POLITICA
Aldana Aprea, jefa de prensa de Callejeros: el rol de la banda en Cromañón, las bengalas y el jefe de seguridad que nunca estuvo imputado
En veinte años, Aldana Aprea jamás dio una entrevista. Es más, en buena parte de estos veinte años que hoy se cumplen de la tragedia de Cromañón, ella tampoco habló de lo vivido con sus seres queridos. Entre 2002 y el fatídico 30 de diciembre de 2004 ella se desempeñó como jefa de prensa de Callejeros y experimentó junto a los músicos el vertiginoso crecimiento de la banda formada en Villa Celina.
–¿Cómo empezaste a trabajar con Callejeros?
–Teníamos bandas amigas en común. Yo en esa época trabajaba con Nativo, la banda de Gustavo Rowek y Sergio Berdichevsky. El sonidista era el sobrino de quien les hacía el sonido a ellos. Empezaron a crecer y a necesitar alguien que les maneje la prensa y me los presentaron en un show. Empecé en diciembre de 2002. Ellos acababan de sacar un video y la prueba que me tomaron fue darme el video y pedirme que lo metiera en MTV y en todos los canales que pudiera. Se interesaron los canales, metí el video y a partir de ahí empecé a laburar con ellos.
–¿Cuál fue el primer show para el que trabajaste con ellos?
–El del microestadio de Atlanta (junio de 2003), el primer gran paso que dieron. Tuvieron un crecimiento exponencial. En febrero de 2004 tocaron en Cosquín Rock, en abril hicieron un Cromañón, en el que habrán metido 3000 personas y en ocho meses metieron 17.000 en Excursionistas, pasando por dos Obras que se agotaron enseguida. Creo que ellos internamente no acompañaron ese crecimiento. En muchas cosas los tomó desprevenidos el rápido crecimiento. En octubre, noviembre de 2004, empezaron a trabajar con la gente de MTS Producciones (los dueños de los teatros de Flores y de Colegiales, hoy Teatro Vorterix) para ordenar un poco más el management, las fechas. De hecho, el show en Excursionistas lo organiza MTS. La idea era trabajar con ellos para profesionalizarse un poco más.
–Cuando empezaste a trabajar con ellos, ¿qué notaste, qué te parecieron?
–Los conocía muy poco de antes, no era una banda que sonara en la radio. Fui a ver un show, me gustó, me gustó esa cosa que tenían que eran amigos, que todo lo consultaban entre todos. Yo le decía al manager: “Diego (Argañaraz), me llamaron para hacer una nota”, y él me respondía: “Lo tengo que consultar con los chicos”. No se tomaba ninguna decisión unilateralmente. Después, internamente, Pato (Patricio Santos Fontanet), Eduardo (Vázquez) y Juancho (Carbone) eran los que más peso tenían. Pero no se tomaba ninguna decisión si no lo consultaban entre todos.
–Con quiénes tenías más trato?
–Con el que más trato tenía era con Eduardo Vázquez (baterista, actualmente preso por el femicidio de su esposa, Wanda Taddei y condenado a prisión perpetua), que era el que se encargaba más de la prensa y de la relación con los medios hasta que yo entré. Y con Diego Argañaraz, el manager, con quien tenía trato diario.
El cantante de Ojos Locos, la banda que teloneó a Callejeros, testigo desde adentro del horror
–¿En 2004 fuiste a todos los shows?
–Sí, salvo los del interior trabajé en todos. Fue increíble ver el crecimiento que tuvieron en solo un año y siendo independientes hasta que empezaron a trabajar con MTS. Estaba un poco metido Pelo (Music), porque era el sello con el que habían firmado y que editaba sus discos.
–¿Qué hace un agente de prensa el día del show?
–Principalmente estar en la puerta con la lista de acreditaciones, de invitados de la banda. Yo preparaba una gacetilla a modo de reseña con la lista de temas para que el periodista tuviera todas las herramientas. Y si no tenía la lista ya preparada la armaba el día del show y te la daba en mano de puño y letra. Me parecía que estaba bueno que el periodista contara con esa información, si había invitados quiénes eran y esas cosas. Después veía el show, disfrutaba, me quedaba hasta el final. Nunca me gustó terminar mi trabajo e irme del show porque no sabías lo que podía pasar. También ellos tenían esta cosa que generaban que te sentías parte, te ponías la camiseta y era el logro de todos. En el primer Obras terminé bailando en medio del pogo, estaba feliz. Me acuerdo que estaba con los chicos de Locuras (rockería que en aquella época además de vender merchandising vendía entradas para los recitales de rock), con quienes se había dado una amistad.
–Ellos fueron acompañando el crecimiento de la banda…
–Sí, estuvieron muy metidos. De hecho, en 2005, Lucas, que era el hijo del dueño de Locuras, iba a empezar a trabajar con Callejeros en producción, a darle una mano a Diego.
–En ese pogo en Obras, ¿te llamaron la atención las bengalas, notabas que cada vez había más?
–Sí, sí, veía que cada vez había más. Era algo que yo criticaba. Ellos le daban mucha importancia no solo al show sino a los telones que preparaban, trabajaban mucho lo artístico y me parecía una boludez que hubiera tantas bengalas; se mataban haciendo un telón y no se veía por las bengalas. Yo soy asmática, me ahogo, nunca me gustaron mucho las bengalas. También era parte del folklore del rock de ese momento. En todos los shows había bengalas, hasta en Babasónicos. En diciembre de 2002 me habían invitado a un show y no pude ir, me había ido afuera. Días después me junté con Diego, le pregunté cómo había estado y me dijo que bien, pero que había habido muchas bengalas. Era un lugar cerrado en la calle Río de Janeiro. Me acuerdo que el primer día en Cromañón fue mi cuñado, que no los había visto nunca, lo llevé a la parte de arriba y no vio nada, no vio a la banda.
–Para un sector del público eso era parte de la fiesta que se vivía en los shows…
–Lo vivían como la fiesta en sí. Cuando hago la crónica, la gacetilla después de Excursionsitas, en un momento pongo: “Un párrafo aparte para el público que con sus bengalas y banderas hizo una fiesta”. Y después eso me costó que se dijera que Callejeros invitaba a un show de bengalas. Se tergiversó. Y en esa misma gacetilla se anunciaban los shows de Cromañón. Una revista de turismo, Llegás a Buenos Aires, puso: “Callejeros invita a un show de bengalas en Cromañón”. Cuando salió eso a la luz me llamó el abogado, me preguntó si había mandado eso y le dije que no. Fue un día en el que estuve súper nerviosa hasta que me llamó una periodista de Página 12 y me contó que la revista había sacado un comunicado aclarando que ellos habían tergiversado la información, que la gacetilla no decía eso.
