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POLITICA

Los jugadores en duda: quiénes podrían quedarse afuera de la lista de convocados de la Selección

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La numerosa prelista que anunció la Selección Argentina para la doble fecha FIFA de las Eliminatorias Sudamericanas en marzo, cuando enfrente a Uruguay y Brasil, podría tener algunos retoques en los integrantes que se confirmarán en los próximos días. 

Si bien la información indica que no habrá muchos cambios, lo cierto es que muy probable que algunos de los que fueron incluidos no pasarán el corte que realice el entrenador, Lionel Scaloni, ya que la nómina actual incluye a 33 futbolistas para dos encuentros. 

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Máximo Perrone y los delanteros Benjamín Domínguez y Santiago Castro son los que tienen más chances de perderse la doble fecha en caso de que haya un nuevo corte. 

Más allá de que podría sumarse alguien más a ese trío, lo cierto es que todos vienen siendo seguidos por el cuerpo técnico de la Albiceleste y están bien considerados, pero en esas posiciones hay otras variantes con más recorrido y que también atraviesan un gran momento. 

Perrone, de 22 años, pertenece a Manchester City, pero está cedido al Como de Italia donde se ganó la titularidad con Cesc Fábregas como entrenador. Por su parte Benja Domínguez se adaptó rápidamente en el Bologna y si bien fue titular en la mitad de los partidos ya lleva cuatro goles en 17 encuentros entre Serie A y Copa Italia.

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Santi Castro también está teniendo grandes números en Europa, el centrodelantero que se formó en Vélez es uno de los nueves más sobresalientes de la Serie A porque no solo se ganó la titularidad sino que acumula 10 goles en 44 partidos. 

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POLITICA

Cómo tramitar la ciudadanía estadounidense en solo diez pasos en 2025

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Obtener la nacionalidad estadounidense es un objetivo para muchas personas que residen en Estados Unidos. El proceso de naturalización puede parecer complejo, pero si las personas siguen los pasos adecuados, se puede completar de manera eficiente. El Servicio de Ciudadanía e Inmigración de EE.UU. (USCIS, por sus siglas en inglés) explica en su página web oficial cómo hacerlo en tan solo diez pasos.

Los 10 pasos para tramitar la ciudadanía estadounidense

Para que las personas puedan convertirte en ciudadanos estadounidenses, deben cumplir con ciertos requisitos y completar un proceso que consta de distintas etapas. Entre los diferentes pasos se encuentran chequeo de elegibilidad, presentación de documentación, entrevistas presenciales y hasta una ceremonia.

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Estos son los pasos que el Uscis recomienda seguir:

  • Determinar si ya se es ciudadano estadounidense: aunque parezca obvio, las autoridades recomiendan que antes de iniciar el proceso, las personas deben verificar si ya son ciudadanos por nacimiento o si pudieron haber adquirido la ciudadanía a través de sus padres, pero no lo saben. Si se determina que no, se debe continuar al siguiente paso.
  • Confirmar la elegibilidad para la ciudadanía: para este segundo tramo del trámite, existe una hoja de elegibilidad del Uscis donde las personas pueden asegurarse de que cumplen con los requisitos para solicitar la naturalización.
  • Preparar el Formulario N-400, la Solicitud de Naturalización: una vez chequeados los criterios de eligibilidad, las personas interesadas en obtener la ciudadanía deben completar un formulario en línea o en papel. Además, tienen que reunir los documentos necesarios y, si viven fuera de EE.UU., deben conseguir dos fotografías tamaño pasaporte.

