INTERNACIONAL
Ganaba millones de dólares en Wall Street y luego de un accidente en una montaña dejó todo para ser paramédico

La mujer estaba desplomada en una escalera del metro, así que Jonathan Kleisner se arrodilló para mirarla a los ojos.
“Estamos aquí para ayudar, ¿vale?”, dijo. “¿Puedes decirme qué pasó?”.
Alguien había llamado al 911 para informar de que una mujer estaba sufriendo lo que parecía un ataque de epilepsia en la estación de metro de la esquina de la Séptima Avenida y la calle 12 Oeste. Al llegar en su ambulancia, Kleisner dijo que dudaba del diagnóstico. Creía que se trataba de un caso de uso de drogas, una corazonada que pronto se vio confirmada por la media decena de agujas usadas esparcidas junto a la paciente.
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La mujer, que minutos antes se había desplomado en un ataque de temblores, abrió los ojos. Miró al hombre que tenía delante —delgado, con actitud de hacerse cargo, uniforme azul que desprendía cierta autoridad— y se despertó de un salto. Puso los dos pies en el suelo y se levantó sin apenas tambalearse, murmurando que estaba bien. Luego se dio la vuelta y empezó a subir las escaleras, sin saber que se alejaba de uno de los paramédicos mejor preparados del país.
Para Kleisner, el caso no era un gran reto. Pero seguía siendo mejor que su antiguo trabajo en Wall Street. Kleisner veía su cambio de ocupación como una vía de escape. (Foto: Sean Jackson/The New York Times)
“Recibimos muchas llamadas que no resultan ser nada como esta”, dijo después de que él y su compañero buscaron a su equipo. “Pero nuestro pan de cada día son las cosas grandes. Hablo de amputaciones, gente atropellada por trenes, cuerpos despedazados. Cosas catastróficas”, contó.
La transición de Kleisner de trader millonario de materias primas a paramédico novato se produjo hace 13 años, cuando cambió lo que consideraba un enriquecimiento propio nihilista por la misión de salvar la vida de otras personas.
Cuando abandonó Wall Street, dijo, ganaba millones de dólares al año. También se sentía fatal.
“Era una persona que no creaba nada, que no daba nada a nadie”, dijo Kleisner, de 55 años, sobre su época en Wall Street, donde dirigía su propio fondo de inversión. “A veces me siento como un forajido que intenta llegar al cielo. O quizá dormir bien unas cuantas noches”, relató.
Kleisner veía su cambio de ocupación como una vía de escape. Lo que le sorprendió fue cuánto de su antiguo ser encajaba perfectamente en el nuevo. La adrenalina. El dominio de una jerga arcana y las normas bizantinas. La competición constante para demostrar que está entre los más rápidos, los más decisivos, los más listos.
Podría retirarse cómodamente mañana a su cabaña en los Catskills, donde pesca con mosca, lee novelas y cría abejas. En lugar de eso, sigue siendo paramédico de rescate, subvencionando de hecho al Cuerpo de Bomberos de Nueva York, donde su salario inicial en 2012 era de 32.000 dólares. Ahora gana 110.000 dólares.
La gente me pregunta: “¿Por qué arriesgarías tu vida a cambio de 18 dólares la hora?”, dijo. La respuesta que ofrece no es muy distinta de la que podría haber dado como operador de Wall Street: “Soy una persona enormemente competitiva. Soy muy bueno en lo que hago”.
Entre los 4500 paramédicos de urgencias del departamento, menos de 60 son, como Kleisner, paramédicos de rescate, especialmente formados para salvar bomberos de incendios activos, recuperar a personas atrapadas bajo vagones de metro, llegar hasta los heridos descendiendo en rapel por los huecos de los ascensores.
De este equipo de élite, Kleisner es uno de los cinco instructores principales que forman a otros rescatistas en la labor.
