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POLITICA

Desde su lujosa prisión en El Calafate, Lázaro Báez amasa su furia contra Cristina Kirchner

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Lázaro Báez está preso en Néstor Kirchner.

Así, como el ex presidente, su mejor amigo y socio, se llama la calle costanera en El Calafate, Santa Cruz, en la que el magnate súbito construyó un imponente chalet de dos plantas, al que se trasladó en julio pasado tras lograr que el tribunal oral federal número 4, que lo condenó a diez años de prisión por cometer el delito de lavado de dinero en la causa conocida como “La Ruta del Dinero K”, le permitiera pasar su arresto domiciliario en su provincia.

Báez tiene prohibido moverse sin permiso de esa propiedad. Se lo controla con tobillera electrónica.

Añoraba el sur desde que hace ocho años fue preso, primero en el Complejo Penitenciario Federal 1, Ezeiza, para luego lograr el primer arresto domiciliario en una casa de un country del sur bonaerense, ahora superado por su mudanza definitiva a Santa Cruz, lo que le permite estar cerca de sus hijos y nietos.

La impresionante casa de Lázaro Baéz en Calafate frente al lago Argentino. (Foto Maxi Failla)

Báez sigue preso pero vive en una casa que levantó una de sus constructoras, con dirección Costanera Presidente Néstor Kirchner 2781, El Calafate, en la que nadie había vivido antes.

El inmueble tiene repartidos entre sus dos pisos a cinco habitaciones, la principal con un balcón con vista magnífica al Lago Argentino; cinco baños; una sala de juegos; amplios espacios comunes; un ambiente con jacuzzi y otras comodidades similares a las que se encuentran en un spa; más un quincho separado de la vivienda principal al que se accede tras cruzar el jardín interior; a la que se suma la más singular de sus características: las escaleras se pueden evitar gracias a la instalación de un moderno ascensor interno. A esa chalet van a visitarlo el intendente local Javier Belloni y el diputado provincial Carlos Alegría, entre otros.

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A pesar de la alegría que le generó pasar del calabozo de Ezeiza al country y ahora a El Calafate, Báez no puede contener la furia que le genera la figura de Cristina Kirchner.

El miércoles pasado, tanto ella como él sufrieron la ratificación que realizó la Cámara de Casación Penal Federal, en otra causa, el expediente conocido como “Vialidad”: igual que la expresidenta, Báez recibió la pena de seis años de cárcel por haber sido considerado autor del delito fraude al estado. A su caso, se le sumarán los años de prisión a los que ya recibió por La Ruta del Dinero K y también a otros por haber lavado dinero comprando un campo en Uruguay).

Báez detesta a Cristina, a quien acusa de haberle soltado la mano. Fue el principal socio comercial tanto de ella como de Néstor Kirchner. La Justicia determinó que buena parte de los multimillonarios fondos públicos con los que fue beneficiado para hacer obra pública en Santa Cruz durante las presidencias K volvieron a las cuentas privadas de la ex familia presidencial debido a que Báez les compró inmuebles, y les construyó y rentó hoteles a precios exorbitantes de acuerdo al mercado.

Fuentes que hablaron con Báez en los últimos meses reconstruyeron a Clarín lo que siente Lázaro por Cristina: “Ella fue siempre muy soberbia. Nunca nos aguantó a quienes fuimos los verdaderos amigos de Néstor. No nos defendió ni nos defiende. Solo se defiende a ella misma. No le importa nada lo que pasó con la gente, como nosotros, que fuimos presos por ella”, resume el ex empresario exitoso.

Y agrega, siempre recordando a su querido Néstor Kirchner: “Él jamás nos hubiera hecho lo que ella hizo. Ella dice que es peronista, pero es mentira. Siempre odió al peronismo”.

Báez, a pesar de esta inquina, se mantuvo callado en todos los juicios que afrontó acusado de cometer actos de corrupción o lavado de dinero casi en complicidad con los K, o gracias a ellos. Jamás intentó negociar con la Justicia declarar como “arrepentido”, lo que hubiera beneficiado su situación procesal. “No me perdonaría nunca traicionar al Lupo de esa manera”, repitió varias veces frente a diversos interlocutores, tanto dirigentes del PJ, como empresarios o abogados, que le describieron a Clarín como Báez explica en palabras el resentimiento que siente por la ex presidenta, solo frenado por la “lealtad” al “amigo” (por Néstor).

