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Subte: cierra una estación de la línea A desde este lunes 20 de octubre

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Desde este lunes 20 de octubre, la estación Loria de la línea A de subte estará cerrada por al menos tres meses. Así será como parte del Plan de Renovación Integral de Estaciones de la empresa Subterráneos de Buenos Aires S.E (SBASE).

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Con este cierre temporal, buscan mejorar la infraestructura y la experiencia de los pasajeros que usan el servicio.

La estación Loria estará cerrada por al menos tres meses. (Foto: Gobierno de la Ciudad)

Qué otras estaciones de subte permanecen cerradas

También están cerradas otras estaciones como las de Río de Janeiro, Carlos Gardel, Uruguay, Plaza Italia y Agüero.

En total, ya se hicieron remodelaciones en 11 estaciones: Castro Barros, Lima y Acoyte (Línea A); Pueyrredón y Pasteur-AMIA (Línea B); San Martín (Línea C); Bulnes, Facultad de Medicina, Scalabrini Ortiz y Palermo (Línea D); y Jujuy (Línea E). También se renovaron 13 paradores del Premetro.

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A su vez, se espera que en las próximas semanas sean remodeladas Piedras y Congreso (Línea A); Malabia (Línea B); y Tribunales (Línea D).

Por otro lado, se lanzaron licitaciones para renovar Medrano y Ángel Gallardo (Línea B), Lavalle e Independencia (Línea C) y General Urquiza y Entre Ríos (Línea E).

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línea A, Subte, Transporte público, TNS

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Cómo era tener Síndrome de Down en la Edad Media

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Apoyados en esa extendida creencia sobre cómo el medievo fue una época oscura, sucia y de escasos avances tanto a nivel científico como social, enfrentarnos a la duda sobre cómo era tener Síndrome de Down en la Edad Media puede empujarnos fácilmente a una idea equivocada. Es muy probable que, salpicados por los mitos e inexactitudes de aquella época, motivados por siglos de literatura y cine de escaso rigor histórico, acabemos virando hacia ideas como la crueldad, el abandono o la ridiculización de las personas con Trisomía 21.

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Analizar el día a día de una persona con Síndrome de Down entre los siglos V y XV está lejos de ser una tarea fácil porque, a diferencia de otras condiciones como la lepra o la peste, el rastro histórico de la Trisomía 21 es mucho menor. Sin embargo, acercarnos a ello desde una perspectiva artística, teológica, folclórica y arqueológica, arroja una idea muy distinta a la que probablemente nos vemos empujados de primeras por culpa de la cultura popular. Fenómenos como el Changeling y el Fatuus Naturalis ofrecen una respuesta mucho más clara hacia esa pregunta inicial. 

El Síndrome de Down desde una perspectiva arqueológica

Lo que debemos hacer en primer lugar es abandonar cualquier idea preconcebida sobre el Síndrome de Down que tengamos a día de hoy. Los genetistas y la medicina científica no nos explicó hasta 1959 que la Trisomía 21 se debía a la presencia de un cromosoma 21 extra que derivaba en una discapacidad intelectual y ciertos rasgos físicos característicos. Sus condiciones, en cualquier caso, siempre han estado ahí. 

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Y lo estaban, como mínimo, desde hace 15.000 años, cuando los análisis de ADN y esas mismas características óseas nos han dado a conocer el pasado de esta condición. Es precisamente a través de esos ritos funerarios desde donde podemos realizar un primer acercamiento hacia cómo era tener Síndrome de Down en la Edad Media. La clave está en dos tumbas tan alejadas entre sí de forma física como por el tiempo. 

Down Art 4

La primera, de Navarra, nos lleva hasta el año 800 a.C. La segunda, de Finlandia, hasta el 1720 posterior al medievo. Pese a las evidentes diferencias entre una y otra, en ambas se refleja un entierro completamente normal bajo los estándares de la época. Un trato honorífico en el caso de la tumba navarra de la Edad de Hierro y un rito cristiano estándar en la del postmedievo finlandés, reflejando así que hubo una continuidad histórica que no entendía de fronteras en el trato que se les daba a las personas con Trisomía 21.

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En ambos casos se muestra un cuidado por parte de su familia y comunidad que difiere mucho de esa idea de rechazo y aislamiento social que, muy probablemente, traíamos preconcebida antes de empezar a leer este texto. Lo que nos dicen los pocos escritos de la Edad Media que se acercan al Síndrome de Down van exactamente por esa misma línea. No eran parias ni mucho menos porque, de hecho, se les reconocía como les enfants du Bon Dieu, los hijos del Buen Dios. 