–¿Por qué decidieron hacer esos shows en Cromañón después de Excursionistas?
–En su momento todos preguntamos lo mismo. Lo que me dijo Diego fue que ellos sabían que a partir de ahí no iban a tocar más ni en Cromañón ni en Cemento. Omar (Chabán) era una persona que les había dado muchísimo espacio, los había ayudado muchísimo para el crecimiento de la banda y era una manera de agradecerle. Cuando hacés shows grandes no te queda guita o te queda muy poco. En shows así te queda más y era una manera de agradecerle y que se quedara con un billete por la ayuda de todos esos años. Como estaban trabajando con MTS, Fernando Benevenia les ofrece hacer esos shows en El Teatro (hoy Vorterix), porque era más seguro. Ellos no quisieron porque en el Teatro no dejaban entrar bengalas.
–¿La banda entraba bengalas?
–Eso no me consta. Nunca vi que sacaran de un anvil (estuche) bengalas. Si lo hacían o no, no lo vi. Eso me lo preguntaron en el juicio cuando fui a declarar. Lo que sí vi es que ellos tenían dos bandas que los seguían, que eran La familia piojosa y El fondo no fisura. En Obras, a los del Fondo los dejaron entrar con pirotecnia y la otra banda protestó. Entonces, para Excursionistas, les dijeron: “Traigan la pirotecnia el día anterior, nosotros la guardamos y el día del show te la damos. Estábamos con Diego, pleno verano, calor, y vino un pibe con tres bolsos llemos de pirotecnia. Recuerdo que estábamos charlando y en un momento dijimos: “Estamos al sol con esto, va a empezar a explotar todo. Guardémoslo debajo del escenario”. En los cacheos sacaban bengalas. De hecho, el show del 30 de diciembre en Cromañón, cuando empiezan a decir que se incendia el lugar, yo tenía la boletería llena de bengalas que habían sacado de los cacheos. El público a veces las entraba en los palos de las banderas y después te contaban cómo las habían escondido.
–¿Declaraste una vez en el juicio?
–Sí, una vez. Primero fui en la etapa de Instrucción y después en el juicio que estuve como cinco horas. A mí me llamó la Fiscalía. Primero me citó una abogada y una psicóloga para charlar un poco y esa fue la primera vez que hablé de Cromañón. En los primeros tres años no había hablado nada, ni con mi entorno. Ese día empecé a hablar y habré estado tres horas. Después fui otra vez a conocer la sala, antes del juicio. Nos dijeron dónde íbamos a estar ubicados y estuvo bueno. Después, el día que declaré, que fui una de las últimas en hacerlo, en febrero de 2008.
–¿Qué recordás de los shows del 28 y 29 de diciembre en Cromañón?
–Que había muchas bengalas, el 28 sobre todo, el día que había ido mi cuñado.
–¿Sabías que había habido un principio de incendio en un show anterior?
–Me lo contó Diego Argarañaz, el manager. El clima en los shows de ellos era de fiesta, más que era fin de año, el crecimiento de la banda, estábamos todos contentos. Ese era el clima del 28. El miércoles, el show del 29, también y lo loco que el 30 fue el día que menos gente hubo. Con el otro chico con el que estábamos en la boletería lo cargábamos a Diego y le decíamos: “Cada vez traen menos gente”. Calculo por la fecha, mucha gente ya se iba de vacaciones o a pasar fin de año afuera. La ciudad era un caos. Unos amigos míos no llegaron a entrar porque estaban esperando a alguien que venía retrasado y no llegaron.
–¿Vos entraste?
–Ese día no entré. Yo tenía como cábala entrar a ver el primer tema de todos los shows. Estaba en la boletería, iba a ver a la banda salir y volvía a la boletería. Ese día, porque el destino quiso, no pude salir de la boletería, había mucha gente entrando a último momento y yo estaba puteando porque no podía entrar a ver el primer tema. Por ahí si entraba no salía.
–De tu lado, ¿quiénes faltaban entrar?
–Acreditados e invitados, gente que estaba llegando sobre la marcha.
–De ahí, de la boletería, ¿tenías una salida a la calle?
–No. Estaba el hall principal, la boletería y había una puertita que daba a la parte de atrás que nunca se usaba de entrada. Tenía esas cortinas como de carnicería, cortinas metálicas y ese día por la cantidad de gente que había la abrieron. Dividieron los hombres por un lado y las mujeres por el otro. Cuando quise salir de la boletería ese lugar estaba lleno de gente, no tenía manera de salir, así que me quedé adentro. “En algún momento voy a salir”, pensé, sin saber muy bien lo que pasaba. Había un chico de la Cruz Roja y el pibe que vendía las entradas. Ellos rompieron una ventanilla y yo estaba completamente desconectada de lo que estaba sucediendo: “Cómo rompen una ventanilla, nos vamos a lastimar con el vidrio”, dije. “Hay que salir de acá. ¿Cómo vamos a salir?”, me respondieron. Yo estaba en mi mundo. Salieron ellos, yo me quedé y pensé: “Si me tiro caigo de cabeza”. Escuchaba que decían que el lugar se estaba prendiendo fuego y veía a la gente salir. Veía a los de seguridad corriendo y pasa un pibe y me pregunta: “¿Qué hacés ahí? Le dije. “Estoy pensando cómo salir”. Me agarró de los hombros y me sacó y me dijo: “Corré”. Yo empecé a correr tipo Forrest Gump, hice un par de cuadras y recién ahí paré. No entendía nada.
–¿Y qué hiciste una vez que dejaste de correr sin rumbo?