“Jonathan es la cima de la montaña”, dijo el capitán Frederick Saporito, veterano de 40 años en el Cuerpo de Bomberos, quien dirigió el programa médico de rescate de la agencia hasta su jubilación en febrero. “Lo tiene todo”.
Kleisner habla de su trabajo con una fanfarronería que no se molesta en adoptar falsas modestias. (Una cosa que aprecia del trabajo en Wall Street y en la medicina de urgencias es que “ninguno de los dos tiene paciencia con los estúpidos”, dijo).
Una vez rescató a alguien que sufrió un derrame cerebral en la plataforma de observación del Empire State Building (de no ser por la ubicación, dijo, el trabajo fue “muy sencillo”). Otro hombre sufrió un infarto en el edificio Chrysler; Kleisner brindó atención que le salvó la vida en un ascensor. Ha respondido a emergencias médicas en el túnel Holland, en los ríos Hudson y Este, entre el público de un espectáculo de Broadway y en el interior de la tienda Sephora de la calle 34, donde las compradoras de cosméticos le dedicaron una gran ovación.
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Este mes de febrero, cuando se informó de un posible caso de ébola en un centro de atención ambulatoria de Harlem, fueron Kleisner y su compañero quienes atendieron la llamada. (Más tarde se descubrió que el hombre no tenía ébola).
“Cuando se producen los trabajos más importantes en esta ciudad, acudimos nosotros”, dijo. Jonathan Kleisner se incorporó al Cuerpo de Bomberos como paramédico novato a los 41 años. (Foto: The New York Times)
Jonathan Kleisner no sabía lo que quería ser de grande, salvo triunfar. Tras asistir a Fordham Prep, un instituto jesuita del Bronx, se matriculó en la Universidad de Boston, para abandonar los estudios un semestre antes de graduarse a fin de aceptar un trabajo en una pequeña empresa de corretaje de Wall Street por 40.000 dólares al año. Era 1991, parecía que la recesión había terminado y el ambiente en la calle era boyante.
“Era más dinero del que había visto en mi vida”, dijo.
Aunque se esforzaba por ganar dinero lo más rápidamente posible, se aburría de la gente a quien solo le importaba ser rica. Se dio cuenta de que “el tipo que tenía al lado sería capaz de apuñalarme con un lápiz en el ojo por los 30 dólares que tenía en la cartera si creía que podía salirse con la suya”, dijo. Se dio cuenta de que él podría estar dispuesto a hacer lo mismo a cambio.
“Sinceramente, yo era absolutamente partícipe de todo aquello”, dijo.
No hubo ningún momento de epifanía. La ruptura de Kleisner con Wall Street se produjo por etapas. Tras 17 años en las finanzas, en 2008 estaba a punto de alcanzar la cima del monte Rainier, en el estado de Washington, cuando una mujer de su grupo se reventó la rodilla. Se acercaba una tormenta de nieve y el grupo necesitaba bajar de la montaña inmediatamente. Fueron rescatados por un equipo de paramédicos montañeros, que sugirieron a Kleisner que si quería continuar con actividades tan extremas en la naturaleza, debería recibir formación médica.
Kleisner estaba intrigado por la capacidad de los paramédicos para realizar un trabajo tan complejo y arriesgado en un entorno tan exigente. Cuando regresó a Nueva York, se anotó a una clase de técnico médico de urgencias en el Hunter College. Cuando le ofrecieron la posibilidad de postular a una futura plaza en la academia de formación del Cuerpo de Bomberos, anotó su nombre.
“Fue como una protesta”, dijo. “No iba en serio. Pero estaba harto de Wall Street”.
Entretanto, mientras seguía trabajando en finanzas, se ofrecía como voluntario un día a la semana como paramédico en la Unidad Médica de Central Park. Él y su compañero reanimaron el corazón de un hombre aplicándole una descarga con un desfibrilador, lo que le salvó la vida. El periódico local publicó la historia, que su madre recortó y enmarcó.