Entre dioses y hadas

En una época en la que salirse de la norma entrañaba preguntas para las que la ciencia aún no tenía respuestas, la teología ataba cualquier desgracia que pudiese ocurrir en una familia como un castigo divino. Sin embargo, las personas con Síndrome de Down estaban exentas de una perspectiva similar. Aquellos hijos con una capacidad intelectual distinta eran los inocentes, los benditos, porque incluso antes de ser bautizados ya mostraban rasgos de pureza que, por no tener pleno conocimiento, les alejaban de cualquier pecado. 

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Que los historiadores aún debatan sobre cómo algunos ángeles de la pintura de la época parecen mostrar signos característicos de la Trisomía 21, con cabezas más grandes de lo normal, o rasgos viejos para su condición de querubín, es el ejemplo perfecto de hasta dónde llegaba esa perspectiva. 

Down Art 2

El caso del ángel de San Valentín, hoy asociado al amor, en la época se rezaba por aquellos castigados por la epilepsia o cualquier otra condición intelectual, y a menudo aparecía representado por características que fácilmente pueden acercarse a esas condiciones físicas que hoy inevitablemente relacionamos con el Down. 

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La idea de acercar el Síndrome de Down a Dios permitía a los familiares de una persona con esa condición no sólo alejarse de ese miedo al pecado y el posterior castigo divino, también ofrecían un consuelo. Con su manutención no se estaban enfrentando a una carga, sino a la obra caritativa que suponía el cuidado de un bendito. 

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Sin embargo, sería estúpido quedarnos sólo en ese escenario idílico coronado por San Valentín. Es muy probable que muchos niños con Síndrome de Down vivieran episodios mucho más crudos por culpa de su condición. Aunque la norma parece indicar que se iba en esa dirección, también había otras realidades menos esperanzadoras. El mito del Changeling era, sin duda alguna, el principal impulsor de esos episodios. 

Del Changeling al Fatuus Naturalis

Sabemos que el acercamiento a la religión era muy distinto dependiendo del lugar y la clase social también en aquella época y, lamentablemente, el sambenito de la culpa y el pecado oculto no era una excepción. Especialmente en zonas del norte de Europa, con relatos de Alemania y Escandinavia a la cabeza, el folclore ofrecía un alivio moral para quienes se vieran envueltos en un caso relacionado con el Síndrome de Down. 

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Change

Lo que sostiene el Changeling es que aquél niño, fruto de esa culpa y pecado, en realidad no era de la familia. Los culpables eran hadas, elfos o demonios que, en busca de hermosos bebés, robaban a los recién nacidos y los intercambiaban por entes completamente opuestos. 

Hablaban de ellos como seres con la cabeza deforme, rasgos faciales viejos de mirada intimidante, y con la incapacidad de crecer de forma proporcional. Y como ya habrás podido imaginar, ese enfoque derivaba en brutales consecuencias para el pequeño. 

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Intentando obligar a las hadas a devolver al niño original o que el impostor revelase su paradero, en el mejor de los casos terminaban abandonados en montículos de hadas a la espera de que se arrepintiesen del robo y les entregaran a su hijo. En cualquier caso, pese a la barbarie, afortunadamente también hay relatos de Changeling en el que los críos terminaban siendo cuidados por la familia. 

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El enfoque más famoso es el del relato de Los Niños Verdes de Woolpit, la historia de un pueblo inglés al que llegaron dos hermanos con piel verde, un idioma que el resto no comprendía y una inusual obsesión por las habas crudas. Pese a lo que aparentemente apunta a algún tipo de discapacidad o enfermedad, puede que una clorosis provocada por la falta de hierro que explicaría una inusual palidez verdosa, se tradujo en el cuidado de la comunidad y un final feliz en el que la niña aprendió inglés y terminó casada. Es el ejemplo perfecto de cómo lo extraño de ciertas condiciones a menudo se superaba desde la integración. La legislación del Fatuus Naturalis sigue esa misma dirección. 

El marco legal medieval sobre la discapacidad cognitiva

Más allá del mito y la teología, la Edad Media no tardó en percatarse de que necesitaba dar forma a un enfoque legal distinto para las personas con algún tipo de discapacidad intelectual. Para diferenciar unas condiciones de otra, dio forma a dos vertientes. Por un lado estaban los Non Compos Mentis, aquellas personas que por culpa de un accidente o enfermedad habían perdido su cordura. 

