Era alrededor de la 1 de la madrugada cuando 17 agentes de contrainteligencia militar llamaron a la puerta de la residencia de una familia y entraron. Los agentes apuntaron con rifles a una mujer de 40 años y a su hijo de 5 años. Inmovilizaron a su hijo de 15 años contra la pared, lo esposaron y comenzaron a abofetearlo hasta que reveló el nombre de un amigo. Y lo arrastraron hacia una camioneta. Más tarde, el adolescente le contó a su madre que los soldados lo golpearon, le patearon la cabeza y le dieron patadas en el cuerpo. Le dijo que lo golpearon en el pecho, las costillas y los brazos.

Madre e hijo confirmaron el episodio en declaraciones a The Washington Post bajo condición de anonimato porque el adolescente había recibido amenazas de muerte.

La mujer y su hijo de 5 años pasaron la noche en la cárcel, pero el joven de 15 años fue encarcelado durante 20 días. Y le impidieron recibir visitas familiares durante una semana.

Este adolescente es uno de los al menos 120 menores que han sido detenidos por las fuerzas de seguridad de Nicolás Maduro desde que el autócrata se proclamó reelegido el mes pasado, según varias organizaciones de derechos humanos.

Entre las más de 1.600 personas arrestadas (capturadas en o cerca de protestas o sacadas de sus hogares en medio de la noche) hay menores de edad, en muchos casos sin orden judicial. Sus abogados también han sido atacados.

“Las fuerzas de seguridad están deteniendo personas a un ritmo que nunca hemos visto en la historia reciente de Venezuela, ni siquiera durante las brutales represiones de 2014 y 2017”, dijo Juanita Goebertus, directora para las Américas de la ONG Human Rights Watch. “No se trata sólo de represión contra los manifestantes. Hay una caza de brujas total contra cualquiera que se atreva a criticar al gobierno”.

La oposición venezolana, el gobierno de Joe Biden y líderes latinoamericanos y occidentales acusan a Maduro de fraude electoral. Un análisis del Post de los registros electorales impresos por máquinas de votación recopiladas por observadores electorales de la oposición indica que su principal rival, Edmundo González, recibió más del doble de votos en las elecciones del 28 de julio.

Todos los menores, afirman abogados de derechos humanos, fueron acusados ​​de terrorismo. Más de 100 permanecen bajo custodia.

El Post entrevistó a cinco familias que dicen que sus hijos adolescentes fueron arrestados. El Post no pudo verificar de forma independiente sus afirmaciones.

Todos fueron llevados a centros de detención de menores bajo estricto control militar, afirman los querellantes. Algunos se vieron obligados a saludar una foto de Maduro y decir la expresión “Chávez vive”, en honor a Hugo Chávez, el fallecido fundador del Estado socialista de Venezuela.

Todos los adolescentes contaron a sus familiares que habían sufrido agresiones físicas. Cuando se portaban mal, dijeron, se les restringían las visitas y las comidas.

Todas las familias, localizadas por el Post a través de organizaciones de derechos humanos y cobertura de prensa, hablaron con este periodista bajo condición de anonimato debido a preocupaciones por su seguridad.

El día después de que el consejo electoral, controlado por el presidente, declarara la victoria de Maduro, Venezuela estalló en protestas. Maduro, que había amenazado al país con un “baño de sangre” si no ganaba, respondió arrestando a opositores y a cualquier persona sospechosa de participar en las protestas. Al menos dos docenas de venezolanos fueron asesinados a tiros; uno de ellos tenía 15 años.

Venezuela ha experimentado oleadas de disturbios y detenciones masivas en el pasado; Maduro ya estaba siendo investigado por la Corte Penal Internacional por presuntas ejecuciones extrajudiciales y torturas de opositores políticos. Pero grupos de derechos humanos afirman que la campaña actual es la que registra más presos políticos.

El número de menores detenidos superó incluso el de las campañas represivas más notorias de la región. La dictadura argentina de los años 70 y 80 arrestó a 151 en siete años. El régimen del dictador chileno Augusto Pinochet arrestó a 956 menores entre 1974 y 1990, o alrededor de 56 por año.

Maduro arrestó al menos a 120 adolescentes en menos de un mes. La mayoría proviene de barrios de clase trabajadora, bastiones históricos de apoyo a Chávez y Maduro que parecen haberse unido a la oposición el mes pasado. A ninguno se le concedió acceso a un abogado privado, dice el grupo de asistencia jurídica gratuita Foro Penal. Muchos permanecieron detenidos durante al menos una semana antes de que se les permitiera ponerse en contacto con sus familias.

“Antes al menos teníamos acceso a los presos y estábamos presentes si había denuncias de tortura”, dijo el presidente del Foro Penal, Alfredo Romero. «Todo el mundo tiene miedo de hablar».

Después de que se llevaron al joven de 15 años, su madre y su hermano menor fueron llevados a una casa de propiedad del gobierno en Barinas, un estado ganadero en el noroeste del país, dijo.

Hombres enmascarados y armados también amenazaron con quitarle a su hijo de 5 años si denunciaba el caso. “Nunca lo volverás a ver”, dijeron, según la mujer

Dijo que fue interrogada durante cinco horas antes de ser liberada. Pero su hijo de 15 años fue detenido y acusado de terrorismo sin la presencia de un abogado privado.

El padre del adolescente, que emigró a Estados Unidos desde Venezuela y vive en Nevada, dijo que su hijo pudo haber sido atacado porque publicó una selfie sosteniendo una pistola de juguete y usando los lentes de motocicleta de su padre y un paño que le cubría parte de la cara. Estaba jugando al vaquero con un amigo, dijo su padre.

El adolescente nunca había estado siquiera cerca de ninguna protesta, dijo su padre. Es demasiado joven – “su voz ni siquiera ha cambiado todavía” – y su familia ya ha sufrido la represión del gobierno: en 2017, su primogénito fue asesinado a tiros en una manifestación; y otro hijo resultó herido.

El menor fue presentado de forma remota ante un juez en Caracas y acusado de terrorismo, dijo al Post. El adolescente fue presionado para grabar un vídeo admitiendo haber protestado. “Me negué”, dijo, “y me golpearon más fuerte”.

Declaró que, durante su detención, lo mantuvieron en una habitación calurosa y abarrotada, con un solo retrete. “Todos mis amigos se enfermaron por la comida. Pasaron la noche vomitando”, dijo. «Los guardias de seguridad repetían que no había médicos ni medicinas».