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Eduardo Sacheri: “Me molesta cuando todos van para el mismo lado”

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Eduardo Sacheri presentó su novela sobre Malvinas en la Feria del Libro. (Penguin Random House)

“Durante casi tres meses no hablamos de otra cosa y después del 14 de junio de 1982 hablamos de todo menos eso”, va a decir Eduardo Sacheri, en la Feria del Libro, apenas empiece la charla con Jorge Fernández Díaz. “Eso” de lo que primero habló y después no habló es -la fecha lo dice- la Guerra de Malvinas. Y la entrevista arranca por ahí porque de eso se trata Demasiado lejos, la última novela de Sacheri. Pero también, como dijo Fernández Díaz, en la presentación, porque esa “es la guerra de mi generación”.

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Demasiado lejos

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Por Eduardo Sacheri

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Sala grande, sillas llenas, público que asiente, aplaude, y se ve que conoce los libros de Sacheri. Conoce este, en el que el autor de La pregunta de sus ojos -luego, El secreto de sus ojos– hablará de ese tiempo pero no desde el frente de batalla, sino desde la vida cotidiana de quienes se quedaron en Buenos Aires -“demasiado lejos”- a merced de la propaganda, sumidos en la incertidumbre. O, como dirá el autor, “en un cumpleaños”, en otra cosa.

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Pronto sabremos, sin embargo, que esta es sólo la primera parte de esa novela, aunque el autor no lo planificó así. Iba a ser un solo libro, que transcurriera alternativamente en el continente y en la islas pero, mientras lo escribía, a Sacheri la estructura no le cerró y por eso decidió hacer uno que narra lo que pasó en Buenos Aires y el siguiente, que saldrá en noviembre, con la gesta en las islas. Qué quedará de nosotros, se titula.

Pero falta para que los dos escritores hablen de eso. Antes Fernández Díaz preguntará por qué tantas novelas de Sacheri -que también es profesor de Historia- tienen que ver con hechos históricos y Sacheri responderá con una simpleza demoledora: “Me interesa la realidad que me circunda”.

Eduardo Sacheri dialoga con Jorge
Eduardo Sacheri dialoga con Jorge Fernández Díaz. (Penguin Random House)

Pero hay más y hacia ahí va. Le interesa la realidad y, además, “cuando hay un silencio demasiado blindado, me molesta”. Porque -ahora lo dice- “me molesta cuando todos van para el mismo ”. Entonces: “me da la sensación de que escribir una novela es una manera de tocarle el hombro al lector y decirle ‘pensá un poco más en esto. Yo no sé para dónde tenés que pensar, pero pensalo un poco más’”. La realidad es compleja , nuestras vidas son complejas. Eso es lo que Sacheri sale a buscar.

¿Malvinas es un tema silenciado? “No hay un silencio sobre Malvinas como intención, pero la guerra es otra cosa”, dice. Dice que de la guerra hablamos poco. Que después de esos tres meses, callamos. “En ese silencio, me parece que hay una culpa, una vergüenza, una sensación de humillación, una sensación de que nos equivocamos feo y no lo vimos”. Entonces, aporta Fernández Díaz, “el segundo libro va a entrar en la épica que nadie quiere ver como épica”.

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Sacheri tenía 14 años aquel famoso 2 de abril, se acuerda bien de la guerra. Pero, le dice a Fernández Díaz, “la memoria no es la Historia”. Tuvo que leer, pensar todo de nuevo, estudiar.

-La causa era buena, los jefes eran malos los héroes eran invisibles- propone Fernández Díaz.

-A mí me interesa la gente común- responde Sacheri.

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La gente común, nosotros, a quienes quizás la guerra no nos tocó o quizás tuvimos un hermano que justo era del 62 y lo volvieron a llamar al regimiento aunque ya había terminado el Servicio Militar y fue a parar a las islas y entonces vivimos con el corazón en la boca y pendientes de las noticias.

“Personitas”, dice Sacheri, que le interesa contar lo que nos pasa a las personitas. “Los otros también son personitas pero como están dentro de personajes tan célebres y tan grandes, no la ves a la personita. En cambio, en la gente de a pie, si la ves.”