“Creo que nunca he visto a mi madre más orgullosa de mí”, dijo Kleisner. “Fue una experiencia fundamental”.
Tras dos años de esta doble vida, Kleisner fue invitado por el Cuerpo de Bomberos a hacer una prueba para la academia de paramédicos. Tenía mujer, dos hijos, un apartamento cerca de Central Park y un trabajo intenso y bien pagado en Wall Street. El entrenamiento empezaría con un examen físico en el centro de Brooklyn. Kleisner tenía 41 años, casi el doble que la mayoría de los reclutas. Lo pasó, completó 14 semanas de entrenamiento y le preguntaron dónde le gustaría que le destinasen.
“Dije que al Bronx, porque sabía que era difícil, y yo quería lo difícil”, dijo Kleisner, quien finalmente dejó de trabajar en finanzas.
A los pocos minutos de su primer turno, respondió a un tiroteo mortal, lo que le inquietó. Se inscribió a más cursos de formación y los completó tan rápido como le permitieron, ascendiendo en cuatro años de técnico médico de urgencias básico a paramédico formado en respuesta a materiales peligrosos y de ahí hasta la cúspide del servicio médico de urgencias del Cuerpo de Bomberos: paramédico de rescate. Y luego volvió a ascender, convirtiéndose en instructor de otros paramédicos de rescate.
Su siguiente destino le situó en Manhattan, que los paramédicos llaman “Hollywood” por su elevado volumen de llamadas y sus misiones de alto nivel.

(Foto: Sean Jackson/The New York Times)
“Jonathan es un caballero muy intenso”, dijo en febrero el capitán Dennis Rehberger, quien asumió el mando de la Estación 8 del Servicio de Emergencias Médicas en Midtown, donde está Kleisner. “Midtown Manhattan está en el radar de todo el mundo”.
Una de las llamadas que llevó a Kleisner fuera de Midtown sigue formando parte de las leyendas del Cuerpo de Bomberos. El paciente estaba en el último piso de un edificio de seis plantas sin ascensor en Harlem. Tenía problemas para respirar y necesitaba que lo trasladaran en ambulancia al Hospital de Harlem.
El hombre, que pesaba 446 kilos, era demasiado grande y no cabía por las puertas de su apartamento. Así que, mientras los bomberos atacaban las paredes con hachas y mazos para abrirse paso, Kleisner y otros ayudaron al paciente a introducirse en una red de carga, que llevaron al hueco de la escalera con la intención de utilizar una polea para bajar al hombre al suelo.
Pero el hombre, que batallaba para respirar, empezó a perder el conocimiento. Los métodos habituales de anestesia e intubación eran imposibles debido al tamaño del paciente. Así que Kleisner perforó un agujero directamente en el esternón del hombre, y su compañero realizó un tipo adaptado de intubación. Durante las seis horas siguientes, mientras bajaban al hombre a la ambulancia y lo llevaban al servicio de urgencias, Kleisner y su compañero se turnaron para apretar una bolsa de compresión y mantener en funcionamiento los pulmones del hombre.
“Un paramédico normal no tiene esos aparatos”, dijo Kleisner. “Fue épico”. A pesar de su estatus entre los colegas, Kleisner no es un oficial, sino un trabajador del Cuerpo de Bomberos (Foto: EFE)
A pesar de su estatus entre los colegas, Kleisner no es un oficial, sino un trabajador del Cuerpo de Bomberos. Desprecia a los jefes que insisten en que lave la ambulancia antes de presentarse al servicio, y que se sientan en despachos con aire acondicionado mientras él y sus compañeros se enfrentan al sudor, la orina y la sangre. Al principio de su mandato se hizo un tatuaje con las palabras en latín Sic Transit Gloria Mundi, o “Así pasa la gloria del mundo”, parte de lo que ahora es un mosaico de tinta desde la muñeca hasta el hombro.
