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POLITICA

La democracia del que grita más fuerte

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Javier Milei ejercita la misericordia estratégica. A Mauricio Macri lo perdonó en el mismo instante que recibió, el jueves, un chat de felicitación por el triunfo libertario en las elecciones porteñas del domingo pasado. Volvió a hablar del “afecto” que le tiene y hasta aventuró que “todavía tiene cosas para hacer”. A Jorge Macri, en cambio, lo acusa de las peores aberraciones y jura hacerle una oposición implacable en el gobierno de la ciudad.

Sabe el Presidente que los primos Macri decidieron juntos desafiarlo con unos comicios anticipados que lo forzaron a jugar a su vocero, Manuel Adorni, en una batalla por cargos menores. Pero, consumado el resultado, Milei direcciona su furia de acuerdo con necesidades objetivas. Acepta a Mauricio porque su claudicación facilita el tránsito hacia un acuerdo electoral en Buenos Aires que asoma indispensable para superar al kirchnerismo. Desprecia a Jorge porque ansía conquistar la fortaleza porteña en 2027 y no piensa regalarle oxígeno para que se levante de la lona.

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Así administra Milei un éxito que lo dejó afónico tres días de tanto gritar y celebrar. Los dirigentes del Pro empezaron a caer como fichas de dominó, dispuestos a aceptar las condiciones del ganador. Cristian Ritondo asumió el reto de negociar una rendición sin humillación. Mauricio Macri lo validó desde España, mientras veía cómo las fichas se montaban una sobre la otra. Milei lo presionó un poco más cuando le reprochó en público no haberlo llamado después del escrutinio. “Su tiempo pasó”, “está grande y hay cosas que no entiende”, “su partido está obsoleto”, dijo sobre el expresidente. Al final entró el mensaje esperado. Esa misma noche, Milei invitó a Ritondo a cenar en Olivos.

Fue una victoria casi tan grande como la de las urnas. La urgencia del partido amarillo por sumarse a la boleta violeta constituye una refutación de todo aquello que el Pro, su líder y sus candidatos dijeron durante la campaña. ¿No era que enfrentaban a Milei en rechazo a sus conductas poco republicanas?, ¿que consideraban inaceptable su desprecio al disenso?, ¿que avaló una trampa electoral al difundir un video falso en plena veda electoral?, ¿que los había “decepcionado profundamente” con un pacto espurio con el kirchnerismo para impedir una ley de ficha limpia? ¿Cuántas lágrimas lloró Silvia Lospennato aquel día, en el que –se dijo– pensó en dejar la política para siempre?

Milei vive las consecuencias del batacazo porteño como una reivindicación moral. Ve a sus críticos de ayer retratados como profesionales que disputan ferozmente por cargos y no por valores. Es una de las características de lo que llama “la casta política”, un concepto vital para la constitución de su personaje público. Él puede permitirse pasar del odio al amor, ida y vuelta, porque “en campaña se dice cualquier cosa”. Pero no deja que esos deslices lo definan.

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Incrementa de ese modo una ventaja decisiva sobre sus potenciales rivales. Tiene todo lo que la mayoría de ellos carece: unas ideas que parece defender con la vida, una iniciativa arrolladora y un pragmatismo táctico que aplica como alumno perfecto de sus guionistas políticos.

Los festejos de Karina Milei en el hotel LibertadorSoledad Aznarez

“El León” parece un camello: más que el rey de la selva, él manda en el desierto. Sus opositores no consiguen salir de una lógica aritmética. Hacen sumas y restas, pero no se plantean cómo conectar con una sociedad que rompió el sistema anterior y todavía no termina de asimilar el actual.

Esto último quedó en claro en las elecciones porteñas, pero la dinámica se constata en todas las contiendas anteriores. El récord de ausentismo exhibe que hay porciones enormes de la población que no quiere ni oír hablar de la política. No acuden al llamado de Milei, que planteó la campaña de Adorni como un ampuloso duelo de vida o muerte, ni al de aquellos que claman por ponerle un límite al proceso libertario, que describen como poco menos que demoníaco.

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Milei hizo en público un análisis superficial del fenómeno. Dijo que cuando la gente está bien no va a votar. La caída de participación ya había sido alarmante en todo 2023, cuando el caos económico y moral del gobierno de Alberto Fernández abrió la puerta al triunfo de La Libertad Avanza.

