POLITICA
Quiénes son los abogados de alta gama que están detrás del caso “Chocolate” Rigau
Varios defensores legales de renombre están detrás del caso de Julio “Chocolate” Rigau. (Foto: Perfil)El procesado por el homicidio de Alberto Nisman, Diego Lagomarsino, junto al abogado, Maximiliano Rusconi (Foto: NA – Damián Dopacio – Archivo).El ex ministro de Planificación Federal, Julio de Vido, junto al abogado, Maximiliano Rusconi (Foto: EFE – Carlos Brigo – Télam).Alfredo Gascón es uno de los abogados del caso de Julio “Chocolate” Rigau (Foto: Linkedin – Alfredo Gascón).Los abogados, Fabián Améndola y Fernando Burlando (Foto: NA – José Scalzo).
Cada vez hay más abogados en la causa que investiga el fraude sin fondo con tarjetas de débito de empleados truchos de la Legislatura bonaerense. En total, entre los defensores de “Chocolate” Rigau, los de sus dos jefes (Claudio y Facundo Albini), los de los dueños de las tarjetas y la defensa para la nueva dupla de “chocolates” del Senado ya son 14 los abogados.
Tres estudios penales de los más caros, con clientes famosos de la política y la farándula, integran este listado. Uno es el de Maximiliano Rusconi. Otro es el de Fernando Burlando. Y el tercero es el de Alfredo Julio María Gascón Cotti, en La Plata, y en el corazón de una estrategia jurídica sistémica.
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Maximiliano Rusconi llegó a la causa hace poco, como defensor de Claudio y Facundo Albini, los jefes de Chocolate Rigau. Ambos fueron funcionarios de la Cámara de Diputados, están procesados por “asociación ilícita en concurso real con fraude a la administración pública” y detenidos con prisión preventiva confirmada.
La fiscal del caso, Betina Lacki, reunió evidencias de que Rigau le rendía dinero de sus extracciones con tarjetas de empleados fantasma a Claudio Albini. También sabe que Claudio recibía tarjetas de débito. Y que Facundo le daba órdenes a Rigau. Claudio era el subdirector de Personal dentro de la Secretaría Administrativa, y ahí el jefe de Claudio era el Secretario, Miguel Antonio De Lisi.
Rusconi, exfiscal de la Procuración General de la Nación, trabajó en casos resonantes. Defendió al exministro de Planificación Federal, Julio De Vido, en un juicio por corrupción en la obra pública. También al informático, Diego Lagomarsino, durante la investigación del homicidio del fiscal Nisman. Y a Pablo Torres Lacal, condenado por la trágica muerte del hijo de Federico Storani en un choque de lanchas en Tigre.
Antes de la llegada de Rusconi, los Albini eran defendidos por tres abogados de La Plata: Ezequiel Funes, Fernanda Borthiry y Gustavo Galasso. Este último es un abogado de gran confianza y cercanía con Claudio Albini. Es un conocido penalista de la ciudad y antes trabajó para el estudio Burlando.
Funes y Galasso ya pasaron por la defensa de cuatro imputados de esta banda, donde cumplían distintos roles. Primero al recaudador, a Julio Segundo “Chocolate” Rigau, desde que cayó preso hasta que cambió de abogado. Después se presentaron por una de las dueñas de las tarjetas, partícipe necesaria del fraude para la fiscal. Y finalmente, se presentaron como defensores de otros dos miembros: los Albini, supuestos cabecillas.
El segundo abogado de Rigau, el actual, es Alfredo Julio María Gascón Cotti, junto a Miguel Molina. Este es el segundo estudio fuerte de esta historia, con clientes conocidos y causas resonantes en su haber. Defendieron a Daniel Scioli en una causa por enriquecimiento ilícito donde lo había denunciado Elisa Carrió. Y representaron a la familia de Jorge Julio López, el sobreviviente y testigo desaparecido desde 2006.
