INTERNACIONAL
Vecinos contra vecinos: el cruel sistema de vigilancia ciudadana en Nicaragua

Nicaragua es un país donde nadie se siente a salvo ni siquiera en su propia casa. La dictadura de Daniel Ortega y Rosario Murillo ha tejido una extensa red de espionaje en la que los vecinos vigilan a sus vecinos, opositores y críticos son forzados a convertirse en delatores, y las aulas y centros de trabajo se han vuelto trincheras de control político.
El resultado es un país donde nueve de cada diez nicaragüenses aseguran sentirse vigilados, según una reciente encuesta de la organización en el exilio Hagamos Democracia.
El sondeo, realizado entre abril y junio de 2025 en 40 municipios y con una muestra de 400 personas, reveló que el 92.25 por ciento de los encuestados identifica a los Consejos de Liderazgo Sandinista (CLS) como los principales operadores de vigilancia en su entorno.
Tres de cada diez señalaron a la Policía, y apenas un 1.35 por ciento mencionó de manera directa a los secretarios políticos, aunque forman parte de la estructura de los CLS.
“Este dato es interesante porque refleja que la gente siente que son sus propios vecinos quienes la vigilan: el CLS del barrio, los secretarios políticos”, explicó Jesús Tefel, dirigente de Hagamos Democracia.
La arquitectura del control ha sido asentada en capas. En el nivel barrial, los CLS actúan como columna vertebral. Según el Grupo de Expertos en Derechos Humanos sobre Nicaragua (GHREN) de la ONU, esos comités ejercen control comunitario, identifican opositores, presionan para asistir a actos partidarios y alimentan con información a un entramado que incluye Juventud Sandinista, sindicatos oficialistas y entidades públicas.
La coordinación no se limita a lo territorial: se extiende a la vida institucional a través de la Policía, ministerios y alcaldías, y alcanza la vida cotidiana mediante docentes, brigadistas de salud, encuestadores y compañeros de trabajo que, por temor o coacción, reportan movimientos, amistades y conversaciones.

El asedio también incluye convertir en delatores a ciudadanos considerados opositores. Infobae conoció el caso de una nicaragüense, que por seguridad no mencionaremos su nombre, que fue sacada de su casa por civiles armados y llevada a celdas asiladas de la Cárcel Modelo.
A los 15 días aproximadamente fue llevada a una oficina donde la esperaba un oficial de policía que la atendió “amablemente”. Incluso le llevaron comida caliente y decente, y una bebida gaseosa. A los pocos minutos, el policía le tendió una carta de “colaboración voluntaria” comprometiéndola a espiar, delatar y reportar a vecinos, familiares y amigos. La promesa era: si firmaba, saldría; si no, se quedaría. Firmó. Regresó a su casa limpia de cargos y cada semana la contacta un oficial de Inteligencia con preguntas precisas: “¿Alguien se comunicó con usted?”, “¿Oyó esto?”, “¿Sigue siendo amigo de fulana?” Pregunta, anota, se va. Vuelve.
La instrucción política para esa red de espías fue refrendada en el acto del 19 de julio de 2025. En un discurso, Ortega instó a sus seguidores a espiar a sus vecinos “para que no le quede espacio alguno a los terroristas, a los conspiradores, a los vendepatrias, porque sabrán que en cuanto se les descubra, se les captura y se les procesa”.
En otra formulación durante esa misma jornada ordenó “mantenernos siempre con todas las tareas que tenemos que cumplir, sin descuidar la vigilancia revolucionaria” en los barrios y centros de trabajo.
Rosario Murillo había fijado la doctrina tiempo antes. Desde 2023, una frase suya circula como síntesis del enfoque: “Ni una mosca debe volar sin que lo sepamos”.

