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¿Lamentará Cristina Kirchner la “proscripción” de Marine Le Pen?

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Antes de que la Corte Suprema termine de una buena vez de condenar a Cristina Kirchner por administración fraudulenta del Estado para que vaya presa y se le aplique la inhabilitación perpetua a ocupar cargos públicos (lo más probable es que esto suceda, aunque no se sabe cuándo), la ultraderechista Marine Le Pen acaba de ser sentenciada en Francia a cuatro años de prisión, es decir dos menos que la expresidenta argentina, por malversar fondos europeos.

Cristina Kirchner repitió mil veces que a ella la Justicia la perseguía por las medidas progresistas que adoptó como presidenta y que ese es el infortunio, la cruz de los líderes del campo nacional y popular. El caso Le Pen termina de estropear esa línea argumental, que ya venía roída por presidentes que marcharon presos por corruptos como el peruano Alberto Fujimori, no precisamente un progresista.

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Le Pen dijo ayer lo mismo que dice Cristina Kirchner, que el fallo es político, que lo que buscan es proscribirla. “No hay enriquecimiento personal ni corrupción ni nada de eso”, declaró a la cadena de televisión TF1. Como suele hacer Cristina Kirchner, Le Pen evitó el tema verdadero: no se la está condenado por enriquecimiento, nadie había dicho eso, sino por malversación de fondos públicos, que es otro delito, otra manera de corrupción.

Ambos casos, el de la expresidenta, líder del peronismo (según su autopercepción) de izquierda, y el de la heredera de la ultraderecha fascista y antisemita de Francia que rompió con su padre, reconfiguró la fuerza, la pulió y consiguió ponerla más arriba que nunca, tienen parecidos y diferencias que vale la pena analizar.

El lunes a Le Pen no se le prohibió ocupar un cargo hasta la eternidad sino por cinco años. Sin embargo, esta parte del castigo está llamada a tener gran impacto sobre ella, sobre su partido y sobre la política francesa debido a que su plan era presentarse a las elecciones presidenciales de 2027, para las cuales los encuestadores le pronosticaban un lugar en el balotaje, es decir, aseguraban que habría estado entre los dos primeros. Nadie le atribuye a Cristina Kirchner posibilidades de volver a ganar una elección presidencial, pero su capacidad de intervenir en la dinámica política argentina sigue siendo considerable dado que conserva la posición de principal líder política de la principal fuerza de oposición.

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Los delitos cometidos por Le Pen consistieron en una malversación de contratos laborales por el equivalente a tres millones de dólares. Su partido francés se quedaba con los euros que percibían doce asesores en el Parlamento Europeo. Los delitos de Cristina Kirchner son por favoritismo de obra pública santacruceña en contratos por 1100 millones de dólares. Si se hace la comparación por montos la líder argentina podría convertir a la francesa en una traviesa ejecutora de picardías administrativas.

Pero la diferencia más interesante atañe a algo que en nuestro país se discute casi a diario en cada esquina, una cuestión que involucra de lleno la confianza de la ciudadanía en la Justicia y, por extensión, en las instituciones: por qué una política a quien los jueces condenaron en dos instancias sucesivas por robar los dineros del Estado que se le dieron para que administrara sigue manejando, en parte notable, los hilos de la política, preside el mayor partido del país, controla el Senado con una primera minoría cercana a la mayoría absoluta, tiene la llave para obstruir o digitar, entre otras cosas, la designación de nuevos jueces y amenaza con presentarse una vez más a cargos electivos inferiores que le darán fueros, es decir inmunidad. Ahora mismo ella tiene la posibilidad de terciar en la integración de la Corte Suprema que debe pronunciarse en forma definitiva sobre su libertad.

Si bien Le Pen puede apelar su condena, y lo hará, el tribunal que la juzgó dispuso que la parte referida a la prohibición de ocupar cargos públicos empiece a regir de inmediato. Se trata de una medida de “ejecución provisional” solicitada por la fiscalía, sólo reversible si se confirma un fallo de segunda instancia favorable a Le Pen antes de las próximas elecciones. Justo lo inverso de lo que sucede acá, donde Cristina Kirchner fue condenada por el tribunal oral en lo federal N° 2 en diciembre de 2022 y por la Cámara Federal de Casación Penal en noviembre de 2024 por hechos ocurridos entre 2003 y 2015, pero hasta que la Corte no se pronuncie seguirá beneficiada con el principio de inocencia.

