POLITICA
Beslán, la masacre en una escuela rusa que dejó 334 muertos y expuso hace 20 años el punto débil de Putin
El día que Beslán empezó a enterrar a sus muertos, había tantos autos cargados de ataúdes que se formó un embotellamiento en el camino hacia el cementerio. En esa pequeña ciudad del Cáucaso, todos habían perdido a un familiar o conocían a alguien que había muerto en el asedio a la escuela Nº1. El ataque terrorista, lanzado por militantes fuertemente armados, principalmente de Chechenia, duró tres días. Hubo 334 muertos, 186 de ellos niños.
Este martes se cumplieron 20 años desde que el asedio terminó repentinamente con explosiones devastadoras, pero todavía puedo oír los lamentos de las madres de Beslán, el dolor que se extendió por la ciudad en oleadas.
Puedo imaginar el ataúd blanco abierto de Alina, de 11 años, tendido en el jardín delantero de su casa con sus muñecas colocadas cuidadosamente a su lado.
Y siempre recordaré a Rima, que pasó tres días hacinada en el sofocante gimnasio de la escuela con sus nietos y cientos de otros rehenes, con bombas colgadas de los aros de básquetbol sobre ellos. En aquel entonces, confesó que se avergonzaba de haber sobrevivido.
Mientras ella y sus nietos corrían hacia la salida, bajo el fuego enemigo, tuvieron que trepar por encima del cadáver de un niño pequeño. “Dios, perdónanos por eso”, suplicaba Rima entre lágrimas.
Primeras lecciones
En 2004, el sufrimiento de Beslán se sintió en toda Rusia y resonó en todo el mundo. En primer lugar, la tragedia fue causada por las decenas de hombres y mujeres que irrumpieron en la escuela, dispararon al aire y tomaron como rehenes a cientos de personas petrificadas.
Acorralaron a madres con bebés y globos, y a niñas pequeñas con grandes lazos blancos en el pelo.
Familias enteras estaban celebrando el primer día de clases. Los militantes chechenos llenaron el gimnasio de explosivos y comenzaron a ejecutar a los rehenes hombres.
Ese verano boreal, la brutal guerra del presidente de Rusia, Vladimir Putin, contra los separatistas en Chechenia, lanzada cuatro años antes, ya había estallado más allá de las fronteras de esa república.
El día antes de que comenzara el asedio en la escuela de Beslán, 10 personas murieron cuando una mujer chechena se inmoló frente a una estación de metro de Moscú.
Antes de eso, militantes suicidas hicieron estallar dos aviones en el cielo y hubo un ataque mortal en un festival de música.
Pero desde hace dos décadas hay preguntas persistentes y preocupantes sobre cómo Putin y sus funcionarios manejaron el ataque a Beslán en su convencimiento de “no ceder ante los terroristas”.
¿Intentaron siquiera negociar? ¿Por qué afirmar que los atacantes no hicieron demandas políticas cuando habían pedido que las tropas rusas se retiraran de Chechenia? ¿Se podría haber liberado a más niños?
Más importante, ¿por qué los rescatistas dispararon desde tanques y usaron lanzallamas cuando todavía había cientos de rehenes dentro de la escuela?
Para muchos, el asedio de Beslán ofreció lecciones tempranas cruciales sobre el putinismo, incluyendo que no escatimaría nada ni a nadie para aplastar a quienes lo desafiaran.
Protección de su imagen
Tuvieron que pasar 20 años para que Putin visitara las ruinas de la escuela Nº1. Incluso entonces, no asistió a los actos de aniversario con las familias. Viajó allí hace apenas dos semanas, y fue solo.
Algunas paredes destrozadas de la escuela se dejaron en pie como monumento, cubiertas con un sudario dorado y con fotografías enmarcadas de los fallecidos. Allí, en medio del gimnasio donde se encontraban los rehenes, Putin colocó flores debajo de una cruz de madera.
Para la mayoría de los líderes mundiales, sería inimaginable no haber visitado este lugar antes. Fue el ataque terrorista más mortífero de la historia de Rusia. Pero Putin siempre ha preferido que lo filmen en un avión de combate o flanqueado por soldados.
Las tumbas de los niños que no pudo salvar no hacen nada por su imagen de hombre de acción. De hecho, había estado en Beslán antes, pero pasó casi inadvertido.
