POLITICA
El campo español se ha pasado de frenada con el regadío, no puede seguir creciendo, tiene que decrecer
Mientras el ministro de Agricultura, Pesca y Alimentación, Luis Planas, intenta poner medidas sobre la mesa para terminar con las protestas de los agricultores, la ministra de Transición Ecológica y Reto Demográfico, Teresa Ribera, busca soluciones para hacer frente a una asfixiante sequÃa que ha activado la fase de emergencia en Cataluña y que mantiene en vilo a AndalucÃa, región que ya analiza restricciones severas para los próximos meses ante la falta de agua.
Esta semana, el secretario de Estado de Medio Ambiente, Hugo Morán, se reunió con las principales organizaciones ecologistas (WWF, Greenpeace, Ecologistas en Acción, SEO/Birdlife y Amigos de la Tierra) para dialogar sobre la crisis hÃdrica y exponer el plan de acción del Gobierno.
Morán habló del cierre de pozos ilegales, de desaladoras y de barcos cisterna. Los ecologistas respondieron con una polÃtica «urgente y estructural» que el Ejecutivo omite: la reducción del regadÃo.
«No es sequÃa, es escasez estructural», coincidieron los representantes de estas agrupaciones sobre el diagnóstico del insostenible déficit hÃdrico que arrastra España por el aumento exponencial del regadÃo agrÃcola en los últimos años.
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Según los datos del propio MITECO, la superficie de regadÃo alcanza los 3,8 millones de hectáreas, lo que supone alrededor del 23 % de la superficie total cultivada. Entre 2010 y 2019, este área se ha incrementado un 14 %, mientras que la superficie cultivada total se redujo un 1,3%.
«El potencial productivo que supone el regadÃo tiene como contrapartida el uso de un volumen importante de agua (en torno al 80 % del volumen total de usos del agua) en un paÃs con territorios donde esta es escasa», reconoce en el ministerio en su Estrategia Nacional de Lucha contra la Desertificación.
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En ese documento, el Gobierno reconoce que España se encamina a «una reducción importante de los recursos totales disponibles, un incremento de episodios extremos de sequÃas, que incrementará el estrés hÃdrico, los conflictos por el agua y los impactos derivados de los déficits hÃdricos».
Pese al diagnóstico, ni Ribera ni Morán dan señales de traducir retórica en acción. En el contacto con la prensa tras la reunión, el secretario general de WWF España, Juan Carlos del Olmo, aclaró «una cosa es la sequÃa y otra la escasez» y pidió trabajar para prevenir la primera porque son «recurrentes» y en España hay un «problema de mala gestión» del agua.
«Hay que ajustar la oferta a los recursos que existen y empezar a reducir la superficie de regadÃo. Tenemos un problema con el modelo de agricultura, por lo tanto no podemos apostar solamente por desaladoras y otras infraestructuras, algo que ya en el pasado se ha visto que no funciona», advirtió.
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Misma petición hizo la directora ejecutiva de SEO/BirdLife, Asunción Ruiz, quien exigió «asumir» que el problema es «escasez de agua estructural, más allá de algo coyuntural en un periodo de sequÃa».
«Es muy importante empezar a dar ese mensaje. Nada mejor que esta sequÃa extrema para hacer una buena pedagogÃa y hablar de la escasez de agua que va a tener este paÃs», reflexionó.
Santiago Barajas, portavoz de Ecologistas en Acción, fue otro de los ambientalistas que se sentó en el despacho de Morán. En diálogo con LPO, trazó el mismo diagnóstico que sus compañeros: España consume mucha más agua de la que tiene por culpa de un exceso de regadÃo.
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«Hace años que lo vinimos diciendo. La sequÃa no ha hecho más que agravar un déficit que es insostenible. O reducimos regadÃos o vamos al colapso hÃdrico. AndalucÃa es el ejemplo más palpable. El colapso ya está ahû, alerta.
A su juicio, el «transporte de agua en barcos y la construcción de desaladoras» son medidas «parches» que no atacan el problema de raÃz.
