POLITICA
Malvinas: tras los cruces por el día de la Memoria, Milei le imprime un tono propio a la celebración del 2 de abril
Después de un intenso domingo de movilizaciones y cruces en conmemoración por el día de la Memoria, Verdad y Justicia al cumplirse un nuevo aniversario del último golpe militar, el gobierno de Javier Milei decidió avanzar en la definición del tono que le imprimirá a la celebración del próximo martes 2 de abril, que recuerda a los caídos en la Guerra de Malvinas y renueva el reclamo de soberanía sobre las islas.
Hasta este martes, el plan del Ejecutivo enviado a los distintos ministerios indicaba que el Presidente colocará una ofrenda floral en el Monumento a los caídos en la guerra de 1982, que se levanta en la Plaza San Martin. En su cenotafio, como en el cementerio de Darwin, en Malvinas, están los nombres de los 649 argentinos caídos en los 74 días de la guerra en el Atlántico Sur, en la que murieron también 255 británicos y 3 isleños.
Sin embargo, aunque varios ministros del Gabinete fueron invitados a acompañarlo en ese acto al mediodía del 2 de abril, en Casa Rosada señalaron este lunes que no había decisión tomada.
El ministro de Defensa, Luis Petri, estuvo este lunes reunido con la embajadora británica en Buenos Aires, Kirsty Hayes, pero desde su equipo se negaron tajantemente a informar sobre qué temas “navegó” el encuentro. Negaron también que fuera por un reclamo para el fin del embargo militar que mantiene Londres, y señalaron que se están organizando actividades conjuntas, al menos en estos días. Lo más probable es que estén puliendo áreas de cooperación.
En la Casa de Gobierno se hablaba de un acto para las 17 el martes 2 de abril, lo que coincidiría con el banderazo al que está convocando la Comisión de Familiares de Caídos en las Malvinas e Islas del Atlántico Sur.
La presidenta de la Comisión, Fernanda Araujo, coincidentemente diputada por la Libertad Avanza, convocó también a un Tedeum en la Catedral Metropolitana, al que asistirían por su parte la canciller Diana Mondino y la secretario del Area Malvinas, Paola Di Chiaro.
La celebración del 24 de de marzo causó este domingo un furioso enfrentamiento de la izquierda y el kirchnerismo con el Gobierno, que publicó un video en el que acusa a los organismos de derechos humanos de abusar de la causa y al kirchnerismo de olvidarse de las víctimas de la guerrilla, mientras la vicepresidenta Victoria Villarruel negó que fueran 30.000 los desaparecidos durante el terrorismo de Estado de la última dictadura.
Para el caso, la vicepresidenta, identificada con el sector militar más nacionalista -su padre ya fallecido fue veterano de la guerra- buscaba organizar un desfile militar para este 2 de abril y no lo logró. En principio, desde el Gobierno justificaron la suspensión en que “no hay plata”. Pero se supo que la decisión final fue la de postergar el desfile hasta el próximo 9 de julio, cuando se festeja el Día de la Independencia Nacional.
En la tradicional vigilia de Rio Grande, donde los veteranos de guerra siempre hicieron su noche del 1 al 2 de abril esperaban la presencia de la vicepresidenta, muy identificada con la causa. Pero Villarruel no asistirá a Tierra del Fuego. En cambio, desde el miércoles 3 y durante toda la próxima semana encabezará una serie de actividades en el Senado destinadas a recordar a los caídos en la guerra.
El Día del Veterano y de los Caídos en la guerra no es menos controversial que otras fechas en la Argentina. Hay quienes reivindican la toma del archipiélago como una “gesta” -los veteranos, entre otros- y quienes preferirían que los homenajes se unificaran el 10 de junio, Día de la Afirmación de los Derechos Argentinos sobre las Islas Malvinas.
