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Internas, desalojos y problemas de catering: lo que no se vio de la primera semana de debate de la Ley Ómnibus

Legisladores celebran la aprobación en general de la reforma económica de Javier Milei por la Cámara de Diputados. Foto: APEl oficialismo y la oposición dialoguista bloquearon un intento de Unión por la Patria para que la Ley Ómnibus pase a Comisión (Foto: NA – Marcelo Capece).Guillermo Francos le entregó la ley ómnibus a Martín Menem, presidente de la Cámara de Diputados. (Foto: Prensa Diputados)Oscar Zago y Marcela Pagano (Fotos: X/@splendidam990 e Instagram/@MarcelaPagano)Martin Menem y German Martinez conversando durante el debate de la Ley Ómnibus (Foto: REUTERS/Agustin Marcarian).El detrás de escena del debate por la Ley Ómnibus: el catering abrió otros frentes de batalla (Foto: Diputados Argentina)

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Enero de 2024 fue el arranque de año con más actividad en el Congreso de la Nación en más de dos décadas. El Gobierno convocó a sesiones extraordinarias antes de la Navidad del 2023 y la acción recién se puso en marcha diez días más tarde. Hace exactamente un mes, a tan solo 4 días del comienzo del nuevo año, fueron las reuniones constitutivas de las comisiones parlamentarias que intervinieron en el debate de la formalmente bautizada “Ley de Bases y Puntos de Partida para la Libertad de los Argentinos”.

Por aquellos días, lo llamativo pasó por la gran cantidad de caras nuevas. Muchos desconocidos. Mientras José Luis Espert se incorporaba a las filas oficialistas luego de varias reuniones en Casa Rosada con el Presidente, los encargados de la primera etapa de negociaciones se toparon con una larga lista de obstáculos de parte de la oposición que luego llamaríamos “dialoguista”.

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El oficialismo y la oposición dialoguista bloquearon un intento de Unión por la Patria para que la Ley Ómnibus pase a Comisión (Foto: NA - Marcelo Capece).
El oficialismo y la oposición dialoguista bloquearon un intento de Unión por la Patria para que la Ley Ómnibus pase a Comisión (Foto: NA – Marcelo Capece).

El secretario de Energía, Eduardo Rodríguez Chirillo, fue uno de los primeros emisarios del Poder Ejecutivo. Sus intercambios con el recientemente conformado bloque de Hacemos Coalición Federal no fueron fructíferos. Hubo diputados que salieron de reuniones con él sin saber con quién habían hablado.

Guillermo Francos, ministro del Interior, y Martín Menem, Presidente de la Cámara de Diputados, también sumaron a la negociación. Se volvió clave también el rol de Eduardo “Lule” Menem, primo de Martín y su principal asesor en temas legislativos, además de un pasado de más de una década como secretario privado de Eduardo Menem, el hermano del expresidente.

Los integrantes de lo que hasta el año pasado era el interbloque de Juntos por el Cambio repetían un reclamo: nunca identificaron a esos interlocutores como funcionarios “autorizados para plasmar cambios en el texto de la ley”. Se incorporaron entonces otros dos nombres: el joven asesor presidencial Santiago Caputo, una de las cuatro patas de la única mesa chica de Javier Milei, y José “Cochi” Rolandi, el secretario ejecutivo de la Jefatura de Gabinete y virtual segundo de Nicolás Posse. Al igual que el Presidente, el Jefe de Gabinete y el ministro del Interior, Rolandi también tiene en su curriculum un extenso pasado como empleado de las empresas de Eduardo Eurnekian.

Guillermo Francos le entregó la ley ómnibus a Martín Menem, presidente de la Cámara de Diputados. (Foto: Prensa Diputados)
Guillermo Francos le entregó la ley ómnibus a Martín Menem, presidente de la Cámara de Diputados. (Foto: Prensa Diputados)

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Por el despacho de Menem desfilaron durante días los referentes del Pro, de la Unión Cívica Radical y del nuevo espacio liderado por Miguel Ángel Pichetto (Hacemos Coalición Federal), gran protagonista de las negociaciones por su experiencia y por su particular carácter. Todos fueron recibidos allí por Caputo, sobrino lejano del ministro de Economía.

