de a pie la realidad nacional estaba metida en ese pocillo.

Quien recordó esta anécdota, Paul Donovan, economista jefe de UBS Global Wealth Management, lo hizo para intentar comprender un extraño fenómeno que sucede en este presente en EE.UU. Una distorsión en la observación como aquella de Italia que tiñe la actual campaña electoral y las próximas presidenciales.

Las encuestas suelen ser más asertivas para describir el humor social que cuando tantean el fallo de las urnas. Sirve entonces un sondeo de la universidad de Michigan que detectó que un alto promedio de republicanos considera que las condiciones económicas de EE.UU. son hoy tan malas como en junio de 1980, cuando la inflación superaba el 14% y el desempleo, el 7%.

La potencia, sin embargo, acaba de experimentar una de las mayores mejoras del costo de vida de la historia. En junio de 2023 la inflación era 9,1% anual. En diciembre pasado caía a 3,4%, camino a la meta de la Reserva Federal del 2%, por lo que es probable que este 31 de enero comience a bajar las tasas.

Crecimiento por encima de lo esperado

Una mejora que Paul Krugman afirma que sucedió sin aumentos importantes del desempleo, clavado en 3,4%. Aún más revelador, EE.UU. cerró el año pasado con un crecimiento anualizado de 2,5% y con un cuarto trimestre que sorprendió al saltar al 3,3%. Wall Street esperaba 2%.

Donald Trump tras ganar en Iowa y New Hampshire. ReutersDonald Trump tras ganar en Iowa y New Hampshire. Reuters

Esos números estridentes no parecen ser escuchados, al menos por ahora. Otro sondeo, este de YouGov’s para The Economist, detectó que se mantiene ese excesivo pesimismo entre los norteamericanos alimentado en datos ficticios. “El 58% piensa que el país tiene un alto desempleo (no es así); el 44% piensa que el país está en recesión (no lo está); y el 40% cree que la inflación será mayor en seis meses (bastante improbable)”, dice la revista británica.

Flota detrás de esta distorsión una memoria que explica en cierta medida el vigor electoral de Donald Trump. Apunta al año 2022, el peor de Joe Biden que se compara con el 2020 durante la gestión del magnate neoyorquino. Krugman explica que “la economía de Biden estuvo en problemas durante gran parte de 2022, con la inflación más alta en 40 años y el temor de una recesión inminente”. Esto último no sucedió y los indicadores se reacomodaron a la baja.

Una paradoja interesante es que en las elecciones de medio término de ese mismo año de las turbulencias los demócratas lograron retener el Senado y perder por mínimos la cámara de Representantes.

La comparación con el 2020 es porque el combustible costaba menos que ahora “pero fue cierto solo dos meses de ese año, meses en los que el desempleo volaba sobre el 13%”, afirma el Nobel de Economía. Y protesta: “¿Cómo se puede afirmar que Trump presidió una gran economía cuando fue el primer presidente desde Herbert Hoover (el republicano que gobernó en plena depresión) en dejar la Casa Blanca con menos estadounidenses empleados que cuando llegó”.

Hubo otras oscuridades. Aquel gobierno del magnate, que busca regresar triunfante a la Casa Blanca, fue quien más norteamericanos dejó sin seguro de salud (de 10,9 a 13,7%). También agigantó el déficit comercial, incluso con China, que creció de modo abismal pese a la guerra de sanciones.

La nómina agrega un aumento de la deuda de 76% a 105% contra el PBI; un alza comprobable de la desigualdad según el índice Gini, y el impacto de una polémica baja en 2017 de los impuestos a los más ricos y a las empresas, de 35% a 21%. Medidas que alentaron el crecimiento pero potenciaron aquella deuda y un alza de 26% del déficit fiscal.

Pero si esos son los argumentos de los críticos de Trump, lo cierto es que la mayoría de los norteamericanos perciben con honestidad que la economía no está bien y que la inflación es el principal problema del país. El Pew Research Center nota un derrumbe de la confianza del consumidor en torno al 71% de los consultados.

Pesimismo en pelea con los números

El 81%, incluso, denuncia condiciones de pobreza o de mucha pobreza y una brecha entre ricos y pobres en disparada, agigantándose hacia 2050. Otra vez la realidad discute esos datos. La renta media de los hogares norteamericanos ha pasado de un mínimo de 65.100 dólares anuales durante la pandemia a 74.600 dólares. Asimismo, en los últimos dos años la mitad inferior de la población incrementó sus ingresos 4,5% contra una tasa media para todo el país de 1,2%.