En diversas oportunidades las autoridades británicas propusieron realizar un acto conjunto en conmemoración de los caídos en la guerra, pero la Argentina nunca lo aceptó. Ahora cuando Milei buscaba una linea de diálogo con el Reino Unido y a la par desmalvinizar el vínculo entre ambos estados, una serie de políticas unilaterales de Londres llevaron al Gobierno a presentar sus reclamos.
POLITICA
La nueva parrilla argentina: los cortes que reemplazaron al asado y al vacío
Son cinco los cortes de vaca que figuran en el apartado “Carnes” que Mago, la moderna parrilla de Belgrano, ofrece en su carta. Allí no aparece el vacío, tampoco la tradicional tira de asado: en su lugar, el comensal puede optar por una entraña, un T-Bone, un asado americano, un ojo de bife o el más reciente corte de moda: la ceja. La ceja del ojo de bife, pequeño corte que no suele superar los 350 gramos en el plato, cuesta lo mismo que un ojo de bife, y aún así la gente la pide. Ley de la oferta y la demanda, no hay duda. También, signo de que la parrilla modelo 2025 dista mucho de la de comienzos de milenio.
La punta del iceberg de este cambio son los nuevos cortes estrella que se ofrecen en restaurantes y carnicerías: la ceja, la entraña, la arañita y el T-Bone, pero también el Flat Iron, la picaña, el Finger Beef, el T-Bone Fiorentina, el Tomahawk o el Hawaiian Steak, entre otros. Todos términos ausentes en el léxico del asador del siglo XX, que hoy se lucen en las cartas de Palermo y más allá.
Pero el cambio en la parrilla es más profundo: de hábitos y estilo de vida. Un ejemplo es la desaparición del tradicional asado al asador, esos costillares enteros que se cocinaban lentamente en las vidrieras de parrillas y restaurantes. Hoy sus exponentes se cuentan con los dedos de una mano, en un contexto en que las porciones que se sirven son más pequeñas, ganan espacio guarniciones como las verduras grilladas (muchas veces en reemplazo de las desbordantes bandejas de papas fritas de antaño) y los parrilleros eligen su combinación de leñas o de carbón para las brasas. También están quienes optan por madurar las carnes y los que quieren contar de qué raza es el animal y cómo ha sido criado y alimentado…
Pero, desde la mirada de los parrilleros, ¿qué cambió? “La tira es y será la reina del asado. Dicho eso, es verdad que el chorizo, la morcilla, las mollejas o el bife angosto antes eran infaltables, mientras que hoy en la parrilla entran cortes con más desarrollo, con más calidad, como la picaña, el ojo de bife o la entraña”, opina Christian Petersen, autor –entre otros libros en torno al asado– de Al hueso! (2022, Editorial Planeta) y propietario de la parrilla Hermanos.
“Hoy el ojo de bife no puede no estar en una parrilla, tampoco la entraña o el T-Bone, que antes no estaban en las cartas”, coincide Pablo Rivero, propietario de la multipremiada parrilla Don Julio.
“Hay cortes que se han popularizado mucho, como por ejemplo la entraña, la punta de paleta o la ceja de ojo de bife, entre otros, así como hay más demanda de algunas achuras, como la molleja y los chinchulines –opina por su parte Santiago Garat, de Corte Comedor y Corte Carnicería–. En cuanto a los cortes que han salido de la oferta o perdido actualidad se cuentan el matambre o el cuadril, tal vez por moda o cambio cultural o generacional”.
Otro de los motivos detrás del rescate o nueva vida de algunos cortes, como la marucha o la punta de paleta, es más bien económico: “Son cortes más baratos del sector delantero del animal, muy sabrosos y tiernos, que dan buen margen al restaurante –señala Gastón Riveira, creador de la palermitana La Cabrera, hoy con presencia en nueve países–. Además, permite tener algo distinto en la carta y que el cliente pueda jugar en la mesa, probando otros cortes que no sean los tradicionales”.