Cuentan los testigos de esas reuniones que al consultor político que Milei describió como “el arquitecto de la campaña” siempre lo acompañaba un cigarrillo apagado y muy pocas ganas de ceder ante los pedidos ajenos. En más de una ocasión planteó que el Gobierno estaba dispuesto a retirar el proyecto de la mesa si se insistía con determinadas modificaciones. Fue lo que pasó, de hecho, con el capítulo fiscal. “Responden a una lógica del todo o nada”, recuerda de aquellas charlas uno de los diputados “dialoguistas”. Caputo, en tanto, tiene una frase de cabecera que suele decir puertas adentro de su espacio: “Todo marcha acorde al plan”.

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El curso acelerado de los libertarios

La Libertad Avanza encaró esta compleja tarea con una amplia desventaja cuantitativa: apenas 38 diputados propios y algunos pocos aliados. Se sumaron a la lista Espert, las dos bancas de Buenos Aires Libre de Carolina Píparo, Paula Omodeo del partido conservador Creo de Tucumán y Álvaro Martínez, el mendocino que cuyo jefe político es Omar de Marchi, otro funcionario del gabinete nacional.

Fue justamente De Marchi el que asumió como Secretario de Relaciones Parlamentarias de la Jefatura de Gabinete el pasado 20 de diciembre. Uno de sus objetivos centrales fue colaborar de manera intensa con el entrenamiento en temas de actividad legislativa para los muchos debutantes en la Cámara.

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En reuniones de bloque encabezadas por él muchos de los principiantes anotaban en sus cuadernos o teléfonos celulares cuestiones reglamentarias, elementos clave del funcionamiento parlamentario, estrategias de discurso para la defensa del proyecto y hasta de características puntuales de alguno de los adversarios políticos.

Esos encuentros fueron también promocionados por Oscar Zago, Presidente del Bloque de LLA. La ausencia reiterada más llamativa para sus propios compañeros fue la de Marcela Pagano, quien había sido una de las voceras de la campaña y bajó considerablemente el perfil durante las últimas semanas. Cerca de la periodista convertida en diputada indican que, desde el bloque, nunca la convocaron formalmente para reuniones con el funcionario que depende de Nicolás Posse.

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Oscar Zago y Marcela Pagano (Fotos: X/@splendidam990 e Instagram/@MarcelaPagano)
Oscar Zago y Marcela Pagano (Fotos: X/@splendidam990 e Instagram/@MarcelaPagano)

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Los rumores se esparcen rápido. La relación de Pagano con Zago está muy lejos de ser buena y el malestar entre ellos escaló mucho la última semana. Algunos le adjudican esas diferencias a las heridas por la conformación de las comisiones. Todos coinciden en un punto: son dos de los legisladores oficialistas con “personalidades más fuertes”. Pagano prefirió no hablar en el recinto en ninguna de las tres jornadas de debate para la votación en general.

Los despachos y el catering, lo que no se vio

En la tarde del lunes 29 de enero, apenas horas antes de la primera sesión por la Ley Ómnibus, se vivieron momentos de alta tensión sobre la Avenida Rivadavia. El grupo de WhatsApp que agrupa a los 37 diputados del Pro estalló a partir de un mensaje: “nos quieren sacar el despacho”, escribió uno de ellos. Cristian Ritondo, jefe del bloque, intentó calmar las aguas y se dispuso a averiguar qué era lo que ocurría.

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La respuesta a las quejas de los del Pro no pudo ser inmediata. A esa hora, Martín Menem mantenía reuniones estrictamente vinculadas a las negociaciones por el articulado de la ley. En el Salón de Honor de Diputados estaban junto a él su primo Lule, Caputo, Rolandi y los legisladores Nicolás Massot, Emilio Monzó (HCF) y Rodrigo De Loredo (UCR), entre otros.

Martin Menem y German Martinez conversando durante el debate de la Ley Ómnibus (Foto: REUTERS/Agustin Marcarian).
Martin Menem y German Martinez conversando durante el debate de la Ley Ómnibus (Foto: REUTERS/Agustin Marcarian).