Inmediatamente después de que terminara el asedio, voló tarde por la noche para visitar un hospital al amparo de la oscuridad.
Le dijo a la comunidad de Beslán que toda Rusia estaba de luto con ellos, pero al amanecer ya se había ido. “Llegó demasiado tarde”, recuerdo haber oído decir a las familias en duelo. “Debería haberse quedado con nosotros”. Pero Putin no se atrevió.
Cuatro años antes, un encuentro previo con mujeres en duelo lo había marcado y asustado. Cuando el submarino Kursk se hundió en el año 2000, el mandatario ruso tardó cinco días en interrumpir sus vacaciones y, cuando se reunió con los familiares, lo hicieron añicos.
Así que Putin comenzó a hacer de la reunión cuidadosamente coreografiada un sello distintivo de su presidencia. Solo pequeñas multitudes previamente seleccionadas. Todo bajo control.
Números y mentiras
El mes pasado, en Beslán, solo tres madres fueron llevadas a encontrarse con el presidente. “Fue un acto de terror terrible que se llevó las vidas de 334 personas”. Así describió Putin la tragedia ante las mujeres y ante las cámaras de la televisión estatal. “De esa cifra, 136 eran niños”, continuó.
Las madres no estaban siendo enfocadas en ese momento, pero seguro que se estremecieron ante su error. Porque fueron 186 los niños asesinados en Beslán. Es una cifra grabada en el cerebro de todos los habitantes de esa ciudad. Es lo único que no se olvida.
Pero Putin no visitó Beslán para empatizar. Las madres de negro eran solo un elemento decorativo. Las estaba utilizando para demostrar algo.
Hace dos décadas, recordó a los rusos, luchó y ganó su guerra contra el terrorismo. Ahora dice luchar contra los “neonazis” y un Occidente hostil en Ucrania, y juró que también ganará esa guerra.
La distorsión y las mentiras ya estaban en el manual de Putin de 2004. En aquel entonces, las autoridades informaron de un número muy inferior al real de rehenes en Beslán.
Llegué a la ciudad el primer día del asedio y pronto me di cuenta de que había tres veces más rehenes cautivos en esa escuela de lo que admitían las autoridades. Todos los vecinos nos lo dijeron, pero los periodistas de la televisión estatal, siguiendo instrucciones, continuaron repitiendo la mentira.
La gente temía que las tropas se estuvieran preparando para asaltar la escuela, por lo que las autoridades restaron importancia al posible número de víctimas.
Lecciones para Putin
A menudo me he preguntado qué le sucedería a un gobierno en una democracia occidental después de un ataque que terminó con muchos más rehenes muertos que terroristas. Creo que tendría dificultades para sobrevivir a la inevitable investigación oficial o a las siguientes elecciones. Putin no tuvo que preocuparse por ninguna de las dos cosas.
En 2017, el Tribunal Europeo de Derechos Humanos dictaminó que Rusia había incumplido su deber de proteger a los rehenes y había utilizado “fuerza indiscriminada” para acabar con el asedio.
El caso fue presentado por madres desesperadas y afligidas que buscaban justicia. Pero no hubo una nueva investigación en la propia Rusia. Ningún alto funcionario rindió cuentas.
Cuando las tres madres de Beslán se quejaron de eso ante Putin en agosto, en su reunión, él manifestó sorpresa y prometió investigarlo. Ha tenido 20 años.
Sin embargo, abordó una cosa, justo después del asedio. En 2004, Putin anunció que cancelaría las elecciones directas para gobernadores en las regiones de Rusia, afirmando que eso ayudaría a mejorar la seguridad. No había ninguna conexión con el ataque de Beslán.
Cuando el parlamento se reunió para votar la medida, los políticos de la oposición hicieron piquetes frente al edificio advirtiendo que una dictadura se avecinaba.
Dos décadas después, ya no hay oposición. Los medios estatales han sido completamente domesticados. La democracia ha sido aplastada.
La principal lección que Putin aprendió del asedio de Beslán fue la de aumentar el control.
POLITICA
La vicepresidenta criticó el plan de lecturas bonaerense y escritores juntan firmas por el “derecho a leer”
Ayer, la vicepresidenta Victoria Villarruel publicó en sus cuentas de X e Instagram un mensaje en contra del plan de lecturas para estudiantes del nivel medio (ciclo básico y ciclo orientado del secundario) de centros de enseñanza del gobierno bonaerense, Identidades Bonaerenses, por considerar que incluye libros “degradantes e inmorales”. La colección, de más cien libros de narrativa, novela gráfica y poesía, fue lanzada en 2023 con el aval de las autoridades políticas y educativas de la provincia de Buenos Aires, como el gobernador Axel Kicillof y el director general de Cultura y Educación Alberto Sileoni.