Lo que le interesaba de Malvinas, lo dice claro, “era la guerra”. Más específicamente: “una sociedad en guerra, no Galtieri en guerra. No Costa Méndez en guerra. No Margaret Thatcher en guerra, sino una chica que labura en Cancillería, que sabe de diplomacia y que sabe en la que se están metiendo pero es tercera secretaria. O sea, su poder de decisión es nulo”.

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Sacheri, que viene escribiendo también libros de Historia, dice esto desde una convicción teórica: “Para mí, la Historia también es la de los ciudadano de a pie. La Historia nos sucede a nosotros. Todos los que tenemos arriba de 55 años, sabemos dónde estábamos el 2 de abril de 1982, haciendo qué. Y cómo nos enteramos de que Argentina había desembarcado en las Malvinas.”

Le pasó algo a Sacheri con Demasiado lejos. Él que, lo cuenta, suele planificar las novelas como un arquitecto planifica una casa, aquí se quedó varado cuando los soldados tienen que ir a las islas.

“En el capítulo 31 están los cuatro tipos en el bar hablando de si la Thatcher manda o no manda la flota. En el capítulo siguiente están el Conejo y el Negro Antonio, que son dos de los colimbas, cavando el pozo de zorro en la ladera del monte Harriet. Y en el capítulo siguiente estamos de nuevo en Buenos Aires, con el mozo sirviéndole un café a Galtieri. Sentía que a mí me costaba meterlo en el mismo libro y que a vos te iba a costar leerlo en el mismo libro, porque eran dos mundos distintos, porque los que están en Buenos Aires están demasiado lejos. Entonces dije: ‘No, esperá‘. Y seguí escribiendo la de Buenos Aires. Terminé y volví al 10 de abril, cuando los pibes se subían en un avión en El Palomar y bajaban en las Malvinas. Y ahí escribí la otra.”

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"Demasiado lejos", Malvinas... y lo
«Demasiado lejos», Malvinas… y lo que pasaba en Buenos Aires.

Fernández Díaz, en entrevistador experimentado, quiso saber si escribir la novela le había hecho revisar “lugares comunes”. Claro que sí, claro que sí. Para empezar, que se rindieron “a los primeros dos tiros”.

Sacheri encontró diferencias: “En algunos lugares, los soldados se rinden y tiene toda la lógica del mundo. Y hay lugares donde no se rinden. Lugares donde pelean cuatro horas, cinco, seis horas. Y cuando empezás a indagar, son lugares donde los oficiales los trataban bien. Donde practicaron tiro durante esas semanas. Donde generaron un espíritu diferente entre ellos. Es una experiencia absolutamente humana. Yo no soy nadie para decir si estuvo bien o estuvo mal. Porque, ojo, así como le digo esto, les digo que donde pelearon más fue donde más muertos hubo”.

Eso, claro, plantea preguntas éticas. ¿Pelear y morir? “Es una pregunta interesantísima para formularse en cualquier situación”, dice Sacheri. “¿Para qué vivimos? ¿Para qué nos sacrificamos? ¿Por quién nos sacrificamos? Eso es un tema épico en el fondo, pero yo lo escribo desde la tranquilidad de 2024 y desde el calor de mi casita».

En el camino de contar una guerra, y una guerra dirigida por los mismos militares que sostenían una dictadura asesina, Sacheri encontró matices, contradicciones. “Nosotros podríamos escribir una literatura de buenos, buenos, buenos y malos, malos, malos, de puros, puros, puros e impuros, impuros e impuros, enormemente tranquilizadora. Y nos putearían bastante menos”, le dice a Fernández Díaz. “Pero no tiene sentido”.

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Queda mucho por hablar esta noche en la Feria del Libro de Buenos Aires. Fernández Díaz le preguntará por sus hábitos de escritura y este hombre que se define como aburrido y metódico dirá que sí o sí corta a las 8 de la noche porque su mujer termina de trabajar y que “si algo hice bien, cuando mis chicos eran chicos fue nunca quedarme escribiendo si los tenía que llevar a algún lado”. Porque “¿Lo iba a llevar a Fran a fútbol? Es la hora de fútbol, listo, me voy. ¿La voy a llevar a Clarita a inglés? Listo. Si está bueno lo que estoy haciendo, después me lo voy a acordar».

