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Miguel Pichetto: “El gobierno de Alberto Fernández fue el fracaso demoledor del peronismo”

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-¿Ahora usted y su espacio son más opositores que dialoguistas?

-Siempre tengo una actitud de diálogo porque la política tiene que ver con el diálogo y la construcción de acuerdos. Hay que analizar estas últimas circunstancias como un proceso de mala praxis del Gobierno, que llevó a un resultado negativo con el rechazo del DNU. El Gobierno ha tenido una semana negativa, con la confirmación de que la bicameral de inteligencia no la preside un dirigente propio, y el rechazo al instrumento elegido. El DNU obliga a explicar públicamente el destino de los fondos. No conozco ningún servicio de inteligencia que exponga en forma pública cómo va a aplicar los recursos. El Gobierno podía haber reasignado partidas de ministerios y luego desarrollar todo el nivel de información en la bicameral, que es el lugar de control.

-¿Para qué cree que el Gobierno amplió los fondos para la SIDE en 100 mil millones de pesos?

-Porque tiene un presupuesto depreciado por no haber tenido un presupuesto actualizado. En segundo lugar, puede haber en el mejor de los casos ciertos riesgos, por el alineamiento del Gobierno con Occidente e Israel, y una nueva organización de la SIDE con un diseño que el Gobierno tiene derecho a concebir y organizar. La cifra tomada en pesos asusta, pero estamos hablando de 75 millones de dólares. En el menemismo era de 500 millones de dólares y el kirchnerismo tuvo de base una suma aproximada de 350 millones de dólares. Es imprescindible una SIDE para cuidar y prevenir cualquier riesgo frente al delito organizado y de un atentado del terrorismo internacional, no para hacer seguimiento de la oposición ni operaciones de trolls.

-¿Mantiene diálogo con el Gobierno?

-Tengo diálogo con Guillermo Francos, he tenido diálogo también por este tema con Santiago Caputo. Le he transmitido cuando salió el DNU que no era el instrumento adecuado para ampliar las partidas de la SIDE. Me parece importante que en el presupuesto que envíe el Gobierno en septiembre detalle cuáles son las partidas para la SIDE, un monto global, sin un detalle específico sobre para qué se van a utilizar los fondos.

-Fueron días negativos para el Gobierno en el Congreso, ¿qué fue lo que generó el cambio de la oposición “moderada”?

-Los haberes de los jubilados han tenido un fuerte deterioro, con una afectación de un punto y medio del PBI. El Gobierno en su momento atendió la situación social con el aumento de la asignación universal por hijo, con un sistema de asignación directa a los que cobran planes, han terminado con la intermediación y eso es positivo. El sector previsional lo tienen que analizar con más serenidad. Ha tenido fuerte impacto la inflación y el hecho de que Alberto Fernández congeló la fórmula casi un año. También la devaluación del Gobierno actual. El análisis del veto tiene que ser mesurado desde la política. En el Congreso no somos degenerados fiscales.

-Además del DNU por los fondos de Inteligencia y las jubilaciones, Diputados había aprobado una mejora en el presupuesto universitario. ¿Hay una avanzada de la oposición en el Congreso?

-Tampoco dramaticemos. El Gobierno ha tenido éxito en la sanción de las dos leyes más importantes. Los bloques que acompañan al Gobierno no tenemos una actitud destructiva. Hemos votado las dos leyes grandes, la Ley Bases y el paquete fiscal, y no tocamos el DNU 70/23 como un instrumento de gobierno. Pese al desprecio que tienen por el Parlamento, las instituciones funcionan muy bien. La estructura institucional de la Argentina es mucho más sólida que la economía. Después, hay una nueva lógica, no solamente en la Argentina sino en Europa, con el crecimiento de la extrema derecha, basada en el enojo y la indignación como un elemento de consolidación de su propio espacio. Es mejor tener un físico o un matemático para analizar los sistemas de viralización en las sociedades modernas. El aporte tecnológico es importante, los algoritmos y las redes, pero la construcción de un espacio de gobernabilidad tiene que ver con esta compleja actividad que es la política. Tenés que buscar acuerdos y construir una adhesión de la sociedad. La construcción de un camino de reactivación de la economía. Es importante que el Gobierno lo comprenda a tiempo.

