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POLITICA

Las grandes compañías argentinas más que duplicaron su valor desde que Milei ganó la Presidencia

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Un año atrás, el mercado financiero cerraba un viernes cargado de expectativa e incertidumbre. Ese fin de semana se conocería quién sería el próximo presidente argentino, una contienda electoral entre Sergio Massa y Javier Milei, dos extremos políticos que prometían dos modelos de país muy diferentes.

El domingo 19 de noviembre de 2023, el candidato libertario ganó los comicios y encaró el camino del fin de los controles de precios, actualizaciones tarifarias y saneamiento de las cuentas del Banco Central (BCRA). Su política impactó en el balance de las compañías y las acciones respondieron al alza: desde entonces, las empresas locales más grandes del país más que duplicaron su valor y se revalorizaron en US$34.648 millones en la Bolsa porteña.

Estas cifras se desprenden al comparar la capitalización bursátil de las 21 empresas que conforman el panel líder del S&P Merval, consideradas como aquellas que registran el mayor volumen de operaciones en el mercado local. Este número indica cuánto vale una determinada compañía de acuerdo con el precio de las acciones que circulan y se operan en el mercado de capitales.

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En total, este grupo de empresas locales valían unos US$26.662 millones al viernes 17 de noviembre de 2023, según un reporte que realizó Cocos Capital para LA NACION. La victoria de Javier Milei les dio un impulso alcista que las llevó a cerrar este viernes último a US$61.309 millones, de manera que más que duplicaron su valor en 12 meses (+129,95%).

“La revalorización de la Bolsa en más de US$30.000 millones es un indicador de la mayor confianza de los inversores en las perspectivas económicas del país. Este incremento tiene el potencial de impactar positivamente en la economía real, impulsando un aumento en las inversiones, atrayendo capital extranjero y nacional hasta proyectos productivos. Además, la mejora en la capitalización de las empresas se traduce en un mejor acceso al crédito, dado que una mayor capitalización suele asociarse con mayor calidad crediticia, abriendo oportunidades para financiamiento en mejores condiciones. Todo esto genera un círculo virtuoso que posibilita mayores inversiones, incrementando la generación de empleo y la oferta de bienes y servicios, contribuyendo al crecimiento económico”, explicó Tobías Sanchez, research analyst de Cocos Capital.

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Para Juan José Vázquez, head of research de Cohen Aliados Financieros, hubo varios factores, tanto locales como internacionales, que colaboraron con esta suba. En primer lugar, mencionó la caída del riesgo país, que se redujo de 1906 puntos básicos en diciembre pasado a los actuales 769 puntos.

“Que la tasa de descuento para los flujos futuros de fondo sea menor, es clave para las empresas”, agregó. También se redujo la brecha cambiaria (CCL vs. dólar oficial), de 183% el 23 de noviembre de 2023 (pico máximo) al 13,5% que se ve hoy en pantallas. Mientras que en los últimos tres meses, se sumó el blanqueo de capitales, la salida de la recesión y el recorte de las tasas de interés en Estados Unidos, tres noticias que hicieron que desde agosto la Bolsa porteña trepe aproximadamente un 73% en dólares.

Esta semana, el índice de acciones argentinas cerró cotizando en US$1822 (al ajustar por el dólar contado con liquidación), un nuevo máximo nominal que no se veía hacía siete años. La última vez que se registraron estos valores fue en enero de 2018, aunque al contemplar la inflación norteamericana, los US$1800 de ese entonces representarían US$2288 actualizados a precios de hoy, de acuerdo con un análisis de Portfolio Personal de Inversiones (PPI). Para la sociedad de Bolsa, en un escenario “marcadamente bullish (alcista)”, la Bolsa podría tener un recorrido adicional del 25% hasta alcanzar máximos históricos.

“El Merval ha sido nuevamente uno de los mercados estrella en este 2024, de la mano de la gran expectativa generada por la llegada de un gobierno promercado a la Casa Rosada. Vale la pena destacar que si bien 2022 y 2023 habían sido muy buenos años, aún existían sectores donde particularmente se observaban valuaciones muy bajas a inicios de año, y que han sido los culpables de este rally, principalmente el sector bancario y en buena medida también las utilities (servicios públicos)”, analizó José Ignacio Thome, analista senior de Equity de Grupo SBS.

Los sectores “estrella” (y los castigados)

La suba no fue pareja para todos los sectores ni para todas las compañías. Al observar el recorrido que tuvieron las empresas en el último año, la petrolera YPF se destacó y se revalorizó en US$8499 millones, un aumento del 195,23% (pasó de US$4353 millones antes de que Milei ganara el balotaje a US$12.852 millones).

“El sector energía comenzó a cosechar los frutos de las inversiones realizadas en los últimos años, particularmente en Vaca Muerta, junto con los ajustes tarifarios. Además, con el RIGI, las expectativas del sector aumentaron, ya que las empresas comenzaron a presentar proyectos importantes que prometen incrementar la producción y consolidar su posición en el mercado”, dijo Sánchez.