"El secreto de sus ojos",
«El secreto de sus ojos», sobre una novela de Eduardo Sacheri.

También contó que el mundo del cine -Sacheri es guionista- le impuso la humildad: es trabajo en equipo y a veces sus ideas no se imponen ni aunque se trate de una novela de él.

“Al día de hoy hay una escena de El secreto de sus ojos que a mí no me gusta. Y a la película le fue genial, ganamos un Oscar. Pero si estamos con mi mujer viéndola en la tele, en casa, llega esa escena y la cambio. Y hay una escena que realmente no me la banco y no me la banco. Y en esa escena, Soledad Villamil dice: ‘Pánfilo’. Se lo dice a Darín. Entonces, cada vez que discutimos con (Juan José) Campanella, 15 años después, le digo ‘Dale, vamos a hacer así, Pánfilo’“.

A esta altura, el público está entregado y la charla se relajó. podría seguir y seguir pero Fernández Díaz le pregunta por escritores y Sacheri nombra a Sabato y el autor de El puñal vuelve a preguntar: ¿lo defiende aunque hoy es “vilipendiado”. Sí, por favor. Sacheri no duda: “Me parece que vivimos en una sociedad enferma de literalidad, no de literatura. Y parte de esta literalidad es pretender de los creadores que sean santos”.

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Crisis en Cuba: la cosecha de azúcar no alcanzó las 150.000 toneladas y se convirtió en la peor en más de un siglo

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Crisis en Cuba: la cosecha de azúcar no alcanzó las 150.000 toneladas y se convirtió en la peor en más de un siglo (REUTERS)

La zafra (cosecha) de 2024/2025 en Cuba no superó las 150.000 toneladas de azúcar, lo que supone el peor resultado en más de un siglo y menos de la mitad de lo obtenido el año pasado, según cálculos de EFE basados en fuentes oficiales.

La cifra es aún peor que las estimaciones independientes publicadas hasta la fecha y apenas algo más de la mitad del modesto plan estatal para esta temporada de producción de azúcar, un producto que durante décadas fue pilar fundamental de la economía cubana, primera exportación nacional y fuente de orgullo.

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De “desastre” califica estos datos un antiguo responsable del ahora extinto Ministerio de la Industria Azucarera (Minaz) de Cuba, que pide mantener el anonimato.

Este volumen, advierten los expertos, resulta insuficiente para las necesidades internas del país, pone en aprietos a la industria del ron cubano (que tiene el azúcar nacional como ingrediente imprescindible) e impide de nuevo que La Habana cumpla su acuerdo de suministro preferente con China.

El cálculo se ha elaborado a partir de una treintena de reportes parciales de medios oficiales nacionales y regionales, y ante la falta de información comprensiva por parte de instituciones y medios oficiales. EFE solicitó una entrevista con la azucarera estatal Azcuba, pero no ha obtenido respuesta.

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La suma de los objetivos de los quince centrales azucareros operativos en esta zafra (menos de un 10 % de los que llegaron a funcionar en Cuba) no llega a las 280.0000 toneladas de azúcar, según estas informaciones. Los centrales azucareros son fábricas en las que se procesa la caña de azúcar.

Por el contrario, no se ha informado públicamente del resultado total de la cosecha, pese a su relevancia económica.

Caña de azúcar corta dentro
Caña de azúcar corta dentro de un vagón en la entrada de la planta procesadora (REUTERS/Alexandre Meneghini)

Distintos medios oficiales difundieron por separado las cifras de producción de diez centrales (entre ellos los principales del país, como el Antonio Guiteras de Las Tunas y el Ciro Redondo de Ciego de Ávila) por un total de 95.584 toneladas.

De la cosecha de los otros cinco centrales no se puede encontrar información pública, pero sí de sus objetivos, que sumaban 52.068 toneladas de azúcar.

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Si como publicó Granma -órgano oficial del Partido Comunista de Cuba (PCC, único legal)- tan sólo uno de los 15 centrales operativos -el Melanio Hernández- logró su meta, entonces se puede inferir que la zafra 2024/2025 no superó las 150.000 toneladas.