Dentro de los requisitos que piden el Uscis para la ciudanía está el envío de documentación

  • Envíar el Formulario N-400: para presentar la solicitud en línea o por correo se deben pagar las tarifas correspondientes. Es importante que las personas sepan que el trámite cuesta dinero, ya que de saltear este paso, podrían tener complicaciones con su documentación. Una vez recibido el formulario correctamente, USCIS envía a las personas una notificación de confirmación.
  • Asiste a la cita de datos biométricos: el siguiente paso puede ser un llamado del Uscis. En algunos casos, las autoridades podrían solicitar las huellas dactilares, fotografías y firma del solicitante para verificar su identidad y antecedentes.
  • Completar la entrevista de naturalización: el Uscis citará a las personas para una entrevista en la que evaluará una vez más su elegibilidad y realizará el examen de educación cívica y dominio del inglés. Para que las personas puedan prepararse, las autoridades publicaron un manual online con información de la historia del país norteamericano.
  • Recibir la decisión del Uscis: tras la entrevista, las personas recibirán una notificación con la decisión sobre su solicitud. Puede ser aprobada, aplazada por falta de documentos o directamente denegada.
  • Notificación para la ceremonia de juramento: si la solicitud es aprobada, las personas podrán asistir a una ceremonia de naturalización el mismo día o recibir una notificación con la fecha programada.

Uscis informa si la solicitud fue aprobada o denegada

  • Prestar el Juramento de Lealtad: este es el último requisito para convertirse en ciudadano. Durante la ceremonia, los solicitantes deberán completar el Formulario N-445, entregar su tarjeta de residente permanente y recibir su certificado de naturalización.
  • Comprende tus derechos y responsabilidades como ciudadano: una vez naturalizado, las autoridades sugieren que el último paso es conocer los derechos y deberes que conlleva la ciudadanía estadounidense, como el derecho al voto y la obligación de respetar las leyes. Esto es fundamental para que con el paso del tiempo, el Uscis no retire la ciudadanía.

Según las autoridades, seguir estos pasos facilitará el proceso de naturalización y acercará a las personas a su objetivo de convertirse en ciudadano estadounidense en 2025.

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POLITICA

Punto de inflexión para Milei

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Columna publicada originalmente en Clarín

Ninguna de, al menos, tres encuestas (ARESCO, Poliarquía y Managment & Fit) revela que la gestión de Javier Milei haya perdido respaldo en este corto recorrido del 2025. Tampoco la economía precaria, con su ancla en la inflación, ha dejado de ser el punto de equilibrio de aquel apoyo popular. Sin embargo, el Gobierno ya no parece lucir como antes. Su tendencia al desorden nunca podría sorprender. Sí, en cambio, la indeterminación y cierta pérdida de intensidad. Vale aplicar la metáfora de aquella “flor que ha perdido su primavera”, deslizada por Beatriz Sarlo en sus memorias póstumas y atractivas tituladas “No entender”.

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Se puede tomar un punto de partida para explicar aquel cambio de ánimo oficial. El escándalo por el criptogate demostró al Presidente y a la tropa libertaria que jamás el poder resulta inexpugnable. Las responsabilidades penales quedan supeditadas a las investigaciones de la Justicia aquí y, sobre todo, en Estados Unidos. Pero el Presidente acumula una parva de denuncias en Comodoro Py. Karina, la secretaria general, el Jefe, recibió la suya de parte de la Coalición Cívica por haber, presuntamente, gestionado coimas. Elisa Carrió le arrojó un baldazo público. Dijo que sería la cajera libertaria. Como Julio De Vido y Lázaro Báez lo fueron del kirchnerismo. Una asociación simbólica, sin pruebas, aunque con capacidad de daño en la memoria social.

El asesor monotributista y gran estratega de las redes, Santiago Caputo, también recibió el bautismo judicial. Una denuncia por amenaza al diputado Facundo Manes, luego de la matoneada que enterró en la atención pública el mensaje de Milei al inaugurar las sesiones ordinarias del Congreso. El tiempo de la adolescencia política habría concluido para el Triángulo de Hierro.

El golpe de realismo se ha podido constatar en un plano sensible que los libertarios acostumbran a monopolizar. Las patrullas digitales vienen cediendo posiciones en la discusión de las redes. Sucedió en menor escala cuando Milei produjo en el Foro de Davos definiciones ofensivas sobre la diversidad de género. Escaló brutalmente con el criptogate, donde una inmensa mayoría de tuiteros habló de estafa. Así lo ilustró un relevamiento de Monitor Digital. Escaló con el bochorno en el Congreso: Santiago Caputo ocupó el podio de las menciones y relegó al séptimo lugar las definiciones presidenciales. Volvió a estacionarse entre las principales tendencias con los apagones de luz de la última semana. Entre la cima se leyó, por ejemplo, la mención mordaz a #Mileizuela.

