POLITICA
Milei está convencido de que la caída de la Ley Ómnibus le da un aval para avanzar con un ajuste más fuerte
Javier Milei juega al bádminton. (Foto: REUTERS/Denis Balibouse)El presidente tiene otra estrategia. (Foto: REUTERS/Amir Cohen)La caída de la Ley Ómnibus fue «un éxito» para el Gobierno. (Foto: NA)Milei está convencido de que la mejor manera de obtener la reputación suficiente para pedirle un esfuerzo a la población pasa por ser y parecer una persona normal, un hombre de a pie. (Foto: Twitter @JMilei)
El gobierno de Javier Milei no percibe como una derrota política la caída de la Ley Ómnibus, que fue el intento de su gestión por acordar con buena parte de la oposición y hacer reformas. Por contrario, la mirada oficial consiste en que se trató de una victoria rotunda para reconfigurar el escenario y que esto es muy difícil de comprender por la política.
Desde el círculo del Presidente lo explican con una metáfora: “Es un deporte de raqueta en el que se enfrentan dos jugadores (individuales) o dos parejas (dobles) situadas en las mitades opuestas de una pista rectangular dividida por una red.” Seguramente, quien lea esa definición básica pensará que se refiere al tenis. Pues sí: el tenis es un deporte de raqueta en el que se enfrentan dos jugadores o dos parejas situadas en las mitades opuestas de una pista rectangular dividida por una red. Pero no. Aquí estamos hablando del bádminton”.
A diferencia del tenis y de otros deportes de raqueta, en el bádminton no se juega con pelota, sino con un volante al que los jugadores deben golpear con sus raquetas “para que este cruce la pista por encima de la red y caiga en el sector oponente”. El volante, a diferencia de la pelota de tenis, no debe tocar el suelo. Cuando eso ocurre, el punto finaliza.
Aunque llame la atención, esta descripción -que seguramente suene extraña en el arranque de una columna de opinión política- explica con mucha claridad qué está pasando en la arena de poder de la Argentina en este principio de año y sobre todo cómo es que el gobierno lee el desarrollo de los acontecimientos que terminaron con la Ley Ómnibus paralizada y con DNU semisuspendido.
“Esta gente no la ve. Creen que porque hay una cancha rectangular, raquetas y red estamos jugando al tenis. Y no. Estamos jugando a otro deporte, bádminton, por ejemplo. La clase política no entiende que Milei juega a otro deporte. Entonces lo miden con otros parámetros”. Así se expresa una alta fuente del gobierno nacional al analizar el desenlace (supuestamente) fallido del tratamiento de la Ley Ómnibus en la Cámara de Diputados.
“La clase política analiza los acontecimientos con herramientas equivocadas. Evalúan a Milei como si fuera un político normal. Y no lo es. Entonces, la pifian. Deberían analizarlo con otros parámetros”, agrega.
El propio Milei lo dijo en un posteo de la red social X el viernes pasado a las 18.06 horas: “No vinimos acá a seguir jugando el mismo juego empobrecedor de los políticos de siempre. (…) Y no vamos a ser cómplices del juego de los mismos parásitos de siempre que viven a costa de los Argentinos. (…) No vinimos a continuar con la rueda del juego de la política de siempre. Vinimos a romperla.”
Para el gobierno, la cancelación del tratamiento de la Ley Bases es un éxito. Así de simple. Es más, se muestran tan convencidos de que todo marcha como estaba previsto que anuncian con bombos y platillos que mucho antes de fracasar el “Plan A” (la Ley) empezaron a implementar el “Plan B”.
¿De qué trata ese “Plan B”? Es el ajuste vía Poder Ejecutivo a través de decisiones unilaterales que no requieren del aval parlamentario.
“Salvo por el capítulo de la reforma laboral que está suspendido -por ahora- por la justicia, el DNU está casi todo vigente. Ahí hay mucho que ya se está haciendo. Sumale a eso los recortes del Estado que venimos haciendo desde el día uno. Agregale el hecho de que cortamos la emisión monetaria física. Todo eso nos llevó a que en enero tengamos déficit cero. Repito: el Plan B hace rato que está en marcha. ¿Eso te parece que es una derrota El gobierno está más fuerte que nunca. No nos vamos a dejar amedrentar por la clase política que quiere que nada cambie”, se despacha el mismo funcionario.