Según el GHREN, esa sentencia se convirtió en pauta de gobierno y justificó la incorporación de instituciones enteras a la malla de vigilancia: Telcor, Ministerio de Educación, de Salud, de la Mujer, del Interior, y todas las alcaldías, con centros de cómputo donde se procesan datos de ciudadanos.
Dentro del partido, los secretarios políticos son figuras clave para señalar “personas de interés” y ordenar su seguimiento. El alcalde de Jinotega, Leónidas Centeno Rivera, lo expresó sin ambages: “Sin descuidarnos nadita de nadie, todo aquel que puso una bandera al revés, hay que seguirlo vigilando… todo el que salió a la calle a protestar… tiene que seguir siendo sospechoso y vigilado”.
El GHREN documentó además el rol central de la Subdirección General de Investigación e Inteligencia Policial y sus especialidades —Inteligencia, Investigaciones Económicas, Antinarcóticos, Auxilio Judicial, Contrainteligencia y Criminalística— en la recolección de información sobre opositores reales o percibidos, la coordinación con el Ministerio Público y el Poder Judicial para construir causas, y la asignación de vigilantes para conocer el paradero de determinados ciudadanos.
El informe detalló la existencia del Centro de Información e Inteligencia Policial (CIIP), no contemplado en ley, que operó al menos desde antes de 2018 bajo coordinación de altos mandos, y verificó la operación de una unidad clandestina llamada Departamento Técnico Operativo o “H”, con fachada de empresas de servicios (telefonía, agua, energía, mensajería, fumigación o ventas ambulantes) para filmar en secreto, intervenir comunicaciones, registrar domicilios sin orden judicial, y conducir a opositores a casas clandestinas donde fueron interrogados y torturados.
La vigilancia se ejecuta también mediante tácticas de proximidad social. El GHREN expuso que la Procuraduría General de la República, bajo la conducción de Wendy Morales y coordinación política de Murillo, articula visitas “casa a casa” y en escuelas para distribuir “cartillas” sobre temas diversos comosalud, valores, formación, elaboradas por Minsa, Mined, Procuraduría de Derechos Humanos, Ministerio de la Mujer y Minjuve.
Esas cartillas sirven de pretexto para recabar información, verificar quiénes viven en una vivienda, a nombre de quién está la propiedad y, si corresponde, intervenirla sin proceso legal.

Las brigadas suelen incluir miembros de Juventud Sandinista y secretarios políticos, y operan con listas de “personas de interés” elaboradas desde la Secretaría de la Alcaldía de Managua y otras estructuras.
Los centros educativos constituyen otro eslabón crítico. Tras el discurso del 19 de julio, Allison Lohlofftz, vicepresidenta de la Unión Nacional de Estudiantes de Nicaragua (UNEN), admitió que la consigna presidencial se extendería a las aulas: “Él (Ortega) lo dijo: vigilancia revolucionaria, claro que lo dijo, desde todas las trincheras, desde cada aula de clase. Vigilancia revolucionaria desde cada esquina de tu trabajo, desde cada esquina de tu oficina”.
También reconoció la función de “los movimientos que conforman el Ministerio de la Juventud”, ocho movimientos deportivos, culturales, ambientales, la FES, UNEN, el Movimiento de Ciencia y Tecnología, como herramientas de control, y reivindicó la labor de la Red de Jóvenes Comunicadores para “comunicar” y neutralizar una eventual repetición de las protestas de 2018.
Según relatos anónimos, vecinos, miembros de CLS, se presentan en casas para “entregar” carnés de militancia del Frente con nombre y foto del receptor, y lo “invitan” a integrarse al trabajo político comunitario, infiltrarse en grupos de WhatsApp y reportar conversaciones.
La negativa acarrea amenazas de detención por “traición a la patria” o acusaciones por ciberdelitos. En el empleo público, la presencia obligatoria en marchas y actos partidarios se fiscaliza con listas y fotografías; en el sector privado, compañeros de trabajo son presionados para informar sobre colegas con opiniones críticas.
En el ámbito familiar, el chantaje sobre servicios de salud es otra herramienta: a una activista feminista detenida en 2021 le exigieron reportes semanales bajo la advertencia de que su madre, enferma de cáncer, perdería medicamentos y citas.
Laureano Ortega, en una reunión de alto nivel en Moscú, sostuvo que “desde el año 2018” Nicaragua se ha dedicado a fortalecer “la seguridad y la defensa” con apoyo de Rusia y tecnología china.