Gascón Cotti es un penalista prestigioso, una figura conocida en la comunidad marista de La Plata y también en la propia Legislatura, donde fue muy cercano en especial a la ex diputada del bloque Juntos por el Cambio Sandra París. Sin embargo, su estudio resultó elegido para la “causa Chocolate” cuando solo había imputados peronistas. Cuando sólo estaba preso el “chocolate” original. El que hacía el trabajo duro en los cajeros y el que lleva más días preso que nadie. Es que ese estudio tendría una misión mucho más amplia que defender al hombre de los cajeros: diseñar una estrategia global. Las “Chocolaterías” son un sistema y cada uno puede complicar al otro. Fue así que el año pasado llovieron abogados “gratis” para los dueños de las tarjetas. Aparecieron en la causa ocho penalistas más, a los que les fueron delegando las “defensas” de los ñoquis, en racimos.
Estos abogados debían encolumnarse a la estrategia definida, guionar y “contener” a los ñoquis (gente común que temía y teme ir presa). Lograr que simularan una contraprestación en la Legislatura. Debían teatralizar que sí trabajaban y que sí eran amos y dueños de un sueldo legislativo (del que antes jamás habían gozado). Además, un puñado de ellos tuvieron que presentarse ante la fiscal con un relato que no resultó creíble. Nada fue opcional.
El tercer estudio de alta gama es el más mediático: el de Fernando Burlando. Su socio Fabián Améndola entró a la causa hace tiempo y lo hizo para defender al dueño de una tarjeta de Diputados que se diferenció del esquema de abogados impuestos. Este prestanombre, llamado Juan José Tocci, tenía como ámbitos laborales reales la financiera Share Money y la mutual prestamista AMEPA. El dueño es su padre, Juan Carlos Tocci, un policía exonerado de la Bonaerense en los ‘90, hoy prestamista y empresario, al que algunos llaman “el financista del Estadio de Estudiantes”.
Comité de crisis y tiempo de pactos
Al menos en La Plata, ningún abogado entra a la causa sin pasar por el tamiz del estudio Gascón. Más sinuoso aún es que nada de esto cambió ahora que cayeron los chocolates del Senado: recaudadores de otra extracción política con tarjetas de otra Cámara. Hay una sola estrategia, sin importar la terminal política.
Sin ir más lejos, Hugo Muguerza y su esposa, Josefina Ortellado –identificados en videos haciendo las mismas tareas que Rigau y saludándose con él- no están imputados, pero ya presentaron un representante legal. Se trata de un abogado que ya forma parte de la trama. Hace tiempo representa a una dueña de las tarjetas que usaba Rigau, el “chocolate original”, de Diputados y peronista. Se trata de Javier Percow.
¿Es una sola banda, o son dos? El expediente dirá. ¿Y quién paga los honorarios de estudios que pueden llegar a ser millonarios en dólares o pagaderos en propiedades?
En la Legislatura los chats arden y hay una suerte de “comité de crisis” desde que TN reveló el primer video con la incógnita de los nuevos “Chocolates”. Son reuniones permanentes y tranversales: no importa en qué bloque político tiene cada uno el corazón. Son acuerdos para las defensas de otros “chocolates” y de figuras que podrían quedar imputadas; así lo imagina más de uno. A esos fines, empezó a rodar el apellido de otro penalista platense, muy vinculado a la Universidad Austral, que defendió a un expresidente y a senadores en una causa anterior.
Pero hay más abogados todavía en esta trama. Falta nombrar a los que se presentaron como “particular damnificado” (querellantes). Por un lado, los de la ONG Poder Ciudadano. Y por el otro, el fiscal de Estado de la provincia de Buenos Aires. La Provincia es víctima de un fraude de dimensiones incalculables, y Hernán Gómez se presentó en esta causa. Fue en octubre, cuando el escándalo no bajaba de los titulares. Tiempo después, este organismo, que funciona como abogado de la Provincia para defender sus intereses, “pasó a modo avión” en la causa, sostienen fuentes del caso.
POLITICA
El avance rebelde del M23 en la República Democrática del Congo
El conflicto en el este de la República Democrática del Congo tiene raíces profundas que se remontan a la guerra civil de los años 90, particularmente a la Segunda Guerra del Congo (1998-2003), un conflicto que involucró a múltiples países africanos y dejó un legado de inestabilidad. La región oriental del país es rica en recursos minerales estratégicos, como oro, coltán y cobre, lo que la ha convertido en un epicentro de disputas entre grupos armados, milicias locales y fuerzas extranjeras. Además, la falta de una gobernanza efectiva y la debilidad del estado han facilitado la proliferación de actores armados que explotan los recursos naturales para financiar sus operaciones.