Algunos centrales han tenido resultados muy pobres. El Dos Ríos de Santiago de Cuba apenas logró 2.700 toneladas, de las 20.811 planificadas (13%); y el Antonio Guiteras sumó 7.200, de las 45.000 previstas (16%).

Según distintas fuentes históricas, Cuba no producía menos de 150.000 toneladas desde el siglo XIX, cuando las guerras de independencia frente a España lastraron la producción del ya entonces cultivo principal de la isla. En 1989, por el contrario, el país alcanzó los ocho millones.

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Cuba llegó a ser el primer exportador mundial de azúcar y contó con más de 160 centrales. A lo largo de los años suscribió acuerdos preferenciales con Estados Unidos (antes de la revolución) y con la URSS.

Tras el derrumbe del sector los expertos señalan, entre otras causas, la obsolescencia de los centrales, la falta de inversiones y recursos materiales (equipos, combustible, etc), los apagones, las adversidades climatológicas, la escasez de personal capacitado y las ineficiencias.

El ex responsable del central destaca a EFE que se está plantando poca caña por hectárea y que parte de la materia prima se pierde por no procesarla rápidamente por los cortes eléctricos, las averías y la falta de combustible.

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Según distintas fuentes históricas, Cuba
Según distintas fuentes históricas, Cuba no producía menos de 150.000 toneladas desde el siglo XIX, cuando las guerras de independencia frente a España lastraron la producción del ya entonces cultivo principal de la isla

Este jubilado, que lloró el día que vio las ruinas en que se ha convertido el central que dirigió, señala que quizá, en las condiciones actuales, sería más barato importar el azúcar que producirlo en Cuba.

La industria azucarera cubana vive un continuado declive desde hace décadas, en parte por el contexto externo (caída del bloque socialista europeo, sanciones estadounidenses, precios en el mercado internacional…), pero también por decisiones propias, entre las que destaca el proceso de reestructuración del sector a principios de siglo.

La del azúcar es otra más de las crisis que padece la isla, en una situación económica y social muy complicada desde 2020. En estos cinco años el producto interno bruto (PIB) de la isla se ha contraído un 11% y las previsiones apuntan a una nueva caída este ejercicio.

(EFE)

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Texas AG investigates Beto O’Rourke PAC over support for quorum-breaking lawmakers

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NEWYou can now listen to Fox News articles!

Texas Attorney General Ken Paxton is looking into two political action committees for allegedly violating the law by assisting Texas state Democrats’ travel out of the state in an effort to avoid a quorum during a redistricting standoff.

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The groups are the Powered by People PAC, led by former Rep. Beto O’Rourke, and the Texas Majority PAC, led by members of his former staff. 

«Any Democrat coward breaking the law by taking a Beto Bribe will be held accountable,» Paxton said in a news release on Wednesday.

O’Rourke unsuccessfully sought the Democratic presidential nomination in 2020, lost to Sen. Ted Cruz in a closely-watched 2018 contest, and lost to Gov. Greg Abbott in 2022. Still, he remains a prominent voice in the state’s political scene.

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GEORGE SOROS, BETO O’ROURKE BEHIND FUNDING FOR DEMS FLEEING TEXAS OVER GOP CONGRESSIONAL MAP

A side-by-side of George Soros and Beto O’Rourke. Soros is a major backer of the Texas Majority PAC, and O’Rourke is the leader of the Powered by People PAC, which is helping Democrats in the state amid a redistricting battle. (Getty Images)

«Texas cannot be bought. I look forward to thoroughly reviewing all of the documents and communications obtained throughout this investigation. These jet-setting runaways have already lost public trust by abandoning our state, and Texans deserve to know if they received illegal bribes to do it,» Paxton continued.

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Public records indicated that the Powered by People PAC does get a significant number of smaller donations through individuals by platforms like ActBlue, but it’s also received over hundreds of thousands from the progressive consulting firm Middle Seat, and $100,000 from Simone Coxe, a nonprofit leader who was a major funder of O’Rourke’s gubernatorial bid, according to the Texas Tribune. In addition, FEC records show that the Harris Victory Fund gave over $114,000 in January 2024 and $60,000 in December 2023. 

In 2024, it also received just over $5,000 from Luci Baines Johnson, the former first daughter of President Lyndon Johnson. 