Una explosión de sabor
Dentro de la vanguardia de las brasas, el corte que se destaca, haciéndose un lugar en parrillas, pero también en restaurantes con estrellas Michelin, es la ceja, ese pedacito del ojo de bife, que hoy cada vez más sirven por separado. “El auge de la ceja de ojo de bife es un claro ejemplo de uno de los cambios en el asado, y es que la gente le da cada vez más valor no solo a la terneza de la carne, sino al flavor (sabor). Y eso es la ceja: el corte con más sabor de la media res, es una explosión en la boca”, asegura Julio Gagliano, propietario de la parrilla Viejo Patrón, cuya vida ha estado ligada al mundo de la carne, que recomienda cocinar la ceja a la parrilla por no más de cinco minutos, sin “marearla”.
“En Mago incluimos la ceja porque nos gusta tener todas las opciones de carnes tradicionales, pero también queremos innovar con cortes poco comunes”, dice por su parte Victoria Santos de Olivera, chef de Mago Parrilla, que cuenta cómo obtienen la ceja: “La pieza de ceja la sacamos del ojo de bife: nos entra una pieza entera de aproximadamente ocho kilos y la ceja limpia queda en dos kilos. La porción que servimos es de unos 350 gramos en crudo. Es una sola pieza. Para el comensal sale en una bandeja de hierro caliente, manteniendo así la temperatura del corte.”
Otro nuevo ítem en las cartas de muchas parrillas es el bife de vacío, comenta el chef Darío Gualtieri, asesor gastronómico de Lo de Jesús. “Se encuentra en la parte baja del asado, justo antes de la falda. Se hizo popular porque es una carne magra, tiene buen sabor y textura, y sale jugosa”.
En este flamante universo parrillero hay nombres nuevos, pero que no representan ninguna novedad. Un caso claro es el llamado Flat Iron: “Es una parte de la paleta, una continuación, y la verdad es que lo puse en carta porque lo pide la gente, a la que le resulta gracioso el nombre, que lo tomaron de cómo llaman a este corte en los Estados Unidos –cuenta Gagliano–. Es un corte que en aromas está bueno; terneza tiene, pero no está a la altura de una ceja”.
Otro de nombre foráneo que se ha hecho un lugar destacado en parrillas y carnicerías es el imponente Tomahawk. “Ese sí es un corte que no se trabajaba antes, es un invento de ahora, en el que tenés tres gustos en un mismo corte. Tenés el ojo de bife, la ceja y el asado –cuenta Gagliano–. Me acuerdo cuando salió el Tomahawk, fue como un boom, porque aparte de ser rico está todo lo que implica visualmente”.
En esa búsqueda de novedades para ofrecer al cliente se ha echado mano a cortes como la entraña o la arañita, que siempre estuvieron en la carnicería, pero que no solían ser contemplados por los parrilleros. “La entraña siempre existió, pero antes no tenía buena prensa –sostiene Gagliano–. Es un corte que nadie se quería tomar el trabajo de limpiar y hoy es tope de gama. El problema es que un animal tiene dos entrañas nada más, por eso siempre escasea”. Y algo similar ocurre con la arañita: “Se lo llama ‘churrasco del carnicero’, porque se lo quedaba él. Lo que sucede es que es un corte excelente, pero muy pequeño y hay solo uno en cada media res. Es difícil ofrecerlo, no puede ser comercializado por un restaurante. De hecho, yo desconfío de un restaurante que ofrezca arañita, porque puede estar usando otro corte semejante”, advierte Gagliano.
En lo que respecta a la entraña, advierte Gualtieri, no hay que confundirla con el “bife de entraña” o “centro de entraña”. “Es más grueso y con un sabor más fuerte que la entraña, pero en realidad es una achura. Se hizo popular y muchos restaurantes le ponen nombres como entraña del medio o del centro, pero no es entraña y no debería incluirse entre los cortes sino en las achuras”.
Otros aspectos que definen cierta vanguardia parrillera no están dados por los cortes, sino por los procesos previos y posteriores a la faena: las distintas formas de alimentación del ganado por un lado; y los procesos de maduración de la carne por otro, con términos ya incorporados al lenguaje de la parrilla, como el dry aged.