El M23 emergió en 2012 como una facción disidente del Congreso Nacional para la Defensa del Pueblo (CNDP), alegando que el gobierno de la RDC no había cumplido con el acuerdo de paz del 23 de marzo de 2009. Este acuerdo estipulaba la integración de combatientes del CNDP en el ejército congoleño y la protección de la comunidad tutsi, demandas que, según el M23, fueron ignoradas por Kinshasa. La falta de voluntad política para cumplir estos compromisos y la creciente discriminación hacia la comunidad tutsi en la RDC contribuyeron al resurgimiento del movimiento rebelde.
Desde su fundación, el M23 ha sido percibido como un actor influenciado por intereses externos, particularmente de Ruanda y Uganda, países que han sido acusados de proporcionar apoyo logístico y militar al grupo. La inestabilidad en la región ha estado marcada por una compleja interacción de conflictos locales e intereses geopolíticos, donde tanto los gobiernos vecinos como las potencias extranjeras han intervenido directa o indirectamente en función de sus propios objetivos estratégicos. Esta dinámica ha perpetuado un ciclo de violencia difícil de romper, con la población civil atrapada en medio de la lucha por el control de los territorios ricos en recursos.
Resurgimiento del M23 y la influencia de Ruanda
El resurgimiento del M23 en 2021 se produjo en un contexto de creciente tensión étnica y marginalización de la comunidad tutsi en la RDC. La falta de integración efectiva de las minorías en el aparato estatal y la percepción de inseguridad han sido factores clave en la reactivación del grupo rebelde. Analistas han señalado que este resurgimiento responde a la incapacidad del gobierno de Kinshasa para implementar reformas estructurales que garanticen la estabilidad en la región.
El M23 ha demostrado una notable evolución en sus capacidades militares, operando con tácticas avanzadas y acceso a armamento moderno, lo que ha generado especulación sobre sus fuentes de financiación y apoyo externo. Diversos informes de la Organización de las Naciones Unidas y organizaciones de derechos humanos han señalado a Ruanda como un actor clave en este conflicto, acusándolo de proporcionar apoyo logístico y militar a los rebeldes. Kigali ha negado reiteradamente estas acusaciones, aunque la evidencia circunstancial, testimonios de desertores y la historia de intervención ruandesa en la RDC refuerzan esta hipótesis.
Actualidad del Conflicto y Escalada de Protestas
A inicios de 2025, el M23 consolidó su control sobre Goma, capital de la provincia de Kivu del Norte, un enclave estratégico para el comercio, la administración y las operaciones humanitarias en la región. La captura de esta ciudad ha exacerbado la crisis humanitaria, con más de un millón de desplazados huyendo hacia campamentos sobrepoblados o buscando refugio en países vecinos. Organismos internacionales han advertido sobre el riesgo de hambruna y el colapso de los servicios básicos en las zonas afectadas.
Rebeldes del M23 con sus armas en Kibumba, en el este de la República Democrática del Congo. (Foto: AP / Moses Sawasawa).
El impacto político también ha sido significativo: la pérdida de Goma ha puesto en evidencia la fragilidad del gobierno central para mantener el control territorial. En respuesta, se han desatado intensas protestas en todo el país, dirigidas contra las autoridades nacionales y la comunidad internacional. Manifestantes han atacado propiedades gubernamentales y embajadas extranjeras, en especial la de Ruanda, vista como un símbolo de la injerencia en el conflicto. Paralelamente, en Kivu del Sur, se han intensificado los enfrentamientos entre grupos armados locales, lo que ha exacerbado la crisis de seguridad y desplazado a miles de personas adicionales, además de las intensas protestas. La respuesta del gobierno ha sido errática, con declaraciones condenatorias y promesas de acción, pero sin medidas concretas que apunten a una resolución efectiva del conflicto.