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Los juristas darán sus razones, pero que haya seguido ejerciendo la vicepresidencia de la Nación quien fue condenada por defraudar a la administración pública suena raro. Por lo menos a los oídos de muchas personas de a pie que se rigen primero que nada por el sentido común.

Desde ese lugar, también, quizás deba actualizarse una pregunta nunca bien contestada: ¿para qué querían la plata los Kirchner? El caso Le Pen significa al parecer desvío de dinero para uso partidario, lo cual renueva este intríngulis porque más de una vez los kirchneristas pretendieron así justificar a sus jefes: el dinero no era para su enriquecimiento sino para hacer política, causa noble si las hay. Hasta los jueces electorales son más benévolos cuando se trata del financiamiento de la política. Por algo algunos empresarios procesados de la causa Cuadernos intentaron hacer pasar sus coimas -al cabo sin éxito- por aportes de campaña.

Los ridículos tiempos de la justicia argentina están hoy tan naturalizados que la perdurabilidad del caso Skanska, el primero de la corrupción kirchnerista, ahora no escandaliza a nadie. Lleva veinte años en tribunales yendo para adelante y para atrás. Varios de los protagonistas de la causa quedaron definitivamente exentos de la posibilidad de ser condenados algún día debido a que se murieron.

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Hay quienes erróneamente creen que la cantinela del “lawfare” fue la manera excluyente de Cristina Kirchner de explicarle al público por qué jueces y fiscales la persiguen. En verdad ese argumento, que se estrenó hace no más de seis años, hoy languidece. El neologismo “lawfare”, supuesta confabulación de jueces y medios de comunicación digitados por los poderes “verdaderos” para acabar con los líderes progresistas, cada vez sale menos seguido de la boca de la expresidenta. Ella ahora prefiere ser percibida como Le Pen, una víctima de proscripción a secas.

Más de media docena de explicaciones kirchneristas sobre la corrupción se contabilizan desde Skanska. No han sido secuenciales ni metódicas. A veces se repone un viejo argumento. Las superposiciones abundan. No hay una línea continuada basada en la inocencia. Los argumentos más bien son en formato contraataque. Una síntesis:

1) “Corruptos somos todos”. Relativismo moral en estado puro. Solía atribuírsele pareja calidad de pecador a Mauricio Macri (“¿Y Macri?”, era el latiguillo). Tras el escándalo $LIBRA, Macri fue sustituido por Milei. En un comunicado de hace diez días, Cristina Kirchner dijo que ella no es abusadora sexual, alusión a Donald Trump, ni hizo una criptoestafa.

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2) “Los corruptos son los empresarios”. Doctrina originaria. Viene de cuando vio la luz el caso Skanska, “un asunto entre privados” decía el entonces jefe de Gabinete de Néstor Kirchner, Alberto Fernández (Milei copió esta frase hace poco para hablar de Libra). Años más tarde, frente a los bolsos de José López y al caso Odebrecht, Cristina Kirchner también puso el foco en la necesidad de que la Justicia investigue a los empresarios que coimearon, no tanto a los funcionarios.

3) “Nos acusan porque con nuestras medidas revolucionarias tocamos sus intereses”. Las causas por corrupción habrían sido inventadas en revancha por las medidas que el kirchnerismo tomó en favor del pueblo y en contra de los grandes capitales, como la que se le ocurrió al vicepresidente Amado Boudou, la estatización de las AFJP. Por alguna razón, Cristina Kirchner abandonó luego este argumento y no volvió a mencionar a su segundo vicepresidente.

4) “El juez Claudio Bonadío me odia”. La ex presidenta repitió durante años esta acusación. Hablaba de la arbitrariedad de un único juez federal, curiosamente el que tenía mayor pasado peronista (exmilitante de Puerta de Hierro, nombrado juez por Menem). A medida que se multiplicaron y complicaron las causas en manos de otros jueces y fiscales, incluso antes de la muerte de Bonadío (2020), la teoría de que todo se debía a un sujeto malvado cayó en desuso.