Detrás de esa explicación de compromiso, al Gobierno encargó estudios para entender mejor el mensaje de los que no se expresan. Temen que la indiferencia sea el germen de una reacción contra las políticas de ajuste y el cambio de régimen económico en marcha en la Argentina.

Creen, sin embargo, que la inflación a la baja y el dólar estable previenen contra cualquier cisne negro electoral. Un alto abstencionismo crónico podría incluso configurar un futuro a la medida de Milei.

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La Libertad Avanza no aspira a ser un proyecto de mayorías. Le alcanza con ser una primera minoría sólida, intensa y con una identidad muy marcada. Es más que suficiente para extraer gobernabilidad de un sistema roto, sin alternativas.

Santiago Caputo y el Gordo Dan, en el búnker de La Libertad AvanzaSoledad Aznarez

La apuesta medular de Santiago Caputo, que es quien programa la conducta política de Milei, no es simplemente la polarización con Cristina Kirchner, como se suele interpretar. La clave del plan es la fragmentación extrema. En ese esquema resulta vital la subsistencia de la expresidenta como una jugadora importante.

Ella achicó al peronismo hasta convertirlo en un partido del conurbano, sectario y con una oferta anclada en el pasado. Su popularidad decrece irremediablemente, sin opciones aparentes de pelear por volver al poder nacional. Pero ningún líder se anima a competir sin la base de votantes que ella parece retener. Es el tapón perfecto.

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Axel Kicillof se plantó, pero quedó en una encerrona. Para hacer creíble su independencia primero debe resignarse a competir contra ella y La Cámpora, lo que lo empujaría a una derrota casi segura en la provincia que gobierna frente a la alianza de derecha que pergeña Milei. Después, le tocaría elaborar en esas condiciones una propuesta a la sociedad en la que se distinga cuál es la diferencia que lo separa de su antigua mentora.

Kicillof, con los ministros Katopodis y Kreplak, y el exintendente Ralinqueo, en la inauguración del centro de salud Ramón Carrillo, de Veinticinco de MayoGobierno de la Provincia de Buenos Aires

Al igual que el peronismo, el Pro también se achicó hasta quedar como presa fácil de los libertarios. Macri interpretó en 2023 que Milei le abría la puerta para reconfigurar una alianza de derecha. Algo así como un repechaje después de la derrota de Juntos por el Cambio. Los amarillos se desprendieron de los radicales, de Elisa Carrió y otras “almas bellas” a las que se consideraron un lastre. No oyeron el estruendo que traía el viento: los Milei y Santiago Caputo no quisieron nunca un cogobierno, una coalición ni nada que implicase compartir el poder.

El asesinato de Juntos por el Cambio dejó a Jorge Macri desguarnecido en la ciudad. Sus colegas de Santa Fe (Maximiliano Pullaro), Jujuy (Carlos Sadir) y San Luis (Claudio Poggi) eludieron ese error y salvaron la ropa en sus elecciones locales.

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Jorge y Mauricio Macri, en el búnker del Pro tras la derrota en las elecciones legislativas porteñasCaptura

Al desprenderse del centro y la pata progresista, el Pro se encorsetó en la defensa del ajuste fiscal y la lucha contra el kirchnerismo. Pero, ¿quién representa hoy mejor esas ideas que Milei?

Redujo las diferencias con lo que ofrecía el Gobierno a una cuestión de formas, en busca de un momento soñado en el que Milei, al fin, se domesticara. Acumularon frustraciones a lo largo de un año y medio: el relativismo moral que implicó la designación de Ariel Lijo en la Corte, el ataque sistemático a los que piensan distinto, el realineamiento de la diplomacia en contra del multilateralismo, el rechazo a la igualdad de género y la diversidad sexual, la negación del cambio climático o la apelación a destruir el Estado. El apoyo clave que el Pro le dio a los libertarios en el Congreso no desencadenó ninguna contrapartida generosa.

