INTERNACIONAL
El pacto de un cineasta con el diablo durante la Segunda Guerra Mundial para salvar su vida

Al inicio de la nueva novela de Daniel Kehlmann, El director, un hombre conoce y elogia al cineasta austríaco G. W. Pabst, quien vive exiliado de los nazis. “Usted es un maestro”, dice el hombre. “Es un pintor oscuro, un verdadero artista de los sueños”. Poco sabe este artista que, en cuestión de años, se verá obligado a tragarse su orgullo, abandonar sus principios y crear más de esos sueños dentro de la pesadilla del Tercer Reich.
El director muestra a Kehlmann, una vez más, combinando hechos con ficción para dramatizar a una figura famosa. El autor, nacido en Múnich, siempre ha manejado esta fusión con soltura. Su última novela, Tyll (publicada en inglés en 2020), situó a un personaje pícaro del folclore alemán en el contexto de una Europa del siglo XVII devastada por la guerra y repleta de magia negra. Su best seller internacional, La medición del mundo (2006), trazó las vidas y los descubrimientos de dos científicos de la Ilustración alemana. El libro más reciente de Kehlmann se centra en un período clave de la historia de Pabst y examina cómo su arte fue moldeado tanto por la integridad como por la complicidad.
La primera parte de la novela constituye la calma antes de la tormenta. Es la década de 1930, y Pabst ha huido de su tierra natal hacia Hollywood. Aclamado como el mayor director de Europa, es persuadido de rodar una película con un argumento débil. Tiene poco control creativo y la película resulta ser un fracaso. El director exiliado Fred Zinnemann le dice a Trude, la esposa de Pabst, que su marido podría tener éxito en Estados Unidos si se recupera y “aprende las reglas”. “Escapamos del infierno, deberíamos estar celebrando todo el día. Pero, en cambio, nos lamentamos porque tenemos que hacer westerns, aunque seamos alérgicos a los caballos”.
Pabst imagina dejar su huella en Estados Unidos con otros proyectos. Sin embargo, antes de eso, regresa con Trude y su hijo Jakob a la Austria controlada por los nazis para visitar a su madre, cuya salud está deteriorándose. Pero sus mejores planes de trasladar a su madre a un sanatorio, y a su familia de vuelta al otro lado del Atlántico, se ven frustrados cuando Alemania invade Polonia.
Estalla la guerra (“la judería mundial no lo habría permitido de otra manera”, dice un personaje) y las fronteras se cierran. Incapaz de escapar, Pabst no tiene más opción que aceptar el salvavidas lanzado por el ministro de propaganda Joseph Goebbels y hacer películas para los estudios nazis. Con guiones decentes, altos presupuestos y excelentes actores, Pabst produce obras de las que se siente orgulloso. Pero su decisión de colaborar y comprometerse le costará caro a él, a su familia y a su reputación.

El director comienza algo en falso con un capítulo inicial que no gira en torno a Pabst, sino a su exasistente, el ahora anciano Franz Wilzek, quien es tan olvidadizo e inestable que amenaza con ser un desastroso entrevistado en un programa de televisión austríaco. Resulta que Wilzek enmarca la novela. Cuando reaparece en el capítulo final, la niebla que oscurecía su memoria se disipa brevemente y recuerda una verdad pertinente. Esto permite a su creador cerrar la obra con un giro inteligente, uno que pone a un personaje y un evento pasado en una perspectiva marcadamente diferente.
Entre estas dos secciones se desarrolla una narrativa que es mayoritariamente episódica. La mayoría de esos episodios, a nivel de capítulo, están interconectados, pero algunos son independientes. A veces, Kehlmann realiza transiciones fluidas de una escena a otra; en otras ocasiones, sus capítulos toman la forma de cortes bruscos. Esto puede resultar desorientador inicialmente, en especial cuando avanza en el tiempo o cambia el punto de vista.
Sin embargo, sería mezquino criticar a Kehlmann por su estructura, ya que sus episodios comprenden una serie de cautivadoras escenas que, al ensamblarse, conforman un todo profundamente satisfactorio. En un inquietante capítulo, Pabst y su familia son hechos sentir no bienvenidos en la casa de su madre por el cuidador de la propiedad, un fanático del Führer cuyo comportamiento oscila entre la sumisión y la malevolencia. En otro capítulo casi surrealista, Trude asiste a un club de lectura y observa, consternada, cómo una mujer es expulsada del grupo por mencionar libros que los nazis han prohibido y quemado.