Joe Biden, en campaña ya definió que su rival será Donald Trump AFPJoe Biden, en campaña ya definió que su rival será Donald Trump AFP

La economista e influencer Kyla Scanlon acuñó un término, vibecession, para llamar de algún modo a este fenómeno que no es ni inflación ni depresión. Los analistas lo definen como “pesimismo generalizado sobre la economía independiente de la economía en sí”. Y advierten que el escenario actual es de una gran vibecession, en español se mal traduciría como vibracesión.

No todo es imaginación o producto del catastrofismo que emiten las redes sociales. Cuando los norteamericanos van al supermercado perciben que el dinero no alcanza como antes aunque el diferencial sea poco significativo.

Donovan, el economista que citamos al comienzo, señala que “los precios de los alimentos siguen aumentando. Aunque en el supermercado se gasta menos de una décima parte del presupuesto de un hogar promedio, los precios pagados allí dominan la percepción de inflación del consumidor. El resultado es, otra vez, que los consumidores perciben la inflación como más alta de lo que realmente es”.

Además, si bien hay una explosión de ocupación, algunos empleos nuevos tras la pandemia son de una calidad y renta inferiores, de modo que hay quienes se ven obligados a conseguir dos o tres ocupaciones para sostener a sus familias. Esa distorsión explicaría la montaña de deuda que acumulan los consumidores.

Es la primera vez que las obligaciones en tarjetas de crédito superan el billón de dólares, rojos fuera de los otros gastos de las familias, hipotecarios, de créditos por automóviles o de estudios. Rubros que reciben un impacto al alza por la subida de las tasas, que ha sido el instrumento para enfriar la economía y bajar la inflación.

¿Este territorio de espejismos pero también de certezas interviene en la decisión política? Es inevitable, aunque ocurre con aristas muy especiales como es todo el fenómeno. Después de la doble victoria de Trump en Iowa y New Hampshire este mes y la algarabía de los observadores y periodistas que anunciaron una locomotora imparable, el analista David French se diferencia en The New york Times advirtiendo que esos comicios desnudaron una grieta sustantiva entre los republicanos.

“Trump solo ha obtenido el 51% de los votos en Iowa y el 54% en New Hampshire. Es una cifra lo suficientemente grande como para demostrar que tiene un fuerte control sobre el Partido Republicano, pero también lo suficientemente pequeña como para exponer un descontento republicano significativo”, escribe.

Ese votante probablemente ve la economía tal como es, sin fantasmas, pero no quiere a Biden y tampoco al también senil Trump y posiblemente, junto a los números de 2020, recuerde el pésimo manejo que ejerció de la pandemia y sus extraordinarias limitaciones en el principal sillón del planeta. Para tener en cuenta.

© Copyright Clarin 2024.



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Mujeres suicidas: El arma oculta de un grupo terrorista

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Una mujer sostenía a un bebé mientras detonaba una bomba durante el fin de semana en el norte de Nigeria, matándolos a ambos y al menos a media docena más, dijeron las autoridades locales, poniendo fin abruptamente a una rara pausa en la violencia que ha asolado la región durante más de una década.

A ella se unieron otras dos mujeres suicidas en el estado de Borno, Nigeria, que mataron al menos a 32 personas e hirieron a decenas más en una serie de atentados, según el vicepresidente Kashim Shettima.

Los ataques, dijeron los expertos, demostraron el complejo y mortal papel que pueden desempeñar las mujeres en insurgencias terroristas como Boko Haram.

Los atacantes atacaron tres lugares:

una celebración de boda, un área cercana a un hospital y un funeral para las víctimas del atentado anterior, dijo Barkindo Saidu, director general de la agencia de gestión de emergencias del estado de Borno.

Cadáveres de las víctimas de un ataque en Abuja el 14 de abril de 2014. AFP FOTO

Los ataques tuvieron lugar en la ciudad de Gwoza, una zona anteriormente controlada por Boko Haram durante 15 años.

Aunque ninguna organización se ha atribuido todavía la responsabilidad, los ataques son similares a atentados suicidas anteriores llevados a cabo por Boko Haram, un grupo islamista responsable de decenas de miles de muertes y el desplazamiento de más de 2 millones de personas en la región.

Boko Haram fue noticia en 2014 tras secuestrar a más de 200 colegialas.

Las mujeres son enviadas a la muerte porque “se mimetizan”.

Los grupos armados suelen utilizar a mujeres como atacantes suicidas porque las consideran menos valiosas para la organización y más ventajosas tácticamente, dijeron los expertos.

Ideales

Víctimas heridas de un atentado suicida reciben tratamiento en un hospital de Maiduguri, Nigeria, el domingo. Foto Joshua Omiri/Associated PressVíctimas heridas de un atentado suicida reciben tratamiento en un hospital de Maiduguri, Nigeria, el domingo. Foto Joshua Omiri/Associated Press

«Las mujeres despiertan menos sospechas y son capaces de penetrar objetivos más profundamente», dijo Mia Bloom, profesora de comunicación en la Universidad Estatal de Georgia y experta en mujeres terroristas suicidas.

