El mundo político italiano vive un agitado momento de tensiones políticas, a partir de la lucha por los cargos en los “ministerios” en la Unión Europea, tras el choque de la primera ministra Giorgia Meloni con le líder de la comisión de gobierno europea, Ursula von der Layen, que decidió no votar su reelección, que se refleja ahora en el reparto de poder en los cargos tras las elecciones.

La situación es aún más complicada porque los tres partidos de la coalición de gobierno de las derechas en Italia responden a distintos grupos de la “destra”. Y uno de ellos, Forza Italia, es miembro de la coalición ganadora conservadora-liberal- socialista que derrotó a la creciente presión de los grupos de ultraderecha en varios países.

El canciller italiano Antonio Tajani, líder del partido que fundó el fallecido Silvio Berlusconi, recordó que Forza Italia es un grupo del Partido Popular Europeo, ganador de las elecciones de la Unión Europea, que aliado a los socialistas, liberales y ahora también a los verdes, ha gobernado los destinos de la Unión Europea desde que nació, en 1957.

Mientras en Bruselas y Estrasburgo, sede del Parlamento Europeo, prosiguen los forcejeos y negociaciones para poner de pie un nuevo gobierno de la Unión de 27 países, en Roma se acumulan otros pleitos que debilitan al gobierno de Giorgia Meloni, que defiende un primado del 30% de votos. Pero padece ahora el asedio de sus propios socios: Forza Italia de centro derecha con el 8,3% y la Liga liderada por el populista de ultraderecha Matteo Salvini, con el 8,5%. Salvini, además, se trasladó al nuevo grupo de los Patriotas, mucho más agresivamente de derecha.

A las tensiones del momento se agregó un imprevisto escándalo por la paliza propinada por cuatro militantes de extrema derecha, todos identificados, al periodista Andrea Joly del diario La Stampa en una calle de Turín, frente a un centro de la organización neofascista “Casa Pound”, que celebraba una fiesta.

Casa Pound es considerada una de las más duras organizaciones de la ultraderecha de la llamada Italia Negra. El periodista había comenzado a registrar la celebración cuando fue agredido por los cuatro militantes de Casa Pound. Los vecinos tomaron el partido del atacado gritándoles a los extremistas que no le pegaran más y advirtiéndoles que habían llamado a la policìa.

El caso hizo estallar las críticas de los partidos opositores al gobierno de la ultraderechista Giorgia Meloni, quién condenó el episodio pero sin responder a los pedidos de ilegalizar a los grupos violentos de extrema derecha.

El caso reabrió viejas heridas políticas. El presidente del Senado, Ignazio La Russa, uno de los personajes de la extrema derecha italiana, que ocupa el segundo cargo del Estado y es miembro del partido de Meloni, condenó también la agresión al periodista de La Stampa. Pero dijo “que a él va mi solidaridad, aunque no se declaró periodista cuando fue agredido”.

Estas palabras desataron más polémicas. El presidente del Senado dijo que “no toca a mi decidir sancionar a Casa Pound. Hay una ley y una vía legal a recorrer”.

Otro escandalo fue contenido, mientras crecía, por el partido ultraderechista de la Liga, cuyo líder Matteo Salvini es viceprimer ministro y aliado de la premier Meloni. Se trata de un polémico decreto que quería prohibir el género femenino en en los cargos del Estado y títulos profesionales como por ejemplo “abogada”.

Salvini decidió retirar el decreto del senador de su partido Manfredi Potenti, que contemplaba multar hasta con cinco mil euros a quien usara el género femenino “para los neologismos aplicados a títulos institucionales del Estado, grados militares, títulos profesionales, honores y cargos identificados por actos con fuerza de ley”.

Considerado un extravagante ataque antifeminista, el senador Potenti afirmó que era necesario “preservar la lengua italiana y evitar la modificación de los titular públicos como alcalde, prefecto, comisario, abogado».

El líder de la Liga Salvini y dirigentes de su partido percibieron que el proyecto de decreto daba comienzo a una batalla política de primera. La senadora del Movimiento 5 Estrellas Sabrina Licheri, que preside la Comisión Parlamentaria Antidiscriminación, dijo que el decreto “raya en la locura”.

“Nunca se había llegado tan lejos, sobre todo implicando a las estructuras del Estado, que en el artículo 3 de nuestra Constitución no hace distinciones por género”, destacó Licheri.

El progresista Partido Democrático, el principal de la oposición, señaló que la iniciativa “no puede ser subestimada, porque revela que esta derecha cree en el modelo patriarcal de sociedad y es a partir del lenguaje que comienza el cambio”, afirmó la senadora Valeria Valente.

El líder de la extrema derecha populista, el viceprimer ministro Matteo Salvini, dijo al retirar el decreto que era “inoportuno”. Los opositores afirmaron que “la igualdad de genero debería estar en el centro de las políticas públicas”.