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Acuerdo con el FMI: sanear el BCRA para terminar con la inflación

El Gobierno tropieza también en asuntos terrenales en los cuales quiso imponer su criterio haciendo valer la autoridad. De ese modo se interpretó la decisión presidencial de nombrar por decreto y en comisión a los jueces Manuel García-Mansilla y Ariel Lijo para integrar la Corte Suprema. El académico se incorporó de inmediato por el juramento que le tomó Horacio Rosatti, el titular del Tribunal. Sobre el juez de Comodoro Py se abrió un paréntesis a raíz de una extravagancia: un pedido de licencia en su juzgado mientras el Senado define su pliego que cuenta con el dictamen de nueve firmas.

La derrota mileísta con esa estrategia ocurrió en toda la línea. Rosatti y Carlos Rosenkrantz denegaron previsiblemente aquella solicitud de licencia. Ricardo Lorenzetti, promotor de Lijo, se apartó. Participó de la reunión, pero no firmó la acordada. La sorpresa llegó de la mano de Garcia-Mansilla. El juez impulsado por Caputo juniors también sufragó en contra de su colega nominado en simultáneo. Otra factura interna que el prestidigitador de las redes deberá saldar. Estupor en la Casa Rosada.

El Gobierno y Lijo jugarán su suerte ahora a que el pliego logre su aprobación en el Senado. Nada será, de todas formas, como lo habían imaginado. ¿Qué garantía representa García-Mansilla después de lo que hizo? El académico había dado pruebas de su plasticidad. Cuando habló en la audiencia del Senado afirmó que nunca aceptaría una designación por decreto en comisión. No bien lo citaron desde la Corte Suprema se tiró de cabeza para jurar. Su veredicto contra Lijo puede haber desbaratado otra maniobra libertaria. La de plantear un debate sobre la titularidad del Tribunal que ejerce Rosatti. El deseo de Milei sería desplazarlo del cargo. García-Mansilla se habría alineado con el ex ministro de Néstor Kirchner y con Rosenkrantz. Dejando en soledad a Lorenzetti. Se trata de una historia que puede tener aún más desarrollo.

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La decisión de la Corte conduce a un punto de mucha tensión en su vínculo con el Poder Ejecutivo. Los magistrados se expidieron sobre la licencia de Lijo, aunque omitieron cualquier consideración sobre la inconstitucionalidad del decreto. Hay al respecto varias presentaciones realizadas. Se instaló la duda: ¿no hubo pronunciamiento porque no lo consideraron necesario o lo dejaron para una coyuntura futura?. No habría que perder de vista el precedente. García-Mansilla fue nombrado de la misma manera y la Corte no puso reparos para tomarle juramento.

La desventura libertaria conserva, pese a todo, una llama de ilusión. No se visualiza en el Senado ningún movimiento homogéneo de la oposición que augure la posibilidad que los pliegos de García-Mansilla y Lijo sean tumbados en lo inmediato. El académico, con su gesto disruptivo, ha despertado de pronto la simpatía de opositores. La amenaza del titular del bloque K, José Mayans, de que ambos jueces resultarían defenestrados queda todavía lejana. Salvo que Cristina Fernández esté dispuesta a movilizar a sus 34 senadores. ¿Para tumbar ambos pliegos o poner en marcha una negociación que contemple la ampliación de los miembros de la Corte? ¿Para colocar como prenda de canje, además, que la media sanción que le resta a Ficha Limpia en la Cámara alta para convertirse en ley se diluya?. Todo puede suceder.

Esta rincertidumbre estimula los reparos sobre la restauración de la calidad institucional imprescindible para la democracia. Un tópico que nunca ha figurado como prioridad para Milei. Tampoco lo fue en el largo proceso kirchnerista. La utilización del decreto para impulsar a García-Mansilla y Lijo habla de dos cosas: una excepcionalidad; la esterilidad de la política para cumplir con los procedimientos básicos que indica la ley. Cualquiera sea el desenlace de este episodio no alumbrará una Corte Suprema mejorada.