La derrota porteña parece cerrar la ilusión de un acuerdo orgánico entre distintos. La noche electoral Adorni prometió “tabula rasa”, pero lo que hay sobre la mesa es un contrato de adhesión escrito en letra escarlata. Nadie en el Pro se engaña. Habrá algunas concesiones distritales en la elección bonaerense de septiembre. En octubre, para diputados y senadores nacionales, Milei exige que todo el que quiera estar en el barco oficialista adhiera a la sigla La Libertad Avanza. No hay indicios de que haya dejado de pensar que los del Pro son los “amarillos fracasados”, como dijo hace dos semanas.

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La idea de los Macri de adelantar las elecciones porteñas se sostenía en preservar la “utilidad del Pro”. La traducción era: si a Milei no termina de irle bien, hay que dejar en pie un partido de ideas promercado que pueda reemplazarlo. La Casa Rosada cree que frustró para siempre ese sueño. El camino es el que vio Patricia Bullrich desde el día uno: “Nuestros destinos están atados”.

Manuel Adorni festeja su victoriaSoledad Aznarez

El radicalismo también se domestica ante el hombre que jugaba a tirar dardos sobre una foto de Raúl Alfonsín. La mayoría de la dirigencia bonaerense pide aceptar las condiciones del Gobierno para defender las porciones de poder que le quedan en la Legislatura y los municipios que administran. Por momentos la política se resigna a la estrategia del parásito.

Otra vez festeja Milei: “¿No era que peleaban por valores?”, ironiza uno de los armadores libertarios, a quien no para de sonarle el teléfono. Juegan con la casta como gato maula con el mísero ratón.

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Con adversarios jibarizados, desprestigiados y sin ideas, el Presidente puede ilusionarse con reinar en el país de la indiferencia. Se instala la democracia del que más grita, y ahí no hay quien le gane. “No me psicopateen porque me puedo poner más psicópata”, dijo el lunes en una entrevista para responder a quienes lo acusaban por el video falso que circuló en redes para perjudicar a Macri.

El grito da gobernabilidad cuando del otro lado hay vacío. El 30% que sacó Adorni entre el 53% de los porteños habilitados para votar se asimiló en la Casa Rosada a un cheque en blanco.

En los días sucesivos Milei limitó por decreto el derecho a huelga, sin más reacción que bufido por parte de los popes sindicales, cuyo descrédito no encuentra piso. Anunció una relajación de controles para captar los dólares que los argentinos tienen fuera del sistema, que pareció la promesa de crear un paraíso fiscal para quienes no tienen la sofisticación de moverse en refugios del Caribe. “Si tenés cinco palos verdes y querés ir con los crocantes, te vas y te lo gastas, no pasa nada”, dijo el viernes. En la misma nota, con un conductor amigo, justificó sus formas por momentos violentas porque “del otro lado están los orcos, está (José) López con los bolsos y la carabina”. Siempre hay gente que llega tarde.

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Otro gusto que se dio Milei fue confirmar el nuevo régimen para los periodistas acreditados en la Casa Rosada. Es una maraña kafkiana de regulaciones que deja en manos del funcionario la posibilidad de sancionar a quienes incomoden al Gobierno. Qué eslogan se perdió Adorni: “Tus preguntas, mi decisión”. La motosierra de Federico Sturzenegger se rindió a la burocracia de la empleada de Gasalla.

El desprecio al periodismo tuvo un capítulo más oscuro en la marcha de los jubilados del miércoles cuando la Gendarmería detuvo con violencia inusitada a fotógrafos que retrataban los sucesos. El Presidente mantuvo su campaña de “odio” a los críticos, complementada por la indulgencia hacia quienes difunden falsedades en nombre de la revolución libertaria. Todo pelota.

Acaba de dar un paso de gigante en la cruzada de blindar el plan económico a fuerza de votos. Su ascenso atolondrado al poder en 2023 le impidió captar de antemano el instrumento de representación de la derecha, como hizo por ejemplo Donald Trump con el Partido Republicano previo a su primera presidencia. La absorción en curso del Pro y parte del radicalismo busca completar la tarea pendiente.