Afirmó que Policía, Ejército y Ministerio del Interior, “en coordinación permanente con la población nicaragüense”, han logrado establecer “mecanismos de prevención, atención y control” para neutralizar a “mercenarios y vendepatrias”. Su declaración confirma la fusión entre aparato estatal, partido y participación ciudadana coaccionada, y sugiere la adopción de capacidades de vigilancia electrónica que el GHREN vincula con intervención de comunicaciones y monitoreo sistemático.
Los paramilitares y civiles armados completan el cerco. Actuaron de forma determinante en 2018 para desmontar tranques y manifestaciones, y hoy persisten como pieza disuasiva que patrulla, fotografía y reporta.
La Policía los encuadra y, en paralelo, desarrolla misiones de inteligencia vecinal. Las alcaldías consolidan bases de datos con información personal; Telcor regula y sanciona medios y operadores de telecomunicaciones que no se alinean; el Ministerio del Interior articula listas y operativos; las estructuras partidarias indican a quién investigar.
La noción de “enemigo” se ha expandido: puede ser quien “puso una bandera al revés”, quien no aplaude en el acto, quien no asiste a la marcha, quien mantiene amistad con alguien en el exilio, o quien compartió un mensaje crítico en un chat familiar.
El Ministerio Público acusó por “robo al pueblo nicaragüense” a siete integrantes de un grupo de WhatsApp denominado “La Comuna”, que sostenían debates académicos y críticos sobre el rumbo del país. Aunque no fue acusado, el grupo era liderado po Carlos Fonseca Terán, hijo del fundador del partido Frente Sandinista, quien fue apresado y luego aislado en arresto domiciliar de facto.
Desde la perspectiva de derechos humanos, el GHREN ha atribuido responsabilidades concretas a 54 funcionarios por crímenes graves vinculados a la represión desde 2018 y ha descrito un “Estado dentro del Estado” dedicado a identificar, vigilar, detener y judicializar opositores reales o supuestos.
Entre sus hallazgos se encuentran no solo unidades clandestinas y cadenas de mando informales, sino una estrategia deliberada de destrucción del tejido social: el incentivo o la coerción para que ciudadanos delaten a otros ciudadanos.
La vigilancia, además, no hace más seguro al país: la encuesta de Hagamos Democracia registra una percepción mayoritaria de aumento de criminalidad pese a la expansión del espionaje.
A juicio del abogado y defensor de derechos humanos Gonzalo Carrión, la persistencia de la vigilancia responde a que “el Frente ya no se sostiene con legitimidad, sino con miedo”.
Esa percepción se verifica en la vida cotidiana: vecinos que evitan saludarse, familias que callan en la mesa, trabajadores que miden cada palabra, estudiantes que dudan de sus compañeros. Y en el trasfondo, la directriz oficial para no “descuidar la vigilancia revolucionaria”.
Nicaragua es un país donde “todos son sospechosos”. Incluso, los mismos que vigilan también son vigilados.
Esta semana se conoció, sin confirmación oficial, de la presunta captura del ex jefe de la Seguridad del Estado en los años 80, Lenin Cerna. Pocos días antes fueron apresados el asesor de seguridad de Daniel Ortega y Rosario Murillo, Néstor Moncada Lau y el asesor presidencial para asuntos económicos, Bayardo Arce Castaño, entre otros, como parte de una purga que se ejecuta a todos los niveles.
Nicaragua es hoy un territorio donde un funcionario toca la puerta con una cartilla en la mano y una lista en el bolsillo, un policía llama los lunes con preguntas específicas, una dirigente estudiantil promete ojos en cada aula y un alcalde manda seguir a quien puso una bandera al revés. Y donde un presidente, ante miles de uniformados y empleados públicos, repite la orden que sostiene el engranaje: “Sin descuidar la vigilancia revolucionaria”.
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INTERNACIONAL
Ana Paula Maia: “La literatura es un lugar para experimentar, no para cuestionar mis problemas”

La obra de la escritora brasileña Ana Paula Maia, una de las invitadas internacionales de esta edición Filba, tiene un enfoque directo y una estética singular, donde predominan personajes masculinos dedicados a oficios de trabajos duros, algunos más allá de la legalidad inclusive: “Me crié en ese mundo, desde niña lo observo: en el bar de mi padre había trabajadores de matadero y sicarios, por ejemplo. Yo conocí sicarios”, le dice a Infobae Cultura en tono más bien bajo, casi un susurro pronunciado en agradable portuñol, una tarde de primavera en pleno corazón de Palermo.
Esta vez, comenta también -porque ya se lo han mencionado en varios viajes anteriores-, piensa llevarse a su casa en Curitiba un ejemplar de El matadero, la obra canónica de la literatura argentina de Esteban Echeverría. “Hace más de diez años, cuando publiqué aquí De ganados y de hombres, todos me hablaron de ese cuento”.
El diálogo, entonces, transcurre por su historia familiar (la de un padre y una madre de Minas Gerais, «mineiros», llegados en busca de oportunidades a la ciudad de Nova Iguaçu, en el conurbano de Río) y las marcas que esas memorias se transmiten en sus libros.
Ana Paula Maria, torcedora de Botafogo por herencia familiar (“mi padre murió y se perdió el mejor año de nuestra historia, con el campeonato local y la Copa Libertadores”), escribe despojada de adornos, lo que acentúa la naturaleza práctica y aparentemente mecánica de la vida de sus protagonistas. Ahora ha vuelto con Búfalos salvajes, una obra que retoma a varios de sus personajes recurrentes en un escenario apocalíptico e inconcluso. Una vez más, explora la frontera entre lo humano y lo animal, así como las condiciones de explotación y precariedad que marcan la existencia. Además, la tensión entre lo sobrenatural y lo religioso se mantiene como un eje central en estas historias. Lo religioso, otra de esas marcas.