Respuesta internacional y esfuerzos diplomáticos
La comunidad internacional ha reaccionado con una mezcla de condenas y esfuerzos diplomáticos limitados. La Misión de Estabilización de la ONU en la RDC (MONUSCO) ha incrementado su presencia en la zona, aunque su efectividad ha sido ampliamente cuestionada. Estados Unidos y la Unión Europea han emitido declaraciones exigiendo el cese del apoyo al M23 y la retirada de cualquier fuerza extranjera del territorio congoleño, pero sin la imposición de sanciones contundentes.
Organizaciones regionales como la Comunidad de África Oriental han intentado mediar en el conflicto, promoviendo acuerdos de alto el fuego y negociaciones de paz. Sin embargo, estos esfuerzos han sido frágiles y los acuerdos alcanzados han sido violados en múltiples ocasiones. Sudáfrica ha desplegado tropas en apoyo al ejército congoleño, lo que podría aumentar el riesgo de una escalada regional del conflicto.
Consecuencias humanitarias y económicas
Las consecuencias humanitarias en la República Democrática del Congo, que gobierna Félix Tshisekedi, como detalla el informe de Amnistía Internacional, son alarmantes. La violencia armada ha causado la muerte de miles de civiles, con ejecuciones extrajudiciales llevadas a cabo incluso por el ejército nacional. Esta situación ha forzado el desplazamiento interno de casi 7 millones de personas, que buscan refugio dentro del país escapando del conflicto, especialmente en las regiones de Kivu y Ituri.
Además de los desplazamientos, la crisis humanitaria se ve exacerbada por la violencia sexual generalizada, con más de 38 mil casos reportados solo en Kivu del Norte durante el primer trimestre del año 2023. Esto, combinado con la destrucción de infraestructuras, ha limitado severamente el acceso a servicios básicos como la educación y la salud, empujando a miles de congoleños a huir hacia países vecinos en busca de seguridad, lo que a su vez ha creado desafíos humanitarios a nivel regional.
En el ámbito económico, la explotación ilegal de minerales ha financiado a los grupos armados y perpetuado la guerra, mientras que la población local sigue excluida de los beneficios de estos recursos. Este comercio ilícito de minerales ha fomentado una economía paralela que escapa al control del estado y debilita sus estructuras institucionales. Empresas extranjeras, algunas de ellas con vínculos en mercados globales, han sido señaladas por beneficiarse de la extracción ilegal, lo que perpetúa la inestabilidad y dificulta la recuperación económica del país. Al mismo tiempo, el saqueo y la destrucción de infraestructuras clave han paralizado el desarrollo de la región, agravando la crisis y limitando las oportunidades de reconstrucción a largo plazo.
Conclusión
El conflicto del M23 en la República Democrática del Congo (RDC) representa una confluencia de tensiones étnicas, disputas por el control de recursos estratégicos y una injerencia extranjera persistente, factores que han marcado la inestabilidad crónica de la región. La presunta implicación de Ruanda en el conflicto y la limitada capacidad del gobierno congoleño para restaurar la autoridad estatal han dado lugar a una guerra prolongada, con implicaciones geopolíticas de gran alcance.
Para lograr una solución sostenible en el tiempo, es fundamental adoptar un enfoque integral que aborde las causas estructurales del conflicto, tales como la marginación étnica y la gobernanza deficiente sobre los recursos naturales. Es crucial que la comunidad internacional ejerza una presión más contundente mediante mecanismos de sanciones específicas, supervisión efectiva del comercio de minerales y un apoyo reforzado a los procesos de mediación regional.
Solo un compromiso coordinado entre actores locales, gobiernos vecinos y organismos multilaterales podrá cimentar las bases para una paz duradera en la región de los Grandes Lagos. Mientras tanto, las tensiones persisten, las protestas han llegado a la capital de la RDC y los enfrentamientos en Goma continúan, lo que significa más inestabilidad para el país. (www.REALPOLITIK.com.ar)
ETIQUETAS DE ESTA NOTA
Amnistía Internacional, Anderson N. Riverol, República Democrática del Congo, Ruanda, Kinshasa, Félix Tshisekedi, Sudáfrica, Uganda, Kigali, M23, Congreso Nacional para la Defensa del Pueblo, Comunidad de África Oriental, Kivu del Sur, Kivu del Norte, Goma
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