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Pazo, Caputo, Busili y Adorni, antes de anunciar el nuevo paquete de medidasX @madorni

La hiperactividad y la centralidad de Milei acalla cualquier señal de alarma sobre el futuro. La sustentabilidad del modelo de dólar barato, sueldos pisados y aliento al consumo con ahorros es alimento para futurólogos. El Gobierno vende presente y pide confianza a cambio de estabilidad. Sin eufemismos. Cuando le preguntaron a Luis Caputo cómo podía estar seguro un ciudadano que use plata no declarada de que en el futuro no será perseguido por el Estado, respondió, entre risas: “La forma más directa es votando bien”.


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Operativo Puf: anulan el caso donde se investigaba un supuesto complot kirchnerista para perjudicar al fiscal Stornelli

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La Cámara Federal anuló la causa en que se investigaba un supuesto complot de presos kirchneristas para perjudicar el fiscal Carlos Stornelli y dispuso el archivo del caso.

Los jueces de la Cámara Federal actuaron a instancias de un fallo de la Cámara de Casación de Carlos Mahiques, Javier Carbajo y Daniel Petrone.

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En esta causa, conocida popularmente como el “Operativo Puf”, se investigaba, entre otros, al juez Juan María Ramos Padilla y al diputado Eduardo Valdés.

Eduardo ValdésFernando Massobrio

Se investigó una maniobra para descalificar al fiscal Stornelli, que era quien llevaba adelante la causa de los cuadernos de las coimas contra Cristina Kirchner y exfuncionarios del kirchnerismo.

La decisión puso fin a casi seis años de caso y se dio a continuación de que todas las acusaciones que se realizaron contra Stornelli desde el kirchenrismo fueron desechadas.

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Ahora, la Cámara Federal -a instancias de la Casación- dijo que no estaba claro el objeto procesal. La resolución, firmada por los jueces Eduardo Farah, Pablo Bertuzzi y Leopoldo Bruglia, habla de una falta de una hipótesis delictiva identificable.

El juez Juan Ramos PadillaFiscales. gob.ar

El fiscal Franco Picardi había considerado que las escuchas telefónicas de presos K, utilizadas como prueba en la investigación, eran “ilegales” y no podían ser avaladas.

Picardi aplicó la doctrina del “fruto del árbol envenenado” para solicitar la nulidad y/o exclusión de estas trascripciones.

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El juez de la Cámara Federal Eduardo Farah, quien ya había votado en disidencia por el archivo en marzo de 2021, reiteró que «no se ha identificado a la fecha un objeto procesal claro, en que exista una hipótesis delictiva identificable y concreta“.

Farah enfatizó que la falta de esta “base fundamental constituye un óbice a la pretensión de que se profundice una investigación que, así planteada, carece de un norte específico que le dé sentido y finalidad”.

Dijo el camarista que el caso se apoya en el contenido de las informaciones anónimas que desencadenaron las denuncias.

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Según el magistrado, esta situación refuerza la conclusión de que es “improcedente dar vía favorable a la pretensión de esos actores de mantener abierto un caso judicial”.

Los jueces Pablo D. Bertuzzi y Leopoldo Bruglia adhirieron a esta postura: “Consideramos que este temperamento permite, a su vez, brindar una solución a la controversia suscitada, frente al sistema de reenvíos propuesto por el ad quem que, en el caso, aparece demorando innecesariamente la decisión, en detrimento del derecho del que goza todo imputado a obtener un pronunciamiento que ponga término del modo más rápido posible a la situación de incertidumbre que comporta el enjuiciamiento penal“.

La denuncia del “Operativo Puf” se originó a raíz de las interceptaciones telefónicas hechas por un juez de Lomas de Zamora Federico Villena para conocer los diálogos en prisión del narcotraficante Mario Segovia, conocido como el “Rey de la efedrina”, a raíz de la sospecha de que estaba planificando un atentado con explosivos.

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Villena autorizó el pedido de la AFI para escuchar a Segovia en un teléfono público que usaban otros presos. La AFI lo hizo y se lo reportó al juzgado. Pero también se grabaron conversaciones de otros detenidos, que no estaban en foco en la investigación.

El contenido de esas conversaciones tomó estado público a través de medios de comunicación. En uno de los audios, el diputado Eduardo Valdés le adelanta a Juan Pablo Schiavi, entonces preso, que “va a haber novedades” y le recomienda “quedarse tranquilo”.

“Bonadio, Stornelli, Puf”, asegura, en alusión a que el juez y el fiscal iban a tener problemas. Esa frase fue la que generó el nombre con el que se conoció esta causa.