Conocedores
Lo cierto es que más allá de los cortes nuevos o con un innovador nombre, el cambio en la tradición del asado es más profundo. “El más notable es que la carne ha cambiado de ser un genérico ternera/novillo/vaquillona, a un espectro mucho mayor que abarca factores como su raza, región, alimentación y peso al momento de la faena, su proceso natural de maduración (seco/húmedo). Todo eso ha impulsado mucho la elección en cuanto a las diferentes características de terneza, marmolado, tamaño, color, aroma y profundidad de sabor –opina Santiago Garat–. Ya en muchos lugares se explica al consumidor todo esto último. Lo que a su vez ha ayudado a que este elija más cortes o diferentes tipos buscando estas características”.
Pablo Rivero, de Don Julio, señala la evolución de la parrilla: “Todas las cocinas de los pueblos han atravesado una evolución, y la parrilla argentina también. En el mundo se ha dejado de comer la cantidad que se comía antes, se han dejado ciertos alimentos muy calóricos a partir de la medicina preventiva. Y todo eso ha hecho que se reperfilen los platos que se piden en el restaurante y en la parrilla. Antes la gente consumía achuras como tripa gorda o ubre, que hoy ya casi nadie pide. También han cambiado las guarniciones. Antes se servían bandejas descomunales de papas fritas, y hoy lo que ha crecido una barbaridad es el mundo de las ensaladas y las verduras grilladas”.
“Son muchas las parrillas que hacen hincapié, más allá de las carnes, en sus acompañamientos de vegetales y verduras, abriendo el espectro del sabor, técnica de preparación y variedad”, refuerza Garat.
Para Petersen, “ahora la gente comienza a cuidarse un poco más. Por un lado, eligen las carnes grilladas como algo más natural, pero al mismo tiempo se come menos carne, menos entradas, menos achuras, y como contrapartida, más verduras”.
“Los argentinos hemos bajado el consumo en kilos pero hemos subido la vara en cuanto a la calidad y diversificado los cortes de carne en una parrilla –completa Garat–. En general, el tamaño de las porciones no ha bajado, siguen siendo entre 500 gramos y 800 gramos (crudos), pero ahora ya se suelen compartir los cortes (antes se compartían las guarniciones), para poder pedir más variedad y, también, para abaratar el gasto por persona”.
“En definitiva, hay otra mirada de la carne –concluye Petersen–. Ya no es el ‘comer asado a morir’, sino que se apunta a un consumo más responsable, en el que el asado es visto como una fuente natural de proteínas sanas”.
POLITICA
El fraude en la obra pública bonaerense, desde Daniel Scioli a Axel Kicillof
Desde hace décadas, la infraestructura vial en la provincia de Buenos Aires ha sido objeto de constantes licitaciones, anuncios y presupuestos multimillonarios, pero también de un patrón de fraude sistémico que ha dejado rutas inconclusas, obras mal ejecutadas y una pérdida millonaria de recursos estatales.
Entre los casos más emblemáticos de esta problemática se encuentra el camino Maipú – Labardén, donde la gestión de la dirección de Vialidad de la provincia de Buenos Aires, bajo la administración de Patricia Tombesi durante el gobierno de Daniel Scioli, ejecutó una serie de licitaciones fraudulentas que continúan afectando a los bonaerenses. En este esquema, la gestión de Axel Kicillof pareciera haber continuado el derrotero.
El camino de Maipú – Labardén, la historia se repite
El caso del acceso a la localidad de Labardén desde la ruta 2 es un claro ejemplo del fraude sistemático perpetrado desde la dirección de Vialidad bonaerense. En marzo de 2015, el ministro de Infraestructura, Alejandro Arlía, junto a Patricia Tombesi y otros funcionarios, anunciaron la licitación de la pavimentación del camino con un presupuesto inicial de 30 millones de pesos (aproximadamente 2 millones de dólares).