Lo que había ocurrido fue que personal administrativo de Diputados le solicitó a Fernando Iglesias, diputado por la Ciudad de Buenos Aires, y Gabriel Chumpitaz, de Santa Fe, que entreguen sus oficinas, dispuestas en frente del Congreso, en uno de los edificios linderos al Anexo de la Cámara de Diputados. Hubo incluso presencia policial. No faltaron los que creyeron que se escondía algún tipo de represalia por discrepancias en las negociaciones. “Si nos sacan de acá, no les votamos nada”, escribió en caliente uno de los involucrados en el mencionado chat.

Según explicaron cerca de Menem, el intento de desalojo no tenía relación alguna con la rosca parlamentaria. Respondía, en cambio, a un vencimiento de los alquileres de ese piso y la intención de no renovarlos por el recorte de gastos y erogaciones varias que lleva adelante la actual gestión. “Hay despachos libres en el Anexo”, aseguran. Por ahora, se postergó la discusión, pero no hay una solución definitiva.

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El ajuste interno en Diputados abrió otro frente de batalla: el catering para los días de sesión. “Panza llena, votación contenta”, se reía de la situación el principal asesor de uno de los legisladores libertarios. El reclamo para el Presidente de la Cámara era el mismo desde varios sectores políticos: no limitar a una ventana reducida los horarios del servicio de comida.

El detrás de escena del debate por la Ley Ómnibus: el catering abrió otros frentes de batalla (Foto: Diputados Argentina)
El detrás de escena del debate por la Ley Ómnibus: el catering abrió otros frentes de batalla (Foto: Diputados Argentina)

Pensá que acá teníamos comida tope de gama”, se lamentaba un experimentado de la Cámara. Se refiere a la gestión de Emilio Monzó, en la que se había contratado a los conocidos hermanos Petersen, mediáticos emprendedores gastronómicos, para abastecer los almuerzos y cenas de los legisladores.

Ese servicio se extendió también durante los primeros meses de la presidencia de Sergio Tomás Massa. Sin embargo, en 2020 se dio de baja. El nuevo contrato en tiempos del Frente de Todos fue para Grupo L, una empresa de la familia Lusardi que trabaja como proveedora del Estado en muchos niveles. De hecho, fue la firma que quedó envuelta en una polémica cuando, durante la pandemia del Covid 19, le compraron alimentos sobreprecios desde el ministerio de Desarrollo Social.

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Señor 8: la sorpresa libertaria y la decisión ir a fondo contra los Macri

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El viernes 13, después de meses de peleas y operaciones internas por el modelo de conducción de los 25 mil policías porteños, Diego Kravetz intuyó por primera vez que le quedaban pocas horas como secretario de Seguridad de la Ciudad. Los mensajes que le enviaban periodistas y políticos se repetían: “¿Te vas?”. Kravetz mantenía una disputa sin retorno con su jefe inmediato, el ministro Waldo Wolff, y decidió escribirle directamente a Jorge Macri. “Che, están diciendo que me voy. ¿Para qué me hacen esto si yo me quiero ir? Díganme y mando la renuncia”.

Macri le pidió a su funcionario que dejara pasar el fin de semana para hablar en persona. Pero, el lunes pasado, el alcalde tuvo un segundo problema, cuando constató que la situación de su jefe de Gabinete, Néstor Grindetti, se volvía insostenible por una distancia irreconciliable -también- con su segundo, Gabriel Sánchez Zinny. Los rumores se multiplicaban.

El doble comando en ambas áreas, que acaso no sean las únicas con ese dilema, presagió una crisis casi desde el inicio mismo de la gestión. Hubo quienes lo advirtieron. Macri decidió procrastinar. La crisis se le vino encima justo al cumplir un año de su asunción.

El PRO entró en alerta en el único distrito donde el otro Macri, el verdadero jefe, no permite distracciones, menos ahora que siente el hostigamiento de Javier Milei y teme que una gestión deficiente o la simple fatiga que provoca la acumulación de años de un mismo signo político puedan poner en riesgo el trono que conquistó en 2007 y que nunca más descuidó, aun cuando -como ahora- simula estar lejos del día a día.