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“Los bonaerenses no merecen la degradación e inmoralidad que @Kicillofok les ofrece. Existen límites que nunca deben pasarse. ¡Dejen de sexualizar a nuestros chicos, saquen de las aulas a los que promueven estas agendas nefastas y respeten la inocencia de los niños! ¡¡Con los chicos NO!!”, escribió Villarruel sobre la imagen de dos párrafos de la novela Cometierra, de Dolores Reyes donde se narran escenas sexuales. A la manera del gobernador del estado de Florida, Ron DeSantis, con su mensaje la vicepresidenta sienta las bases para la creación de una lista de “libros prohibidos” para adolescentes.
Los bonaerenses no merecen la degradación e inmoralidad que @Kicillofok les ofrece. Existen límites que nunca deben pasarse. ¡Dejen de sexualizar a nuestros chicos, saquen de las aulas a los que promueven estas agendas nefastas y respeten la inocencia de los niños! ¡¡Con los… pic.twitter.com/PrIeLAJnGZ
— Victoria Villarruel (@VickyVillarruel) November 7, 2024
Hoy, en respuesta a Villarruel, comenzó a circular una solicitada en redes sociales, titulada “En defensa del derecho a leer”, donde se reivindica la colección Identidades Bonaerenses, que reúne diversas obras literarias de autores nacionales para públicos de distintas edades. En redes, se invita a difundir el comunicado con los hashtags #ConloslibrosNO y #DerechoALeer.
En Argentina quieren prohibir la lectura en la enseñanza secundaria de estos cuatro libros porque contienen sexo y violencia.
Como si los libros tuviesen culpa, como si en la tele y las redes no hubiera lo uno ni lo otro.
Como si los chavales fuesen bobos. #DerechoaLeer pic.twitter.com/OzsbaaIKhT
— Miguel Barrero (@MiguelBarrero) November 8, 2024
“Identidades Bonaerenses es una colección compleja, humana, que no niega las contradicciones ni las oscuridades y que refleja nuestras identidades desde una mirada no idealizada, intentando alejarnos de la representación estereotipada del ser bonaerense -asumen los responsables de la colección-. De esta manera, nos permite vernos no solo en nuestras fortalezas y en nuestros motivos de regocijo y orgullo sino también en el reconocimiento de todo aquello que nos preocupa, nuestros problemas, lo que anhelamos cambiar”. El gobierno bonaerense compró aproximadamente cinco mil ejemplares de cada título de la colección a editoriales locales y los distribuyó en bibliotecas escolares.
Firmemos en defensa de la *Colección Identidades Bonaerenses*, ante los ataques de la vicepresidenta en X que no sólo persiguen un efecto mediático, sino erosionar el DERECHO A LEER de nuestras pibas y nuestros pibeshttps://t.co/ge1tcmrT1x#DerechoALeer
*SE RUEGA DIFUNDIR*
— Virginia Feinmann (@vfeinmann) November 8, 2024
Escritores como Claudia Piñeiro, Marcelo Figueras, Félix Bruzzone (que integró el equipo de asesoramiento y selección con Leo Oyola, Cynthia Edul, Martín Biaggini y Paula Bombara), Virginia Feinmann y Juan Fernando García compartieron en redes el comunicado y se expresaron sobre el naciente debate, al igual que la coordinadora del catálogo, la editora Julieta Elffman. En 2023, Dolores Reyes publicó Miseria, la continuación de las andanzas de Cometierra y sus amigos en territorio ya no bonaerense sino porteño. Próximamente, se estrenará la serie basada en su primera novela, realizada en México.