«Pasa lo de siempre, las medidas se toman tarde. No se lucha contra la sequÃa en épocas de sequÃa, hay que luchar antes. Morán nos contó las medidas. Son polÃticas de placebo para crear la sensación de que el Estado está haciendo cosas. Todo se centra en confiar que llueva. Pero en AndalucÃa ha llovido y la situación sigue siendo muy crÃtica. El consumo ha llegado al máximo. Hay que quitar regadÃos, no queda otra solución», insiste.
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Barajas sostiene que «el campo español se ha pasado de frenada con el regadÃo» y que por lo tanto «no puede seguir creciendo, tiene que decrecer».
«Asà de claro. Nuestro paÃs no tiene ese agua. Cuando viene un perÃodo de sequÃa la situación es crÃtica. No hay ahorro en los embalses. En AndalucÃa ha llovido, pero el exceso de consumo es bestial. Se riega durante todo el año. Ya no hay campaña de riego. Ahora se riega todo el año. Es insostenible. Se ha puesto en riego una gran parte del olivo, lo que es una locura. El regadÃo más extenso hoy de España es el olivar, un cultivo de secano es hoy el que más agua consume», describe.
Morán y Ribera, agrega el ecologista, reconocen en privado que hay un problema grave respecto al exceso de regadÃo. Según su lectura, hay un «pulso interno» que siempre gana el ministerio de Agricultura.
«El problema es que Agricultura es un ministerio muy corporativista. No hay diferencia cuando gobierna el PSOE y el PP en el tema del regadÃo. Uno ve diferencia en Trabajo, Sanidad, Cultura. Pero no en Agricultura. Hay una contradicción evidente entre el diagnóstico del MITECO y el plan de acción de Agricultura», señala.
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Y agrega: «Planas insiste en que la solución pasa por modernizar los regadÃos cuando está comprobado que genera un incremento del consumo neto». El ministro está actuando de forma muy irresponsable porque sabe perfectamente la gravedad del asunto, tiene los datos arriba de su mesa. Si va a espera a que los regantes se queden sin agua, para eso no hace falta un ministro. Hay que tomar medidas que, lamentablemente, no van a gustar nada al sector agrÃcola, pero la obligación de un gobernante es gobernar».
Las comunidades autónomas, con competencia en esta materia, «tampoco quieren escuchar hablar de reducir regadÃos». Ni las que gobierna el PP, ni las que gobierna el PSOE, dice. Pone un ejemplo: Castilla-La Mancha, gobernada por los socialistas. es la CCAA donde más ha crecido el regadÃo en los últimos años.
«Hay que ponerle coto al regadÃo. No hay otra solución. Si no se hace nada, la realidad pondrá el problema en su sitio y eso será tremendo. Todos vamos a pagar las consecuencias de no haber tomado medidas, sobre todo los agricultores. Será imperdonable», concluye Barajas.
POLITICA
Lisandro de la Torre y sus fantasmas
Definido por Arturo Jauretche como “Estatuto Legal del Coloniaje”, el acuerdo venía a concretarse en un momento en el que Gran Bretaña nada tenía de aquella orgullosa potencia que extendía sus dominios a lo largo del mundo. La Primera Guerra Mundial había destruido su economía, y la década del ’20, con su corolario en la Crisis de 1929 y la Depresión mundial que la siguió, sólo habían profundizado la debacle. Por el contrario, las exportaciones argentinas se habían incrementado durante la Gran Guerra, y los años ’20, en particular durante la gestión de Marcelo T. de Alvear, habían permitido incrementar el sector industrial a través de la radicación de empresas norteamericanas en nuestro país. A través del simple expediente de vender carne a Gran Bretaña y adquirir productos industriales en los EE.UU. con las divisas producidas por esas ventas, la economía argentina se modernizó, el automóvil y los colectivos fueron desplazando al transporte ferroviario, sobre todo en las grandes ciudades, al tiempo que el Estado nacional daba un impulso significativo a YPF, a fin de dar respuesta a las nuevas demandas energéticas del sector industrial y de la tecnología automotriz.