“En toda América Latina tenemos ese pensamiento católico muy fuerte, que está muy presente también en mis libros. Siempre digo que esos sicarios que yo conocí, tenían ética en su trabajo. No se mataba a toda la familia, se mataba a quien había que matar. En general estos personajes son muy católicos, no sé por qué. Desde chica escuché un refrán: ‘en una mano hay una pistola y en la otra una vela’”.
—¿Dirías que creciste en un contexto violento entonces?
—No, no era violento. A veces mi papá decía: “¿Sabes de aquel hombre que mató otro, a uno que hablaba?» Era común saberlo… Hoy ya no ocurre. Pero en aquella época, todos sabían historias así. Las contaban hombres que estaban siempre en el bar de mi papá. Por la noche, por el día también, todos muy respetuosos. Eran hombres como en mis libros, hombres de sangre, hombres de fe, hombres trabajadores que tenían familia también. Pero había una cierta cosa entre ellos. Si había un estuprador, un violador, no vivía mucho tiempo.
—Luego de leerte sorprende enterarse que sos carioca, que naciste en Río de Janeiro. En tus novelas no hay mucha playa ni samba…
—Es que escribo una literatura que no es muy regionalista. Escribo sobre un Brasil, más… No sabemos exactamente dónde pasa la historia. Son ciudades ficticias.
—¿Por qué?
—Porque así puedo poner juntos a varios brasileños, en esas carreteras más oscuras de las que me encanta escribir. Río de Janeiro es muy solar, muy festivo, pero yo no soy nada fanática de eso. A mí me gusta el sol, pero no soy muy festiva. A mí me encantan las cosas más oscuras y cuando empecé a escribir fui para las partes más desiertas. Vamos a decir así: cuando empecé a escribir, pensaba en Río, pero no en Río de Janeiro con las playas, sino en una parte de la ciudad más rural, hacia el interior. Cuando comencé mi proyecto literario, lo hice con una novela que no está publicada en español, que se llama Entre rinhas de cachorros e porcos abatidos (Entre peleas de perros y chanchos muertos). Sucede en una parte más rural y más violenta de Río, muy lejos de la playa.
Y después empecé una literatura caminando por un Brasil de carreteras. Ese Brasil me interesa más. El de las fronteras también, a mí me encantan mucho las fronteras. Ese Brasil, ese país no es muy, escrito ni comentado. Es cierto que en general tenemos una literatura muy enfocada en San Pablo y Río o una literatura regionalista como la del sertao (N. de la R.: término que refiere a una vasta región geográfica del noreste de Brasil). Me gusta esa cosa de las carreteras y cómo comunican con toda América del Sur, la América latina, y ese imaginario de las religiones, del catolicismo, de las carreteras, de los mataderos.