La colección Identidades Bonaerenses es una de las mejores cosas que tiene la Provincia de Buenos Aires. 120 toneladas de libros que pesan mucho más que los twits desangelados de la reacción conservadora. #DerechoALeer
— Félix Bruzzone (@Felixbruzzone) November 8, 2024
En este enlace se puede consultar el catálogo de Identidades Bonaerenses, que incluye libros de Roberto Arlt, Manuel Puig (autor prohibido por el peronismo en la década de 1970), Ruth Kaufman, Sandra Comino, Mauricio Kartun, Sergio Bizzio, Franco Vaccarini, Fernando Chulak, Walter Lezcano, Alejandra Zina, Márgara Averbach, Aurora Venturini y Jorge Asís, entre muchos otros. Varios libros -entre ellos aquel cuyos párrafos escandalizaron a Villarruel (sugerido para el “ciclo orientado”, a partir de cuarto año del secundario)- llevan la leyenda “requiere acompañamiento docente”.
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Esta mañana, en diálogo con Radio AM750, Sileoni dijo que los libros adquiridos por el gobierno provincial van a las bibliotecas de las escuelas. “No se obliga a los estudiantes a leerlos -explicó-. Son herramientas de apoyo para los docentes, que abren un mundo al que muchos chicos no tienen acceso. Tenemos 1.700.000 estudiantes en el nivel secundario y muchos no pueden comprar libros. Algunos sectores no comprenden la mirada que propone el arte y, de un libro de 170 páginas, sacan solo un fragmento”.
El comunicado de Identidades Bonaerenses
En defensa del derecho a leer
La colección Identidades Bonaerenses reúne un conjunto de libros de narrativa, poesía, novela gráfica, teatro, ensayo y comunicación de la ciencia que recuperan la pregunta por la identidad, el territorio y sus voces para poner en el centro de la escena la diversidad de voces, imágenes, temáticas, problemas, condiciones de vida, que atraviesan a la Provincia de Buenos Aires desde la perspectiva de quienes la narraron, la investigaron, la evocaron y la imaginaron.
La identidad lectora no es, no puede ser, una obligación impuesta, sino una construcción personal que se moldea en función de los intereses, gustos, experiencias y deseos de cada estudiante. El derecho a elegir qué leer, y por lo tanto qué no leer, es irrenunciable. Es por eso que esta colección de más de 100 libros, que incluye tanto títulos clásicos de la literatura nacional como otros absolutamente novedosos de autores jóvenes, no prescribe la lectura ni obliga a leer los libros canónicos, sino que estimula el entusiasmo a partir de la exploración y el descubrimiento de diferentes posibilidades.
Identidades Bonaerenses es una colección compleja, humana, que no niega las contradicciones ni las oscuridades y que refleja nuestras identidades desde una mirada no idealizada, intentando alejarnos de la representación estereotipada del ser bonaerense. De esta manera, nos permite vernos no solo en nuestras fortalezas y en nuestros motivos de regocijo y orgullo sino también en el reconocimiento de todo aquello que nos preocupa, nuestros problemas, lo que anhelamos cambiar.
Para que un libro llegue a ser un libro tiene que encontrar editores que apuesten a su valor, lo defiendan, lo produzcan y lo den a conocer. Después, un libro tiene que encontrar sus lectores y para eso, tiene que lograr tener esa capacidad de contacto que provoque el deseo de lectura. Son los lectores los que construyen los libros, su horizonte de recepción, su legitimación. Los lectores definen qué es y qué no es literatura en determinado momento de la historia. Son, en definitiva, los lectores quienes reconocen a la literatura como literatura.
Cada libro es un misterio que encierra su propio itinerario de lectura. Esperamos que los que forman la colección Identidades Bonaerenses potencien los abrazos, las posturas solidarias, los valores humanos y la preocupación por la alteridad, actitudes que, con frecuencia, extrañamos por su ausencia. Hay libros para todas las edades del nivel medio, y cada nivel puede encontrar títulos que ayuden a potenciar la lectura, porque entendemos que leer, pensar, imaginar y debatir es el camino para construir una sociedad más inclusiva y diversa.
Leer es leernos y es leer la realidad que nos rodea: leer es siempre espejo, en tanto nos invita a identificarnos con aquello que en las lecturas nos refleja, pero también es ventana para descubrir el mundo exterior, lo que nos diferencia, lo que hay de distinto a nosotras y nosotros en otras personas, geografías, sociedades, comunidades, latitudes y paisajes, sean reales o simbólicos.
Invitamos a todas las argentinas y todos los argentinos a leer los títulos que forman la colección para descubrir voces diversas, como son diversas las vidas y nuestras realidades. Porque es en esa tensión entre la similitud y la diferencia, en ese conocer lo desconocido y reconocer lo propio, donde anida la posibilidad de construcción de nuestra identidad.
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