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5) “La corrupción no existió, nunca se probó nada”. Ha sido una argumentación por demás curiosa, dado que fue aplicada no sólo respecto de causas profusas en elementos probatorios y testimonios incontestables como la de los cuadernos, sino que fue dicha sobre la causa Vialidad, la del magistral alegato del fiscal Diego Luciani, en la que Cristina Kirchner ya resultó condenada dos veces con la misma pena. Ella arguyó que ninguna prueba la vincula con las decisiones sobre la obra pública santacruceña y le cargó el fardo al jefe de Gabinete, de quien dijo con ironía que los jueces debían investigarlo. La entonces vicepresidenta se refería a su compañero de fórmula, invento suyo, el presidente Alberto Fernández.

6) “El dinero de la corrupción no es pecaminoso porque está destinado a financiar la política”. He aquí, finalmente, la sacralización del acto corrupto. El periodista K Hernán Brienza fue quien expresó esta teoría con más claridad. Escribió en Tiempo Argentino: “La corrupción –aunque se crea lo contrario- democratiza de forma espeluznante a la política. Sin la corrupción pueden llegar a las funciones públicas aquellos que cuentan de antemano con recursos para hacer sus campañas políticas. No hay que ser ingenuos. Sólo son decentes los que pueden ‘darse el lujo’ de ser decentes. Sin el financiamiento espurio sólo podrían hacer política los ricos, los poderosos, los mercenarios”. Tal vez deberían decírselo a Marine Le Pen para levantarle el ánimo.

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Llamado a la unidad y rechazo a la reforma laboral, el mensaje de la CGT en el cierre de año

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La Confederación General del Trabajo (CGT) cerró el año con un mensaje en redes sociales orientado a reforzar la unidad del movimiento obrero y a reafirmar su rechazo a la reforma laboral impulsada por el Gobierno de Javier Milei. “No es un año más; es un año que nos necesita más unidos”.

En el mensaje, la central planteó que el inicio del nuevo año estará marcado por desafíos que requieren mayor compromiso y organización colectiva.

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La CGT también remarcó que lo que está en juego no se reduce a una discusión normativa, sino que involucra condiciones de vida, empleo y expectativas de futuro para los trabajadores y sus familias. La consigna apuntó a consolidar la unidad como herramienta frente a un contexto adverso.

Un mensaje político de fin de año

En el video difundido, la CGT planteó que comienza un año de desafíos que requiere un esfuerzo colectivo mayor.

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“Un nuevo año, no es un año más; es un año que nos necesita más unidos para defender la fuerza del trabajo y los derechos conquistados con décadas de lucha. Derechos que no son números: son personas, familias y futuro”, comienza el video.

El mensaje por fin de año de la CGT en redes sociales (Foto: Captura de X/@cgtoficialok).

Luego plantea que desde el sindicalismo y desde la política, “este año se enfrenta con unidad, organización y lucha colectiva”.

En su cuenta de la red social X, la CGT acompañó el video con un mensaje hacia el interior del movimiento obrero, pero también hacia el peronismo. “Empieza un año de desafíos, un tiempo que exige más compromiso, más organización y más unidad. Lo que está en juego son los derechos construidos con décadas de lucha, son familias, trabajo y futuro”.

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La reforma laboral como eje de conflicto

El posicionamiento de la central obrera se inscribe en una estrategia más amplia frente al proyecto de reforma laboral. La CGT busca apoyos políticos para frenar la iniciativa que ingresó el oficialismo en el Senado.

El Gobierno descartó abrir una instancia formal de negociación y relativizó el impacto de las acciones gremiales, pero aseguró que si la cúpula de la central obrera pide una reunión estaría dispuesto a recibirla.

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La CGT viene de impulsar una movilización el 18 de diciembre y anunció la posibilidad de un paro nacional para el día en que la Cámara Alta trate la reforma. Desde el Ejecutivo reconocieron que intentarán evitar enfrentamientos si se concreta una nueva protesta.