—Además de los hombres, las creencias religiosas están presente en tus relatos.
—Nací una familia que era muy devota de muchas cosas… Teníamos todo. Cuando nací, mi familia era espírita kardecista (de Allan Kardec), que es una cosa muy fuerte en Brasil. Creo que solo en Brasil tenemos esa cosa espiritista así. Nací en una familia espiritista pero fui bautizada en iglesia católica. Muchos años después mi mamá fue para las iglesias evangélicas, y fui también. Y tenía otros tipos de cultos en la familia. Conocí un poco de todo.
Pero en Brasil es muy fuerte el pensamiento evangélico hoy. Y pienso que también en toda América Latina tenemos ese pensamiento católico muy fuerte, que está muy presente en mis libros. Esos sicarios que conocí tenían ética en su trabajo: no mataban a toda la familia, mataba a quien había dado algún motivo. Y en general esos hombres son muy católicos, no sé por qué. Y mis personajes tienen eso. Porque percibía que había una práctica de fe a un santo.
—En este panorama que estás contando y luego, en tus libros, las mujeres ¿qué rol ocupan? No suelen aparecer mucho.
—No mucho. De este mundo, solo hombres, porque a mí me encantaba observar ese mundo de hombres que vivían con esos acuerdos. Los hombres son más ejecutivos. Las mujeres cuidaban, los hombres ejecutaban las cosa. Eran hombres de sangre, trabajadores, de fe… Pienso que en mi casa, a diferencia de lo que han vivido muchas otras mujeres brasileñas, había una presencia masculina como protección. Yo tuve eso. Un hermano más grande, mis tíos, mi papá, mi abuelo. Una presencia muy fuerte. Y la escuela, estaba el director de la escuela. Y observaba esto: la vida de los hombres. Y fui comprendiendo que era un mundo más simple, más fácil, por ese pensamiento masculino de ejecutar las cosas. Cuando empecé a escribir lo hice sobre esos espacios más difíciles y crudos. No consigo ver una mujer en un matadero con una vaca, esas cosas muy pesadas. Y era más divertido también: las conversaciones, las cosas que decían, esa percepción del mundo. Siempre tuve muchos amigos hombres también. Desde niña, ese mundo masculino siempre me pareció interesante y curioso, y empecé a escribir sobre ello porque la literatura que hago no es para cuestionar mis problemas personales. Es un lugar para experimentar. Experimentar estos mundos, personas y géneros. Me encanta eso. Escribí un libro, después otro, y se fue creando un universo.
[Fotos: Pablo Contreras/Angustia Criadora; prensa Eterna Cadencia]
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INTERNACIONAL
Trump administration presses Supreme Court on executive order restricting birthright citizenship

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The Trump administration on Friday asked the U.S. Supreme Court to review President Donald Trump’s executive order restricting birthright citizenship, a move that could redefine what has become known as a bedrock constitutional guarantee.
The request comes as the American Civil Liberties Union (ACLU) and allied groups filed a class action in federal court in New Hampshire, escalating a legal clash that reaches back to the Reconstruction era.
At stake is whether the U.S. will continue to recognize nearly all children born on its soil as citizens, a principle the Supreme Court decided in «United States v. Wong Kim Ark» (1898).
The outcome could reshape the 14th Amendment’s Citizenship Clause, which has long been understood to guarantee citizenship to virtually every child born on U.S. soil regardless of parents’ status.
FEDERAL APPEALS COURT WEIGHS TRUMP BIRTHRIGHT CITIZENSHIP ORDER AS ADMIN OUTLINES ENFORCEMENT DETAILS
Demonstrators hold up a sign in favor of birthright citizenship outside the U.S. Supreme Court in Washington, D.C., June 27. (Alex Wroblewski/AFP via Getty Images)
Trump’s order seeks to narrow that interpretation to children of U.S. citizens and lawful permanent residents. If upheld, it could deny automatic citizenship to many children born in the U.S. each year.
In «Wong Kim Ark,» the Court ruled that a San Francisco-born man whose Chinese parents were barred from naturalization was nonetheless an American citizen under the 14th Amendment. That decision cemented «jus soli,» or citizenship by birth on American soil, with narrow exceptions for children of diplomats, foreign occupiers and sovereign tribal nations.
Critics of the executive order argue that the text and history are clear. UC Berkeley law professor John Yoo has written that the Framers borrowed British «jus soli» traditions and that Reconstruction lawmakers expanded citizenship to ensure formerly enslaved people and their descendants were fully included.
TRUMP’S EXECUTIVE ORDER ON BIRTHRIGHT CITIZENSHIP BLOCKED BY ANOTHER FEDERAL APPEALS JUDGE IN LATEST RULING

The Trump administration has asked the Supreme Court to review an executive order that would end birthright citizenship, (Getty Images)
«It is simply beyond doubt that the Framers operated by borrowing and adopting common law principles … to adopt an interpretation that rejects that meaning, we would want to see historical evidence that the Framers had adopted a radically new interpretation,» Yoo wrote.
Supporters of the order counter that the phrase «subject to the jurisdiction thereof» requires full and lawful political allegiance, not simply being born on U.S. soil. John Eastman, who advised on drafting the policy, has argued that the Constitution requires both birth on U.S. soil and «complete» jurisdiction. «Complete» means allegiance to the U.S., not to another sovereign.
The order has already faced multiple challenges. Federal courts initially blocked it with broad injunctions, though the Supreme Court later narrowed those rulings.
In a recent dissent, Justice Sonia Sotomayor suggested class actions could provide a way forward for challengers, writing that «parents of children covered by the Citizenship Order would be well advised to file promptly class action suits … and lower courts would be wise to act swiftly.»