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Esas escuchas llegaron en un sobre anónimo a manos de las diputadas Paula Oliveto y Mariana Zuvik, que las presentaron en la justicia y se inició el caso, ahora archivado.

El contenido de las escuchas fue admitido como prueba por la propia Cámara Federal, pues en la causa de “La ruta del dinero K” validó la conversación de Lázaro Báez con una mujer cuando le decía que su fortuna no le pertenecía, sino que era de alguien que estaba por encima de él.

Stornelli efectivamente enfrentó múltiples acusaciones que terminaron rechazadas en todos los tribunales y el caso cuadernos está elevado a juicio oral con Cristina Kirchner como la principal imputada.

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Los cuadernos de las coimas,Carlos Stornelli,Conforme a,Los cuadernos de las coimas,,Reto a los jueces. Emplazan al tribunal de “los cuadernos de las coimas” para que agilice el juicio contra Cristina Kirchner,,Sin vuelta atrás. Los cuadernos de las coimas: convocan a una audiencia clave para iniciar el juicio contra Cristina,,Bajo agua. Un país que muestra la extrema pobreza en infraestructura que no soporta ni la lluvia, ni el frío o el calor

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La CGT marchó casi a reglamento, con menos gente que la esperada y algunos guiños al Gobierno

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Antes de la marcha de San Cayetano, en la CGT había entusiasmo por la posibilidad de protestar en la calle contra el Gobierno y algunos dirigentes coincidían en un pronóstico con tono de advertencia: “Vamos a mover a toda nuestra gente”. Sin embargo, la postal que dejó la movilización del 7 de agosto no estuvo a tono con ese vaticinio. Hubo mucha gente, pero no fue la cantidad esperada. Y sólo un puñado de sindicatos que pertenecen a la CGT se destacó por el número de manifestantes.

Sin embargo, para la cúpula cegetista el balance fue positivo. En diálogo con Infobae, uno de sus líderes dijo: “Cumplimos lo que nos habíamos propuesto. No era nuestra marcha, sino que nos sumamos a la que organizaron los movimientos sociales. Pero fuimos todos los que teníamos que ir, llevamos mucha gente y sacamos un documento para fijar nuestra posición».

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Lo cierto es que la participación de la CGT se fue deshilachando con el correr de los días. La propuesta de adherir a la marcha fue aprobada el 21 de julio por la mesa chica ampliada, pero, en el fondo, se pareció más a un recurso para contener a los sectores duros que presionaban por otro paro general contra el Gobierno.

La columna de la CGT caminó una cuadra hasta la Plaza de Mayo (Foto: Jaime Olivos)

Al comienzo, la expectativa era que los sindicatos enviaran manifestantes para que marcharan desde Liniers con los movimientos sociales, que organizan esta movilización a partir de 2016 para reclamar por más trabajo, pero luego hubo un viraje: la CGT se concentraría en Diagonal Sur y Perú para caminar una cuadra a Plaza de Mayo.

El cambio se produjo, como anticipó Infobae, por el temor de que algunos sectores radicalizados increparan a la dirigencia de la CGT para exigirle un paro nacional.

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Aún está fresco el traumático recuerdo de lo que sucedió en marzo de 2017, durante el gobierno de Mauricio Macri, cuando la conducción cegetista de entonces (casi igual a la de hoy) realizó un acto de protesta y no precisó cuándo haría una huelga general, lo que provocó la reacción de un grupo que reclamó que le pusieran fecha al paro e increpó al triunvirato que lideraba la CGT (Héctor Daer, de Sanidad; Carlos Acuña, de estaciones de servicio, y Juan Carlos Schmid, de Dragado y Balizamiento), que tuvo que bajarse del palco entre insultos y empujones de la gente para refugiarse en el Sindicato de Comercio. En los incidentes se robaron el atril con el logo de la CGT.

Gerardo Martínez, en la marcha de San Cayetano (Foto: Jaime Olivos)

Ahora, algunos sindicalistas temían la explosiva combinación que se iba a dar en la calle de sectores críticos y hostiles hacia la CGT como La Cámpora, gremios combativos y expresiones de izquierda.