-¿En el caso del bloque que usted preside cuánto influyó que Emilio Monzó no tuviera lugar en la bicameral de Inteligencia?

-Si hubiéramos estado controlábamos desde adentro. Al quitarnos un lugar y darle seis lugares al kirchnerismo, la consecuencia ha sido esta integración de las autoridades. El oficialismo no tiene ni el secretario. Por mala praxis o incomprensión de la realidad. Habíamos apoyado la Ley Bases y el paquete fiscal. Ibamos en representación de 31 diputados. Fue un error. El Gobierno tiene que mantener esa mayoría parlamentaria que le dio la construcción de las leyes fundamentales del lanzamiento de su Gobierno, con un esquema más inteligente.

-¿Cómo evalúa la gestión del Gobierno?

-No se pude hacer una evaluación en ocho meses. Ha habido un logro en evitar la hiperinflación y en reducir el gasto público. Esos aspectos me parecen positivos. Hay otras cuestiones de la micro y la economía real que están complicadas. Con pérdida de poder adquisitivo de los trabajadores. No tanto con el empleo. Cuando asume Milei ya había habido despidos. La pandemia y la cuarentena fueron letales para la Argentina. Cuando la gente va al supermercado o a la farmacia a comprar remedios, o recibe las tarifas de gas o electricidad, o el colectivo, eso está impactando en la vida de la gente. En algún punto el Gobierno lo tiene que analizar.

-¿Cree que el plan económico del Gobierno puede ser exitoso?

-No lo sé todavía. A fin de año podemos hacer una evaluación de resultados. Hoy el Gobierno está concentrado en no aumentar los niveles de inflación, en no devaluar. Hay sectores que entienden que este proceso no es virtuoso para sectores de la exportación, hay economistas que tienen otra mirada.

-Los diputados libertarios cuestionan que los que entraron por las listas del “cambio” voten contra el Gobierno y en conjunto con el kirchnerismo. ¿Esa crítica le preocupa?

-El voto contra el DNU fue mayoritario en la Cámara de Diputados. Hubo 20 votos del PRO, una parte importante del radicalismo, el kirchnerismo… Hubo abstenciones muy significativas también. Hay que analizar los nombres que votaron.

-¿El kirchnerismo dejó de ser la “mancha venenosa”?

-Tiene algunas visiones que no comparto, desde el punto de vista de las ideas. El Congreso se nutre de mayorías y minorías. En algunos temas puede haber construcción de mayorías y no vas a preguntar la filiación de cada uno. El Gobierno tiene que tratar de cuidar las mayorías que tuvo con la Ley de Bases y el paquete fiscal.

-Hubo acuerdos entre la oposición, pero no para bajar el DNU 70/23. ¿Por qué?

-Personalmente pienso que es un tema que hay que mantener. Es un instrumento que el Gobierno tiene para gobernar, con la Ley de Bases. Las facultades delegadas son más acotadas que las que les dieron a Alberto Fernández, que las usó incluso para suspender la fórmula previsional.

-¿Qué mirada tiene sobre las dietas de los legisladores, con Milei atacando fuertemente los aumentos?

-Tiene que haber un salario razonable. Ese es un tema que lo utilizan para criticar al Congreso, mostrándolo como insensible. A un gobierno con salarios pobres, bajos, inevitablemente van a ir a la administración pública los aventureros, los marginales, porque van a ver una oportunidad para los negocios. Comprendo el mensaje del esfuerzo, pero hay muchas distorsiones. Hay organismos, como los directores de YPF, que cobran en dólares. Esta visión de la antipolítica puede funcionar por un tiempo.