Si la única verdad es la realidad, tal como decía Juan Perón, entonces Báez tiene argumentos para sostener su bronca con los Kirchner.

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Los hechos son los hechos.

Tras la ratificación de la condena en la causa Vialidad, Cristina Kirchner no defendió en público a quien fue efectivamente su socio y, siempre de acuerdo a la Justicia, quien funcionó en los hechos para “blanquear” el dinero de la corrupción de la obra pública hacia cuentas bancarias K.

Una vez conocida la nueva sentencia en ese expediente, y ya solo con la última instancia de recurrir a la Corte Suprema para intentar un sobreseimiento, Cristina Kirchner no hizo una sola declaración en favor de Báez. Solo se defendió acusando a la Justicia de perseguirla con fines políticos, aseguró que fue condenada porque “soy mujer”, y armó su narrativa defensiva, al menos mediática, con el fin de instalar la idea de que existe un complot de una veintena de jueces y fiscales que junto a la oposición al peronismo tiene como objetivo prohibirle ser candidata: “Una vez más,el peronismo y la proscripción. Nada nuevo bajo el sol”, escribió en las redes la expresidenta. En otras frases, también afirmó en un acto en la localidad bonaerense de Moreno que “Después de todo, que te metan presa por haber cumplido con tu generación, a otros que están desaparecidos, el precio que me hacen pagar, dentro de todo y mirando lo que otros sufrieron es bastante poco y estoy dispuesta a pagarlo porque no me van a hacer arrepentir de absolutamente nada”.

Báez se calla en los tribunales pero inquietó a los Kirchner abriendo canales de comunicación a través de redes sociales.

Ahora, en su chalet de El Calafate, tiene más tiempo para enviar mensajes a la familia K.

Aunque abandonó la escritura del blog notibaez.blogspot.com, Lázaro abrió, según afirmaron en su entorno, una cuenta en Instagram, aunque no está validada de modo oficial, lo que le permitiría desmentir lo escrito o fotografiado allí, si es que le conviene hacerlo. Hasta ahora, ni sus abogados ni sus familiares negaron que él sea el autor de algunas frases que llegaron al corazón de la familia Kirchner porque fueron escritas para ellos.

Un dato: en sus redes, Báez jamás, nunca, nombra a Cristina Kirchner ni por su nombre, ni por su apellido, ni le dedica párrafos de modo explícito.

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Uno de los posteos que subió a su Instagram, con el que intentó demostrar que, a pesar del arresto domiciliario, y de las condenas a más años de prisión, tiene objetivos para cumplir en Santa Cruz, lo difundió justamente en las horas posteriores a su mudanza a El Calafate.

Dice así: “Deseo agradecerles a todas las personas que consideran que aun después de años de estar ausente en esta maravillosa provincia, aun tengo la posibilidad de darles una nueva esperanza de tener un trabajo y no tener que mendigar un plato de comida para su familia. Gracias”, subió a baezlazaro_ok, su cuenta en Instagram, y agregó: “Viva Lupo. Viva Santa Cruz”. El texto ilustra una foto de una pasacalles con la frase “Bienvenido Señor Lázaro Báez. Trabajo y Lealtad”.

“Lupo” es el apodo con el que los viejos amigos de toda la vida llamaban a Néstor Kirchner.

¿Por qué Báez afirmó que aun tiene la posibilidad de darle trabajo a los santacruceños que están desempleados? ¿Acaso intentará recuperar sus empresas, embargadas, intervenidas por la Justicia? ¿Aun posee fondos como para financiar nuevos emprendimientos?

Desde que se mudó a El Calafate, los rumores y versiones basadas en fuentes confiables se diversificaron y corrieron veloces por el poder local.

El portal de noticias OpiSantaCruz publicó un artículo en el que menciona a empresarios santacruceños que habrían visitado a Báez en su arresto domiciliario calafateño.