–Lo llamé a mi novio de ese momento y le dije que creía que se estaba prendiendo fuego Cromañón. El estaba en una fiesta. Los 30 de diciembre hacíamos siempre un asado con los chicos de (la revista) El Acople y después fiesta en el Salón Pueyrredón. Corto con él, pasa un autobomba y vuelvo para Cromañón. Mientras salía la gente y en medio de las corridas, veo a dos pibitos robando el estéreo de un auto que estaba en la puerta. Me frené y les dije: “¿Qué hacen?” Seguí en la mía, me fui hasta la plaza, la llamé a mi mamá y le dije: “Está todo tranquilo, despreocupate”. Yo todavía no entendía bien lo que estaba pasando. Me llamaban amigos, me preguntaban si estaba bien y yo veía los chicos tirados en la vereda y pensaba que era gente que tenía que ir al hospital; con el tiempo caí que muchos de esos chicos estaban muertos.
–¿Qué pasa cuando llega tu novio?
–Mi novio viene, me lo encuentro en una esquina y le digo. “!Vámonos”. Me dice: “No, hay que meterse a salvar gente”. Y el chabón se metió y empezó a sacar gente. Era un caos. Los que estábamos afuera empezamos a ordenar, a hacer un control para que pudieran entrar los bomberos. Empezamos a bajar de las ambulancias los oxígenos. Mi ex con un bombero fueron los últimos que recorrieron todo el lugar. Los bomberos tampoco tenían los elementos que debían tener para una situación así, de hecho encontraron a un bombero tirado en el interior. Mi ex agarró una remera mojada y se la puso en la nariz y boca y empezó a recorrer el lugar para sacar gente. Mucho tiempo después, hablando con gente de la Cruz Roja, me decían que él se había salvado porque entró con los pulmones limpios, por eso la sacó barata. Ese día nadie sabía qué hacer.
–¿Cuándo volviste a tomar contacto con la banda?
–Ese día a ellos los perdí. Con el manager sí estuve en contacto. No encontraban a su mujer, Romi y me pidió que averiguara en qué hospital estaba. Fernando Benevenia se lo llevó, Diego estaba en estado de shock. Al otro día hablo con la mujer de Eduardo (la pareja que el baterista tuvo antes de Taddei), que es la que me cuenta que estaban yendo de hospital en hospital y que habían encontrado a la mamá de Eduardo muerta. El 31 voy al Ramos Mejía, que habíamos quedado en juntarnos ahí, donde estaba la novia de Pato internada. Los vi ahí y sinceramente no entendía nada, era todo una nebulosa para mí. Fui porque pensé que tenía que estar con ellos. En un momento dije: “Me voy”, y me acuerdo que le dije a mi novio: “Ya está, vamos a tomar una cerveza, es fin de año”. Y él me miraba y me seguía por las dudas. Después, cuando voy a mi casa para prepararme para cenar con mi familia, entro a la ducha, me empieza a caer el agua y veo que es negra. Ahí caigo en la cuenta de todo lo que había pasado. “Estoy acá pero podría estar internada, podría estar muerta, podría…”, y ahí me empieza a caer la ficha. Después hablé telefónicamente con ellos pero en febrero me abrí porque me estaba afectando la cabeza. Tenía que abrirme por mi salud mental. El teléfono de mi casa sonaba las 24 horas. ¿Te acordás que después fueron a Radio 10 a hacer una nota? Yo les proponía una cosa y ellos hacían otra y me llamaban los medios y me cagaban a pedos. No podía dormir, tenía pesadillas todas las noches. Dije: “Hasta acá llegué”.
–¿Te atendiste?
–Fui al Durand, no recibí la mejor atención. Sé que donde mejor funcionó fue en el Santojanni, pero yo tenía al Durand cerca de casa. Me medicaron, me dieron algo para dormir y después tapé todo, no hablé más. Ni con mi familia, ni con amigos. Contaba muy poco. Después me empecé a atender de manera particular. Cuando fui a la primera entrevista con la psicóloga y la abogada empecé a hablar y saqué todo. Ahí me di cuenta que tenía que ir a una psiquiatra; por suerte di con una excelente que hasta el día de hoy sigo viendo, que me derivó a una psicóloga que es la mujer de Leone, el sonidista de Attaque 77. Entonces me vino bien que fuera alguien que conocía el medio y que había un montón de cosas que no tenía que explicarle. Ellas dos me levantaron. Y el día que fui a declarar me sirvió un montón, largué todo.
–Es un estrés postraumático similar al de alguien que estuvo en una guerra, por ejemplo.
–En una charla que tuve con gente de Malvinas, me acerqué, les conté que me sentía identificada con muchas de las cosas que contaban y que había estado en Cromañón. Ellos me contaron que trabajaban con un grupo de sobrevivientes porque el estrés postraumático era el mismo que el de una guerra. Hay cosas que todavía me siguen. Me costó muchísimo volver a ir a un recital, por eso dejé de laburar. Trabajaba para un show pero después no podía ir, empezaba con temblores. Todo mi entorno, mis amigos, todos estaban en la música.
–¿Tardaste mucho en volver a un recital?
–Tardé mucho y disfrutarlo más. Recién el año pasado empecé a ir más seguido a recitales. Iba a uno cada tanto, si era en estadio mejor. Me fijo dónde están las salidas, me quedo por atrás; no tengo problemas con la oscuridad pero sí, en un bar, por ejemplo, trato de estar relativamente cerca de la puerta. Soy de Vélez y voy a la cancha. Ahí hay bengalas a lo pavote. Voy con mis primos y me mantengo lejos. Me siento, me quedo tranquilita.
–¿Cuál fue tu reacción posterior con Omar Chabán?