Tras una década como trabajador de emergencias médicas, el afán de Kleisner por hacer el trabajo más difícil en las labores más grandes le llevó al incendio más mortífero de Nueva York en más de 30 años. Había llegado a creer que sin importar la llamada que fuera, incluso un incendio de cinco alarmas en el Bronx, él podía encargarse. Pero cuando abrió la puerta de su ambulancia el 9 de enero de 2022, la magnitud de la emergencia le sobrecogió.
Del tejado de Twin Parks North West, una torre residencial de 19 pisos en el barrio de Fordham Heights, brotaban embudos de humo negro. Un paramédico estaba practicando reanimación cardiopulmonar a un niño pequeño sobre el cofre de un todoterreno. Los bomberos seguían saliendo corriendo del edificio en llamas con víctimas colgadas al hombro. Algunas estaban inconscientes. Otras estaban muertas. Las depositaban en la acera.
Kleisner preparó Cyanokits, que son lotes de un compuesto químico para neutralizar el cianuro depositado en los pulmones por el humo tóxico, un primer paso crucial antes de que los bomberos pudieran empezar a intentar la reanimación cardiopulmonar. Colocó vías intravenosas a varios pacientes para poder administrar los productos químicos y otros fármacos. Luego concentró su atención en una chica con un vestido rosa.
Antes del incendio, alguien le había trenzado cuidadosamente el pelo. Ahora estaba entre los muertos. Después de ponerle una vía intravenosa y administrarle el medicamento anticianúrico, Kleisner la metió en la ambulancia y se subió atrás para hacerle la reanimación cardiopulmonar.
Sabía que no iba a funcionar. La niña no podría ser reanimada. Con cada compresión torácica que Kleisner administraba, las hebillas de su pelo hacían clic contra la camilla metálica.
Más tarde supo que la niña tenía 11 años y había emigrado con su familia desde Guyana. Toda la familia —los padres, la niña, su hermana mayor y su hermano pequeño— murió aquel día. Mientras relata la historia, Kleisner se interrumpe para referirse a la respuesta de estrés de su cuerpo al recuerdo: su cuello había empezado a sudar, señaló. Su ritmo cardíaco había subido a más de 100 pulsaciones por minuto. Sentía que le faltaba el aire y le hormigueaban las yemas de los dedos.

(Foto: Sean Jackson/The New York Times)
“Ahora puedo sentirla”, dijo. “La llevo conmigo todo el tiempo”.
Tras dos carreras de competición a toda velocidad, por fin encontró su límite. Ahora, cuando un operador del 911 llama a su ambulancia para atender una llamada médica relacionada con un niño, Kleisner hace una pausa. Realiza un ejercicio de respiración y se toma un momento o dos para meditar, pasos que nunca necesitó antes de Twin Parks.
“Jonathan siempre toma la iniciativa, en todos los trabajos”, dijo Nigel Ramsook, quien solía ser compañero de Kleisner. “Desde Twin Parks, se dio cuenta de que tiene que cuidar de sí mismo”.
Los paramédicos reciben pocos servicios de salud mental del Cuerpo de Bomberos, y sus planes de seguro médico no suelen cubrir la terapia. A diferencia de la mayoría de los paramédicos que conoce, dijo Kleisner, él puede permitirse ver a un terapeuta con regularidad. También puede escaparse de la ciudad para ir a su cabaña en los Catskills. Se toma todas sus vacaciones y puede permitirse rechazar turnos extra.
“El trabajo es duro, no nos pagan mucho”, dijo. “Estoy en mejor situación que muchos de mis compañeros. A veces me siento casi como un impostor porque tengo un camino más fácil”.
El dinero, el tiempo libre y la terapia solo ayudan hasta cierto punto. Su mente está llena de escenas sangrientas y traumáticas.
No puede escapar de esos recuerdos. En lugar de eso, habla a través de ellos.
“Procesar todo este trauma es un concepto equivocado”, dijo. “No conduce a ninguna parte. Tienes que aprender a vivir con todo esto”.