Clarín intentó verificar si incluso la propia Cristina Kirchner no mantuvo una reunión con su enemigo íntimo, tal como dejaron trascender en el entorno de Báez que ocurriría una vez que él retornara a “la ciudad en el mundo” de la expresidenta. Falso, dijeron fuentes que hablan en nombre de Cristina.

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Mitos de una ciudad que aun es pequeña y donde todos se conocen con todos. El Calafate.

Lázaro Báez volvió al sur, intenta poner en orden al patrimonio que aun le queda tras subastas de propiedades y embargos e inhibiciones, acciones judiciales que no están firmes en la mayoría de los casos.

Es por eso que aun es dueño del chalet ubicado en la costanera Néstor Kirchner al 2781.

Es justo una de las tantas calles que él asfaltó como constructor de obra pública. La misma que lleva, siempre bordeando el Lago Argentino, y tras pasar por su chalet -“la casa del ascensor” la llaman en el vecindario-, hasta el hotel Las Dunas. Es uno de los emprendimientos turísticos propiedad de los Kirchner, pero que él alquiló durante añares, tras remodelarlo y ampliarlo, haciéndoles ganar mucha plata a sus socios que hoy aborrece.

Tras pasar por ese hotel, poco más, el pavimento se termina. Y vuelve el ripio.

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POLITICA

Nueva teoría. Los besos se habrían originado como un ritual de limpieza

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MADRID.– Existen todo tipo de besos. Los hay tiernos y apasionados. Pueden ser románticos o amistosos. Incluso furtivos y robados. Un beso es capaz de cambiar el rumbo de la historia. Pero a pesar de sus infinitos matices, un nuevo estudio publicado en Evolutionary Anthropology asegura que todos tienen el mismo origen: una práctica de acicalamiento en el que chimpancés y otros grandes simios revisan el pelaje de sus compañeros con los dedos y usan los labios para quitar la suciedad. Los humanos, propone la investigación, heredamos un vestigio de ese ritual.

Cómo el beso pasó de ser un gesto fraterno e higiénico entre primates a convertirse en uno de los mayores símbolos de comunión entre personas es lo que viene estudiando desde hace un tiempo Adriano R. Lameira, psicólogo evolutivo de la Universidad de Warwick (Reino Unido) y autor del artículo. El laboratorio que dirige el investigador se encarga de rastrear los orígenes evolutivos de las prácticas o características humanas más particulares, desde la danza hasta la imaginación. El beso es una de ellas. “Si lo piensas, es una manera bastante rara de demostrar afecto. Juntamos nuestros labios y hacemos unos gestos de succión que son aleatorios e intuitivos”, explica.

Para entender la evolución precursora del beso contemporáneo, Lameira tuvo que sumergirse en esa madriguera de conejo que a veces puede ser la literatura científica. Buscaba una respuesta. Y no encontró una, sino varias. Algunas de las hipótesis que existen proponen que los labios evolucionaron para ser atractivos y que por eso nos besamos. Otra, que unir los labios es un mecanismo que encontraron algunos mamíferos para olerse de cerca y establecer cierta compatibilidad. También hay una teoría que establece el origen del beso en la premasticación. Es decir, los padres de un primate mastican la comida y luego la introducen en la boca de sus crías en un gesto similar al beso. Una última suposición sugiere que el beso es un reflejo de la lactancia. “Todas pueden ser válidas, pero a la mayoría les cuesta explicar la forma en que nos besamos, el contexto de su uso y su función”, detalla el investigador.

Las hipótesis se fueron desmontando una a una. La premasticación puede explicar la forma porque se sacan los labios hacia afuera, pero no hay succión, sino todo lo contrario. La lactancia sí funciona un poco mejor en términos de forma, pero habría que explicar por qué, como adultos, esta conducta se transmuta en una práctica a otras partes del cuerpo y deja de estar relacionada con la comida. La hipótesis del olfato cae porque un abrazo es más efectivo para olerse que darse un beso. “El único comportamiento en el repertorio de los grandes simios que cumple la misma forma, función y contexto que el beso moderno es el último paso del acicalamiento”, asegura Lameira.