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Por el otro, el de los Fatuus Naturalis, quienes ya gozaban de esa falta de capacidades cognitivas desde su nacimiento y no gozarían de ella en ningún momento de sus vidas. A estos últimos, tras realizar distintas pruebas de competencias, se les garantizaba la obligatoriedad de que el Rey les proporcionase un sustento básico en forma de comida, ropa y vivienda. A cambio de ello, el monarca administraría sus tierras preservando los beneficios hasta que un heredero que no entrase en esa categoría pudiese recuperarlos junto a la propiedad de las tierras. 

Down Art 1

Es fácil adivinar que, frente a la aparente buena intención de la medida, hubiese no pocos casos de malas prácticas y explotación bajo esa medida. También es innegable que, frente a esa idea de barbarie y abandono, la sociedad de la Edad Media llegó a la conclusión de que las personas con algún tipo de discapacidad intelectual debían ser cuidadas y custodiadas por la vía legal. 

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Más controvertida es la figura del bufón natural, aquellos benditos nacidos en castillo que pasaban a convertirse en entretenimiento para dirigentes, con ejemplos como el de Jane the Foole en la corte de los Tudor. Pese a lo complejo de la situación, estos bufones disfrutaban de todo lo relativo a la buena vida de palacio, tanto a nivel de ropas y riquezas como de comida en la mesa real. Aunque plagada de continuos claroscuros, ejemplos como estos hacen evidente que tener Síndrome de Down en la Edad Media estaba muy lejos de la idea preconcebida de abandono y desprecio que, lamentablemente, todos podíamos tener sobre ello. 

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Imagen | Craiyon

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Cómo era tener Síndrome de Down en la Edad Media

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fue publicada originalmente en

3DJuegos

por
Rubén Márquez

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La historia de la diseñadora que por una casualidad descubrió su pasión y hoy es referente del fileteado porteño

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Entre las calles plagadas de casas bajas y árboles añosos hay un taller de portón verde lima que resguarda un taller lleno de vida: tarros con agua decolorada, pinceles secos o mojados repartidos sobre las mesas, algunos mates y termos fileteados, otros a medio camino y carteles fileteados colgados en las paredes rojas fuego.

La figura que emerge de ese escenario desbordante de talento es Silvia Dotta con una sonrisa de oreja a oreja y un overol de jean repleto de manchas de pintura.

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Sin embargo, para que Silvia llegara a ese taller tuvo que atravesar numerosos cambios. Como si se hubiera desviado del camino las veces necesarias con tal de llegar a destino.

A los 40 años, Dotta sintió que faltaba algo. Había formado una familia, tenía trabajo estable y hasta había cumplido el sueño de la casa propia en Villa Martelli. Pero en lo profesional, la cuenta seguía pendiente. “Me di cuenta de que si quería ser actriz tenía todo para hacerlo, pero no tenía esa pulsión. Ahí decidí enfocarme en mi realización personal”, contó en diálogo con TN.

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Lo que no imaginaba era que el destino la iba a cruzar con el filete porteño, ese arte tan nuestro que decora colectivos, carteles y hasta puertas de negocios en Buenos Aires.

Diseño gráfico, actuación y maternidad

Silvia terminó el colegio e intentó formarse en la Escuela Prilidiano Pueyrredón, la llamada “Primitiva Pueyrredón”, pero abandonó al poco tiempo porque fue a visitar su familia a Italia. Al volver estudió diseño gráfico dos años hasta que abandonó. Al tiempo estudió teatro en el taller de Agustín Alesso e hizo el conservatorio de la escuela nacional de arte dramático. La actuación su primer amor: “Ahí me enamoré del teatro, mi primer cambio radical fue hacia la actuación”.

Hizo el taller de Alesso por muchos años hasta que fue al conservatorio de la escuela nacional de arte dramático y dio clases de actuación para primerio y secundario durante 16 años: “Daba clases en nivel inicial, trabaja con niños, hacía teatro y música y las obras anuales”, recordó. También se postulaba a castings, la dedicación a la actuación era plena, hasta que formó una familia.

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Un grupo de amigos compró un 69 y ella lo fileteó. (Foto: gentileza Silvia Dotta)

Cuando tuvo hijos el eje de su vida cambió: “A partir de que fui madre el centro de mi vida fueron mis hijos. Tenía este trabajo —dedicado a la actuación— con la idea que iba a pegar ese laburo como actriz, que al final nunca ocurrió” explicaba con mucha atención.

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Silvia hizo hincapié sobre que uno si quiere que algo suceda como quiera, debe tener predisposición y aspirar a ese sueño, pero a veces el enfoque de uno puede verse afectado. “Durante muchos años mi intención estaba más puesta en conseguir trabajos como actriz, pero bueno cumplí 40 años y concretamos otro sueño que fue el de la casa propia”.