Finalmente, Kleisner descubre que sus objetivos han cambiado. No hay nada que ganar. La única cuestión es cómo aguantar.
Por Christopher Maag.
Wall Street, Estados Unidos
INTERNACIONAL
California gubernatorial hopeful Eric Swalwell embraces role as Trump’s loudest critic amid new DOJ probe

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As he launches a bid to become the next governor of California, Rep. Eric Swalwell, D-Calif., has embraced his most recent conflict with the Trump administration, touting himself as the president’s «most vocal critic.»
Throughout his congressional career, highly visible clashes with President Donald Trump have given Swalwell a national profile. He looks poised to continue that streak, repeatedly highlighting his tensions with the president as the Department of Justice (DOJ) announced a new investigation against him this month.
«Nancy Pelosi selected me to lead the impeachment of a corrupt president. Californians will never bow the knee,» Swalwell said in a video posted on his website.
California’s current governor, Gavin Newsom, is term-limited in 2026.
TRUMP DOJ OPENS MORTGAGE FRAUD PROBE INTO ERIC SWALWELL AS CONGRESSMAN VOWS TO KEEP FIGHTING BACK
Rep. Eric Swalwell, D-Calif., launched a bid to become the next governor of California. (John Lamparski/Getty Images)
The DOJ opened a probe into Swalwell over alleged mortgage fraud and, according to reporting by NBC, he may also be under investigation for tax fraud and insurance fraud. Swalwell denies any wrongdoing.
«The only thing I am surprised about is that it took him this long to come after me,» Swalwell said in a statement following news of the investigation.
Swalwell first entered Congress in 2013 after serving as a county deputy district attorney in California from 2006 to 2012. He briefly ran for president in 2020 but dropped out just three months after launching his bid.
In media interviews since the DOJ announced its probe, Swalwell has embraced his role as a target of the administration.
«This is really about Donald Trump going after his political enemies. No one has been a more vocal critic than me. I have one of the only remaining lawsuits against Donald Trump for his role in Jan. 6,» Swalwell said in an interview with MSNBC, referring to pending litigation over whether Trump encouraged protesters to storm the U.S. Capitol building in 2021.
«I’m not going to change a single thing about what I do to stand up against Donald Trump when he gets in the way of me fighting for Californians,» Swalwell said. «I am not going to shrink one bit because of Donald Trump trying to intimidate me, and it’s not working with the other colleagues he’s gone after.»
UNEARTHED RECORDS EXPOSE SWALWELL CAMPAIGN’S ‘BIZARRE INCONSISTENCY’ IN PAYMENTS TO CALIFORNIA MAN

Highly visible clashes with President Donald Trump have given Swalwell a national profile. (Alex Brandon/AP Photo)
In a post to X, Swalwell listed himself alongside other Democrats facing similar charges from the DOJ.
«Like James Comey and John Bolton, Adam Schiff and Lisa Cook, Letitia James and the dozens more to come — I refuse to live in fear in what was once the freest country in the world,» Swalwell said.
His opposition to Trump stands out even as his record in the 119th Congress doesn’t jump off the page.
Notably, Swalwell has missed 16% of his votes since the beginning of the year, making him the 10th-most-absent member of the House of Representatives. He rarely breaks with the party, having voted against a majority of Democrats on just eight occasions since the outset of the session. He also hasn’t made much noise in fundraising this year, reporting a respectable yet unexceptional $1.4 million in the first three quarters of 2025.
SWALWELL THREATENS ‘ACCOUNTABILITY’ TO PRIVATE ACTORS WHO DEAL WITH TRUMP, HOPE IT ‘DETERS PEOPLE’

Rep. Eric Swalwell, D-Calif., is pictured as a hearing. (Tom Williams/CQ-Roll Call, Inc via Getty Images)
But Swalwell’s yearslong record against Trump stands out.
As referenced in his video, Swalwell was a House impeachment manager against Trump in 2021 and, in addition to his lawsuit, has used his position on the House Oversight Committee to criticize the president’s policies and behavior.