Bloom dijo que los grupos terroristas a menudo utilizan a mujeres cuando atacan a civiles o infraestructura cívica porque “se mezclan” y es menos probable que sean percibidas como amenazas.

Algunos grupos también ven a las mujeres como más fáciles de manipular, dijo Bloom, quien ha entrevistado a muchos sobrevivientes de Boko Haram.

Muchas de las mujeres que Boko Haram ha convertido en terroristas suicidas, afirmó, probablemente hayan sido agredidas sexualmente y estén traumatizadas.

Una niña de una escuela de Chibok con su hijo, liberada hace algunos años por soldados nigerianos, es fotografiada en una casa del consejo del gobierno nigeriano local en Maiduguri, Nigeria.  (Foto AP/Jossy Ola, Archivo)Una niña de una escuela de Chibok con su hijo, liberada hace algunos años por soldados nigerianos, es fotografiada en una casa del consejo del gobierno nigeriano local en Maiduguri, Nigeria. (Foto AP/Jossy Ola, Archivo)

Algunas mujeres pueden estar realmente radicalizadas, dijo, pero otras creen que «tienen más posibilidades de sobrevivir siendo bombarderas que casarse con un combatiente de Boko».

El grupo utilizó mujeres atacantes suicidas más de la mitad del tiempo.

Organizaciones terroristas como Boko Haram, Al Shabab y los talibanes han utilizado mujeres como terroristas suicidas, pero Boko Haram las ha utilizado con más frecuencia que otros grupos.

El grupo tiene un historial de secuestro y retención de niñas como rehenes antes de obligarlas a colocarse explosivos y enviarlas a misiones suicidas.

Boko Haram utilizó a niñas con tanta frecuencia en algunas zonas que el gobierno nigeriano lanzó una campaña antiterrorista con imágenes de niños pequeños con detonadores.

Una investigación realizada por el Centro de Lucha contra el Terrorismo en West Point encontró que el grupo utilizó mujeres como atacantes en más de la mitad de sus operaciones, incluidas misiones suicidas desde abril de 2011 hasta junio de 2017.

Muchas de las atacantes eran niñas.

Estilos terroristas

El ex líder de Boko Haram, Abubakar Shekau, asesinado en 2021, era conocido por enviar a niñas y mujeres a misiones suicidas, a menudo en contra de su voluntad.

Cameron Hudson, miembro principal del programa de África del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales, una organización de investigación con sede en Washington, calificó el uso de mujeres por parte de Boko Haram como una «característica» de su militancia que no se ve típicamente en los grupos de africanos occidentales de Malí y Níger, donde las mujeres no suelen ocupar puestos operativos.

Incluso si Boko Haram no se atribuye la responsabilidad del ataque, dijo Hudson, la participación de las mujeres muestra que el terrorismo en la región no está simplemente influyendo en los jóvenes descontentos.

«Comunidades enteras han sido cooptadas en esto», dijo.

«Estamos viendo una insurgencia comunitaria de base amplia».

La región está plagada de violencia.

Durante la última década, el Sahel, una vasta región semiárida que se extiende a lo largo de África occidental y central, ha dado origen a una serie de organizaciones islamistas empeñadas en la insurgencia.

Además de Boko Haram, la Provincia de África Occidental del grupo Estado Islámico también opera en la región.

El estado nigeriano de Borno, que limita con los países vecinos de Chad, Camerún y Níger, ha estado plagado durante mucho tiempo de violencia terrorista, primero a manos de Boko Haram y luego de grupos rivales y disidentes que luchan por el control del territorio.

Los combatientes de Boko Haram tomaron Gwoza en 2014 y Shekau, el líder del grupo en ese momento, declaró un califato antes de que el ejército nigeriano expulsara al grupo en 2015.

Los gobiernos civiles de toda la región, incluido el vecino Níger, han experimentado varios golpes militares en los últimos años.

Pero tanto los civiles como los regímenes militares han tenido dificultades para hacer frente a las amenazas que plantean las insurgencias islamistas.

La degradación ambiental, las privaciones económicas y los Estados extremadamente débiles han convergido para crear patrones de libre circulación a través de las fronteras nacionales, dijeron los expertos, incluida la de los militantes islamistas.

«Incluso si un país fuera capaz de lograr avances, es poco probable que afecte a la amplia franja de esta región», dijo Hudson.

«Lo que estamos viendo aquí es quizás el comienzo de un resurgimiento».

c.2024 The New York Times Company

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