Ucrania tiene miedo. Miedo a que el 5 de noviembre Donald Trump gane las elecciones estadounidenses y pueda apoyarse sólo en unos europeos que, sin Estados Unidos, tendrán mucho más difícil sostener militarmente a los ucranianos. Pero Ucrania no quiere ceder ni un kilómetro cuadrado de su país al invasor ruso. La solución del presidente Volodimir Zelenski, de visita este jueves en Bruselas, es un “plan para la victoria”, con algunos aspectos secretos, que se basa en reforzar todo lo posible la situación de sus tropas sobre el terreno para sentarse en posición de fuerza en una eventual negociación.

Mientras los pilotos del avión de Zelenski comían en la cantina del edificio del Consejo Europeo entre centenares de periodistas asombrados, el hombre fuerte de Kiev presentaba su plan a los 27 líderes europeos, entre ellos algunos que preferirían una victoria rusa, como el húngaro Viktor Orban. Tras la reunión y ante la prensa, Zelensky dijo que su plan consiste en “reforzar a Ucrania, ser fuertes y estar preparados para la hora de la diplomacia”. El ucraniano ha pasado con su plan bajo el brazo por Washington, Londres, París, Roma y la sede de la OTAN. El miércoles contó las grandes líneas del mismo ante el pleno del Parlamento ucraniano.

Los aspectos que se conocen chocan con algunas de las ideas que manejan los europeos. Zelenski quiere pedir ya la adhesión de su país a la OTAN, algo que nadie ve aceptable mientras esté en guerra porque conllevaría automáticamente meter a todo el bloque, 32 países, en guerra con Rusia.

El secretario general de la OTAN, el recién estrenado en el cargo Mark Rutte, le dijo a primera hora del jueves que el camino de Ucrania hacia la membresía en la OTAN es “irreversible”, pero que el país debe tener “paciencia”. Rutte, que no tiene más poder que el de ser portavoz de Washington y las demás capitales de la Alianza Atlántica, le dijo a Zelensky ante la prensa que “Ucrania será miembro de la OTAN, la pregunta es saber cuándo y yo no puedo responderla”.

Rutte también dijo que el plan de Zelenski era una buena base pero que él no podía apoyarlo completamente. El primer ministro belga, Alexander de Croo, había dicho el miércoles que era un plan como otros y que había que seguir trabajando en otros planes. Pero no todos lo ven así. Los países fronterizos con Rusia y Ucrania temen que Kiev caiga porque temen ser el siguiente objetivo. El ministro de Defensa estonio, Hanno Pevkur, dijo esta mañana en la OTAN que la que libra Ucrania es “una guerra existencial para Europa y espero que los Estados miembros van a seguir apoyándola”.

Kiev va perdiendo terreno poco a poco en el sureste del país, donde los rusos están recuperando lo perdido en los últimos meses, mientras la ofensiva de Ucrania en la región rusa de Kursk se va desinflando. Zelenski lleva meses pidiendo misiles de medio y largo alcance para atacar las bases aéreas rusas y sus centros neurálgicos de distribución de energía, grandes ejes de transporte de tropas y otras infraestructuras críticas en suelo ruso. Los europeos -y los estadounidenses- no llegan a un acuerdo porque muchos países temen que Ucrania termine atacando directamente Moscú, devolviendo los ataques de Rusia sobre zonas civiles de Kiev.

Además, Zelenski denuncia en Bruselas que Corea del Norte ya tiene oficiales en el territorio ucraniano ocupado por Rusia y que prepara el envío de 10.000 soldados de fuerzas terrestres para reforzar a los rusos.

Sobre el terreno no hay piedad. Un informe del canciller europeo, el hispano-argentino Josep Borrell, basado en datos de varios servicios secretos europeos, asegura que “las ejecuciones de prisioneros de guerra ucranianos a manos de Rusia se multiplican”. Cada vez llegan más imágenes de ejecuciones de prisioneros maniatados. Ucrania asegura tener pruebas de ejecuciones a tiros, pero también de soldados presos que han sido asesinados a palos, decapitados y hasta empalados.