-¿Los diputados deberían cobrar más?

-Estamos en casi la mitad que los senadores y siempre ganaban lo mismo, porque el origen de la legitimidad popular es la misma. Es un debate de menor cuantía. Tenemos un proyecto que presenté, parecido al del Senado, con un sistema en el que nadie puede ganar más que el Presidente y con un grado de equivalencia, que comprende a todos los sectores de la vida pública. Este método del escarnio sobre lo que gana un diputado o un senador no sirve para nada. Y no dejo de ser sensible a lo que cobra un jubilado. Hay que construir un camino más razonable, institucional, entre el Poder Ejecutivo y el Congreso.

-¿Le preocupa el nivel de agresión de las cuentas vinculadas al Gobierno en las redes sociales?

-No me preocupa mucho. Un tuit, una agresión por las redes, es como un vaso de agua. Es un mundo frágil éste, muy lábil, no hay nada más viejo que un tuit de hace media hora. Antes se envolvían los huevos con el diario de ayer, hoy todo es mucho más fugaz. Todo pasa, incluso las peores agresiones, y fingimos demencia.

-¿Qué piensa sobre el rol de Santiago Caputo en el Gobierno?

-No lo subestimo y tengo respeto personal. Tuvo mucho coraje en el tratamiento de las leyes, cuando vino al Congreso. Tengo una mirada realista, no me prendo en cosas que no conozco, leyendas urbanas, que no tengo capacidad para juzgar. Es una persona que tiene la confianza del Presidente. No voy a hacer descalificaciones de tipo personal.

-¿Le sorprendió la actitud de Mauricio Macri, con su sector del PRO esta semana por primera vez en contra del Gobierno?

-Tengo una valoración positiva sobre su rol. Lo veo como un hombre razonable y de apoyo a la institucionalidad y a la gobernabilidad. Me parece muy importante para un partido que ha surgido en la Ciudad cuidar el electorado del PRO. Está mirando eso y la relacion con el Gobierno, los incumplimientos del ministro de Economía en relación con la coparticipación restituida por la Corte.

-¿Qué le generó la denuncia de Fabiola Yañez contra Alberto Fernández por violencia de género?

-No voy a opinar sobre ese tema. Lo analizo desde la política. El gobierno de Alberto Fernández es un gobierno que no fue, vacío de contenido, que deja muy poco para el análisis histórico. Una gran frustración y el fracaso demoledor del peronismo. Ese gobierno determinó que hoy Milei sea el presidente. El encierro, la pérdida de las libertades, el gobierno de los médicos. También hay que analizar el proceso de Juntos por el Cambio, no fue acertada la interna. Perdimos casi el 50% del electorado de 2019 y 2021.

-¿Hasta qué punto las revelaciones sobre Alberto Fernández hundieron al peronismo?

-El peronismo ha pasado por las siete plagas. Eso de que está terminado es relativo. Va a requerir un proceso de reconstrucción y para mí el debate central está en las ideas. Por supuesto también en los nuevos liderazgos, hay una generación que tiene que aparecer. Y hay jóvenes viejos acá. Si el peronismo no va a un capitalismo productivo, a terminar con el mundo del pobrismo y de los planes, de los gerentes de las pobreza… Si Kicillof quiere tener destino político tiene que cambiar totalmente sus ideas. Esas ideas son viejas, son parte de una epoca que ya pasó.

-Si fuera senador, ¿votaría para que Lijo fuera juez de la Corte?

-En esa materia el Presidente propone los candidatos, el Senado evalúa y determina quiénes ingresan. Los dos candidatos tienen experiencia, uno judicial y el otro profesional y como catedrático. Me parece que los dos son candidatos razonables. También creo que sería bueno ampliar la Corte para integrar como mínimo a dos mujeres.