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Pero los analistas coinciden: el gran ganador de este año fue el sector bancario. Por ejemplo, Grupo Financiero Galicia vale US$6402 millones más que el 17 de noviembre del año pasado (+331,09%); Banco Macro se revalorizó en US$3810 millones (+291,24); BBVA sumó US$2402 millones (+271,21%); y Banco Supervielle, unos US$761 millones (+377,4%), de acuerdo con la información de Cocos Capital.

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“El sector bancario voló, no solamente por la caída del riesgo país, sino también por el tratamiento que le dio el Gobierno a comienzos de este año, cuando se temía qué iba a hacer el Banco Central con los pasivos remunerados. Empezaron con instrumentos con una tasa de devengamiento muy alta y después desarmaron gran parte de esa posición de efectivo para financiar los préstamos al sector privado, lo que generó una dinámica muy positiva en el negocio y se evitó el temor que había en cuanto al riesgo público de los balances”, explicó Vázquez. Hasta el año pasado, el negocio del sector financiero pasaba más por prestarle al sector público que a empresas y personas.

También fue un año positivo para aquellas empresas relacionadas con la recomposición de las tarifas de servicios públicos. En este grupo entra Transportadora de Gas del Sur, que se revalorizó US$2552 millones (+158,31%); Edenor, que sumó US$1041 millones en capitalización de mercado (+190,33%); Transportadora de Gas del Norte tuvo un crecimiento de US$1069 millones (+266,89%); y Transener, con US$589 millones (+221,95%).

Las empresas del panel líder del Merval más que duplicaron su capitalización de mercado

En cambio, hubo dos compañías que cayeron en estos últimos 12 meses: Aluar se achicó en US$817 millones (-27,72%) y Ternium, en US$1007 millones (-23,39%). “El sector de materials tuvo un año malo, pero en el sentido de que en su momento se descontaba una dolarización de la economía, en línea a lo que decía Milei en campaña. El Banco Central tenía reservas netas negativas en poco menos de US$11.000 millones, se temía un salto muy fuerte del tipo de cambio, y estas compañías eran ‘cobertura’ cambiaria. Aluar exporta el 80% de su producción, Ternium no tanto, pero es commodity. Por eso, Aluar llegó a valer US$2948 millones en market cap, y hora es US$2131 millones, porque el dólar alto no se cumplió y este 2024 la condicionó la evolución del tipo de cambio”, sumó Vázquez.

El análisis de capitalización de mercado no incluye a las acciones argentinas que cotizan en la Bolsa de Nueva York (ADR), donde también aparecen Mercado Libre (trepó 19,6% en Wall Street), Despegar (+83,4%) o Globant (-14,6%). Esta decisión se tomó porque en los últimos años estas compañías se internacionalizaron y hoy se ven influenciadas más por el contexto latinoamericano y global que por el argentino.

“El Merval subió 90,8% en dólares en el año y un 71% en tres meses. No es normal esto. Todavía tenemos reservas netas negativas en el Banco Central, falta salir del cepo cambiario, y eso genera desafíos. Por eso, pensar que no va a haber volatilidad en el futuro, me parece demasiado optimista. Hacia adelante, es cuestión de estar invertido en las empresas que uno quiera al pensar en el largo plazo”, cerró Vázquez.

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POLITICA

Nueva teoría. Los besos se habrían originado como un ritual de limpieza

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MADRID.– Existen todo tipo de besos. Los hay tiernos y apasionados. Pueden ser románticos o amistosos. Incluso furtivos y robados. Un beso es capaz de cambiar el rumbo de la historia. Pero a pesar de sus infinitos matices, un nuevo estudio publicado en Evolutionary Anthropology asegura que todos tienen el mismo origen: una práctica de acicalamiento en el que chimpancés y otros grandes simios revisan el pelaje de sus compañeros con los dedos y usan los labios para quitar la suciedad. Los humanos, propone la investigación, heredamos un vestigio de ese ritual.

Cómo el beso pasó de ser un gesto fraterno e higiénico entre primates a convertirse en uno de los mayores símbolos de comunión entre personas es lo que viene estudiando desde hace un tiempo Adriano R. Lameira, psicólogo evolutivo de la Universidad de Warwick (Reino Unido) y autor del artículo. El laboratorio que dirige el investigador se encarga de rastrear los orígenes evolutivos de las prácticas o características humanas más particulares, desde la danza hasta la imaginación. El beso es una de ellas. “Si lo piensas, es una manera bastante rara de demostrar afecto. Juntamos nuestros labios y hacemos unos gestos de succión que son aleatorios e intuitivos”, explica.

Para entender la evolución precursora del beso contemporáneo, Lameira tuvo que sumergirse en esa madriguera de conejo que a veces puede ser la literatura científica. Buscaba una respuesta. Y no encontró una, sino varias. Algunas de las hipótesis que existen proponen que los labios evolucionaron para ser atractivos y que por eso nos besamos. Otra, que unir los labios es un mecanismo que encontraron algunos mamíferos para olerse de cerca y establecer cierta compatibilidad. También hay una teoría que establece el origen del beso en la premasticación. Es decir, los padres de un primate mastican la comida y luego la introducen en la boca de sus crías en un gesto similar al beso. Una última suposición sugiere que el beso es un reflejo de la lactancia. “Todas pueden ser válidas, pero a la mayoría les cuesta explicar la forma en que nos besamos, el contexto de su uso y su función”, detalla el investigador.