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El criptogate y el caso de los jueces profundiza el divorcio de los libertarios con su principal aliado, el PRO. No son los únicos temas, se verá. Está en curso la chance de una sesión en Diputados para intentar formar una Comisión Investigadora por el escándalo de $LIBRA que fue desbaratada por un voto en el Senado. No será sencillo formalizarla. Afloran divisiones en el PRO y en el radicalismo.

Escándalo cripto: la Operación “Yo No Fui” y el rastro de 5 celulares

La que parece haberse abierto definitivamente es una grieta insalvable entre Milei y Mauricio Macri. El ingeniero hizo alusiones suspicaces a las investigaciones que deberían realizarse en torno al escándalo con $LIBRA. Reiteró que tampoco Lijo podría ser convalidado como magistrado de la Corte.

Su ímpetu perdió intensidad cuando pretendió convertir esa expresión en un texto partidario. Son varios los macristas de la primera línea (Diego Santilli, Cristian Ritondo, María Eugenia Vidal) que se resisten a confrontar con el Gobierno por la designación del juez de Comodoro Py. Tampoco se activaron aún para levantar defensas en la Ciudad, cuna del PRO, que está siendo asediada por las fuerzas libertarias.

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La diferencia aparente posee relación con la recurrente fuga de presos de las comisarias que deberían estar detenidos en cárceles del Servicio Penitenciario Federal. Es la argumentación del jefe porteño, Jorge Macri. La réplica libertaria estuvo a cargo de Patricia Bullrich. La ministra de Defensa disparó a mansalva. Ridiculizó el papel de la Policía de la Ciudad. Envió un ultimátum a Mauricio como si se tratara de su peor enemigo. Fue hace poco su numen. “Macri, Mauricio, el país requiere que ustedes (correo para Jorge) dejen de pensar en sus intereses particulares y usar la Ciudad de botín. Se acabó esa Argentina”, escribió.

La elección desdoblada en la Ciudad, que se hará a mediados de mayo, incrementará la tensión entre La Libertad Avanza y el PRO. Su aliado principal en el Congreso. Por ese motivo, tal vez, Milei y Luis Caputo, el ministro de Economía, han pensado una planificación diferente para que pueda ser aprobado el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI). Enviar otro Decreto de Necesidad y Urgencia (DNU) con los lineamientos básicos. Y a otra cosa.

La vocera del organismo, Julie Kozack, dio ciertas precisiones que mueven sensores en la oposición. Habló de “un entendimiento compartido de que se necesita adoptar medidas fiscales, monetarias y cambiarias consistentes para generar crecimiento”. Esa sola enunciación desataría un debate imprevisible en el Congreso. De allí el atajo libertario.

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El progreso con el FMI ocurre en paralelo con los gestos de apoyo que Donald Trump brinda a Milei. De nuevo las distancias con el PRO. La Fundación Pensar, que dirige la diputada Vidal, emitió una declaración crítica sobre la política exterior libertaria. “Ha sido utilizada casi exclusivamente como un instrumento de la batalla cultural” de Milei, dijo.

Trump intenta desglobalizar por decreto la economía mundial con la aplicación de aranceles que van y vienen. Ha hecho una alianza con Vladimir Putin contra Ucrania mientras China relojea. La Unión Europea se abroquela y desafía a aquellos líderes. La Argentina votó en contra de una resolución por la paz en la ONU. En soledad con Estados Unidos e Israel. Moscú celebró el gesto libertario.

Quizá cabría atender un consejo que acaba de dar el ex vicepresidente y ex canciller Carlos Ruckauf: “Cuando los grandes pelean es mejor hacerse el distraído”.