Si bien celebró la decisión oficial de postergar el tratamiento del proyecto en el Senado hasta febrero, advirtió que, de avanzar sin consensos, la iniciativa podría terminar judicializada. Desde la conducción sindical atribuyeron la postergación a la presión gremial, al trabajo político previo y a la falta de votos suficientes, aunque aclararon que la discusión de fondo sigue abierta y que la estrategia de diálogo y movilización continuará en el nuevo año.

CGT, reforma laboral

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Según una encuesta, el 41% de los argentinos apoyaría a Milei en un intento de reelección en 2027

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A dos años de su llegada a la Casa Rosada, el presidente Javier Milei conserva altos niveles de aprobación: el 42% de los argentinos hace un balance positivo de la primera mitad de su mandato y el 50% de los argentinos se muestran confiados en que el 2026 será un año mejor para el país. En este contexto, un 41% de la sociedad afirma que apoyaría la reelección de Milei en 2027.

Los datos surgen de una reciente encuesta de la consultora Poliarquía, a cargo de Alejandro Catterberg y Eduardo Fidanza. Según el estudio, aunque se trata de un grado de apoyo elevado, el respaldo a un segundo mandato del libertario es inferior al de la otra administración no peronista que lo precedió: en 2017, el 51% apostaba por una reelección del expresidente Mauricio Macri.

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Por entonces, solo un 39% rechazaba la posibilidad de que el titular de Pro renovara su mandato como jefe de Estado, una proporción que en el caso del líder de La Libertad Avanza trepa al 48%. El 11% restante aún no definió su postura respecto de una eventual postulación del economista en 2027 y, en los próximos dos años, el Presidente enfrentará el desafío que sumar su apoyo. En una entrevista con , el presidente de la Cámara de Diputados, Martín Menem, confirmó que el partido ya trabaja por la reelección de Milei.

Tienen un antecedente prometedor en los comicios de medio término de octubre pasado, en los que el oficialismo logró imponerse a nivel nacional con el 40,7% de los votos. Además, se impuso en 15 distritos. E incluso logró anotarse un triunfo en la provincia de Buenos Aires, donde había caído ante Fuerza Patria por una diferencia de 13 puntos en los comicios locales del 7 de septiembre.

El presidente argentino Javier Milei celebra tras ganar las elecciones legislativas de mitad de período en Buenos Aires, Argentina, el domingo 26 de octubre de 2025. (AP Foto/Rodrigo Abd)Rodrigo Abd – AP

La economía fue un pilar clave para apuntalar ese triunfo, según señala el informe de la consultora. El 45% de los consultados considera a la gestión en esta área como el principal logro del Presidente. Le siguen seguridad (15%) -lo que explicaría, al menos de manera parcial, el apoyo que recibió la exministra Patricia Bullrich para el Senado- y Justicia (8%). La principal deuda, en cambio, es la inversión en obras públicas, un reclamo que se acentúa entre los votantes de la oposición que apoyaron a Sergio Massa en 2023.

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Con todo, este mes, la aprobación a la gestión de Milei se ubicó en 54%, por encima -según Poliarquía- de los niveles de octubre, cuando se desarrolló la contienda por la renovación del Congreso. Por entonces, el rechazo rondaba el 50% y superaba el nivel de respaldo, una tendencia que logró revertirse después de los comicios nacionales. Las percepciones negativas cayeron al 44%.

Se trata, de todos modos, de niveles de aprobación muy bajos respecto de diciembre de 2023, cuando recién se inauguraba su presidencia y solo el 28% rechazaba su mandato.

La aprobación presidencial repuntó después de las elecciones legislativas del 26 de octubre, pero está muy por debajo de los niveles de diciembre de 2023Poliarquía Consultores

El estudio de Poliarquía también exhibe una recomposición anímica respecto de 2023, un fenómeno que contrasta con el retroceso en la aprobación presidencial. En octubre de ese año, para fines de la gestión de Alberto Fernández -hoy investigado por corrupción y violencia de género-, predominaban sentimientos negativos como preocupación, decepción e incertidumbre. Ahora, a dos años del triunfo libertario en las elecciones presidenciales, la esperanza y la tranquilidad ganaron centralidad en el humor social.

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Es un fenómeno que se refleja también en los números: el 51% de los argentinos consultados cree que la situación general del país mejoró desde la asunción de Milei y casi la misma proporción estima que esa evolución se profundizará en 2026. Solo el 29% cree que la coyuntura nacional empeorará el próximo año.