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El regalo que lo cambió todo

Cuando Silvia alcanzó los 40 años y se mudaron a Villa Martelli se dio cuenta de que sus hijos habían crecido y que podía enfocarse en aquello que sentía incompleto: el ámbito profesional.

Por el lado de la actuación llegó a una conclusión: “Mi marido es actor y tiene una sala de teatro. En realidad si quería ser actriz tenía todo para hacerlo, no lo hacía porque no tenía esa pulsión o deseo. Ahí dije ‘Bueno, voy a abrir las antenas y estar atenta a qué se me presenta’” determinó.

El arte del filete porteño surge de raíces europeas. (Foto: gentileza Silvia Dotta)
El arte del filete porteño surge de raíces europeas. (Foto: gentileza Silvia Dotta)

El momento se le apareció casualmente paseando a Tito, su perro, en el barrio al que recién acababan de mudarse. Con él conoció a sus vecinos Freddy y su esposa Susana de León. Los invitó a cenar a su casa y fueron protagonistas de una situación inédita: “Cuando entraron a casa, Susana vio un objeto fileteado colgado de la puerta que me había regalado una de mis mejores amigas para mi cumpleaños 40. A mi me encantaba el filete”, contó. Cuando Susana vio el objeto se sorprendió y le dijo: “Lo fileteé yo, lo dejé en un negocio en San Isidro”.

Las vueltas de la vida resultaron en que el regalo de su amiga, había sido fileteado por su propia vecina. En ese momento Silvia ni lo pensó y le preguntó si se animaba a enseñarle a filetear, a lo que Susana accedió y se forjó un lazo que inició por la vecindad, pero se afianzó por el fileteado.

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El flechazo con una técnica centenaria

El aprendizaje no fue fácil. “Arranqué a los 40, sabía que era un camino largo, como aprender a tocar un instrumento. Pero desde el primer día entendí que quería zambullirme en ese universo y darlo todo”, aseguró. Empezó fileteando muebles y objetos antiguos, y se sumergió en la historia y la comunidad de fileteadores, justo cuando las redes sociales empezaban a conectar a los artistas y a darle visibilidad a la técnica.

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Embarrarse con un oficio nuevo la llevó a descubrir sus propias raíces, su bisabuelo Angelo Dotta había sido letrista en Italia. No sólo la conectó más con el arte, sino que la ayudó a aprender más sobre el origen del filete porteño que surge como producto de la inmigración italiana y europea en general.

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“Aprendí a filetear en un momento bisagra, cuando se empezaba a gestar la conciencia del valor patrimonial del filete y la necesidad de preservarlo”, explicó Silvia. Así, participó del primer encuentro de fileteadores en 2012 y fue socia fundadora de la Asociación de Fileteadores. Desde entonces, cada 14 de septiembre —el Día del Fileteador— se realiza un encuentro anual para celebrar y difundir este arte.

Formar parte de esta comunidad fue muy nutritivo. No fue solo aprender una técnica para trabajar, sino sentir que pertenecía a algo que me trascendía, que expresa nuestra identidad y te hace sentir parte de algo superior”, afirmó.

Silvia tiene la cualidad de darle identidad a todo lo que toca. (Foto: gentileza Silvia Dotta)
Silvia tiene la cualidad de darle identidad a todo lo que toca. (Foto: gentileza Silvia Dotta)

“No me puedo imaginar mi vida sin el filete. Es parte de mi identidad. Me pone muy contenta pensar que, si la salud me acompaña, voy a poder filetear hasta el último día de mi vida”, confesó Silvia, emocionada. Dejó una invitación: “El filete porteño es hermoso, es parte de nuestra cultura. Los invito a incursionar, a aprender más y a mirar con otros ojos eso que nos rodea todos los días”.

Reinventarse no tiene límite

A los 40 años, Silvia sintió que lo único que no terminaba de encajar en su vida era lo profesional. Había formado una familia, tenía un trabajo estable y acababa de cumplir el sueño de la casa propia, pero algo seguía en deuda y ese vacío se volvió una oportunidad.

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Su historia incomoda un mito de que muchas mujeres cargan sobre la espalda: después de los 40 ya es tarde para empezar algo desde cero. Silvia lo desarma con hechos. Empezó a aprender filete sin formación artística específica, en una edad en la que socialmente se espera que ya “tengas todo resuelto”. En diez años, no sólo dominó la técnica: pudo vivir de su oficio y construyó una carrera propia.