AWOL DEMS’ FLIGHT FROM TEXAS MAY HAVE BEEN FUNDED ILLEGALLY BY BETO O’ROURKE NONPROFIT

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Beto O'Rourke campaigns for Texas governor

Texas Democratic gubernatorial candidate Beto O’Rourke speaks at a primary election gathering in Fort Worth, Texas, Tuesday, March 1, 2022. (AP Photo/LM Otero)

According to the Texas Tribune, the PAC has acknowledged assisting lawmakers with travel outside of the state, including helping to cover $500 daily fines. 

«100% of your donation will go to supporting Texas Democrats in their fight against Trump’s power grab,» the website stated, Fox News Digital previously reported.

The group reports over $3.5 million in cash on hand as of June 30, according to Federal Election Commission records.

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BETO O’ROURKE ASKED POINT BLANK WHY HE’S HELPING DEMS FLEE TEXAS RATHER THAN HELPING TEXANS

Texas Democrats speak in Illinois

Texas Democrats stood next to Illinois lawmakers on Aug. 4, 2025, to oppose redistricting measures proposed by Texas Republicans. (Fox News)

As for the Texas Majority PAC, it receives heavy funding from George Soros, a longtime Democratic donor.

«If Texas lawmakers are bowing to the Soros Slush Fund rather than the will of the voters, Texans deserve to know. Getting financial payouts under the table to abandon your legislative duties is bribery,» Paxton said in a Thursday statement. «Texas Majority PAC’s actions seem to indicate that it may be using its Soros-funded resources to break the law and fund the illegal abandonment of public office. If that’s the case as determined by this investigation, there will be a heavy price to pay.»

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Fox News Digital reached out to Powered by People PAC and the Texas Majority PAC for comment on the Paxton investigation. O’Rourke responded to a post from Paxton on Wednesday, saying the Democrat is «scared of accountability.»

«Scared? If we stop the Texas steal & win the House, your guy’s crimes & corruption will be exposed for all to see. The girls traded with Epstein. The bribes taken from foreign governments. And when he goes down, your corrupt, impeached, twice indicted ass is going down with him!» O’Rourke replied on X.

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Tras acusar a Maduro de narcotraficante, Trump ordena al ejército perseguir a los carteles de la droga extranjeros

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El presidente Donald Trump firmó en secreto una directiva dirigida al Pentágono para comenzar a usar la fuerza militar contra ciertos cárteles de la droga latinoamericanos que su administración considera organizaciones terroristas, según personas familiarizadas con el asunto.

La decisión de incorporar a las fuerzas armadas estadounidenses a la lucha es la medida más agresiva hasta la fecha en la creciente campaña de la administración contra los cárteles. Indica la continua disposición de Trump a usar las fuerzas militares para llevar a cabo lo que se ha considerado principalmente una responsabilidad de las fuerzas del orden: frenar el flujo de fentanilo y otras drogas ilegales.

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La orden sienta las bases oficiales para la posibilidad de operaciones militares directas en el mar y en territorio extranjero contra los cárteles.

Oficiales militares estadounidenses han comenzado a elaborar opciones para perseguir a estos grupos, según informaron personas familiarizadas con las conversaciones, quienes hablaron bajo condición de anonimato para poder hablar sobre las delicadas deliberaciones internas.

Donald Trump junto a su vice, JD Vance y el secretario de Estado, Marco Rubio. Foto: AP

Sin embargo, ordenar a las fuerzas armadas que combatan el tráfico ilícito también plantea cuestiones legales, como si se consideraría «asesinato» si fuerzas estadounidenses, actuando al margen de un conflicto armado autorizado por el Congreso, mataran a civiles, incluso a presuntos delincuentes, que no representan una amenaza inminente.

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No está claro qué han dicho los abogados de la Casa Blanca, el Pentágono y el Departamento de Estado sobre la nueva directiva, ni si la Oficina de Asesoría Jurídica del Departamento de Justicia ha emitido una opinión autorizada que evalúe las cuestiones legales.

Este año, Trump ya ha desplegado la Guardia Nacional y tropas en servicio activo en la frontera suroeste para frenar el flujo de drogas y de inmigrantes, y ha intensificado la vigilancia y las medidas de interdicción de drogas.