Una escena familiar en un tren, en la que oficiales alemanes en uniforme intimidan mientras revisan los papeles y pasaportes de los pasajeros, se vuelve más original, y de hecho más siniestra, al ser narrada desde la perspectiva de un joven e ingenuo Jakob. Y se viven momentos de tensión cuando un levantamiento en Praga obliga a Pabst y Wilzek a detener el rodaje y a correr en busca de refugio.
Kehlmann también impresiona con escenas que involucran a Pabst y a diversas personalidades históricas. Greta Garbo y la “llama viva” Louise Brooks lo dejan en la estacada al rechazar su propuesta de película. La cineasta de Hitler, Leni Riefenstahl, arremete contra las críticas creativas de Pabst y lo amenaza con “consecuencias”. P.G. Wodehouse, prisionero de guerra en el Reich, comenta la gran libertad que tiene Pabst como director. Pero es el cameo de Goebbels el más fascinante. Kehlmann retrata al “ministro” en su versión más desequilibrada: gritando de rabia, riéndose con deleite, rompiendo un teléfono y dando a Pabst, “un enemigo del pueblo alemán”, la elección entre el castigo y la redención.
“Lo importante es hacer arte en las circunstancias en las que uno se encuentra”, dice Pabst en un momento. La novela de Kehlmann es tanto una vívida representación de esas circunstancias como un retrato cautivador del artista navegándolas.
Fuente: The Washington Post
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INTERNACIONAL
Editorial de The Times: Rusia no se detendrá hasta que la OTAN actúe

Provocaciones
INTERNACIONAL
Hamas releases coffin of dead hostage to Red Cross, IDF confirms

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A coffin of a deceased hostage has been transferred from Hamas to the Red Cross, the Israel Defense Forces (IDF) said on Monday.
The coffin is being transferred into Red Cross’ custody and is on the way to Israeli troops in Gaza, according to the IDF.
«Hamas is required to uphold the agreement and take the necessary steps to return all the hostages,» the IDF said on X.
Earlier on Monday, it was announced that the remains of Nepali student Bipin Joshi, who was held hostage in Gaza, were being flown from Israel to his hometown of Bhimdattanagar.
US MILITARY TO OVERSEE NEXT PHASE OF PEACE DEAL FROM COORDINATION BASE IN ISRAEL
A Nepal Army personnel pays his last respects to the coffin of Bipin Joshi, a deceased Nepali student who was killed while being held hostage in Gaza, at the Tribhuvan International Airport in Kathmandu on October 20, 2025, days after it was returned from Hamas captivity under a Gaza ceasefire and hostage exchange deal. ( Prakash Mathema/AFP)
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Hamas has now handed over the remains of nearly half of the 28 dead hostages in Gaza, a key step in the week-old ceasefire process meant to end two years of war.
The Associated Press contributed to this report.
This is a developing story. Check back here for updates.
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INTERNACIONAL
Las cintas kinesiológicas, ¿ayudan al entrenamiento?

