El chantaje emocional es sinónimo de manipulación y se basa en el uso de sentimientos para controlar a una persona a través de tácticas como la culpa, el miedo o la obligación. Su objetivo es obtener lo que desea, y así afecta las emociones del otro.

Esta coacción puede ocurrir en relaciones personales, familiares o laborales. Quien lo provoca suele hacer amenazas implícitas o explícitas. Por ejemplo, decir que se alejará si no se cumplen sus requerimientos y por ende, esta acción genera ansiedad, estrés y confusión en la víctima, afectando su autoestima y salud mental.

Reconocerlo es el primer paso para enfrentarlo y establecer límites claros es fundamental:

Victimista: se presenta constantemente como una víctima de las circunstancias. Usa frases como “siempre me pasa a mí”, “nadie me entiende” o “no te preocupes, ya se me va a pasar”. Manipula a otros haciéndoles sentir culpables por no ayudar o por no estar a tu lado.

El controlador: intenta dictar cómo deben ser las decisiones y acciones de los demás. Usa amenazas sutiles o directas, como “si no hacés esto, ya no seré tu amigo”, “si no me decís a que hora llegás no puedo estar a tu lado”, “no uses esa pollera tan corta”, “ese maquillaje parece disfraz”… Descalifica las opiniones o sentimientos, generando inseguridades y aislando al individuo de otros que podrían apoyarlo.

El manipulador emocional: juega con las emociones, usa la culpa, el miedo o la ansiedad. Suele cambiar su comportamiento entre la amabilidad y el enojo para mantener inseguro al otro. Puede usar el silencio o el distanciamiento como herramienta de control. Hace dudar a la persona de sus propias percepciones y emociones, y le fomenta confusión.

El chantajista pasivo-agresivo: muestra descontento de manera indirecta, a menudo a través de sarcasmo o comentarios despectivos. Se queja o se muestra resentido sin expresar abiertamente sus demandas. Usa la manipulación emocional sutil, generando incomodidad. Puede ignorar o actuar de manera distante para obtener lo que quiere.

El egoísta: prioriza sus necesidades por encima de las de los demás. Hace comentarios que minimizan sus logros o sentimientos. Suele hacer que se sienta mal por no satisfacer sus demandas.

Sus tácticas:

– Busca culpables: si alguien le hace sentir culpable por sus decisiones o acciones, intenta manipularlo.

– Amenaza: comentarios con consecuencias negativas si no hace lo que le pide.

– Cambios de humor abruptos: si la persona alterna entre la amabilidad y el enojo, usa sus emociones para controlar la situación.

– Manipula tus emociones: intenta sacar a relucir tus miedos o inseguridades para lograr que hagas lo que deseas.

– Es insistente: puede empeñarse en sus demandas y hace que sientas que no hay otra opción.

– Te aísla: como táctica de control, intenta separarte de amigos o familiares que te apoyan.

– Sus acciones no coinciden con sus palabras es un signo de alerta.

Cómo liberarse:

– Conocer sus estrategias es el primer paso para protegerse.

– Establecé tus límites de manera clara. Hacele saber lo que no estás dispuesto a aceptar.

– No reacciones emocionalmente ante su presión. Respirá profundo y respondé de manera racional.

– Hablá con los suyos sobre la situación. Ellos pueden ofrecerte una perspectiva externa y brindar apoyo emocional.

– Aprendé a expresar tus necesidades de forma clara y respetuosa. La asertividad la empodera.

– Trabajá en tu confianza, cuanto más seguro estés de vos mismo, menos vulnerable serás.

– Evitá el contacto, la distancia es necesaria para tu bienestar.

– Registrá las interacciones para poder llevar un control del comportamiento manipulador. Si te sentís abrumado considerá hablar con un psicólogo que te ofrezca herramientas para lidiar con el chantajista.

Fuente: Extra