Cuando regresó al cargo en enero, Trump firmó una orden que instruía al Departamento de Estado a comenzar a etiquetar a los cárteles de la droga como organizaciones terroristas extranjeras.

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Trump ha atacado especialmente a organizaciones venezolanas y mexicanas. En febrero, el Departamento de Estado designó al Tren de Aragua, la Mara Salvatrucha (conocida como MS-13) y a varias otras organizaciones como organizaciones terroristas extranjeras, afirmando que constituían «una amenaza para la seguridad nacional que va más allá de la que representa el crimen organizado tradicional».

Recompensa por Nicolás Maduro

Hace dos semanas, el gobierno de Trump añadió al Cártel de los Soles de Venezuela a una lista de grupos terroristas globales especialmente designados, afirmando que está liderado por el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, y otros altos funcionarios de su administración.

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El jueves, los Departamentos de Justicia y de Estado anunciaron que el gobierno estadounidense duplicará la recompensa —a 50 millones de dólares— por información que conduzca al arresto de Maduro, acusado de narcotráfico. El gobierno lo describió nuevamente como cabecilla de un cártel, y la fiscal general Pam Bondi afirmó que «no escapará a la justicia y rendirá cuentas por sus abyectos crímenes».

Al ser preguntada sobre la autorización de Trump para el uso de la fuerza militar contra los cárteles, Anna Kelly, portavoz de la Casa Blanca, declaró en un correo electrónico que «la principal prioridad del presidente Trump es proteger la patria, razón por la cual tomó la audaz decisión de designar a varios cárteles y bandas como organizaciones terroristas extranjeras».

El Departamento de Defensa se negó a comentar sobre la nueva directiva.

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Los ataques militares unilaterales contra los cárteles constituirían una marcada escalada en el largo camino para frenar el narcotráfico, colocando a las fuerzas estadounidenses en un papel de liderazgo en primera línea contra organizaciones a menudo bien armadas y bien financiadas.

Una campaña sostenida probablemente también plantearía más cuestiones relacionadas con el intento de Trump de utilizar a las fuerzas armadas de manera más agresiva para respaldar una variedad de sus políticas, a menudo frente a restricciones legales y constitucionales.

Antecedentes en América latina

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La participación militar estadounidense en operaciones antidrogas en Latinoamérica ha sobrepasado en ocasiones los límites legales. Sin embargo, dichas operaciones se enmarcaron como un apoyo a las autoridades policiales.

En 1989, el presidente George H.W. Bush envió más de 20.000 soldados a Panamá para arrestar a su líder, Manuel Noriega, quien había sido acusado en Estados Unidos por cargos de narcotráfico.

Antes de la operación, William P. Barr, quien entonces dirigía la Oficina de Asesoría Legal y fue fiscal general durante el primer mandato de Trump, redactó un memorando controvertido en el que afirmaba que Bush tenía la autoridad para ordenar arrestos de fugitivos en el extranjero por parte de las fuerzas del orden sin el consentimiento de otros estados.

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La Asamblea General de las Naciones Unidas condenó la acción de Panamá como una «flagrante violación del derecho internacional».

En la década de 1990, el ejército estadounidense colaboró con las actividades antidrogas de Colombia y Perú compartiendo información sobre vuelos civiles sospechosos de transportar drogas, como datos de radar e intercepciones de comunicaciones. Pero después de que esos gobiernos comenzaron a derribar esos aviones, la administración Clinton detuvo la asistencia durante meses en 1994.

La Oficina de Asesoría Legal emitió un dictamen que indicaba que los oficiales militares que proporcionaron dicha información, a sabiendas de que se utilizaría para derribar sumariamente dichas aeronaves, podrían estar exponiéndose a un posterior procesamiento judicial. El Congreso finalmente modificó la legislación estadounidense para permitir dicha asistencia.

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La Armada ha participado durante mucho tiempo en la interceptación de embarcaciones en aguas internacionales sospechosas de contrabandear drogas hacia Estados Unidos. Sin embargo, los buques de guerra suelen hacerlo como parte de una operación policial, bajo el mando de un oficial de la Guardia Costera estadounidense. Según una ley de 1878 llamada Ley Posse Comitatus, generalmente es ilegal utilizar a las fuerzas armadas para desempeñar funciones policiales.