Por eso pasaron de la idea inicial de caminar 15 kilómetros entre Liniers y Plaza de Mayo a recorrer 100 metros hasta donde finalizaría la marcha. Para tener mayores garantías, incluso, los dirigentes de la CGT sólo estuvieron 2 o 3 horas, se acomodaron sobre la calle Hipólito Yrigoyen, cediendo la ubicación principal del acto, y se retiraron antes de que se leyera el documento.

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Esa declaración incluyó duras críticas a las políticas del Gobierno y al estilo presidencial, como cuando señala que “la descalificación, el agravio y la violencia verbal son incompatibles con la democracia y el necesario debate de ideas”. Pero el texto también tiene guiños a la administración libertaria con apelaciones al diálogo y la búsqueda de consensos (a lo que apuestan los líderes cegetistas al participar del Consejo de Mayo).

Hugo y Pablo Moyano, sólo unidos en la pancarta de Camioneros

“Creemos en el diálogo social como herramienta clave y eje central en la búsqueda de consensos que posibiliten la puesta en marcha de políticas superadoras para dejar atrás una crisis que venimos soportando desde hace años y que golpea inequitativamente a la gran mayoría de nuestra sociedad”, afirma el documento, que seguramente no conformó al ala dura de la CGT, que no quiere dialogar con el Gobierno y busca desgastarlo a fuerza de paros.

Entre quienes redactaron el texto figura Gerardo Martínez (UOCRA), del ala dialoguista de la CGT, miembro del Consejo de Mayo y partidario de negociar con Milei para impedir que se avance con una reforma laboral que pondría en peligro al sindicalismo, entre otros puntos.

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Más allá de estos matices, lo que mostró la CGT en la calle este jueves fue un muestrario de datos sugestivos.

Algunos de los sindicatos que llevaron más gente fueron Camioneros, UOCRA, UPCN, UDA y los integrantes de la Confederación Argentina de Trabajadores del Transporte (CATT), encabezados por Juan Carlos Schmid y Juan Pablo Brey, junto a ATE y los miembros del ultraopositor Frente de Lucha por la Soberanía, el Trabajo Digno y los Salarios Justos, entre otros. Pero, como se preveía, impactó la capacidad de movilización de la Unión de Trabajadores de la Economía Popular (UTEP), el gremio de los movimientos sociales que lidera Alejandro Gramajo y que organizó la marcha.

Sergio Romero, de UDA, en la marcha de San Cayetano

En materia de concurrencia de dirigentes, hubo falta con aviso del cotitular de la CGT, Héctor Daer, que este mismo 7 de agosto tuvo comicios en su sindicato, ATSA Buenos Aires, donde no compitió por una nueva reelección.

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En la columna principal de la CGT hubo sindicalistas de perfil más bajo que pasaron a una ubicación destacada, como Cristian Jerónimo (vidrio), Maia Volcovinsky (judiciales) y Jorge Sola (seguro), cuyos nombres, casualmente (o no), circulan como posibles miembros del triunvirato cegetista que se elegiría en el congreso de renovación de autoridades, en noviembre próximo.

El Frente Sindical estuvo presente en la marcha de San Cayetano

La nota destacada la dio Hugo Moyano, por primera vez en mucho tiempo en la columna principal de la CGT, flanqueado por Gerardo Martínez y por Octavio Argüello (Camioneros), el único cotitular cegetista presente en la marcha (además de Daer, tampoco estuvo Carlos Acuña). Detrás del líder sindical estuvo en todo momento su hijo menor, Jerónimo, mencionado como el candidato de Camioneros para la Secretaría de la Juventud de la CGT.

A quien nadie vio en la marcha es a Pablo Moyano, quien había convocado a movilizarse desde un video con ruido ambiente de una cancha de fútbol y vestido con una campera que lleva el escudo del club Camioneros, del que es presidente. ¿No habrá querido cruzarse con su padre, con quien está peleado? ¿O estará concentrado en el partido que su equipo jugará el sábado con Deportivo Paraguayo por el torneo de la Primera C?