El mismo martes, cuando Macri (Jorge) recibía a Grindetti para pedirle que diera un paso al costado, Karina Milei saludaba en privado a Kravetz para felicitarlo por su nueva función, la de subsecretario de la Secretaría de Inteligencia del Estado que comanda Sergio Neiffert. En ese momento nadie lo sabía, salvo ella, el Presidente y Santiago Caputo, quien se venía reuniendo con Kravetz en secreto tras un puente inicial que le tendió su amigo y socio, Rodrigo Lugones, que conoce a Kravetz desde hace 15 años. Esos puentes se tendieron durante la última campaña. Kravetz le habría prestado ciertos favores logísticos al líder libertario en el Conurbano. El anuncio lo haría Manuel Adorni, pasadas las 21, de sorpresa, sin siquiera que el designado tuviera conocimiento de que se produciría tan rápido. Macri y su Gabinete se enteraron por X.

Kravetz le envió entonces un mensaje por Whatsapp al jefe de Gobierno: “Las operaciones de mi salida aceleraron la decisión del otro lado”. El otro lado. Así llamó el nuevo Señor 8 de la SIDE a la movida mileísta. Macri leyó el texto de Kravetz y lo maldijo. Le respondió al otro día, con desdén pero sin odio.

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En 24 horas, el Gobierno porteño debió anunciar dos cambios de relevancia. Aún tiene pendiente el reemplazo de Roberto García Moritán, el ex ministro de Desarrollo Económico, que había llegado a ese puesto como parte de una especulación electoral y se fue en medio de un escandaloso divorcio con Pampita. Ya se sabe: una cosa es ganar las elecciones y, otra, lo que implica la devolución de gentilezas. En la última semana también se alejó, tras la aprobación del Código Urbanístico, el secretario de Desarrollo Urbano, Álvaro García Resta. Debe tener bastante para decir, seguramente. O eso sugieren quienes hablaron con él antes del adiós.

Pero lo peor no fueron los cambios, sino lo que se recoge cuando se amplía el zoom. En el Ministerio de Seguridad, sobre todo. Sobrevuela un aire de venganza. Quienes no quieren a Wolff cuestionan su método para combatir el delito y dicen verlo demasiado pendiente de cuestiones personales. Hablan, por ejemplo, de su obsesión por quiénes lo custodian (hablan de 40 hombres, pero él dice que son 28) y hasta de los consejos que recibiría de un empresario gastronómico.

Los que querían lejos a Kravetz sostienen que operó en contra porque no se bancó el lugar de segundo y aseguran que utilizará la información que recopiló en todos estos años -y del mundo que se le abre ahora en la SIDE- para seducir a Las Fuerzas del Cielo y operar en contra del PRO. “Al mejor postor, como lo hizo después de trabajar con Alberto Fernández”, lo atacan.

La situación de Grindetti no es fácil. Si bien no opuso resistencia para irse, terminó aceptando un puesto para coordinar la política, una función menor para quien gobernó dos períodos un distrito tan caliente como Lanús y que pudo haber sido gobernador de Buenos Aires. Grindetti arrastra problemas con Mauricio Macri desde hace, por lo menos, un año, cuando dejaron de hablarse.

Es curioso, aunque no tanto si se conoce a Macri, que los roces hayan empezado por el fútbol. Fue cuando el entonces intendente decidió poner un pie en Independiente. Macri lo vio con malos ojos, muchos más cuando le pidió que apoyara el proyecto de Sociedades Anónimas en el Fútbol y no encontró eco. Macri trató siempre a Grindetti como un empleado. Lo fue, en rigor, durante buena parte de su vida. Se conocieron en Socma, el emporio de Franco, en 1979. El antiguo empleado se rebeló. ¿Habrá colaborado Mauricio en su desplazamiento?