«Next week, when we hear about someone else who is an opponent of Donald Trump being investigated, it will also be nonsense,» Swalwell said in an interview with CNN. «Of course, I am one of the most vocal critics against Donald Trump. I have the only lawsuit that survived him becoming president — me and the other Jan. 6 officers.»
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The investigation into Swalwell is in its early stages. The DOJ has not announced if or when it would pursue a grand jury trial. Swalwell’s office did not respond to a request for comment.
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INTERNACIONAL
La Conferencia de Cambio Climático de Belém cerró con un documento final que no hace mención a los combustibles fósiles

Tras dos semanas de negociaciones, los países reunidos en la Conferencia de Cambio Climático de la ONU, la COP30 de Belém, aprobaron un documento final que no hace referencia explícita a los combustibles fósiles (petróleo, gas, carbón). Los textos que surgen de estas cumbres deben ser aprobados con el acuerdo de todas las partes, y países petroleros como Arabia Saudita o Rusia presionaron para dejar afuera de la declaración final las palabras fossil fuels.
El documento sí reconoce que el cambio climático producto de los gases efecto invernadero es una preocupación y que es responsabilidad de los países ocuparse del tema.
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“El resultado de la COP30 estuvo muy por debajo de lo que el mundo necesita en estos tiempos de múltiples crisis. El reglamento de la CMNUCC está claramente roto. No podemos permitirnos esperar otro año para otra señal política débil mientras comunidades se queman y se ahogan”, dijo en declaraciones posteriores Kumi Naidoo, presidente de Fossil Fuel Treaty Initiative (Iniciativa de Tratado de los Combustibles Fósiles). Funeral de los combustibles fósiles en la COP30 de Belém. Una marcha masiva que pidió acción a los líderes del mundo. Foto: Alianza Energética Latinoamericana
Durante toda la duración de la COP30, hubo una fuerte presión de la sociedad civil -hasta se organizó un funeral de los combustibles fósiles al que asistieron 50 mil personas- para que de esta cumbre salga un documento ambicioso en términos de dejar atrás el petróleo, el gas y el carbón. El propio Lula Da Silva visitó la cumbre esta semana e instó a los negociadores a ir en el mismo sentido.
Incluso, una coalición de países liderados por Colombia pidieron una hoja de ruta concreta con plazos y planes para transicionar a energías renovables.
Carolina Sánchez Naranjo, coordinadora de la Red del Gran Caribe Libre de Fósiles dijo: “Nuestros territorios en el Sur Global no tienen tiempo para esperar por otra COP que no considere seriamente la necesidad de transicionar más allá de los combustibles fósiles. Cada año muchos de nuestros países en el Caribe necesitan entre un 5% y un 10% de su PIB tan sólo para recuperarse de huracanes y desastres climáticos provocados por las emisiones del Norte Global. Teníamos la esperanza de que la COP30 iba a cumplir y escuchar a la gente, asegurando no sólo que construyamos una verdadera hoja de ruta para salir de los combustibles fósiles y transicionar de manera justa y equitativa, sino también acordar el financiamiento libre de deuda que nuestros países necesitan para adaptarse y transicionar».
Pese a lo diluido del texto final, la presidencia de la COP30, encabezada por el brasileño André Correa do Lago, se comprometió a seguir trabajando durante un año en su rol en dos temas fundamentales: una hoja de ruta para revertir la deforestación y otra para “organizar la transición energética lejos de los combustibles fósiles”. “Será respaldado por la ciencia e inclusivo”, remarcó Correa do Lago. El auditorio entero lo aplaudió.
La rebelión de los países latinoamericanos
Para aprobar el texto (que tiene una declaración política central y luego otros escritos de distintos temas), todos los países deben estar de acuerdo. Si alguno levanta la mano y hace una objeción, el proceso no puede avanzar. Sin embargo, si el presidente de la COP asume que hay consenso y baja el martillo, el texto se da por aprobado.