En esta práctica (también conocida como grooming en inglés) los primates revisan el pelaje de un compañero en búsqueda de parásitos, insectos u otras suciedades. Cuando la encuentran, el acicalador se acerca con los labios salientes y hace un movimiento de succión para atrapar el residuo que haya encontrado en el pelaje de su compañero. “De repente, me vi cara a cara con lo que probablemente representa la forma más antigua de besar”, sentencia el investigador.

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A lo largo de los siglos, el ser humano fue evolucionando hasta perder el pelaje. El estudio sugiere que, durante ese tiempo, la función higiénica del acicalamiento se perdió y el ritual se condensó hasta convertirse en el beso tal y como lo conocemos hoy. “Ya no nos acicalamos, pero nos besamos como símbolo, como si lo hubiésemos hecho”, detalla Lameira.

Sheril Kirshenbaum, investigadora y autora del libro The Science of Kissing, apunta que “la hipótesis que plantea el nuevo estudio es interesante” y que podría sumarse al repertorio de conjeturas que ya existen, pero no es definitiva porque la práctica del beso ha tenido varios vaivenes a lo largo de la historia de la humanidad. Surgió y desapareció en todo el mundo en diversos momentos por una variedad de razones sociales, emocionales e incluso anatómicas. “Con los besos, la buena noticia es que no necesitamos elegir una sola explicación”, asegura. Además, no son un capital exclusivamente humano. Kirshenbaum subraya que “muchos otros animales muestran comportamientos similares al beso que no comenzaron con nosotros”.

La carga cultural

La pregunta que queda por responder es cuánto de esa reliquia primitiva que parece ser el acto de besarse, ha sido influida y modificada por el desarrollo cultural del ser humano. Kirshenbaum cree que la mejor respuesta, como suele suceder, podría encontrarse en un punto medio. “El beso es un ejemplo de un comportamiento donde la naturaleza y la cultura se complementan. Parece que tenemos un impulso instintivo de conectar de esta manera, pero la forma y la interpretación de un beso están determinadas por nuestra educación y experiencias”, dice. Lameira es más categórico: “El beso es acicalamiento con desarrollo cultural”.

Los primeros besos se registraron en Mesopotamia hace 4.500 años, según un trabajo publicado en Science en 2023. El estudio recoge escritos sumerios y acadios en los que se describe la práctica del beso con una doble función, como parte del acto sexual y una muestra de afecto entre familiares y amigos. Troels Pank Arbøll, profesor de la Universidad de Copenhague, experto en las antiguas civilizaciones de Oriente Próximo y autor de la investigación, matiza respecto a la investigación publicada este mes: “El autor intenta probar la credibilidad de la hipótesis expuesta, lo cual está bien en principio, aunque su inclusión y crítica de investigaciones previas o teorías alternativas parecen superficiales”. Para el científico danés, “resulta curioso que el artículo no tenga en cuenta investigaciones recientes y relevantes en antropología, que ofrecen perspectivas alternativas”. Una de ellas es la publicada en 2015 en American Anthropologist, que apunta que no existe evidencia de que el beso sea universal entre los humanos o incluso cercano a universal. Solo el 46% de las culturas muestreadas en dicha investigación tenían al beso romántico entre su repertorio de ritos y costumbres.

Muchos rituales humanos se han ido modificando, pero el beso permanece prácticamente inalterado. Tuvo otros nombres y protocolos, pero prevalece. “La evolución no descarta cosas que funcionan y no arregla lo que no está roto”, aventura Lameira. Para que el beso cambie, algo en nuestra forma de vida también debería hacerlo. Y aun así, los humanos buscarían un sustituto. Sucedió durante la última pandemia, cuando besarse pasó a ser un vehículo para la enfermedad. “Solo lograremos no besarnos a base de miedo o de responsabilidad”, le dijo entonces el psiquiatra y psicoanalista Diego Figuera a Juan José Millás en un reportaje para EL PAÍS Semanal. En la incertidumbre del Covid-19, Figuera aventuró que el beso podría adquirir un significado nuevo. “Quienes en este tiempo se atrevan a besar, lo vivirán como algo de mucho amor al otro. Te beso y asumo que me puedes contagiar”, dijo. Y el beso sobrevivió.

Facundo Macchi

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