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Milei y Petro vuelven a acercarse luego de meses de frialdad y distancia

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Lejos, muy lejos, parecen haber quedado aquellos intercambios de insultos y descalificaciones, moneda corriente en aquellos tumultuosos primeros meses de gestión, con Javier Milei en la Casa Rosada y Gustavo Petro como presidente de Colombia. Hoy, ambos países dieron un nuevo paso hacia la reconciliación, al menos en lo que hace al vínculo político y económico bilateral.

Este jueves, el flamante embajador de Colombia en el país, José Roberto Acosta, encabezó los festejos por el aniversario número 206 de la independencia de Colombia. Debajo de un retrato de Simón Bolívar en la sede diplomática en Buenos Aires, Acosta contó que el canciller Gerardo Werthein le había dado, en tiempo récord y el día anterior, su plácet para desempeñarse como embajador. Con gracia, afirmó que las relaciones entre ambos países son “sólidas y fraternas” y que no hay “twitter que nos pueda separar”, en referencia a las redes sociales, a las que son tan afectos ambos presidentes, separados por un océano ideológico, pero unidos –al parecer- por un pragmatismo a prueba de batallas culturales.

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Nadie quiso recordar que, a fines de marzo de 2024, Milei había tildado de “terrorista asesino” a Petro por su participación en organizaciones guerrilleras de izquierda durante su juventud. Declaraciones que derivaron en la expulsión de los diplomáticos argentinos de Bogotá. Tampoco nadie mencionó que el colombiano calificó de “neonazi” al presidente argentino y luego dijo, en diciembre y en una entrevista con Clarín, que Milei era un “potencial dictador”, que sus discursos eran “anacrónicos”, y que su discurso en el G20 de Río de Janeiro había sido “más aplaudido” que el de su par argentino.

Intentando una vuelta de página, el nuevo embajador colombiano habló de “fortalecer” una “relación de hermanos”, citó el histórico encuentro entre San Martín y Bolívar, y hasta reconoció que el himno argentino le parece “emocionante”. Lo escuchaban, en primera fila, el secretario de Relaciones Económicas Internacionales de la Cancillería, Fernando Brun, y su jefe de gabinete, Marcelo Lucco, enviados del canciller Werthein a la celebración, y parte de una concurrencia dónde se destacaron diplomáticos de Chile, Paraguay, Brasil, Cuba, la Unión Europea, Marruecos, entre otros.

“Nos unen recuerdos como el 5 a 0 en la cancha de River, que nunca vamos a olvidar”, bromeó el embajador en relación a aquel partido en las eliminatorias mundialistas de 1993 que terminó en goleada para los colombianos. “Esto es pragmatismo, un trabajo bien hecho”, sostuvieron voces de la diplomacia argentina, dejando de lado las antiguas-y profundas- rencillas.

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No se trata de la primera vez que Petro y Milei intentan recomponer sus ásperos vínculos, que tienen como antecedente un solo saludo, a medias e informal, en esa reunión del G20 en Brasil. Luego de llamar a consultas a su embajador en el país, Camilo Romero, Petro le ordenó al diplomático que regresara a Buenos Aires. “Debe haber un acuerdo básico de civilidad”, dijo Romero a cuando volvió al país, en abril de 2024, con la intención de calmar las aguas.

Pero su estadía en la Argentina duró unos pocos meses, ya que en febrero de este año renunció al cargo, con el objetivo de ser candidato a presidente en 2026, año en el que Petro culminará su mandato. Por el lado argentino, Mario Raúl Verón Guerra continúa siendo el embajador en Bogotá desde mayo de 2024, cuando reemplazó a Gustavo Dzugala, quien pagó los platos por el conflicto entre ambos presidentes.

Milei y Petro, que duda cabe, siguen perteneciendo a mundos distintos. Aliado del norteamericano Donald Trump y del premier israelí Benjamín Netanyahu, el presidente argentino tiene como uno de sus slogans luchar contra los “comunistas” como Petro, quien sostiene un buen vínculo con la Venezuela de Nicolás Maduro y tomó partido por los palestinos en el conflicto de Medio Oriente, además de que suele polemizar con Washington.

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Los más de cien mil colombianos que viven en Argentina, y sobre todo la necesidad de expandir las puertas del comercio parecen haber sido razones suficientes para no alimentar más el conflicto y deponer las armas, al menos por ahora.


había tildado,cuando volvió,Jaime Rosemberg,Conforme a

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