La búsqueda de un espacio de «centro democrático»

Miguel Pichetto se ubica en el centro del recinto de la Cámara de Diputados, mirado de frente con Unión por la Patria a la izquierda y el oficialismo con sus (¿ahora ex?) aliados del PRO a la derecha. El lugar de la banca coincide con el posicionamiento que busca exhibir, con el propósito de avanzar en la construcción de un espacio de “centro democrático”, como lo llama, con la mirada en el turno electoral de 2027.

“A lo mejor no gana, pero puede competir con posibilidades”, se ataja ante las últimas experiencias de propuestas que intentaron asomar entre la polarización, desde la “avenida del medio” de Sergio Massa en 2015 a las candidaturas como “terceras vías” de Roberto Lavagna en 2019 y Juan Schiaretti en 2023.

Con los tres coincidió en Alternativa Federal en 2018, proyecto que se diluyó cuando Cristina Kirchner ungió a Alberto Fernández, lo que alineó a los gobernadores peronistas y a Massa en el Frente de Todos. Al poco tiempo Pichetto accedió a acompañar a Mauricio Macri como compañeró de fórmula.

En Diputados el bloque de 16 miembros que preside es uno de los fieles de la balanza y puede ser clave para que el oficialismo apruebe sus leyes o reciba golpes como los de los últimos días. Se trata de una bancada heterogénea, en la que conviven legisladores con perfil más opositor como Margarita Stolbizer, Mónica Fein y Natalia De la Sota con ex macristas como Emilio Monzó y Nicolás Massot, y otros alineados con los gobernadores Martín Llaryora y Rogelio Frigerio.

Pichetto tenía una postura cercana al Gobierno, al punto que durante la discusión de la Ley de Bases llegó a dar consejos al oficialismo en plena sesión, aunque en las últimas semanas fue determinante en la confluencia opositora de la que debió tomar nota la Casa Rosada. En el caso del bloque Encuentro Federal coincidió con la marginación de Emilio Monzó de la bicameral de Inteligencia.

Disuelto Juntos por el Cambio, Pichetto mantuvo contactos con peronistas como Gildo Insfrán y participó de encuentros que armó Guillermo Moreno. “No reniego de nada de mi pasado. En mi oficina tengo las fotos de todo mi recorrido político. Hoy estoy en un partido que se llama Encuentro Republicano, en una idea de centro democrático”, aclara, y marca diferencias con el kirchnerismo, todavía predominante en el PJ: “Para Perón el sujeto del peronismo era el trabajador. No creo en un proceso de que al Gobierno le tiene que ir mal. Al peronismo le va a llevar un tiempo reconstruirse. No podés estar cerca de Maduro, ni con un entrismo de izquierda capitalino”.

También mantiene la relación con Macri, y sugiere que el titular del PRO analiza ser candidato a senador por la Ciudad el año próximo para retener el electorado en el bastión del PRO ante el avance de los libertarios.

-¿Cristina Kirchner sigue liderando el peronismo?

-No hay un liderazgo alternativo. Tienen grandes dificultades para elegir al presidente del partido. Ella todavía gravita fuertemente en un sector, a pesar de que nada dura para siempre. Ha tenido una gravitación muy importante en los últimos 20 años.

-¿Hay espacio para una oferta electoral de centro, al margen de la confrontación entre el oficialismo y el kirchnerismo?

-Se puede armar un espacio de centro democrático que va a venir bien. Va a ser un aporte. A lo mejor no gana, pero puede competir con posibilidades.

Miguel Pichetto nació en Banfield, el 24 de octubre de 1950. Se recibió de abogado en 1976 y luego se radicó en Sierra Grande, Río Negro, ciudad en la que fue intendente entre 1985 y 1987. Fue legislador provincial, diputado nacional y senador durante 18 años, en los que fue jefe del bloque del Frente para la Victoria durante los gobiernos de Eduardo Duhalde, Néstor y Cristina Kirchner. Fue candidato a vicepresidente de Mauricio Macri en 2019 e integró el Consejo de la Magistratura y la Auditoría General de la Nación. Actualmente es diputado, presidente del bloque Encuentro Federal. Está casado con María Teresa Minassian y tiene dos hijos.