–Lo fui a ver a Tigre en dos oportunidades. Para mí lo que pasó en Cromañón fue un accidente que pasó con esa banda y en ese lugar; podía pasar con cualquier otra banda y en cualquier otro lugar. Hay una cadena de responsabilidades. Chabán tiene sus responsabilidades y Callejeros las suyas. Lo que me parece es que Callejeros se puso en un papel de víctima y no se hizo cargo de sus responsabilidades. Ellos enseguida salieron a acusar a Chabán. En parte era: “Che, hacete cargo que la seguridad era tuya, el show lo organizabas vos; vos mandaste a imprimir las entradas y las vendías. Hacete cargo de todo eso”. Ellos decían que la seguridad era de Chabán y es mentira. En 2003 yo organizo con un amigo un show de Callejeros en Hangar (Liniers). Ese lugar lo manejaba Blender (histórico seguridad del rock) y les hizo firmar un contrato porque ellos querían su seguridad y que se pudieran meter bengalas. Para Blender era su seguridad y sin bengalas adentro. Tira y afloje hasta que Blender les dijo: “Me firman un contrato en el que se hacen responsables de cualquier cosa que pueda pasar”. Después Blender puso ese contrato a disposición de la Justicia. O sea: vos incentivabas el uso de bengalas, tenías tu seguridad, eras el organizador, entonces no te pongas en el papel de víctima y digas que no tenés responsabilidad. Ellos sabían perfectamente que la puerta esa que tenía el cartel de salida estaba cerrada con candado. Por ahí se entraban los equipos y eso daba al hotel. Estaba mal que tuviera un cartel de salida de emergencia. Ellos sabían lo que había pasado con La 25 (un principio de incendio). En esas cosas yo no estoy de acuerdo. Debe ser re difícil hacerse cargo de todo eso, ¿eh? Esto lo dije cuando fui a declarar. Ellos, en su alegato dijeron: “Aldana Aprea miente”. Yo duermo todas las noches re tranquila. A mí no me pagaba Chabán, me pagaba Callejeros; a la seguridad también. Había un par de seguridades del lugar pero la mayoría era de la banda. Ellos enseguida apuntaron contra (Raúl) Villarreal y él no era el jefe de seguridad, era otro que ni siquiera estuvo en el juicio, zafó.
–¿Alguien contratado por la banda que no fue mencionado nunca?
–Nunca fue mencionado. No fue a juicio, no estuvo imputado, zafó desde un primer momento. Yo me lo encontré en el Gesell Rock 2006 en el que fui a trabajar en producción. Yo era muy amiga de esta persona, Lolo y vino a saludarme con un abrazo y yo estuve muy fría. Me encaró después y me preguntó por qué lo había saludado así y le di mis motivos: “Vos sabés que el responsable de la seguridad eras vos”. Me dijo: “Entendeme”. Vuelvo a decir, debe ser muy difícil tener en tu espalda la responsabilidad de 194 muertes, pero tampoco ensucies a otro tipo si era tu responsabilidad. Me acuerdo de (José Luis) Luzzi, dueño del Marquee, que me dijo: “Tené mucho cuidado, que no te metan en ninguna con tal de salvarse”. Yo me voy a dormir todas las noches con la conciencia tranquila, Fontanet no sé si puede hacer lo mismo.
–¿Qué recordás del día que fuiste a declarar?
–Yo había ido con la abogada y con mi mamá. Me acuerdo que después de declarar salgo del recinto y la abogada me dice: “Voy a buscar a tu vieja”. Me quedo ahí, esperando; tardaba y en eso veo que viene una horda de gente. Venía la abogada, mi vieja y un montón de gente atrás. Se empiezan a acercar y a abrazarme todos, llorando. Eran los padres de los chicos fallecidos. Me dan las gracias y me dicen que todos los que habían ido a declarar que trabajaban con la banda o eran allegados a ella decían que no se acordaban de nada. Una cosa que me enteré después es que el día antes de tener que ir a declarar llamó a mi casa Argañaraz. Yo no estaba y atendió mi pareja. “Hola, ¿está Aldana?”. No, ¿de parte?”. “De Diego, un amigo”. El otro empezó a insistir: “¿qué Diego?”, hasta que le dijo que era Diego Argañaraz. Mi pareja le contestó que iba a tener noticias mías al día siguiente, en Tribunales. Y él no fue. Después me enteré que era su modus operandi, que llamaba a la gente un día antes y les decía: “Acordate de los viejos tiempos” y trataba de persuadirlos.
Aldana tardó años en poder hablar de lo vivido y muchos más en poder sanar. Como a muchos de los sobrevivientes, ella se hizo mil veces la pregunta de por qué ella estaba con vida. También había un estado de culpa que la perseguía. “La mayoría de los que estaban en el VIP fallecieron y mi primera lectura fue: yo les di la pulsera para que vayan arriba –repasa–. La primera psicóloga que vi me dijo: ‘Vos no sos responsable’. Pero yo pensaba: ‘Yo los maté’. Eran invitados, acreditados, gente a la que le di la pulserita, la entrada. Lo mismo que la culpa de por qué yo viví y 194 pibes no. ¿Por qué yo que siempre entraba a ver el primer tema no estaba? Eso te carcome; con el tiempo lo entendés pero al principio me liquidaba. En una primera instancia yo lloraba por todo lo demás que pudo haber pasado. Mis sobrinas iban a todos los shows de Callejeros y a ese no fueron; amigos míos que iban siempre, tampoco fueron. Un fotógrafo amigo de El Acople, que era de los pocos fotógrafos que ellos le dejaban sacar fotos, ese día no fue porque estaba en la fiesta de la revista. Después me agarró una obsesión de comparar las listas de invitados con las de los fallecidos. Me acuerdo de una chica, Jacqueline Santillán. Ella hacía festivales a beneficio y Callejeros siempre participaba. Ese día no la tenía como que iba a venir pero llega y me saluda. “¿No sabía que venías?”, le dije. “Me peleé con mi pareja y me vine”, me respondió. Después me dijo: “Paso”. Atiné a decirle: “Tomá la pulserita”. Pasó y me olvidé de ella. El 2 de enero abro el diario y veo su foto y su historia: había fallecido. Cuando se cumplió un año, su pareja, José Luis “El Paya” Sosa y su mamá, me abrazan y me dicen: “Vos fuiste la última persona que la viste, contame cómo estaba”. Yo les pedía perdón por haberle dado la pulsera. Ese caso en particular me liquidó y me costó años sanarlo.
POLITICA
Documentos oficiales: la Argentina enfrenta 236 demandas fuera del país por más de US$27.000 millones
La suciedad debajo de la alfombra puede ser tanta que, en algún momento, empieza a notarse. Es lo que ocurre con la montaña de demandas contra la Argentina que están radicadas en tribunales internacionales. Se trata de una potencial factura multimillonaria que pasa de mano en mano entre gobiernos. Sin distinción de colores políticos, todas las administraciones buscan lo mismo: demorar el pago todo lo posible mediante la presentación de recursos judiciales que estiren su cumplimiento.
LA NACION le puso nombres y montos a pagar a esta amenaza latente contra las cuentas públicas. Son, en total, 236 pleitos contra el país por incumplimientos de acuerdos de todo tipo. Entre ellos, remanentes de deuda pública impaga, cambios en las regulaciones locales con el presunto interés de sacar ventaja, estatizaciones desordenadas y ruptura de contratos de servicios públicos, un lastre imperecedero con el que la Argentina carga desde la crisis de 2001.