El recambio presidencial de 1928, que posibilitó el retorno a la presidencia del viejo caudillo radical Hipólito Yrigoyen, estuvo acompañado de oscuros nubarrones sobre el futuro nacional. Las pretensiones de la Standard Oil (ESSO) de poner fin a la empresa estatal YPF para apropiarse de nuestros recursos del subsuelo fueron acompañadas por un sector representativo de la oligarquía argentina, y los rumores de un inminente golpe de estado comenzaron a circular ya desde los inicios de la campaña electoral. La victoria contundente de Yrigoyen, con más del 60 por ciento de los sufragios, postergó pero no consiguió archivar ese proyecto, que habría de concretarse finalmente el 6 de septiembre de 1930. Tras la asunción de Yrigoyen, Gran Bretaña comunicó a las nuevas autoridades que sólo podría continuar adquiriendo productos argentinos a condición de que las divisas generadas por ese comercio fueran aplicadas a la compra de productos ingleses, ya que habían sido desplazados de la mayor parte del mercado mundial por las manufacturas norteamericanas. Yrigoyen aceptó el envío de una misión inglesa, encabezada por Lord d’Abernon, con el fin de negociar las nuevas bases del intercambio comercial anglo-argentino. La crisis de 1929 y su deposición posterior impidieron que la gestión de Yrigoyen consagrara definitivamente el acuerdo alcanzado, que anticipaba los lineamientos generales del Pacto Roca – Runciman.
El Pacto Roca – Runciman
La Conferencia de Ottawa (1932) significó el reinicio de la ofensiva inglesa sobre la economía argentina. Argumentando la presión de los estados miembro de la Comunidad Británica de Naciones (Commonwealth), que exigían que Gran Bretaña se abasteciese de alimentos al interior de ese espacio, las autoridades inglesas recurrieron al chantaje, exigiendo una serie de condiciones inaceptables para cualquier país independiente, como condición excluyente para la continuidad de las compras de las carnes argentinas. De este modo, exigió la fijación de un precio inferior al pretendido por las economías de la Commonwealth, con una disminución anual del volumen de las compras de un 5 por ciento, la liberación de impuestos para los productos ingleses, la desarticulación de industrias y servicios competitivos con los británicos –corporación de colectivos, producción de carbón, etcétera–, y la creación de un Banco Central, concretada en 1936, que entregó a los intereses británicos la soberanía financiera de la nación. Además, se incluyó un pago compensatorio a las empresas ferroviarias británicas por la caída de sus utilidades a partir de la crisis.
Para la oligarquía argentina, el acuerdo venía a poner las cosas en su lugar, a tal punto que el vicepresidente Roca, en el marco de las negociaciones realizadas en Gran Bretaña, había destacado que “por su interdependencia recíproca, es, desde el punto de vista económico, una parte integrante del Imperio Británico”. Esta afirmación era desmentida por el senador santafesino Lisandro de la Torre, quien puntualizó por entonces que “no podría decirse que la Argentina se haya convertido en un dominio británico, porque Inglaterra no se toma la libertad de imponer a los dominios británicos semejantes humillaciones”. Esta controversia se desarrollaría al interior de las instituciones legislativas, dejando a las claras, una vez más, hasta que dónde estaba dispuesta a llegar esa oligarquía en defensa de sus intereses sectoriales.
Auge y ocaso del “fiscal de la república”
Lisandro de la Torre había nacido en Rosario, el 6 de diciembre de 1868. En 1890 se recibió de abogado en la Universidad de Buenos Aires, y acompañó a Leandro Alem en la fallida Revolución del ’90 y, al año siguiente, en la creación de la Unión Civica Radical. Convertido en uno de los referentes principales de la UCR santafesina, De la Torre participó de la Revolución de 1893, donde llegó a ser proclamado jefe de gobierno por los revolucionarios de su provincia. Sin embargo, la actitud diletante de Aristóbulo del Valle, sumada a una serie de polémicas acciones de Hipólito Yrigoyen en la provincia de Buenos Aires motivaron el fracaso de la iniciativa. Decepcionado por la corrupta matriz de la política de su época y por lo que juzgaba como una traición de su sobrino Hipólito para desplazarlo de la conducción de la UCR, Alem se suicidó en julio de 1896. Unos meses antes había fallecido Del Valle, por lo que el liderazgo partidario había quedado vacante. De la Torre propuso cerrar una alianza con el mitrismo, para confrontar con el roquismo, que fue vetada por Yrigoyen, motivando la ruputura del rosarino con la UCR, con agrios conceptos sobre el nuevo líder radical, al que acusó de tener una “actitud hostil y perturbadora, antes y después de la muerte del doctor Alem, anteponiendo a los intereses del país y los intereses del partido, sentimientos pequeños e inconfesables”. Las declaraciones de De la Torre concluyeron en un duelo con sables, que dejaron en su rostro una herida pronunciada, que le obligó a usar barba a partir de entonces.