Si bien luego se abre un espacio para que los países presenten sus objeciones, ya no hay vuelta atrás. Sin embargo, fue en ese momento que se desató el malestar de un grupo de países latinoamericanos que provocaron un gran revuelo.
Panamá tomó la palabra: “Estoy muy decepcionada de este proceso. Prometió un proceso transparente y yo levanté mi bandera (antes de que baje el martillo) y usted me ignoró”, dijo Ana Aguilar, jefa de delegación panameña. Y siguió visiblemente molesta: » Panamá quería aprobarlo presidente, se que usted hizo mucho esfuerzo durante este proceso, pero no podemos apoyar esto. No podemos apoyar un acuerdo sobre adaptación que retrocede lo acordado». COP30 President Andre Correa attends the plenary session at the UN Climate Change Conference (COP30), in Belem, Brazil, November 22, 2025. REUTERS/Adriano Machado
Aguilar hizo referencia a un punto central que se discutió durante la COP30: la aprobación de 100 indicadores de la Meta Global de Adaptación (GGA). Esta meta y estos indicadores son una suerte de paraguas que busca organizar cómo el mundo se prepara para adaptarse a los efectos de la crisis climática. Van desde mejorar el sistema de salud para recibir a las personas afectadas por las olas de calor a cambiar la infraestructura ante más frecuentes inundaciones o rebustecer los sistemas de alerta temprana por incendios.
La idea es que durante esta conferencia se apruebe por primera vez un marco común con 100 puntos largamente discutidos para evaluar la resiliencia de cada país, que se puedan monitorear y reportar progresos. Y también acompañar eso con financiamiento de los países más ricos y más responsables de la crisis climática hacia los más perjudicados.
Los países latinoamericanos empujaron mucho durante la cumbre por lograr esta aprobación y que se refleje en el texto final. Pero durante el viernes a la madrugada, mientras se trabajaba por alcanzar el consenso, Brasil decidió adoptar 59 indicadores nuevos y dar de baja los 100 ya trabajados. Esta era una demanda de los países africanos. La presidencia aportó un nuevo borrador a las delegaciones cerca de la madrugada del sábado. La queja de Panamá, a la que luego se sumó Uruguay es que ese no era el objetivo acordado y que no hubo tiempo de mirar los cambios antes del plenario.
Después de Panamá, tomó la palabra la representante de Colombia, Diana Mejía, y también objetó el procedimiento de la presidencia de la COP: aseguró que Correa do Lago la ignoró cuando levantó la mano para oponerse al texto.
“Presentamos un punto de orden sobre mitigación y me ignoraron. No me deja otra opción que objetar el programa de mitigación a menos que se incluya lo siguiente en el texto: ‘tenemos que implementar la transición de los combustibles fósiles’. (…) no podemos pensar en un plan de transición energética sin que estén las palabras combustibles fósiles”. La representante colombiana dejó en claro que para su país, era una línea roja no incluir un plan claro y concreto para dejar atrás el petróleo, el carbón y el gas y pidió que se revea la decisión de adoptar el texto.
Esto dejó pasmado al presidente Correa do Lago que llamó a un cuarto intermedio. Al volver, aseguró que estaba “cansado” y “viejo” y que no había notado que nadie hubiera levantado la mano para oponerse al texto final. Si bien pidió disculpas, dejó firme que el texto aprobado era el definitivo y solo tomaría nota de estas objeciones.
Brasil, cop30
INTERNACIONAL
Los hijos de Bolsonaro acusaron al juez Alexandre de Moraes de querer “matar” al ex presidente brasileño

Tres de los hijos de Jair Bolsonaro cargaron este sábado con dureza contra Alexandre de Moraes, el juez de la Corte Suprema que dictó la orden de prisión preventiva del ex presidente brasileño, al acusarlo de querer “matar” a su padre.
