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ECONOMIA

Golpe al bolsillo: el Gobierno autorizó subas del 2,7% en las tarifas de luz y gas para noviembre

A pesar de querer sostener la desaceleración de la inflación mensual el ministro de Economía, Luis Caputo confirmó un nuevo incremento en el precio de los servicios energéticos, que se suma al alza en los combustibles.

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El Gobierno volvió a autorizar una suba en las tarifas de los servicios esenciales para el mes de noviembre. Se trata de un incremento del 2,5% para la luz y 2,7% para el gas natural. Mientras que para el agua corriente la suba será del 4%.

De este modo, el ministro de Economía, Luis Caputo, avanzará con la actualización del Precio Estacional (PEST) de la energía eléctrica, del precio del gas en el Punto de Ingreso al Sistema de Transporte (PIST), y de las tarifas reguladas de transporte y distribución de la electricidad y el gas natural por redes.

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A pesar de la intención de la gestión libertaria de pretender sostener la desaceleración de la inflación mensual que viene sucediendo en los últimos meses, producto de la fuerte baja en el consumo y la recesión, el Gobierno volvió a autorizar aumentos en los sectores claves.

De hecho para el anteúltimo mes del año, se espera una suba en el precio de los combustibles del 4%, como había adelantado el titular de YPF, Horacio Marín, días atrás. Esto no solo repercute en el precio del trasporte, sino en el encarecimiento de todos los productos de la canasta básica, elevando el índice de precios al consumidor de los próximos meses.

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Caputo busca disipar temores sobre el dólar, tras el «vendaval Trump» que causó preocupación en el mercado

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Horas de alivio en el gobierno de Javier Milei: después de un inicio de lunes donde el pánico era la tónica en todos los mercados, llegó la ansiada señal política. Así, Donald Trump habló por teléfono con su colega mexicana Claudia Sheinbaum y las sanciones arancelarias quedaron en suspenso.

Desde el punto de vista del gobierno, esto ratificaría lo que siempre sospecharon: que las amenazas de Trump para encarecer el comercio no serían una política generalizada sino un régimen de «premios y castigos» aplicado con criterio político. Y que, dentro de ese esquema de diplomacia pragmática, Argentina tiene chances de salir beneficiada.

La noticia de que hay negociaciones llegó como un alivio luego de que los críticos del plan de Toto Caputo se quejaran del pésimo «timing» con el que se había empezado a aplicar el freno al crawling peg -que ahora ya corre al 1% mensual-. Esto, en otras palabras, implica que Argentina agrava su problema de retraso cambiario justo cuando todas las monedas de la región se devaluaron en busca de mayor competitividad frente a un dólar fortalecido.

Pero todavía está por verse qué tan grave será la guerra comercial de Trump para los países latinoamericanos. La aplicación de un 25% de aranceles sobre las importaciones mexicanas se pospuso luego de que el gobierno mexicano accediera a reforzar la frontera para combatir el tráfico de drogas, en particular el fentanilo, que está haciendo estragos en las grandes ciudades estadounidenses.

Al mismo tiempo, se negocia con Canadá para un cambio en su política de fronteras abiertas, que según Estados Unidos ha facilitado el ingreso de terroristas. De cómo se resuelva esta negociación depende de que se aplique un 25% a todos los bienes de consumo y un 10% al petróleo canadiense.

Y, como para confirmar que la ideología y la legalidad electoral no es lo que determina las acciones de la nueva administración estadounidense, se llegó también a un acuerdo con la Venezuela de Nicolás Maduro. A cambio de la liberación de prisioneros estadounidenses y de la recepción de ilegales venezolanos, Maduro obtuvo la confirmación de que Trump renovó la licencia para que Chevron siga extrayendo petróleo venezolano en asociación con PdVSA.

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La apuesta por el petróleo

Las primeras reacciones de los mercados tomaron nota de estas negociaciones y revirtieron levemente algunos de los impactos más fuertes. El peso mexicano, que en la previa de la apertura había alcanzado una «cotización de pánico», tuvo durante la jornada una recuperación de 3,5%.

El precio del petróleo, en su versión WTI, también tuvo una caída, desde u$s74,6% en la apertura, hasta u$s72,3 promediando la jornada. Y hay una explicación lógica para esta reacción: los principales proveedores externos de petróleo para la economía estadounidense son Canadá, Petróleo y Venezuela, en ese orden.