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POLITICA

Documentos oficiales: la Argentina enfrenta 236 demandas fuera del país por más de US$27.000 millones

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La suciedad debajo de la alfombra puede ser tanta que, en algún momento, empieza a notarse. Es lo que ocurre con la montaña de demandas contra la Argentina que están radicadas en tribunales internacionales. Se trata de una potencial factura multimillonaria que pasa de mano en mano entre gobiernos. Sin distinción de colores políticos, todas las administraciones buscan lo mismo: demorar el pago todo lo posible mediante la presentación de recursos judiciales que estiren su cumplimiento.

LA NACION le puso nombres y montos a pagar a esta amenaza latente contra las cuentas públicas. Son, en total, 236 pleitos contra el país por incumplimientos de acuerdos de todo tipo. Entre ellos, remanentes de deuda pública impaga, cambios en las regulaciones locales con el presunto interés de sacar ventaja, estatizaciones desordenadas y ruptura de contratos de servicios públicos, un lastre imperecedero con el que la Argentina carga desde la crisis de 2001.

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Expresado en dinero, el número es muy gráfico. Una cuenta muy conservadora arroja que el país enfrenta demandas en tribunales internacionales por casi US$27.000 millones, entre las que tienen montos determinadas. Hay muchos otros casos en los que aún no se definió el monto, de manera que puede ascender.

A modo de ejemplo, esa cifra representa un monto similar a las reservas brutas que tiene el Banco Central, o el 60% del dinero que el país le debe al Fondo Monetario Internacional (FMI).

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La cifra surge de sumar las querellas en las que trabajan la Procuración del Tesoro (PTN) y el Servicio Jurídico del Ministerio Economía, y el juicio por YPF. En los dos primeros casos, se tomaron solo los pleitos que tienen montos determinados. Eso deja afuera un universo importante de demandas cuya cifra aún no fue establecida, según la información que figura en los registros oficiales.

LA NACION obtuvo la información en respuesta a un pedido de acceso a la información pública con datos disponibles hasta el 27 de enero último.

 

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Se le agregó el pleito relacionado con la petrolera bajo control estatal porque, si bien no tiene todavía un monto determinado en la documentación argentina, la Justicia de Nueva York le puso un número a la demanda: habría que pagar US$16.100 millones.

El país tiene una gran variedad de demandantes. Desde inversores particulares alemanes que le prestaron dinero al Estado hasta megabufetes de abogados especializados en ganar contiendas contra naciones soberanas.

Las demandas caen en dos sacos. Uno de ellos es la Procuración del Tesoro, que reúne una menor cantidad de causas, pero cuyos resultados pueden traer altísimas consecuencias para el país. Son, en total, 36. Allí recalan los litigios en el CIADI y en la Justicia de Nueva York, con el caso por la expropiación de YPF como sobresaliente.

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Otra porción de los juicios contra el país fuera de sus fronteras está a cargo del Servicio Jurídico del Ministerio de Economía, coordinado por la Subsecretaría Legal, que maneja Alejandro Speroni.

De acuerdo con la documentación que vio LA NACION, atiende 200 demandas de ese estilo. La mayoría están radicadas en Alemania, aunque los montos mayores se expresan en dólares. Hay incluso un pleito en yenes. Es por una demanda del MUFG, el banco más grande de Japón, que también es acreedor del Estado nacional.

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Durante la presidencia de Néstor Kirchner, el equipo de Roberto Lavagna inició el canje de la deuda. Algunos acreedores no lo aceptaron y todavía litigan contra el país.

Hay que aclarar, también, que las cifras pueden variar en el futuro por distintos motivos. En ciertos casos, la Argentina y sus demandantes estarían en condiciones de discutir alternativas de pago. Además, las demandas de los bonistas contemplan el pago de deuda que no se saldó y está incluida en el monto del litigio.

Hay tres pleitos hoy que concentran la atención oficial y de parte del establishment. El número uno es el de YPF, una demanda peregrina que se sustenta en los errores cometidos por el kirchnerismo entre los años 2006 y 2012. Primero, con el ingreso de la familia Eskenazi al capital social de la empresa petrolera y, luego, por la manera en que se estatizó la compañía.

Los demandantes, Burford e Eton, dos fondos que se dedican a eso, tienen un fallo a favor de la Justicia de Nueva York, según el cual la Argentina debería pagar US$16.100 millones más intereses. Hay chances de apelación, pero los especialistas le ven poco futuro a esa opción.