Las fuerzas armadas estadounidenses también han realizado ejercicios conjuntos de entrenamiento antidrogas con otros países, incluyendo tropas colombianas y mexicanas. Asimismo, proporcionaron equipo y aeronaves a antiguos escuadrones de la DEA que asesoraron y desplegaron, e incluso en ocasiones participaron en combates con, agentes antidrogas locales en países como Honduras. El programa finalizó en 2017.

Pero la nueva directiva de Trump parece prever un enfoque diferente, centrado en que las fuerzas estadounidenses capturen o asesinen directamente a personas involucradas en el narcotráfico.

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Etiquetar a los cárteles como grupos terroristas permite a Estados Unidos «utilizar otros elementos del poder estadounidense, agencias de inteligencia, el Departamento de Defensa, o lo que sea, para atacar a estos grupos si tenemos la oportunidad de hacerlo», declaró el jueves Marco Rubio, secretario de Estado y asesor de seguridad nacional, en una entrevista con el medio católico EWTN.

«Tenemos que empezar a tratarlos como organizaciones terroristas armadas, no simplemente como organizaciones de narcotráfico».

Los especialistas legales afirmaron que, según la legislación estadounidense, imponer sanciones contra un grupo declarándolo entidad «terrorista» puede bloquear sus activos y dificultar que sus miembros realicen negocios o viajes, pero no otorga autoridad legal para realizar operaciones similares a las de tiempos de guerra contra él con la fuerza armada.

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Durante su primer mandato, Trump quedó fascinado por la idea de bombardear laboratorios de drogas en México, una idea que su entonces secretario de Defensa, Mark T. Esper, calificó posteriormente de absurda en sus memorias y que provocó la indignación de las autoridades mexicanas.

Sin embargo, la idea de usar la fuerza militar arraigó entre los republicanos y se convirtió en un tema de conversación en el ciclo electoral de 2024. Trump prometió durante la campaña desplegar tropas de Operaciones Especiales y fuerzas navales para, en sus propias palabras, declarar la guerra a los cárteles.

El contralmirante retirado James E. McPherson, quien se desempeñó como principal abogado uniformado de la Armada a principios de la década de 2000, afirmó que sería «una grave violación del derecho internacional» usar la fuerza militar en el territorio de otro país y sin el consentimiento de su gobierno, a menos que se cumplieran ciertas excepciones, pero que dichas limitaciones no se aplican a buques sin bandera en aguas internacionales.

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También existen restricciones legales internas. El Congreso autorizó legalmente el uso de la fuerza militar contra Al Qaeda tras los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001, pero dicha autorización no se extiende a todos los grupos que el poder ejecutivo califica de terroristas.

Eso significa que la acción militar contra los cárteles aparentemente tendría que basarse en una alegación sobre la autoridad constitucional de Trump para actuar en defensa propia nacional, tal vez contra las sobredosis de fentanilo. McPherson señaló que el gobierno ha impulsado agresivamente una interpretación amplia del poder unilateral de Trump.

No está claro qué reglas de enfrentamiento regirían la acción militar contra los cárteles.

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Sin embargo, cualquier operación que pretendiera asesinar a personas basándose en su presunta condición de miembros de un cártel autorizado, y fuera del contexto de un conflicto armado, plantearía problemas legales relacionados con las leyes contra el asesinato y una orden ejecutiva de larga data que prohíbe los asesinatos, afirmó Brian Finucane, exabogado del Departamento de Estado y especialista en el derecho internacional humanitario.

“Con la práctica tradicional del poder ejecutivo, sería difícil que un narcotraficante cualquiera cumpliera con los requisitos para la excepción de legítima defensa a la prohibición del asesinato”, afirmó.

Como alternativa, el ejército podría llevar a cabo operaciones de captura, reservando la fuerza letal para la legítima defensa si las tropas encontraran resistencia.

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Sin embargo, las capturas podrían plantear otros problemas legales complejos, añadió Finucane, incluyendo el alcance de la facultad del ejército para retener a prisioneros como detenidos de guerra sin autorización del Congreso. O bien, el ejército podría transferir a cualquier prisionero al Departamento de Justicia para su procesamiento en un tribunal civil.

c.2025 The New York Times Company

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