Un proyecto y un desafío: vivir intensamente lo que me queda. La vida es corta.

Un sueño: siempre sueño con el mar.

Un líder: Juan Domingo Perón.

Un prócer: Julio Argentino Roca.

Una sociedad que admire: la Argentina que fuimos, con una gran clase media y con ascenso social.

Un recuerdo: la luminosidad del sol en la Patagonia.

Una comida: spaghettis alla Norma (receta siciliana)

Un placer: alguno me queda.

Un libro: Los ingenieros del caos, de Giuliano Da Empoli.

Una película: la saga de El Padrino.

Una serie: Peaky Blinders.

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Milei gana tiempo con ayuda opositora

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La realidad política y económica no da respiro. Avances, retrocesos, tropiezos, recuperaciones se suceden y se superponen a ritmo vertiginoso. Nada termina de encontrar su punto de equilibrio ni de despejar el horizonte.

La incertidumbre, sin embargo, parece jugar en favor del Gobierno, que gana tiempo mientras la economía sigue en terapia intermedia, alternando buenas noticias con algunas regulares y otras malas. Es el fruto de algunos méritos propios del oficialismo, de la excepcional paciencia social y de muchas debilidades de la oposición, a las que Javier Milei, con su flamante uniforme de político, empieza a explotar en beneficio propio.

Las dos reuniones que el Presidente mantuvo esta semana con legisladores oficialistas, paraoficialistas y cooperativos constituyen la foto más reveladora de ese escenario.

Ninguno de los (módicos) planteos que llevaron los diputados y senadores de Pro y otros que no son del partido gobernante tuvo más que promesas vagas. Fue el caso del decreto reglamentario de la Ley de Acceso a la Información, respecto del cual el jefe de Gabinete, Guillermo Francos, reiteró su disposición a revisar si le acercan objeciones atendibles, aunque el poderoso gurú Santiago Caputo siga rechazando cualquier revisión con el respaldo de Milei. Una disputa demasiado asimétrica (si la hubiera).

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Sin embargo, los legisladores afines comprometieron su voto incondicional para sostener el veto del Presidente a la ley que aumentaba los haberes jubilatorios y modificaba el modo de actualización, lo que hubiera complicado la situación fiscal y puesto más en alerta a los mercados. La autoridad (y la complejidad) con la que Milei explica asuntos económicos hipnotiza a los dirigentes que sienta a su mesa. El experimento lo tiene extasiado y confirma prejuicios.

Para el Gobierno, que haya sobrevivido el veto fue un gran triunfo en materia política y fiscal, sin costo alguno en lo inmediato y que, en todo caso, a futuro será compartido. Paso a paso. Los ingresos de los jubilados pueden esperar.

Para los opositores fue una concesión sin más beneficio evidente a corto plazo que el de no enemistarse con quienes son o fueron sus bases y hoy apoyan al Gobierno. Toda una expresión de flaquezas, presentadas como cuestiones de principios, de quienes tienen como su mejor expectativa político-electoral una alianza con LLA. Aunque el triángulo de hierro del poder les fije una cuota de ingreso difícil de pagar sin hipotecar su identidad. Pesadillas insolubles del macrismo.

Para entender mejor el cuadro de situación vale extrapolar a la Argentina, invirtiendo los tiempos, la dicotomía que definiría la inminente elección presidencial norteamericana, según la formuló por el periodista del New York Times Peter Baker. Para Baker, Estados Unidos está divido entre “la bronca”, que encuentra su catalizador en Donald Trump, y “el agotamiento”, que tiene por vector a Kamala Harris.