Expresado en dinero, el número es muy gráfico. Una cuenta muy conservadora arroja que el país enfrenta demandas en tribunales internacionales por casi US$27.000 millones, entre las que tienen montos determinadas. Hay muchos otros casos en los que aún no se definió el monto, de manera que puede ascender.
A modo de ejemplo, esa cifra representa un monto similar a las reservas brutas que tiene el Banco Central, o el 60% del dinero que el país le debe al Fondo Monetario Internacional (FMI).
La cifra surge de sumar las querellas en las que trabajan la Procuración del Tesoro (PTN) y el Servicio Jurídico del Ministerio Economía, y el juicio por YPF. En los dos primeros casos, se tomaron solo los pleitos que tienen montos determinados. Eso deja afuera un universo importante de demandas cuya cifra aún no fue establecida, según la información que figura en los registros oficiales.
LA NACION obtuvo la información en respuesta a un pedido de acceso a la información pública con datos disponibles hasta el 27 de enero último.
Se le agregó el pleito relacionado con la petrolera bajo control estatal porque, si bien no tiene todavía un monto determinado en la documentación argentina, la Justicia de Nueva York le puso un número a la demanda: habría que pagar US$16.100 millones.
El país tiene una gran variedad de demandantes. Desde inversores particulares alemanes que le prestaron dinero al Estado hasta megabufetes de abogados especializados en ganar contiendas contra naciones soberanas.
Las demandas caen en dos sacos. Uno de ellos es la Procuración del Tesoro, que reúne una menor cantidad de causas, pero cuyos resultados pueden traer altísimas consecuencias para el país. Son, en total, 36. Allí recalan los litigios en el CIADI y en la Justicia de Nueva York, con el caso por la expropiación de YPF como sobresaliente.
Otra porción de los juicios contra el país fuera de sus fronteras está a cargo del Servicio Jurídico del Ministerio de Economía, coordinado por la Subsecretaría Legal, que maneja Alejandro Speroni.
De acuerdo con la documentación que vio LA NACION, atiende 200 demandas de ese estilo. La mayoría están radicadas en Alemania, aunque los montos mayores se expresan en dólares. Hay incluso un pleito en yenes. Es por una demanda del MUFG, el banco más grande de Japón, que también es acreedor del Estado nacional.
Hay que aclarar, también, que las cifras pueden variar en el futuro por distintos motivos. En ciertos casos, la Argentina y sus demandantes estarían en condiciones de discutir alternativas de pago. Además, las demandas de los bonistas contemplan el pago de deuda que no se saldó y está incluida en el monto del litigio.
Hay tres pleitos hoy que concentran la atención oficial y de parte del establishment. El número uno es el de YPF, una demanda peregrina que se sustenta en los errores cometidos por el kirchnerismo entre los años 2006 y 2012. Primero, con el ingreso de la familia Eskenazi al capital social de la empresa petrolera y, luego, por la manera en que se estatizó la compañía.
Los demandantes, Burford e Eton, dos fondos que se dedican a eso, tienen un fallo a favor de la Justicia de Nueva York, según el cual la Argentina debería pagar US$16.100 millones más intereses. Hay chances de apelación, pero los especialistas le ven poco futuro a esa opción.
La justicia británica, por otra parte, les dio la razón a los fondos Palladian Partners, HBK Master Fund, Hirsh Group LLC y Virtual Emerald, que acusaron al Estado de perjudicar a los inversores cuando modificó la manera de calcular el producto bruto interno (PBI), que derivó en que, en 2013, se paguen menos intereses de deuda por los bonos “cupón PBI”, emitidos en 2005 y 2010. Quien manejaba la economía por aquellos días era el hoy gobernador bonaerense, Axel Kicillof, con el férreo apoyo de Cristina Kirchner. No existían entre ellos las diferencias del presente.
En Nueva York se tramita otra demanda importante. Un fallo de la jueza Debra Ann Livingston, de la Corte de Apelaciones del Segundo Circuito, ratificó una decisión de la muy conocida Loretta Preska que les permite a ciertos acreedores embargar activos soberanos por unos US$310 millones. Este dinero fue depositado en una cuenta del Banco Central de la República Argentina (BCRA) en la Reserva Federal.
El pleito en Londres pone de manifiesto las dificultades para el futuro de la economía que plantea el hecho de tener tantas demandas abiertas al mismo tiempo, por montos que pueden asustar a un país como la Argentina. El gobierno de Javier Milei depositó en marzo de 2024 una garantía de US$325 millones para seguir litigando. Los demandantes la ejecutaron en febrero pasado. Es decir, ese dinero ya no está.
Para una economía saludable, la suma anterior puede parecer nimia. No parece ser el caso de la Argentina, donde el Gobierno despliega un fuerte plan de ajuste para reducir la inflación y cuenta hasta las monedas para mostrar mes a mes números fiscales equilibrados o con superávit.
“Los juicios en el exterior contra el país son una contingencia que no se reduce a lo monetario. Expande sus efectos a varios frentes, incluyendo el político. Basta pensar en una emisión o una reestructuración de deuda soberana -explica Bernardo Saravia Frías, exprocurador del Tesoro-. Cualquiera de estos juicios que terminan en una sentencia adversa tienen, sin dudas, dificultades para ser ejecutados. Pero tienen una herramienta poderosa: medidas cautelares que pueden entorpecer cualquier proceso de endeudamiento o reordenamiento de deuda de un país. Se vio con la Fragata Libertad”.
“La Argentina es un país que comete muchos errores e incumple promesas. Eso nos ha costado mucho dinero. Me parece que es momento de sentarse a pensar para saber si vale la pena seguir pateando la pelota, sabiendo que perdemos el 99% de los casos, más allá de los que tenemos abiertos”, explicó Sebastián Maril, CEO de Latam Advisors y una de las personas que más sigue estos temas en el país.
Según sus cuentas, desde comienzos de este siglo la Argentina pagó aproximadamente US$17.000 millones por temas judicializados en el exterior. Vale una aclaración: la suma mencionada incluye la cancelación de deuda que estaba impaga.
Es, quizá, la forma más clara de mostrar que la acumulación de pleitos terminan generando un problema económico, pese a que no se trata de una discusión que esté presente de forma cotidiana en las conversaciones del sector privado.