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La justicia británica, por otra parte, les dio la razón a los fondos Palladian Partners, HBK Master Fund, Hirsh Group LLC y Virtual Emerald, que acusaron al Estado de perjudicar a los inversores cuando modificó la manera de calcular el producto bruto interno (PBI), que derivó en que, en 2013, se paguen menos intereses de deuda por los bonos “cupón PBI”, emitidos en 2005 y 2010. Quien manejaba la economía por aquellos días era el hoy gobernador bonaerense, Axel Kicillof, con el férreo apoyo de Cristina Kirchner. No existían entre ellos las diferencias del presente.

En Nueva York se tramita otra demanda importante. Un fallo de la jueza Debra Ann Livingston, de la Corte de Apelaciones del Segundo Circuito, ratificó una decisión de la muy conocida Loretta Preska que les permite a ciertos acreedores embargar activos soberanos por unos US$310 millones. Este dinero fue depositado en una cuenta del Banco Central de la República Argentina (BCRA) en la Reserva Federal.

El pleito en Londres pone de manifiesto las dificultades para el futuro de la economía que plantea el hecho de tener tantas demandas abiertas al mismo tiempo, por montos que pueden asustar a un país como la Argentina. El gobierno de Javier Milei depositó en marzo de 2024 una garantía de US$325 millones para seguir litigando. Los demandantes la ejecutaron en febrero pasado. Es decir, ese dinero ya no está.

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Para una economía saludable, la suma anterior puede parecer nimia. No parece ser el caso de la Argentina, donde el Gobierno despliega un fuerte plan de ajuste para reducir la inflación y cuenta hasta las monedas para mostrar mes a mes números fiscales equilibrados o con superávit.

“Los juicios en el exterior contra el país son una contingencia que no se reduce a lo monetario. Expande sus efectos a varios frentes, incluyendo el político. Basta pensar en una emisión o una reestructuración de deuda soberana -explica Bernardo Saravia Frías, exprocurador del Tesoro-. Cualquiera de estos juicios que terminan en una sentencia adversa tienen, sin dudas, dificultades para ser ejecutados. Pero tienen una herramienta poderosa: medidas cautelares que pueden entorpecer cualquier proceso de endeudamiento o reordenamiento de deuda de un país. Se vio con la Fragata Libertad”.

“La Argentina es un país que comete muchos errores e incumple promesas. Eso nos ha costado mucho dinero. Me parece que es momento de sentarse a pensar para saber si vale la pena seguir pateando la pelota, sabiendo que perdemos el 99% de los casos, más allá de los que tenemos abiertos”, explicó Sebastián Maril, CEO de Latam Advisors y una de las personas que más sigue estos temas en el país.

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Kicillof defiende en el Senado la estatización de YPF. Los errores de aquel momento podrían hacerle pagar a la Argentina nada menos que US$16.100 millones.

Según sus cuentas, desde comienzos de este siglo la Argentina pagó aproximadamente US$17.000 millones por temas judicializados en el exterior. Vale una aclaración: la suma mencionada incluye la cancelación de deuda que estaba impaga.

Es, quizá, la forma más clara de mostrar que la acumulación de pleitos terminan generando un problema económico, pese a que no se trata de una discusión que esté presente de forma cotidiana en las conversaciones del sector privado.

Esa es una de las trampas de los juicios abiertos fuera del país. Pueden resultar etéreos y lejanos por diversos motivos. Entre ellos, debido a que en algunos casos se admiten instancias de “regateo”, así como el hecho de que hay sentencias contra el país que no se pagan. Pero eso tiene un límite. El problema tiene efectos visibles cuando no queda otra cosa más que pagar la factura en contra.

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Hay centenares de empresas dispuestas a cobrarle al país lo que creen que les debe. La información que recopiló LA NACION permite hacer un ranking de esos demandantes.

Los primeros lugares de esa lista -en los casos en que la burocracia argentina ya tiene contabilizado un número para la demanda- se muestran en una visualización que acompaña esta nota. De allí surge una variedad reveladora.