Trump prometió un verdadero boom petrolero, en el que no sólo multiplicará la producción para el consumo interno, sino que además aumentará su presencia exportadora. Lo cierto es que, por más que sus promesas se cumplan, a Estados Unidos le falta mucho para cortar su dependencia del petróleo importado: sigue comprando una media de 2.400 millones de barriles diarios.

Durante la campaña electoral, uno de los «caballitos de batalla» de Trump fue la promesa de una baja en el precio de los combustibles para el mercado interno. Es lo que explica su ya célebre frase «drill, baby, drill» en su discurso inaugural.

En definitiva, lo que están previendo los analistas es que Trump, ante la posibilidad de que las subas arancelarias -especialmente, las que afecten a China– pueda incrementar los precios de productos de consumo y agravar la inflación, tratará de que el gran factor de compensación sea una disminución brusca del precio del petróleo. De esa manera, en el equipo de Trump confían en que la inflacíon se vería atenuada.

Desde el punto de vista de Argentina, esta situación implica una mala noticia para el cortísimo plazo: la caída de los precios del petróleo, justo cuando está aumentando su volumen exportador. Pero, al mismo tiempo, implica una buena noticia para el largo plazo, porque reafirma el interés inversor de las compañías internacionales en Vaca Muerta.

Caputo quiere transmitir calma

¿Cómo le pega a Argentina esta situación? Caputo trato de llevar calma al mercado con un mensaje en las redes sociales: «Siempre contemplamos la posibilidad de que haya shocks externos, como el que estamos viendo en este momento. El mejor antídoto contra esto es garantizarles a los argentinos que este gobierno nunca se va a mover un centímetro del orden fiscal y monetario que llevamos adelante desde el día 1».

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En las entrelíneas de Caputo se deja traslucir el mensaje de que, por más que haya turbulencias a nivel internacional, no se prevé alterar la política económica basada en «las tres anclas». Se trata del superávit fiscal, el congelamiento monetario y la ralentización del dólar, como receta para llevar la inflación mensual debajo del 2%.

Para Caputo, es vital que el mercado interprete que la actual calma cambiaria no está en duda, aun cuando se produjera un fuerte cambio global en los flujos de fondos -huyendo desde los mercados emergentes hacia el dólar-. Sólo con un mercado tranquilo -y la brecha cambiaria contenida dentro del margen del 15%, se mantendrá el sendero de baja de la inflación y la recuperación en la economía real.

En el plano cambiario, logró una relativa calma. Las cotizaciones del «contado con liqui» y del MEP tuvieron leves subas, pero en línea con los valores de la semana pasada. Y en los contratos de futuros del Rofex, las posiciones del dólar registraron caídas en toda la curva -algo que también está en línea con la baja de tasas-.

De todas formas, queda en claro que no es el mejor momento para Caputo, que intenta aplicar un plan económico de fortalecimiento del peso -a contramano de la región- en medio de un shock externo y con señales de dureza por parte del Fondo Monetario Internacional, cuya misión se volvió para Washington sin esbozos de que se pueda concretar la ayuda de «fondos frescos».

Esperando los dólares del campo

Mientras intenta avanzar en un tratado comercial bilateral con el gobierno de Trump, Argentina sufre, sobre todo, por el efecto que se está generando sobre las materias primas.

Aunque la soja había tenido una recuperación en las últimas semanas y cotiza a u$s388 la tonelada, el temor de los analistas es que pueda tener una caída en los próximos meses, en parte por la superproducción internacional y en parte por la devaluación de grandes jugadores globales como Brasil.

Es en ese marco que Caputo apuesta a que, tras la baja de retenciones, los productores sojeros se sientan tentados de vender ahora y asegurarse un precio internacional alto -además del alivio impositivo- antes que mantener su producto en silobolsas.

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Si le saliera bien, esa jugada implicaría un refuerzo de unos u$s5.500 millones para las castigadas arcas del Banco Central, en plena temporada veraniega, es decir antes de que empiecen a llegar los dólares de la nueva campaña a partir de abril.

Pero todavía no está claro cuál será la reacción del campo. En los últimos días, de hecho, hubo una retracción en las liquidaciones agrícolas, a la espera de que estuviera más clara «la letra chica» del nuevo marco regulatorio.



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