Esa es una de las trampas de los juicios abiertos fuera del país. Pueden resultar etéreos y lejanos por diversos motivos. Entre ellos, debido a que en algunos casos se admiten instancias de “regateo”, así como el hecho de que hay sentencias contra el país que no se pagan. Pero eso tiene un límite. El problema tiene efectos visibles cuando no queda otra cosa más que pagar la factura en contra.
Hay centenares de empresas dispuestas a cobrarle al país lo que creen que les debe. La información que recopiló LA NACION permite hacer un ranking de esos demandantes.
Los primeros lugares de esa lista -en los casos en que la burocracia argentina ya tiene contabilizado un número para la demanda- se muestran en una visualización que acompaña esta nota. De allí surge una variedad reveladora.
El primer lugar lo ocupa una demanda de Teinver radicada en el Ciadi, el Centro Internacional de Arreglo de Diferencias Relativas a inversiones. Teinver es una subsidiaria del grupo español Marsans, que llevó al país a un arbitraje internacional en 2009. La disputa finalizó, con una decisión en contra de la Argentina, en 2017. La cuenta a pagar, según los registros de la Procuración del Tesoro, es de US$1590 millones.
En segundo término aparece un grupo de acreedores de deuda liderado por el fondo Aurelius. De acuerdo con los registros públicos, esa factura suma US$1321,92 millones.
La empresa Orazul International España Holdings, subsidiaria de la norteamericana Duke Energy International, por la concesión de la represa Cerros Colorados, le hizo un reclamo al país por US$667,3 millones. Si bien el pleito figura en la administración pública, el Ciadi en ese caso rechazó los planteos de la empresa.
En tercer lugar hay un viejo problema de los años 90. Se trata del pleito de Papel del Tucumán, quebrada, con el Estado Nacional y el Banco Central de la República Argentina. Son más de US$500 millones. La Argentina recibió un fallo en contra en la Cámara de Comercio Internacional (CCI).
Para Camilo Tiscornia, de C&T Consultores, la gran cantidad de demandas contra el país muestra que el que las hace las paga. “El hecho de violar contratos tiene un costo reputacional y económico. Es una lección para la Argentina, para una parte del arco político que considera que hacer estas cosas es gratis. Que porque hay emergencia, pobreza, cambió el gobierno o porque lo hizo otro, con esos argumentos se puede violar cualquier contrato”, sostuvo.
El economista también refleja otra cosa. Estas violaciones de contratos surgen porque en algún momento esos contratos se firmaron. Se pensó que era bueno, provechoso para el país. Pero luego se pensó al revés. “La gran imposibilidad que tenemos es ponernos de acuerdo para mantener un rumbo”, sostuvo.
El análisis de lo que ocurrió con estos casos aporta información que alerta sobre el futuro. Entre las 36 causas que maneja la PTN, 16 tramitan en el Ciadi. El amontonamiento allí de pleitos contra la Argentina tiene en sus orígenes una decisión del menemismo en los años 90. Interesado en la llegada de inversión extranjera, Carlos Menem promovió la firma de decenas de acuerdos de protección recíproca de inversiones con países importantes, como Estados Unidos, Francia, Alemania e Italia, por mencionar algunos casos.
Al igual que ahora, la Argentina tenía por aquellos días un sólido historial de incumplimientos, vaivenes e incertidumbre. Por eso, el equipo económico liderado por Domingo Cavallo les concedió a las empresas, a través de esos acuerdos, la posibilidad de litigar en tribunales extranjeros como el Ciadi.
Esa estela llega al presente a través de la Ley Bases y el RIGI, el esquema implementado por Javier Milei para atraer inversiones. Es un revival noventista profundizado porque, según diversos especialistas, otorga aún mayores garantías a la inversión que la experiencia menemista.
“Con la Ley Bases y con el RIGI en particular, se extiende la vigencia del Ciadi en caso de incumplimiento del Estado. Cabe la pregunta acerca de si es un mecanismo idóneo para la protección de los intereses del estado argentino”, explicó Carlos Balbín, exprocurador del Tesoro en la gestión de Mauricio Macri y profesor de la Universidad de Buenos Aires (UBA).
En términos abreviados, el planteo de los que advierten por demandas potenciales es el siguiente: si la experiencia indica que las concesiones hechas en el pasado le abrieron la puerta a una gran cantidad de demandas millonarias contra el Estado, en el futuro el número de pleitos podría crecer a la luz de los cambios facilitados por este gobierno.
La Casa Rosada responde de forma contundente. Las garantías que se les otorgan a los empresarios extranjeros se transformen en algo negativo para el país solo cuando la Argentina rompe los contratos. Un país normalizado, donde manden la institucionalidad y la continuidad de las políticas, no debería tener problemas con eso.
POLITICA
La Plata: Llega el nuevo COU y se aprobaría una primera tanda de barrios privados
El intendente Julio Alak lo anticipó durante la apertura de sesiones en el Concejo Deliberante de La Plata, confirmando así el adelanto de REALPOLITIK. En las próximas semanas, el ejecutivo municipal entregaría el nuevo Código de Ordenamiento Urbano (COU), y las especulaciones están a la orden del día.
El diagnóstico más compartido entre los actores del rubro de la construcción en la capital bonaerense, es que los especialistas convocados por la municipalidad de La Plata entregarían la reforma del código antes del 9 de abril, fecha en la que vencerían los 180 días estipulados por el decreto que el intendente Julio Alak firmó en octubre. La nueva normativa deberá pasar por el Concejo Deliberante, aunque se descuenta que el jefe comunal tenga los votos necesarios para aprobarla.
La sombra de Garro
Días atrás, un nutrido grupo de desarrolladores inmobiliarios se reunió en las inmediaciones del Colegio de Arquitectos local para plantear hipotéticos escenarios y diseñar una estrategia a seguir. Las posturas no fueron unánimes. Es que, mientras algunos se muestran dispuestos a esperar el tiempo que sea necesario y seguir los lineamientos que se desprenden de calle 12, otros se encuentran apremiados por cuestiones financieras y contractuales.
La convocatoria comenzó caldeada y, con el correr de las horas, llegó a un consenso generalizado. Mientras los más beligerantes propusieron la presentación de un amparo colectivo, la mayoría optó por poner paños fríos y esperar. El grupo que impulsó el amparo colectivo fue liderado por un exfuncionario municipal, hoy apuntado por la Justicia, que tras una polémica maniobra de préstamos privados se quedó con el control de una de las más grandes empresas desarrolladoras de la ciudad. Fue este último quien, con el “apoyo intelectual” de su exjefe político, propuso reunir a todos los compradores de lotes para apoyar las medidas judiciales con las que enfrentar a la gestión de Julio Alak.