“El objetivo de Alexandre de Moraes es bien simple: matar a mi padre”, escribió en sus redes sociales el diputado Eduardo Bolsonaro en un extenso mensaje en el que tachó al magistrado de “psicópata”.
Eduardo se encuentra desde marzo pasado en Estados Unidos, donde ha mantenido reuniones con representantes del Gobierno de Donald Trump en busca de ayuda para intentar tumbar el proceso por el cual el ex mandatario fue condenado a 27 años de cárcel por golpismo.
El Supremo ya imputó al legislador por su actuación en EEUU, que se tradujo en aranceles del 50% sobre los productos brasileños, la revocación de los visados a varios jueces del alto tribunal y funcionarios del Ejecutivo, y sanciones financieras contra De Moraes.
“Cualquier régimen de excepción busca eliminar físicamente a sus disidentes; Alexandre de Moraes simplemente sigue el ejemplo de todos los tiranos psicópatas que lo precedieron”, expresó Eduardo.
“Nada de esto nos hará retroceder ni rendirnos. El martirio de mi padre solo encenderá la llama de la justicia en nuestros corazones. Todos los involucrados en el actual intento de Alexandre de Moraes de asesinar a mi padre rendirán cuentas”, prometió.
En la misma línea, el senador Flávio Bolsonaro manifestó que su padre “nunca hizo nada malo” y que la prisión preventiva se basa en una decisión judicial “frágil” construida a partir de “hipótesis”.
“¡Si le pasa alguna cosa, Alexandre de Moraes, es culpa tuya! ¡Si mi padre muere allí dentro, la culpa es tuya! ¡¿Quiere matar a Bolsonaro, Alexandre de Moraes?!”, exclamó en un directo en redes sociales que finalizó entre lágrimas mientras pronunciaba una oración.
Por su parte, el concejal de Río de Janeiro Carlos Bolsonaro insinuó que los problemas judiciales del ex gobernante, quien también está inhabilitado para cargos electivos, forman parte de un plan para acabar con su carrera política y disipar el movimiento de extrema derecha que encabeza en el país.
“El objetivo no cambia: quieren a Jair Bolsonaro enterrado vivo. O muerto, como ya intentaron”, aseguró.
El ex jefe de Estado (2019-2022) fue detenido preventivamente este sábado en su residencia de Brasilia, donde desde el pasado 4 de agosto cumplía prisión domiciliaria por incumplir varias medidas cautelares impuestas en el marco de la causa de golpismo.
Un equipo de agentes condujeron al ex gobernante hasta la sede de la Superintendencia de la Policía Federal de Brasilia, donde permanecerá bajo custodia hasta nueva orden.
Su arresto se produjo en vísperas de que el Supremo ordene la ejecución de su condena de 27 años y tres meses por su papel en la trama que intentó revertir el resultado de las elecciones de 2022.
El Supremo Tribunal Federal lo consideró responsable de “liderar” un plan para desconocer la victoria de Luiz Inácio Lula da Silva. El proceso reunió registros de reuniones con altos mandos militares, discursos que cuestionaron sin pruebas el sistema de voto electrónico y documentos que describieron escenarios para activar un Estado de Sitio sin base constitucional.
El juez Moraes fundamenta la prisión preventiva en tres hechos recientes. Primero, la convocatoria de Flávio Bolsonaro a una “vigilia por la salud de Bolsonaro y la libertad de Brasil”. La Policía Federal advierte que un tumulto cerca de la vivienda podía facilitar una fuga. Segundo, la ruptura registrada de la tobillera electrónica a la madrugada del sábado. El magistrado interpreta el episodio como una señal de intento de evasión. Tercero, la fuga de Alexandre Ramagem, exdirector de Inteligencia y condenado por golpismo, que escapa desde Roraima hacia Estados Unidos.
La justicia menciona además la proximidad entre la casa de Bolsonaro y la zona de embajadas, incluida la de Estados Unidos.
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