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Solo 11 leyes sancionadas, vetos y tensión entre oficialismo y oposición: los números del Congreso en 2025

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El Congreso de la Nación cierra un 2025 muy marcado por la estrategia del oficialismo y la oposición. La Libertad Avanza buscó durante todo el año sostener alianzas que venían “golpeadas” por promesas incumplidas y, con eso, apostar a aguantar el embate de la oposición que luego del primer año libertario -en donde se mostró dialoguista- empezó a moverse en busca de alianzas “temáticas” para contener el avance de un Gobierno que -aún con minoría parlamentaria- mostró un modelo de hacer política desprejuiciado y poco común para los parámetros del Palacio Legislativo.

En este esquema, mientras el Poder Ejecutivo seguía con su política de “acelerar en las curvas”, el Congreso trabajó durante el 2025 con el “freno de mano”, lo que tuvo como consecuencia uno de los peores años en lo que se refiere a la sanción de leyes. En los números fríos de las estadísticas el Congreso 2025 cerró su período de sesiones con 11 leyes aprobadas, 7 vetos del Poder Ejecutivo y 5 DNU rechazados.

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Según el relevamiento que realizó el sitio web especializado Directorio Legislativo, en el 2025 que tuvo 52 semanas se realizaron 22 sesiones. Pero lo que muestra que los libertarios fueron con el freno de mano y que a la oposición le costó encontrar puntos de encuentro fue que el 50 % de las veces que se abrió el recinto fue por sesiones especiales, es decir, a pedido de los legisladores y no por la propia agenda parlamentaria.

Esto fue consecuencia de la estrategia libertaria que decidió cerrar las comisiones, lo que obligó a la oposición a tener que realizar emplazamientos para poder ir a debatir los temas. Esto generó una dificultad mayor para el tratamiento parlamentario ya que la oposición necesitaba abrir el recinto para obligar a abrir las comisiones que comanda el oficialismo e hizo que el camino para la aprobación de una ley se hiciera mucho más largo.

A la hora de explicar el por qué de esta baja producción legislativa -la menor en los últimos 10 años- un diputado opositor hizo referencia a lo difícil que fue el proceso parlamentario. «Primero hay que juntar el número para abrir el recinto, después los votos para emplazar a la comisión. Ir a la comisión y obtener dictamen, volver a conseguir los 129 diputados para tener el quórum e ir al recinto, los votos para aprobarlo. Ir al Senado, pasar por el mismo proceso; para que el Ejecutivo lo vete y empezar todo de nuevo“.

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Esta estrategia parlamentaria que impulsó La Libertad Avanza que significó un freno importante a la actividad parlamentaria y que incluyó el cierre de las comisiones -hubo 20 emplazamientos a las comisiones solo en Diputados en 2025, un récord histórico– también quedó reflejada en las autorías de las leyes que se trataron y aprobaron.

En 2025 el Congreso sancionó 11 leyes, de las que 3 son acuerdos internacionales que habían quedado pendientes de la presidencia de Alberto Fernández, y ocho iniciativas las cuales fueron todas presentadas por los bloques de la oposición y varias fueron vetadas por el Ejecutivo. En este esquema aparecen la declaración de emergencia en Bahía Blanca, dos aumentos para jubilaciones, la Emergencia en Discapacidad (votada 4 veces), la modificación a los aportes del Tesoro de la Nación a las provincias, el financiamiento de universidades nacionales (votada 4 veces), la Emergencia en Salud Pediátrica y la Ley Nicolás.

Uno de los pocos movimientos que impulsó el oficialismo en el período de sesiones ordinarias fue la designación de jueces de la Corte Suprema de Justicia. En abril de este año el Senado rechazó los pliegos de los 2 candidatos del Ejecutivo para el Máximo Tribunal de Manuel García-Mansilla, que primero asumió en comisión vía un Decreto presidencial y luego renunció, y Ariel Lijo. Ninguno de los magistrados obtuvo el acuerdo del Senado y eso dejó sin efecto la única decisión parlamentaria que empujó la administración de La Libertad Avanza durante el período de sesiones ordinarias en el 2025.

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