Su mensaje es directo: la edad no existe. No se necesita experiencia previa ni un camino lineal, solo deseo, tiempo y trabajo. Lo demás llega. Y hoy, con las redes como una vidriera abierta las 24 horas, mostrar un proyecto y convertirlo en una oportunidad es más posible que nunca. Silvia lo resume con la simpleza de quien lo vivió: nunca es tarde para empezar, y nunca es tarde para volver a elegir.

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Entrevista: Constanza Macieri

Arte, mujer, trabajo, Artista

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Detuvieron al hombre acusado de abusar sexualmente de una mujer de 75 años en Córdoba

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Dos días después de que una mujer de 75 años denunciara haber sido víctima de un abuso sexual en su departamento de Córdoba, este sábado se confirmó la detención del acusado. Mientras permaneció prófugo, en las redes sociales había circulado una imagen de su rostro.

El arresto se produjo en la vía pública, en la avenida General Álvarez de Arenales al 520, en barrio Juniors, cerca de las 9 de la mañana, luego de un operativo policial que se activó gracias a la colaboración de los vecinos.

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Según confirmaron las fuentes policiales, uno de los vecinos de la zona logró reconocerlo gracias a la fotografía difundida en las plataformas digitales. A raíz de esto, se comunicó con el 911, para poder dar la información precisa de donde se encontraba el acusado.

Todo ocurrió el jueves por la mañana, cerca de las 07:00 horas, un departamento situado en la intersección de Catamarca y Ovidio Lagos. Al momento de ser interceptada, la víctima se encontraba sola. Por esto, uno de los residentes relató que la situación se desencadenó cuando los gritos de la mujer alertaron a los habitantes del edificio.

El ataque ocurrió en un departamento del barrio General Paz (Imagen Ilustrativa Infobae)

“Una señora gritó, la vecina de abajo escuchó y llamó al 911”, relató un vecino durante un diálogo con El Doce.tv. Incluso, planteó que el agresor ingresó a la propiedad con la intención de cometer una violación y, además, sustrajo dinero antes de huir.

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“La intención fue violar, se descubrió que robó dinero, pero la intención era violar”, afirmó otro de los vecinos. Luego de que las autoridades se presentaran en el lugar de los hechos, los testigos señalaron que el sospechoso había intentado escapar por la planta baja.

Sin embargo, al notar la presencia policial en el exterior, regresó al departamento y, finalmente, logró huir por el contrafrente y los techos de las viviendas aledañas. Fue así que, durante la fuga, un testigo logró capturar una imagen del sospechoso con su teléfono móvil, fotografía que comenzó a circular rápidamente en las redes sociales, facilitando la identificación del presunto autor.

Luego de que las autoridades ingresaran al domicilio, la víctima fue asistida por el Polo de la Mujer, donde se le practicaron estudios médicos y recibió el acompañamiento de sus familiares. Además, varios vecinos expresaron su disposición a declarar como testigos en la investigación.

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Cumplió una condena por abuso sexual y volvió a ser detenido porque vendía cocaína en Río Cuarto

El acusado fue detenido el pasado 19 de noviembre

A mediados de noviembre, el Ministerio Público Fiscal de Córdoba coordinó una serie de allanamientos en la ciudad de Río Cuarto que culminaron con la detención de un hombre de treinta y tres años, quien recientemente había recuperado la libertad condicional tras cumplir condena por abuso sexual con acceso carnal.

De acuerdo a los datos aportados por las autoridades judiciales, la investigación reveló que el detenido operaba un kiosco de venta de drogas frente a un centro deportivo del barrio Alberdi, lo que generó preocupación por la proximidad de la actividad ilícita a espacios frecuentados por la comunidad.

Durante los procedimientos, que se desarrollaron en cuatro domicilios ubicados sobre la calle Pedro Goyena, los efectivos de la Fuerza Policial Antinarcotráfico incautaron 382 dosis de marihuana, 18 de cocaína, dos armas de fuego —un revólver y un arma de fabricación casera—, 58 cartuchos, una balanza digital y diversos elementos vinculados a la causa.

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En el lugar también se secuestró una suma de $269.400 en efectivo, lo que reforzó la hipótesis de una estructura dedicada al narcomenudeo en la zona. Por este motivo, la Fiscalía de Lucha contra el Narcotráfico de Río Cuarto supervisó cada etapa del operativo y dispuso el traslado tanto del detenido como de los elementos secuestrados, en cumplimiento de la Ley Nacional de tenencia y comercialización de estupefacientes N.º 23.737.

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