Trump’s executive order on birthright citizenship has already faced multiple challenges. (AP Photo/Jacquelyn Martin)
The ACLU’s new lawsuit in New Hampshire reflects that strategy.
«Every court to have looked at this cruel order agrees that it is unconstitutional … we are fighting to make sure President Trump cannot trample on the citizenship rights of a single child,» said Cody Wofsy, an attorney with the ACLU.
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«This executive order directly opposes our Constitution, values, and history, and it would create a permanent, multigenerational subclass,» added Devon Chaffee, executive director of ACLU-NH.
Karla McKanders of the Legal Defense Fund called the order «an unlawful attempt to entrench racial hierarchies,» saying, «Citizenship is a right afforded to us by birth, not by privilege.»
Fox News Digital has requested comment from the White House and the ACLU and its partner organizations.
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Donald Trump advirtió que las negociaciones sobre Gaza son “intensas” y que continuarán hasta lograr un acuerdo de paz

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, afirmó este viernes que las negociaciones sobre la situación en Gaza con países de Medio Oriente son de una intensidad significativa y que tanto Israel como el grupo terrorista palestino Hamas están al tanto de los avances, según declaraciones que realizó en la plataforma Truth Social.
El líder de la Casa Blanca indicó que las conversaciones continuarán el tiempo que sea necesario para alcanzar un acuerdo satisfactorio, en el marco de la ofensiva israelí contra Hamas en la Franja de Gaza.
Durante los últimos días, Trump se reunió con líderes y funcionarios de varias naciones de mayoría musulmana para debatir el conflicto en Gaza. Según explicó el enviado especial estadounidense Steve Witkoff, el mandatario presentó a esos dirigentes una propuesta de paz de 21 puntos para la región.
“Las negociaciones han sido intensas durante cuatro días y seguirán tanto tiempo como sea necesario para lograr un acuerdo plenamente exitoso. Todos los países de la región están involucrados”, escribió Trump. El mandatario subrayó que Hamas está “muy al tanto” de las discusiones y que Israel ha sido informado “en todos los niveles”, aunque no ofreció más detalles y calificó el proceso como “inspirado y productivo”.
El jefe de Estado había prometido una pronta resolución de la guerra, pero ochos meses después del inicio de su mandato, el conflicto persiste. Trump asumió en un contexto de alto el fuego de dos meses entre Israel y Hamas que culminó cuando se reanudaron los bombardeos israelíes el 18 de marzo. Funcionarios estadounidenses manifestaron esta semana que se espera un avance importante en Gaza.
Por otra parte, Trump declaró este viernes ante la prensa en la Casa Blanca su confianza en que pronto se alcanzará un pacto para poner fin a la guerra en Gaza. “Parece que tenemos un acuerdo; será uno que permitirá recuperar a los rehenes y pondrá fin a la guerra”, manifestó.
El presidente turco Recep Tayyip Erdogan comunicó que durante su visita a Nueva York, en el marco de la Asamblea General de la ONU, alcanzó un “entendimiento” con Trump sobre un alto el fuego en Gaza, tras una reunión bilateral en la Casa Blanca.
En una comparecencia a bordo del avión presidencial de regreso a Turquía, el mandatario resaltó su apoyo a la visión de Trump para una paz global. Explicó que ambos están “a favor de detener cuanto antes el derramamiento de sangre” y expresó su esperanza de que “pronto se produzca algún cambio” en el conflicto israelí-palestino.
Erdogan mencionó que los dos presidentes compartieron la necesidad de un cese permanente del fuego y trabajaron en la definición de estrategias para lograr primero una interrupción de los ataques y, posteriormente, una paz duradera. El mandatario afirmó haber logrado un consenso con Trump al respecto, de acuerdo con informaciones publicadas por el diario Hurriyet.
El mandatario turco recordó la buena relación que ha mantenido con Trump desde su primer mandato y confió en la posibilidad de alcanzar resoluciones positivas en el marco de la cooperación entre ambos países, basada en el respeto mutuo y la comunicación clara. No obstante, reconoció que persisten dificultades para resolver cuestiones complejas y advirtió que los avances no dependen de una sola reunión, aunque el reciente encuentro permitirá avances futuros en varios ámbitos.
(Con información de AFP, EP y Reuters)
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