El grupo de los “conciliadores” tuvo como líderes a varios de los “históricos” desarrolladores inmobiliarios y a, al menos, dos de las “nuevas” empresas del rubro, quienes se impusieron tras asegurar que, en cuestión de días, se esperan definiciones del gobierno municipal. “Llevamos adelante nuestros emprendimientos cumpliendo con todo lo que nos pidió el municipio. Tenemos los expedientes completos con planos corregidos y aprobados, prefactibilidades de servicios, permisos de obra y comercialización firmados por la exsecretaria María Botta y el exdirector Leandro Ronga, proyectos hidráulicos y medidas en cumplimiento con la ordenanza de barrios cerrados. ¿Por qué debiéramos enfrentar al municipio ahora y crear una confrontación que, esperamos, sea innecesaria?”, se preguntaron.
Premiar a los que hicieron las cosas bien
Como se recordará, el accionar de encumbrados funcionarios de la gestión del ahora exintendente Julio Garro provocó un escenario de desconcierto entre la gran mayoría de los desarrolladores inmobiliarios. “Cuando presentábamos un proyecto, desde la municipalidad se nos exigía una serie de requisitos que, luego de cumplirlos, finalizaba con un documento escrito y sellado por la secretaría de Planeamiento que nos daba permiso para comenzar las obras y comercializar nuestros lotes. Nunca nos avisaron que las ordenanzas habían sido revisadas o rechazadas por las autoridades competentes provinciales”, explicaron desarrolladores a REALPOLITIK.
“Lo que explica hoy el intendente Alak es cierto: las ordenanzas no contaban con la convalidación provincial. Pero al ser un trámite en el que los particulares no participamos, sino que se desarrolla entre el municipio y la provincia, a nosotros nunca nos avisó nadie. A diferencia de aquellos que desarrollaron barrios indivisos como forma de hacer una ‘avivada’ y ganar algo de dinero rápido, existe un grupo grande de barrios que se ocupó de cumplir con todos los requerido por las autoridades y desarrolló sus proyectos de buena fe y con seriedad”, analizaron.
Esta diferencia entre unos y otros pareciera ser, al día de hoy, de vital importancia. El rumor que se corre en los pasillos del Colegio de Arquitectos, cuenta que el secretario de Obras Públicas y Planeamiento, Sergio Resa, estaría pronto a dar luz verde a una primera tanda de cuarenta barrios privados. Si bien se desconoce si esto está confirmado y, a ciencia cierta, el criterio que utilizaría la municipalidad respecto a este primer grupo de barrios, no son pocos los que apuestan sus fichas a que se trata de aquellos emprendimientos que ya cuentan con algunos requisitos cumplidos, como la rezonificación votada y aprobada por Concejo Deliberante, prefactibilidades de servicios y planos en regla. En efecto, fuentes cercanas al propio Alak deslizaron que el intendente “se propone tomar en consideración” a aquellos desarrolladores que se ocuparon de cumplir con los requisitos exigidos por el palacio municipal en gestiones anteriores.
“Claramente, no es lo mismo un desarrollador que apuntó desde siempre a construir un barrio indiviso a otro que se ocupó de recorrer durante meses los pasillos de los distintos organismos para tener la documentación que exigía la gestión anterior”, aseguraron desde calle 12. “Aunque no estemos de acuerdo con lo actuado por la gestión de Julio Garro, es nuestro deber mostrar una continuidad institucional”, advirtieron.
Entre los cambios que anticipan tanto desarrolladores como diferentes actores del rubro de la construcción, se estima que el intendente Julio Alak presentaría en las próximas horas el nuevo Código de Ordenamiento Urbano con un contrato renovado para el sistema de transporte público, que acompañará a la expansión del área urbana. Las expectativas son altas, la presión pareciera ser insostenible y, por ahora, sólo por ahora, estarían ganando “los conciliadores”. (www.REALPOLITIK.com.ar)
ETIQUETAS DE ESTA NOTA
Julio Garro, La Plata, Julio Alak, Luis Barbier, María Botta, COU, Julio Chaparro, Sergio Resa, Barrios Urbanos, Federico Castillo, Ricardo Mashud, Leandro Ronga
¿Qué te parece esta nota?
COMENTÁ / VER COMENTARIOS
La, Plata:, Llega, el, nuevo, COU, y, se, aprobaría, una, primera, tanda, de, barrios, privados
POLITICA
Otro robo en San Isidro de la banda del Millón protagonizado por menores y planeado desde la cárcel
En la primera oportunidad fallaron. El cricket que habían llevado para forzar las rejas había hecho mucho ruido. Entonces, por unas horas, abortaron el plan criminal. Un día después, de madrugada, regresaron a Acassuso, en San Isidro. Primero treparon una pared medianera de 2,20 metros de altura y subieron al techo de la casa del exjuez federal y excamarista Guillermo Rivarola. Entraron en la propiedad después de forzar los barrotes de una ventana. “Silencio, la plata, la plata”, le espetaron al exfuncionario judicial cuando se despertó abruptamente. Lo amenazaron con destornilladores y lo redujeron. Se hicieron de un botín de 19.000 dólares, dos pistolas, dos revólveres, cinco carabinas, municiones y un reloj. Antes de escapar, le dejaron un mensaje a la víctima: “Te entregaron, por eso sabíamos que eras fiscal”, gritó uno de los ladrones.
Era la madrugada del miércoles pasado y la denominada banda del Millón volvía a protagonizar un robo en San Isidro. Se trata de una organización criminal dedicada ingresar en casas cuando los propietarios de los inmuebles duermen. Se caracteriza por la violencia. En marzo del año pasado asesinaron a golpes a un vecino de Las Lomas, Jorge Enrique De Marco, y en noviembre último, torturaron a otro vecino de Acassuso, al que le robaron 220.000 dólares.
Los golpes de la banda del Millón no son robos al voleo. Todos los asaltos que protagonizó la gavilla tuvieron una inteligencia y una planificación previas para no dejar ningún detalle librado al azar.