Durante la temporada de maratones, es probable que veas a muchos atletas luciendo la colorida cinta flexible, a menudo conocida como KT Tape debido a la popular marca, mientras corren y hacen entrenamiento combinado.
Las tiras elásticas, que están diseñadas para moverse con tu cuerpo como una especie de segunda piel, tienen la reputación de ayudar a los atletas cotidianos a controlar el dolor, prevenir lesiones y mejorar el rendimiento. Ahora hay decenas de versiones de la cinta en el mercado, con diferentes grados de adherencia, elasticidad y resistencia al agua. Algunas incluso llevan ingredientes especiales, como mentol o cobre.
Leé también: Telerrehabilitación: una guía práctica establece pautas que revolucionan la fisiología a distancia
Pero ¿realmente hace algo la cinta? La respuesta es más compleja de lo que pensaron en algún momento los científicos del deporte. Esto es lo que hay que saber.
Puede que la cinta kinesiológica no impacte directamente a tus músculos
La cinta kinesiológica la inventó un quiropráctico japonés en la década de 1970, como alternativa a la cinta ortopédica, que era más rígida y limitaba la movilidad de sus pacientes. Pero no fue hasta los Juegos Olímpicos de Verano de 2008, cuando algunos atletas de élite utilizaron la cinta durante las competencias, que se convirtió en una herramienta de uso generalizado para mejorar el estado físico.
Por aquel entonces, los expertos en medicina deportiva teorizaron que la cinta podría mejorar la función muscular al levantar la piel y otros tejidos de tal forma que mejora el flujo sanguíneo, promueve el drenaje linfático y, en general, anima a los músculos a trabajar de una manera más óptima, dijo Christopher DaPrato, fisioterapeuta de la Universidad de California en San Francisco, quien trabaja con atletas de élite. Las cintas kinesiológicas despiertan polémica por su utilidad (Eric Helgas para The New York Times)
“Cuando la cinta entró en escena, se dio un gran impulso a sus efectos mecánicos”, dijo DaPrato. Pero las investigaciones han encontrado pocas pruebas de que la cinta funcione de este modo, dijo.
Los beneficios pueden ser neurológicos y psicológicos
De todas maneras, muchos atletas afirman sentirse mejor cuando tienen puesta la cinta, sobre todo si la aplican cerca de zonas que les duelen o les producen tensión.
Las investigaciones sugieren ahora que la cinta puede tener beneficios neurológicos y psicológicos. En particular, algunos estudios han descubierto que, en determinadas circunstancias, la cinta puede ayudar a mejorar la propiocepción, término científico que designa la conciencia corporal. Por ejemplo, si tienes la cinta en el tobillo, puedes ser más consciente de la forma en que tu pie golpea el suelo cuando trotas. Una mejor propiocepción está relacionada con un mejor equilibrio y coordinación.
Algunos expertos tienen la teoría de que la cinta actúa ejerciendo presión sobre la capa de tejido que hay justo debajo de la piel, que contiene receptores y terminaciones nerviosas relacionadas con la propiocepción. Se cree que esta presión “amplifica la señal” entre el lugar donde se aplica la cinta y el cerebro, dijo Shashank Ghai, profesor titular asociado de la Universidad de Karlstad en Suecia, quien ha estudiado la cinta kinesiológica. Sin embargo, advierte que el efecto de la cinta en la propiocepción parece ser moderado, y no todos los estudios han demostrado una relación. “No puedes esperar resultados magníficos”, dijo.
Algunos estudios sugieren también que la cinta puede ayudar a disminuir la percepción del dolor, dijo Fatemeh Dehghan Chenijani, doctoranda en kinesiología de la Universidad Estatal de Wayne y autora principal de un estudio de revisión de 2024 sobre el vendaje kinesiológico en el deporte. Pero también en este caso la evidencia sigue siendo muy desigual.
Una teoría que se ha mantenido constante en las investigaciones es que para muchos atletas, los beneficios de la cinta kinesiológica son psicológicos, o efectos placebo.
Aplicar cinta sobre un músculo débil, o una zona propensa a lesionarse, puede dar a los atletas una sensación de seguridad durante su entrenamiento o competición, dijeron los expertos.
“Hace que tu cerebro se sienta mejor”, dijo DaPrato, por lo que “puede darte un poco más de confianza y reducir parte del miedo y la evitación o la ansiedad que puedas tener en torno a una zona que no se siente tan bien”.
Esta confianza puede ayudarte a entrenar más intensamente o a moverte con más fluidez, añadió.
Encontrar la cinta adecuada puede requerir ensayo y error
Hace una década, los especialistas en medicina del deporte pensaban que, para ser eficaz, la cinta kinesiológica debía aplicarse con mucha precisión, normalmente por un experto. Pero ahora muchos médicos creen que la gente puede aplicársela por sí misma, dijo DaPrato.
Puede que tengas que probar unos cuantos tipos para encontrar el que mejor se adapte a ti. “Elige una marca que permanezca en tu piel y te siente bien”, dijo DaPrato. “No importa el color ni la marca que tengan”. Si piensas llevar la cinta durante una carrera o competición, pruébala antes del gran día.
DaPrato recomendó estirar la cinta sobre los músculos o ligamentos que sientas débiles o inestables cuando hagas ejercicio, en lugar de ponerla directamente sobre una zona dolorida. Pero no te excedas: envolver la cinta con demasiada fuerza o ponerla en capas demasiado gruesas podría limitar el flujo sanguíneo o la amplitud de movimiento. Si necesitas orientación para empezar, un fisioterapeuta puede ayudarte.
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Aunque la cinta kinesiológica puede ser una herramienta útil, no sustituye al entrenamiento ni a la rehabilitación. “Es una gran muleta a corto plazo”, dijo DaPrato. Pero, en última instancia, te beneficiarás más si adquieres la fuerza necesaria para prescindir de ella.
(*) Por Danielle Friedman
The New York Times
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