Está claro. El gobierno juega su propio deporte. Un deporte distinto, diferente del que el resto de la clase política juega. No obstante, no es un deporte nuevo. Lo que la ciencia llama “la democracia directa” es una cosmovisión política centenaria, muy desarrollada en algunos conceptos básicos aportados por el emblemático presidente norteamericano Thomas Jefferson: para él, la reivindicación de los derechos de los ciudadanos es lo que legitima al líder en el poder, sin necesidad de intermediaciones. Milei hace gala de esa idea, y lo explota -sobre todo- en materia comunicacional, haciendo un fuerte uso de sus redes sociales. “La gente votó al presidente y ya conocía cómo era Javier Milei”, dijo él ministro político Guillermo Francos a modo de ratificación de esta idea.
La pregunta es: ¿cuáles son las reglas del “bádminton político”?
Lo primero que hay que tener en cuenta es que acá “el fin justifica los medios”. “Si logramos bajar la inflación y la gente recupera el poder adquisitivo, a nadie le importará si lo hicimos por ley o por decreto, nadie preguntará si nos peleamos con los gobernadores”, afirma un importante hombre del gobierno. Y agrega: “como dice el presidente, como dice el ministro de Economía, el objetivo no se toca. Vamos al déficit cero. Eso no se negocia.”
En segundo lugar, como venimos sosteniendo hace semanas, meses: democracia directa. Las reglas del deporte de Milei infieren prescindir de intermediarios. “Es él, la gente y en el medio, sus redes sociales. Bastante bien le ha ido con eso”, dice una persona de alta influencia en el gobierno.
En tercer lugar: el jugador debe parecerse a los hinchas. Milei está convencido de que la mejor manera de obtener la reputación suficiente para así poder pedirle un esfuerzo a la población pasa por ser y parecer una persona normal, un hombre de a pie. El presidente de campera de cuero, pantalones cargo y remera, despeinado y de habla simple… Todo eso conforma un ejemplo entre muchos en lo que hace a poner esta regla en funcionamiento.
En cuarto lugar: el clima de guerra. Esta semana que termina conformó una clara línea de tiempo cargada de apelaciones bélicas y demás. Las redes sociales como arena de lucha. Herramientas creativas como el dibujo de Nik linkeando a Milei con Terminator. Los dichos picantes del presidente sobre los gobernadores. La exposición pública de los nombres de aquellos legisladores que rechazaron algunos aspectos de la ley ómnibus.
Quinta regla: siempre 100% de convicción a la hora de sostener la estrategia. El gobierno no cede. No hay lugar para pensar si acaso algo de lo acontecido pudo haber sido mejor. Nada de eso. Para Milei y su mesa chica, lo que ocurrió es un éxito. “Ni un paso atrás”, diría un kirchnerista.
Sexta regla: no gastar tiempo ni energía en pensar escenarios alternativos negativos. Hay plena convicción en que lo que ocurrirá será bueno. “Esto va a salir bien, Gonzalo. No tengas dudas. Es solo cuestión de aguantar un tiempo”, dice una persona que se sienta en la mesa del Gobierno.
Visto con el prisma de estas reglas de juego y -siguiendo la metáfora del bádminton utilizada por el gobierno- el partido les está siendo favorable. La implementación del “Plan B” les está funcionando. El objetivo principal del plan es el déficit cero. Los objetivos derivados son la baja de la inflación y de la pobreza. Lo primero, al menos en enero, según dicen en el gobierno, lo consiguieron. Lo segundo está lejos de conseguirse.
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Una reflexión final, siguiendo con la metáfora deportiva del “bádminton versus tenis”. Más allá del deporte, el gobierno, ¿sabe que la gestión no se resume en un solo partido sino que es un campeonato largo? Varias cuestiones sostienen esta hipótesis. En primer lugar, el horizonte temporal básico: la gestión dura 4 años. En segundo lugar, a mitad de campeonato se juega una primera final: las elecciones de medio término 2025. Tercero: la política está hecha de personas de carne y hueso, susceptibles de sufrir el desgaste que la propia actividad en un país tan fluctuante genera.
Podríamos decir también -siguiendo la línea metafórica- que se trata de un maratón y no de una carrera de 100 metros. Qué inteligente es aquel que sabe repartir la energía.
Algún “mileiísta” podría decir que en política, como en el truco, es fundamental “hacer primera”. Lo tomamos.
Seguramente, a los ojos del gobierno, Milei hizo primera. Y es cierto que la política tradicional lo lee con el reglamento del tenis, mientras el presidente juega al bádminton. Tan cierto como que un torneo de bádminton tiene varios partidos. Para eso, es preciso que los jugadores estén enteros física y mentalmente, sin gastar todos los recursos en el primer match, por más importante que sea.
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