El primer lugar lo ocupa una demanda de Teinver radicada en el Ciadi, el Centro Internacional de Arreglo de Diferencias Relativas a inversiones. Teinver es una subsidiaria del grupo español Marsans, que llevó al país a un arbitraje internacional en 2009. La disputa finalizó, con una decisión en contra de la Argentina, en 2017. La cuenta a pagar, según los registros de la Procuración del Tesoro, es de US$1590 millones.

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En segundo término aparece un grupo de acreedores de deuda liderado por el fondo Aurelius. De acuerdo con los registros públicos, esa factura suma US$1321,92 millones.

La empresa Orazul International España Holdings, subsidiaria de la norteamericana Duke Energy International, por la concesión de la represa Cerros Colorados, le hizo un reclamo al país por US$667,3 millones. Si bien el pleito figura en la administración pública, el Ciadi en ese caso rechazó los planteos de la empresa.

En tercer lugar hay un viejo problema de los años 90. Se trata del pleito de Papel del Tucumán, quebrada, con el Estado Nacional y el Banco Central de la República Argentina. Son más de US$500 millones. La Argentina recibió un fallo en contra en la Cámara de Comercio Internacional (CCI).

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Para Camilo Tiscornia, de C&T Consultores, la gran cantidad de demandas contra el país muestra que el que las hace las paga. “El hecho de violar contratos tiene un costo reputacional y económico. Es una lección para la Argentina, para una parte del arco político que considera que hacer estas cosas es gratis. Que porque hay emergencia, pobreza, cambió el gobierno o porque lo hizo otro, con esos argumentos se puede violar cualquier contrato”, sostuvo.

El economista también refleja otra cosa. Estas violaciones de contratos surgen porque en algún momento esos contratos se firmaron. Se pensó que era bueno, provechoso para el país. Pero luego se pensó al revés. “La gran imposibilidad que tenemos es ponernos de acuerdo para mantener un rumbo”, sostuvo.

El análisis de lo que ocurrió con estos casos aporta información que alerta sobre el futuro. Entre las 36 causas que maneja la PTN, 16 tramitan en el Ciadi. El amontonamiento allí de pleitos contra la Argentina tiene en sus orígenes una decisión del menemismo en los años 90. Interesado en la llegada de inversión extranjera, Carlos Menem promovió la firma de decenas de acuerdos de protección recíproca de inversiones con países importantes, como Estados Unidos, Francia, Alemania e Italia, por mencionar algunos casos.

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Al igual que ahora, la Argentina tenía por aquellos días un sólido historial de incumplimientos, vaivenes e incertidumbre. Por eso, el equipo económico liderado por Domingo Cavallo les concedió a las empresas, a través de esos acuerdos, la posibilidad de litigar en tribunales extranjeros como el Ciadi.

Esa estela llega al presente a través de la Ley Bases y el RIGI, el esquema implementado por Javier Milei para atraer inversiones. Es un revival noventista profundizado porque, según diversos especialistas, otorga aún mayores garantías a la inversión que la experiencia menemista.

“Con la Ley Bases y con el RIGI en particular, se extiende la vigencia del Ciadi en caso de incumplimiento del Estado. Cabe la pregunta acerca de si es un mecanismo idóneo para la protección de los intereses del estado argentino”, explicó Carlos Balbín, exprocurador del Tesoro en la gestión de Mauricio Macri y profesor de la Universidad de Buenos Aires (UBA).

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En términos abreviados, el planteo de los que advierten por demandas potenciales es el siguiente: si la experiencia indica que las concesiones hechas en el pasado le abrieron la puerta a una gran cantidad de demandas millonarias contra el Estado, en el futuro el número de pleitos podría crecer a la luz de los cambios facilitados por este gobierno.

La Casa Rosada responde de forma contundente. Las garantías que se les otorgan a los empresarios extranjeros se transformen en algo negativo para el país solo cuando la Argentina rompe los contratos. Un país normalizado, donde manden la institucionalidad y la continuidad de las políticas, no debería tener problemas con eso.

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