Ya alejado de la UCR, De la Torre trató de consolidar su liderazgo santafesino, y creó la Liga del Sur en 1908. Esto le permitió acceder a la Legislatura provincial en 1911 y un año después, ya en vigencia la ley Sáenz Peña, accedió a una banca en la Cámara de Diputados de la Nación a los 44 años. A partir de entonces, intentó crear un espacio político nacional capaz de nuclear a independientes y a corrientes políticas fragmentarias, sobre la base de un programa que sostenía una economía pastoril, con mayor incidencia de los sectores medios, y un alto grado de autonomía de los municipios.
Su propuesta desembocó en la creación del Partido Demócrata – Progresista, pero en la práctica no consiguió trascender la dimensión regional, ante el éxito del fabuloso andamiaje electoral construido por su archirrival Hipólito Yrigoyen. De la Torre debió aguardar a la concreción del golpe de 1930 para alcanzar trascendencia nacional, formando parte de la fórmula presidencial completada por el Partido Socialista que fue derrotada en las elecciones fraudulentas de 1932 por la Concordancia, que permitió consagrar a Justo y Roca (h). Estas elecciones incluyeron la proscripción de la UCR yrigoyenista, por lo que, con su participación, De la Torre confirmó que, aunque progresista, tenía poco de demócrata. A partir del año siguiente desarrolló una enconada oposición al Pacto Roca – Runciman, que incluyó tanto motivos éticos –que son destacados habitualmente–, cuanto intereses personales y sectoriales mucho más concretos: por un lado, significaba una especie de revancha frente a quienes lo habían vencido en la amañada justa electoral; por otro, los pequeños y medianos ganaderos y agricultores, que constituían su principal base social, no obtenían beneficio alguno de este acuerdo.
De la Torre impulsó la creación de una comisión investigadora en el Congreso de la Nación, a fin de examinar los oscuros procedimientos del frigorífico Anglo, sospechado de falsificar datos contables a fin de evadir impuestos. En 1935, la Comisión presentó su informe, que demostró la existencia de graves actos de corrupción que involucraban al entorno del presidente Justo, y en especial a sus ministros de Hacienda, Federico Pinedo, y de Agricultura, Luis Duhau. El 23 de julio, Duhau agredió a De la Torre en el recinto del Senado Nacional, mientras un sicario suyo, Ramón Valdez Cora, efectuaba una serie de disparos, que provocaron la muerte de Enzo Bordabehere, compañero de bancada del rosarino. El crimen permaneció impune, de acuerdo con los procedimientos fijados por una oligarquía que consideraba al estado como su instrumento y agente de operaciones, y decidida a eliminar cualquier obstáculo que se opusiera a sus intereses, tal como ya lo habían experimentado en el pasado pueblos orginarios, gauchos, negros, mulatos, zambos y anarquistas. A De la Torre le quedó en compensación el reconocimiento social como fiscal de una república corrupta y oligárquica, y un nuevo duelo a pistolas, esta vez sin consecuencias, con el ministro Duhau.
A partir de entonces, De la Torre debió luchar contra sus fantasmas. El 5 de enero de 1939, se descargó un tiro de escopeta en la soledad de su departamento de la calle Esmeralda. La enseñanza era contundente: la salud de la república no podía restablecerse a partir de las acciones moralizantes de políticos de la vieja escuela oligárquica. Cuatro años después, las masas irrumpirían en la vida política argentina, con su savia democrática intacta, de la mano de un líder dispuesto a conducir definitivamente a la Argentina por el camino de la igualdad y de la justicia social. (www.REALPOLITIK.com.ar)
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