Las hipótesis se fueron desmontando una a una. La premasticación puede explicar la forma porque se sacan los labios hacia afuera, pero no hay succión, sino todo lo contrario. La lactancia sí funciona un poco mejor en términos de forma, pero habría que explicar por qué, como adultos, esta conducta se transmuta en una práctica a otras partes del cuerpo y deja de estar relacionada con la comida. La hipótesis del olfato cae porque un abrazo es más efectivo para olerse que darse un beso. “El único comportamiento en el repertorio de los grandes simios que cumple la misma forma, función y contexto que el beso moderno es el último paso del acicalamiento”, asegura Lameira.

En esta práctica (también conocida como grooming en inglés) los primates revisan el pelaje de un compañero en búsqueda de parásitos, insectos u otras suciedades. Cuando la encuentran, el acicalador se acerca con los labios salientes y hace un movimiento de succión para atrapar el residuo que haya encontrado en el pelaje de su compañero. “De repente, me vi cara a cara con lo que probablemente representa la forma más antigua de besar”, sentencia el investigador.

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A lo largo de los siglos, el ser humano fue evolucionando hasta perder el pelaje. El estudio sugiere que, durante ese tiempo, la función higiénica del acicalamiento se perdió y el ritual se condensó hasta convertirse en el beso tal y como lo conocemos hoy. “Ya no nos acicalamos, pero nos besamos como símbolo, como si lo hubiésemos hecho”, detalla Lameira.

Sheril Kirshenbaum, investigadora y autora del libro The Science of Kissing, apunta que “la hipótesis que plantea el nuevo estudio es interesante” y que podría sumarse al repertorio de conjeturas que ya existen, pero no es definitiva porque la práctica del beso ha tenido varios vaivenes a lo largo de la historia de la humanidad. Surgió y desapareció en todo el mundo en diversos momentos por una variedad de razones sociales, emocionales e incluso anatómicas. “Con los besos, la buena noticia es que no necesitamos elegir una sola explicación”, asegura. Además, no son un capital exclusivamente humano. Kirshenbaum subraya que “muchos otros animales muestran comportamientos similares al beso que no comenzaron con nosotros”.

La carga cultural

La pregunta que queda por responder es cuánto de esa reliquia primitiva que parece ser el acto de besarse, ha sido influida y modificada por el desarrollo cultural del ser humano. Kirshenbaum cree que la mejor respuesta, como suele suceder, podría encontrarse en un punto medio. “El beso es un ejemplo de un comportamiento donde la naturaleza y la cultura se complementan. Parece que tenemos un impulso instintivo de conectar de esta manera, pero la forma y la interpretación de un beso están determinadas por nuestra educación y experiencias”, dice. Lameira es más categórico: “El beso es acicalamiento con desarrollo cultural”.

Los primeros besos se registraron en Mesopotamia hace 4.500 años, según un trabajo publicado en Science en 2023. El estudio recoge escritos sumerios y acadios en los que se describe la práctica del beso con una doble función, como parte del acto sexual y una muestra de afecto entre familiares y amigos. Troels Pank Arbøll, profesor de la Universidad de Copenhague, experto en las antiguas civilizaciones de Oriente Próximo y autor de la investigación, matiza respecto a la investigación publicada este mes: “El autor intenta probar la credibilidad de la hipótesis expuesta, lo cual está bien en principio, aunque su inclusión y crítica de investigaciones previas o teorías alternativas parecen superficiales”. Para el científico danés, “resulta curioso que el artículo no tenga en cuenta investigaciones recientes y relevantes en antropología, que ofrecen perspectivas alternativas”. Una de ellas es la publicada en 2015 en American Anthropologist, que apunta que no existe evidencia de que el beso sea universal entre los humanos o incluso cercano a universal. Solo el 46% de las culturas muestreadas en dicha investigación tenían al beso romántico entre su repertorio de ritos y costumbres.

Muchos rituales humanos se han ido modificando, pero el beso permanece prácticamente inalterado. Tuvo otros nombres y protocolos, pero prevalece. “La evolución no descarta cosas que funcionan y no arregla lo que no está roto”, aventura Lameira. Para que el beso cambie, algo en nuestra forma de vida también debería hacerlo. Y aun así, los humanos buscarían un sustituto. Sucedió durante la última pandemia, cuando besarse pasó a ser un vehículo para la enfermedad. “Solo lograremos no besarnos a base de miedo o de responsabilidad”, le dijo entonces el psiquiatra y psicoanalista Diego Figuera a Juan José Millás en un reportaje para EL PAÍS Semanal. En la incertidumbre del Covid-19, Figuera aventuró que el beso podría adquirir un significado nuevo. “Quienes en este tiempo se atrevan a besar, lo vivirán como algo de mucho amor al otro. Te beso y asumo que me puedes contagiar”, dijo. Y el beso sobrevivió.

Facundo Macchi

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