Como sucedió en otros robos que llevó adelante la organización criminal, los ladrones que irrumpieron en la casa del exjuez Rivarola eran menores y la inteligencia previa al golpe fue hecha por un delincuente que está preso alojado en una cárcel del Servicio Penitenciario Bonaerense (SPB), así surge de la investigación dirigida por el fiscal general adjunto de San Isidro, Patricio Ferrari.
Así lo informaron a LA NACION calificadas fuentes judiciales. En las últimas horas, detectives de la policía bonaerense de la Superintendencia de Seguridad Región Amba Norte I, conducida por el comisario mayor Lucas Borge, y personal de la Patrulla Municipal de San Isidro detuvieron a tres sospechosos de haber participado del robo en la casa del exjuez Rivarola. Se tratan de tres adolescentes de ente 14 y 16 años, quienes quedaron a disposición del fiscal del fuero penal juvenil Andrés Zárate.
En poder de los sospechosos detenidos en el barrio La Cava, en Beccar, el personal policial secuestró 3000 dólares, joyas, teléfonos celulares e indumentaria que habría sido comprada pocas horas antes. Ahora, los detectives policiales y judiciales intentan identificar a un cuarto ladrón que participó del último robo.
Después, en otro allanamiento de urgencia, se secuestraron municiones de fusil que habrían sido parte del botín robado en la casa de Rivarola. También se encontró la ropa que utilizaron los ladrones en el asalto.
Filmaciones clave
Según pudieron reconstruir los investigadores a partir de las filmaciones de las cámaras de seguridad de la Municipalidad de San Isidro y dispositivos privaos, los delincuentes llegaron y escaparon en un automóvil Peugeot 408 gris. Las imágenes fueron la clave para identificar la chapa patente del vehículo.
Pocas horas después del robo, se localizó el automóvil utilizado por los delincuentes estacionado en Marconi al 2600, en Beccar, en cercanías de La Cava, donde vivían la mayoría de los delincuentes que integran la banda del Millón.
En el operativo donde se secuestró el vehículo se detuvo a un sospechoso, identificado por fuentes judiciales como Juan Manuel Moyano, de 31 años, quien trabaja para una APP que conecta a choferes con pasajeros.
Moyano, al ser indagado, reconoció haber sido el conductor del automóvil en el que los delincuentes llegaron a la casa de Rivarola. Fue el quién aportó la información de que los ladrones habían ido la noche anterior al robo, pero desistieron del plan criminal por el ruido que hizo la herramienta utilizada para forzar las rejas.
Moyano también dio los nombres y apodos de los delincuentes. Sostuvo que la madrugada del atraco, el miércoles pasado, llegaron a la casa de la víctima 1.50. “Se bajaron todos. Yo me quedé a la vuelta, esperándolos como conductor. Volvieron al auto a las 4.50 y subieron con bolsos largos, tipo de armas [sic]. Cuando volvíamos escuché que decían que el que le había dado la data de la casa para que roben eran Brandon, que actualmente está preso en [la cárcel de ] Campana”, dijo el chofer de la banda, según pudo reconstruir LA NACION de fuentes judiciales.
El nombre Brandon, aportado por Moyano, no pasó desapercibido para el fiscal Ferrari y su equipo de colaboradores.
En la investigación que llevó tras las rejas a varios integrantes de la banda del Millón, el representante del Ministerio Público y detectives de la policía bonaerense habían determinado que la inteligencia previa de los robos la hacía Brandon Brites, quien buscaba información en Google Maps y en perfiles de redes sociales como Facebook y LinkedIn.
“La presente investigación criminal exhibe la existencia de una organización delictiva demasiado plural, caracterizada por un sinnúmero de intervinientes que se empeñan a diario en ejecutar delitos contra la propiedad de notable impacto y en horas de la madrugada en diferentes casas de San Isidro, con la abultada peligrosidad que caracteriza a sus acciones y la reiteración que parece no cesar. Diferentes técnicas de investigación han dejado al descubierto que aquel grupo que en su inmensa mayoría reside en el barrio La Cava ha perfeccionado en el último lapso de tiempo sus habilidades para ejecutar sus robos valiéndose de diferentes medidas de inteligencia previa, victimizando a personas en su mayoría de avanzada edad, a quienes no dudan en golpear en cada uno de sus atracos cada vez más violentos y con la única finalidad de hacerse de sus bienes o ahorros. La organización conocida como Banda del Millón o de los Millones no duda a la hora de ejecutar sus robos casi a diario para luego dilapidar esos bienes de manera ostentosa y exhibirlos en las redes sociales”, sostuvo el fiscal Ferrari en un dictamen presentado ante el juez de Garantías de San Isidro Esteban Rossignoli en el que fundamentó los pedidos de detención de varios integrantes de la banda del Millón.
Cuando el representante del Ministerio Público Fiscal hizo referencia a que la banda hacía “inteligencia previa” se refería a que, según se pudo reconstruir durante la investigación, los “objetivos” no eran escogidos de forma azarosa. El primer dato los aportaba Brites, que en ese momento estaba alojado en un instituto de menores acusado de un homicidio ocurrido en la villa La Cava.
Tras los robos de la banda del Millón y ya mayor de edad, Brítez fue traslado a la cárcel de Campana, la Unidad 57 del SPB.
En las últimas horas, por pedido del fiscal Ferrari, la jueza de Garantías de San Isidro Andrea Rodríguez Mentasty ordenó una requisa en la celda y los lugares comunes donde se alojaba Brites. En el operativo se secuestró un teléfono celular que se sospecha fue el utilizado para que el sospechoso se comunicara con el resto de la banda que protagonizó el robo en la casa de Rivarola.
“Gracias al seguimiento de las cámaras de seguridad del Municipio de San Isidro y a las tareas de investigación de la Policía bonaerense, se logró identificar al auto Peugeot 408 que intervino en el robo en la casa de un vecino”, sostuvo el municipio en un comunicado de prensa después de la detención de los sospechosos.
-
POLITICA3 días ago
Los datos de la indigencia en CABA: en dos años aumentaron un 55% las personas en situación de calle
-
POLITICA2 días ago
Tormenta en Bahía Blanca: la ciudad quedó bajo el agua por la lluvia y varias familias fueron evacuadas
-
SOCIEDAD2 días ago
Vecinos de barrios porteños cortaron la calle en reclamo por los cortes de luz: “Ya son cinco días”