La duda crucial en el país de Milei es quiénes son mayoría hoy: si siguen siendo los enojados con el pasado reciente, que llevaron al libertario a la Presidencia, o si empiezan a empatar o ganar los agotados por el esfuerzo y el ajuste del presente, que se prolonga sin perspectivas claras en el corto y mediano plazo.

Las encuestas no dan respuesta certera, pero recientes sondeos empiezan a mostrar movimientos, entre los que resalta un porcentaje creciente de fatigados, de esos que dicen que no pueden continuar haciendo esfuerzos por más tiempo. Aunque los que afirman que “hay que aguantar, porque es el único camino” son muchos más que los que opositores y varios analistas imaginaban a esta altura del camino. Más cuando el índice de inflación, como se vio anteayer, se resiste a empezar con el número tres y la actividad muestra una recuperación heterogénea y concentrada en nichos, estancamiento en gran parte y en promedio “apenas repta”, según un economista que no está lejos del Gobierno, pero ve motivos de alerta.

En la vertiginosa sucesión de acontecimientos que se vuelven noticia, la sesión de este jueves en el Senado, a diferencia de la del día anterior en la Cámara de Diputados, dejó más desafíos y complicaciones que gratificaciones para el Gobierno. Salvo por la sanción de la ley electoral que incorpora la tan postergada y reclamada boleta única papel, que el kirchnerismo esta vez no logró impedir. Una amenaza para el futuro electoral del peronismo.

Lo cierto es que la sanción de la ley de financiamiento universitario destinada a compensar el fuerte atraso salarial que sufren docentes y no docentes de las universidades públicas nacionales obligará a otro veto presidencial y a pagar un muy probable costo político. Será la reactivación de un conflicto que muy probablemente se expresará en las calles.

A diferencia de los jubilados, la comunidad educativa universitaria ha mostrado una capacidad de movilización masiva que interpeló transversalmente a toda la sociedad, como congregar en total más de un millón de manifestantes en las principales ciudades del país y obligar por primera vez al Gobierno a replantearse su política, aunque sin modificarla de fondo. Una nueva marcha, esta vez contra el veto, podría sumar algunos gramos al platillo de la balanza del agotamiento del presente (con su propia carga de enojo) que disputa con el de la ira con el pasado.

“Que hagan lo que quieran. Voy a vetar la ley. El equilibrio fiscal no se negocia. Se los voy a decir en la cara el domingo cuando les explique en el Congreso qué significa un presupuesto con déficit cero”, dicen que fue la reacción Milei ante algunos de sus colaboradores. No obstante, la lección podría incluir alguna respuesta a la demanda universitaria, según interpretaron algunos de sus interlocutores recientes.

En la Casa Rosada insisten con que la gran sorpresa será presentar un presupuesto donde cada gasto tiene su ingreso comprometido, para lo cual “el Presidente va a dar una clase magistral”, anuncian. Sin embargo, otras fuentes prometen alguna novedad más que Milei se guardaría para darle más potencia a su inédita puesta en escena en la presentación de la “ley de leyes”.

Los misterios del FMI

Mientras tanto, el mismo día en el que el Gobierno padecía la sesión del Senado, celebraba que el economista chileno Rodrigo Valdés dejaba de ser el encargado de las (estancadas) negociaciones con la Argentina. Valdés había sido calificado por Milei de enemigo. Otra coincidencia con Sergio Massa, que acusa al funcionario de “antiargentino” y de haberlo “forzado a devaluar en medio del proceso electoral”. Dicen que el candidato derrotado estuvo tentado de felicitar públicamente a Milei.

La salida de Valdés está sujeta a varias interpretaciones, en especial tras la explicación que dio la vocera del FMI, Julie Kozack.