Sánchez Zinny pasará a ser, ahora, el controller oficial de la gestión. Lo era antes, según los que conocen el día a día de la administración de Parque Patricios, pero ya no tendrá que enmascarar nada. Incluso, será también el jefe de Grindetti, quien mantendrá su rango ministerial. Sánchez Zinny quería su oficina desde el primer día. “Yo estoy bancado por Mauricio”, llegó a jactarse en varias reuniones. Habrá que ver qué piensa Jorge, si es que está al tanto, de que su nuevo jefe de ministros invoque a su primo.

Jorge Macri ya tomó la determinación de desdoblar las elecciones. Los legisladores porteños se elegirán sin internas, separados de los nacionales, en junio o julio. La pelea en la Legislatura con los libertarios es total. Karina Milei rompió con el macrismo. María del Pilar Ramírez, de su riñón, trabaja para hacerle la vida imposible al PRO. Con vistas a esa contienda electoral decisiva, el Gobierno de Macri sumará a Laura Alonso como “vocera institucional”. Su rol será el de “defender la gestión” en redes y medios tradicionales. Sus amigos le desearon suerte.

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En la Casa Rosada, mientras se libra una batalla titánica e inquietante entre el Presidente y su vice -como para dejar en claro que la casta goza de buena salud-, avanzaron un casillero con el salto de Kravetz. En el esquema libertario hubo un giro brusco. Hasta no hace tanto, Javier Milei decía: “Tenemos que ir todos juntos para hacer desaparecer al kirchnerismo”. Ya no. Hoy la frase que se escucha en su entorno es: “Tenemos que ir solos para hacer desaparecer a todos”.

La voracidad mileísta se respira con frecuencia cuando se entra y se sale de despachos con poder. No hay engaños. El que crea que Milei está de paso, que vino a hacer una tarea específica y se irá, que se olvide. De aquel “vamos por todo” de Cristina podría pasarse a este “vamos por todo” de La Libertad Avanza.

Las diferencias, está claro, son sustanciales, no solo en términos ideológicos. Milei no cuenta con intendentes ni gobernadores, posee una debilidad inédita en el Congreso y su partido aliado más importante, el que le ayudó a juntar los votos en el Parlamento -el PRO-, acaba de comprender que podría desatarse una guerra entre ellos. Pero sí hay una semejanza entre aquel proceso cristinista y este: la forma de ejercer el poder con todo el rigor y al límite de la institucionalidad. El llamado a extraordinarias ya fue. El Presupuesto, lo mismo. Y si los jueces de la Corte Suprema -Ariel LIjo y Manuel García-Mansilla- se deben designar por decreto, no es lo aconsejable pero, llegado el caso, bienvenido.

Cerca de Milei dicen: “El PRO no entendió el cambio de fuerzas. Si no hay alianza para 2025, les vamos a ir sacando a los dirigentes de a uno. Los vamos a vaciar”. Otra semejanza, quizá con el kirchnerismo: cuando Néstor Kirchner vio que no podía acordar con la UCR, le fue sacando dirigentes. Hasta ahora había radicales con peluca, que nacieron en la Cámara de Diputados en varias votaciones clave y provocaron la ruptura del bloque. Para ciertos libertarios, ahora podrían nacer “los macristas con peluca”.

Milei, para sumar tensión, hizo una encendida defensa de Cristian Ritondo, que está en el ojo de la tormenta desde que una investigación periodística alertó sobre un entramado de sociedades offshore, departamentos en Estados Unidos, y complejas estructuras financieras que conducen a la abogada Romina Aldana Diago, su esposa. Los departamentos suman US$ 2,6 millones y el diputado no los declaró. Milei dijo que se trata de una operación. Ningún macrista -menos Macri- lo defendió con tanta pasión.

El primer mandatario cree que la baja de la inflación y las señales que llegan de cierta recuperación económica (el año podría terminar con menos pobres que 2023, pese a un ajuste feroz) le darían aire para seducir a dirigentes y avanzar con cuestiones polémicas que podrían enfrentarlo con sectores muy duros de poder. “Es ahora”, dicen. Al tope asoman los nombramientos de los jueces para el máximo Tribunal.

La Corte ya está en guardia. El Congreso, también.

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