La ruta 6, deteriorada
Los habitantes de la zona ya habían denunciado incumplimientos previos: en 2011, la provincia había licitado una obra similar sin que se llevara a cabo ninguna mejora significativa. Cuando los vecinos reclamaron, funcionarios de Vialidad argumentaron que los contratos seguían vigentes y que no podían reasignar fondos hasta que no se resolvieran legalmente los compromisos con las empresas contratistas. Mientras tanto, la gestión de Tombesi y Granero realizaba «redeterminaciones de precios» y nuevos préstamos a organismos como el Banco Mundial y el BID, aumentando la carga financiera sobre la provincia sin resultados tangibles.

De izquierda a derecha: Favio Granero, Patricia Tombesi, Karina Arbia y Maria Inés Tombesi.
Para 2017, la falta de pavimentación había provocado varios accidentes y los vecinos seguían exigiendo respuestas. Sin embargo, en 2023, el actual gobernador Axel Kicillof anunció una nueva licitación para asfaltar el mismo camino, con un presupuesto de 4.137 millones de pesos (aproximadamente 3,5 millones de dólares). Al día de hoy, las obras siguen sin completarse y el camino de Maipú-Labardén permanece en condiciones precarias.
Ruta nacional 6, otra obra incumplida
Lejos de ser una excepción, el caso del camino Maipú – Labardén pareciera una caso más de un extenso derrotero. Por caso, en noviembre de 2014, la entonces administradora de Vialidad, Patricia Tombesi, anunció la finalización de una serie de obras en la ruta nacional 6, una vía clave que atraviesa municipios como Zárate y Campana. Según Tombesi, el presupuesto asignado para estas mejoras ascendía a 1.700 millones de pesos (aproximadamente 200 millones de dólares en ese momento), con el objetivo de renovar la infraestructura vial, mejorar la seguridad y rehabilitar 500 kilómetros de rutas.

Choque en ruta 6.

Otro accidente en ruta 6, año 2014.
No obstante, estas obras comenzaron a sufrir dilaciones y anuncios reiterados de finalización, sin avances concretos. A pesar de las reiteradas inyecciones de fondos y de la supuesta finalización del 60 por ciento de los trabajos, la realidad en la carretera mostraba otra cosa: capas de asfalto provisorias, ausencia de banquinas seguras, mala señalización y tramos enteros donde la ruta se convertía en una sola mano.

Postal de la inundación de Zárate, en el año 2015.
La situación generó una serie de accidentes viales y, más tarde, se agravó con las inundaciones de 2014, que dejaron a Zárate y Campana aisladas debido al desborde de los arroyos cercanos.
La administración de Vialidad bonaerense, bajo el mando de Tombesi, se convirtió en un entramado de intereses familiares. La funcionaria contaba con la asesoría de sus primos María Inés Tombesi y Favio Lautaro Granero, además del escribano Alan Lynch, quienes se involucraron directamente en la gestión de fondos públicos. Posteriormente, estos mismos nombres aparecerían como aportantes a la campaña presidencial de Daniel Scioli en 2015.
Reiteración de fraudes
Sin importar el color político, el patrón se repitea a lo largo de la historia provincial: licitaciones anunciadas, presupuestos multimillonarios, obras iniciadas pero nunca finalizadas y nuevas licitaciones que buscan reparar lo que nunca se construyó. Esta dinámica ha costado miles de millones de pesos a la provincia de Buenos Aires, mientras las condiciones viales siguen siendo deficientes y las comunidades afectadas continúan sufriendo las consecuencias.
A pesar de las numerosas denuncias y de la apertura de causas judiciales, figuras clave en este entramado, como Patricia Tombesi, Favio Lautaro Granero y Alan Lynch, siguen sin enfrentar consecuencias legales. Mientras tanto, el endeudamiento de la provincia sigue en aumento y los mismos problemas estructurales continúan afectando a los bonaerenses.
La falta de transparencia y la impunidad han permitido que este esquema de fraude continúe operando a lo largo de distintas administraciones. (www.REALPOLITIK.com.ar)
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