Por un lado, en el Gobierno lo consideran un triunfo que confirmaría que el ahora exencargado “entorpecía las negociaciones por cuestiones ideológicas”. Algunas fuentes creían ver allí una ayuda del anunciado, pero no confirmado, viceministro de Economía, el argentino-chileno José Luis Daza, amigo de Valdés. Sería la prueba de sangre de Daza para que Milei firmara su designación, que hasta ayer seguía sin oficializarse y sin que nadie pudiera explicar la causa de la demora luego de que el ministro Luis Caputo lo anticipara hace 20 días.

Por otro lado, algunos economistas y políticos con llegada al FMI sostienen que el corrimiento de Valdés fue la forma que encontró el organismo para remover excusas y poner en evidencia que si no se avanza en las negociaciones de un nuevo programa es por decisión de Argentina, porque su política tiene inconsistencias que lo harían inviable. En ese plano es un hecho que “para que empiece una negociación formal la Argentina tiene que hacer el pedido y eso todavía no ocurrió”, explica una fuente con acceso directo al FMI.

Entre los inconvenientes del Gobierno para abrir la discusión están el cepo y el atraso cambiario, que el duro piso del 4% de inflación complica y aleja a un más de la convergencia con el 2% de devaluación que para Milei y Caputo es intocable.

Lo mismo sucede con las reservas en rojo y en camino de ponerse moradas con la baja del impuesto PAÍS para las importaciones, y la continuidad del dólar blend para evitar la ampliación de la brecha entre el dólar oficial y los financieros.

La manta empieza a verse más corta y varios economistas consideran que el ingreso de divisas por el blanqueo y por el régimen de incentivo a las grandes inversiones (RIGI) serían insuficientes, por lo que el Gobierno podría verse apurado a empezar a negociar con el FMI.

“El blanqueo viene bien, pero aún así lo que ingresará como reservas netas no alcanza y lo que entre por el RIGI va a volver a salir en gran medida, porque se usará para importar bienes de capital”, advierte un economista que, sin embargo, deja abierta la puerta de que el Gobierno podría lograr sus objetivos. La determinación de Milei, más la creatividad y el arrojo del equipo económico, alimentan esa duda. La producción de conejos es una actividad fructífera.

En Economía no hay lugar para el escepticismo, aunque, como señaló el domingo pasado en LA NACION el economista Esteban Domecq, deban “alinearse todo los planetas” para lograr los objetivos de Milei y Caputo. Otra carrera contra el tiempo.

Mientras tanto, la oposición, aunque entorpezca, sigue aportando ayudas inestimables al oficialismo. Ahí se inscribe el nuevo desgajamiento del radicalismo, con la intercesión invalorable de la experta zapadora y ministra Patricia Bullrich, que facilitó que cinco diputados cambiaran su voto sobre la reforma jubilatoria. Además, otro diputado de la UCR, el entrerriano Pedro Galimberti, dejó su banca a una macrista más oficialista a cambio de un significativa mejora en su calidad de vida. Pasó de la Cámara baja al directorio de la comisión administradora de la represa Salto Grande, igual que el aumento de sus ingresos, que pasaron a ser tres veces y media más que los que percibía como legislador nacional. Su jubilación sí estaría asegurada.

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En el universo peronista, a la reaparición de Cristina Kirchner abocada a discutir economía (para beneplácito del Gobierno) se sumó el estallido de la interna kirchnerista en su bastión bonaerense.

La disputa entre los intendentes camporistas Mayra Mendoza (Quilmes) y Julián Álvarez (Lanús), por un lado, versus el jefe comunal de Avellaneda, Jorge Ferraresi, y el ministro y excamporista Andrés “Cuervo” Larroque, por el otro, anticipa la pelea electoral y deja ver el trasfondo de la disputa entre los herederos de la expresidenta: su hijo Máximo y el gobernador Axel Kicillof. Además, expuso otras delicias, como la acusación de Mendoza a sus contrincantes de utilizar bots y trolls en las redes sociales para hostigarla.

Nadie está a salvo. Y el Gobierno sigue ganando ese insumo vital para esta etapa, que es el tiempo. A la espera de que “se alineen los planetas”.

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